domingo, 5 de enero de 2025

Cuba 2024, Cuba 2025: un resumen, mil deseos

Por Alexis Díaz-Pimienta, a enero 2, 2025


Cuba dos mil veinticinco 

Cuba dos mil veinticuatro.

Mismo y distinto teatro.

Histórico ornitorrinco.

Cinco por cinco más cinco

menos cinco. Todo igual.

Lo que iba mal sigue mal.

Lo que iba a ir bien no se sabe.

Grave más grave por grave

Menos grave da fatal.


Cuba ha terminado un año

marcado por las tragedias,

por soluciones a medias,

sacrificios y autoengaño.

Un año con el tamaño

de varios años, lo asumo.

Voy a ver cómo resumo

en versos lo que ha pasado.

Y cómo pongo a su lado

deseos, sin vender humo.


Deseo que los cubanos

sean mucho más felices.

Que defiendan sus raíces

con los sueños y las manos.

Que se traten como hermanos.

Que se acaben los rencores.

Que nos llenemos de flores

más que de espinas, en ramos.

Y que este año seamos,

todos, “un tilín mejores”.


Otro año de sueños rotos.

De bloqueo y de sanciones.

Prolongados apagones.

Repetidos terremotos.

Otro año de manirrotos.

Otro año de inmovilismo.

Otro año de conformismo.

Otro de gente sufrida.

Y se nos pasa la vida.

¡Y abajo el siempreeslomismo!


Cuba mía, yo deseo

que algo comience a cambiar

y que dejemos de echar

toda la culpa al bloqueo.

Deseo que lo más feo

se acabe y nazca lo bello.

Que se acabe el atropello

provenga de donde venga.

Y que el cubano no tenga

por más tiempo el agua al cuello.


En el discurso oficial

se habló claro —y eso aterra—:

“Economía de guerra”;

“situación excepcional”.

El año comenzó mal

(por más sueños que demandes).

Y entre los fiascos más grandes

el “adiós” del que fue un día

Ministro de Economía:

Alejandro Gil Fernández.


Deseo que se levante

el bloqueo o el embargo.

Y que nuestro caimán largo

poco a poco se agigante.

Que el Gobierno no se plante

en echar balones fuera.

Que nuestra única bandera

ondee en todas las astas

y que se acaben las castas

y que el país no se muera.


Otra vez falta de luz.

Apagones infernales

y fallas en las centrales

termoeléctricas. ¡Qué cruz!

Siempre Cuba a contraluz.

Sombras, penumbras. Carencia.

Grandes pozos de paciencia.

Comida echada a perder.

Mañana parece ayer.

Seguimos de penitencia.


Deseo que Cuba crezca.

Que crezca su economía

y su luz y su energía

y su paz. Que re-amanezca.

Que el odio desaparezca.

Que la ineptitud también.

Que se mezcle el carpe diem

con el futuro soñado,

pensado, planificado,

donde todo se haga bien.


Reconozco que tenemos

un problema de pobreza

extrema. Gente que empieza

a vivir en los extremos

de la miseria y los vemos

comiendo de la basura.

Una imagen nueva y dura.

¿Qué haremos para evitarla?

Revertir esto. Cambiarla.

Salir de la zona oscura.


Deseo menos discursos

y mejores decisiones.

Que haya menos apagones

y tengamos más recursos.

Que juntos venzamos cursos

(en las buenas y en las malas).

Que haya vuelos sin escalas

hacia un futuro mejor

y disparemos amor:

más barato que las balas.


Reconozcan que las drogas

avanzan entre los jóvenes.

Más drogatas que Bethóvenes.

Más jeringuillas que togas.

Dejemos las demagogas

frases. La gente las paga

(hágase lo que se haga)

porque es barato y puntual:

“el kímico” se ha hecho un mal

que avanza como una plaga.


Deseo más combustible.

Deseo menos ciclones.

Deseo cero apagones.

Y cero inflación. ¡Qué horrible!

Que haya una Cuba posible

en vez de una idealizada.

Una Cuba ni bloqueada

ni cercada de exabruptos.

Pero también sin corruptos

en la clase acomodada.


Reconozcan que vivimos

comidos por la basura,

por la mierda pura y dura:

desperdicios en racimos.

¿Qué hicimos mal? ¿Qué no hicimos?

Más basura cada día.

La ciudad de luz vacía

y un Cayo Cruz nacional:

síntoma institucional

de indolencia y apatía.


Deseo que regresemos

a ser Meca cultural.

Y que —pasión nacional—

de nuevo en béisbol ganemos.

Deseo que nos llenemos

de risas, besos, abrazos.

Y que demos buenos pasos

para que, sin cortapisas,

renazca de sus cenizas

esa Habana hecha pedazos.


Reconozcan la sangría

que está vaciando el país

por un éxodo infeliz:

gente joven, de valía,

que se va día tras día

en plena edad laboral.

Chicas en edad gestal.

Miles y miles de isleños

que no realizan sus sueños

en su terruño natal.


Deseo que Donald Trump

sufra amnesia selectiva

y olvide a Cuba… que viva

mirando a otra dirección.

Ya es dura la situación.

Ya se ha sufrido bastante.

Y no ningún gobernante

sino el pueblo, los de a pie.

Deseo —de buena fe—

que mi pueblo se levante.


Reconozcan que el país

solo se levantará

con gente de aquí y de allá

pero con igual raíz.

Entre mentira y mentís

reconozcamos, paisanos,

que habrá que juntar las manos

pero unirlas de verdad

con toda la sociedad

transnacional de cubanos.


Deseo prosperidad.

Deseo feliz infancia.

Aguaceros de abundancia.

Ciclón de felicidad.

Salud y salubridad.

Música. Sol. Poesía.

Quisiera que la isla mía

venza el bloqueo exterior

y también el interior,

viviendo en paz y armonía.


Reconozcamos, cubanos,

que en este lustro que arranca

con Trump en la Casa Blanca

y planes republicanos

habrá asedios inhumanos

y no habrá un trato especial

a ningún connacional

ni para isleñas empresas.

Se acabarán las remesas,

Morirá lo comercial.


En fin, deseo que el año

que acaba de comenzar

nos permita respirar

sin hacernos tanto daño.

Que se acabe el desengaño.

Que ganemos más confianza.

Que se ponga en la balanza

todo lo bueno que hagamos.

Que vivamos y tengamos

doce meses de esperanza.


Cuba dos mil veinticinco.

Cuba dos mil veinticuatro.

Mismo y distinto teatro.

Histórico ornitorrinco.

Cinco por cinco más cinco

menos cinco. Todo igual.

Ojalá se acabe el mal

tenga la forma que tenga

y venga de donde venga

que el dolor tenga final.


Postdata:

Y que inventen la vacuna

contra quien los sueños viola.

Porque Cuba hay una sola.

Porque vida, solo hay una.