sábado, 27 de enero de 2018

Reflexión de Olga Salanueva Arango

Queridos amigos:

Comienzo por aclarar que no he sido convocada por nadie, ni entrevistada por nadie, ni citada por nadie; ni siquiera por la famosa comisión. Me ha sorprendido el revuelo armado por un comentario que en principio pretendía ser una aclaración para algunos amigos, cuyas deducciones en relación a las razones por la exclusión de tres de los Cinco me parecieron erradas. Al seguir la sugerencia de varios de ellos, de que pusiera mi comentario como público para poderlo compartir mejor, el escrito terminó excediendo el alcance que originalmente había esperado.

Me declaro culpable de no ser experta en facebook. Espero que al menos los de mi generación lo comprendan. Si me queda vida trataré de enmendarme.

No consulté con ninguno de los Cinco, ni tampoco he recibido regaño de alguno de ellos, incluido a René. Él respeta mi derecho a escribir en facebook las pocas veces que lo hago. Lo hubiera escrito aunque René fuera uno de los dos elegidos, más aun cuando en ese caso él estaría en una posición engorrosa en relación a sus hermanos no seleccionados. Los Cinco están por encima de esto. Yo, en cambio,  soy una persona terrenal, pero como ellos revolucionaria y orgullosa de mi militancia. Esto bien claro, porque personas que creía amigas me han herido insinuando lo contrario. Parafraseando la película, aunque fuera “la peor de todas” nunca sería contrarrevolucionaria.

De paso, aclaro también que mantengo mi criterio de que los cinco deberían haber estado en la candidatura, de que la vanguardia demostrada debe de estar con sus voces y sus votos en la Asamblea. Sigo creyendo injusto distinguir entre ellos, y me parece un error haberlo hecho. No luché tantos años sólo por René, sino por los cinco como una unidad, y me duele que alguien trate de separarlos, aunque no se dé cuenta realmente de que lo hace. Este sentimiento aún lo tengo a flor de piel, y no fuera yo si dijera que con dos en la Asamblea están los cinco representados (lo cual ratifica que este escrito no es resultado de convocatoria, o entrevista, o citación, ni siquiera por la famosa comisión).

Si escribo esto es porque creo que hay que poner a descansar este tema y ocuparnos de lo que importa: La Revolución. No me preocupa en absoluto lo que haga o deje de hacer el Herald. El Herald ha empleado los últimos 60 años tratando de destruir a la Revolución sin éxito, y lo seguirá haciendo, con la misma falta de éxito, ya sea con este tema o con cualquier otro. Tengo entre mis orgullos que han escrito varias veces sobre mí, y nunca bien. Aquí estoy, vivita y coleando, y feliz con mi familia unida. Sé de cerca que los cinco, lejos de ofenderse, se divertían con sus panfletos en el hueco, cuando tenían pocas opciones de entretenimiento.

Quisiera pensar que, después de todo, este asunto ha producido un debate útil, muy interesante y necesario. Si mi escrito lo provocó fue porque ya estaba en el ambiente. Gracias a los que nos apoyaron y dijeron tantas cosas dignas de agradecer. Gracias también a los que respetuosamente disintieron de nuestra opinión. A los que fueron irrespetuosos y agresivos conmigo, o se dedicaron a manipular mis opiniones, les agradezco el haberlos conocido mejor y poderlos descontar de mis amigos.

Ahora el tema es qué hacer: Seguir echando pa´lante. Hacer cada cual lo que le corresponda, y tratar de hacerlo lo mejor posible. Ir a votar. Respetar el sistema que tenemos y no dejar que nuestra reacción a sus imperfecciones haga mella en sus resultados. Quisiera pedir encarecidamente a todos los que hayan pensado en poner a los cinco en la boleta que no lo hagan. Recuerden que eso anularía el voto, y esos amigos, al hacerlo, estarían haciendo lo que quisieran nuestros verdaderos enemigos. No corrijamos lo que consideramos un error con otro mayor. Ninguno de los cinco, dentro o fuera de la candidatura, lo aprobaría.

Tampoco es necesario esperar que alguien renuncie a su candidatura a favor de alguno de los cinco. Esto no sería ni siquiera legal ni justo con ese candidato. Por otra parte implicaría un desafío al trabajo de una comisión legalmente constituida. Por más que no coincidamos con su decisión en relación a los cinco, debemos respetar su trabajo. Con el mismo espíritu con que unidos apoyamos a los cinco, les pido que nos unamos para hacer de esta elección otra victoria de la Revolución. Si acaso, luego seguimos discutiendo.

           Mostremos, como Félix Dzerzhinski, mente fría y corazón ardiente. Quiero felicitar sinceramente a todos los diputados. Habrán sido elegidos en cada municipio del país por más de la mitad de los votos, lo cual los acredita para representar legalmente a los habitantes de ese municipio. Mi voto será unido aunque seguiré extrañando a tres más. Recuerden que sigo siendo terrenal y testaruda. Tal vez por eso soy, y seré hasta la muerte, revolucionaria.

Revolucionariamente siempre.

Olga Salanueva Arango.

jueves, 25 de enero de 2018

Los héroes y los escaños parlamentarios

Por Milena Recio

Desde 1998 cinco cubanos estuvieron presos en Estados Unidos en circunstancias que conmovieron a casi todo un país. Solo dos de ellos cumplieron sus condenas completas. La libertad de los otros tres se consiguió durante la negociación secreta e inesperada entre los gobiernos de Raúl Castro y Barack Obama, que incluyó la liberación del contratista Alan Gross –prisionero en Cuba durante cinco años– y el trazado de un rumbo de normalización entre ambos países en 2014. Tamaña importancia tuvieron.

En más de una década la mayor parte del pueblo cubano fue activado para solidarizarse, junto a incontables personas en el mundo, en función de reclamar la reparación de lo que había se consideraba una gran injusticia.

Cinco hombres cubanos que se resistieron a pactar con el gobierno de Estados Unidos y mantuvieron su alegato de inocencia fueron elevados en Cuba a la categoría de Héroes.
Mientras la fiscalía los acusaba de espionaje y –a uno de ellos— de conspiración para asesinar los Cinco y sus abogados mantuvieron la idea de que eran agentes no registrados, sí, pero que habían actuado a favor de su país, en su defensa legítima frente a las acciones de terrorismo contra Cuba que fraguaban y cometían organizaciones asentadas en Miami.

El tema se convirtió –bien lo sabemos los cubanos– en prioridad uno en la agenda de comunicación y propaganda que el gobierno diseminó por toda Cuba durante más de una década. Hasta en el último confín, en el más remoto mural, en el más imprevisto acto público, en los frontis de prefabricado y cal de las más lejanas cooperativas agrícolas, en los lobbies de los hoteles, en las vidrieras de las tiendas, en los tanques de los camiones cisterna… las cinco cabecitas de ellos y la estrella acuñaron nuestro paisaje.

En Cuba y por decenas de países, sus mujeres, sus madres, sus hijos, pidieron, lucharon, exigieron y se convirtieron en una sola entidad que los altavoces definieron como “los familiares”. No hubo distinción para narrar la proeza de quienes tuvieron que soportar aislamientos, amenazas, incomunicación. Todas las historias de los diversos amores truncados fueron contadas con igual gravedad y conmovieron a la mayoría de nosotros.
Por casi veinte años años los cubanos aprendimos algunas cosas muy valiosas sobre ellos: son leales, inteligentes, tenaces y tiernos. Su mérito principal era representarnos. Ellos se parecían mucho a quienes queríamos ser.

Con todos esos atributos, mientras estuvieron en Estados Unidos fueron como superhombres muy admirados en la distancia. Cuando llegaron a Cuba, siendo ya una realidad físicamente constatable, estos hombres se convirtieron en líderes potenciales. Unos con más aptitudes evidentes que otros, pero todos con un tremendo acumulado de simpatía popular, la misma de la que carece una buena parte de los jefes formales que hoy absorben la actividad política en Cuba.

***
René González Sehwerert, uno de ellos, salió de Cuba con 34 años en 1990. Robó un avión cubano y aterrizó en la base de Boca Chica en Key West. Había aceptado la misión de infiltrarse en grupos de cubanos del exilio, activos en la subversión. En 1998 fue detenido y luego condenado a 15 años. En septiembre de 2011, después de 13 años, le fue impuesta otra condena adicional de tres años de libertad supervisada en Florida. En mayo de 2013 la jueza le permitió hacer un viaje por motivos personales a la Isla (su hermano estaba muy enfermo). Al cabo, René debió renunciar a su ciudadanía estadounidense y con ello pudo quedarse en Cuba y gozar de plena libertad. Fue el primero en llegar.

En septiembre de 2012 lo conocí personalmente y me dediqué a estudiar sus formas. Yo debía entrevistarlo junto con otros colegas de la revista Progreso Semanal en la que trabajaba. Conseguir la entrevista nos había sido muy fácil. Él actuaba como un amigo, sin recelos, de la mano de Olga Salanueva todo el tiempo.

Queríamos saber más sobre la campaña de la cinta amarilla y contribuir a divulgarla.
René estuvo con nosotros ese día en la Plaza de Armas. Ató una gran cinta amarilla en el tronco ancho de la ceiba del Templete. Estaba decidido a convertir el suceso de las cintas en un movimiento multitudinario que resonara en Estados Unidos, que llegara al ánimo de las personas que después de tanto tiempo no habían sido alcanzados por reiteradas campañas de comunicación e ignoraban por completo el caso.

Fue lúcido, cordial y más que eso… Nos pidió con una humildad impresionante ayuda para hacer un spot de televisión que impulsara más aún la movilización dentro de Cuba. No contábamos con la tecnología para hacerlo, pero intentamos ayudarlo.

Ese día me llamó la atención verlo llegar solo a un acto que podía ser icónico, útil para la campaña, portada de un noticiero o de un diario digital. No había más prensa, no había más cámaras.

***
Al fin el 17D se reunieron los Cinco en La Habana. El 17 de diciembre de 2014 fueron recibidos por Raúl Castro en su despacho. 73 días después, el 28 de febrero de 2015, por Fidel Castro en su casa. “Fui feliz durante horas ayer. Escuché relatos maravillosos de heroísmo del grupo presidido por Gerardo y secundado por todos”, escribió Fidel.

Al final de sus notas sobre este encuentro el líder de la Revolución cubana dejó una especie de adivinanza colocada en la imaginación de muchos. “Dispongo desde ayer, afortunadamente, del tiempo suficiente para solicitarles que inviertan una parte de su inmenso prestigio en algo que será sumamente útil a nuestro pueblo.” ¿Qué podía ser el “algo” sumamente útil? Muchos supusieron una nueva tarea hercúlea. Hasta hoy no se resolvió el acertijo.

Este fragmento de la Red Avispa que antes fue tan coordinado ahora en Cuba se desenvuelve en distintos ámbitos: Gerardo Hernández es vicerrector del Instituto Superior de Relaciones Internacionales; Fernando González es presidente del Instituto cubano de Amistad con los Pueblos; Ramón Labañino es vicepresidente de la Asociación Nacional de Economistas de Cuba; Antonio Guerrero es vicepresidente de la Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE) de Diseño e Ingeniería de la Construcción; y René González es vicepresidente de la Sociedad Cultural “José Martí”.
***
Un hecho inesperado ha encendido un chispeante debate –en redes sociales al menos. Al finalizar el proceso de nominación de candidatos a diputados a la Asamblea Nacional para la próxima legislatura, se ha sabido que de los Cinco, solo dos han sido seleccionados. Ni Ramón, ni Antonio, ni René integran las listas.

“Ojalá un día encuentre a alguien de la Comisión Nacional de Candidaturas de mi país que me responda: ¿Por qué Fernando González Llort y Gerardo Hernández Nordelo son elegibles, y René González SehwerertAntonio Guerrero y Ramón Labañino NO? Siento que estamos renunciando a esos hombres en tiempos en que escasean los paradigmas.” Así comentó en su cuenta de Facebook Rosa Amaro Pérez, joven periodista de Cubavisión Internacional (CVI).

El propio René González respondió a la periodista con cierto humor, dando a entender que a él también le había sorprendido el hecho de no ser elegible para un escaño en el próximo parlamento: “Rosy, y yo que pensaba invitarte al Capitolio… pero bueno.”

Pocas horas después, Olga Salanueva, esposa de René González escribió una larga respuesta en la que rechaza categóricamente la especulación sobre si René estaría o no en disposición de ser parte del parlamento cubano.

A la oficina de René un día llegó un representante del sindicato de Cultura, al cual él pertenece por ser vicepresidente de la Sociedad Cultural José Martí. Le dejaron una planilla a llenar con sus datos personales alegando que había sido propuesto por este sindicato a candidato a diputado. El la llenó y la entregó. Al resto de los cinco les sucedió de igual manera propuestos por diferentes lugares.

Hasta ahí lo que sabemos, nunca más fue consultado, ni llamado, ni nadie se le acercó para pedirle ni opinión ni otra disposición.

René siguió trabajando como siempre lo ha hecho y lo he visto hacer desde hace 35 años en cada tarea que se le ha asignado, entregado en cuerpo y alma, con tremenda alegría y optimismo que todo el que lo conoce bien sabe que siempre lo acompañan, con su tremenda transparencia y acometida contra lo mal hecho. Todo a pesar de que esta tarea no tiene nada que ver con su vocación, y de que ni siquiera puede ejercer la profesión que ama.

Hasta ahí lo que sé, ayer de pronto el listado de los candidatos y la avalancha de preguntas.
Mi respuesta: Pregúntenle por favor a la comisión, yo no encuentro razón alguna para que los cinco no sean diputados. Se lo merecen en primer lugar, están más probados que el chocolate, Cuba los necesita también a ellos. Es muy de mal gusto tratar de establecer diferencias entre los cinco, cuando el imperio lo intentó con todo su poderío se cogió el c… con la puerta. Siempre serán hermanos y revolucionarios probados.

Una amiga en facebook manifiesta: “Dudo que alguna comisión de candidatura los haya excluido porque sí, esas comisiones están integradas por gente de bien. Dudo que alguien pueda obviar a los Cinco, porque son el corazón mismo de esta Isla. Alguna otra razón debe haber, supongo…”

Compañera, siento decirle que no hay error alguno. Tres de los cinco fueron obviados por la comisión, en lo que representa, en mi opinión, una nueva y gran injusticia contra los cinco héroes de la República de Cuba.

Es provocadora la libertad con que Olga Salanueva expresa su desconcierto que obviamente debe ser compartido, al menos, por su esposo. Y esta última frase es bastante apremiante y cobija una denuncia: “una nueva y gran injusticia contra los cinco héroes de la República de Cuba.”

Pero esta vez no viene del gobierno de Estados Unidos.

***
La Comisión Nacional de Candidatura, encargada de nominar hasta el 50 por ciento de los candidatos al parlamento es una de las estructuras más controvertidas del actual sistema electoral cubano.

Se trata de un grupo de trabajo integrado por representantes de organizaciones políticas y de masas –que ante la ONU se presentan como la sociedad civil cubana.

Ellos tienen el encargo legal de completar la lista de candidatos que emergen de las asambleas barriales en las circunscripciones.

Su legitimidad se argumenta en el hecho de ser un summum de representación: las organizaciones representan al pueblo y la Comisión representa a las organizaciones.
Dicen trabajar con las biografías de los postulados y decidir solo a partir de los “méritos”. Pero ya se sabe que es muy probable que predominen en estas selecciones prioridades y cotejos políticos que no van siempre de abajo a arriba, sino más bien todo lo contrario. Se asegura así la satisfacción y salvaguarda del poder real actual.

“¿¿¿En un listado de 605 cubanos que representan al pueblo de este país no hay lugar para tres hombres que estuvieron 15 años encarcelados en Estados Unidos precisamente por defender el derecho de este pueblo a elegir su destino ??? Si hay un error creo que debe corregirse cuanto antes. Esos son los líderes que necesita el proyecto social cubano hoy, héroes de carne y hueso. ¿Cómo explicar a este pueblo que se lanzó a las calles en forma multitudinaria a pedir su regreso, que René, Ramón y Antonio no están entre sus representantes?”, ha escrito también la periodista de CVI Daily Pérez Guillén en Facebook.
Al ser una representación secundaria o terciaria del soberano en la que éste no interviene directamente, el resultado de la Comisión Nacional puede –como se ve— conllevar a “errores” que habitualmente no se evidencian y mucho menos se publican en Cuba. Por eso este caso resulta muy ejemplar.

Lo primero que el público querrá saber es bajo qué criterios esta vez tres de cinco héroes de esta envergadura no alcanzan el score necesario para estar en la lista de candidatos.
Transparentar las razones caso por caso sería útil para conocer también, por carambola, por qué otras personas con otros “méritos” tampoco quedan incluidos tras la criba.

Es un problema de método. Es un asunto vital de la democracia cubana que como se sabe –incluso el gobierno lo ha admitido— espera una reforma electoral que no acaba de llegar.
Por el momento esta situación anómala en la que algunos de los héroes al parecer no han sido suficientemente héroes ante el “órgano” nominador, ha dejado a muchos con la boca abierta.

Formar parte del parlamento no es, por otra parte, o no debería ser, solo un tema de distinción social. Un diputado no es alguien a quien se le otorga un diploma, sino alguien que se somete a un mandato.

Esta vez, no se podrá negar, la incertidumbre se ha colado por la puerta delantera.

Fuente: http://oncubamagazine.com/sociedad/los-heroes-los-escanos-parlamentarios/

martes, 23 de enero de 2018

Comentario a “Los millones que vuelan con los cubanos”

Por Humberto Pérez

En estos últimos días, con el título que encabeza este comentario, ha circulado bastante en la prensa digital y a través de los e-mails un artículo periodístico de Fernando Ravsberg. http://cartasdesdecuba.com/los-millones-que-vuelan-con-los-cubanos/

Al artículo de marras lo reproduzco más abajo con algunos subrayados míos.

Creo que ante esta información hay que recordar lo que nos dijo Marx en alguna ocasión: ¨si la esencia y la apariencia de las cosas coincidieran no haría falta la ciencia¨.

Me veo llevado a retrotraerme a la época en que, como profesor joven de ¨El Capital¨, explicaba la naturaleza y el funcionamiento del Capital Comercial tratado en el Tercer Tomo de dicha obra.

En primer lugar, haría falta disponer de una información que no está en el artículo, no se obtiene a través de las publicaciones estadísticas cubanas y no sé si algún investigador y estudioso pudiera tenerlas, por lo menos en parte.

1–¿Cuál es el número total de compradores cubanos que realizan estas compras en países extranjeros para vender en Cuba los productos adquiridos?

2–¿Cuántas veces, como promedio al año, un mismo comprador realiza estos viajes comerciales y compra fuera y vende dentro, es decir, cuántas operaciones completas de este tipo realiza como promedio anual?

3–¿Cuál es el valor promedio anual por comprador?

4–¿Cuál es el valor promedio por compra que se produce en este comercio?

5- Por lo que se entiende de lo informado los 600 millones de USD de gastos anuales de que se habla incluyen lo que se paga por las mercancías (costo o precio mercantil), pero además los costos del viaje, hospedaje, transportaciones, re-envases y embalajes, fletes aéreos o marítimos, comisiones u otro tipo de pagos a personal vinculado en los países extranjeros, etc. ¿Es así?

Estos datos resultan necesarios para determinar la rotación media anual del dinero o capital invertido y por lo tanto el monto real de este capital que debe ser lógicamente una cifra bastante menor a los 600 millones de USD de que se habla.

Por ejemplo, si hipotéticamente, se tratara de un solo comerciante que hiciera una compra a comienzos de año y otra a finales de año o comienzos del siguiente, es decir una sola operación en el año, necesitaría disponer efectivamente de 600 millones de capital para recorrer el ciclo completo de comercio anual, que sería un solo ciclo: compra una vez, trae lo comprado, se pasa el resto del año vendiéndolo en Cuba, recupera lo invertido y obtiene además una ganancia dada, y vuelve al final con los mismos 600 millones a realizar la compra del siguiente año y así sucesivamente.

Pero si ese mismo comerciante paga en el extranjero los mismos 600 millones totales en el año, pero lo hace cuatrimestralmente por partes iguales, es decir en 3 ocasiones en el año, para desarrollar su negocio necesitaría solo un capital comercial de 200 millones a los que hace rotar 3 veces en el año. Si lo hiciera cada dos meses, haría rotar su capital 6 veces y solo necesitaría desembolsar en cada ocasión 100 millones de USD y (supuestamente de los bancos del país) solo extraería los 100 millones que invirtió en la primera vez, pues las siguientes veces se trataría de los mismos 100 millones que salen, entran, se recuperan, vuelven a salir, vuelven a entrar, etc.

Se pudiera razonar que, en definitiva, bajo una u otra hipótesis, del país salieron los 600 millones de USD en el año, lo que solo sería cierto en apariencia.

Y es que el capital comercial o mercantil se manifiesta y existe, a través de cada ciclo recorrido económicamente en la circulación, en dos formas materiales distintas: comienza en forma de dinero (capital dinero), pero cuando el comerciante adquiere las mercancías que después va a vender, ese capital se transfigura y regresa a Cuba revistiendo la forma material de productos o mercancías (capital mercantil). Este comerciante en este momento ha retornado al país el mismo valor en divisas que sacó, pero en la forma material de productos. Su capital ha recorrido la fase D-M, que comenzó afuera pero que termina dentro del país, al entrar a este y quedar dispuesto para su venta.

Después viene la fase de vender a los clientes (consumidores) cubanos la mercancía traída para que su capital recorra la fase final del ciclo, la fase M-D´, y se convierta de nuevo en dinero incrementado que contiene la recuperación de lo invertido en el costo o precio de las mercancías y en los demás gastos de transportación y comerciales en que haya incurrido, más una ganancia mayor o menor que es de la que se apropia el comerciante. Esta fase ocurre también dentro del país.

¿A manos de quiénes van a parar las mercancías traídas por el comerciante? A manos de otros cubanos que como consumidores las adquieren y con ellas satisfacen diversas necesidades. Es decir, el dinero que salió inicialmente (supuestamente de los bancos) del país continua después todo el tiempo dentro de este: primero en forma de mercancías aún en manos del comerciante y por último en forma de bienes de consumo en manos de los consumidores.

¿De qué fuentes sale el dinero con que los consumidores cubanos le han comprado las mercancías a este comerciante? Puede ser que haya salido de un salario o una pensión, pero lo más frecuente y probable es que las hayan comprado con CUC o con CUP que hayan salido de las CADECAS cambiados por nuevas divisas que el país ingresa de los receptores de las mismas, procedentes de remesas, turistas y otros residentes que tengan otros tipos de ingresos en divisas. Puede que en casos la compra se haya ejecutado informalmente y ¨por la izquierda¨ directamente en alguna divisa extranjera sin que haya pasado por las finanzas del país y con frecuencia estos comerciantes no cambian en los bancos los CUC y CUP procedentes de las ventas realizada, sino que lo hacen también ¨por la izquierda¨ por los receptores de divisas en dólares, que prefieren hacerlo por esta vía para eludir en parte la multa a que está sometida la divisa norteamericana en las CADECAS. Estas divisas en que convierte el comerciante sus ingresos, no solo son en su mayor parte la recuperación del capital inicialmente invertido, sino que además se trata de divisas que no han entrado en ningún momento en las arcas del Estado y son por tanto divisas frescas.

Adicionalmente el comerciante debe haber pagado derechos de aduana e impuestos que representa ingresos para el país, aunque sabemos que esto se burla muchas veces y que por estas vías se recibe menos de lo que se debía según lo legislado. No obstante, hay que tener en cuenta que cuando incluso el comerciante paga sobornos, económicamente hablando, está entregando esas divisas a manos de algún otro cubano que reside en el país y esa divisa, aunque derivada de un acto ilegal y de corrupción, se queda dentro del país, aunque no en las arcas del Estado.

Lo fundamental es entender que, aunque supuestamente, el capital inicialmente invertido por el comerciante para comenzar el primer ciclo de rotación haya salido de un banco cubano, ya las siguientes inversiones para comenzar los nuevos ciclos salen del dinero recuperado de la primera inversión o de fuentes de divisas frescas y no es una nueva salida de divisas de las arcas del país.

He subrayado la palabra supuestamente en varias oportunidades en que he dado por sentado que el dinero salió necesariamente de las divisas que el país tiene en sus cuentas. Porque me inclino a pensar que la mayoría de los capitales originarios o iniciales de las actividades comerciales realizadas por cubanos a las que se refiere el artículo (y no solo en el caso de los EE.UU.) han salido de remesas en dinero o especie de familiares o amigos cubanos en el exterior que, a veces, además, son los verdaderos dueños de los negocios usando a los cubanos residentes en Cuba como sus testaferros. O han salido como una reinversión de algunos dueños de paladares o similares. O han salido de los ahorros de cooperantes cubanos en el extranjero, de los ingresos de artistas:  músicos, pintores, etc., que tienen suficientes ingresos en divisas. Es difícil pensar que un cubano cuyos ingresos sean solo procedentes de sus salarios o pensiones o de los magros ingresos que tiene la mayoría de los auténticos cuentapropistas (no de los eufemísticamente llamados así pero que en la realidad son dueños de MIPYMES), puedan haber comprado divisas en un banco para iniciar una actividad comercial como las comentadas.

Tengo la presunción de que la actividad comercial comentada ha representado más que una fuga una entrada neta de divisas y de capital fresco al país, además de resolver necesidades que las entidades del Estado no han logrado resolver. Deben haber resultado más que una sangría una transfusión.

Y tengo la impresión de que la no compresión de la esencia económica de esta actividad y el haberse guiado solo por sus apariencias es lo que llevo hace unos pocos años a los organismos decisores, a retirar licencias ( unas 20 000 si mal no recuerdo) que se habían concedido para ejecutar comercio minorista por cuenta propia, afectando innecesariamente a los que ya estaban empleados en dicha actividad y a la población consumidora que se vio privada de acceder a bienes e insumos que desaparecieron del mercado o se mantuvieron clandestinamente, que es lo que principalmente ha ocurrido.

Considero que de lo que se trata es de autorizar estas actividades comerciales y regularlas y controlarlas debidamente e incluso ofrecer la oportunidad de que se creen asociaciones entre el sector privado y el sector estatal cooperativo que faciliten la entrada de capital fresco para financiar la mejora que el consumo de los artículos implicados en este comercio está reclamando la población.

Espero no haberlos abrumado demasiado con esta explicación y argumentación y no haber resultado demasiado petulante, sobre todo ante el autor del artículo.
Además, puede que algunos o muchos no estén de acuerdo con mis razonamientos.
Por lo que no haya logrado o motive desagrado, pido disculpas.

-----

Los millones que vuelan con los cubanos

Fernando Ravsberg, enero 18, 2018

Un periódico español informa que decenas de miles de cubanos viajan cada año a Guyana para “importar” productos por valor de U$D 145 millones. El tráfico es tal que una aerolínea caribeña decidió establecer una ruta entre los dos países.

Es difícil confirmar la exactitud de esta cifra pero el presidente de Fly Jamaica, Ronald Reece, nos da una pista al afirmar que inician los vuelos porque “hay muchos cubanos que vienen a comprar aquí. Guyana es uno de los pocos lugares que pueden hacerlo sin una visa”.

El dinero que estos “importadores” gastan en Guyana no son pesos convertibles y mucho menos pesos cubanos. Para comprar en aquel país se necesita llegar con moneda dura, son dólares o euros que salen, de una u otra forma, de la economía nacional.

Otro tanto ocurre con Rusia, donde la afluencia de compradores de la isla es tal que en algunos mercados hay carteles en español dirigidos específicamente a los cubanos. Existe además una red de hostales para hospedarse y otra de transporte hacia los mercados.
Las aerolíneas mexicanas han intentado limitar, sin mucho éxito, la cantidad de bultos y el peso de estos. Finalmente se establecen dos colas una para los que vienen con una maleta y la otra para los que traen aires acondicionados, televisores o piezas automotrices.

En las calles de la zona franca de Panamá, se escucha constantemente el acento de la isla y en las tiendas más importantes los cubanos tienen personal exclusivamente dedicado a ellos, vendedores que conocen a la perfección las reglas de la aduana de Cuba.

Las empresas encargadas de enviar contenedores desde Panamá a la isla tienen grandes espacios con balanzas, para que los cubanos re-envasen lo que compraron hasta alcanzar decenas de paquetes con el peso máximo tolerado para no pagar impuestos al entrar a su país.

Hace un par de años ya, el gerente de la zona franca de Colón en Panamá, Manuel Grimaldo, revelaba un dato sorprendente: “Ese mercado cubano de a pie que viene a Panamá representa actualmente unos US$100 millones solo en compras dentro de la Zona”.

También a Haití viajan desde Cuba miles de personas en busca de mercancías y allí son esperados por los mercaderes con los brazos abiertos. Crearon incluso hostales para los compradores cubanos, donde el hospedaje diario con desayuno cuesta apenas U$D 10.

Entre Panamá y Guyana los cubanos se gastan unos U$D 250 millones cada año, si les sumamos Haití, Rusia y México podríamos hablar de U$D 600 millones. Esa sería la fabulosa cifra que sale de Cuba en los bolsillos de decenas de miles de personas, dedicadas a importar por cuenta propia.

 En la isla esos productos no se venden en dólares sino en pesos, por lo cual se necesita volver conseguir divisas dentro de Cuba para comprar en el siguiente viaje. En pocas palabras, cada año salen cientos de millones en moneda dura, para beneficio de los comerciantes de otros países.

EEUU es parte de otra ecuación, el negocio del contrabando funciona ligado a las remesas familiaresGran parte de los dólares que los emigrados envían se utilizan para comprar mercancías en Miami, cuya venta en la isla produce los CUC necesarios para pagar a los familiares.

La mayor parte de la mercancía entra como contrabando, sin pagar impuestos al Estado, sea porque los importadores conocen al detalle las reglas de aduana y las utilizan a su favor o porque conocen a alguien de la aduana que “trabaja” a su favor.

Quien sostiene y alimenta este comercio es sin dudas el Estado con la escasez crónica de productos, el impuesto del 240% que se les aplica para la venta, la mala calidad de las mercancías importadas, la poca variedad e incluso el mal gusto de muchas de ellas.

Las importadoras cubanas han sido casi siempre nido de corrupción, cada cierto tiempo los directivos salen esposados de sus oficinas. Algunos exempleados reconocen haber cobrado decenas de miles de dólares en comisiones o viajes de turismo a cambio de firmar contratos.
El país necesita ordenar su comercio interno para que el grueso de las divisas se quede en la economía nacional. Ya sabemos que los particulares son más eficientes a la hora de importar, entre otras cosas porque antes de comprar hacen un estudio del mercado.

 Los hay incluso que venden por catálogo y de esa forma tienen toda la mercancía colocada antes de poner un pie fuera de Cuba. Piden por email los productos y viajan a recogerlos cuando tienen un volumen que les permita costear gastos y obtener ganancias.

 Hasta ahora la represión y la restricción no han logrado frenar este comercio y difícilmente podrán mientras persistan necesidades de consumo insatisfechas. Si las autoridades se proponen lograr un resultado distinto harían bien en idear soluciones diferentes.

Fuente: https://elestadocomotal.com/2018/01/22/humberto-perez-comentario-a-los-millones-que-vuelan-con-los-cubanos/

lunes, 15 de enero de 2018

Palabras para inaugurar el Premio Casa de las Américas 2018

La Habana, 15 de enero de 2018.

Hermanos que convoca esta Casa:

Si a un siglo de su nacimiento José Martí fue identificado como responsable de los hechos revolucionarios que inauguraron nuestra etapa libertaria de 1953, también pudiera decirse que esta Casa de las Américas fue fundada por nuestro Apóstol, por su compromiso con los próceres que empezaron las guerras de emancipación continental contra el colonialismo. Para colmo, una joven de la generación del centenario del nacimiento de Martí, protagonista de aquella jornada terrible y simbólicamente hermosa fue, a su vez, quien fundó y animó a esta institución, que ha reunido escritores como haciendo un ensayo hogareño de aquel ideal llamado Nuestra América.

Otro imprescindible de esta Casa, mi amigo poeta y pensador Roberto Fernández Retamar, el año pasado me pidió estas palabras de inauguración al Premio número nº 59. Y es que Roberto sabe que, aunque este entrañable evento aún no ha incluido la modalidad de canción, es incuestionable que aquí se ha cantado mucho, tanto con lírica como con guitárrica.

Por ejemplo, el mes que viene hará medio siglo de que varios trovadores de mi generación estuvimos por primera vez en este mismo salón. Aún no se llamaba Che Guevara, aunque ese fue un nombre que nos sobrevoló aquella noche. Lo que era yo, estaba bastante azorado, casi no me lo creía, porque en febrero de 1968 Casa de las Américas era ya un lugar honroso y querido, liderado por una heroína y respaldado por brillantes artistas y escritores.

Faltaban por llegar muchas novelas, narraciones, piezas de teatro; faltaban inolvidables libros de poesía. Y faltaban por ausentarse, o por sernos arrebatados, varios hermanos queridos. Porque esta Casa y este Premio siempre tuvieron la virtud de reunir a mujeres y a hombres más interesados en la suerte de sus pueblos que en la de sus palabras; gente entregada en el ingenio, pero mucho también en carne y hueso. Así que faltaban por ocurrir sorpresas en muchos escenarios, noticias esperadas o inconcebibles, esperanzas y angustias de diversas honduras.

También faltaban iluminaciones, torpezas, aprendizajes; faltaba tiempo, partícula a partícula, haciendo lo que la brisa y el agua cuando corren. Faltaba, después de la espuma, el sedimento revelador que nos hace reconocer y desafiar, entre las miserias del mundo, lo triste de nuestra propia naturaleza.

A algunos incluso nos faltaba más de la mitad de nuestras vidas, aunque no lo sabíamos. Y todos éramos aprendices de todo: de la historia escrita, de la que pensábamos que faltaba por hacer y escribir y, por supuesto, la de la hormiga cotidiana: la historia real que, entre acorralado y desafiante, ha escrito este pequeño país, capaz de proyectar las enormes luces de sus sueños.

Algunos sueños acaso no los llegaremos a tocar, al menos del todo, porque el acoso constante sin dudas nos limita. Estamos donde una larga, compleja y desigual batalla nos permite. Esto nos ha hecho desarrollar un arte de defensa que nos sostiene. Y aunque el que se defiende bien a veces logra sobrevivir, verse obligado a basar la existencia bajo esa premisa no es lo más saludable.

Quienes hemos sido parte de esta Casa de las Américas durante 59 años tenemos pruebas, en primer lugar, de que el bien es posible, y de que el arte y la cultura son parte de su sustancia. También sabemos que algunas inconveniencias pueden durar más de lo proclamado y que el bien es aún perfectible.

Por esas razones aquí estamos, con la voluntad de ser mejores, de avanzar. Por eso aquí seguimos. Por supuesto que no eternamente y mucho menos por costumbre, sino porque aún somos capaces de estremecernos cuando llegamos a un lugar como esta Casa.

Es como si de pronto se fuera abrir una puerta y entrara una señora con una sonrisa entre pícara y materna, con una mirada entre nostálgica y escrutadora, con una voz de flauta y unos brazos menudos que te rodean, te sostienen y hasta te enderezan, y te hacen pensar que estas a salvo, que realmente puedes decir todo lo que te parece —y hasta lo que imaginas—; extraordinario abrazo que te hace sentir que estás creciendo, o que te hace creer que cuando dices es que creces, y que sólo por eso vale la pena estar vivo.

Gracias a esa y a otras nítidas presencias ahora mismo en esta sala, es que logro decir bienvenidos, hermanos, al Premio Casa de las Américas de 2018.

Muchas gracias.

Jorge Fornet, Roberto Fernández Retamar, yo, Abel Prieto, Marcia Leiseca (foto: ngn)