Alejandra Martins / BBC News Mundo
La doctora Tanya Haj-Hassan es especialista en cuidados intensivos pediátricos y durante la última década viajó múltiples veces a Gaza a enseñar medicina.
Pero nada preparó a esta médica estadounidense para la escala de lo que vio allí en los últimos 14 meses.
En un reciente testimonio ante un Comité de Naciones Unidas en Nueva York, Haj Hassan no pudo contener las lágrimas al relatar su experiencia como voluntaria en un hospital en la zona central de Gaza.
"Como uno de los pocos observadores internacionales a los que se les permite ingresar a Gaza, puedo decirles: pasen solo cinco minutos en un hospital allí y les quedará dolorosamente claro que los palestinos están siendo intencionalmente masacrados, matados de hambre y despojados de todo lo necesario para sustentar la vida", afirmó la médica en su testimonio.
"Nuestros colegas están siendo asesinados en cifras récord…Hemos sostenido las manos de niños que respiraban por última vez sin más que un extraño para consolarlos", agregó.
La ofensiva israelí en Gaza se inició tras el ataque de Hamás en el sur de Israel del 7 de octubre de 2023, en el que murieron cerca de 1.200 personas y más de 200 fueron tomadas como rehenes.
Desde entonces, las operaciones militares israelíes en Gaza han dejado cerca de 44.000 fallecidos, incluyendo más de 17.000 niños, y más de 100.000 heridos, según datos del Ministerio de Salud de Gaza.
Más de 11.000 personas siguen desaparecidas, presuntamente bajo escombros, según la defensa civil palestina.
A continuación, te presentamos la conversación que Tanya Haj-Hassan mantuvo con BBC Mundo.
La pediatra Tanya Haj-Hassan examina a un niño herido en el Hospital Mártires de Al Aqsa en Deir al Balah, en la zona central de Gaza. |
Usted dijo en su testimonio ante la ONU que basta pasar cinco minutos en un hospital de Gaza para saber qué está ocurriendo allí. Háblenos sobre su experiencia.
Los hospitales están llenos de pacientes heridos, mutilados, moribundos, enfermos de epidemias, demacrados, muy, muy delgados.
Soy médica. Nos especializamos en mantener la vida. Y en el hospital en el que estuve se ve que todo lo que quisiéramos brindar a los pacientes para mantener su salud, desde la seguridad frente a lesiones traumáticas y enfermedades hasta nutrición, es imposible y los pacientes están muriendo por todas esas cosas.
En las guerras normalmente cuando entras a un departamento de emergencias la mayoría de las personas heridas que verás serán hombres jóvenes en edad de luchar.
En Gaza estamos viendo gente desde la cuna hasta la tumba, desde recién nacidos hasta ancianos, mujeres, hombres, familias enteras, por lo que está muy claro que Israel está matando a los palestinos en Gaza indiscriminadamente por medios violentos, pero también mediante el hambre, las enfermedades y condiciones que han sido generadas deliberadamente para que la vida no sea sostenible.
¿Podría compartir con nosotros algunas de las historias que mencionó en su testimonio?
Cuando estuve en Gaza hice anotaciones en un pequeño diario. Aquí lo tengo.
Déjame leerte algunas anotaciones. "14 de marzo, hepatitis A rampante, varias víctimas mortales, falleció un bebé con marasmo (desnutrición calórica grave)"…
Otro día escribí: "Un médico de cuidados intensivos con un brazo fracturado intubó a un paciente. El médico había sido herido en un ataque israelí, regresó al trabajo con un brazo enyesado y realizaba los procedimientos necesarios usando solo sus dedos porque no podía mover el brazo...
Tengo tantos casos en mi diario. Sohan, Heba, Mashan, Hassan, Ali, Ibrahim…
Háblenos del primer caso que relató en la ONU, háblenos de la madre…
La recuerdo muy bien. La trajo su marido. Ella estaba en una silla de ruedas y se sostenía el estómago. Tenía la mirada en blanco; traté de hablarle pero no respondía.
El esposo me dijo que había dado a luz hacía siete días. Y le dije, ¿dónde está el bebé? y él sacudió la cabeza y dijo: 'No podemos encontrar ni al bebé ni a su hermanito pequeño, creemos que están atrapados bajo los escombros'.
Ella simplemente estaba muda. Los niños a menudo llegaban con esa misma mirada al servicio de emergencia, en silencio, con las pupilas muy dilatadas, con la mirada perdida.
Es el puro trauma. Honestamente, yo ni siquiera puedo encontrar las palabras para describir lo que vi. No puedo imaginar cómo ellos procesan en su mente lo que les está sucediendo.
Habló en la ONU de Mohamed, el niño de 5 años con las manos muy pequeñas…
Te leo lo que escribí en mi cuaderno. "Mohamed, 5 años, lesión de entrada y salida por el cráneo, parece un disparo, no hay camas de cuidados intensivos".
Estaba demasiado inestable para llevarlo a una tomografía computarizada y murió en la mesa de reanimación.
El diario dice: "Llevado a la morgue, sin padres, manos y pies tan pequeños, últimas expresiones: de dolor".
Nosotros los médicos lo llevamos a la morgue porque no tenía familiares sobrevivientes.
He llorado tantas veces por las historias que estoy leyendo.
En pediatría, en otros lugares donde he trabajado, rara vez sucede que un niño muera sin nadie a su alrededor.
Normalmente tienes a una madre al lado de la cama que está sollozando, tienes una familia que está de duelo, ellos deciden cómo quieren enterrar al niño.
En Gaza es diferente. En el caso de Mohamed no había nadie, creen que mataron a la familia en el mismo ataque.
Estoy hablando de niños, pero obviamente esto le está pasando a madres, padres, primos, hermanos, hijos, hijas, a todos.
Quiso enviarnos esta foto que aparece arriba, cuando intenta salvar a dos primos de los que habló ante la ONU, Mohammad y Massa…
Eran muy pequeños, intentamos reanimarlos en la misma camilla. Llegaron entre muchas víctimas cuando un edificio de apartamentos entero fue alcanzado por un misil y se derrumbó, y más de 40 personas murieron, incluyendo varios miembros de la familia extendida de Mohammad y Massa.
Mohammad era muy pequeño y pálido y no podíamos determinar dónde estaba sangrando. Ni siquiera con una ecografía pudimos encontrar una vena para ponerle una vía intravenosa. Estaba deshidratado, sus vasos sanguíneos estaban colapsados.
Probablemente tenía una hemorragia en alguna parte, tal vez en su cerebro. Murió en la mesa mientras intentábamos reanimarlo.
Y Massa inicialmente se veía bien pero comenzó a perder el conocimiento. Le hicimos un escáner de la cabeza, tenía una lesión cerebral traumática y entró en coma.
Necesitábamos sangre para ambos niños y recuerdo que el banco de sangre dijo que la sangre se estaba acabando y que no tenía ningún tipo O negativo para darnos debido a la gran cantidad de pacientes.
Los propios habitantes de Gaza están desnutridos y están donando sangre.
Cuando me fui de Gaza Massa estaba en cuidados intensivos. Escuché que sus padres resultaron heridos, no sé si sobrevivieron. Incluso si Massa sobrevive tendrá probablemente una discapacidad importante.
Pero quiero enfatizar que estos no son casos excepcionales. Cada persona que conocí en Gaza perdió parientes, amigos, colegas, vecinos a los que mataron.
"En la sociedad civil estamos hartos de las mentiras, de la hipocresía, de la propaganda, del intento de justificar lo injustificable". |
Usted se refirió especialmente a los ataques contra los trabajadores de la salud en Gaza. La Organización Mundial de la Salud dijo en octubre que desde el 7 de octubre de 2023 mataron en Gaza a cerca de 1.000 trabajadores de la salud.
Los trabajadores sanitarios y los centros sanitarios han sido un objetivo durante años.
Incluso yo escribí sobre esto en un artículo en la revista The Lancet en 2014, cuando una UCI pediátrica recibió tres impactos.
Pero desde octubre del año pasado los trabajadores de la salud han muerto en cifras récord. Los mataron, los hirieron, los detuvieron ilegalmente. Y los que fueron liberados denunciaron torturas físicas, psicológicas y sexuales.
No tengo una explicación, no sé por qué apuntarías contra los trabajadores de la salud a menos que estés tratando de destruir todo lo necesario para sustentar la vida. Los médicos representan la esperanza, la voluntad de mantenerse vivo.
Pregunté a algunos de mis colegas que fueron detenidos y liberados por qué pensaban que eran un objetivo y uno de ellos relató: "Los soldados israelíes me llamaron con las palabras: 'Tú, la persona de la bata, ven conmigo'", y uno de los enfermeros relató "A mí me dijeron 'tú, el enfermero, ven aquí'".
Así que ni siquiera los llamaron por su nombre cuando fueron detenidos sino por su profesión.
En su testimonio leyó mensajes de sus colegas en Gaza. Y no pudo contener las lágrimas con el mensaje de Saed, un enfermero: "Quiero que todo el mundo sepa que soy un ser humano, un ser humano creado por Dios".
Usted ha hablado de la deshumanización de los palestinos, ¿cómo explica que el mundo no esté tomando medidas más enérgicas para protegerlos?
Honestamente, no sé cómo se puede permanecer en silencio ante este nivel, esta gravedad y velocidad de destrucción humana. A menos que veas las vidas palestinas como de menor valor.
Ha habido un excepcionalismo en lo que respecta a los palestinos y sus derechos.
No sólo desde octubre del año pasado, durante toda mi vida.
Y sé que los medios tienen un papel muy importante que desempeñar en eso.
En muchos medios principales los niños palestinos nunca son niños, pero los niños israelíes son niños. Los palestinos no tienen nombres, los israelíes tienen nombres. Los palestinos mueren pasivamente por alguna causa desconocida, nunca son asesinados activamente por un perpetrador identificado. Es realmente impactante.
No recuerdo qué medio de comunicación en Reino Unido describió a soldados israelíes de las brigadas de los Altos del Golán que murieron en un ataque como "víctimas adolescentes". Tenían 19 años y eran oficiales del ejército de ocupación.
Pero en el caso de los palestinos de 14 años que están siendo encarcelados bajo detención administrativa sin cargos y enfrentan tribunales militares, de alguna manera no es noticia que sean niños.
Yo soy pediatra. Sé lo que técnicamente es un niño y lo que técnicamente no es un niño, y a los niños palestinos no se les permite ser niños. Son despojados de su inocencia. Son despojados de su humanidad y de su identidad. Siempre son anónimos.
Dra. Haj-Hassan, usted dijo ante la ONU que algún día "alguien desenterrará estos testimonios" y "tendremos que enfrentarnos a lo que ocurrió…". ¿Puede explicar esto?
Existe un tratado llamado Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio.
Es que no se puede curar el genocidio, sino prevenirlo. Luego se castiga a los responsables.
Hemos fracasado en prevenir el genocidio. Y no me refiero sólo desde octubre del año pasado. La población palestina ha estado sometida a una lenta limpieza étnica durante décadas.
Dos tercios de la población de Gaza son refugiados de otras partes de Palestina. Durante mi testimonio dije que en 2019, cuando estaba en el hospital Al Shifa en Gaza, fui testigo personalmente de un adolescente que recibió un disparo en el cuello mientras protestaba pacíficamente durante la llamada Gran Marcha del Retorno.
Israel y países como EE.UU. y Reino Unido rechazan que lo que está sucediendo en Gaza sea un genocidio y aseguran que los israelíes tienen derecho a defenderse ante la amenaza de Hamás.
Amnistía Internacional, un comité de Naciones Unidas, y la propia proclamación de intención genocida de Israel no están de acuerdo con esa posición. Pienso que esto ya no es un tema de debate.
¿Qué acciones pidió ante la ONU?
¿Qué acción espero? He estado esperando acciones durante décadas. He estado esperando que se respeten todas las resoluciones de la ONU, pero se han violado una y otra vez.
Y en particular en cuanto al veto estadounidense a un cese el fuego en Gaza una y otra vez en el Consejo de Seguridad, ¿cómo se justifica vetar una resolución para detener atrocidades?
Honestamente, como pueblo, y cuando digo como pueblo me refiero a los trabajadores de la salud y todos en la sociedad civil, estamos hartos de las mentiras, de la hipocresía, de la propaganda, del intento de justificar lo injustificable.
Finalmente, Dra Haj-Hassan, usted terminó su testimonio diciendo que la valentía de los trabajadores sanitarios palestinos debería ser un ejemplo para todos nosotros. Y acabó con una pregunta: ¿qué estamos arriesgando?
Tuve varios colegas en el hospital donde trabajaba antes, en un país del Norte global, que me llamaron aparte para decirme "estamos de acuerdo con lo que estás haciendo, estamos orgullosos de ti". Pero lo hicieron discretamente, tras puertas cerradas.
Otros colegas me dijeron: "Desearía poder hablar sobre esto como lo haces tú, pero sustento a mi familia y me preocupa el impacto que esto tendría en mi trabajo".
Básicamente, la gente está preocupada por la clara opresión contra aquellos que hablan en contra del genocidio y a favor de proteger al pueblo palestino.
Entonces yo hice esa pregunta en la ONU, la hice porque hablar siempre tendrá un costo.
Ni una sola persona en la historia que luchó contra la injusticia, que luchó por el fin de la esclavitud o por el fin del apartheid sudafricano no pagó un precio.
Todo el mundo tendrá que pagar un precio cuando rechaza una injusticia tan generalizada, tan arraigada en estructuras de poder dominantes.
¿Qué consecuencias hubo en su caso?
Algunas personas arriesgan no solo perder el empleo sino incluso la seguridad. Yo he recibido múltiples amenazas de muerte. Y conozco a muchas personas que han hablado y han recibido amenazas de muerte.
Ustedes entrevistaron al Dr. Hussam Abu Safiya en el hospital Kamal Adwan. Él perdió a su hijo, él mismo hace unos días resultó herido. Y se niega a salir de su hospital.
Nuestros colegas palestinos han perdido mucho y aún así continúan trabajando de acuerdo con sus valores.
La pregunta que hice en la ONU está dirigida a todos los que nos sentimos cómodos o nos preocupa sacrificar esa comodidad al decir algo que sabemos que debería decirse, pero tenemos miedo de cómo será recibido.
Mi pregunta está dirigida a todos los que están sentados en casa, que están horrorizados por lo que está sucediendo, pero que no hacen nada porque tienen miedo de las repercusiones.
2 comentarios:
Editorial de La Jornada (México):
Ecuador: demolición de la soberanía
El presidente de Ecuador, Daniel Noboa, entregó a Estados Unidos las islas Galápagos para que las use como base militar. Mediante el Proyecto de Seguridad Integral en la Región Insular y el Instructivo para la aplicación de los acuerdos de cooperación entre Ecuador y Estados Unidos, el mandatario ultraderechista completó la demolición de la soberanía ecuatoriana iniciada por Lenín Moreno (2017-2021) y proseguida por Guillermo Lasso (2021-2023), quien firmó tres acuerdos que permiten a Washington mantener personal militar en territorio ecuatoriano con libertad de desplazamiento, controlar el tráfico aéreo y marítimo, y otorga inmunidad plena a los agentes extranjeros ante cualquier ilícito que cometan. En pocas palabras, establece un régimen colonial de facto.
De facto se da también la cesión de uno de los máximos y más frágiles tesoros naturales del planeta, pues el establecimiento de instalaciones militares de poderes foráneos se encuentra expresamente prohibido por la Constitución, cuyo artículo 5 declara a Ecuador un territorio de paz en el cual no se permitirá el establecimiento de bases militares extranjeras ni de instalaciones extranjeras con propósitos militares; se prohíbe ceder bases militares nacionales a fuerzas armadas o de seguridad extranjeras. En septiembre pasado, Noboa anunció una reforma constitucional para revertir la conquista ciudadana contra el injerencismo, pero no esperó a su trámite parlamentario para confirmar la subordinación de su gobierno a Washington y dar lo que, confía, será un golpe propagandístico de cara a las elecciones de febrero próximo.
La entrada de buques, personal militar, armamento, equipamiento y submarinos al archipiélago, para la cual se adaptarán o construirán instalaciones adicionales en los puertos o aeropuertos locales, augura un desastre ecológico irreversible sin que la presencia estadunidense se traduzca en una mejora de la crisis de violencia que azota a la nación andina. Un solo dato basta para desengañar a cualquier político que abandere el discurso de la guerra contra el narco y la equiparación del crimen organizado con el terrorismo como coartada para poner a su país en manos de Washington: con la ocupación estadunidense de Afganistán, la producción de opio aumentó de alrededor de 180 toneladas en 2001 a más de 3 mil toneladas en 2002, y a más de 8 mil en 2007. Un crecimiento de 3 mil 900 por ciento bajo la mirada de quienes exigen al resto del mundo controlar el narcotráfico.
Ecuador: demolición... (2 y fin)
Ecuador tiene una experiencia de primera mano sobre los efectos de abrir las puertas a las fuerzas armadas de la superpotencia. Entre 1999 y 2009, también con el pretexto del combate al narcotráfico, las botas estadunidenses se asentaron en la estratégica base de Manta, ubicada en el centro de la costa ecuatoriana. El propósito real de la intervención militar era apoyar las operaciones de terrorismo de Estado perpetradas por el ex presidente Álvaro Uribe en Colombia, reforzar el control geopolítico estadunidense y amenazar a los movimientos sociales y los gobiernos progresistas de la región. Durante la década en que estuvo activa la base tuvo un desempeño decepcionante en el combate al narcotráfico, como admitió la embajada de Estados Unidos en Quito al informar que contribuyó a la incautación de apenas 81 toneladas de drogas, en contraste con las 134 toneladas decomisadas sólo en 2005-2008 por la policía de Ecuador sin ayuda estadunidense. Lo que sí hicieron los soldados de este país fue generar un fenómeno de explotación sexual adolescente, encarecer la vida para los mantenses, detener migrantes y hundir los barcos en que se transportaban. Es decir, violar sistemáticamente los derechos humanos.
Con sus actos, Noboa, hijo de un empresario bananero que es el hombre más rico del país, confirma que las oligarquías latinoamericanas no tienen otro proyecto de clase y de nación que el entreguismo, y que siempre mirarán hacia la embajada americana cuando buscan sostener sus proyectos políticos en medio de crisis causadas por su propia codicia e incompetencia.
https://www.jornada.com.mx/noticia/2024/12/14/editorial/ecuador-demolicion-de-la-soberania-357
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