domingo, 30 de julio de 2023

Rumba en el paraíso















Fui muy amigo de Los Papines. Les conocí a finales de los 60, gracias a Aida y Adita Santamaría, que eran muy amigas de ellos. Por eso visité la casa familiar de aquellos cuatro hermanos, en Marianao, aunque sobre todo nos veíamos en un bosquecito cercano a la Avenida de Rancho Boyeros, en el que ellos se reunían con amigos a tocar rumba y compartir. Fui habitual de aquel rincón durante largo tiempo.

Escuchándoles aprendí de la rumba. A veces tocaba la guitarra y alguno de ellos colaba su asombroso sentido del ritmo en mis acordes. Uno de los elogios más grandes que me han hecho fue un día en que Papín (Ricardo Abreu) me dijo que yo hacía algunos ponches como él.

En esta foto de fines de 1976 estamos en Angola. En primera fila, en cuclillas y con un AKA, está Alfredo. Encima del camión, sonriente como siempre, está Luis. Ricardo (Papín) es el tercero de izquierda a derecha, al lado de Noel, y un poco detrás está Jesús, del que hoy supe que también había fallecido.

Mis muy sentidas condolencias a la familia Abreu.

Ya están los cuatro juntos, dándole bien al cuero. 

Rumba en el paraíso.

viernes, 28 de julio de 2023

Entrevista a Ignacio Ramonet

Por Pascual Serrano

Ignacio Ramonet (Pontevedra, 1943) es un referente en comunicación para toda una generación de periodistas, analistas de información y una gran cantidad de ciudadanos. Doctorado en Semiología e Historia de la Cultura en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, desde 1990 hasta 2008 dirigió la edición francesa de Le Monde Diplomatique y, desde ese año, la edición española. Es también cofundador de la organización no gubernamental Media Watch Global (Observatorio Internacional de los Medios de Comunicación), fundador y presidente de honor de ATTAC y uno de los promotores del Foro Social Mundial de Porto Alegre. Ramonet es autor o coautor de una veintena de libros. No hay fenómeno novedoso en comunicación que no analice rápidamente, mientras todos los demás seguimos desconcertados.

En su nuevo libro La era del conspiracionismo. Trump, el culto a la mentira y el asalto al Capitolio (Clave Intelectual), analiza el fenómeno de la posverdad, las fake news y su explotación por la ultraderecha. En esta entrevista profundizamos en ello, pero vamos más allá y diseccionamos el papel de las redes sociales y la comunicación en la guerra de Ucrania.

El asalto al Capitolio, en Washington, el 6 de enero de 2021, le sirve de arranque para elaborar un libro donde aborda lo que denomina la era del conspiracionismo. La realidad es que, tanto en Estados Unidos como en el mundo occidental, este internet y estas redes sociales que parecían la panacea de democratización de la información han quedado colonizadas por los bulos y las fake news de la extrema derecha. La primera pregunta que surge es ¿a qué se debe que hayamos llegado a esto?

Hoy, las principales vías de difusión de la información y del conocimiento son las redes. Las redes sociales son el medio dominante, como lo fueron, en otras épocas, la televisión, la radio o la prensa. Las redes son la expresión de una auténtica democratización de la comunicación que la revolución Internet ha permitido. Hoy, cualquier individuo en cualquier país, por un coste mínimo, con un teléfono inteligente posee una capacidad comunicacional semejante a la que tenía, por ejemplo, la CNN (primer canal televisivo planetario y permanente de noticias) hace treinta y cinco años. Es una revolución en el campo de la comunicación como no la ha habido jamás, en términos de capacidad individual para difundir un mensaje al ámbito planetario. 

En cierta medida ese fenómeno ya nos ha permitido alcanzar, en materia de comunicación, un “mundo mejor”, como diría Huxley, algo inimaginable hace apenas veinte años. Pero ese mundo mejor no es un mundo perfecto, porque la dominación salvaje de las redes ha favorecido el surgimiento de un haz de problemas nuevos, específicos, que tampoco imaginábamos. En particular, la proliferación –a una escala astronómica– de mentiras, bulos, falsedades, manipulaciones, posverdades, fake news. Lo que era una promesa de libertad se ha convertido en una pesadilla. La mayoría de los ciudadanos siguen confiando en los motores de búsqueda y en las redes sociales como fuentes principales de información. Pero esas plataformas están ahora debilitando las democracias a pasos agigantados porque, en realidad, difunden masivamente teorías de la conspiración, falsedades, discursos de odio y mensajes extremistas. Y la Inteligencia Artificial va a intensificar todo esto mucho más.

Pero, ¿qué tienen de específico y de diferente las redes sociales para provocar esos efectos?

Las redes sociales no están hechas para informar, sino para emocionar. Para opinar, no para matizar. Evidentemente, en las redes circulan muchos textos y documentos de calidad, testimonios, análisis, reportajes, etc. Las redes retoman muchos documentales excelentes, vídeos, artículos de la prensa y de los medios existentes. Pero la manera de consumir contenidos en las redes (aunque cada una de ellas tiene su propia especificidad) no es pasar tiempo leyendo o viendo íntegros los documentos que uno recibe.

Los usuarios de las redes no buscan respuestas, sino preguntas. No desean leer. No son receptores pasivos como los de la radio, la prensa o la televisión. Las redes están hechas sobre todo para actuar. El ciudadano o la ciudadana que usa las redes lo que quiere es compartir, comunicar o adherirse dando likes. Lo que excita a los usuarios de las redes es comportarse como activistas digitales con una misión, una encomienda: publicar y propagar noticias que confirman o parecen confirmar lo que ellos y sus amigos piensan. No se trata de difundir la verdad, se trata de retransmitir lo que se supone que la gente amiga desea leer. En ese sentido, las falsedades son más novedosas que la verdad. Por ello se comparten más.

La red, en realidad, funciona como una cadena digital. Cada usuario se siente eslabón, vínculo, enlace. Con la obligación de expresarse, de opinar, de conectar, comentar, remitir y enviar. 

Lo que más circula y mayor influencia tiene en algunas redes (Facebook, Twitter, Instagram, Snapchat, TikTok) son los memes, o sea, una especie de gotas, de haikús, de resúmenes muy reducidos, muy sintéticos, muy caricaturales de un tema. Es lo que más se comparte. Los memes funcionan como si, en la prensa escrita, las informaciones se redujesen únicamente a los títulos de los artículos, y no hubiera necesidad de leerlos. Cada uno de nosotros puede hacer el experimento: cuelgue en su red preferida el mejor texto, el vídeo más completo, más inteligente y honesto que pueda haber sobre, por ejemplo, la guerra de Ucrania, y verá que, a lo sumo, puede alcanzar algunas decenas de likes. Pero si coloca un buen meme eficaz y novedoso, que, por su creatividad y originalidad, impacta y provoca a la vez risa y sorpresa, su velocidad de transmisión será impresionante. Si se habla de difusión viral no es por casualidad.

Cuando, por ejemplo, el domingo 27 de marzo de 2022, en plena ceremonia de los Oscar, en Hollywood, ante millones de telespectadores, el actor Will Smith le asestó en vivo y en directo un tremendo bofetón al cómico Chris Rock, la imagen de esa escena, convertida de inmediato en meme, se difundió a la velocidad del rayo por el mundo, saturando las redes. Consiguió prácticamente ocultar, durante varios días, todas las demás noticias, incluso las de la guerra de Ucrania, entonces en plena intensidad. 

El deseo compulsivo de compartir, de difundir es lo que hace que las redes sean capaces de propagar masivamente un sentimiento general, una interpretación dominante, una opinión sobre cualquier tema. Ese sentimiento es el que, poco a poco, consigue imponerse en todo un sector de la sociedad. Esa es una de las grandes diferencias entre las redes y los medios tradicionales.

¿Por qué la extrema derecha es quien más se beneficia del triunfo de las redes sociales?

Es la consecuencia de la crisis de la verdad o de la nueva cultura de la mentiraque difunden precisamente las redes. Y de la impotencia de los grandes medios clásicos (radio, prensa escrita, televisión) para restablecer la verdad. En nuestras democracias, poco a poco, ha emergido una radical desconfianza de muchos ciudadanos respecto a la lectura de la realidad que proponen los cuatro principales pilares de la racionalidad social dominante: o sea, los medios de masas, las élites políticas, los actores culturales y los analistas universitarios. Es como si, de pronto, en la Bolsa frenética de las redes sociales, la cotización de la mirada experta o de la demostración científica se fuese desvalorizando y acabase por desfondarse. Como si, para un grupo creciente de ciudadanos, las explicaciones más verificadas y más avaladas resultasen, precisamente por eso mismoy por proceder de las élites dominantes, profundamente sospechosas. 

Cuanto más científica es una explicación, más discutible resultará. Por todas esas razones, para muchos ciudadanos, la pregunta pertinente, ahora, no es: “¿Qué pruebas científicas hay de que tal cosa es así?” Sino: “¿Por qué tanta insistencia en querer demostrarme y convencerme de que tal cosa es así?”. Esa es la sospecha principal, la desconfianza epistémica que se ha ido extendiendo, vía las redes, en nuestras sociedades. Es como si asistiéramos a una insólita inversión de aquella célebre predicción atribuida a Joseph Goebbels, ministro de Propaganda de Hitler, según la cual “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Hoy, muchos activistas de redes conspiracionistas, consideran que una verdad repetida mil veces, es probablemente una mentira. Esto, en la historia de la comunicación, constituye una revolución copernicana. Y es la base de la nueva narrativa de la extrema derecha. Especialmente en el seno de las clases medias empobrecidas, que responden de ese modo, con una suerte de reacción individual y salvaje, a la aplastante dominación (aparente) de las tecnociencias en nuestro entorno. Ciencias y tecnologías que, por otra parte, se muestran incapaces de proponer soluciones a algunos de los problemas más punzantes que conocen muchas familias, en particular las pertenecientes a esas clases medias: el empleo basura, la miseria, los desahucios, la marginalidad, la precariedad, y sobre todo, su pánico principal: la amenaza de un inexorable desclasamiento. 

¿Y qué podemos hacer los ciudadanos?

Seguir apostando por la verdad. Desconfiar. Ser muy precavidos. Una de las principales razones del debilitamiento de la democracia es el cambio profundo que se ha producido en la forma en que nos comunicamos y consumimos información. La desinformación y la manipulación acechan. Sobre todo en tiempos de elecciones y de guerra de Ucrania. Recordar un principio de sentido común: las apariencias engañan. Las imágenes y los vídeos circulan muy rápido por internet: su impacto visual los hace muy virales, pero muchas imágenes suelen estar manipuladas. Antes de creer una información, y sobre todo antes de difundirla, hay que aprender a verificarla. Evitar ser cómplice de propagación de mensajes de odio, buscar las fuentes, la fiabilidad de las fuentes, de los datos. Si una información posee una única fuente: prudencia, mucha prudencia. 

Muchos ciudadanos ahora, como dijimos, quieren comportarse como periodistas gracias a sus teléfonos móviles y a las redes. Difunden “informaciones”, divulgan opiniones, propagan imágenes y vídeos. Así que deben adquirir los reflejos profesionales de los buenos periodistas, y el primero de ellos es ese: verificar las fuentes. Para las imágenes existen cada vez mejores herramientas de búsqueda inversa a disposición del gran público para indagar de dónde proceden, cuál es su origen, si ya han sido utilizadas, en qué sitios web, etc. Hace poco, por ejemplo, se pudo demostrar que un vídeo en el que una turba de manifestantes vandalizan una iglesia, presentado como testimonio de lo que ocurre en la Nicaragua de Daniel Ortega, era en realidad un documento filmado en Chile durante las manifestaciones de 2019.

Pero los Estados, las instituciones también tendrán que hacer algo ante esa situación.

Muchos Estados están legislando para castigar la difusión de fake news, sobre todo si tiene consecuencias sociales graves. Por ejemplo, Malasia, partiendo del principio de que “compartir una mentira te convierte en mentiroso”, ha establecido penas de hasta seis años de cárcel para quienes hayan creado, publicado o diseminado noticias “total o parcialmente falsas” que afecten al país o a sus ciudadanos. 

Pero no es fácil. Porque cualquier Gobierno que tome medidas en ese sentido, por muy legítimas que parezcan, puede verse acusado de censura o de vulnerar la libertad de expresión. Aunque peor es lo que hace, por ejemplo, Estados Unidos cuando persigue y condena a quienes dicen la verdad como es el caso de Julian Assange, o de Edward Snowden o de Chelsea Manning. 

Su libro se centra en Estados Unidos y Donald Trump. ¿Qué prevé para Trump, sus problemas con la justicia y sus ambiciones electorales?

Los juicios recientes contra él y sus sucesivas condenas no parecen haber afectado su popularidad. Sigue siendo el candidato mejor valorado por las encuestas para ganar las primarias de su partido y ser el candidato republicano para las elecciones presidenciales de 2024. Desde el primer día que se lanzó a la conquista del poder político en Estados Unidos, dominó el espacio público y convenció a sus seguidores, a base de una relación directa vía Twitter, de que su gobierno sería el “gobierno del pueblo para el pueblo”. 

Manipulando la verdad, usando el poder de los símbolos, de la oratoria, de las imágenes y de las redes sociales, Donald Trump, desde su discurso de toma de posesión, el 20 de enero de 2017, se definió como un líder carismático, un jefe mesiánico elegido para rescatar a Estados Unidos. Este millonario, hijo de multimillonario, denunció el establishment y las élites políticas de Washington por haberse enriquecido y protegido, según él, sin ocuparse de los ciudadanos: “Sus victorias –le dijo a sus electores–, no fueron triunfos para ustedes”. Se presentó como el salvador y refundador de la patria: “Vamos a estar protegidos por Dios”, prometió, como si Dios mismo se lo hubiera garantizado. 

Para llegar al corazón de la gente, convenció a sus oyentes de que, para él, eran “muy especiales”, y que él sí los comprendía. Formuló eslóganes simples, concretos y conmovedores (“Seré el mayor creador de empleos que Dios inventó”), salpicados a menudo de racismo (“Cuando México envía a su gente aquí, envía gente que está trayendo drogas, trayendo crimen, y son violadores”) y de machismo (“Cuando eres una estrella, [las mujeres] te dejan hacerles cualquier cosa: agarrarlas por el coño; lo que sea”). Supo imponer fórmulas y clichés (“¡Hagamos América grande de nuevo!”, “¡Soy el presidente de la ley y del orden!”,“¡Construyamos el muro!”) que sus fanáticos repiten fácilmente como mantras que asfixian cualquier cuestionamiento crítico. 

Más que una autoridad indiscutible, el ególatra republicano, en el limbo populista, quiso ser un mito que dirigía el país envuelto en una aureola de narcisismo, endiosamiento y veneración pública (“Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”). Con un lenguaje impactante y confuso, mezcla de expresiones vulgares, jerga tecnocrática y promesas difusas, no tuvo reparos en estimular los delitos de odio. Supo oscurecer las verdades para dividir a los estadounidenses en un “nosotros” y un “ellos”. E inculcar una detestable ideología de “el fin justifica los medios”. 

Donald Trump se construyó cuidadosamente una imagen pública sofisticada de líder-gurú capaz de crear con el lenguaje un mundo a su medida (“Si no le dices a la gente que has tenido éxito, probablemente no lo sabrán nunca”). Consiguió que millones de personas se subyugaran libremente a él, aceptaran su dominio y se entregaran por completo a su voluntad. Es sabido que la gente, como masa, tiene a menudo una inteligencia inferior a la de cada una de sus partes integrantes. Los partidarios de Trump constituyen una auténtica secta, se identifican frenéticamente con él. Obedecen a sus dictados. Creen sus historias. Lo idolatran. Están a sus órdenes. Dispuestos, si es necesario, a lanzarse a cualquier aventura con tal de devolver a su ídolo, en última instancia, incluso por la fuerza, al poder. 

La verdad es que Trump ha partido en dos el país. Después de haber empujado a sus seguidores fanatizados a asaltar el Capitolio, en Washington, el 6 de enero de 2021, existen dos partes de la población en abierta discrepancia a propósito del expresidente republicano. Una parte habla de un exmandatario que probablemente merece la cárcel. La otra habla de un patriota, empeñado en salvar a la nación. Ambas partes no pueden tener razón. Solo una de las dos la tiene. Pero la otra no lo acepta. Lo cual representa una amenaza decisiva para la unidad de Estados Unidos. Y un peligro suplementario de guerra civil.

La guerra de Ucrania no parece que se resuelva en ninguna dirección. ¿Cómo cree que se nos está informando en Europa del desarrollo de esa guerra, de los intereses en conflicto y del contexto y antecedentes?

El comportamiento de los grandes medios con respecto a la guerra de Ucrania, iniciada el 24 de febrero de 2022, confirma que no son de fiar. Como se sabe, cuando comienza un conflicto armado arranca un relato mediático plagado de desinformaciones para ganar los corazones y cautivar las mentes. 

No se trata de informar. De ser objetivo. Ni siquiera de ser neutro. Cada bando va a tratar de imponer –a base de propaganda y toda suerte de trucos narrativos– su propia crónica de los hechos. A la vez que busca desacreditar la versión del adversario. Las mentiras que ambos bandos difunden sobre el conflicto de Ucrania no son, en el fondo, muy diferentes de las que ya vimos en otras guerras. Se repite la histeria bélica habitual en los medios, la proliferación de censuras, de fake news, de posverdades, de intoxicaciones, de manipulaciones.

La conversión de la información en propaganda es ampliamente conocida y ha sido estudiada, en particular en los conflictos de los últimos cincuenta años. Con la guerra de Ucrania, los grandes medios de masas, en particular los principales canales de televisión, han sido de nuevo enrolados –o se enrolaron voluntariamente– como un combatiente o un militante más en la batalla. 

Hay que añadir que los laboratorios estratégicos de las grandes potencias, en el marco de la reflexión sobre las nuevas “guerras híbridas”, están también tratando de conquistar militarmente nuestras mentes. Un estudio de 2020 sobre una nueva forma de “guerra del conocimiento”, titulado Cognitive Warfare (Guerra cognitiva), del contraalmirante francés François du Cluzel, financiado por la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN),  expone lo siguiente: “Si bien las acciones realizadas en los cinco dominios militares (terrestre, marítimo, aéreo, espacial y cibernético) se ejecutan para obtener un efecto sobre los seres humanos, el objetivo de la ‘guerra cognitiva’ es convertir a cada persona en arma”. Los seres humanos son ahora el dominio en disputa. El objetivo es piratear el individuo aprovechando las vulnerabilidades del cerebro humano, utilizando los recursos más sofisticados de la ingeniería social en una mezcla de guerra psicológica y guerra de la información.

Esa guerra cognitiva no es sólo una acción contra lo que pensamos, sino también una acción contra la forma en que pensamos, el modo en que procesamos la información y cómo la convertimos en conocimientoEn otras palabras, la guerra cognitiva significa la militarización de las ciencias del cerebro. Porque se trata de un ataque contra nuestro procesador individual, nuestra inteligencia. Con un objetivo: penetrar en la mente del adversario y hacer que nos obedezca. “El cerebro”, enfatiza el informe, “será el campo de batalla de este siglo XXI”. 

En la guerra de Ucrania las redes sociales tienen un protagonismo sin precedentes. ¿No le parece?

Durante el conflicto de Ucrania, en Estados Unidos y en Europa, los grandes medios de masas están combatiendo –y no informando– en favor esencialmente de lo que podríamos llamar la posición occidental. Sin embargo, dentro de esa normalidad propagandística, pudimos asistir a un fenómeno nuevo. De modo inaugural, en la historia de la información de guerra, en primera línea del frente mediático, intervinieron las redes sociales. Hasta entonces, en tiempos bélicos, las redes no habían tenido la misma importancia. 

Con la guerra de Ucrania, los ciudadanos no sólo se ven confrontados a la habitual histeria bélica de los grandes medios tradicionales, a su discurso coral uniforme (y en uniforme), sino que todo eso les llega, por primera vez, en sus teléfonos. La pantalla del televisor del salón ya no tiene el mismo protagonismo. Ya no sólo son los periodistas, sino las amistades o los familiares, quienes contribuyen también, mediante sus mensajes en las redes, a amplificar la incesante narrativa coral de discurso único.

Con la guerra de Ucrania emerge una nueva dimensión emocional, un nuevo frente de la batalla comunicacional y simbólica que hasta entonces no existía. También, por vez primera, se produjo esa decisión de Google de sacar de la plataforma a medios del “adversario ruso” como RT (Russia Today) y Sputnik. Mientras, Facebook e Instagram declaraban que tolerarían “mensajes de odio” contra los rusos. Twitter tomó la decisión de “advertir” sobre cualquier mensaje que difundiera noticias de medios afiliados a Moscú, y redujo significativamente la circulación de esos contenidos, cosa que no hizo con quienes apoyaban a Ucrania y a la OTAN, poniendo en evidencia la hipocresía sobre la supuesta libertad de expresión o sobre la neutralidad de las redes. 

Todo eso confirmó que si el conflicto de Ucrania era una guerra local en el sentido de que el teatro de operaciones estaba efectivamente localizado en un territorio geográfico preciso, por lo demás era una guerra global, en particular por sus consecuencias digitales, comunicacionales y mediáticas. En esos frentes, Washington, como en la época del macartismo y la “caza de brujas”, enroló a los nuevos actores de la geopolítica internacional, o sea, a las megaempresas del universo digital: las GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft...) Esas hiperempresas –cuyo valor en Bolsa es superior al Producto Interior Bruto (PIB) de muchos Estados del mundo–, se retiraron de Rusia y se alistaron voluntariamente en la guerra contra Moscú. 

Eso es una novedad. Hasta ese conflicto conocíamos la actitud partidaria y militante de los grandes medios que, en caso de guerra, se alineaban con uno de los beligerantes y abandonaban todo sentido crítico para comprometerse unilateralmente y defender los argumentos de una sola de las potencias enfrentadas. Lo nuevo es que, por primera vez, las redes sociales hacen lo mismo. Lo cual confirma que los verdaderos medios dominantes hoy, los que imponen efectivamente el relato, son las redes sociales.

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Fuente: https://ctxt.es/es/20230701/Politica/43571/entrevista-ignacio-ramonet-pascual-serrano-redes-sociales-trump-guerra-ucrania-conspiracion.htm

miércoles, 26 de julio de 2023

La necesaria destrucción creativa del modelo agrícola cubano

Por Dr.C Juan Triana CordovÍ

Los cambios trascendentales que experimentó Cuba a partir de 1959 comenzaron por la agricultura. Dos reformas agrarias profundas que de una parte significaron la expropiación de grandes extensiones de tierras a nacionales y extranjeros y la creación de más de 120 mil propietarios privados agropecuarios parecían ser el empujón necesario para un proceso en el que un mercado interno creciente sirviera como uno de los motores impulsores al nuevo proyecto de desarrollo económico y social. Con todo ello se podría reducir la dependencia alimentaria así como la genética poli importadora que nos ha acompañado casi desde que Colón descubriera esta isla. Pero no fue así.

Es cierto que hoy la escasez de recursos se ha convertido en una de los pesos más poderosos que tira hacia abajo al sector en su conjunto, pero también lo es que en los tiempos en que los recursos (personas, petróleo, fertilizantes, herbicidas, pesticidas, maquinaria agrícola, alimento animal, institutos de investigaciones,  científicos y técnicos agropecuarios) eran relativamente abundantes y relativamente poco costosos, tampoco el sector agropecuario cubano alcanzó los rendimientos que esa dotación de recursos hubiera permitido. Siempre estuvo lejos de su frontera de productividad y todavía menos logró satisfacer las crecientes necesidades de alimentos de nuestra población, ni la demanda, ni la demanda efectiva.

El sector agropecuario sigue siendo el que emplea de forma directa mayor cantidad de personas en Cuba. Es también el que probablemente consigue  menor productividad y quizás haya sido el primero en enfrentar ese fenómeno de vaciamiento, emigración y envejecimiento de la fuerza de trabajo que hoy padecen todos los sectores de la economía nacional, desde la educación y la salud, hasta el turismo, otrora “atractor” de fuerza de trabajo calificada. 

Es también uno de los sectores productores de bienes y aportador directo a la oferta de productos de primera necesidad. Pero a la vez es uno de los que  menos inversión ha recibido en los últimos cinco años (5,1 %). Mientras, el inmobiliario, generador de alta demanda de bienes cuya satisfacción sólo puede lograrse mediante la importación —debido a la debilidad de nuestro sector productor de bienes— recibía en ese mismo período el (48 %) de toda la inversión del país. 


















Esos cinco años que van del 2017 al 2021, no son cualquier período de la vida de nuestro país. Para el 2017 era ya realidad un cambio radical en la relación con Estados Unidos, que se concretó en el 2018 con las medidas de la administración Trump a lo que habría que sumar la pandemia de Covid-19 y su demanda de crecientes recursos para reducir el impacto de la misma. 

Ahora, y en parte como resultado de esas decisiones de inversión, tenemos casi 20 mil habitaciones 4 y 5 estrellas más, una ocupación lineal que no sobrepasa el 25 % y una falta de suministros —alimentos en primer lugar—  que hace todavía más difícil la recuperación del sector turístico.

Algunos datos pueden ayudarnos a comprender el problema. Suponiendo que de toda esa inversión inmobiliaria el 30 % sea en divisas, tendríamos entonces que en ese período se habrían invertido 10 344, 8 millones dólares en hoteles. En ese mismo período el valor de las importaciones de herbicidas se redujo desde los 39,9 millones de dólares en el 2018 hasta los 7,9 millones en el 2021, lo que a su vez significó una reducción en la disponibilidad de este insumo del 84 %. Para el mismo período, el valor de las  importaciones de insecticidas y fungicidas se redujeron desde los 22,5 millones hasta los 13,8 millones (39 %) disminuyendo  la disponibilidad del producto en un 56 %. 

Hoy importamos el 100 % de la canasta básica, porque sin pesticidas y herbicidas es muy difícil alcanzar los volúmenes de producción necesarios para abastecer, al menos en parte, esa canasta, aunque sembremos todas las macetas de los balcones de Centro Habana de frijoles. En economía le llamamos “costo de oportunidad” y hoy el pueblo entero lo paga. 

El valor de la importación de maíz sin moler, para ese mismo período, se redujo en un 16 % (de 193,8 millones a  164,3 millones) y la disponibilidad del producto disminuyó desde las 812,3 toneladas hasta la 509,4 toneladas (un 37,3 %). 

Mantener el mismo valor de la importación de pienso animal significaba destinar unos 145 millones de dólares en los tres años que van del 2019 al 2021. Esos 145 millones de dólares es mucho menos que el 2 % de aquellos otros 10 mil millones que suponemos se destinaron a la construcción de hoteles. Ocurre parecido en el caso de los preparados para alimento animal. Con 125 millones se hubiera podido mantener un volumen de productos cercano a las 128,2 toneladas del año 2018. (Todos los datos proceden del Anuario Estadístico de Cuba 2021, edición 2022. Tablas 8.12 y 12.6.)

Destinando el 10 % de aquellos 10 mil millones que hemos supuesto es el componente en divisa de toda la inversión hecha del 2017 al 2021 en el “sector inmobiliario”, a la compra de insumos para asegurar algunos productos estratégicos, prácticamente se alcanzaba a sostener un volumen de insumos críticos parecido al del 2018. 

Hoy, por falta de alimentos, la reducción de la producción de cerdos, huevos, leche pone en una situación crítica a cada familia, abre las puertas a la especulación y a la subida de precios que alimenta la inflación y deja un espacio abierto a la importación de esos productos finales de primera necesidad, casi única manera de incrementar la oferta. Podremos abrir agujeros en nuestros patios, o en las salas de las casas, o comprar piscinas plásticas para criar tilapias, lo cual puede ser una opción de emergencia, pero sin alimento animal no podremos producir masivamente la proteína que nuestra población necesita. 

Por cierto quizás nos sorprenda, pero cuando se tomaron esas decisiones de inversión, LAS MIPYMES AÚN NO HABÍAN NACIDO.

Pero es verdad que no basta con invertir mucho en un sector como el agropecuario en Cuba que por un poco más de seis décadas ha demostrado que no solo padece por la falta de recursos. 

Es probable que en ningún país de este planeta haya tantas personas como en Cuba dedicadas a intentar que el sector agropecuario tenga resultados. No creo que exista otros país en el que se le dediquen más horas, más medidas, más controles, más visitas de diferentes niveles y organizaciones, más cursos de capacitación y formación, probablemente más proyectos internacionales, más eventos científicos, más metros cuadrados de oficinas, más kilowatts/horas, más litros de combustible, más autos, yipetas y otros tipos de transporte que en el sector agropecuario cubano. 

Cualquier indicador de relación que se quiera implementar, por ejemplo: horas de reuniones/producción total de productos agropecuarios; cantidad de visitas de control/rendimiento por hectárea; cantidad de medidas/incremento de la producción, permitiría comprobar que las acciones burocráticas no tienen un impacto decisivo en los resultados del sector o, incluso, que su impacto es en ocasiones negativo.

Esa idea repetida varias veces en la reciente sesión ordinaria de la Asamblea Nacional sobre la necesidad de revolucionar el  sector agropecuario, pasa por la necesidad de promover un profundo proceso de destrucción creativa que permita salir de organizaciones y estructuras que por décadas han demostrado que no dan resultado. 

Hay que darle el lugar que le corresponde al campesino; resolver definitivamente el problema de la tierra; introducir y regular adecuadamente la competencia; reducir a las empresas agropecuarias estatales y mantener solo a las que demuestren su capacidad para competir. 

Hay que entender que las cadenas productivas requieren de cierres exitosos que las hagan sostenibles. Es imprescindible crear los incentivos necesarios; terminar de crear de una vez un verdadero Banco de Fomento Agropecuario; abrir el sector a la inversión privada nacional y extranjera y otras muchas propuestas con las cuales se han llenado decenas de páginas y que han sido demoradas una y otra vez a pesar de que hoy es la subida sostenida del precio de los alimentos uno de las principales factores en el incremento de la inflación.

No se avanza hacia el futuro repitiendo esquemas fallidos y esperando que den un resultado diferente. 

Miremos los hechos: ahí está nuestra industria azucarera, que este año ha alcanzado a producir poco más de 350 mil toneladas de azúcar, casi lo mismo que se produjo allá por 1850. Solo que en aquel siglo, esa producción se logró sin un enorme edificio en la calle 23 del Vedado, sin fábricas “modernas”, sin ferrocarril, sin una dotación de camiones, combinadas cañeras, tractores, sin máquinas de riego fregat, y sin ingenieros y técnicos azucareros y varios institutos de investigaciones, y sin noventa y tres medidas y un enorme aparato burocrático para supuestamente controlar su ejecución. También en los mercados el azúcar está cara, pero tampoco las mipymes han tenido que ver en los resultados productivos del que fuera el sector agroindustrial más poderoso del país.

Por lo general, se recoge lo que se siembra y se atiende adecuadamente. Estamos cosechando lo que las decisiones económicas han “sembrado” en Cuba desde hace unos años.

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Fuente: https://oncubanews.com/opinion/columnas/contrapesos/la-necesaria-destruccion-creativa-del-modelo-agricola-cubano/


martes, 25 de julio de 2023

Alguien tal vez

Más allá de las tumbas sin nombre,

cavadas de prisa en ásperas llanuras,

con manos sangrantes, por hombres y mujeres

cuyas tumbas otros abrieron después,

alguien, tal vez, podrá ver

los pálidos latidos de la nueva vida,

la fuerza limpia del río de las generaciones que vendrán;

alguien, tal vez, alcanzará a respirar sin miedo

entre el maligno, fétido olor de la muerte,

el tierno aroma de la vida;

alguien, tal vez; alguien,

como esos marinos que, tras el cielo oscuro,

tras el ojo del ciclón,

ven el parpadeo calmo, acompasado de las estrellas;

como esos marinos a cuyos oídos llega, por sobre el terrible

         bramido del mar,

el canto mudo de la calma;

como esos marinos;

alguien, tal vez.

 

Luis Rogelio Nogueras

domingo, 23 de julio de 2023

El 18 brumario de los inquisidores por cuenta propia

Por Eliades Acosta Matos

Ha sido filtrado , con toda conciencia y alevosía, a manera de balón de ensayo, un pliego de demandas o programa golpista  que se ha movido por interno en el antro de sectarios, usurpadores y resentidos que es la página web Fidelistas por Siempre.

No se trata de una de sus habituales babosadas estalinistas, sino de algo mucho más peligroso: un abierto llamado a un golpe de estado contrarrevolucionario, envuelto en el celofán del lenguaje ultrarrevolucionario que usan para cazar bobos. En el mismo, exigen suprimir las Mypimes en Cuba y resolver los problemas de la agricultura reviviendo los koljoses y sovjoses. 

Pero donde pasan la raya roja  y muestran su entraña represiva y poltpotiana es cuando llaman a "depurar" al ICRT, a las FAR y al MiININT, ni más ni menos, repetir  el guión del golpe palaciego protagonizado en Granada, en 1983, por  una pandilla de ultrarrevolucionarios guardianes de la pureza del Marxismo.-leninismo, encabezados por el guru de turno, Bernard Coard,y que concluyó con el asesinato del primer ministro Maurice Bishop y 10 de sus compañeros, la invasión de tropas norteamericanas a la isla y el aplastamiento de una revolución popular.

El 18 Brumario que sueña protagonizar este puñado de microfracccionarios trasnochados, intoxicados de delirio de grandeza y manuales de Konstantinov, tiene en su contra que nadie los apoya, que se han visto obligados a usar extranjeros residentes en Cuba o fuera de la isla, para que les sirvan de voceros y que no proponen cosa alguna que  no se haya desechado ya por inoperante. Son, para decirlo sintéticamente, heraldos de  la Nada.

Moverían a carcajadas con su senil intento de protagonismo, si no fuese por los difíciles momentos por los que atraviesa el país y por el notorio empeño norteamericano de ahogar, de una vez y por todas, a la Revolución usando de trasmano a muñecones pseudoizquierdistas como estos, con el método Coard.

Ya lo sentenció ese mismo Marx que no se quitan de la boca estos fulleros  aunque no lo hayan leído jamás: " La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos, Y cuando estos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio  los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado representar la nueva escena de la historia universal"

Es hora de aplicarle las medidas que la ley establece y cerrarles el chiringuito conspirativo a estos nietos zombies de Anibal Escalante.

No son peligrosos en el fondo, pero son peones  de lo que llamó Fidel , en su discurso de clausura de la Conferencia de la OLAS, el 10 de agosto de 1967, refiriéndose a los microfraccionarios de entonces, " una nueva forma de contrarrevolución"

Nota: Ver dossier completo sobre este tema: https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=210191118683997&id=100090793302366&mibextid=Nif5oz

miércoles, 19 de julio de 2023

Declaración de los Premios Nacionales de Cine

Los abajo firmantes, premios nacionales de cine, rechazamos categóricamente, en forma y espíritu, la decisión de aceptar la renuncia de Ramón Samada Suárez de su cargo de Presidente del ICAIC. 

Consideramos que se ha aprovechado una coyuntura y un incidente para, de manera unilateral y muy dañina para el prestigio de las instituciones estales responsables de la decisión, removerlo de su cargo. Agreguemos que este es el peor de los momentos, cuando la Asamblea de Cineastas se organiza para exponer demandas y buscar diálogos para los cuales Samada es un interlocutor natural.

No vamos a reseñar sus logros y no logros, sí dejar constancia de que él ha sido, a nuestro juicio, un compañero que se ha empeñado con total honestidad, gran esfuerzo y resultados concretos, a lo que ha sido el pensamiento creador del ICAIC hasta colocarlo en un nuevo camino de acuerdo a las necesidades actuales.

Se imponía rechazar la renuncia de Samada a su cargo y comenzar un nuevo rumbo de entendimiento, enfrentando errores y torpezas cometidas en las últimas semanas y que, en la medida de sus posibilidades, él trató de evitar.

Somos herederos de una tradición y no vamos a renunciar a ella porque es eso lo que queremos trasmitir a otras generaciones. El primer punto de esa tradición es luchar por una cultura cinematográfica alejada del dogmatismo y asentada en las realidades de Cuba y América Latina. Un cine de voluntad artística, enriquecedor de nuestra vida nacional, que no ignore las complejidades del momento; un cine incisivo, profundo, que analice a fondo la realidad para no quedarse en la epidermis.

Sabemos que Samada no volverá mientras no cesen las causas de su partida; lo lamentamos profundamente y nos preocupamos por el futuro del ICAIC y del cine cubano.

“El ICAIC no es un modo de vida, es una actitud ante la vida”.

Firman: (de los 23 Premios Nacionales otorgados, solo once son presentes)

Arsenio Senel Paz Martínez (2020)

Daysi Granados López (2007)

Eslinda Esther Núñez Pérez (2011)

Fernando Pérez Valdés (2007)

Jerónimo Ramón Labrada Hernández (2019)

Livio Delgado Camacho (2019)

Magaly Pompa Batista (2023)

Manuel Ángel Herrera Reyes (2022)

Manuel Pérez Paredes (2013)

Miriam de los Ángeles Talavera Fernández (2018)

Raúl Armando Rodríguez Cabrera (2017)

Leo Brower se encuentra de viaje y estamos en trámite de localización. Al recibirse su respuesta la incorporaremos.
                  

lunes, 17 de julio de 2023

La destitución de Samada y el destino del ICAIC

Por Manuel Herrera*

No por esperado resulta increíble. Nadie me lo dijo, pero desde el incidente del cine Chaplin era evidente la necesidad de un chivo expiatorio. ¿Por donde iba a reventar? era fácil de deducir. Desde casi el comienzo mismo del Ministerio, y salvo el período de 2000-2012, muy vinculado al Mincult el ICAIC era un hueso atravesado en la garganta del Ministerio de Cultura. No era un secreto las contradicciones de Alfredo, Roberto Smith y Samada con el Ministerio, ni la defensa cerrada que Samada hacía de sus posiciones y eso no suele gustar.

En mi documental “Retrato de un artista siempre adolescente” Manuel Pérez con su lapidario estilo decía: Las corrientes ganan fuerza o se debilitan en función de cómo las realidades políticas inciden, ni los políticos se pueden dar el lujo de ser ignorantes en las cuestiones culturales, ni los artistas se pueden dar el lujo de no estar politizado, el dirigente que incide en la cultura y no sea culto es un peligro y el artista que no esté politizado corre el peligro de equivocarse, me parece que eso nos ha seguido a lo largo de la historia

Pero yo –continua-- todo eso lo veo vinculado a un permanente debate entre la manera de ver la relación arte-ideología que no ha terminado y que en última instancia cuando llegamos a “Alicia” en el año 91 cambian las personas, pero yo tengo la impresión de que el debate sigue siendo el mismo.

Y yo me pregunto por qué muchos de los que se dicen ser marxistas caen en el dogmatismo con extrema facilidad. Fidel lo apuntaba en la clausura del congreso de cultura de 1968. “No puede haber nada mas antimarxista que el dogma, no puede haber nada mas antimarxista que la petrificación de las ideas. Y hay ideas que incluso se esgrimen en nombre del marxismo que parecen verdaderos fósiles” Y Carlos Rafael Rodríguez, marxista de vieja data, apuntaba, años después,  en el 4to congreso de la Uneac. “No debemos olvidar sin embargo, aunque el liberalismo es peligroso y la complacencia inaceptable, más peligroso todavía en el terreno de la Cultura y de la Ciencia, son la intolerancia y el dogmatismo, por su signo político, el liberalismo y la complacencia no pueden penetrar en nuestra unida y fuerte Revolución pero si no vencemos el dogma, nos corroerá y nos cerrará el camino hacia la amplia y noble cultura del Socialismo en la cual la palabra de hombre tiene que ser, como proclamaba Máximo Gorki una hermosa palabra.

Samada ha sido, a mi juicio, la figura que mas se ha acercado a lo que fue el pensamiento ideo-artístico del ICAIC que llamo clásico. Después de los intentos frustrados de la administración anterior por desmontar una estructura y un pensamiento de bases muy sólidas, Samada supo modernizar esa estructura y ese pensamiento hasta colocarlo en un nuevo camino de acuerdo a las necesidades actuales Después de atravesar largos años de probar, probar y no llegar, estábamos ahora enfilados hacia la refundación del ICAIC sobre sus bases históricas, pero acordes con los tiempos. Y pienso que era esa la clave más exitosa: la refundación. Negarse a navegar con los tiempos es ir a contrapelo de la historia.

Muchos de los compañeros de mi generación nos hemos mostrado preocupados por el futuro de lo que construimos a lo largo de estos años. Ahora , el Fondo de Fomento del Cine Cubano, los colectivos de creación independientes, la posibilidad económica de hacer y las futuras film commission y leyes del cine imponen nuevos caminos. --Y estos son logros de Samada—como lo es el propósito de lograr un festival nacional de cine que agrupe y sirva de foro, de intercambio de ideas y de atmósfera creativa que tanto necesitamos. Por no hablar de otros logros en diferentes terrenos y el abrir paso a jóvenes directores para que realizaran sus obras aún en plena pandemia y con grandes recortes presupuestarios. Esto no hubiera sido posible en el espacio anterior

Samada no  tuvo nada que ver con la proyección en tv del documental de marras, eso quedó bien claro, En su contra se puede hablar de un par de títulos censurados y la suspensión de la muestra con lo que no estoy de acuerdo pero en el caso de los documentales hubo evidente manipulación de los materiales de archivos por el facilitados y a nadie le gusta sentirse burlado. Soy decidido partidario del cine crítico, pero analítico, a fondo, como soy contrario al “cine de la puyita”. La muestra pudo haberse salvado, pero hubo presiones de todo tipo e intransigencia de ambas partes.

En lo personal, su apoyo a “Retrato de un artista…” hizo posible que esta película, realmente difícil para los espíritus dogmáticos, fuera vista en el 60 aniversario del ICAIC y largamente ovacionada por los asistentes, a cine lleno,  ante la presencia de solo un funcionario del Mincult. Y lo mas importante, pese a ser un documental producido por el ICAIC, no fui obligado a cortar nada. Puedo decir que esa película es tal y como la hice, Lo que pudiera no haber sucedido bajo la segunda presidencia de Alfredo Guevara en la que tal vez no se hubiera exhibido y mucho menos en la de Omar González

Las proposiciones de sustitución pese a las recomendaciones, no probadas, que se hacen en el comunicado tienden a cerrar mas el espacio de discusión y a llevar el desarrollo del ICAIC a un punto anterior de inmovilismo. Ni el consejo de dirección del ICAIC, ni la Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, supuestamente rectora de la EICTV, participan en la designación. Simplemente son informados. En ese sentido la escuela ha sido alejada, en estos años, de sus objetivos fundacionales, se ha ido oficializando.

Siento que todas las conquistas están en peligro… Susana Molina no ha aceptado la presidencia, es solo vicepresidente en funciones ¿Quién vendrá detrás a ocupar el cargo?

Después del chasco que el Mincult se llevó en el caso de Kike Díaz que fue asumido como un ataque a todos los artista y el mentiroso y engañoso comunicado de explicación, el Mincult se enreda en una nueva aventura a contrapelo de todo un gremio, que se asume como un ataque a todos los cineastas. ¿Ceguera política? ¿incultura? ¿Machismo? Si atacan a los artistas ¿a quienes defienden? ¿a la Revolución? Nosotros también. 

La destitución de Samada parece una medida de aprovechar el momento pero, paradójicamente,  en el peor de los momentos. Es también producto de la provocadora intervención de Juan Pin Vilar, quien por muy herido que se sienta no debía ignorar que su gesto daría al traste con el diálogo que se venía gestando. Lamento muy mucho que Samada se dejara arrastrar por la provocación que aún así no fue tan grave como otras de funcionarios mas importantes.. Hasta ayer me sentía imparcial. He luchado mucho y solo contra la censura sin apoyo de nadie. Hoy estoy de parte de la Asamblea de Cineastas que es desde ya La Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de la República de Cuba. El momento es de estar alerta y cerrar filas.

*Manuel Herrera es cineasta Fundador del ICAIC y premio nacional de Cine 2022

Una aproximación a la actualización del modelo económico cubano

Por Alejandro Rodríguez Martínez*

El triunfo de la Revolución cubana, el 1 de enero de 1959, es considerado por muchos como uno de los hechos históricos más importantes del siglo XX latinoamericano. Encabezado por el Comandante Fidel Castro, la llegada al poder del Movimiento 26 de Julio (M-26-7), mediante una genuina guerra popular de liberación, marcó un cambio decisivo en la historia republicana de la Isla. De esta forma, Cuba alcanzó, en medio del permanente acoso de los distintos gobiernos estadounidenses, importantes avances sociales que coadyuvaron a construir, sin lugar a dudas, una sociedad más justa y equitativa.

Existen tres momentos decisivos en la historia reciente de Cuba desde la perspectiva económica. En primer lugar, el establecimiento de un voluntarismo económico con el triunfo revolucionario de 1959. Luego, la adopción de un modelo económico socialista de dirección centralmente planificado en 1975. Y, por último, el proceso de transformaciones iniciado en 1990. Este último, a su vez, puede ser estudiado en diferentes etapas y se ha caracterizado por avances y retrocesos en el orden institucional.

Si bien cada uno de esos momentos ha tenido, en su centro, la existencia de fallas estructurales no resueltas, los cambios externos han estado siempre en la raíz de esas transformaciones. El traslado de centro cíclico de la economía nacional, desde la economía norteamericana a la economía soviética y, luego, la pérdida del centro cíclico soviético, ha condicionado, en gran parte, el carácter y la profundidad de las transformaciones emprendidas en cada momento (Hidalgo de los Santos, 2022). En este sentido, las reformas iniciadas a comienzos de los noventa respondieron a fallas estructurales no resueltas y a variaciones del contexto internacional.

El derrumbe del campo socialista, a inicios de la década del noventa, marcó un punto de inflexión en el desarrollo del proceso revolucionario cubano a partir de la desarticulación de todos los acuerdos económicos contraídos con las repúblicas socialistas. Además, la disolución del sistema de relaciones predominante con los antiguos países socialistas, no solo provocó afectaciones sustanciales en los mecanismos de funcionamiento de la economía, sino que, en vínculo con estas afectaciones, se produjo la evolución de la crisis del patrón de desarrollo económico asumido con la incorporación al Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME). Las primeras propuestas insistieron en la necesidad de reestructurar las empresas estatales, aumentando su autonomía y adoptando nuevas prácticas y sistemas de contabilidad y administración.

Así, durante casi toda la década del noventa del siglo pasado, el gobierno cubano se vio obligado a adoptar importantes medidas en el carácter de la planificación, el régimen de la propiedad y la centralización del monopolio estatal en la esfera económica, con el fin de lograr la reanimación de la economía a partir de esfuerzos propios. En este sentido, al reconocer la existencia de la propiedad privada, el gobierno tuvo que redefinir el concepto de propiedad estatal como único medio fundamental de producción. Además, se priorizaron nuevos sectores como el turismo y la biotecnología, los cuales permitían el ingreso al país de moneda libremente convertible. Igualmente, se despenalizó el dólar y se legalizó el envío de remesas desde el exterior. A la vez, dichas transformaciones obligaron la rearticulación de las relaciones económicas externas de la nación. Por consiguiente, en el año 1995, se reestructuró la Ley de Inversión Extranjera.

La implementación de reformas que concedían un mayor espacio -aunque limitado- al mercado libre con precios establecidos por la oferta y la demanda, permitió la creación de las Unidades Básicas de Producción Cooperativa (UBPC). De esta forma, una gran parte de la tierra cultivable pasó a manos privadas en calidad de usufructo. Asimismo, posibilitó la creación del trabajo por cuenta propia, lo que trajo resultados alentadores en el corto plazo. La emergencia de nuevos actores diferentes a los “valores sociales tradicionales” de la Revolución fueron considerados como un “mal necesario” que debían corregirse una vez se sobrepasara la etapa crítica y cambiaran las condiciones externas en las que se desenvolvía el país (Romero Gómez, 2014).

Los objetivos de las transformaciones siempre estuvieron centrados en reanimar la economía a partir de esfuerzos propios. En cambio, esa reactivación sólo fue posible luego de la reforma constitucional de 1992, en donde se introdujeron los cambios adoptados. Sin embargo, debido a la ausencia de una estructura sólida de mercado y la persistencia de un sistema monetario dual, las metas propuestas fueron difíciles de cumplir. A la vez, el Periodo Especial, como toda crisis económica prolongada en el tiempo, desencadenó una crisis ética y de valores a nivel social presente en la actualidad, lo que ha permitido afirmar a muchos especialistas que estamos ante la presencia de una nueva sociedad.

Posteriormente, en el año 2003, se produjo un retroceso en el plano institucional con respecto de las reformas tomadas en la década del noventa. En este sentido, se inició un programa de evaluación y revisión de las transformaciones desarrolladas hasta ese momento. De esta forma, reemergió el gradual retorno a la utilización de prácticas centralizadoras, las cuales fueron justificadas, fundamentalmente, por el incorrecto manejo de los presupuestos de gastos e ingresos en divisas. A la vez, dichas insuficiencias fueron el resultado de las carencias que presentaba el mecanismo de regulación macroeconómica vigente en la economía.

El retorno a las prácticas centralizadoras debe entenderse también como una acción congruente con la cultura tradicional predominante en la dirección de la economía. Dicha tradición tiene sus orígenes en dos factores fundamentales. Por un lado, la aplicación de la política de bloqueo por parte de los Estados Unidos. Y, por otro lado, la introducción del sistema de dirección de la economía establecido por el CAME.

En términos prácticos, las medidas centralizadoras, lejos de encontrar soluciones efectivas a las diferentes restricciones presentes, tendieron a agudizar la persistencia de fallas estructurales en el modelo de funcionamiento de la economía. Al respecto, cabe mencionar que se produjo un estancamiento del proceso de perfeccionamiento empresarial, debido al pobre respaldo a las acciones de investigación e innovación. Además, disminuyó la propensión a incrementar y diversificar las exportaciones. Al mismo tiempo, se deterioró la importancia de preservar los estándares de calidad en la oferta de productos, particularmente de aquellos destinados al segmento de mercado que operaba en divisas. Igualmente, el creciente deterioro de la planta productiva, las insuficientes tasas de acumulación doméstica, la carencia de un sistema de incentivos laborales coherente y sistémico, así como, la dualidad cambiaria y monetaria condicionaron el paulatino deterioro económico.

Por otra parte, el retorno a las prácticas centralizadoras coincidió con el desarrollo de la denominada etapa de la “Batalla de Ideas”. De un modo u otro, estos programas representaron la reevaluación del rol del liderazgo estatal. A su vez, canalizaron los exiguos recursos materiales y financieros disponibles, en la nación, a la ejecución de un conjunto de programas sociales.

A partir del año 2011, el relativo estancamiento de la dinámica económica comenzó a avanzar gradualmente. Diversos factores incidieron con fuerza en esta evolución. Entre ellos, el impacto destructivo de fenómenos de naturaleza climatológica, el deterioro de los precios internacionales de los principales rubros de exportación, la incidencia negativa de la obsolescencia tecnológica de la planta productiva y la intensificación de las acciones relacionadas con la política de bloqueo económico establecidas hasta el año 2014, fecha en que se inició el denominado “deshielo político” con los Estados Unidos (Marquetti Nodarse, 2021). Igualmente, la inestabilidad mantenida por los ritmos de crecimiento de la economía estuvo relacionada con el incumplimiento de las metas planificadas, provocando que las cuotas alcanzadas resultaran insuficientes en relación con los requerimientos reales de la economía.

La constatación de los problemas estructurales anteriormente listados, llevó, a las máximas autoridades del país, a plantear la necesidad de un importante proceso de transformaciones estructurales en las formas de gestión y en la política económica. En este sentido, el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), realizado en el año 2011, discutió, analizó y aprobó el proyecto final de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, con el objetivo de actualizar el modelo económico cubano.

Es importante destacar que la aprobación de los Lineamientos de la Política Económica y Social por el PCC fue precedida por una amplia discusión popular en diferentes ámbitos de la sociedad cubana. El debate se inició en el año 2007, impulsado por las autoridades bajo la consigna de expresar libremente cualquier preocupación o sugerencia. La singularidad de este proceso, en contraste con lo que sucedió en 1991 con vistas a la celebración del IV Congreso del PCC -en el cual se fomentó la participación activa a través de intervenciones sobre problemas reales de la economía y la sociedad cubana de fines de los años ochenta-fue que, esta vez, las demandas del pueblo se fueron concretando de alguna forma y, en aquella ocasión, ganó la indiferencia y el miedo a la posibilidad de tergiversación política e ideológica.

En los Lineamientos aprobados por el VI Congreso del PCC, actualizados en el VII (2016) y en el Plan de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030 discutido en el último (2021), se definen las direcciones fundamentales para el desarrollo a corto y a largo plazo y los principios en los cuales se sustentan las definiciones estratégicas y tácticas de la economía. A saber, entre otros: la continuidad e irreversibilidad del Socialismo, el predominio de la propiedad socialista de todo el pueblo sobre los medios fundamentales de producción; el uso de la planificación, teniendo en cuenta las tendencias del mercado y, por último, la igualdad de derechos y de oportunidades sin que nadie quede desamparado.

En este sentido, bajo la denominación de “actualización del modelo económico”, se han introducido múltiples modificaciones en la economía y en el sistema regulatorio cubano. Dentro de las transformaciones recientes, destacan varias que tienen como propósito el redimensionamiento de la economía nacional en términos de empleo, estructura de la propiedad y escala de producción. Dicho redimensionamiento abre más espacios y promueve un escenario en el cual, las consideraciones de mercado se van incorporando en el diseño de políticas para la regulación de la economía. Al mismo tiempo -y como resultado de las anteriores dinámicas- empiezan a consolidarse formas no estatales de propiedad y gestión, incluyendo la proliferación de nuevos emprendimientos que pueden ya clasificarse como micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES).

De igual forma, el nuevo modelo de desarrollo incluye la separación de las funciones estatales y empresariales a todos los niveles, la combinación de las distintas formas de gestión, el fortalecimiento del modelo de gestión de las empresas de todo el pueblo y de las unidades presupuestadas, el desarrollo integral del proceso inversionista, el fomento del desarrollo local, la reconversión tecnológica, el fortalecimiento del desarrollo agrícola, la recuperación y fomento de la industria, la elevación de la eficiencia energética, el incremento de la productividad del trabajo y la eficiencia económico-social y el perfeccionamiento estructural-funcional del sistema político.

Eventualmente, las reformas orientadas por los Lineamientos se han ido materializando en distintas leyes. Entre 2011 y 2014, el gobierno cubano aprobó un conglomerado de leyes y decretos tales como: la nueva Ley de Inversión Extranjera, el nuevo Código de Trabajo, la modificación de la Ley de Migración, entre otras. No obstante, el cambio más importante en la jurisdicción cubana comienza con el proceso de reforma a la Constitución a partir del análisis de los resultados obtenidos con la aplicación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.

De este modo, el 24 de febrero de 2019 fue aprobada, en Referendo Constitucional, la nueva Carta Magna. Una de las razones para realizar esta reforma fue la necesidad de actualizar la Constitución con las nuevas transformaciones económicas ocurridas luego de la implementación del nuevo modelo económico y social. A la vez, era de vital importancia incorporar a la visión del país todos los principios, conceptos y postulados contenidos en la Conceptualización del Modelo Económico y Social Cubano de Desarrollo Socialista, en las Bases del Plan de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030 y en los Lineamientos.

En el marco de la «actualización del modelo económico cubano», la unificación monetaria se colocó como una prioridad. Sin embargo, el programa económico necesario para corregir la dualidad monetaria desde sus fundamentos estructurales fue inconcluso y en gran medida aplazado. Además, influyeron otros factores, como las tensiones coyunturales, la falta de experiencia del personal técnico en la materia, la débil coordinación entre las políticas macroeconómicas y la percepción de altos riesgos redistributivos con costos sociales. En consecuencia, aun cuando la unificación fue anunciada de manera sucesiva por la Comisión de Implementación de los Lineamientos, no fue hasta finales del año 2020 que se tomó la decisión, posiblemente en las peores circunstancias debido a la crisis sanitaria de COVID-19.

Contrariamente a lo que pudiera pensarse, el período que corresponde a la etapa de la pandemia de COVID-19 -iniciado en marzo de 2020- ha resultado de los más prolífico en términos de nuevas políticas y normas para impulsar la reforma. En este sentido, el impacto combinado de la crisis sanitaria, el reforzamiento de las medidas adoptadas por la administración Trump y asumidas por la actual administración Biden, el efecto del cambio climático global, el conflicto ruso-ucraniano, la incertidumbre en el comportamiento de la economía mundial (expresado en las tendencias del comercio y los precios de las materias primas) y la reducción sustancial del turismo y de los flujos de inversión obligaron a repensar la reforma en sus componentes principales.

En consonancia con la nueva situación, se actualizó la estrategia económica, la cual descansó sobre tres ejes transversales. En primer lugar, la regulación del mercado. Luego, la competitividad y la innovación. Y, por último, la complementariedad entre los diferentes actores económicos. Además, los seis «motores» del proceso fueron identificados como: la empresa estatal socialista, las cooperativas agropecuarias, las cooperativas no agropecuarias, los trabajadores por cuenta propia (TCP), las micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) y la inversión extranjera directa (IED). Igualmente, se tomó en cuenta la creciente emigración de personal calificado, la cual se ha incrementado en los últimos dos años y tiene un efecto negativo innegable en la capacidad del sistema productivo.

Por tales razones, se verificó una amplia reestructuración del programa económico. En este sentido, la actualización incluyó el reajuste del monopolio estatal del comercio exterior con el objetivo de atraer inversión extranjera directa, el fomento de zonas francas para la exportación e importación y la descentralización en el ámbito empresarial. Sin embargo, las asimetrías y deformaciones estructurales en la economía aún persisten y golpean duramente al pueblo cubano.

Efectos Secundarios

El colapso económico posterior a 1990 cambió de forma notable el contorno de la sociedad cubana. En años recientes se ha conformado un cuadro socio-estructural donde se evidencia un proceso de heterogeneización social, que exhibe diferencias en cuanto a la propiedad, los ingresos y el tipo de trabajo de los individuos.

Unos de los aspectos a destacar en este proceso de reconfiguración de nuevos actores sociales a raíz de las crisis económicas, son los cambios en los imaginarios y prácticas de gran parte de la sociedad, especialmente en los jóvenes, entre los cuales se observan claramente las nuevas actitudes y expectativas sociales. La apertura al mercado y el consecuente aumento de las desigualdades trajo aparejado transformaciones en los valores y en las percepciones sociales de los cubanos. Precisamente, comportamientos y prácticas como la ostentación y los estilos de vida procedentes de sociedades capitalistas que antes de la década de 90 eran valorados como “aburguesamiento, marginal y políticamente incorrecto”, dejaron de ser rechazados y pasaron a ser parte de la cotidianidad y hasta se transformaron en paradigma para algunos.

Unido a estos cambios en la subjetividad social se produjo, paulatinamente, la deslegitimación del trabajo como medio de vida y elemento de realización personal, sobre todo en el sector estatal. La mayoría de la población cubana joven o en edad laboral considera que las condiciones de trabajo, de vida, y las posibilidades de ingresos reales en el sector estatal son inferiores a las que brinda cualquier otro empleo del sector privado. Por consiguiente, esto ha provocado un fuerte déficit de profesionales en sectores claves como la educación y la salud.

La superestructura cultural creada por la revolución cubana se enfrenta a un desfase en el que el espíritu revolucionario, el compromiso y la voluntad de la conciencia de los seres humanos se separan del horizonte que, hasta ahora, había reivindicado de manera efectiva: la dignidad humana. Con ello, la moralidad y el compromiso revolucionario se ven pervertidos. Se impone entonces, un imaginario sociopolítico distinto. Sin una efectiva capacidad superestructural de aglutinar a los hombres en torno a una identidad nacional, la sociedad civil se fragmentaría y dispersaría en conductas amorfas y perdería, con ello, su cohesión.

Otra de las transformaciones que se puede apreciar en la sociedad cubana pos Período Especial es la nueva connotación social que se le ha otorgado a la emigración. Anterior a 1990, emigrar hacia Estados Unidos o cualquier país capitalista estaba estrechamente asociado con apreciaciones clasistas o ideológicas, como “clase alta, burgueses, gusanos, antisocial, contrarrevolucionario”. Sin embargo, la valoración que se hace hoy al respecto es positiva y legítima, pues esta actitud se asocia directamente a una mejora en la situación económica y no a cuestiones ideológicas. Además, la emigración es considerada, en muchos casos, como una vía para solucionar los problemas económicos. Al respecto, es importante subrayar el papel que jugó la política de flexibilización de las regulaciones migratorias por parte de Cuba desde el inicio del Período Especial. Contra lo que habitualmente afirman los relatos mediáticos occidentales, ha sido la política estadounidense, y no la del gobierno cubano, la que en muchas ocasiones limitó el diálogo entre los emigrados y sus familiares y alentó la emigración ilegal como única vía de acceso a los Estados Unidos.

Por último, es importante mencionar algunas cuestiones que gravitan acerca de la posibilidad de cambios políticos junto con los cambios económicos. Desde un primer momento ha quedado explícito que no existieron ni existen intenciones de llevar adelante cambios políticos rotundos por parte del gobierno cubano. Lo que no quiere decir que la “mano del mercado” vaya ganando fuerza y desencadene procesos de presión por una liberalización política y apertura ordenada al exterior. No hay dudas de que, tendencialmente, los procesos de acumulación y formación de capitales que fomentan los cambios económicos podrían generar presiones para reformar el sistema político. Sin embargo, esto no significa que Cuba abandonará en el corto y mediano plazo su camino socialista y mucho menos se reconocerá como un país de economía capitalista.

Sin dudas, en la “actualización del modelo económico”, Cuba enfrenta complejos desafíos no solo en la gestión y dirección de la economía, sino también institucionales, sociales, políticos y en el plano subjetivo. Sin un cambio en las mentalidades, resulta difícil librarse de las secuelas de las “herencias del modelo soviético”, así como superar la confusión entre las funciones del Estado y el Partido y la fusión entre el Estado y el Gobierno. A la vez, se le hace necesario romper las barreras creadas por la inercia, el inmovilismo, la doble moral, la indiferencia e insensibilidad que, arrastraron las experiencias socialistas europeas, y en particular la soviética.
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Bibliografía:

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Romero Gómez, A. (2014). Transformaciones Económicas y Cambios Institucionales en Cuba.

Saunders Vázquez, A. (junio de 2022). Transformaciones políticas y económicas en Cuba, impactos de la nueva Constitución. https://www.researchgate.net/publication/361472281

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*Alejandro Rodríguez Martínez tiene 22 años y es estudiante de 3er año de Relaciones Internacionales en el ISRI.