Crónicas
del día a día
Por Víctor Casaus
En
estos últimos días han coincidido algunos estímulos para escribir esta crónica del día a día en el fin de
semana de la Habana del Este. El tema que los vincula es, sin dudas, actual y
relevante: la memoria.
Esas
dos palabras son lemas, objetivos, claves en el trabajo que hacemos todos los
días desde hace 20 años en el Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau. Allí hemos transitado diferentes caminos
para contribuir al rescate de la memoria cultural e histórica de la nación
cubana, comenzando por (e inspirados en) el fértil legado de la vida y la obra
de Pablo.
Aquí
en esta crónica, sin embargo, me estoy refiriendo a la memoria como la útil
herramienta para preservar y utilizar el tesoro inapreciable de lo aprendido y
vivido.
El
estímulo/detonante principal para escribir esta crónica fue, sin dudas, la marcha A favor de la memoria, realizada el
pasado miércoles 21 de septiembre, Día Mundial del Alzheimer, en la villa de
San Antonio de los Baños, provincia de Artemisa, organizada por el Servicio Provincial de
Atención Integral Comunitaria a los Trastornos de la Memoria -SPAICTM- que
dirige nuestra amiga la Dra. Saily Sosa. Convocada por cuarto año consecutivo,
la marcha reunió a cientos de personas –pacientes, familiares, profesionales de
la salud, estudiantes, junto a la población de San Antonio– que recorrieron la
calle principal de la villa hasta el Parque del Humor, coreando el lema “A
favor de la memoria”, enfatizando la consigna de este Día Mundial del Alzheimer
en todo el planeta: “Recuérdame”.
La próxima
parada de este evento humano y humanitario fue el Museo del Humor de San
Antonio, que dirige Isel Chacón, donde artistas de la comunidad compartieron
con pacientes y familiares, recordándonos –entre texto y canción– la
importancia de colocar en un urgente primer plano los estudios y las acciones
relacionadas con ese mal del siglo XXI que incorpora un nuevo paciente cada 3
segundos en el planeta. Cifra creciente y preocupante, también en el pequeño
contexto de nuestro país, donde la incidencia del Alzheimer aumenta
geométricamente.
La alta
tasa de crecimiento de la enfermedad afecta gravemente zonas muy sensibles,
desde el punto de vista humano y, también, desde el punto de vista económico y
social. Por un lado está, por supuesto, la situación del paciente de Alzheimer,
que va perdiendo facultades cognitivas y de otra índole en un proceso que la
ciencia no ha logrado aún conocer totalmente a fondo ni, mucho menos, revertir.
Por otro, está la situación del familiar-cuidador, que según muchos médicos son
los verdaderos pacientes, ya que la persona enferma pierde la capacidad de
entender y conocer lo que está sucediendo. Sobre el familiar-cuidador cae todo
el peso de la situación, atentando, a su vez, contra su propia salud.
Por
último, se encuentra un elemento imprescindible de este entramado: la
afectación de los recursos humanos y económicos que el crecimiento estadístico
de la enfermedad produce. La atención a ese número de pacientes que aumenta
requiere de infraestructuras apropiadas y de recursos materiales para enfrentar
la situación.
Esos –y
otros– son los aspectos que desarrolla el Servicio de atención a los trastornos
de la memor que tiene su sede en San Antonio de los Baños. Y lo hace con una
organización y una entrega personal del tiempo y el entusiasmo de los
profesionales de la salud que lo convierten, a mi modo de ver, en un ejemplo
admirable y necesario de seguir por otros territorios e instancias del país,
para ir logrando, paso a paso, la comprensión de las instituciones, la
sociedad, la gente, sobre las consecuencias crecientemente negativas que el
desarrollo estadístico de la enfermedad impone al entramado social del país.
En ese
sentido hubiera sido justa y necesaria la difusión de esa marcha A favor de la memoria en nuestros
medios. No apareció una línea en el espectro noticioso del país.
Otro
estímulo para escribir esta crónica del
día a día sobre el tema que estoy conversando ahora con ustedes fue el
programa televisivo Mesa redonda dedicado
ayer viernes a las labores de la Cátedra del Adulto Mayor y a la necesidad de
prestar atención –y recursos– a los temas derivados del creciente
envejecimiento poblacional. Aunque no se mencionó el Alzheimer como un
importante acápite perteneciente de hecho a esa problemática, resulta necesario
destacar que se haya tocado ese tema de amplia resonancia nacional en un
espacio televisivo que cuenta con una audiencia muy grande. Y que –según me han
contado, porque no vi el programa– nuestra amiga Arleen Rodríguez Derivet, su
coordinadora, haya hecho una autocrítica a la propia Mesa… –y a otros medios de
comunicación– por la demora sostenida en la aparición de estos temas de tan
sensible e importante incidencia entre nosotros.
Me alegra
que se haya mencionado –y puesto en práctica– el término autocrítica, esa herramienta que parece estar en veda entre
nosotros y puede correr el riesgo de convertirse en una especie en proceso de
extinción. Y también me alegra que se hayan analizado importantes factores que
inciden en ese proceso de envejecimiento poblacional –la baja tasa de natalidad
y la alta cifra de esperanza de vida en el país–, aunque no se haya mencionado
–según me comentan los que vieron el programa– otro factor ampliamente
influyente en esa situación: el crecimiento acelerado, en estos últimos
tiempos, de la emigración cubana, sobre todo entre los jóvenes.
Aprovechando
la flexibilidad estilística del género crónica,
se me ocurre convertir en proposición el asunto del que venía conversando con
ustedes y decirle a Arleen, por esta vía comunicacional, que a mi modo de ver
sería muy útil incluir pronto entre las temáticas de la Mesa… el preocupante
asunto del Alzheimer, dando a conocer, precisamente, como ejemplo, el trabajo
del Servicio… que se desarrolla en San Antonio, donde son atendidas más de 600
personas –pacientes, familiares-cuidadores de esas villas y otros territorios–,
con una calidad profesional y una calidad humana verdaderamente dignas de
conocer, admirar… e imitar.
Conociendo
y admirando lo que se propone y va logrando este proyecto humanitario y humano,
hemos ofrecido, desde el Centro Pablo,
modestos apoyos logísticos a su desarrollo y seguimos siguiendo –también a
través de crónicas del día a día– en
la tarea común de sensibilizar a las instancias correspondientes y las gentes
de buena voluntad que se preocupan por temas como éste, de tanta incidencia
actual y futura en la vida de nuestro pueblo.