El centrismo, las transformaciones económicas en
Cuba y la miseria de los intelectuales de “izquierda”
Por Rodolfo Crespo
Con el
pensamiento en Ana Belén Montes, porque tu lucha es nuestra
lucha, porque tu resistencia es también el estímulo a nuestro quehacer, que
lleguen a ti estas palabras y ¡hasta la victoria siempre compañera!.
Para Humberto Pérez González que, como vocero integrante y confeso de
esa nueva pequeña burguesía que surge en Cuba, hace gala del comportamiento que
Lenin apreciaba en esa clase social cuando afirmaba que “caminaba hacia
adelante pero mirando hacia atrás”.
La burocracia [en los países socialistas] acabará
transformándose en propietaria, porque “el privilegio sólo tiene la mitad del
valor si no puede ser transmitido por herencia a los descendientes”, y porque
“es insuficiente ser director de un consorcio si no se es accionista”. Leon
Trotski. 1936
“No sólo no soy moderado sino que trataré de no serlo nunca, y
cuando reconozca en mí que la llama sagrada ha dejado lugar a una tímida
lucecita votiva, lo menos que pudiera hacer es ponerme a vomitar sobre mi
propia mierda” Carta de Ernesto Guevara a su madre.
México, 15 de julio de 1956.
En los
distintos sitios web vinculados con Cuba (Cubadebate, La Pupila
Insomne, Segunda Cita, On Cuba, Cuba
Posible, pero también en Granma, órgano oficial de su partido
comunista) se desarrolla una intensa lucha ideológica en torno a las
transformaciones económicas que ésta lleva a cabo tratando de interpretar no
tanto la trayectoria futura (que todos ya conocemos hacia dónde va) como la
influencia en la orientación detallística de las mismas.
Por el
momento no se mencionan nombres ni de un bando ni de otro, no se acusa a nadie,
ni se trata de responsabilizar a alguien, una muestra del relativo equilibrio y
del delicado momento en que se encuentran las hostilidades, que acabarán sin duda
rompiéndose, porque nunca el equilibrio es absoluto, éste jamás es estático, el
equilibrio siempre es equilibrio en movimiento. Por tanto, en los tiempos
futuros veremos una encarnizada batalla entre las fuerzas en pugna, hoy
comedidas y calculadoras, aunque no necesariamente antagónicas en sus objetivos
finales, como ya se vio en la ex Unión Soviética, y que seguramente coincidirá
en el tiempo con la exactitud de un reloj, con la salida de escena de la
octogenaria y nonagenaria generación que hizo la Revolución; por consiguiente,
cuestión de escasos años, mientras seguiremos viendo a las fuerzas
contendientes cavando trincheras, acaparando pertrechos, captando acólitos y
alistando sus tropas en el campo de batalla para cuando llegue la ofensiva
final1.
El
artículo que comentaremos (¿Contra "el centrismo" o contra una
posición de izquierda militante pero realista y dialéctica?2)
es una de las muestras de esos movimientos táctico-estratégicos y una de las
últimas guindas de este férreo enfrentamiento, por el momento dialéctico. La
publicación en cuestión es firmada por el ex ministro cubano de lo que hoy es
Economía y Planificación, Sr. Humberto Pérez González, en el Blog Segunda
Cita propiedad del cantautor cubano y no de los fundadores de la
Nueva Trova en la Isla, Silvio Rodríguez.
Tanto el
sitio escogido para su publicación como el contenido vertido por Pérez González
en el texto de opinión, aparecido en dicha página, no dejan neutralidad
valorativa alguna; el Blog del cantante antillano tiene una feligresía forista
fija, fiel, que le hace la “pelota” a su editor y donde el que quiera hacerse
asiduo del mismo se le pide hasta la identificación personal, algo que lo hace
endogámico; si a ello unimos que los post de opinión aparecidos en dicho Blog
muestran una diversidad político-ideológica diversa (aunque, de muy leves
matices), y su fundador dejó una frase lapidaria y para la posteridad (“Los
ricos no tienen que dejar de serlo, sólo pensar un poco en los que no tienen su
suerte. Perdón por la utopía, pero cualquier otro camino me parece injusto e
infinitamente más doloroso”3) en una entrevista realizada
por medio de correo electrónico (por éste motivo, pensada y meditada) para el
diario socialdemócrata y de centro izquierda mexicano La Jornada, no hay dudas
de ningún tipo de por qué el Sr. Humberto Pérez decidió escoger el Blog Segunda
Cita, también acrónimo de un disco de la autoría de su dueño, para
publicar su opinión sobre uno de los candentes temas de las transformaciones
económicas en desarrollo en la Isla, a saber la no muy disimulada (aunque trate
de camuflarse con una retórica de izquierda, marxista, socialista y comunista)
introducción de métodos, formas de gestión, categorías y figuras económicas
propias del capitalismo ninguna de las cuales tiene nada que ver con la
edificación, ni tan sólo la innovación, de un sistema alternativo que saque al
hombre de la prehistoria y que impida que unos ciudadanos se apropien del
excedente producido por los demás. Esa es la verdadera cuestión que, por mucha palabrería,
verbosidad y corrupción del lenguaje con que trata de envolverse es lo que se
ve por todas partes.
El
artículo de González comienza con un tamaño de oxímoron que, por el método
argumentativo empleado, enunciar siempre positivamente lo que intenta negar
como excepción, dejaría boquiabierto en pleno siglo XXI al creador del mismo,
el filósofo inglés John Locke4. Dice Humberto Pérez “Cierto
es que el Capitalismo como sistema económico social es un sistema de
explotación despiadado… Pero de esto a concluir que al Capitalismo hay que
echarlo por la borda como un todo único e indistinto, despreciando todo lo
positivo que ha creado y desarrollado a lo largo de la historia sobre todo en
la esfera de la economía, hay un gran trecho”5; quien
conozca algo la obra del “padre del liberalismo clásico” convendrá conmigo que
el razonamiento embaucador, embustero y estafador al servicio de la burguesía
de su época era más sutil, ingenioso e inteligente que el empleado por el
economista cubano para defender los mismos intereses de esa clase social
naciente en la Cuba de hoy.
Aunque
queda claro en su retórica el tratar de complementar la primera parte de su
planteamiento con la otra que tiene un significado totalmente opuesto y
contradictorio, hay que decirle al economista cubano, recordando al extinto
José Luis Sampedro que “no es que el capitalismo sea malo, es que está
agotado” y que “salvo por la técnica estamos en la barbarie”6,
¡aunque ni eso!, si somos consecuentes marxistas hay que considerar que la
tentativa de mantener la producción capitalista, identificada solo con la
técnica, y no cambiar más que la distribución y la circulación es pura falacia.
De la misma manera, no es posible una abolición de la producción de plusvalía
sin la abolición de la producción de valor. Esto exp1ica también por qué los
marxistas de todas las tendencias han llegado tan rara vez a esta conclusión
teórica: estaban casi siempre empeñados en ver ya en acto la abolición de la
producción de plusvalía en algún lugar del mundo, pero evidentemente sin poder
afirmar que en el país en cuestión ya no existía el valor, con lo cual no se si
como medida transformadora vale la pena dicha abolición.
Más
adelante, Pérez González acude a Lenin, el más grande líder político y
revolucionario que ha conocido la historia de la humanidad junto a Trotsky
(cuyo asesino jadeante y confeso se paseó por las calles de La Habana, acogido
y protegido por los fundadores históricos de la Revolución Cubana, alguno de
los cuales ya han muerto sin siquiera disculparse por ello), para defender la
introducción del taylorismo en Rusia como forma de organización (y extenuación de
los trabajadores en el trabajo en cadena, no lo olvide el Sr. Pérez González)
de las plantas productivas también en las empresas socialistas. Me imagino que
ya hoy el Sr. Pérez agotado el fordismo como “paradigma
tecnológico” se auxilie en el toyotismo y desestime las
“recomendaciones” de Lenin sobre la fórmula que Henry Ford encontró más
efectiva para organizar la producción, de forma tal que le permitiera extraer
una mayor cuota de plusvalía en las condiciones de un mercado en expansión,
escenario abierto tras la enorme destrucción de fuerza de productivas y la
ofrenda al capital de 60 millones de muertos tras concluir la segunda guerra
mundial; aunque tampoco imagino que el Sr. Pérez, tan hábil en recoger todas
las “buenas nuevas” del capitalismo para edificar el socialismo acuda al
“esquema de producción flexible”, “posfordista”, que en respuesta a un mercado
deprimido se atribuye su innovación a la firma japonesa Toyota el carácter de
pionera, puesto que hoy en día ni fordismo ni toyotismo tienen
cabida, ya que la especulación tiende a convertirse en la relación económica
dominante del proceso de “valorización” del capital financiero, la forma
preponderante de realización de la reproducción ampliada del capital
transnacional, en esa línea si nos atenemos a las consejos del Sr. Humberto
Pérez tan ducho en llevar para Cuba los últimos “logros” del capitalismo
tendremos dentro de poco una Bolsa de Valores en La Habana, algo que no es de
extrañar si tomamos en cuenta que la China comunista, como los cubanos la
consideran (para nosotros la segunda potencia capitalista más importante del
mundo), tiene uno de los más importantes y decisorios centros financieros del
mundo en su bolsa de Shangai.
Todas las
citas aisladas que toma Humberto Pérez de la obra de Lenin se refieren al
terrible período que siguió al triunfo de la revolución (agresión extranjera y
aplicación forzosa de la Nueva política Económica) cuando tampoco había muchas
opciones, ¿Por qué no toma esta otra cita, también de Lenin, para afirmar lo contrario, “en
la fuerza de la costumbre, en la fuerza de la pequeña producción. Porque,
desgraciadamente, queda todavía en el mundo mucha, muchísima pequeña
producción, y la pequeña producción engendra capitalismo y burguesía
constantemente, cada día, cada hora, espontáneamente y en masa”?. No es
decente tomar frases de Lenin sin conexión alguna para afirmar que uno de los
más grandes pensadores anticapitalistas que jamás haya existido, también sirve
de referente como una de las fuentes teóricas de extracción de aspectos del
capitalismo para construir el socialismo.
¿No se da
cuenta el Sr. Humberto Pérez que en la búsqueda de “los avances del
capitalismo en la esfera de la organización económica que debían ser tenidos en
cuenta en la construcción del socialismo” hay algo muy iluso, algo que
no entiende el drama de quien llega tarde a un modelo enfermo, caduco y que
esta de salida? ¿usted no sabe que el capitalismo, con toda su economía de
mercado y sus valores egoístas e insostenibles es una civilización en quiebra?
¿o hay que personárselo y considerárselo un simple lapsus, al no
haber vivido las penurias del capitalismo ni sentido las estrecheces del
socialismo dada su condición de burócrata integrante de la más alta nomenklatura del
estado cubano?.
En cuanto
a la historia de la Unión Soviética (en la que Cuba se fijó mucho) no hay que
idolatrarla tanto, la única posibilidad de participar en la “modernidad” en una
posición no completamente subordinada era una autarquía forzada: un espacio
protegido de toda competencia exterior debía permitir el desarrollo de un
capitalismo local. Eso fue, en efecto, lo que ocurrió en Rusia, en China y en
muchos países de la periferia del sistema-mundo capitalista. La “construcción
del socialismo” en Rusia no era ni una tentativa, que finalmente habría
fracasado, de construir una sociedad emancipada (como afirmaban sus
partidarios), ni la loca ambición de realizar una utopía ideológica (como
querían creer sus críticos burgueses), ni tampoco una “revolución traicionada”
por la nueva burocracia parasitaria (como proclamaban sus críticos “de
izquierdas”). Era sobre todo una “modernización tardía” Sr González en un país
atrasado.
La
mercancía, el dinero, el valor y el trabajo abstracto no solo no se abolieron
en la Rusia socialista, sino que se trató de desarrollarlos hasta los niveles
occidentales suspendiendo el libre mercado. La economía mercantil no fue
superada, sino que tenía que ser dirigida por la “política”. En Rusia se
repitió una especie de “acumulación primitiva” que implicaba la transformación
forzosa de decenas de millones de campesinos en trabajadores de fábrica y la
difusión de una mentalidad adaptada al trabajo abstracto.
Al
principio los éxitos fueron notables y, en poco tiempo, la Unión Soviética se
convirtió en la segunda potencia industrial del mundo. Las “democracias
occidentales” se declaraban horrorizadas por los métodos con los que se había
alcanzado ese resultado. En realidad, no deberían haber visto en ellos más que
un resumen concentrado de los horrores de su propio pasado. La atrasada Rusia
había repetido en algunos años lo que en el Oeste había llevado siglos. En
efecto, el establecimiento de la “libre” economía de mercado se había llevado a
cabo también en Occidente mediante el terrorismo de Estado, los trabajos
forzados, el militarismo, la destrucción de las tradiciones, la condena de los
campesinos al hambre y la supresión de las libertades individuales. El
Occidente llamado “libre” hubiera debido reconocer en los comunistas países del
Este el reflejo de sus propios orígenes, aunque ni de un lado ni del otro se
quería admitir este hecho.
Cuanto más
avanzada estaba la evolución del mercado mundial y más atrasados estaban los
países en cuestión conforme a los criterios capitalistas, más violentos, e
incluso delirantes, eran los métodos empleados. La ideología socialista no era
más que una justificación paradójica para introducir más rápidamente las
categorías capitalistas en países en los que éstas estaban en gran medida
ausentes. En lugar de “emancipar” al proletariado, primero fue preciso crearlo
de la nada.
El
“socialismo real”, el que realmente ha existido en todas partes, es preciso
recalcarlo jamás fue ni ha sido una “alternativa” a la sociedad mercantil, sino
una rama muerta de esa misma sociedad, una nota a pie de página de su historia.
Por esta razón, no podía superar su contradicción de fondo: aspiraba a regular
de manera consciente el automovimiento del valor y del dinero, que es ciego por
naturaleza. Se trataba pues de una sociedad basada en la mercancía y el valor
que al mismo tiempo había abolido la competencia, que en una sociedad mercantil
adapta la producción a las necesidades sociales. Esta fue, en última instancia,
la causa de todas las insuficiencias de la economía soviética y de todas
aquellas que se han esforzado en “construir” el socialismo: una producción que
no tenía en cuenta ni la calidad ni las necesidades, una gran dificultad para
enviar los recursos allí donde resultaban útiles, un bajo rendimiento del
trabajo, etc. Finalmente, la “revolución microinformática” y la
“financiarización” en Occidente a partir de los años setenta hicieron su
trabajo, haciendo insuperable el abismo entre el Este y el Oeste, y el llamado
“campo socialista” colapsó, pero a diferencia de lo que pensaban los vencedores,
el hundimiento de los países del Este no significó la victoria definitiva del
capitalismo occidental. Constituye más bien lo contrario, una nueva etapa en la
crisis mundial de la sociedad mercantil. Se ha roto otro eslabón más de la
cadena7.
Todo este
atropellado recorrido histórico es para darle un consejo Sr. Pérez: en los años
que le quedan mejor ocúpese de razonar en cómo crear una alternativa al
capitalismo antes de seguir hurgando en qué cosas del mismo es factible
llevarle a un pueblo como el cubano, cuya resistencia ha sido tan estimulante
para todos nosotros y el mundo y que, por consiguiente, merece algo mejor.
Suplantar la magia de la planificación por la magia del mercado, o como decía
el compañero Fernando Martínez Heredia, “el socialismo economicista no
podrá darle una salida socialista y eficaz a la situación actual”8,
por cuanto que el mercado en líneas generales (y esto debiera quedar claro para
todos los cubanos) no resultará un instrumento de bienestar económico más
eficaz para Cuba de lo que ha sido la planificación, puesto que las principales
dificultades económicas de la mayor Isla caribeña han provenido, aún provienen
y previsiblemente aún provendrán, no de sus mecanismos económicos internos,
sino de su posición estructural en la economía capitalista mundial, como parte
integrante de su vasta y extensa área periférica, y esa ubicación ocupando los
peldaños más bajos en la producción de valor en la única división internacional
del trabajo que existe, la capitalista, lamento decirle que no va a cambiar
mucho.
No
contento con llevar los aspectos “positivos” del capitalismo para Cuba, el Sr.
Humberto Pérez, señala los países y regiones en los cuales Cuba debe fijarse
como modelo a imitar, y así enuncia los países nórdicos: Dinamarca, Finlandia,
Islandia, Noruega y Suecia, aunque no tiene la más mínima vergüenza de
considerar la experiencia “incluso de países imperialistas con una
propiedad pública significativa”9 (¡sic! países
imperialistas). No sabe el Sr. Pérez que la cuestión del capitalismo no es
sólo un asunto relacionado con la propiedad. De hecho, advertimos que cada vez
existen más sujetos de mercado que reúnen en sí mismos las categorías lógicas
del propietario de los medios de producción y del asalariado: en el marco del
enorme aumento del número de los trabajadores “autónomos” (Trabajadores por
Cuenta Propia en Cuba), que en ciertos países ya son más numerosos que los
asalariados, esta figura del autoexplotado ha conocido una gran difusión. Entre
los asalariados que siguen en su sitio, muchos defienden efectivamente sus
“intereses” matándose a trabajar para mantener la “competitividad” de la
empresa donde tienen su “puesto”. La “autogestión obrera” ha encontrado
finalmente su cruel parodia en la idea de una “democracia de los accionistas”,
es decir, de un universo de asalariados que, remunerados con acciones, se
convertirían colectivamente en “propietarios de sus empresas”, haciendo
realidad la asociación perfectamente lograda entre el capital y el trabajo”.
Uno se puede imaginar, al menos en el plano lógico, una sociedad capitalista en
la que la propiedad de los medios de producción estuviese distribuida entre
todos los sujetos en lugar de estar concentrada en unas pocas manos. El
fundamento de esta sociedad es la relación de apropiación privada, no el número
de propietarios. La “democracia de los accionistas” no existirá jamás, pero su
sola posibilidad demuestra que el conflicto entre trabajo y capital no
constituye el corazón de la sociedad capitalista.
Pero
veamos los países del norte de Europa y sobre todo aquellos de los que se
hablan maravillas de lo bien que lo hacen con sus respectivos Estados del
Bienestar, miremos más a fondo esos supuestos paraísos nórdicos del bien hacer
que nos propone el Sr ex ministro de Economía y “comunista” cubano Humberto
Pérez. En primer lugar, veremos que son enormemente energívoros (cosa que Cuba
no tiene mucho); en segundo lugar, la inmensa mayor parte de sus ingresos
provienen de actividades que poco tienen que ver con el consumo energético y sí
mucho que ver, quizá con el hecho de que obtienen buena parte de sus ingresos
de expoliar con transnacionales (las mismas con que sueña Pérez González) al
resto del mundo, al que expolian financieramente porque son países enormemente
capitalistas. En el caso de Noruega, si en energías renovables tienen un gran
aporte, se lo deben más a la naturaleza que a la tecnología, pues su
privilegiada situación hidroeléctrica, de la que obtienen prácticamente toda su
electricidad, no es sencillamente extrapolable al resto de los países del
mundo, y por supuesto tampoco a Cuba. Por favor, Sr Pérez, no busque usted
otras vías de escape que también son caminos muertos.
A fines
del siglo XVIII e inicios del XIX Don Francisco de Arango y Parreño, la
mentalidad burguesa más grande que ha dado la Isla de Cuba y acaso la península
Ibérica en todos los tiempos, porque en aquel entonces no existía aún Cuba como
nación, se dio a la tarea de recorrer el mundo y llevar para la mayor isla de
las Antillas (que era una parte más de su España) los principales avances que
se habían obtenido en el campo de las ciencias, la Física, la Química, la
Botánica, etc., etc., (lo mismo que quiere hacer ahora el Sr. Pérez González,
pero con los supuestos “avances” del capitalismo). En su empeño, éste pionero
también llevo a Cuba una Escuela de Economía Política que, sin embargo,
desapareció tan rápido como casi recién fundada, porque los azucareros cubanos
(el mismo Arango, propietario del Ingenio azucarero más grande del mundo en su
época, “La Ninfa”, donde su imperturbable frialdad de hombre económico le llevó
a realizar el corte de la caña casi exclusivamente con mujeres esclavas)
necesitaban como propietarios de esclavos, el medio de producción fundamental
por excelencia, “una especial economía política burguesa-esclavista que
jamás se escribió…aunque a la larga [les fue útil], incapacitados
por sus contradicciones de construir un cuerpo de doctrinas positivas, solo
pudieron fijar las normas negativas. La sacarocracia supo, concretamente lo que
no quería saber”10. Espero que el Sr. Humberto Pérez, que
está lejos de poseer la genialidad sin paralelo que en su época tuvo Arango, no
tenga que llegar a experimentar las categorías económicas del capitalismo en
Cuba para darse cuenta que, como decía el Che, se puede llegar a un callejón
sin salida “persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la
ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la
mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material
individual como palanca, etcétera)…”11, porque la
cuestión no es la técnica ni el método de gestión, sino las relaciones
económicas de producción de que se trate; le recuerdo al Sr. Pérez que los
herederos de Francisco de Arango y Parreño en la década de 1860 ya no solo no
tenían cátedra de Economía Política, sino que de tantos inventos que quisieron
llevar a Cuba terminaron recomendando vender la caña ¡en trozos!, porque ni
siquiera hecha guarapo que es el jugo de la caña (ya que éste al momento de
extraído comienza a sufrir una rapidísima alteración química y pierde su
contenido de sacarosa) era factible venderla, y todo porque eran esclavistas
que querían traer los adelantos del capitalismo que no le valían para nada,
puesto que eran irreconciliablemente incompatibles entre sí, igual que el capitalismo
y el socialismo Sr. Pérez. Lea la historia que le puede ser útil porque, sí no
quiere meter el capitalismo en Cuba utilizando subterfugios como los que
plantea en su artículo y de verdad quiere construir el socialismo, en el
régimen capitalista no va a encontrar ABSOLUTAMENTE nada para ello.
Finalmente
llega usted al Che Guevara, el paradigma de los anticapitalistas y antisistemas
del mundo, buscando algo que pueda legitimar ante el pueblo cubano sus ideas de
llevar lo “mejor” del capitalismo a Cuba, pero no lo ha
encontrado, ha mentido como un bellaco porque a pesar de haber
ofrendado su vida peleando en otras tierras que reclamaban el concurso de sus
modestos esfuerzos, ¡tan sólo a los 39 años de edad!, por tanto, con toda otra
más que media vida por delante, para madurar aún más su pensamiento y acción,
el Che Guevara con lo que hizo y dejó escrito es el arquetipo y ejemplo del
anticapitalista por antonomasia. ¿o no le basta a usted el sólo hecho de haber
manifestado que “toda nuestra acción es un grito de guerra contra el
capitalismo” 12 ?
Sin
embargo, usted ha tenido suerte Sr. Humberto Pérez González, porque si el Che
estuviera vivo y llega a conocer el objetivo con que usted lo utiliza en el
artículo de marra, no creo que le hubiese cortado la cabeza por difamar y decir
cosas que él no dijo, porque el Che era ante todo una persona profundamente
humana que lo movían grandes sentimientos de amor, pero y permítaseme
parafrasearlo, lo menos que hubiese podido hacer al enterarse de su “fulgurante
y luminoso” escrito es comenzar a vomitarse sobre la pestilente y
hedionda mierda 13 que
exhala del mismo , y con él toda esa producción teórica del
conjunto de la “izquierda militante pero realista y dialéctica” que
vos, con la anuencia del Blog de Silvio Rodríguez, la procapitalista y
restauradora web Cuba Posible y alguna otra más, dice
representar.
Notas:
1. La
frase de Pedro Monreal en su Blog de reciente creación a uno de los que al
parecer milita en el “bando opuesto” (Elier Ramírez Cañedo) lo dice todo de por
dónde van y hacia dónde se dirige la sórdida lucha “Estoy seguro de que
entiende que este debate apenas está comenzando. Mucho desearía que el debate
se conduzca de manera constructiva”. ¿Tarjeta roja para el
“centro”? Comentando un texto de Elier Ramírez Cañedo.https://elestadocomotal.com/2017/07/21/tarjeta-roja-para-el-centro
comentando-un-texto-de-elier-ramirez-canedo/ aunque también en https://elestadocomotal.com/2017/07/20/debates-en-cuba-ideologia-sin-proteinas/
2. Pérez
González, Humberto. ¿Contra "el centrismo" o contra una
posición de izquierda militante pero realista y dialéctica?. Blog
Segunda Cita, 11 de julio 2017. http://segundacita.blogspot.com.es/2017/07/contra-el-centrismo-o-contra-una.html
3. Soñar
con imposibles es posible; ignoro si aferrarse tenga sentido. Entrevista
concedida por Silvio Rodríguez a La Jornada previo a la presentación de su Gira
Interminable en México. 1 de marzo de 2014. http://www.jornada.unam.mx/2014/03/01/espectaculos/a07n1esp
4. Locke
comienza siempre con una premisa mayor extremadamente honesta, aceptable por
todos que, sin embargo, terminará por negar durante el curso de su estrategia
retórica. Como parte de su táctica, Locke introduce sutilmente su premisa
menor, que invierte la posible conclusión que se hubiera
inferido de la premisa mayor.
6. José
Luis Sampedro Discurso de investidura como doctor honoris causa por
la Universidad de Sevilla abril de 2009. http://www.publico.es/actualidad/sampedro-no-capitalismo-sea-malo.html
7. Fue el
profesor norteamericano Immanuel Wallerstein (que sepamos jamás publicado en
una imprenta cubana, pese a haberse publicado más de un billón de libros desde
el triunfo de la revolución en 1959) el primero en afirmar en la década de 1970
que en realidad NO existía ni ha existido nunca un sistema socialista mundial,
a lo sumo podíamos hablar de un sistema sociopolítico distinto. Un resumen de
cuya posición puede verse en Mitos del sistema-mundo
capitalista/“moderno” punto 2. Existió (en su momento se dijo
existe) un sistema socialista mundial, distinto, contrapuesto y alternativa al
capitalismo.
8.
Martínez Heredia, Fernando. Artículo citado. Rebelión 3 abril 2014. Disponible
en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=182853&titular=%93ning%FAn-lenguaje-es-inocente.-el-inocente-es-uno-si-se-lo-cree%94-
10. Manuel
Moreno Fraginals. El Ingenio T. I pág 153-154.
Editorial de Ciencias Sociales. La Habana 2014. El Ingenio fue
alabado por el Che Guevara quien al terminar de leerlo expresó que no recordaba “haber
leído un libro latinoamericano en el cual se conjugara el riguroso método
marxista de análisis, la escrupulosidad histórica y el apasionamiento, que lo
torna apasionante”. Lo que no pudo adivinar Che fue que este elemento
concluyó su vida como un degenerado intelectual, que terminó afirmando
aberraciones históricas como que “uno de los axiomas inviolables de
Estados Unidos ha de ser su concepto de América para los americanos que no
necesariamente ha de ser interpretado como América para los norteamericanos”.
Hay que ser muy canalla para afirmar eso.
11.
Ernesto Che Guevara. El socialismo y el hombre en Cuba.
1965. https://www.marxists.org/espanol/guevara/65-socyh.htm subrayado
nuestro.
12.
Ernesto Che Guevara. Mensaje a los pueblos del mundo a través de la
Tricontinental
13. La
frase del Che Guevara es la que aparece encabezando el presente escrito.
Fuente: https://www.rebelion.org/noticia.php?id=229674
La traición del juglar
Por Yoani Sánchez
Los
cantautores son a menudo confundidos con profetas o líderes. Los temas de
numerosos trovadores han terminado por moldear conciencias, erigirse en lemas
políticos y volverse mantras incuestionables. Todo movimiento social necesita
su fondo musical y en América Latina estos solitarios de la guitarra han
acompañado sonoramente a más de uno.
Cronistas
pertrechados de melodía, la mayoría de las veces se toma a estos intérpretes al
pie de la letra, confundiéndose al personaje de sus estrofas con el ser de
carne y hueso que sube al escenario. Bajo las luces, en la íntima atmósfera de
un teatro, entona esas frases que después se trastocan para miles de
espectadores en eslóganes y posturas. Tras los duros años en que una copla podía
costarles la vida o la prisión, los trovadores latinoamericanos que dieron
forma a la canción protesta viven ahora una etapa de permisiva tranquilidad. La
batalla más encarnizada la libran ante el reggaeton, no contra la censura. Su
mayor temor no radica en engrosar las listas negras, sino en que el público
mueva el dial para buscar cualquier otra música “más movidita”.
Dejaron de
ser el centro de las reseñas y de los críticos, para ser colocados en la
aburrida esquina de los consagrados que ya no llenan estadios ni arrancan
suspiros. Viven de las glorias pasadas y rara vez una canción suya vuelve a
escalar las listas de éxito, aunque en los platós televisivos se les siga
presentando como “insuperables” o “indiscutibles”.
Entre
aquellos melenudos de verso fácil, los más pícaros han cedido su guitarra a
algún poder al que años atrás criticaron, para vegetar a la sombra de
festivales, homenajes y entrevistas. Los pocos dardos que aún lanzan en sus
textos mezclan los más recurrentes lugares comunes del discurso progresista,
mientras que su indumentaria mantiene todas las trazas de un disfraz de
calculado desaliño.
Los
nombres más conocidos de hace unas décadas acarician hoy los discos con los que
convocaron multitudes e hicieron latir conciencias. A falta de aquellas
emociones, actualmente se dedican —sin partitura y con voz debilitada— a dictar
cátedra de cómo comportarse cívicamente o a azuzar una rebeldía que ellos
mismos descartaron por poco rentable.
Algunos de
aquellos temas musicales que compusieron cuando soplaban los aires de hacer el
amor y no la guerra han sido secuestrados por militantes y extremistas que los
cantan —con las venas del cuello a punto de reventar— frente a sus
contrincantes políticos. De expresiones musicales libertarias pasaron a ser
mordazas para acallar la diferencia, meros himnos de ciega batalla.
Los
tiempos de rimar y creerse cada verso han dado paso al cinismo. Muchos de los
juglares que pusieron ritmo a la inconformidad se alejaron de la escena
pública; otros aparcaron la canción incómoda en busca de mayores ingresos,
mientras que la mayoría, extraviada la musa, se ha convertido en defensora de
cuanta causa pueda tapar su sequía creativa.
Nostálgicos
de un tiempo en que congregaban multitudes, más de uno ha optado por cantarle
al poder y dedicar sus estribillos a ciertos populistas bastante
impresentables. Escriben por encargo, ensalzan en sus estribillos a desteñidas
revoluciones transmutadas en dictaduras y se ganan un espacio en las tarimas
oficiales donde las promesas abundan y la sinceridad falta.
No son los
tiempos en que Víctor Jara llevó su arte hasta las últimas consecuencias. “Yo
no canto por cantar / ni por tener buena voz, / canto porque la guitarra /
tiene sentido y razón”, aseguró el chileno que murió a los 40 años con decenas
de balas hundidas en su cuerpo. Ahora abundan los creadores que cuidan cada
palabra para evitar salirse del esquema de lo políticamente correcto. Compositores
de rimas pulidas y cabello bien peinado que se pasean por palacios de Gobierno
y reciben con beneplácito sus honoris causa. Forman parte de esa pléyade de
intelectuales y creadores que salen en la foto de familia con todo aquel que le
plante cara a quienes ellos señalan como la causa de todos los problemas.
Antiimperialistas acérrimos, falsos ecologistas y recelosos de la riqueza
—siempre que esa fobia no incluya a su bolsillo—, se les ve protagonizando
cantatas contra lejanos poderes y Gobiernos bajo los que no viven.
Hace unos
cuatro años, el cantautor español Luis Eduardo Aute aseguró que se identificaba
con la Revolución Ciudadana del presidente Rafael Correa. La afirmación fue
hecha justo en un momento en que el gobernante ecuatoriano se enfrascaba en una
dura pelea contra los medios informativos de su país y ponía límites férreos a
la libertad de prensa. Las poses irreverentes tienen siempre mucho de miopía,
de no ver más allá de su fabricada irreverencia. Bajo el influjo de sus propios
estribillos, Aute se creyó el personaje de sus canciones y aquello de que:
“Dicen que todo está atado / Y bien atado a los mercados”, cuando en realidad
olvidó que a otros poderes también les gusta controlar cada detalle,
especialmente la palabra.
En Cuba
habita un caso extremo. Silvio Rodríguez perdió el unicornio azul de su
creatividad hace muchos años. En la misma medida en que sus temas se llenaban
de costuras y aburrimiento, su proyección pública se volvió más cercana al
discurso oficial. Dejó de escribir canciones inolvidables para enzarzarse en
diatribas contra “los enemigos de la Revolución”.
Recientemente,
el cantautor sumó su firma al manifiesto Dejen votar a los catalanes que pide
al Gobierno español que permita un referéndum sobre la independencia en
Cataluña. El nombre de Rodríguez está acompañado por otras figuras como la
artista Yoko Ono, la filósofa afroamericana Angela Davis y la premio Nobel
Rigoberta Menchú.
El autor
de Ojalá rubricó la afirmación de que “una gran mayoría de catalanes ha
expresado repetidamente y de diversas maneras el deseo de ejercer el derecho
democrático a votar sobre su futuro político”. Considera que “evitar que los
catalanes voten” contradice los principios democráticos, precisamente aquellos
que los cubanos llevan décadas sin poder disfrutar en su propia tierra.
A este
Rodríguez nada le queda de la rebeldía que caracterizó sus primeras tonadas. En
2003, su firma se sumó al Mensaje desde La Habana a los amigos que están lejos,
en el que un grupo de intelectuales exponían justificaciones para el
encarcelamiento de 75 disidentes en la Isla. El documento respaldó también la
decisión del Gobierno de Fidel Castro de fusilar a tres hombres que
secuestraron una embarcación de pasajeros para intentar escapar hacia Estados
Unidos.
Con una
vida cómoda, un estudio de grabación autorizado por el Gobierno y con una mesa
repleta, el juglar se extravió en reverencias y silencios. Su música, que una
vez acompañó la desobediencia de tantos ciudadanos en esta parte del mundo,
ahora forma parte de la lírica oficial, de la sinfonía del poder.
Fuentes: https://elpais.com/elpais/2017/07/28/opinion/1501261917_200657.html