14 de abril. La Habana.
Tiempo de COVID y colas.
El sol del Caribe, en bolas,
Me golpea la ventana.
Las 7 de la mañana.
Adiós, Jet Lag. Ya. De pie.
Por mi ventana se ve
El mar y el mar ni me mira.
El olor a mar me inspira.
Y alguien pregona café.
El café no es para mí.
“Café y merienda”, repite.
Pregón y venta y convite
Para gente que está ahí
Desde hace horas. Los vi
Ayer a la misma hora.
Quien vende es una señora
Con voz de señor cansado.
Pasa un perro despeinado.
Oigo un pájaro que llora.
¿Por qué llora? Me pregunto.
¿Por la cola? ¿Por la gente?
¿Por lo tenso del ambiente?
¿Por el silencio difunto?
¿Cuántos son? Cuento y apunto.
¿Trescientos? ¿Quinientos?¿Mil?
El sol en bolas, senil,
Me saca la lengua y ríe.
¿Es normal que desconfíe?
¿Es un Pepe, un yuma, un gil?
Miro a la gente callada.
La tienda abrirá a las nueve
Pero la gente se mueve
Temprano en la madrugada.
Entre “poco” y “casi nada”
Se queda la expectativa.
No hago elogio ni diatriba.
El cronista, mira y cuenta.
Deja constancia. Comenta
con la letra en sangre viva.
Llegué el 10 de abril y ayer
Salí, por fin, de mi casa.
Hallé a la ciudad escasa
de gente. Junto al placer
Por ver mi ciudad y oler
Su aire antiguo y marinero
hallé un vacío agorero,
Un no-sé-qué silencioso.
Un chollo para el curioso.
Fotos para el extranjero.
La Habana semivacía.
Poca gente en 23.
La calle Línea a mis pies
y no la reconocía.
Cierto que es el primer día.
Pero es La Habana, soy yo.
La Habana es La Habana y no.
Yo soy yo y no soy el mismo.
Hoy toca fingir turismo.
Mañana iré a Luyanó.
Ahora vuelvo a mi ventana.
La gente sigue en la cola.
Le tomo, por carambola,
El pulso actual a La Habana.
Un hombre besa a una anciana.
Una joven y un señor
Conversan en Do menor.
Dos hombres sin edad, callan.
Dos mujeres mal ensayan
Que harán en el interior.
Dicen que hay muy pocas cosas.
Dicen que el pollo se acaba.
Dicen que con qué se lava.
Dicen que hay madres nerviosas.
Dicen que. Colas odiosas.
Dicen que. No es fácil. No.
Todo el mundo madrugó
Todo el mundo ha madrugado.
Un refrán es cuestionado:
¿Y Dios a quien ayudó?
Todos llevan mascarilla
Porque, además de la cola,
El COVID hace la ola
Aún en la gran Antilla.
La situación no es sencilla.
Miro. Pienso. Tomo notas.
No hay gritos ni palabrotas.
Solo mucha gente junta.
Surge más de una pregunta.
Recuerdo fechas remotas.
1990.
14 de abril. La Habana.
La escasez de todo gana
Espacio y tiempo. Revienta.
Mucha plata y poca venta.
Todo regular o mal.
Es Período Especial
En tiempo de Paz. Qué duro.
¿¡Quien diría que el futuro
Tendría una fecha igual!?
Y si no igual, parecida.
Carencias. Colas. Rumores.
Éxodo. Rabia. Temores.
Incertidumbres. Huida.
Lo cara que está la vida.
Qué ineficiencia. Lo veo.
De pinga. Abajo el bloqueo.
Abajo la burocracia.
Abajo la no eficacia.
Y el bloqueo. Sí. Te creo.
Gente sentada en el suelo.
Gente durmiendo en cartones.
Revendedores cabrones.
Insomnio, sueño y desvelo.
Madrugadores con celo
Por la no-ayuda de Dios.
Desespero en alta voz.
Impotencia virulenta.
¿1990?
No. Esto es 2022.
El euro a 150.
Un kilo de leche a 1000.
Un mecánico, 3000.
Un carro hasta Playa, 30.
¿1990?
¡2022, asere!
De pinga. La gente quiere
Una tregua, algún respiro.
¿Tú te quedas? Yo me piro.
Que solo una vez se muere.
Y encima, muy pocas guaguas.
Y encima, redes fecales.
Y encima, mafias locales
En todas las Nicaraguas.
¿Mariposas y tataguas
Se comen? No, bróder, ¡ño!
¡Está duro el dominó!
¿Y qué dice el Noticiero?
Que está duro el extranjero.
¡Mañana iré a Luyanó!
Aceite en MLC.
Sudor en pesos cubanos.
Telegram a cuatro manos.
Whatsapp vendiendo kafé.
Facebook armando un bembé
Virtual en cualquier esquina.
Cambio ron por gasolina.
Cambio diazepán por pan.
Se sobrecumple otro plan.
Cambio amor por Cicculina.
El sexo en MLC.
Amor en pesos cubanos.
La culpa es de los gusanos.
¿Queremos ser como el Che?
La culpa es de Buena Fe
El culpable es Otaola.
¡Cuba, aguanta, no estás sola!
¡Todo el que no salte es yanqui!
¡De tranca! ¡Ño, tronco, tranqui!
Peor es perder la cola.
Habana, mi vieja Habana,
Sábanas blancas y ron.
Casino, tabaco y son.
Habana, mi vieja Habana.
¿Si hablo voy a caer cana?
Si pregunto, escribo, digo,
¿Le hago el juego al enemigo?
¿Me odiarán los odiadores
De ambos bandos? Mis “errores”
¿Tendrán que morir conmigo?
¿Crónica del desayuno?
Si yo ni he desayunado.
Tengo el estómago untado
De un silencio inoportuno.
¿Y si salgo? ¿Y si me uno
A la cola? ¿Y si? Me freno.
Un cronista es ojo ajeno
Que cuenta lo que ve y vive.
Su aporte está en lo que escribe,
Sea malo o sea bueno.
Hoy no desayunaré.
Tengo hambre, pero no ganas.
Entre todas mis Habanas
Esta no la olvidaré.
¿Pesimista? Yo qué sé.
La Habana es mi Habana y no.
Este soy yo y no soy yo.
El sol sigue estando en bolas.
(Creo que revende colas).
Mañana iré a Luyanó.
Aléxis Díaz Pimienta
La Habana,
14 de abril de 2022