El gobierno de los Estados Unidos ha recrudecido de forma extrema y sin precedentes el bloqueo a Cuba aprovechando las terribles condiciones de la pandemia de COVID-19. El bloqueo ha sido siempre un acto criminal; un acto de genocidio, tipificado en la Convención de Ginebra de 1948; un acto de guerra económica. Sin embargo, la crueldad de su aplicación, en medio de las condiciones de una pandemia, como ha ocurrido y ocurre en este momento, es verdaderamente inédita.
Estados Unidos ha aplicado también medidas no convencionales, impropias, inaceptables en tiempos de paz contra los suministros de combustibles a Cuba.
Gane quien gane las elecciones en los Estados Unidos tendrá que afrontar la realidad tangible de que el bloqueo y la política norteamericana dañan al pueblo cubano, a las familias, a los cubanos residentes en el exterior, violan los derechos humanos, dificultan la comunicación, los viajes, las visas y la reunificación familiar.
El bloqueo también restringe la libertad de viajar y los derechos de los ciudadanos estadounidenses, su derecho a la información, contradice los valores democráticos y humanitarios del pueblo de los Estados Unidos. Afecta igualmente los negocios de sus compañías, a sus empresarios, afecta incluso, el propio interés nacional de los Estados Unidos, que sufre profundo aislamiento, descrédito y contradicciones crecientes con sus aliados.
Por su aplicación extraterritorial, el bloqueo violenta la soberanía y afecta los intereses de todos los estados del planeta, viola el derecho internacional y daña gravemente el multilateralismo.
Es cínico venir ahora a Cuba a decirles a los cubanos que el bloqueo no tiene impacto real, decirlo a las familias cubanas que lo sufren cada día, cada hora. Es cínico expresar comprensión, supuestamente, de que esa política afecta sólo personalmente a algunos cubanos. Pero más cínico aún es pretender justificarla con la pretensión de modificar nuestra Constitución, nuestro orden constitucional, nuestras leyes, la forma soberanamente en que nos organizamos y en que nuestro pueblo decide sus destinos y su futuro. Es profundamente inmoral e ilegítimo.
Y es sorprendente que cada vez se usen mayores mentiras, calumnias, cada vez más fabulosas, increíbles, injustificadas sobre Cuba. Son tiempos de macartismo, de un nuevo macartismo enfebrecido en las condiciones en que se hace la política sucia en los Estados Unidos; macartismo que llega hoy a lo insólito, que es que el presidente de los Estados Unidos disponga de una lista de artistas cubanos para ser perseguidos en ese país.
De abril de 2019 a marzo de 2020 -que es el período en que solemos cuantificar los daños del bloqueo y presentar el informe que cumplo en presentar a ustedes, a la opinión pública, a la Comunidad Internacional y especialmente a nuestro pueblo sobre la aplicación del bloqueo, que ha sido enviado al Secretario General de las Naciones Unidas y que será publicado muy pronto y por tanto establece ese ciclo-, puedo dar a conocer que el bloqueo en ese tiempo ha causado pérdidas a Cuba en el orden de los 5 570 millones de dólares. Es primera vez que los daños del bloqueo sobrepasan la cifra de los 5 000 millones de dólares en un año, calculados de manera conservadora y con una metodología que ha sido auditada incluso por instituciones del Congreso de los Estados Unidos.
Los daños acumulados durante casi seis décadas alcanzan a precios corrientes la cifra descomunal de 144 413 millones de dólares. Para una economía pequeña como la de Cuba es una carga verdaderamente abrumadora. Pero si se toma en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro, la cifra del daño acumulado alcanza la cifra extraordinaria de un billón, es decir, un millón de millones 98 mil 8 millones de dólares.
El bloqueo ha planteado y plantea hoy a nuestro pueblo, a nuestro gobierno, un desafío adicional para enfrentar la pandemia de COVID-19 que asola al planeta y significa limitaciones extraordinarias para Cuba debido al carácter extraterritorial y general del bloqueo que no deja ámbito que no persiga.
El bloqueo significa en este minuto de manera práctica la negación a Cuba del acceso a equipos médicos, insumos y tecnologías médicas de procedencia estadounidense o incluso, tecnología o equipamiento de terceros países pero que tengan un componente de 10% de insumos estadounidenses o software o tecnología de ese país.
El desempeño eficaz de nuestro pueblo y de nuestro gobierno en el enfrentamiento a la COVID-19 solo puede explicarse por la solidez del sistema de salud cubano, la fortaleza del potencial científico desarrollado y la implicación directa, motivada y comprometida de nuestros ciudadanos, de las familias cubanas, de nuestro pueblo en el enfrentamiento a la epidemia.
Las dificultades en este minuto siguen siendo descomunales para obtener nuevas tecnologías, equipamiento indispensable, insumos y materias primas para la producción de medicamentos indispensables que dificultan el enfrentamiento a escala general a la pandemia y el tratamiento y la recuperación de cada uno de los pacientes.
El componente extraterritorial, es decir, la aplicación del bloqueo ilegalmente, en territorios de terceros estados, contra compañías de terceros países, contra filiales norteamericanas que deberían regirse por las leyes nacionales del lugar de registro, tienen un efecto particular sobre el enfrentamiento cubano a la COVID-19.
Hay numerosos ejemplos de lo que acabo de decir. Un donativo en el momento más tenso de la epidemia, de insumos médicos sin ningún medio de alta tecnología ni mucho menos, sino sobre todo medios de protección, algún kit diagnóstico para enfrentar la COVID-19 en Cuba, enviado por la compañía china ALIBABA no pudo arribar a territorio cubano debido al bloqueo.
Es un ejemplo terrible, de las implicaciones de esta, la negativa de las compañías suizas IMT MEDICAL AG y ACUTRONIC MEDICAL SYSTEMS AG, que alegaron las sanciones del bloqueo para negarse a entregar a Cuba ventiladores pulmonares mecánicos, indispensables para el tratamiento de los enfermos. La razón que adujeron es que han sido adquiridas y dependen hoy de la compañía estadounidense basada en Illinois, VYAIRE MEDICAL INC.
MEDICUBA, nuestra agencia de adquisición de equipamientos médicos, productos farmacéuticos, contactó en medio de la pandemia a 50 compañías estadounidenses para indagar sobre la posibilidad de importar medicamentos imprescindibles, equipos médicos indispensables, insumos necesarios. La mayoría, la inmensa mayoría de esas compañías, nunca respondió, pese a la insistencia de MEDICUBA. Y tres (WATERS CORPORATION, DEXCOM y una filial estadounidense de ROYAL PHILIPS N.V.) denegaron cualquier operación señalando, explícitamente, la existencia del bloqueo como impedimento.
Los daños calculados en cifras, y los daños humanos, y estos elementos que acabo de mencionar ahora no pueden contabilizarse, no pueden reflejarse en fríos números. Pero las cifras que he dado no contemplan todas las acciones del gobierno de los Estados Unidos, ni sus efectos en el contexto de la pandemia, debido a que como expliqué, esta rebasa el período de cálculo fijado.
El informe que estamos presentando, denuncia de manera fundada, con evidencia copiosa e irrebatible, el recrudecimiento de la política de bloqueo entre 2019 y 2020, que es un período marcado a su vez por un incremento de la agresividad, la hostilidad de la política estadounidense contra nuestro pueblo y contra todos los estados soberanos, incluidos sus aliados.
Se ha producido en este período un cambio cualitativo en la agresividad del bloqueo, en el empleo de acciones de naturaleza no convencional más propias de tiempos de guerra que de paz.
El efecto intimidatorio de la ley Helms-Burton persiste y se acrecienta en estas circunstancias, amenazando, sobre todo, a las compañías y empresarios de terceros países.
Se han aplicado medidas disímiles, incluida la campaña calumniosa contra la colaboración médica cubana, destinada a privar a otros pueblos de esa contribución indispensable a su sistema de salud.
La negativa a renovar las licencias de compañías norteamericanas que tenían negocios establecidos en Cuba, mutuamente beneficiosos, del mayor interés de sectores de negocios en los Estados Unidos.
La reducción unilateral y extrema de la transportación aérea entre ambos países. El ataque agresivo a las remesas de las familias que radican en los Estados Unidos, a sus familiares en Cuba y de las remesas de otros connacionales que residen en Estados Unidos.
La eliminación o reducción al mínimo extremo de los contactos y la comunicación entre los cubanos que viven en Estados Unidos y sus familiares en Cuba, utilizando herramientas y acciones espurias.
La inclusión de Cuba en listas difamatorias; la singularización de cientos de entidades cubanas; el establecimiento de restricciones económicas, comerciales, de inversión y financieras, adicionales.
Es difícil medir el impacto del bloqueo en la vida cotidiana de cada cubana, de cada cubano, de cada familia y sobre cada sector de nuestra economía o de la vida de sociedad cubana.
El bloqueo en su naturaleza y su reforzamiento extraordinario, en estos dos años, es una expresión de la incapacidad histórica del gobierno de los Estados Unidos de reconocer que Cuba es una nación independiente, que ha de gozar, según el Derecho Internacional, y ejercer a plenitud, su soberanía y su libre determinación.
Es el bloqueo una transgresión flagrante del Derecho Internacional, de las normas y principios en que se sustenta el Sistema de Relaciones Internacionales, de las normas internacionales de comercio y de la libertad de navegación. Por eso concita rechazo universal que se expresa en votaciones abrumadoras de la Asamblea General de las Naciones Unidas.
El bloqueo significa un grave y acrecentado impedimento a las perspectivas de desarrollo de nuestro país, a la satisfacción de las necesidades perentorias de nuestro pueblo, es una violación grave, flagrante y sistemática de los derechos humanos. Tiene un impacto dañino y real en el proceso de actualización del modelo económico cubano y constituye el principal obstáculo para el avance, en algún momento, de las relaciones bilaterales entre los Estados Unidos y Cuba. Es un acto de genocidio tipificado en la Convención de Ginebra de 1948 y carece de cualquier justificación política, moral o jurídica.
Por eso merece condena y cada año la Asamblea General de las Naciones Unidas así lo ha hecho durante casi tres décadas. Expresa también el desprecio del Gobierno de los Estados Unidos a la voluntad de la comunidad internacional y a la existencia de relaciones civilizadas y democráticas en el Planeta.
Como conoce nuestro pueblo y la opinión pública internacional, se ha pospuesto la presentación de la Resolución relativa al bloqueo económico, comercial y financiero aplicado por los Estados Unidos contra Cuba, a la Asamblea General de la Naciones Unidas, para mayo de 2021, dado el impacto que ha sufrido la agenda de la propia Asamblea debido a las condiciones de la COVID en la ciudad de Nueva York y en general, en el Planeta. Anticipo que será una nueva oportunidad, igual que los meses que nos separan de esa fecha, para que la Comunidad Internacional pueda expresar su absoluto rechazo al bloqueo.
Muchas gracias.
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*Intervención del ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla. Presentación del Informe de Cuba, en virtud de la resolución 74/7 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.
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