lunes, 29 de marzo de 2021

Meditaciones

(Fragmentos)


Marco Aurelio*


Libro III


7. Nunca estimes como útil para ti lo que un día te forzará a transgredir el pacto, a renunciar al pudor, a odiar a alguien, a mostrarte receloso, a maldecir, a fingir, a desear algo que precisa paredes y cortinas. Porque la persona que prefiere, ante todo, su propia razón, su divinidad y los ritos del culto debido a la excelencia de ésta, no representa tragedias, no gime, no precisará soledad ni tampoco aglomeraciones de gente. Lo que es más importante: vivirá sin perseguir ni huir [...].


9. Venera la facultad intelectiva. En ella radica todo, para que no se halle jamás en tu guía interior una opinión inconsecuente con la naturaleza y con la disposición del ser racional. Ésta, en efecto, garantiza la ausencia de precipitación, la familiaridad con los hombres y la conformidad con los dioses.


10. Deshecha, pues, todo lo demás y conserva sólo unos pocos preceptos. Y además recuerda que cada uno vive exclusivamente presente, el instante fugaz,. Lo restante o se ha vivido o es incierto; insignificante es, por tanto, la vida de cada uno, e insignificante también el rinconcillo de la tierra donde vive. Pequeña es asimismo la fama póstuma, incluso la más prolongada, y ésta se da a través de una sucesión de hombrecillos que muy pronto morirán, que ni siquiera se conocen a sí mismos, ni tampoco al que murió tiempo ha.


Libro VI


21. Si alguien puede refutarme y probar de modo concluyente que pienso o actúo incorrectamente, de buen grado cambiaré de proceder. Pues persigo la verdad, que no dañó nunca a nadie; en cambio, sí se daña el que persiste en su propio engaño e ignorancia.

 

27. ¡Cuan cruel es no permitir a los hombres que dirijan sus impulsos hacia lo que les parece apropiado y conveniente! Y lo cierto es que, de algún modo, no estás de acuerdo en que hagan eso, siempre que te enfadas por sus fallos. Porque se ven absolutamente arrastrados hacia lo que consideran apropiado para sí. “Pero no es así”. Por consiguiente, alecciónales y demuéstraselo, pero sin enfadarte.

 

30. ¡Cuidado! No te conviertas en un César, no te tiñas siquiera, porque suele ocurrir. mantente, por tanto, sencillo, bueno, puro, respetable, sin arrogancia, amigo de lo justo, piadoso, benévolo, afable, firme en el cumplimiento del deber. Lucha por conservarte tal cual la filosofía ha querido hacerte. Respeta a los dioses, ayuda a salvar a los hombres. Breve es la vida. El único fruto de la vida terrena es una piadosa disposición y actos útiles a la comunidad.


Libro XII


29. La salvación de la vida consiste en ver enteramente qué es cada cosa por sí misma, cuál es su materia y cuál es su causa. En practicar la justicia con toda el alma y en decir la verdad. ¿Qué queda entonces sino disfrutar de la vida, trabando una buena acción con otra, hasta el punto de no dejar entre ellas el mínimo intervalo?

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https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/marco_aurelio.htm

viernes, 26 de marzo de 2021

Piñeiro y la socialdemocracia

Por Aurelio Alonso

Conocí al Cmdte. Manuel Piñeiro en 1965, cuando Fidel era visita nocturna habitual en la Universidad de La Habana, y casi siempre le acompañaba. Algunas veces acudí a él en busca de orientación en temas que sabía de su dominio y siempre hallé la mejor disposición. Se creó desde entonces una relación basada en el respeto y la admiración que me merecía, la cual me mantuvo cercano él y a su equipo de trabajo sobre todo a partir de los setenta, tras la creación del Dpto. de América del Comité Central del PCC.

No son pocas las anécdotas que me vienen a la memoria, marcadas por su singular inteligencia, por la originalidad de su discurso, por sus reacciones siempre balanceadas, ajenas a atrincheramientos dogmáticos, su capacidad para escuchar y entender criterios de otros, y por la confianza que depositaba en sus compañeros. De espontánea sencillez, ajeno a cualquier signo de vanidad, no fijaba distancias artificiales ni era amigo de ceremonias. Además, siempre me pareció apreciar en Piñeiro una sintonía profunda con el pensamiento y el obrar de Fidel, que no percibía con la misma claridad en otros dirigentes (cuyo respeto y lealtad de ningún modo pongo en duda).

Por citar algo muy personal entre los momentos que ahora refrescan mis recuerdos, corría el verano de 1984 y llegaba yo de vacación a La Habana después de haber asumido tareas diplomáticas en Francia seis meses atrás. Le llamé y me citó para el día siguiente en su oficina en el CC. Ya había comenzado a atender algunos intereses de su Departamento, que mi embajador, conocedor de nuestras relaciones, me dio “carta blanca” para manejar. En aquella conversación recorrimos lo referente a la atención de figuras de izquierda latinoamericanas que residían en París, algunas de ellas perseguidas por los gobiernos de sus países de procedencia. Las relaciones diplomáticas de Cuba en la América Latina y el Caribe se limitaban todavía a nueve o diez Estados, aunque estaban en franco crecimiento a medida que  las dictaduras militares cedían a las presiones sociales.

Piñeiro me preguntó si había conocido al chileno Anselmo Sule. Era dirigente del Partido Socialista de Chile y, en aquel tiempo, vice-presidente de la Internacional Socialista. La única figura latinoamericana que había llegado a tan alto cargo en esa organización internacional, quien residía exiliado en Francia, perseguido por la dictadura de Pinochet. Mi respuesta era negativa, e imaginé que él quería que yo procurara ese contacto. Pero era al revés: llamó a Vidalina y le pidió comunicarle telefónicamente con el chileno en París. Conversaron amigablemente, bromeando entre ellos. Sule le recordó, reaccionando a una sugerencia tal vez demasiado radical del cubano, que no olvidara que él era un socialdemócrata, a lo que Piñeiro respondió sin vacilar:  “¡Y yo también soy socialdemócrata!”. Y ante la aparente sorpresa de su interlocutor, le recordó que el partido de Marx fue el Socialdemócrata Alemán, y que el de Lenin, también era Socialdemócrata Ruso. Rieron después y Piñeiro dejo ajustado mi contacto con él a mi regreso a París. En efecto, Sule me recibió enseguida, y tuvimos varios encuentros durante mi misión diplomática. Más interesantes para mí que los que sostenía con algunos dirigentes socialistas franceses que se interesaban en el escenario político latinoamericano.

Cuando terminó mi misión en Francia a finales de 1988 el Ministerio me propuso integrarme como profesor al ISRI, ya que me motivaba la idea de retornar al quehacer académico, del cual procedía. No lo hice porque en el primer encuentro que tuve con Piñeiro –totalmente incidental--  me preguntó qué iba a hacer ahora que estaba de vuelta, y le conté en detalle. Me dijo simplemente que si mi interés era volver a la vida académica él me quería en el Centro de Estudios sobre América. “Explícale a Pepe Viera” (entonces vice-ministro primero del Minrex) –me dijo– “que le estás muy agradecido, pero que vas a trabajar conmigo”. Y así sucedió, por supuesto. Entre Viera y yo había surgido una amistad que se ha mantenido.     

El prestigio político que alcanzó Piñeiro fue tal que, incluso después de su retiro del cargo que ostentaba en el CC, era una fuente obligada de consulta, tanto para los que pertenecían al sector de las relaciones exteriores, cualquiera que fuera el organismo en que trabajaran, como de figuras políticas latinoamericanas, que no desperdiciaban ocasión de visitarle en su casa  cuando viajaban a Cuba. Una tarde en que íbamos a encontrarnos me crucé en la sala de su casa con Luis Ignazio (Lula) da Silva, que salía de una larga conversación con él. Tras presentarnos, con adjetivos generosos para mí,  le preguntó a Lula si ya me conocía, y confieso que tuve que controlarme para no echarme a reír. Piñeiro no dudaba en enaltecer a quienes valoraba.

No querría dar punto final a estas líneas sin recordar que en 1996 una oportuna  intervención suya fue decisiva para destrabar el estancamiento que se produjo en la discusión de las críticas a los centros de estudios del PCC, y en especial al CEA. Aquella actuación de Piñeiro revela, a mi juicio, su inigualable capacidad para poner en juego las virtudes que reclaman las situaciones difíciles.

Variaciones sobre un viejo tema

A la memoria de Eduardo Castañeda


¿Dónde se es feliz que no haya un río

arrastrando piedras y señales?

¿Dónde hay un retrato que lleve puesta

la figura de toda la vida?

 

¿Dónde el suicidio queda inutilizado?

¿Dónde se ahogan todas las encrucijadas?

¿Dónde termina una canción inquisitoria?

¿Dónde hay amigos de los cuerpos, finalmente?

 

Venga el futuro,

venga la muerte en optimismo

para aquellos que yo sé que, como yo,

nacieron para navegar.

 

¿Qué cosa decir y hacernos buenos

cuando terminemos de soñarnos?

¿Con qué ortografía se escribe

la canción que abre las siete puertas?

 

¿Con cuál disparo correremos jardines,

llenos de humilde sensación de maravilla?

¿Con cuántas lámparas de aceite alumbraremos

el nacimiento de ese gran desconocido?

 

Venga el futuro

como el gran descubrimiento

de la ciudad que guarda sueños y habitantes.

 

Tendremos niños en los ojos

y, al percibir la vida,

tendremos sangre en las uñas.

Pues ¿cómo ser feliz

sin dejar una huella?


(1969)

 

miércoles, 24 de marzo de 2021

Mi hermano imprescindible

A un año de su partida

Por Ernesto Padrón

 

Mi hermano y yo tuvimos una hermosa niñez, porque nos tocaron unos padres amorosos e inteligentes, y con una paciencia a prueba de balas (se imaginarán porqué). Vivimos esa época primero en el central azucarero Carolina, y luego en la ciudad de Cárdenas. Esa mezcla de ambientes y personas, junto a la influencia de la familia y los amigos, indudablemente marcó nuestra manera de percibir la realidad y desarrolló nuestra imaginación.

La relación de nosotros como hermanos fue a veces tensa y siempre intensa. Tensa por la diferencia de temperamentos, e intensa por un cariño y una admiración recíproca, y por compartir los mismos gustos y sueños. Pasábamos horas de juego en juego con los amigos, pero también haciendo dibujos compartidos sobre una cartulina. Y digo “sobre” porque lo hacíamos en el piso, acostados encima de ella; y cada uno dibujaba la mitad de una escena planeada de antemano. Por lo regular indios contra vaqueros; soldados norteamericanos contra los nazis, o guerreros galácticos contra invasores extraterrestres. El problema era escoger qué bando y qué espacio le tocaba a cada uno. Pero si aparecía una disputa, por lo regular se resolvía con el “cara o escudo” de una moneda. Pasarse sin permiso, de la línea que delimitaba el espacio de cada bando, podía ser causa de broncas territoriales. Y a mi hermanito le encantaba provocarlas, con trazos inocentes, al descuído, de una bala o una flecha, hasta una simple nube, que él dibujaba en mi parte de la cartulina mientras yo no estaba mirando.

Mi hermano era extrovertido, burlón, fanático de las bromas, bravucón, aventurero, lector empedernido, y amante de las historietas, el cine y los dibujos animados. También tenía una memoria envidiable. Y yo, hermanito menor, introvertido y mal genioso, compartía todos sus gustos, pero también era el blanco predilecto para sus constantes bromas. Y era muy creativo al maquinarlas y ponerlas en práctica. No tienen ni idea. Ah, pero eso sí; si alguien se metía conmigo, me pegaba o se burlaba, era un león lo que le caía encima.

El compartir nuestro amor por el dibujo y el cine, nos llevó a realizar películas con una cámara Kodak de 8 milímetros. Junto a nuestro primo Jorge hicimos cortometrajes —los rollos duraban cinco minutos— y largometrajes, empatando dos y tres rollos de película. Recuerdo títulos como Domingo sangriento, El Capitán Rayo, Frente de guerra, Trucos only, y muchos otros. Mi hermano llegó a realizar un animado, cuadro a cuadro, con plumones de tinta permanente, dibujando en los diminutos fotogramas de una  de las películas de 8 milímetros. Muchos años después, viendo los animados de Norman McLaren, nos asombramos al ver que empleó la misma técnica, pero en fotogramas de 35 milímetros. Por desgracia la mayoría de estas películas que hicimos de niños se perdieron tontamente. No contaré cómo para no hacerlos sufrir.

Son muchas las historias que me vienen a la mente, y mucho el cariño acumulado. Creo que nunca dejamos de ser esos niños enchumbados de fantasías y aventuras, y nos acompañó esa infancia compartida en todo lo que hicimos posteriormente. Esa hermandad fue persistente aun en los desacuerdos, y ahí estuvimos uno para el otro para intercambiar ideas, consultarnos, criticar, querernos y vivir la vida con la misma avidez de esos hermosos años de nuestra niñez.   

………..

Mi hermano fue, sin dudas, el mejor humorista de nuestro país. Lo fue además en su obra tanto dirigida a los adultos como a los niños, lo cual es algo excepcional. Y Elpidio Valdés, una de sus más grandiosas creaciones, logró cautivar a ambos públicos, tanto por las ingeniosas ideas y la narrativas de las historias, como por ese humor tan sorpresivo y criollo.

No voy a repetir lo que tantas veces mi hermano contó sobre el origen y desarrollo del personaje. Lo que a mí siempre me fascinó fue ese afán suyo de investigar la historia de nuestras guerras de independencia, con el fin de lograr una fidelidad en los detalles visuales y literales de las historietas y películas de Elpidio. Tanto investigó que devino en un especialista del tema, sobre todo en la información visual de esa época, en cuanto a los uniformes, las armas, los grados, las costumbres y otros muchos detalles del ejército mambí y del ejército español. De ese riguroso estudio surgió El libro del mambí, del cual se prepara una segunda edición ampliada. Ya la verán.

Elpidio Valdés llegó a competir en Cuba, de tú a tú, con los personajes de Disney. Y varias generaciones crecieron arropadas por las increíbles y simpáticas aventuras de este héroe imaginario. Esas historias tenían el toque mágico que sólo mi hermano sabía dar a los diálogos de los personajes. Y son eternamente célebres frases dichas por los mambises o los españoles de sus películas. Seguro alguna le habrá venido a la mente. Ese increíble don de su talento como humorista ha sido irrepetible. 

Es cierto que las películas de Elpidio fueron las que lo hicieron popular. Pero las historietas también son joyas de narración, dibujo y humor. Mi hermano fue igualmente uno de los mejores historietistas de nuestro país. Y no sólo por su más famoso personaje, realizó excelentes obras con otros protagonistas, y escribió guiones para diferentes creadores. Sus trabajos en otros géneros, como el humor negro o costumbrista, son para chuparse los dedos y para realizar muchas investigaciones y ediciones de libros. A mi particularmente me fascinan las páginas de Tapok, historias de la prehistoria, por sólo poner un ejemplo. Si no las han disfrutado se las recomiendo.

Pienso que el mejor regalo para las nuevas generaciones será restaurar sus películas y reditar sus historietas y dibujos. Empezar por restaurar, antes de que el tiempo lo impida, los largometrajes de Elpidio Valdés y Vampiros en La Habana. Y estrenarlas restauradas con todo el bombo y platillo que merecen, como hacen los Estudios de otros países que tienen obras clásicas en su patrimonio. Son pocas las naciones que tienen ese privilegio, y nosotros tenemos la suerte de tener a Juan Padrón. 

………..

Yo recuerdo a mi hermano con un sentimiento de negación que me viene a ratos. Me parece que está para mí como lo estuvo siempre. Sobre todo cuando algo me emociona y pienso enseguida en cómo lo hubiera disfrutado. Y sueño con él a menudo. Y en alguno de esos sueños están también nuestros padres.

Me falta hasta discutir con él, y ponernos bravos, y después llamarnos para reconciliar. Me falta para consultarle mis creaciones y sentir que me admira por ellas. Yo gustaba estar orgulloso-envidioso de sus nuevas genialidades. Y me duele mucho que no pudo terminar sus recientes proyectos, los cuales con tanto entusiasmo compartió conmigo. No tener su jovialidad, sus ocurrencias, y esa mirada suya anticipando una broma, es todavía un enorme vacío. Y es una no pérdida que no quiero perder. 

Debemos conservar su memoria y reproducir su legado. Así lo mantendremos vivo en su obra, y podrá hacernos la broma, una y otra vez, de volver risueño cuando pensamos se había marchado para siempre.  

24 de marzo de 2021

lunes, 22 de marzo de 2021

Sobre el escrito de nuestro querido cantautor Silvio Rodríguez, recibido recientemente través de su notoria "Segunda Cita"

Por Julio Sergio Alcorta Fernández

En primer lugar, pienso que su contenido, en vez de hacernos reflexionar sobre tantos conflictos y dilemas, y algunos juicios que reprochan el funcionamiento actual de nuestro proceso, pareciera que se ha realizado, en el fondo, con cierta animadversión por algo que ha desalentado a nuestro compañero de siempre; y es por eso que al final de su escrito expresa:

·      “No hace mucho votamos una Constitución, que dice que somos un Estado Socialista de derecho; si un oscuro funcionario puede pisotear nuestro derecho ciudadano, estamos muy mal”.

Es por eso que considero que estos no son momentos para dar a luz una serie de criterios, que no porque sean reflejados por Silvio son completamente aceptables; y que SÍ dan pie a que los que no son muy amigos de nuestra Patria, lo adopten con excitación y arrebato febril, tratándose del criterio de un bien renombrado artista cubano que siempre ha sabido respaldar a nuestra Patria y su Gobierno, tan vilipendiados, acosados y criminalmente perseguidos.

Finaliza el compañero Silvio exponiendo: “Seamos mejores, la causa de Cuba lo necesita como nunca”.

Estimo que nuestro Gobierno actual,  ha dado suficientes pruebas de su dedicación con tal de ser mejores al convocar a:

·      “Trabajemos en el sentido de instalar la eficiencia y la cultura del detalle como prácticas de vida que favorezcan despojarnos de la inercia, la indolencia, las trabas, la burocracia, la falta de sensibilidad e inquietud revolucionarias, la chapucería, las demoras en las respuestas y la acción. Venciendo la inercia de los cansados y contagiando de entusiasmo a los comprometidos”.

·      (Discurso clausura Congreso Asoc. Nac. Economistas y Contadores de Cuba (ANEC). 14 de junio de 2019.

Por último, permítaseme incluir una reflexión del cro. Presidente, en el discurso pronunciado en la Clausura del V Periodo Ordinario de Sesiones de la IX Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, del 28 de octubre de 2020:

·      “No es una casualidad. Es una causalidad. Hay un componente que está en el ADN cubano, en la mezcla magnífica de etnia e historia de resiliencias contínuas, de la que emerge “esa dulce palabra: cubano”. Pero hay otro factor no menos importante que es la construcción consciente, por más de 60 años, de una obra más grande y fuerte que nosotros mismos, con un liderazgo auténtico, respetado y admirado en el mundo, más respetado y admirado mientras más ha resistido los golpes del adversario sin rendirse. Hablo por supuesto de Fidel, de Raúl de la Generación del Centenario, a la que nos honra seguir, con orgullosa entrega en la causa a la que ellos consagraron sus vidas”.

La Habana, 20 de marzo de 2021. “Año 63 de la Revolución”.

sábado, 20 de marzo de 2021

Seamos mejores

Pareciera que cada día que pase vamos a chocar más con nuestras contradicciones. ¿Es solo por “trabajo enemigo”? Desde que existe la humanidad, desde que existen las civilizaciones la idea de ser soberanos ha sido digna y justa; pero sostener esa idea al lado de un imperio ha sido más: ha sido temeraria. Por eso no podemos esperar tregua, mucho menos piedad de quienes desean borrar el precedente que significa nuestra existencia. Para esto necesitamos unidad, y para conseguir una unidad inquebrantable ante las fuerzas colosales que nos acosan y nos asfixian, nuestros principios tienen que ser asimismo sólidos, claros, inquebrantables.

 

Los enemigos de Cuba poseen infinitos recursos y saben aprovechar muy bien cualquier inconsistencia. Por eso no pocas veces nuestras debilidades nos hacen más daño que nuestros enemigos. Mientras insistamos en culpar a otros de nuestros defectos (sin negar que algunos fueron generados por agresiones y coyunturas anteriores), mientras no miremos de frente nuestras deficiencias será difícil erradicar algunas situaciones dañinas.

 

No hace mucho votamos una Constitución que dice que somos un Estado socialista de derecho. Si un oscuro funcionario puede pisotear nuestros derechos ciudadanos, estamos muy mal. Si el responsable de este mal no es un funcionario sino una forma, una costumbre de funcionar, hay que revisarla con urgencia, porque nuestra Ley de Leyes no puede decir una cosa y el Estado hacer otra. Si hay excepciones a la ley, tienen que estar muy claras y debemos ser capaces de explicarlas con coherencia, convicción y razón.

 

Hasta que no estemos dispuestos a reconocer que ciertas inconsecuencias éticas generan parte sensible de nuestros problemas, seguirán apareciendo situaciones indeseables, vergonzosas, amargas.

 

Ser mejores es nuestra única garantía de la necesaria victoria final. Seamos mejores; la causa de Cuba lo necesita como nunca.

martes, 16 de marzo de 2021

Por qué una Ley de Bienestar Animal es una norma de bien social

Por Zoila Portuondo Guerra


Algunas personas se preguntan por qué priorizar una ley de bienestar animal en Cuba frente a otros cuerpos jurídicos importantes esperando en la agenda. Otras consideran que el Decreto Ley de Bienestar Animal que acaba de aprobar el Consejo de Estado de la República de Cuba, es trascendente solo para animales y animalistas. Los que así piensan no conocen que la manera en que una sociedad trata a los animales marca y define otras áreas de su vida, desde el deporte y la cultura hasta la salud, la ética, el medio ambiente y la educación. Es probable que no conozcan que el maltrato a los animales está estrechamente vinculado con conductas antisociales y delictivas, y que es un ingrediente de lo que algunos países y ciudades con elevados índices de criminalidad han empezado a considerar y tratar como un problema de salud: la violencia. Y como problema de salud al fin, estos países y ciudades curan la violencia de la misma forma en que se enfrenta una epidemia: enseñando nuevas y más saludables normas de conducta, corrigiendo malos hábitos y reeducando, todo ello con el objeto de prevenir la diseminación del contagio y cortar el círculo interminable del crimen, lo que han conseguido con gran éxito. Han entendido que, como los virus, la violencia se propaga y contamina. Y genera más violencia.

 

El filósofo Arthur Schopenhauer escribió que “Quien es cruel con los animales no puede ser buena persona”. Y esta conclusión, a la que llegó hace 2 siglos gracias a la simple observación, resulta que tiene hoy un sólido fundamento científico. Ya nadie duda, a partir de las investigaciones realizadas en el campo de la psicología criminológica, que existe una relación evidente y mensurable entre la crueldad animal y las ulteriores conductas agresivas de los maltratadores. Y aunque no todos ellos se convertirán necesariamente en futuros homicidas, lo son potencialmente. El asesino serial Keith Jesperson Hunter, manifestó en un interrogatorio que “es la misma sensación si estrangulas a un animal o a una persona”, y que llega un momento en que “matar ya no significa nada”; por tanto, al igual que muchos otros, después de acabar con incontables vidas animales, fue por vidas humanas. 

 

Empieza a resultar obvio, entonces, que cualquier norma jurídica que se proponga frenar el abuso contra los animales, está coartando o reencaminando, al mismo tiempo, futuras conductas delictivas y homicidas, o, al menos, está poniendo en evidencia a los psicópatas y a los potenciales criminales, y alertando a las fuerzas del orden. En muchos países del mundo la violencia contra los animales es una bandera roja para la policía acerca de quiénes pueden ser los próximos violadores, maltratadores y asesinos en serie.

 

Si abordamos el caso del maltrato animal organizado bajo los engañosos rótulos de “tradición”, “deporte” o “cultura”, como el que promueve combates entre animales o entre animales y personas, espectáculos taurinos, carreras de caballos y de perros, pruebas de fuerza de equinos, carreras de patos y otras actividades por el estilo, veremos que atrae, como las flores a las abejas, a individuos de la más baja ralea, gente asociada a diferentes clases de vicios como el juego ilícito, el alcohol, las drogas y la prostitución. De ahí que cualquier ley encaminada a frenar el maltrato animal contribuirá a eliminar uno de los escenarios predilectos de esos males sociales. Y una vez más podemos preguntarnos: ¿quién gana verdaderamente en Cuba con el Decreto Ley de Bienestar Animal. ¿Solo los animales y los animalistas, o toda la sociedad?  

 

Hay estudios que demuestran que el 30% de los casos de maltrato animal son llevados a cabo por jóvenes, los cuales tienen 5 veces más probabilidades de convertirse en agresores familiares en el futuro. ¿Qué decir entonces de los niños acostumbrados a presenciar combates entre animales y otras escenas crueles desde la más tierna infancia? Se sabe que la violencia se hereda de abuelos a padres y a hijos. De modo que en ausencia de un decreto como este, que además de sancionar el abuso animal se propone desarrollar en las escuelas y a través de los medios de comunicación masiva —es lo que nos han informado— un amplio plan de educación en Bienestar Animal y otros temas afines, esos niños crecerían para hacerse adultos agresivos y desalmados, ineptos para fundar una familia sana e insertarse armoniosamente en la sociedad. Sin embargo, educarlos en el respeto y la empatía hacia todos los seres vivos, y en la compasión, podrá salvarlos del círculo de la violencia al que de otro modo estarían irremediablemente condenados.

 

La relación entre las conductas violentas y el maltrato animal está a tal punto demostrada científicamente que el Manual de Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Manual de Diagnóstico de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), incluyen la agresión hacia los animales como criterio de diagnóstico para el Trastorno Disocial de la Personalidad, el cual se caracteriza por un comportamiento disocial, agresivo y retador desde edades tempranas.

 

Por otro lado, todos, animales y personas —animalistas y no animalistas—, merecemos vivir en un ambiente sano y armónico, exento de abuso y crimen. Cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido al ruido como un contaminante del medio ambiente y como un factor perjudicial para la salud, tenemos que preguntarnos cuánto más contaminante y perjudicial para la salud y el medio ambiente no resulta la violencia. De modo que una ley cuyo propósito sea proscribir el maltrato animal estará contribuyendo no solo al bienestar de los animales sino también al bienestar humano y social, ya que estas categorías son inseparables. Y lo que no es poco: una ley de esta clase podría facilitar, eventualmente, la restauración —tan urgente como necesaria— de los valores morales y la civilidad.   

 

Como hemos visto —y a pesar de que ni remotamente hemos agotado el tema—, además de las bondades per se que entraña garantizar el bienestar de los animales, que son, como nosotros, criaturas sintientes con todo el derecho de vivir su vida en un medio tranquilo y sin maltratos, cualquier norma jurídica que se proponga contener la agresión y la violencia hacia ellos, beneficiará a toda la sociedad, especialmente a las nuevas generaciones. La violencia es —reiteramos— una enfermedad heredable y de fácil dispersión. Y una ley que le ponga freno estará contribuyendo a edificar una sociedad mejor.

 

 4 de marzo, 2021

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sábado, 13 de marzo de 2021

Sobre la ignorancia

Por José Adrián Vitier Rodríguez (de su fb)*

Tomaremos esta frase de Sócrates como axioma: “El origen de todos los males es la ignorancia”.

Si algo es el origen de todos los males, valdrá la pena examinarlo e intentar definirlo claramente. 

Llamaremos ignorancia a un estado mental que conduce a una desconexión, incomprensión o rechazo, frente al conocimiento y la cultura.

Cuando la falta de conocimientos procede de un acceso deficiente a los mismos, no estaremos hablando de ignorancia sino de desinformación. Hoy en día esto no parece ser un problema mayor que en otras épocas; incluso se dice que estamos en “la Era de la Información”.

Asimismo, cuando el déficit procede de una falta de exposición a esta o aquella rama del acervo cultural de la humanidad, no estaremos hablando de ignorancia sino de incultura.

Desinformación e incultura pasan por sinónimos de ignorancia, pero no son lo mismo que ella. Para empezar, resultan mucho más fáciles de remediar. Esto se debe a que su causa está muchísimo mejor localizada y comprendida. 

La desinformación y la incultura tienen, sin duda, consecuencias indeseables. Pero no son el origen de todos los males. Pues algo cuya causa está bien localizada y comprendida puede ser neutralizado mucho más fácilmente que algo cuya esencia no logramos precisar.

El analfabetismo de quien no tuvo maestro puede tener una solución puntual. Su consecuente incultura también puede reducirse gradualmente. Pero la impermeabilidad al tesoro viviente que puede hallarse, por ejemplo, en los libros, suele ser bastante más complejo de remediar. 

Las causas de esa impermeabilidad que llamamos ignorancia no son siempre iguales ni las mismas. Parecen variar, de grupo en grupo, de individuo en individuo. Y, por ello, la experiencia pedagógica indica que modificar ese estado mental requiere de enfoques personalizados.

Cuando un esquema de enseñanza no contempla la personalización, y pretende uniformar el acceso al conocimiento y la cultura, está abocado a generar indiferencia, incomprensión y rechazo, tanto en los alumnos como en los profesores. En otras palabras, un esquema de enseñanza despersonalizado, puede combatir la desinformación y la incultura, y al mismo tiempo promover involuntariamente la ignorancia.

También puede decirse que los medios masivos de comunicación promueven la ignorancia de diversas maneras. Por ejemplo, a menudo nos insensibilizan o predisponen contra aquello que divulgan (ya sea una verdad, o una mentira o una verdad a medias), por virtud de ese mismo efecto de saturación que los buenos profesores procuran evitar personalizando su desempeño en las aulas. 

Es un círculo vicioso. Aquello con lo que no logramos conectar, rápidamente nos satura. Y con aquello que nos satura, difícilmente lograremos conectar. Bajo esas condiciones, el pleno acceso al conocimiento y la cultura en muchos casos fortalece la ofuscación que caracteriza a la ignorancia.

Para resumir: tal como se viene implementando en la enseñanza y en los medios de comunicación, la masividad pareciera colaborar con el origen de todos los males. Como no se puede renunciar a la masividad, esta debe ser replanteada para que no conspire contra el Ideal. Descentralización y personalización deberían ser las palabras de orden. 

Iba a poner “diversidad” en vez de “descentralización”, por ser una palabra más sencilla, pero me pareció que la diversidad en los centros de enseñanza y los medios de comunicación acaso no sea suficiente garantía de autenticidad, de espontaneidad, de humanidad. Al final el concepto de “personalización” creo que los engloba a ambos. 

Quisiera ilustrar esta reflexión general con una pequeña anécdota sobre un hecho bien conocido: cómo el apetito del conocimiento, embotado por los efectos de la monotonía y la saturación, puede ser excitado mediante el sencillo método de la ocultación poética. O, como dijera Martí, “con la fuerza mayor de lo indirecto”.

En Lalenin los estudiantes teníamos que ocuparnos rotativamente de cosas como limpiar la escuela, atender el comedor, trabajar en el campo. Y una de estas tareas rotativas era actualizar el “mural” del aula. 

Cuando esta misión recayó sobre mí, fui consciente por primera vez de que ni yo ni ninguno de mis compañeros miraba jamás aquel gran trozo de cartón rígido donde se pegaban informaciones como efemérides, monografías, fragmentos de algún discurso, pensamientos, y alguna que otra imagen. Tuve la idea de que la falta de interés que suscitaba el mural se debía a dos razones: era invariablemente feo, y todo en él estaba a la vista. Decidido a corregir esto, me di a la tarea de pintar un dragón rojo de tres cabezas que ocupara la totalidad del espacio del mural. Esto lo hice, durante dos fines de semana, con la ayuda de un amigo de otro grupo que era un talentosísimo dibujante. Pequeños, en primer plano, había una pareja de estudiantes con el uniforme de la escuela. Tomados de la mano, aparecían de espaldas, mirando hacia el gigantesco dragón. 

Aquel dibujo tenía el tamaño exacto del mural, o sea, era bien grande. Las noticias, efemérides, y demás, estaban pegadas en cartoncitos y ocultas en pequeñas ranuras disimuladas estratégicamente en distintos puntos del dibujo. 

Me atrevo a suponer que fue la primera vez en aquel curso, y tal vez en la historia de Lalenin, que la totalidad los miembros de un grupo (el Grupo de Física de la Unidad 2, 1988-1991) buscaron con avidez cada resquicio de información en el mural de su aula.

Naturalmente, tuve que responder ante las autoridades por aquel dragón y su irrupción en el ámbito docente. Pero digamos que, incluso en mi confusa adolescencia, estaba mejor preparado que ellos para discutir sobre el simbolismo de esta criatura, y, ahora veo que por cansancio, prefirieron dejarlo estar y simplemente esperar a que pasara la semana. La semana pasó, y las monografías y efemérides cambiaron, pero el dragón se quedó allí mucho más tiempo, ya que nadie quería quitarlo. Finalmente, no recuerdo al cabo de qué tiempo, lo quité y me lo llevé para la casa.

Al recordar esta anécdota me he puesto a pensar de cuántas formas diferentes podría reproducirse, a mayor escala, aquel diminuto triunfo pedagógico.

Si la frase de Sócrates es cierta, en la lucha contra la ignorancia no puede bastar la pureza de las intenciones, aunque esta también haga falta. Más nos vale llevar un dragón.

https://www.facebook.com/joseadrian.vitier

miércoles, 10 de marzo de 2021

Un instante de Manuel Piñeiro

A Ilia y a Juan

A Camila

 

En tiempos del Plan Cóndor yo estaba bastante informado de lo que acontecía en América Latina porque –primero como activo de Casa de las Américas y después como trabajador del ICAIC– me vinculé a intelectuales y artistas latinoamericanos que, además de reflejar en sus obras las angustias, esperanzas y luchas que vivían, eran combatientes revolucionarios. La cultura insurreccional de aquellos tiempos estaba ligada con mucha naturalidad al Departamento América que dirigía Manuel Piñeiro y que realizaba encuentros informativos, exhibiciones de cortos que no se veían en los cines y actividades culturales de diferente índole.

 

Como es sabido, el Plan Cóndor perseguía, torturaba y desaparecía a quienes enfrentaban a los regímenes militares apuntalados por Washington; por eso ciertas familias confiaron sus hijos a Cuba. Para ellos era la única forma de poner a salvo su descendencia y poderse dedicar a la lucha de liberación. 

 

Los de edades adolescentes solían incorporarse a los planes de estudio nacionales. La escuela “Solidaridad con Chile”, en la calle 30 de Miramar, fue uno de los planteles que acogió a jovencitos no sólo chilenos sino también de otros países. Lo viví de cerca porque mi hija Violeta estudió allí. 

 

También llegaron niños más pequeños, que aún no estaban en edad escolar; para ellos se crearon círculos infantiles. Había uno cerca de la 5ta. Avenida (no recuerdo si en 12 o en 14), por el que yo pasaba a veces, invitado por sus cuidadores.

 

Todos estos vínculos me fueron creando una familiaridad con la comunidad latinoamericana. Incluso llegué a tener confianza con muchachos más mayorcitos, vinculados a actividades libertarias. Hablábamos de todo. Medio en broma y medio en serio llegamos a pensar en infiltraciones clandestinas para hacer actividades culturales a los revolucionarios que luchaban en sus países. Nunca llegamos a concretar nada; eran fantasías, sueños solidarios; acaso la necesidad de responder a cierta frustración que, viendo los riesgos que asumían aquellos jóvenes, podía sentir un cubano.

 

Por entonces coincidí en una actividad con el comandante Piñeiro, que era un hombre de una calidez humana muy especial. En aquella ocasión, antes de marcharse, vino hasta mi sonriendo y, mirándome por encima de los espejuelos, me dijo en voz baja: “No vayas a pensar que desconozco lo que quieres hacer.”

 

Fue como un corrientazo. Quizá por eso es la frase más o menos exacta que recuerdo. El resto fue algo así como: “Créeme que eso sería muy delicado y complejo, y por supuesto extremadamente peligroso. Yo creo que es mejor que les grabes un casete".

 

Por alguna razón, durante un tiempo, no volví a tener noticias de aquellos jóvenes latinoamericanos con quienes jugaba a conspirar. Más adelante me enteré de que habían combatido duro en el frente sur y entrado victoriosos a Managua, con la triunfante Revolución Sandinista.

viernes, 5 de marzo de 2021

La consagración del dólar*

Por Juan M Ferran Oliva

Como es sabido, hasta diciembre 31 del año 2020 la contabilidad en las empresas asumió la igualdad del humilde peso cubano con el dólar norteamericano. A partir de enero primero se estableció una tasa de 24 pesos por un dólar norteamericano.  Este último ha sufrido una enorme depreciación, pero continúa siendo un referente indiscutido. ¿Hasta cuando? No lo sé. Algún día ha de acabar, pero todavía no le llegó la hora.

De momento se producirán grandes cambios en las empresas del país. Los costos de producción aumentarán y ello se reflejará en los precios que finalmente afectan al ciudadano de a pie. La media es indispensable. Con la falaz igualdad monetaria, resultan inútiles los análisis de gestión y de factibilidad. Muchas producciones malas parecen buenas y viceversa. En definitiva, la unificación va encaminada –entre otros propósitos– a ponernos a tono. Durante años vivimos encerrados en una campana de cristal con precios y salarios inmóviles mientras en la economía rectora mundial se producían cambios significativos.  El Partido-Gobierno se esfuerza en no apelar a las terapias de choque que impondrían un régimen neoliberal, pero de cualquier modo se sufrirán algunos cambios traumáticos. Es el precio que debemos pagar por ponernos al día. 

El dólar ha perdido sus valores prístinos, pero continúa con su papel de referente monetario universal. Hasta la Primera Guerra Mundial rigió el patrón oro. En el interregno respecto a 1929 fue revivido con modificaciones. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial se impuso el dólar norteamericano en Bretton Woods, complejo hotelero norteamericano donde se realizó la trascendente conferencia homónima en junio de 1944. En ella los países más industrializados establecieron las pautas de sus relaciones financieras.  Estados Unidos se había fortalecido enormemente a raíz de la Segunda Guerra Mundial en la que no sufrió destrucción en su territorio continental. Entonces concentraba el 50% del PIB mundial con menos del 7% de la población. Poseía, además, la más potente industria y el 80% de las reservas mundiales de oro. Era el gran acreedor y no deseaba disipar su superávit comercial.

En la reunión fueron creados el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. El primero reúne a 188 países de los 193 que integran la Organización de las Naciones Unidas. Cuba no pertenece a estas estructuras. Participaron 44 naciones, entre ellas un Reino Unido vulnerable y deudor. Se produjo un debate entre el célebre JohnMaynard Keynes y Harry Dexter White, director del United States Department of the Treasury.  El campeón inglés proponía la creación de un banco internacional de emisión y una moneda igualmente universal. Las respuestas de Mr. White fueron implacables.

¿Para que crear una nueva moneda si tenemos el dólar? 

El sistema aprobado dio estabilidad a transacciones comerciales. El dólar norteamericano debía mantener un precio estable de US$ 35 por onza de oro.  Sería el patrón del resto de los países para tasar sus monedas. El periodo e 1944 - 1971 brindó 30 maravillosos años a Estados Unidos. El encanto comenzó a mostrar debilidades después de 1969.   El dólar era convertible en oro a través de una tasa fija. Las aventuras bélicas estadounidenses lo devaluaron. En 1971 suspendió unilateralmente su convertibilidad ante la amenaza de vaciar las reservas auríferas. 

Los países europeos, ya restablecidos, comenzaron a redimir los dólares sobrevalorados. Francia y Gran Bretaña demandaron a Estados Unidos la conversión de sus reservas en dólares y pusieron en jaque a Fort Knox. Richard Nixon, presidente de turno, canceló unilateralmente la convertibilidad del dólar y lo devaluó. Las exportaciones norteamericanas se vieron favorecidas. Un arancel temporal a las importaciones de otros países fue otra medida proteccionista formulada como respuesta por dicha administración. En 1973 se devaluó de nuevo hasta que finalmente terminó su convertibilidad. 

La economía mundial comenzó a regirse por tipos de cambio fluctuantes que se impusieron. Se manejó la desmonetización del oro para pasar a un patrón fiduciario. En 1978 se adoptaron cambios flexibles.

La moneda norteamericana inició una caída profunda. A inicios de noviembre de 2016 dicho metal se cotizaba en algo más de $1.200 la onza. Es decir, unas 35 veces más que lo estipulado en Bretton Woods.

En la actualidad otras divisas fuertes acompañan al dólar. En base a ellas se tasan las demás monedas a mano, pero sin violar los marcos de la flotación. Todo se desenvuelve en medio de un obligado clima de confianza. 

Desde 1976 el dinero se basa en la creencia de que una moneda dada será aceptada como medio de transacción por los demás. Las divisas sirven de patrones sin que deban mantener su convertibilidad. Del entarimado resultante surge la estructura monetaria internacional. 

Las autoridades monetarias intervienen en los mercados de divisas para suavizar las fluctuaciones de corto plazo y de este modo mantener los niveles de precios. Tratan de evitar la hiperinflación que destruye la confianza en una moneda determinada.

Las tasas de cambio expresan la relación entre distintas monedas. 

Y en eso llegó la moneda digital. Cuenta con fanáticos y con detractores. En otro SINE DIE quizás hable de ello. De momento no tengo criterio, pero me llama la atención el ataque de los bancos. Quizás no sean tan malos el bitcoin y sus similares.

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SINE DIE 2021, Segunda Serie # 13, Marzo 5 de 2021

miércoles, 3 de marzo de 2021

Epigenética*: la huella de la experiencia en nuestro ADN

Por Inmaculada León Santana y María José Rodrigo López

Universidad de La Laguna, Sta Cruz, Tenerife

  

Aquella idea de Lamarck de que los cuellos de las jirafas eran tan largos debido al esfuerzo acumulado durante generaciones para coger las hojas fuera de su alcance, aunque sugerente, fue objetada por Darwin primero y por la genética moderna después. Los aprendizajes de una vida no dejaban marcas en el ADN que permitieran su traslación a la generación siguiente.  

 

Sin embargo, algunos resultados de investigación de las últimas décadas, que habrían sorprendido a Darwin, tampoco nos dejan indiferentes al resto. Estos estudios indican que los traumas o miedos tienen impacto, no sólo en quien los sufre, sino que pueden ser legados a las generaciones siguientes. Los hijos y nietos de ratones a los que se enseñó a temer a un olor mostraron al nacer ese mismo miedo. También los estilos de vida,  antes de ser padres o madres, parecen tener su efecto en la descendencia. Ratas a las que se sometió a una fuerte restricción alimentaria desarrollaron trastornos metabólicos para el resto de sus vidas, trastornos que se evidenciaron luego en sus descendientes. En algunas poblaciones humanas, los problemas de obesidad o diabetes, sin hábitos de vida o variantes genéticas que lo justifiquen, han encontrado su explicación en las hambrunas sufridas por sus padres o por sus abuelos. Estamos hablando de cambios epigenéticos.

 

Desde esta perspectiva epigenética se puede explicar cómo algunas experiencias vividas se pueden grabar en nuestro ADN, dejando sentir sus consecuencias a largo plazo —incluso en las generaciones siguientes—. Los cambios epigenéticos afectan, no a los genes mismos sino a los factores que determinan si un gen se expresa o no, según las circunstancias del entorno. Pero es que, además, estos cambios no se producen  por azar como postularía la teoría darwiniana, sino como resultado de la adaptación a las condiciones del medio. Las implicaciones de este mecanismo sitúan a la epigenética transgeneracional a la vanguardia de la investigación biológica. 

 

El mecanismo epigenético más estudiado es la metilación. Esta consiste en la adición de un grupo metilo (-CH3) a una de las bases que conforman los genes, la citosina; como resultado de esta modificación estructural, el gen no se expresa. Se ha comprobado que la falta de lametazos y cuidados maternales a los ratoncitos recién nacidos sirve de señal para que se produzca la metilación de un gen comprometido en la regulación del estrés. Se trata de una adaptación que le sirve para estar alerta y ser más precavido, lo que a falta de una madre protectora le hace más capaz de cuidar de sí mismo. El contexto les está preparando su ADN para la vida que le espera…  Sin embargo, como resultado, los ratoncitos se vuelven inseguros, ansiosos y menos capaces de salir de un laberinto, el equivalente de un test de inteligencia en un ser humano. 

 

Una metilación similar opera en los niños maltratados, en las víctimas de abusos sexuales, traumatizados de guerra o en los supervivientes del holocausto nazi. La metilación de determinados genes resulta ser un marcador potencial de la exposición a la adversidad y, por ende, de una programación a largo plazo de salud o enfermedad. Su transmisión lo convierte en otro factor que contribuye al ciclo del maltrato o de la enfermedad mental que se ve en muchas familias.

 

En investigaciones realizadas con supervivientes del holocausto nazi se encontró que los sus hijos de también solicitaban acudir a terapia, aquejados de síntomas similares a los de sus padres. Durante mucho tiempo, los investigadores atribuyeron este hecho a la forma en que sus padres pudieron tratarlos, o al hecho de haber estado expuestos durante toda su vida a los relatos dramáticos de las experiencias de sus progenitores. La epigenética intergeneracional ha venido a dar una nueva perspectiva a la explicación de lo observado.

 

Queda, sin embargo, mucho por conocer todavía. Mientras que las modificaciones epigenéticas por efecto del estrés han sido sobradamente probadas en humanos, su transmisión —aún cuando todos los resultados apuntan en esa dirección— sólo ha tenido demostraciones incontestables en animales de laboratorio. Sucesos como los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York, muy localizados temporalmente, están sirviendo para probar algunas hipótesis sobre los mecanismos epigenéticos en humanos, al poder disponer de datos de madres embarazadas, antes y después del atentado, y de sus hijos y nietos al nacer. 

 

Una cuestión, inquietante por cierto, que lo anterior sugiere inmediatamente, es hasta qué punto los cambios en el ADN, generados por un entorno adverso, son reversibles. En un grupo de hombres con obesidad mórbida, sometidos a una operación bariátrica, se observaron cambios en los patrones de metilación del ADN de su semen tras perder peso por la cirugía, lo que no sólo nos lleva a pensar en una disminución del riesgo asociado a la obesidad en esos adultos, sino que ésta disminución se trasladará también a su descendencia. También se ha conseguido revertir las marcas epigenéticas en crías de ratones consecuencia del cuidado parental inadecuado, después de ser trasladados a nidos de madres cuidadosas o de la aplicación de técnicas moleculares de desmetilación. De hecho, los hallazgos en este campo están cambiando muchos planteamientos en medicina. Una de estas líneas de trabajo tiene como objetivo descubrir pautas anómalas de expresión o inhibición en los genes causantes del cáncer y otras enfermedades para, a partir de ahí, diseñar tratamientos que puedan revertir los cambios epigenéticos. 


Algunos estudios han puesto de manifiesto que mejoras en la conducta, como resultado de la terapia psicológica (por ejemplo, en los trastornos límites de la personalidad o en la ansiedad) correlacionan con cambios en los patrones de metilación de algunos genes. Quizás, en un tiempo no muy lejano, la psicología podrá beneficiarse de estos hallazgos y plantear métodos de intervención sobre la conducta, las alteraciones mentales o los traumas, basados en tratamientos a nivel molecular, por la vía de borrar las marcas indeseables en el ADN. En el Instituto Universitario de Neurociencia de la ULL, el grupo de investigación Neurociencia Afectiva y del Desarrollo coordinado por las autoras, trabaja sobre los cambios epigenéticos asociados a la parentalidad disfuncional y sobre las posibles vías de reversión de estos cambios.

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*Epigenética: Parte de la biología que estudia los factores no genéticos que existen en el desarrollo del embrión.

A la definición general anterior, encontrada por mí en un diccionario, agrega la Dra. Inmaculada León: 

En el contexto en el que hablamos, creo que es más claro decir que "la epigenética comprende aquellos mecanismos que, sin alterar la secuencia de nuestro ADN, permiten o impiden el que un gen se exprese según determinadas condiciones del ambiente". Ello favorece una mejor adaptación de los organismos al entorno, alterando en muchos casos el destino marcado por nuestros genes.
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Gran fotógrafo y gran persona