Por Humberto Pérez
Al artículo de marras lo reproduzco más abajo con algunos subrayados
míos.
Creo que ante esta información hay que recordar lo que nos dijo Marx
en alguna ocasión: ¨si la esencia y la apariencia de las cosas coincidieran no
haría falta la ciencia¨.
Me veo llevado a retrotraerme a la época en que, como profesor joven
de ¨El Capital¨, explicaba la naturaleza y el funcionamiento del Capital
Comercial tratado en el Tercer Tomo de dicha obra.
En primer lugar, haría falta disponer de una información que no está
en el artículo, no se obtiene a través de las publicaciones estadísticas
cubanas y no sé si algún investigador y estudioso pudiera tenerlas, por lo
menos en parte.
1–¿Cuál es el número total de compradores cubanos que realizan estas
compras en países extranjeros para vender en Cuba los productos adquiridos?
2–¿Cuántas veces, como promedio al año, un mismo comprador realiza
estos viajes comerciales y compra fuera y vende dentro, es decir, cuántas
operaciones completas de este tipo realiza como promedio anual?
3–¿Cuál es el valor promedio anual por comprador?
4–¿Cuál es el valor promedio por compra que se produce en este
comercio?
5- Por lo que se entiende de lo informado los 600 millones de USD
de gastos anuales de que se habla incluyen lo que se paga por
las mercancías (costo o precio mercantil), pero además los costos del viaje,
hospedaje, transportaciones, re-envases y embalajes, fletes aéreos o marítimos,
comisiones u otro tipo de pagos a personal vinculado en los países extranjeros,
etc. ¿Es así?
Estos datos resultan necesarios para determinar la rotación media
anual del dinero o capital invertido y por lo tanto el monto real de este
capital que debe ser lógicamente una cifra bastante menor a los 600 millones de
USD de que se habla.
Por ejemplo, si hipotéticamente, se tratara de un solo comerciante que
hiciera una compra a comienzos de año y otra a finales de año o comienzos del
siguiente, es decir una sola operación en el año, necesitaría disponer
efectivamente de 600 millones de capital para recorrer el ciclo completo de
comercio anual, que sería un solo ciclo: compra una vez, trae lo comprado, se
pasa el resto del año vendiéndolo en Cuba, recupera lo invertido y
obtiene además una ganancia dada, y vuelve al final con los mismos 600
millones a realizar la compra del siguiente año y así sucesivamente.
Pero si ese mismo comerciante paga en el extranjero los mismos 600
millones totales en el año, pero lo hace cuatrimestralmente por partes iguales,
es decir en 3 ocasiones en el año, para desarrollar su negocio necesitaría solo
un capital comercial de 200 millones a los que hace rotar 3 veces en el año. Si
lo hiciera cada dos meses, haría rotar su capital 6 veces y solo necesitaría
desembolsar en cada ocasión 100 millones de USD y (supuestamente de los
bancos del país) solo extraería los 100 millones que invirtió en la primera
vez, pues las siguientes veces se trataría de los mismos 100 millones que
salen, entran, se recuperan, vuelven a salir, vuelven a entrar, etc.
Se pudiera razonar que, en definitiva, bajo una u otra hipótesis, del
país salieron los 600 millones de USD en el año, lo que solo sería cierto en
apariencia.
Y es que el capital comercial o mercantil se manifiesta y existe, a
través de cada ciclo recorrido económicamente en la circulación, en dos formas
materiales distintas: comienza en forma de dinero (capital dinero), pero cuando
el comerciante adquiere las mercancías que después va a vender, ese capital se
transfigura y regresa a Cuba revistiendo la forma material de productos o
mercancías (capital mercantil). Este comerciante en este momento ha retornado
al país el mismo valor en divisas que sacó, pero en la forma material de
productos. Su capital ha recorrido la fase D-M, que comenzó afuera pero que
termina dentro del país, al entrar a este y quedar dispuesto para su venta.
Después viene la fase de vender a los clientes (consumidores) cubanos
la mercancía traída para que su capital recorra la fase final del ciclo, la
fase M-D´, y se convierta de nuevo en dinero incrementado que contiene la
recuperación de lo invertido en el costo o precio de las mercancías y en los
demás gastos de transportación y comerciales en que haya incurrido, más una
ganancia mayor o menor que es de la que se apropia el comerciante. Esta fase
ocurre también dentro del país.
¿A manos de quiénes van a parar las mercancías traídas por el
comerciante? A manos de otros cubanos que como consumidores las adquieren y con
ellas satisfacen diversas necesidades. Es decir, el dinero que salió
inicialmente (supuestamente de los bancos) del país continua
después todo el tiempo dentro de este: primero en forma de mercancías aún en
manos del comerciante y por último en forma de bienes de consumo en manos de
los consumidores.
¿De qué fuentes sale el dinero con que los consumidores cubanos le han
comprado las mercancías a este comerciante? Puede ser que haya salido de un
salario o una pensión, pero lo más frecuente y probable es que las hayan
comprado con CUC o con CUP que hayan salido de las CADECAS cambiados por nuevas
divisas que el país ingresa de los receptores de las mismas, procedentes
de remesas, turistas y otros residentes que tengan otros tipos de ingresos en
divisas. Puede que en casos la compra se haya ejecutado informalmente y ¨por la
izquierda¨ directamente en alguna divisa extranjera sin que haya pasado por las
finanzas del país y con frecuencia estos comerciantes no cambian en los bancos
los CUC y CUP procedentes de las ventas realizada, sino que lo hacen también ¨por
la izquierda¨ por los receptores de divisas en dólares, que prefieren hacerlo
por esta vía para eludir en parte la multa a que está sometida la divisa
norteamericana en las CADECAS. Estas divisas en que convierte el comerciante
sus ingresos, no solo son en su mayor parte la recuperación del capital
inicialmente invertido, sino que además se trata de divisas que no han entrado
en ningún momento en las arcas del Estado y son por tanto divisas frescas.
Adicionalmente el comerciante debe haber pagado derechos de aduana e
impuestos que representa ingresos para el país, aunque sabemos que esto se
burla muchas veces y que por estas vías se recibe menos de lo que se debía
según lo legislado. No obstante, hay que tener en cuenta que cuando incluso el
comerciante paga sobornos, económicamente hablando, está entregando esas
divisas a manos de algún otro cubano que reside en el país y esa divisa, aunque
derivada de un acto ilegal y de corrupción, se queda dentro del país, aunque no
en las arcas del Estado.
Lo fundamental es entender que, aunque supuestamente, el
capital inicialmente invertido por el comerciante para comenzar el primer ciclo
de rotación haya salido de un banco cubano, ya las siguientes inversiones para
comenzar los nuevos ciclos salen del dinero recuperado de la primera inversión
o de fuentes de divisas frescas y no es una nueva salida de divisas de las
arcas del país.
He subrayado la palabra supuestamente en varias
oportunidades en que he dado por sentado que el dinero salió necesariamente de
las divisas que el país tiene en sus cuentas. Porque me inclino a pensar que la
mayoría de los capitales originarios o iniciales de las actividades comerciales
realizadas por cubanos a las que se refiere el artículo (y no solo en el caso
de los EE.UU.) han salido de remesas en dinero o especie de familiares o amigos
cubanos en el exterior que, a veces, además, son los verdaderos dueños de los
negocios usando a los cubanos residentes en Cuba como sus testaferros. O han
salido como una reinversión de algunos dueños de paladares o similares. O han
salido de los ahorros de cooperantes cubanos en el extranjero, de los ingresos
de artistas: músicos, pintores, etc., que tienen suficientes ingresos en
divisas. Es difícil pensar que un cubano cuyos ingresos sean solo procedentes
de sus salarios o pensiones o de los magros ingresos que tiene la mayoría de
los auténticos cuentapropistas (no de los eufemísticamente llamados así pero
que en la realidad son dueños de MIPYMES), puedan haber comprado divisas en un
banco para iniciar una actividad comercial como las comentadas.
Tengo la presunción de que la actividad comercial comentada ha
representado más que una fuga una entrada neta de divisas y de capital fresco
al país, además de resolver necesidades que las entidades del Estado no han
logrado resolver. Deben haber resultado más que una sangría una transfusión.
Y tengo la impresión de que la no compresión de la esencia económica
de esta actividad y el haberse guiado solo por sus apariencias es lo que llevo
hace unos pocos años a los organismos decisores, a retirar licencias ( unas 20
000 si mal no recuerdo) que se habían concedido para ejecutar comercio
minorista por cuenta propia, afectando innecesariamente a los que ya estaban
empleados en dicha actividad y a la población consumidora que se vio privada de
acceder a bienes e insumos que desaparecieron del mercado o se mantuvieron
clandestinamente, que es lo que principalmente ha ocurrido.
Considero que de lo que se trata es de autorizar estas actividades
comerciales y regularlas y controlarlas debidamente e incluso ofrecer la
oportunidad de que se creen asociaciones entre el sector privado y el sector
estatal cooperativo que faciliten la entrada de capital fresco para financiar
la mejora que el consumo de los artículos implicados en este comercio está
reclamando la población.
Espero no haberlos abrumado demasiado con esta explicación y
argumentación y no haber resultado demasiado petulante, sobre todo ante el
autor del artículo.
Además, puede que algunos o muchos no estén de acuerdo con mis
razonamientos.
Por lo que no haya logrado o motive desagrado, pido disculpas.
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Los millones que vuelan con los cubanos
Fernando Ravsberg, enero 18, 2018
Un periódico español informa que decenas de miles de cubanos viajan
cada año a Guyana para “importar” productos por valor de U$D 145 millones. El
tráfico es tal que una aerolínea caribeña decidió establecer una ruta entre los
dos países.
Es difícil confirmar la exactitud de esta cifra pero el presidente de
Fly Jamaica, Ronald Reece, nos da una pista al afirmar que inician los vuelos
porque “hay muchos cubanos que vienen a comprar aquí. Guyana
es uno de los pocos lugares que pueden hacerlo sin una visa”.
El dinero que estos “importadores” gastan en Guyana no son pesos
convertibles y mucho menos pesos cubanos. Para comprar en aquel país
se necesita llegar con moneda dura, son dólares o euros que salen, de una u
otra forma, de la economía nacional.
Otro tanto ocurre con Rusia, donde la afluencia de compradores de la
isla es tal que en algunos mercados hay carteles en español dirigidos
específicamente a los cubanos. Existe además una red de hostales
para hospedarse y otra de transporte hacia los mercados.
Las aerolíneas mexicanas han intentado limitar, sin mucho éxito,
la cantidad de bultos y el peso de estos. Finalmente se
establecen dos colas una para los que vienen con una maleta y la otra para los
que traen aires acondicionados, televisores o piezas automotrices.
En las calles de la zona franca de Panamá, se escucha constantemente
el acento de la isla y en las tiendas más importantes los cubanos
tienen personal exclusivamente dedicado a ellos, vendedores que
conocen a la perfección las reglas de la aduana de Cuba.
Las empresas encargadas de enviar contenedores desde Panamá a la isla
tienen grandes espacios con balanzas, para que los cubanos re-envasen
lo que compraron hasta alcanzar decenas de paquetes con el peso máximo tolerado para
no pagar impuestos al entrar a su país.
Hace un par de años ya, el gerente de la zona franca de Colón en
Panamá, Manuel Grimaldo, revelaba un dato sorprendente: “Ese mercado
cubano de a pie que viene a Panamá representa actualmente unos
US$100 millones solo en compras dentro de la Zona”.
También a Haití viajan desde Cuba miles de personas en busca de
mercancías y allí son esperados por los mercaderes con los brazos abiertos.
Crearon incluso hostales para los compradores cubanos, donde el hospedaje
diario con desayuno cuesta apenas U$D 10.
Entre Panamá y Guyana los cubanos se gastan unos U$D 250 millones cada
año, si les sumamos Haití, Rusia y México podríamos hablar de U$D 600
millones. Esa sería la fabulosa cifra que sale de Cuba en los bolsillos de
decenas de miles de personas, dedicadas a importar por cuenta propia.
En la isla esos productos no se venden en dólares sino en
pesos, por lo cual se necesita volver conseguir divisas dentro de Cuba para
comprar en el siguiente viaje. En pocas palabras, cada año salen cientos de
millones en moneda dura, para beneficio de los comerciantes de otros países.
EEUU es parte de otra ecuación, el negocio del contrabando funciona
ligado a las remesas familiares. Gran parte de los dólares que los emigrados envían se utilizan para
comprar mercancías en Miami, cuya venta en la isla produce los CUC necesarios
para pagar a los familiares.
La mayor parte de la mercancía entra como contrabando, sin pagar
impuestos al Estado, sea porque los importadores
conocen al detalle las reglas de aduana y las utilizan a su favor o porque
conocen a alguien de la aduana que “trabaja” a su favor.
Quien sostiene y alimenta este comercio es sin dudas el Estado con la
escasez crónica de productos, el impuesto del 240% que se les aplica para la
venta, la mala calidad de las mercancías importadas, la poca variedad e incluso
el mal gusto de muchas de ellas.
Las importadoras cubanas han sido casi siempre nido de corrupción,
cada cierto tiempo los directivos salen esposados de sus oficinas. Algunos
exempleados reconocen haber cobrado decenas de miles de dólares en comisiones o
viajes de turismo a cambio de firmar contratos.
El país necesita ordenar su comercio interno para que el grueso de las
divisas se quede en la economía nacional. Ya sabemos que los particulares son
más eficientes a la hora de importar, entre otras cosas porque antes de comprar
hacen un estudio del mercado.
Los hay incluso que venden por catálogo y de esa forma tienen
toda la mercancía colocada antes de poner un pie fuera de Cuba. Piden por email
los productos y viajan a recogerlos cuando tienen un volumen que les permita
costear gastos y obtener ganancias.