Por Rebeca Chávez
1959. Un pequeño grupo de aspirantes a cineastas redacta una concepción cultural para cine que estaba por nacer en un escenario deslumbrante, lleno de pregunta y desafíos... era y es el “proyecto cine cubano” y ahí estaba Manolito Pérez. Cine creativo y descolonizador que quería un público activo, descubrir estéticas diversas y revolucionar el gusto y, sobre todo, se proponía preservar la identidad (imagen) de la nación cubana.
Esa inquietud incesante de Manolito, ese buscar (y encontrar) un camino para el compromiso social, una pertenencia... lo encontró aquí, en el ICAIC, y se entregó con intensidad al cine.
El Manolito que conocí seguirá recorriendo siempre con nosotros estos espacios con pasión e inteligencia, asumiendo la complejidad de la creación y la mirada a la realidad desde el debate, el intercambio y la participción… y que defendió con pasión ese rol en el cine cubano del que hablo. Quiero recordar y compartir un suceso del año 90, las discusiones al rededor del filme de Danielito Díaz Torres, “Alicia en el pueblo de Maravilla”, cuando estuvimos al borde del abismo... y de la desaparición. Vi, lo conservaré siempre en mi memoria, cómo Manolo Pérez y Titón, Humberto, Tabío, Fernando, dejaban a un lado sus discrepancias estéticas, sus desacuerdos artísticos, para unirse en una lucha fundamental, la que nos unía: un concepto de arte, de cine y de revolución. Los vi llorar de impotencia y palpitar de emoción y también de disposición.
Los creadores habían defendido y sostenido juntos una concepción para propiciar y favorecer un cine de múltiples miradas.
Otro momento: en el 2013 Manolo lucha día a día junto con casi tres generaciones de cineastas para que --en el nuevo escenario socio económico cubano– el cine como un arte y necesidad siguiera cumpliendo su rol cultural. Decía que había que desarrollar una y otra vez un cine cubano artísticamente ambicioso, diverso, comprometido, que volvieran las premisas del año 59 por que seguían siendo clave e impulso, raíz. A través de su película sobre el ruso bolchevique hereje “Leonov” queda como su huella/testimonio de estas inquietudes desde el cine, esas confrontaciones que se vivieron .
Personalmente pienso que vivió y asumió con pasión y coherencia y día a día de su larga vida, la actividad alrededor del cine que amaba, y que desbordaba la obra personal como meta única, y encarnó con fuerza una defensa contra muchas deformaciones que pudieron aparecer. Es decir, su forma de hacer y luchar por todo el cine fue maravillosa y cubrió con éxito una etapa histórica, nos legó una obra extensa de la que estamos orgullosos.
Sí, defendio esas ideas con pasión donde quiera que estuviera, una simple asamblea o reuniones con el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros… ideas en las que creía o exponía a cualquier costo (incluyo el sacrificio familiar con Marta y Rubén). Sí, Manolito seguirá por estos espacios que defendió con ideas y entrega… Y de toda esta experiencia, la personal y colectiva, iba recopilando huella, memoria, una papelería infinita que hace que su archivo sea imprescindible para conocer y conocernos, para poder aprender y buscar respuestas y preguntas en lo que hemos vivido y seguir adelante con coherencia y renovación, con fidelidad a las ideas originales, abiertos a su desarrollo y libertad como lo veía él. El de Manolito no solo es un archivo del ICAIC, lo es de Cuba, de la Revolución. Quiso asegurarse de que nunca olvidáramos lo vivido, lo defendiéramos y nos impulsara hacia el futuro.
Manolito siempre fue “Manolito”, este Manolito del que hablo, del primer al último día. Amigo entrañable, cariñoso, tierno, exigente, gracioso, exagerado, amoroso, era amigo y necesitaba y disfrutaba y agradecía la amistad, que la tuvo en la mejor de sus dimensiones: la sinceridad, la fidelidad, la complicidad. Por eso hablamos de un Manolito nuestro, que nadie puede quitarnos, que mantendremos junto a nosotros para que continúe con sus/nuestras luchas.
A ese cineasta, amigo, conspirador, confesor, curioso, realmente lo venimos a despedir y a no/despedir, solo a dejar testimonio de nuestro amor por él, por ti, Manolo ...Nos seguirá haciendo falta verte cada día, oírte hablar en pasillos, en la acera…. Estoy segura de algo: nos seguirás mirando, nos seguirás enseñando, alentándonos eternamente, y nosotros contigo....
Gracias.
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*Como despedida de duelo de Manuel Pérez Paredes
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