miércoles, 30 de abril de 2025

Lecciones útiles para Cuba del Doi Moi vietnamita

  Omar Everleny Pérez Villanueva

Recientemente se dio a conocer la noticia de que empresas vietnamitas explotarán las tierras cubanas para la siembra de arroz. Hoy ese país es uno de los principales suministradores de este grano para la Isla, por eso cabe preguntarse ¿cómo un país devastado por la guerra y que sufrió un férreo bloqueo de Estados Unidos se convierte en una de las economías más crecientes del mundo? La clave está un grupo de reformas llamadas Doi Moi (de puertas abiertas).

Creo que acercarse a este modelo económico es importante para dilucidar posibles caminos que podría seguir Cuba, un país con el que comparte la aspiración socialista del partido rector, y que hoy se encuentra en una crisis sostenida para la que no veo salida sin que haya un cambio estructural en el modelo económico.

Tras la Guerra de Indochina (1946-1954) y la Guerra de Vietnam (1955-1975), la economía vietnamita quedó profundamente afectada. Las interrupciones de la energía eléctrica, la destrucción de instalaciones industriales, la escasez de mano de obra y las dificultades logísticas provocadas por los bombardeos estadounidenses ralentizaron severamente la actividad industrial y agrícola. Hanoi informó que las principales ciudades, comunas, centrales eléctricas, obras hidráulicas, ferrocarriles, carreteras y puertos fueron gravemente dañados o destruidos.

El saldo humano también fue catastrófico: más de tres millones de muertes, centenares de miles de lisiados, huérfanos y viudas, así como un éxodo de profesionales y trabajadores calificados. Se perdieron más de 400 mil cabezas de ganado y miles de kilómetros cuadrados de tierras agrícolas quedaron dañados.

Durante la posguerra (1976-1986), el crecimiento económico fue limitado debido a la excesiva centralización y planificación, mecanismos de gestión deficientes, los efectos del bloqueo estadounidense y elevados gastos de defensa. A mediados de los 80, Vietnam enfrentaba un lento crecimiento, hiperinflación y un bajo nivel de vida, a pesar de la asistencia de países socialistas.

Tras la reunificación, se extendió al sur el modelo centralizado del norte. De 1963 a 1989 funcionó un sistema de racionamiento por categorías laborales y políticas. En 1983 comenzó la formación de cooperativas familiares y se denominó a esta etapa Fase de subvención económica.

El proceso de construcción del socialismo se estructuró en fases. El Segundo Plan Quinquenal (1976-1980), aprobado en el IV Congreso del Partido Comunista de Vietnam (PCV), planteó metas ambiciosas, pero al concluir resultó evidente que no había logrado resolver los problemas estructurales: baja productividad, escasez de bienes, desempleo y subdesarrollo tecnológico.

En 1982 se ajustaron las políticas, combinando pragmatismo e ideología. Se permitió de manera temporal la existencia de actividades capitalistas privadas para estimular la economía, aunque el objetivo seguía siendo la transformación comunista. El énfasis recayó en desarrollar la agricultura, integrando cooperativas agrícolas y campesinos individuales, promoviendo el uso de la ciencia y la tecnología, y fomentando el desarrollo de la economía familiar.

Se permitió de manera temporal la existencia de actividades capitalistas privadas para estimular la economía, aunque el objetivo seguía siendo la transformación comunista.

Igualmente, la política económica fomentó el uso privado por parte de los campesinos de la tierra que no estaba siendo utilizada por la cooperativa. Mediante el uso de un sistema de contrato de producto final introducido por el plan, se permitió a las familias campesinas firmar contratos con las cooperativas para cultivar tierras que eran propiedad del colectivo. 

La nueva política benefició especialmente a los campesinos —incluida la abrumadora mayoría de los del Sur— que se habían negado a unirse a cooperativas, pequeños productores, pequeños comerciantes y empresas familiares. 

Sin embargo, continuó el esfuerzo por reducir el sector capitalista en esa parte del país. A fines de 1983, varias empresas de importación y exportación que se habían creado en la ciudad de Ho Chi Minh —antes Saigón— para estimular el desarrollo del mercado de exportación se integraron en una sola empresa regulada por el Estado. Es precisamente en Cuba que se quiere asimilar ese concepto que posteriormente fracasó en Viet Nam.

Al mismo tiempo, el ritmo de la colectivización en el campo se aceleró bajo el Plan. A fines de 1985 Hanoi informó que el 72 % del total de hogares campesinos en el Sur estaban inscritos en alguna forma de organización cooperativa.

A pesar de los esfuerzos de los planes quinquenales y de los documentos aprobados en los diferentes Congresos del Partido, la situación económica era muy crítica en los años finales de la década del 80, con una hiperinflación, un bajo nivel de vida y un 67 % de las personas viviendo por debajo de la línea de pobreza. A todo esto se sumaría el colapso del bloque socialista, lo que agravó la crisis. Sobrevino entonces la decisión de realizar una transformación económica de gran alcance. 

El Sexto Pleno del Comité Central del PCV en julio de 1984, reconoció que el dominio del sector privado en el comercio mayorista y minorista en el Sur no podía eliminarse hasta que el Estado fuera capaz de asumir la responsabilidad del comercio. Por lo tanto, se hicieron propuestas para descentralizar los procedimientos de planificación y mejorar las habilidades gerenciales de los funcionarios del Gobierno y del Partido. 

Doi Moi: apertura al mercado con orientación socialista

En 1986, el Congreso del Partido Comunista de Vietnam decidió promover una economía socialista de mercado. Se aceptaron múltiples formas de propiedad y se produjo un cambio ideológico fundamental. La economía se abrió al comercio y a la inversión extranjera. Con el propósito de descentralizar la toma de decisiones económicas, el Comité Central resolvió otorgar autonomía de producción a nivel de fábrica y de finca individual. El Pleno también buscó reducir los gastos del Gobierno poniendo fin a los subsidios estatales a los alimentos y ciertos bienes de consumo para los empleados estatales. Además, determinó que todos los costos relevantes para el gobierno nacional debían tenerse en cuenta al determinar los costos de producción y que el Estado debería dejar de compensar las pérdidas incurridas por las empresas estatales. 

Para implementar estas resoluciones se requirió que las organizaciones monetarias pasaran a la contabilidad económica moderna. El gobierno creó un nuevo dong —la moneda vietnamita— en septiembre de 1985 y estableció cuotas máximas para ser canjeadas en billetes de banco. El dong también fue devaluado oficialmente. 

Antes de las reformas (Doi Moi), Vietnam era un importador neto de alimentos, y debido a las medidas que implementó se convirtió rápidamente en un gran exportador de estos bienes. Uno de los cambios fue el período permitido de usufructo de la tierra, llevándolo a 50 años para cultivos permanentes. Además, se permitió la concentración de la propiedad de la tierra. 

El gobierno participaba en la construcción de diques y métodos de irrigación y drenaje. No se dejó a su suerte a los campesinos independientes, se establecieron los Bancos Agrícola y Social para ofertarles préstamos. En una etapa inicial hubo ayuda tanto del gobierno como de las propias cooperativas, a los campesinos que se fueron de ellas. 

No se dejó a su suerte a los campesinos independientes, se establecieron los Bancos Agrícola y Social para ofertarles préstamos.

El objetivo era que sembraran y aumentaran las cosechas para erradicar la hambruna existente. Aunque las cooperativas se fraccionaron y la tierra se repartió, estas continuaron proveyendo semillas y créditos. 

Por tanto, el Doi Moi fue una campaña de renovación política y económica que introdujo reformas destinadas a facilitar la transición de una economía de planificación centralizada a una forma de socialismo de mercado oficialmente denominada «economía de mercado de orientación socialista».

El país reformó la agricultura, el uso de la tierra, el comercio, la industria y los mecanismos de mercado. Se diversificaron las relaciones internacionales y se aprobaron leyes de inversión. Todo ello, sin perder el control político del Partido.

Si comparamos estos resultados con la situación cubana actual saltan a la vista las múltiples diferencias. La reforma cubana —llevada a cabo con la Actualización del Modelo Económico Cubano y la Tarea Ordenamiento— mantiene la confrontación con el mercado, sigue subsidiando empresas estatales irrentables e invierte muy poco en la agricultura. Los resultados: una hiperinflación en la economía y una recesión económica en los últimos 10 trimestres.

Un ejemplo: entre 1988 y 1996, solo seis países (Singapur, Taiwán, Japón, Hong Kong, Corea del Sur y Francia) invirtieron 20 mil millones de dólares en Vietnam. Este boom inversor no fue causa del fin del bloqueo estadounidense, sino consecuencia de las reformas internas, lo que atrajo al empresariado internacional, incluyendo al de EE. UU., que presionó para eliminar el bloqueo en 1994.

La liberalización del comercio exterior, la apertura al sector privado, la autonomía de las empresas estatales y las reformas en el sistema de precios impulsaron la economía vietnamita y mejoraron su posición global.

En contraste, Cuba importa la mayoría de sus alimentos, tiene una producción industrial y azucarera deteriorada y enfrenta escasez generalizada. Las reformas internas no han creado un entorno favorable para el crecimiento ni para atraer inversión.

¿Por qué fue posible el Doi Moi?

Como venía diciendo anteriormente, el Doi Moi partió de factores estructurales y decisiones políticas clave:

  • Reformas agrícolas ensayadas desde 1968.
  • Experimentos en empresas estatales desde 1978.
  • Renovación en la alta dirección política.
  • Pragmatismo frente al dogmatismo planificador.

Aunque aprobado en 1986, su implementación real se consolidó después de 1989, cuando el país ya no podía sostener el modelo previo.

Las bases originales del Doi Moi incluían el reconocimiento de la crisis: exceso de burocracia, falta de incentivos en la agricultura, planificación voluntarista e inversiones ineficientes. A partir de ahí se impulsó un cambio de mentalidad entre los cuadros del Partido y una mayor autonomía para los ciudadanos.

Se combinaron planificación y mecanismos de mercado. Se promovieron empresas privadas, inversión extranjera y sociedades por acciones con participación de los trabajadores. A fines de los años 90 el éxito de las reformas era palpable: crecimiento sostenido del PIB, reducción de la pobreza, aumento de la esperanza de vida.

Además, desde 1991 se eliminó el monopolio estatal sobre el comercio exterior. Se fomentaron el ahorro individual, el desarrollo del mercado de capitales, y se permitió el ahorro en divisas en bancos comerciales. En 2001, el Partido aprobó un plan de 10 años que consolidaba el papel del sector privado al tiempo que reafirmaba la primacía del sector estatal.

La economía vietnamita ha crecido de forma constante y sostenida, convirtiéndose en una de las de más rápido crecimiento del mundo. Este «milagro» económico debe entenderse sin pasar por alto sus condiciones de partida: un país devastado por la guerra, con estructuras productivas arcaicas y una población mayoritariamente empobrecida.

La economía vietnamita ha crecido de forma constante y sostenida, convirtiéndose en una de las de más rápido crecimiento del mundo.

El rol del Estado se redefinió para concentrarse en la regulación macroeconómica, el desarrollo sostenible y la modernización del sistema bancario: el Banco Central se encarga de la política macroeconómica del país, mientras el Banco de Desarrollo, que es estatal, da créditos de fomento a cualquier forma de propiedad y existe, además, un Banco Social que da créditos a la micro-empresa. 

El mercado cambiario no se mueve libremente, sino que sigue la orientación del tipo de cambio que fija el Banco Central, que es bastante estable. Un punto interesante es que los bancos y los hoteles compran divisas, pero no las venden, eso se lo dejan al mercado informal, no obstante, este no tiene unos diferenciales excepcionalmente grandes con la tasa oficial.

Vietnam ha mostrado dinamismo en todos los sectores. La industria se desarrolló a partir de rubros ligeros (textiles, calzado, alimentos) y avanzó hacia el ensamblaje de electrodomésticos, computadoras y automóviles. Hoy producen chips y tecnología de punta. En agricultura, el país se autoabastece y exporta alimentos en grandes volúmenes; los mercados están bien abastecidos, con precios bajos incluso para productos importados.

En telecomunicaciones, Vietnam posee una amplia cobertura celular, precios accesibles y competencia entre empresas públicas y privadas.

En términos de resultados económicos hay que destacar que el Producto Interno Bruto a precios constantes en miles de millones de dólares en 1986 era de 23.7, llegando en el 2000 a 61.14 y en 2022 a 358.22. Por tanto, en la última década Vietnam ha estado entre los 15 países con mayor crecimiento del PIB per cápita.

La inflación, que superaba el 400 % en los primeros años, es actualmente de 3.7 % anual. Las exportaciones pasaron del 7 % del PIB en 1986 a más del 100 % en 2019. En cifras absolutas, crecieron de 2 mil millones de dólares a inicios de los 90, a más de 332 mil millones en 2023.

La estructura económica también cambió: la agricultura pasó del 40 % del PIB en 1985 a 11.8 % en 2023; la industria subió del 27 % al 38.6 %, y los servicios del 33 % al 41.33 %. Las manufacturas pasaron de representar el 44 % de las exportaciones en 1997 a 86 % en 2023, y las de alta tecnología del 9 % al 43 %.

Si Cuba aspira a salir del estancamiento actual, tiene en el modelo vietnamita una hoja de ruta concreta. No se trata de copiar fórmulas, sino de interpretar los principios que guiaron el cambio: una economía orientada al mercado con conducción estatal estratégica.

La inserción internacional de Vietnam

​Desde el inicio de las reformas, Vietnam renegoció su deuda externa y fortaleció vínculos con instituciones financieras como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Se integró a la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) en 1995, al Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en 1998 y a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2007, lo que consolidó su proyección global y facilitó el acceso a mercados e inversiones.​

La inversión extranjera directa (IED) fue concebida como una vía para obtener capital, tecnología y gestión moderna. Se aprobaron leyes para facilitarla y se estimularon las inversiones de vietnamitas en el exterior. En 2023, Vietnam fue uno de los 10 países con mayor recepción de remesas, por un total de 16 mil millones USD.

También se reformó la Ley de Tierras para permitir que vietnamitas residentes en el extranjero tuvieran derechos plenos sobre propiedades en su país, lo cual no solo dinamizó el mercado inmobiliario, sino que generó mayor cercanía y compromiso con la nación.

A diferencia de Cuba, donde la participación de la diáspora en la economía sigue siendo marginal, Vietnam convirtió su emigración en un activo económico. Hoy, empresas vietnamitas creadas tras el Doi Moi operan incluso en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, en Cuba.

Un ejemplo concreto es la empresa vietnamita que cultiva arroz en 380 hectáreas en Los Palacios, Pinar del Río, con planes de expansión a 5000 hectáreas. Sin embargo, las trabas para que empresarios privados cubanos puedan hacer lo mismo siguen vigentes, en medio de una severa crisis alimentaria.

¿Qué enseñanzas ofrece el modelo vietnamita a Cuba?

El caso vietnamita demostró que a pesar de las presiones y restricciones que impone el bloqueo de Estados Unidos, es posible mejorar las relaciones económicas internacionales. No obstante, si Cuba pretende lograr un desarrollo económico, debe concentrarse en lo que depende de ella, su apertura interna, que es la que puede implementar con mayor velocidad y autonomía.

La estrategia económica puesta en vigor a comienzos de 2021 debió acelerarse lo máximo posible, y aunque se puso en vigor la Tarea Ordenamiento, esta no ha dado los resultados esperados por las autoridades, se incrementó la inflación y con ella, el deterioro del nivel de vida. 

Lo más apremiante para la población es que aumente la oferta de bienes y servicios, es lo único que logrará una disminución sostenida de los precios que hoy se intentan controlar con medidas técnicas cortoplacistas como los topes.

La experiencia vietnamita ofrece una visión sobre cómo desarrollar el perfil de un país socialista con mercado, con un fuerte control de los medios fundamentales de la nación por parte del Estado, cuyo papel no es administrar todos los negocios posibles, sino asegurar que los ciudadanos tengan un trabajo digno y se les pague por ello. 

La experiencia vietnamita ofrece una visión sobre cómo desarrollar el perfil de un país socialista con mercado.

Los bloqueos perjudican a las poblaciones locales más que a los líderes políticos o gobiernos a los que se pretenden castigar. No obstante, en un sistema de relaciones geopolíticas como el que hoy tenemos, son los intereses empresariales, y no los humanitarios, los que parecen desalentar el uso de sanciones económicas como herramientas de política exterior. 

Los principales críticos del bloqueo hacia Vietnam fueron las empresas estadounidenses deseosas de afianzarse en una de las pocas economías subdesarrolladas de la floreciente región de Asia Oriental, ávida de inversiones. Ellos eran quienes se enfrentaban a las fuertes restricciones aplicadas por la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro (OFAC).

Por supuesto que no pueden igualarse dos naciones tan distintas a nivel geográfico, demográfico y cultural. La población de Vietnam es de unos 98 millones de habitantes, mientras la de Cuba un poco menos de 9 millones, disminuida por el flujo migratorio incrementado en los últimos dos años.

Por tanto, el mercado vietnamita es relativamente grande, al punto que Estados Unidos tiene un gran déficit comercial con Hanoi. En contraste, el de Cuba es un mercado pequeño pero cercano, con una demanda insatisfecha y con el que puede preverse un superávit comercial favorable para Estados Unidos, al menos en el corto y mediano plazos, si hubiera mayor apertura económica por parte de Washington.

El mercado vietnamita es relativamente grande, al punto que Estados Unidos tiene un gran déficit comercial con Hanoi.

No es menos cierto que el descubrimiento de yacimientos de petróleo en Vietnam a finales de los años 80 ayudó a catapultar su economía, pues la extracción del preciado combustible no se utilizó solo para la demanda interna, sino que atrajo múltiples inversores extranjeros, y el dinero resultado de su exportación se utilizó para potenciar el desarrollo industrial.

Si bien son claras las ventajas demográficas y naturales del país asiático, Cuba también tiene un grupo de potencialidades donde se incluyen las reservas de níquel, su posición geográfica en el Caribe, importantes recursos naturales y culturales aprovechables para el turismo, así como un alto capital humano, con científicos de primer nivel, y un desarrollo del conocimiento en varios sectores que hoy se está perdiendo por la migración y la falta de oportunidades que tienen estos profesionales para que su trabajo les permita tener una vida digna.

Lo que sí queda claro es que al desarrollar relaciones tanto políticas como económicas con otras naciones, Vietnam consiguió llamar la atención de Washington. A su vez, las transformaciones necesarias al modelo económico-social vietnamita fueron un factor importante del despegue económico del país y del mejoramiento del nivel de vida de la sociedad, y demostró que, a pesar de la importancia de los lazos con Estados Unidos, estos no son imprescindibles para un crecimiento económico si se toman las medidas adecuadas.

Lecciones ¿aprendidas?

Podemos concluir primeramente que ha sido favorable el estilo vietnamita de la negociación con las diversas administraciones, republicanas o demócratas, que han ocupado la Casa Blanca en las últimas décadas. Deberíamos ser pragmáticos, aunque no puede negarse que el inquilino actual de la Casa Blanca es muy impredecible.

En el caso cubano, hay aún mucha resistencia a no ceder en ambas orillas. Se mantiene el peso de una parte de los cubanoamericanos que se niegan a cualquier acercamiento económico entre ambos países, pero también acá sigue habiendo resistencias a la hora de permitir la inversión de los cubanos emigrados de forma rápida y directa en la economía.  

Si tuviéramos que comparar en una matriz los resultados del Doi Moi con los del «ordenamiento» y las medidas económicas consiguientes, podemos contrastar múltiples diferencias:

1. Enfoque y profundidad de las reformas: Vietnam implementó una transformación estructural profunda hacia una economía de mercado con orientación socialista, legalizando la propiedad privada y descentralizando la gestión económica. En cambio, Cuba se centró principalmente en la dolarización parcial de la economía y la eliminación de algunos subsidios, pero sin una apertura significativa al mercado, ni una reforma integral que impulsara el crecimiento, y por tanto, aumentar la oferta de bienes y servicios.

2. Rol del sector privado: Vietnam reconoció y promovió el sector privado como un componente esencial de la economía, permitiendo su participación en diversas áreas productivas. Cuba, aunque permitió la existencia de pequeñas y medianas empresas privadas, impone restricciones significativas que limitan su integración plena en la economía nacional.​

3. Reforma agrícola: Vietnam otorgó derechos de uso a largo plazo sobre la tierra a los campesinos y les dio créditos para incentivar la producción agrícola, lo que le permitió convertirse en un importante exportador de productos como el arroz. En contraste, la agricultura cubana sigue mayoritariamente bajo control estatal con empresas como Acopio, que traban las cadenas de suministros y la hacen irrentable para el pequeño campesino, lo que termina reduciendo la oferta de producto nacional y obligando importar la mayoría de los alimentos.​

4. Apertura al capital extranjero: Vietnam facilitó la inversión extranjera mediante leyes favorables y la creación de zonas económicas especiales, atrayendo un flujo significativo de capital internacional. Cuba, por su parte, enfrenta obstáculos legales y burocráticos que limitan la inversión extranjera, con resultados modestos en iniciativas como la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, pero que no van más allá por la lentitud en las aprobaciones y las limitaciones para la inversión extranjera directa del sector privado.

5. Integración en la economía global: Vietnam se integró activamente en la economía global, uniéndose a organizaciones como la OMC y firmando múltiples acuerdos de libre comercio. Cuba, aunque recientemente se convirtió en socio del BRICS, todavía no se ven beneficios concretos; igualmente se mantienen políticas como el control estatal de las agencias empleadoras que paga sueldos poco atractivos a los trabajadores, o el más reciente corralito sobre las cuentas de empresas extranjeras, que terminan erosionando la confianza de los inversores. 

6. Resultados económicos: Vietnam experimentó un crecimiento económico sostenido, con una notable reducción de la pobreza y una diversificación hacia sectores industriales y de servicios. Los resultados se hicieron visibles y reales en la vida de la gente, mientras Cuba enfrenta una crisis económica prolongada, con bajo crecimiento, alta inflación y escasez de bienes y servicios básicos, que ha provocado un empobrecimiento creciente en la población.

7. Política monetaria y cambiaria: Vietnam estableció una política monetaria estable y un sistema cambiario que facilitó el comercio y la inversión. En Cuba, el intento fallido de unificación monetaria ha generado distorsiones económicas, con un mercado cambiario informal que refleja una devaluación significativa del peso cubano, una bancarización forzada que dificulta el cierre de los ciclos económicos para el sector privado, entre otras problemáticas.

8. Participación de la diáspora: Vietnam fomentó la participación económica de su diáspora, facilitando inversiones y remesas que contribuyeron al desarrollo nacional. En contraste, aunque Cuba ha implementado últimamente opciones para que la diáspora invierta en la Isla, los mecanismos siguen siendo poco transparentes y ampliamente burocratizados; asimismo la creación de negocios entre el sector privado de residentes en la Isla y cubanos en el exterior sigue teniendo múltiples trabas.  

9. Autonomía empresarial: Vietnam otorgó autonomía a las empresas estatales y privadas, permitiéndoles tomar decisiones basadas en criterios de eficiencia y rentabilidad. En Cuba, las empresas estatales operan bajo una estricta planificación centralizada, con poca autonomía para responder a las condiciones del mercado; la Ley de Empresas, que debería haber creado un marco jurídico para que opere este sector, ha sido pospuesta varias veces. Por su parte, las empresas del sector privado están sometidas a un grupo de regulaciones que dificultan su rentabilidad, y las obligan a tener transacciones y operaciones dentro de la economía informal.

10. Velocidad y secuencia de implementación: Vietnam adoptó un enfoque de reforma rápida y amplia, implementando cambios significativos en un corto período. Cuba ha seguido un enfoque gradual y cauteloso, con medidas parciales, que no han reformado estructuralmente la economía, y que a veces han sido viradas atrás, generando la percepción de que el gobierno no tiene capacidades para remontar la crisis.

Por lo expuesto aquí creo que una mayor descentralización económica y un papel más activo del sector privado en Cuba atraerían mayor interés empresarial, sin implicar una renuncia a la soberanía. Vietnam lo ha demostrado.

Es importante enfatizar en el hecho de que el levantamiento del bloqueo a Vietnam no fue causa de su despegue, sino resultado de una transformación económica profunda que provocó que voces dentro del propio Estados Unidos hicieran presión para un cambio de política. Cuba debe trazar su camino sin soslayar el papel del Estado, pero tampoco sin darle la espalda al mercado, y sobre todo, sin cerrar los ojos a los hechos. No hace falta teorizar demasiado, los indicadores hablan por sí solos. La ruta de Vietnam ofrece una posibilidad real y concreta de superación económica que la Isla todavía podemos aprovechar, para salir de una crisis que, sin una reforma estructural de la economía, solo puede empeorar.

https://jovencuba.com/doi-moi-vietnamita/

Olof Palme frente al monstruo

 Marga Ferré

“Europa debe recortar su Estado del bienestar para construir un Estado de guerra”, va y escribe, desatado, un “analista” del Financial Times. Me da hasta pereza el esfuerzo intelectual de contestarle, así que tiro del certero argumento de una intelectual italiana, vinculada a la CGIL, en su análisis sobre el rearme: “La idea de rearmar Europa para hacer frente a los objetivos de Trump es tan sensata como producir más vino y cerveza para reducir el alcoholismo”.  

No hay que parar de repetirlo: los países europeos importan dos tercios del equipo militar de Estados Unidos, así que este aumento del gasto militar es una enorme subvención para el complejo militar-industrial estadounidense.Si pretendían parecer inteligentes, lo están bordando.

La histeria belicista, cuyo objetivo expresa, cristalino, el “analista” de FinancialTimes, necesita crear un estado de pánico tal ante una amenaza inminente, que estemos dispuestos a cambiar salarios y derechos por armas y misiles. El miedo como motor económico y, lo peor, es que lo están haciendo pasar por una buena idea.

Para crear miedo necesitan un monstruo, un Otro a quien odiar, un enemigo amenazante. Para los portadores del odio belicista, ese Otro ante el que hay que armarse, ese enemigo aterrador (el que sea, terrorismo integrista, los migrantes, Rusia, Irán, China…) abarca un rango la mar de variado y es inusitadamente flexible.

Pensando en la creación de enemigo, aquel a quien temer tanto que hay que armarse hasta los dientes, viene a mi memoria lo que una joven inglesa escribió en su crítica a la modernidad, a través de la metáfora prometeica de la creación de un monstruo y de su profecía autocumplida. Viene al caso, créanme.

La clave del Frankenstein de Mary Shelley no es la creación de un monstruo, sino la conciencia que va tomando la Criatura sobre quién es. Lo expresa mejor Caroline Benedetti (2020): “A medida que los individuos externos asfixian al monstruo, éste entra en una profecía autocumplida: se convierte en lo que otros, y él mismo, creen que es”. Dicho de otro modo, Mary Shelley nos advertía, premonitoria, de que el miedo de la sociedad al monstruo no carece de responsabilidad en su creación.

Olof Palme frente al monstruo

Esa idea del Otro como monstruo (que ha sido durante siglos la justificación bélica) fue deconstruida y revertida en 1982 por un socialdemócrata sueco, Olof Palme, cuya propuesta de seguridad común recuperamos hoy siguiendo la tendencia de medio planeta en su búsqueda de alternativas a la orden imperial, vía OTAN, de ceder salarios y derechos para comprarles armas.

La Comisión Palme, a través de su famoso informe, nos mostró que la seguridad es algo que creamos juntos y que las armas no son la respuesta. Lo hicieron a través del concepto de “seguridad común”, la poderosa idea de que las naciones y su población solo pueden sentirse seguras cuando sus contrapartes también se sienten seguras. Una amiga pacifista me recordó que esa misma idea fue patente durante la pandemia: nos sentimos seguros cuando los demás también se sienten seguros.

Para ello, la Comisión Palme planteó tres principios para la seguridad común: que todas las naciones tienen derecho a la seguridad, que la fuerza militar no es un medio legítimo para resolver conflictos y que hay reducir y limitar las armas para que haya seguridad mutua. Una idea recogida en la Conferencia de Helsinki cuya acta fue firmada por países europeos, Canadá, EEUU y la URSS, sentando las bases de la Organización para la Seguridad y la Cooperación (OSCE). Les paso el acta para que vean ustedes que sí es posible otra política de seguridad desde un lenguaje en las antípodas de la histeria militar reinante.

Seguridad humana

El Acta de Helsinki recoge otro concepto, el de seguridad humana, lanzado por las Naciones Unidas sobre el que se me hace imperativo volver para frenar tanta psicosis brutalista y militar (perdón por la reiteración).

La seguridad humana pone el foco en las personas, no en los Estados. Es un giro de 180º en el concepto de seguridad que amplía la limitada mirada cuartelera, ya estrecha de por sí. Identifica la ONU siete condiciones para que la seguridad humana se produzca: seguridad económica, alimentaría, sanitaria, ambiental, personal, comunitaria y seguridad política; pero, más allá de la enumeración, la fuerza del término viene dada por su premisa: para sentirnos seguros hemos de sentirnos libres del miedo y libres de necesidad ("freedom from want" y "freedom from fear"). Es decir, para dejar de vivir en un mundo inseguro, el camino es garantizar vivir en libertad sobre la ausencia de miedo y necesidades.

Por eso, los llamamientos al miedo son liberticidas.

Y, sin embargo, el mundo se mueve

Fuera de la burbuja de Bruselas y de los palacios de poder hoy reconvertidos en fortalezas, hay un mundo que no compra sus arengas histéricas. La mayoría de los europeos nos hemos tomado a chufla lo del kit de supervivencia y, ante el dislate de que cada país aumente su gasto militar como si eso arreglara algo, otros muchos están rescatando ideas mejores, más útiles y, sin duda más bellas, con las que enfrentar a los de “tenéis que cambiar derechos por armas”.

Entre los cientos de iniciativas en defensa de la paz que hoy estallan por el mundo fuera de nuestro “jardín”, hoy quiero destacar una que me tiene encandilada, de puro disruptiva: la iniciativa Sembrando Vida de la presidenta Claudia Sheinbaum.

El pasado noviembre, durante la Cumbre del G20, la presidenta de México propuso destinar el 1% del gasto militar al programa de reforestación más grande de la historia. Al presentarlo, defendió que “la propuesta es dejar de sembrar guerras, sembremos paz y sembremos vida” y se preguntaba: “¿Qué está pasando en nuestro mundo que en tan solo dos años el gasto en armas creció casi el triple que la economía mundial?”.

Se respondió (y nos respondió) con una sentencia que se me antoja irrefutable: “Resulta absurdo, sinsentido, que haya más gasto en armas que para atender la pobreza o el cambio climático”.

Así que, ¿quién les parece más razonable, más cargado de futuro, la presidenta de México o el “analista” del Financial Times?

https://www.publico.es/opinion/olof-palme-frente-monstruo-seguridad-humana-seguridad-comun-frente-armas.html

martes, 29 de abril de 2025

Fundido a negro

Editorial de El País (España)

Un apagón sin precedentes en España y Portugal revela la vulnerabilidad por nuestra dependencia absoluta de la electricidad

Toda la península Ibérica sufrió este lunes un apagón generalizado que devolvió durante varias horas la vida de 60 millones de personas a un mundo sin luz eléctrica, internet ni teléfonos móviles. Las causas de este acontecimiento sin precedentes aún no habían sido aclaradas al final de la jornada. El apagón dejó escenas inéditas desde lo más cercano, como viviendas, ascensores y semáforos, hasta infraestructuras críticas que quedaron a ciegas como redes de metro, hospitales, aeropuertos o la red de ferrocarriles, que canceló el servicio por completo durante toda la jornada. El apagón afectó también a las redes de telefonía e internet, lo que contribuyó a disparar la ansiedad de la población ante la imposibilidad de contactar con sus familiares y acceder a información en medio de un caos de tráfico y servicios que será recordado durante años, aunque, una vez más, los ciudadanos españoles dieron muestras de la madurez de esta sociedad en las crisis inéditas.

El administrador de la red en España, Red Eléctrica, informó en una nota de que se había producido un “cero energético nacional” a las 12.32 del mediodía, es decir, el apagón repentino de toda la energía eléctrica en España. Sobre las causas, la empresa pública apuntó a una “oscilación fuerte del flujo de potencia de red”, una formulación incomprensible para la población que no evolucionó mucho durante el día. A la “oscilación en el sistema eléctrico europeo” se refirió el presidente del Gobierno por la tarde. 


El Gobierno de España tardó cinco horas y media en comparecer mientras el país se paralizaba y versiones de todo tipo eran difundidas por distintas fuentes tanto en España como en Portugal. Ya está más que acreditado que en las crisis la ausencia de información es el campo abonado para la desinformación. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no descartó “ninguna hipótesis”. Compareció en dos ocasiones, a las seis de la tarde y a las once de la noche, en las que no aportó más novedades sobre las causas del suceso, lo que da la medida del evento sin precedentes al que nos hemos enfrentado en un sistema en el que intervienen múltiples operadores, pero sí sobre el posible detonante. Según Sánchez, durante cinco segundos se había “perdido súbitamente” de la red una cantidad de energía equivalente al 60% del consumo de España. Ante la situación de “crisis de electricidad”, el Gobierno asumió el mando de emergencias en las comunidades de Andalucía, Murcia, Extremadura, La Rioja y Madrid, y aseguró que hará lo mismo en todas las que lo pidan. 


El apagón ocurrido en la península ibérica se ha convertido en la mejor evidencia de la dependencia absoluta de nuestro modo de vida de la energía eléctrica. Operaciones quirúrgicas por toda España se quedaron sin electricidad de un minuto para otro; miles de usuarios se vieron atrapados en ascensores, túneles de metro y trenes en mitad del campo; algunos aviones no pudieron despegar; empresas y comercios se quedaron sin luz ni comunicaciones a mediodía de un lunes; sin contar con el trastorno de ciudadanos tratando de cruzar ciudades colapsadas para llegar a tiempo a colegios o guarderías. En definitiva, escenas impensables en un país europeo desarrollado. Afortunadamente, ocurrió de día y en una jornada templada. La solvencia de los equipos de emergencia en infraestructuras críticas y el civismo ciudadano evitaron situaciones de peligro.

No sabemos cuándo conoceremos con todo detalle qué ha ocurrido y, sobre todo, cómo ha podido ocurrir. Pero es imprescindible reaccionar cuando se tengan datos precisos e investigar las responsabilidades. España dispone de un sistema eléctrico robusto y moderno, con suficientes cortafuegos para anticipar un apagón de estas dimensiones. El desconcierto que padecieron ayer todos los ciudadanos sin excepción y el trastorno en su vida diaria no tiene precedentes desde los primeros días de la pandemia; la crisis eléctrica, además, se suma a la sucesión de crisis agudas de este siglo. Esta vez, una buena parte de la población del país se fue a dormir con una sensación de fragilidad extrema ante la pérdida repentina y misteriosa de cosas que damos por supuestas en la vida diaria: el teléfono móvil, internet, la electricidad, la posibilidad de llenar el tanque de gasolina del vehículo. Todo, en definitiva, quedó en suspenso durante unas horas. Esta crisis eléctrica añade una dosis inquietante, turbadora, de desasosiego, a la incertidumbre radical de los últimos tiempos.

https://elpais.com/opinion/2025-04-29/fundido-en-negro.html

lunes, 28 de abril de 2025

La clase media, la Revolución y la sociedad real

Rafael Hernández

 Diez años tendría mi mamá cuando echaron a la familia al camino real. 

Mi abuelo, que cultivaba una vega cerca del pueblo de Cabaiguán, se había negado a vender dos cosechas seguidas, por los precios abusivo que le ofrecían los mercaderes de tabaco. Por desgracia, cuando la crisis de 1929 provocó la quiebra del banco en el que tenía sus ahorros, se vio forzado a vender aquellas cosechas acumuladas, a precios peores todavía. Así y todo no le alcanzó para pagar la renta de la finca. De manera que el propietario de la tierra los desahució sin más contemplaciones, “echándolos al camino real”, como se decía entonces, y quedándose con todo lo invertido por mi abuelo en la finca, incluidas vivienda, siembras y animales. Mi mamá, quien evocaba aquella finca Los Valles como si fuera el huerto del Edén, me narraba aquel día aciago, imborrable en la memoria familiar, desde que tuve uso de razón.

Cuento esta historia cada vez que tengo que explicar cómo la reforma agraria se metió con los intereses creados y conmovió el sentido común, sacando a flote una visión ancestral de la justicia bastante anterior al comunismo, incluso entre gente nada revolucionaria, y que se decían ajenos a la política, católicos y de clase media muy bajita, como los siete hermanos de mi mamá.

La traigo a colación aquí y ahora para ilustrar la diversidad de sujetos y actitudes en ese saco llamado “el sector privado”. Ahí estaba mi abuelo, guajiro poseedor de una parcela, propiedad de un terrateniente que contaba con la ley y el orden de su lado, y de un pequeño capital puesto en manos de un banquero que se podía declarar en quiebra, así como de una producción de tabaco en rama que unos especuladores podían saquearle aprovechando las coyundas del “libre mercado”.

No hace falta un doctorado para saber que aquellos cuatro sujetos del “sector privado” ocupaban puestos muy diferentes en la estructura social, y padecían la gran crisis de modos radicalmente distintos, desde arriba hasta abajo.

No es casual que más de 200 años antes de nuestro éxodo familiar de finca Los Valles, miles de vegueros rebelados protagonizaran los primeros levantamientos contra el imperio español y su monopolio comercial al sur de La Habana y otras provincias. Y que muchos de ellos se convirtieran en proscritos, alzados en zonas adonde no podían alcanzarlos las tropas de la corona; para fundar enclaves de hombres libres, autónomos, alejados de los centros de poder colonial, que pudieran defender, si fuera necesario, con las armas. Entre aquellas zonas distantes emergería Vueltabajo, el lugar legendario del tabaco negro, adonde llegaría mi abuelo en víspera de la ultima Guerra de independencia.

Además de primeros rebeldes, aquellos emprendedores criollos se resistían a las reglas del poder colonial con aquello de “se acata, pero no se cumple”. Contrabandeando carne ahumada y cueros con navegantes a lo largo de la costa interminable de la isla, incluyendo corsarios y piratas, violaban las reglas del monopolio comercial estatal todo el tiempo que podían, desde el siglo XVI.

No es extraño que la primera obra literaria identificada como cubana, que da cuenta de la naturaleza, los animalitos y las frutas de aquí, tenga como trama central un acontecimiento protagonizado por comerciantes criollos de Bayamo, dedicados al noble oficio del contrabando, y que defienden su plaza del asalto y secuestro intentado por el pirata Gilberto Girón.

Al margen del valor literario o de documento histórico atribuible al poema Espejo de paciencia, de Silvestre de Balboa (1606), el hecho de que sus héroes sean negociantes de la villa de Bayamo, un esclavo negro y un obispo español que hace causa común con ellos, nos dice más acerca de la sociedad colonial, sus estratos y compenetraciones, el sentido de pertenencia al país natal, y la anticipación de las identidades cubanas que las claves literarias hispanodescendientes con que se escribió. 

Trabajador por cuenta propia (carpintero y escultor) era José Antonio Aponte, la figura emblemática de las luchas de negros y mestizos por la independencia y la emancipaciòn sociales. Pequeños agricultores fueron la familia Maceo-Grajales, donde se formaron grandes jefes mambises, entre ellos el propio Antonio, quien gestionaría una pequeña hacienda y fábrica de azúcar en su exilio de Costa Rica. A esa misma actividad agrícola se dedicaba el general Máximo Gómez y otros héroes de la independencia, o ejercían por su cuenta profesiones como abogados, médicos, dentistas, veterinarios.

A pesar de que la sacarocracia cubana fue más bien anexionista y autonomista, de la elite criolla salieron figuras ilustradas en las ideas de la revolución como Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Francisco Vicente Aguilera. Salvador Cisneros Betancourt, uno de los patriotas más acaudalados, también lideró, junto a Juan Gualberto Gómez, la resistencia contra la Enmienda Platt hasta el final.

Más allá de cualquier inventario de rebeldes y patriotas destacados, la presencia de la clase media en las luchas sociales y en la construcción de la cultura política cubana, incluida la más radical, así como entre sus más destacados políticos, intelectuales y artistas orgánicos abarca un arco de corrientes de pensamiento y acción, desde Antonio Guiteras hasta Juan Marinello, y que va mucho más allá de un determinado espectro ideológico.

La expresión más clara de esa pluralidad revolucionaria de base está plasmada en la convocatoria de Fidel Castro a una diversidad de los grupos sociales concernidos por la transformación del orden establecido. “Llamamos pueblo, si de lucha se trata” es el párrafo más importante en el largo alegato conocido como La historia me absolverá.

Entre esos sujetos del cambio revolucionario, Fidel identifica a “los 100 mil agricultores pequeños, que viven y mueren trabajando una tierra que no es suya”, y “que no pueden amarla, ni mejorarla, porque ignoran el día que vendrá un alguacil con la guardia rural a decirles que tienen que irse”; “a los 30 mil maestros y profesores tan abnegados, sacrificados y necesarios al destino mejor de las futuras generaciones y que tan mal se les trata y se les paga”;  “a los 20 mil pequeños comerciantes abrumados de deudas, arruinados por la crisis y rematados por una plaga de funcionarios filibusteros y venales; a los 10 mil profesionales jóvenes: médicos, ingenieros, abogados, veterinarios, pedagogos, dentistas, farmacéuticos, periodistas, pintores, escultores, etcétera, que salen de las aulas con sus títulos deseosos de lucha y llenos de esperanza para encontrarse en un callejón sin salida”.

El pueblo no es una clase social determinada, ni los pobres y desamparados a quienes los políticos hacen promesas de redención, sino todos aquellos en capacidad de luchar por un orden más justo que represente “la libertad y la felicidad”. Y en la médula de esa fuerza está la clase media.

Debí haber empezado por aclarar que clase media no se debe confundir con un segmento de traficantes y bodegueros afanados en extraer plusvalía de sus trabajadores, sacarle el jugo a todo lo que le pase por delante o especular en el mercado negro. Naturalmente que incluye a emprendedores, productores autónomos y comerciantes, pero su núcleo está formado por profesionales. Es este nivel educacional el que la distingue en su conciencia social y en su proyección sobre el conjunto de la vida nacional. Especialmente, en su papel en los procesos de transformación.

Un análisis crítico de esta condición en la Cuba actual requeriría un debate más amplio del que podemos hacer aquí. Para los fines de este artículo solo quiero terminar diciendo que el socialismo cubano ha creado una clase media como parte de sus logros en el desarrollo social. La urbanización de 76 % de la población, el acceso a la educación de todos los cubanos, la graduación de millones de profesionales y su presencia no solo en la fuerza laboral calificada sino en las instituciones estatales y políticas, las organizaciones sociales y la esfera pública es demasiado obvia para requerir demostración.

Una parte no despreciable del sector privado se nutre de esos profesionales, los mismos que integran la mayoría de la Asamblea Nacional y el CC del PCC, dan clases en las universidades, atienden los servicios de salud en hospitales y politécnicos, producen obras de arte y escriben libros, o generan los contenidos de los medios de comunicación. Considerar esos espacios como compartimientos estancos en vez de segmentos unidos por vasos comunicantes limita nuestra comprensión de la dinámica social real.

Quienes hasta ayer fueron médicos o diplomáticos pueden haberse convertido en emprendedores, así como algunos que ejercen como profesores mantienen al mismo tiempo una actividad privada. Aunque no tengamos esas cifras a mano, podemos dar testimonio de esos vínculos y redes sociales reales nada más que mirando a nuestro alrededor. Esos que nos representamos como sectores separados, estatales-privados o cooperativos-públicos, están interrelacionados en un grupo social más amplio, cuyos rasgos comunes pueden ser mayores que sus visibles diferencias.

Repensarnos como sociedad requiere ese examen ecuánime, en vez de lamentarnos por una migración laboral inevitable o de estigmatizar a un sector que ha salido de la misma fábrica social que los demás. Entender esa sociedad real puede contribuir disipar telarañas mentales y otras talanqueras atravesadas en el camino de la “unidad en la diversidad” de que tanto hablamos. En vez de querer mirarnos por el espejo retrovisor de lo que fuimos, y lograr caminar en el único sentido en que podemos: hacia adelante.

https://oncubanews.com/opinion/columnas/con-todas-sus-letras/la-clase-media-la-revolucion-y-la-sociedad-real/

domingo, 27 de abril de 2025

En esta casa azul

(a Silviano, siempre a-su-lado
en todas las Citas)

En esta casa azul
vive también Roque Dalton
hermanito mayor

y viven
un montón de insumisos
ante el poder del capital
que nació
rezumando sangre
y lodo
por todos los poros

en esta casa azul
viven también otros locos actuales
pensantes
persistentes
resistentes
decididos
amables
memoriosos
coléricos
practicantes del alma
y del espíritu
(santo y del otro)
medio audaces
constantes y sonantes
sonrientes (cuando es posible sonreír en estos tiempos)
sufridores (por necesidad
no por vocación ni por oportuna conveniencia)
cálidos
angélicos
o
endiabladamente vivos
vivaces
sobrevivientes de varios naufragios
y dispuestos
a sobrevivir
desde esta casa azul
sobreluchando
cualquier naufragio
que esté
por
venir

                           Víctor Casaus Sánchez

viernes, 25 de abril de 2025

Amaga Tel Aviv con intensificar "presión" sobre Gaza

Niños palestinos se agolpan frente a un enrejado para recibir comida en un centro de distribución de alimentos, en la ciudad de Gaza. Foto Xinhua


 Afp, Europa Press y Sputnik

Gaza. El ejército israelí amenazó ayer con extender su actividad militar sobre la franja de Gaza en momentos en que al menos 59 palestinos fueron asesinados por los bombardeos de Tel Aviv a lo largo del devastado enclave.

Eyal Zamir, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), advirtió al movimiento de resistencia islámica y otras milicias palestinas que si no dan pasos concretos hacia la liberación de los 59 cautivos, los territorios palestinos serán azotados con una acción aún más significativa y enérgica.

El mando castrense declaró, luego de su visita a la zona de Rafah: seguimos ejerciendo presión operativa y apretando el cerco sobre Hamas tanto como sea necesario. Es responsable de haber comenzado esta guerra, ahora retiene cruelmente a los rehenes y es responsable de la difícil situación de la población.

Señaló que el grupo islamita palestino se equivoca al analizar las capacidades, intenciones y determinación de las fuerzas armadas israelíes, y recordó que el histórico líder del partido-milicia chiíta Hezbollah, Hasán Nasrala, también cayó en este error antes de morir en septiembre del año pasado víctima de un ataque israelí sobre Beirut.

En tanto, casi 60 personas murieron en embates israelíes en el enclave costero, anunciaron la Defensa Civil palestina y fuentes del sector salud.

En la región de Jabaliya, en el norte gazatí, nueve personas murieron y varias resultaron heridas en una operación militar contra lo que solía ser una comisaría de policía, informó el hospital Indonesio, adonde personal sanitario trasladó los cuerpos; a su vez, Israel confirmó en un comunicado que embistió un centro de mando y de control de Hamas, pero no especificó si se trataba de la jefatura policial.

En ciudad de Gaza, también en el norte del enclave, seis miembros de una misma familia (una pareja y sus cuatro hijos) murieron cuando un bombardeo alcanzó su vivienda; asimismo, al menos 21 personas fueron eliminadas en otros embates, en particular en Jan Yunis, en el sur, y en Zuwaida, en el centro.

Desde que Israel retomó sus operaciones militares en Gaza, al menos mil 978 personas han perdido la vida, con lo que el balance total asciende a por lo menos 51 mil 355 eliminados desde que empezó la guerra, según el ministerio de Salud de Gaza.

En tanto, las FDI reconocieron haber bombardeado accidentalmente una instalación de la Organización de Naciones Unidas (ONU) en el centro de Gaza en marzo, causando el deceso de un trabajador del organismo internacional.

Por los hallazgos recopilados hasta el momento, la investigación indica que la muerte fue causada por disparos de tanques de las FDI que operaban en la zona. El edificio fue alcanzado debido a la presunta presencia enemiga y no fue identificado por las fuerzas como una instalación de la ONU, reportó un comunicado del ente castrense.

El director ejecutivo de la ONU de Servicios para Proyectos, Jorge Moreira da Silva, confirmó tras el ataque (del 19 de marzo) que el fallecido era miembro del organismo y agregó que otros cinco integrantes del equipo resultaron heridos de gravedad.

https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/04/25/mundo/amaga-tel-aviv-con-intensificar-presion-sobre-gaza

El pensamiento indígena señala las causas de nuestra crisis

Si observamos nuestra sociedad ultraliberal desde fuera —como si fuéramos etnólogos investigando nuestra propia forma de vida—, descubrimos un sistema que nos está llevando a una crisis existencial

Mar Padilla

Demasiadas veces creemos que nuestro modo de vida es el único válido, el “verdadero”. Pero la gran enseñanza de la antropología es que hay muchísimas maneras de interpretar y habitar el mundo. Hasta hace una década, cuando Gemma Orobitg, profesora de Antropología en la Universidad de Barcelona, explicaba en clase el pensamiento de la comunidad pumé, de Venezuela, muchos estudiantes no lograban conectar. “Les sonaba a chino”, dice. 

Ahora no tanto. De un tiempo a esta parte percibe mayor interés por el pensamiento indígena. “En general, nuestra forma de pensar es cerrada. Pero hay que salir de nuestras respectivas cajas de resonancia. Y ahora noto más ganas de cambiar de perspectiva”, afirma al teléfono Orobitg, doctora en Antropología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales.

Más allá del tópico exótico y esencialista, se diría que últimamente hay hambre de conocer formas de pensar de culturas para las que los occidentales somos, precisamente, los otros. Por eso se están publicando libros como El pensamiento indígena contemporáneo (Colegio de San Luis), coordinado por el mixteco Francisco López Bárcenas; La caída del cielo, de Davi Kopenawa, líder yanomami de Brasil (Capitán Swing); Escrito en la arena. Cómo el pensamiento indígena puede salvar al mundo Relato correcto, relato incorrecto. Una travesía por el pensamiento indígena, de Tyson Yunkaporta, de los apalech, de Australia (Herder), o Ideas para postergar el fin del mundo (Prometeo) y Futuro ancestral (Taurus), de Ailton Krenak, filósofo indígena brasileño.

No es tan extraño. Si intentamos observar nuestra sociedad ultraliberal desde fuera —como sesudos etnólogos investigando nuestra propia forma de vida—, descubrimos un sistema que nos está llevando a una crisis existencial. “El mundo se está infectando de simplicidad artificial, enfangado en esa simplicidad. En realidad, la guerra entre el bien y el mal es una imposición de la estupidez y la simplicidad sobre la sabiduría y la complejidad”, advierte Yunkaporta por videoconferencia desde Melbourne.

Según el autor australiano, el pensamiento occidental arrastra un defecto de origen: la idea de “yo soy más que tú, tú eres menos que yo”. Bajo un manto de corrección cultural, cuesta la mera posibilidad de escuchar y valorar otras formas de cultura. Pero no todo está perdido: el conocimiento está vivo, y el tiempo de la creación sigue desplegándose ahora, según los apalech. Otras personas en otros territorios también piensan así.

La “ineptitud teórica” occidental

La filósofa Hannah Arendt advirtió que la gran disrupción negativa en el pensamiento occidental fue olvidar de dónde provienen los seres y las cosas. Por ello, para Arendt las estructuras de pensamiento occidental saltan en pedazos ante el contacto con la realidad. Lo llamó “ineptitud teórica” y es un gran problema.

Hay casi 500 millones de personas pertenecientes a pueblos indígenas, y viven en 90 países diferentes, pero más allá de las diferencias, el pensamiento indígena coincide con la reflexión de Arendt: las ideas no vienen de la nada, sino que nacen y se desarrollan a partir de situaciones concretas.

Patrick Johansson, doctor en Letras por la Universidad de París y experto en lenguaje náhuatl, revela en sus investigaciones que el pensamiento indígena no ve interés en elucubrar abstracciones, y no considera la especulación una reflexión fecunda sino un extravío. Yunkaporta subraya algo parecido: en el pensamiento occidental a veces se razona a partir de variables aisladas y abstractas, lo que lleva a conceptos desvinculados, jerárquicos, solitarios. Por ello las personas sumergidas en culturas poco dependientes del contexto estamos expuestas “a razonamientos basados en señales y estructuras conceptuales determinadas por una autoridad desconocida”, dice, que controla el tiempo y el espacio de nuestra realidad. Esto es, estamos sometidos a algo que ejerce su poder más allá de las personas, sea en forma de Dios, ciencia, tecnología o el gran emperador de turno.

Con todas sus contradicciones y sus especificidades, en el pensamiento indígena, en cambio, las ideas dependen del contexto, son relacionales e interdependientes. Otro concepto compartido es la idea de reciprocidad. Para aimaras y quechuas cada acto condiciona o es consecuencia del acto de otra persona, y el grupo vive una dinámica permanente de ofrecimiento y recibo de ayudas.

Frente a la explotación y la propiedad, prevalece el sentido del cuidado y de pertenencia. “Sé que, pase lo que pase, se me amará, se me respetará y se me cuidará”, escribe Yunkaporta en Relato correcto, relato incorrecto. Y contra el individualismo feroz, la comunidad busca integrar a todos sus miembros. Así, “la percepción es que cumplir con los cargos designados por la comunidad no es una simple tarea, sino el reflejo de la respetabilidad del individuo y de su familia”, leemos en El pensamiento indígena contemporáneo.

Cambiar el ‘statu quo’

En Barcelona, en el Raval, Kopenawa explica el imperativo de cambiar nuestras formas de vida y la necesidad de hacerlo juntos. “Es muy importante que vosotros también luchéis por vuestros bosques. La tierra tiene que respirar, la selva tiene que respirar”, dice en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona, que este año ha dedicado un ciclo al pensamiento indígena y que invitó al líder yanomami en el marco de las actividades relacionadas con su exposición Amazonia. El futuro ancestral.

Días después, allí mismo, Raki Up, portavoz del Movimiento Unido de Liberación de Papúa Occidental, remarca que demasiadas veces olvidamos que somos parte de la naturaleza, “un gran error de foco cognitivo”, explica. Es tiempo de resetear el sistema, dice. Y contra los que piensan que es difícil cambiar el statu quo, recuerda las luchas antiesclavistas, antirracistas y feministas.

Patricia Gualinga, de la etnia kichwa de Ecuador, también está por esa labor. La activista recuerda que cuando presionaron para que su territorio fuera reconocido como un ser vivo “casi todos pensaron entonces que nuestra lucha era imposible”, explica en conversación telefónica —que tiene de fondo una lluvia torrencial— desde la ciudad de Puyo, en la Amazonia ecuatoriana.

Pero su lucha prosperó, y en 2008 la Constitución ecuatoriana reconoció a la naturaleza y a los seres no humanos como sujetos de derecho. Son ideas que resuenan en pensadores como Bruno Latour, Donna Haraway o Vinciane Despret, que transitan una filosofía no tan centrada en el humano, sino en los seres vivos.

El pensamiento indígena aporta ideas, formas de vivir que hay que contemplar. “Nos ayuda a poner en cuestión nuestras propias convicciones”, señala Orobitg. De hecho, muchas de sus propuestas son nociones que se han planteado en diferentes momentos de la historia occidental. El problema, según Yunkaporta, es que nuestra mente está demasiado domesticada.

“El pensamiento indígena es pensamiento de futuro”, dijo el etnógrafo Martin von Hildebrand hace años. Es hora de salir de nuestras respectivas cajas de resonancia y de que nos dé el aire.

https://elpais.com/ideas/2025-04-25/el-pensamiento-indigena-senala-las-causas-de-nuestra-crisis-e-interesa-cada-vez-mas.html