miércoles, 24 de diciembre de 2025

Publicación de Yuliet Teresa

 La polémica desatada tras la intervención del diputado Emilio Interián Rodríguez en la Asamblea Nacional del Poder Popular no puede leerse como un simple desacuerdo económico ni como una reyerta ideológica entre “buenos” y “malos” revolucionarios. Lo que está en juego es mucho más serio: la relación real entre poder, verdad y crítica dentro del proyecto político cubano, y las condiciones —objetivas y subjetivas— que hoy limitan su capacidad de reproducirse como Revolución.

Interián no habló desde la abstracción. Habló desde la experiencia productiva, desde la práctica agrícola, desde la contradicción cotidiana entre plan, normas y realidad. Esa localización de la palabra importa. No es lo mismo opinar desde un despacho que desde el surco. Tampoco es lo mismo cuestionar por oportunismo que hacerlo con la autoridad moral que otorgan años de trabajo y resultados concretos. Por eso resulta intelectualmente deshonesto reducir su intervención a una defensa del capitalismo o del pasado prerrevolucionario.
Sin embargo, tampoco basta con reivindicar la “sinceridad” del discurso. El rigor revolucionario exige ir más allá de la anécdota y analizar las causas estructurales que hacen posible tanto su intervención como las reacciones que provocó.
El punto de partida es ineludible: la economía cubana atraviesa una crisis profunda y prolongada, con especial gravedad en la agricultura. Bajos niveles de productividad, desestimulación crónica al productor, distorsiones de precios, ruptura de encadenamientos productivos, tierra ociosa y una empresa estatal que, en muchos casos, no logra cumplir eficazmente su función social.
Nada de eso es resultado del “mercado” ni de las mipymes. Es consecuencia de decisiones políticas acumuladas: hipercentralización, desconfianza histórica hacia la autonomía, burocratización de la planificación y una separación creciente entre quienes deciden y quienes producen. Cuando el Estado fija precios que no cubren costos, cuando penaliza el éxito productivo, cuando impide escalar a quienes demuestran eficiencia, está produciendo su propia ineficiencia.
En ese contexto, que actores no estatales resuelvan problemas concretos no es una victoria ideológica del capitalismo, sino una señal de fracaso del diseño institucional socialista. El problema no es reconocerlo; el problema es no preguntarse por qué ocurre.
Lo más revelador de este episodio no fue el contenido de la intervención, sino el modo en que se respondió. En lugar de discutir datos, estructuras, incentivos o modelos de gestión, el debate se desplazó rápidamente al terreno de la pureza ideológica. Se juzgó la intención antes que el argumento. Se acusó de “burgués” antes de refutar. Se sustituyó el análisis por la sospecha.
Este desplazamiento no es casual. Responde a una cultura política que ha aprendido a gestionar la crisis cerrando filas simbólicas en lugar de abrir debates reales. Cuando el socialismo deja de defenderse con resultados y comienza a protegerse con etiquetas, algo esencial se ha erosionado.
La lealtad revolucionaria no puede medirse por la obediencia discursiva. Esa lógica conduce inevitablemente a la falsa unanimidad: parlamentos que aplauden, informes que maquillan, diagnósticos que no transforman. La historia del socialismo —incluida la cubana— demuestra que ese camino no conduce a la fortaleza, sino al estancamiento.
Defender la Empresa Estatal Socialista como sujeto principal de la economía no significa convertirla en un dogma intocable. Significa exigirle eficiencia, control popular, transparencia y capacidad real de satisfacer necesidades. Cuando la empresa estatal pierde esas cualidades, deja de ser socialista en la práctica, aunque lo sea en el discurso.
El error más grave del debate actual es plantear una oposición mecánica entre propiedad estatal y propiedad privada, sin analizar las relaciones sociales que las atraviesan. La pregunta marxista no es quién administra formalmente, sino quién decide, quién se apropia del excedente, quién controla y para quién se produce.
Si hoy existen procesos de concentración de riqueza, opacidad del capital y reproducción de desigualdades, la responsabilidad no es de quien lo señala, sino de un sistema de regulación que no ha sabido —o no ha querido— establecer límites claros, contrapesos efectivos y control social real.
Hay una verdad que incomoda a muchos: sin crítica interna no hay socialismo posible. La Revolución cubana avanzó cuando fue capaz de cuestionarse, de rectificar errores, de escuchar a su pueblo y de actuar en consecuencia. Retrocedió cuando confundió disciplina con silencio y unidad con uniformidad.
Atacar a quienes dicen lo que piensan desde dentro del proceso, con argumentos y desde la experiencia concreta, no es defensa ideológica: es empobrecimiento político. Es cerrar las válvulas de corrección en un sistema que ya enfrenta presiones externas enormes.
El caso Interián no trata, en última instancia, de leche, mipymes o hectáreas. Trata de si Cuba será capaz de construir un socialismo con pensamiento crítico, participación real y diversidad de criterios, o si se refugiará en un modelo defensivo donde pensar diferente se castiga y repetir se premia.
Una Revolución que no soporta la verdad termina temiéndole a su propio pueblo. Y una Revolución que teme al debate ha empezado a perder la brújula. Decir la verdad no es traición. Callarla, sí puede serlo.

lunes, 22 de diciembre de 2025

Para el año que viene

 Laidi Fernández de Juan / de su fb

Termina un año particularmente difícil en todo sentido. Nosotros, los sobrevivientes, tenemos el deber de ser optimistas y esperar que el 2026 sea sino mejor que el 2025, al menos no tan catastrófico.  

Quizás la muestra más fehaciente de nuestra resistencia no radica en creatividad ni en testarudez, no en triunfalismos ni en alejarnos de la realidad, sino en el empeño de no dejarnos vencer, y en continuar realizando actividades culturales como si fuera la primavera, aunque no seamos tanto. 

Matanzas, la ciudad que le faltaba al mundo según la inolvidable Marta Valdés, es ejemplo de ello. Emocionada asistí al festejo por la fundación de esa ciudad entrañable, y a pesar de que nos recibieron con la  calidez habitual, y se cumplió el programa tal como se planificó, y aunque todos sonreíamos como si no pasara nada, los detalles en cuanto a asistencia de jurados y premiados en el certamen literario, y las variadas actividades que se prepararon con delicadeza de relojero suizo, evidenciaban cuánto nos golpea la epidemia de Chikunguya. Para empezar, los organizadores, los funcionarios y el público general mostraban, sin que fuera posible ocultarlo, los estragos. Quien no cojeaba tenía inflamadas las manos, o los tobillos, o tenía entumecidos los dedos. Un cuarteto musical se transformó en un dúo, el propio festejo, que suele durar tres días, se redujo a una jornada, los jurados que asistimos no éramos ni la mitad de quienes evaluamos las obras en concurso, y de los premiados, asistieron apenas unos cuantos. Quienes no atraviesan la etapa aguda de la enfermedad, sufren las secuelas de la etapa crónica, que los invalida. 

Todo esto observé, yo misma adolorida, mientras los artistas leían poemas, debatían en paneles el curso de nuestra literatura actual, varios músicos nos deleitaban con canciones, melodías y temas conocidos, se obsequiaban presentes, se vendían libros nuevos publicados por la exquisita casa editorial Ediciones Matanzas, todo en un esfuerzo no confesado de aparentar normalidad. Admirable, realmente. 

Me percaté de que ahí radica nuestra fuerza mayor: Continuar a pesar de los pesares. 

Está  claro que nuestra cotidianidad, más que corrosiva es un esmeril. Los apagones, los precios, la escasez de productos de primera necesidad, la crisis higiénica, todo nos conduce hacia la tristeza, misma que espantamos solidarizándonos entre nosotros mismos. Porque no todo está perdido. Nos quedamos con la ilusión de que el año próximo sea menos tormentoso, menos agresivo, más satisfactorio básicamente. Porque no aspiramos a que se solucionen los incontables problemas que tenemos ahora mismo, sino a que dejen de asfixiarnos, y nos permitan una vida plena. 

Mantenemos la dignidad de no dejarnos vencer. Aunque estemos mermados, enfermos y con escasas horas de electricidad, seguimos empujando una carreta donde se guardan las esperanzas y el reclamo de que nos permitan continuar trabajando, viviendo y creando. Como dijo el poeta: “Que nos dejen un sitio en el infierno, y basta.” Hablando en plata, no pedimos demasiado. 

Diciembre, 2025

domingo, 21 de diciembre de 2025

El crimen azul: América Latina frente al tráfico de especies marinas

Por Diego García-Sayan

El tráfico ilegal de especies marinas protegidas se ha convertido en una economía criminal extremadamente lucrativa y una de las menos castigadas del planeta. En América Latina, el fenómeno alcanza niveles alarmantes: tiburones, tortugas marinas y, en menor medida, cetáceos son explotados por redes transnacionales que combinan pesca ilegal, corrupción y rutas de exportación hacia mercados lejanos, principalmente en Asia.

La Wildlife Justice Commission (WJC) ha sido clave para desmontar la narrativa de que se trata de delitos “aislados” o “de subsistencia”. Sus investigaciones revelan estructuras criminales jerarquizadas, con financistas, intermediarios y empresas de fachada, que operan con la misma lógica que el narcotráfico.

El océano se ha convertido así en una nueva frontera del crimen organizado: el llamado crimen azul.

Tiburones: el eje del negocio ilegal

El tráfico de tiburones es hoy uno de los problemas más graves en los océanos. América Latina cumple un rol central como zona de captura y salida de aletas, carne y aceite de hígado, productos de alto valor en mercados internacionales. Las redes utilizan permisos adulterados, subdeclaración de especies y ocultamiento de productos ilegales dentro de cargamentos legales.

La WJC ha documentado cómo estas organizaciones diversifican especies y rutas, y cómo el riesgo penal sigue siendo bajo en muchos países de la región. El resultado es un colapso acelerado de poblaciones de tiburones, especies clave para el equilibrio de los ecosistemas marinos.

El delito invisible de las tortugas y los riesgos para las ballenas

El tráfico de tortugas marinas adopta otra forma: la de la normalización social. Huevos y carne se comercializan en comunidades costeras y zonas turísticas bajo la apariencia de tradición o consumo local. Sin embargo, la WJC advierte que estas prácticas sostienen cadenas ilegales persistentes, con intermediarios y corrupción local.

Aunque cada operación sea pequeña, el daño acumulado es devastador. Varias poblaciones de tortugas están en declive crítico, mientras la impunidad refuerza la percepción de que se trata de un delito menor.

Por su lado, el comercio internacional de ballenas está hoy más restringido, pero no exento de amenazas. Capturas incidentales encubiertas, mercados grises de carne de cetáceos

menores y el uso de rutas compartidas con otros productos ilegales mantienen abierta la puerta al abuso. Para la WJC, la lección es clara: las redes criminales no respetan categorías biológicas, sino oportunidades.

Cuando sí funciona: lecciones desde África

La experiencia africana ofrece un contraste revelador. Frente al colapso de elefantes y rinocerontes, varios países cambiaron de enfoque: tratar el tráfico de fauna como crimen organizado, no solo como infracción ambiental. Investigaciones financieras, cooperación judicial internacional y condenas contra los eslabones altos de la cadena —documentadas por la WJC— permitieron desmantelar redes completas.

En el ámbito marino, operaciones conjuntas en puertos y aduanas han demostrado que el control inteligente de rutas y la persecución del dinero pueden reducir de manera efectiva el tráfico de productos ilegales.

América Latina ha dado algunos pasos en la dirección correcta, pero el problema sigue siendo estructural. Mientras el tráfico de especies marinas continúe siendo un delito de bajo riesgo y alta rentabilidad, las redes criminales seguirán operando con ventaja. La respuesta eficaz pasa por elevar estos delitos al nivel de crimen organizado transnacional, con investigaciones financieras, cooperación judicial y sanciones proporcionales al daño causado.

Esta no es solo una agenda regional. Europa —y España en particular— tiene un papel que desempeñar, tanto como actor político global como mercado relevante en las cadenas de comercio marítimo. Reforzar controles portuarios, cerrar vacíos legales y apoyar la cooperación judicial internacional forma parte de una responsabilidad compartida frente a la protección de bienes públicos globales.

Como jurista y miembro activo de la Wildlife Justice Commission, participo con orgullo en una labor colectiva que ha demostrado que el tráfico de especies protegidas -las marinas, entre ellas- puede y debe ser enfrentado con las herramientas del Estado de derecho.

La investigación rigurosa, la cooperación internacional y la voluntad política han probado ser eficaces cuando se aplican con coherencia en países como Nigeria. La manera en que la comunidad internacional responda al crimen azul será, en última instancia, una prueba de su compromiso con la legalidad, la gobernanza global y la protección del océano como patrimonio común de la humanidad.

https://elpais.com/america/2025-12-20/el-crimen-azul-america-latina-frente-al-trafico-de-especies-marinas.html

sábado, 20 de diciembre de 2025

El maltrato animal, la cacería ilegal de aves silvestres y el tráfico ilegal de fauna

Por Giraldo Alayón García / Fundación Ariguanabo 

El maltrato animal y el tráfico ilegal de fauna constituyen dos de los problemas más graves que enfrenta la humanidad en su relación con la naturaleza. Estas prácticas reflejan una contradicción profunda: mientras la ciencia y la ética reconocen cada vez más el valor intrínseco de los animales y su papel en los ecosistemas, persisten conductas humanas que los reducen a objetos de explotación, lucro o entretenimiento. La cacería ilegal de aves silvestres y su mutilación, junto con el comercio clandestino de especies, son expresiones de una crisis ecológica y moral que amenaza la biodiversidad y cuestiona nuestra responsabilidad como especie.

El maltrato animal se refiere a cualquier acción que cause sufrimiento físico o psicológico a un animal, ya sea por negligencia, abuso intencional o explotación sistemática. Se manifiesta en múltiples formas:

  • Violencia directa: golpes, mutilaciones, abandono.
  • Explotación económica: uso en espectáculos, peleas clandestinas (las peleas de gallos y perros), cría intensiva sin bienestar.
  • Negligencia: falta de alimento, agua, atención médica.

Desde la antigüedad, los animales han sido vistos como recursos. Aristóteles los clasificaba como seres inferiores destinados al uso humano. En la Edad Media, la visión teológica reforzó la idea de dominio humano sobre la naturaleza. Sin embargo, también existieron tradiciones que reconocieron su valor intrínseco: el budismo y el jainismo, por ejemplo, promovieron la compasión hacia todos los seres vivos.

La ética contemporánea ha cuestionado el antropocentrismo. Filósofos como Peter Singer (con su teoría de la liberación animal) y Tom Regan (con la noción de derechos animales) han argumentado que los animales poseen intereses y dignidad moral. El maltrato, por tanto, no es solo un problema ecológico, sino una injusticia ética.

El maltrato animal está vinculado a la violencia social. Estudios criminológicos muestran que quienes ejercen crueldad hacia animales suelen reproducir patrones de violencia hacia humanos. Así, combatir el maltrato animal es también una forma de prevenir la violencia estructural.

La cacería ilegal de aves silvestres y su mutilación

 La importancia de las aves en los ecosistemas

Las aves cumplen funciones esenciales:

  • Polinización y dispersión de semillas.
  • Control de plagas.
  • Indicadores de salud ambiental.

Su desaparición altera cadenas tróficas y reduce la resiliencia de los ecosistemas.

 Causas de la cacería ilegal

  • Demanda comercial: aves exóticas como mascotas.
  • Tradiciones culturales: captura para fiestas o rituales.
  • Mercado negro: tráfico hacia coleccionistas y zoológicos clandestinos.

La mutilación como práctica cruel

En muchos casos, las aves capturadas son mutiladas: se les cortan las alas o se les arrancan plumas para impedir el vuelo. Esta práctica no solo les causa dolor físico, sino que destruye su identidad biológica, pues el vuelo es parte esencial de su comportamiento y supervivencia. En casos extremos y recientes se le ha amputado ambos ojos con la finalidad de que canten más alto y frecuente, en una suerte de competencias entre aves canoras (fundamentalmente Azulejos,  Negritos y Tomeguines). 

 Consecuencias ecológicas

  • Reducción de poblaciones silvestres.
  • Alteración de migraciones.
  • Pérdida de diversidad genética.

 Ejemplos emblemáticos

  • Guacamayas y loros en América Latina: capturados para el comercio ilegal.
  • Cernícalos y halcones: usados en cetrería clandestina.
  • Canarios silvestres: explotados por su canto.
  • Degollados, Azulejos, Azulejones, Negritos, Tomeguines, Mariposas y Cabreros: de intensa cacería en Cuba y objetos de mutilaciones y condiciones de cautiverio terribles.

 El tráfico ilegal de fauna: un mercado global

El tráfico ilegal de fauna es el tercer mercado ilícito más lucrativo del mundo, después del narcotráfico y el tráfico de armas. Se estima que mueve miles de millones de dólares anuales y afecta a millones de animales.

 Actores involucrados

  • Cazadores furtivos: capturan en zonas rurales.
  • Intermediarios: transportan y falsifican documentos.
  • Compradores finales: coleccionistas, zoológicos privados, mercados de mascotas.

 Métodos de tráfico

  • Ocultamiento en maletas, contenedores e incluso dentro de la ropa de los viajeros perpetradores(en el caso de aves viajan anestesiadas, una apreciable cantidad muere en la travesía).
  • Venta en mercados clandestinos, ferias ilegales y sitios de internet (facebook).
  • Uso de rutas del narcotráfico.

 Impactos

  • Ecológicos: pérdida de especies, desequilibrio de ecosistemas.
  • Sanitarios: transmisión de zoonosis (ej. COVID-19, gripe aviar).
  • Sociales: corrupción, violencia en comunidades rurales.

Ejemplos globales

  • Elefantes y rinocerontes: cazados por marfil y cuerno.
  • Tigres y leopardos: traficados por pieles y huesos.
  • Aves tropicales: vendidas como mascotas en América Latina, Europa y Asia.

 

Perspectivas filosóficas y sociológicas

 El antropocentrismo y sus límites

La visión de que los animales existen para servir al ser humano ha justificado el maltrato y la explotación. Sin embargo, la crisis ecológica actual demuestra que esta perspectiva es insostenible.

 El biocentrismo y la ética de la vida

El biocentrismo propone que todos los seres vivos tienen valor intrínseco. Desde esta perspectiva, mutilar aves o traficar fauna no es solo un crimen ecológico, sino una violación de la dignidad de la vida.

 Dimensión sociológica

El tráfico de fauna refleja desigualdades sociales: comunidades pobres recurren a la caza ilegal como medio de subsistencia, mientras élites urbanas consumen animales como símbolos de estatus. Esto revela una injusticia estructural que debe abordarse.

 Estrategias de solución

 Educación y sensibilización

  • Programas escolares sobre biodiversidad.
  • Campañas mediáticas contra el tráfico de fauna.
  • Promoción de valores éticos hacia los animales.

 Legislación y aplicación de la ley

  • Fortalecer leyes de protección animal.
  • Aumentar sanciones contra cazadores y traficantes.
  • Capacitar cuerpos policiales y judiciales.

 Conservación y alternativas económicas

  • Fomentar ecoturismo sostenible.
  • Apoyar a comunidades rurales con proyectos alternativos.
  • Crear reservas naturales y programas de reproducción controlada.

 Cooperación internacional

El tráfico de fauna es un problema transnacional. Requiere cooperación entre países, intercambio de información y coordinación de políticas.

El maltrato animal, la cacería ilegal de aves silvestres y el tráfico de fauna son síntomas de una crisis más amplia: la incapacidad humana de reconocer su lugar en la red de la vida. Superar estas prácticas exige un cambio cultural profundo, basado en la ética del respeto, la educación y la cooperación global.

La defensa de los animales no es un lujo moral, sino una necesidad ecológica y social. En ellos se juega no solo la supervivencia de especies, sino la dignidad de la humanidad misma.

jueves, 18 de diciembre de 2025

Neurótica Anónima, de Jorge Perugorría*

 Por Juliet Teresa

Con Neurótica Anónima, Jorge Perugorría entrega una película que se mueve entre la carcajada y el desgarro, una pieza que no teme incomodar mientras radiografía el ánimo colectivo de la Cuba actual. Su apuesta es clara: usar el humor para decir verdades que, en otros tonos, resultarían insoportables.

“Aquí nadie es ciego”, afirma un personaje en uno de los momentos más lúcidos del filme. La frase sintetiza el espíritu de la película: una búsqueda obstinada por la verdad, incluso cuando esta se vuelve incómoda o redundante. Perugorría construye un relato donde la honestidad no es un recurso narrativo, sino un acto político.
Ese afán por explicarlo todo, sin embargo, provoca ocasionalmente un exceso de verbalización. La trama parece subrayar cada conflicto, cada trauma, cada herida, como si temiera dejar algún subtexto sin aclarar.
La película conecta la vida íntima de sus personajes con problemáticas estructurales: violencia familiar, violación, precariedad económica, crisis de institucionalidad. La frase “todas las actrices son neuróticas” funciona como broma interna, pero también como metáfora de un país donde el desorden emocional se ha convertido en mecanismo de supervivencia.
Perugorría traza así un arco que va del estrés cotidiano a la neurosis social, articulado con una jocosidad que ilumina incluso los pasajes más tensos.
El filme despliega una crítica social directa, a veces demasiado. Entre declaraciones, guiños meta-cinematográficos y reflexiones abiertas sobre “hablar de cine” sin hablar de la realidad —o viceversa—, la película se enreda en su propia arquitectura. La “asamblea de cine”, uno de los momentos más conceptuales, resume ese choque entre discurso y narración.
Pese a ello, la intensidad del comentario político sostiene el interés. Neurótica Anónima funciona como espejo de un malestar colectivo difícil de ignorar.
La presencia de figuras de la cultura popular, incluido el personaje de "Pánfilo", aporta frescura y un humor autoconsciente que permite respirar en medio del caos. Perugorría utiliza el humor no como evasión, sino como amplificador de la realidad. Risa y crítica caminan juntas.
La película está llena de guiños: Moscú no cree en lágrimas, El lado oscuro del corazón, Fresa y Chocolate, Miel para Oshún, Bailando bajo la lluvia, además de referencias musicales, por solo citar algunos. Estos momentos funcionan como homenajes afectivos, pero su abundancia puede resultar excesiva, como si la película necesitara apoyarse constantemente en su genealogía cinematográfica.
Con cortes planos y una edición fragmentada, Perugorría apuesta por una estética que acentúa la sensación de desorden emocional. El ritmo a veces se torna irregular, pero el elenco —preciso, contundente— sostiene incluso las escenas más cargadas de discurso.
Neurótica Anónima es, ante todo, una película necesaria para entender el clima espiritual del país. Una obra que combina humor, trauma y crítica social con una sinceridad que, aunque imperfecta, resulta profundamente reveladora.
Perugorría firma aquí un filme que no busca agradar, sino decir. Y en un contexto donde “hacer cine sin hablar de la realidad” parece cada vez más imposible, esa apuesta es valiosa por sí misma.
________________________
*Tomado del fb de Yuliet Teresa