lunes, 9 de mayo de 2022

A las abejas

La Habana, 9 de mayo de 2022


Si lo vamos a ver, doce años no es mucho; apenas tres períodos presidenciales en EEUU, dos en México y más de dos en Cuba, según nuestra última legislación. Es sólo la tercera parte de la vida de Mozart, o de Rubén Martínez Villena. Doce años es un suspiro para el Universo, pero pueden parecer bastantes a quien tiene trabajo pendiente.

 

Cierta vez leí que la última gran prueba para ser Chamán era decir el nombre de cada ser humano conocido. Entre las satisfacciones que guardo de esta cita está cada nombre que queda aquí grabado.

 

Ahora recurro al maestro Cintio Vitier, que identificó la palabra más bella de nuestro idioma. Ese vocablo maravilloso es la primera de las últimas cosas que quiero dejarles, como autor de este blog en evolución: Gracias. 



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Yo fui un esperanzado que invitaba al futuro,

partícula de un pueblo que se forjó luchando.

Eran los duros años, faltaban los más duros

y aún falta para el tiempo a que estuve invitando.

 

Soñaba con lugares abiertos, luminosos,

donde las juventudes desataban su ingenio,

donde cupieran juntos los feos, los hermosos

de todos los colores y de todos los gremios.

 

Soñaba que eran días de sudor y de canto,

que bastaba una vida para abrazar los sueños,

que nos tocaba el mundo que fue ilusión de tantos: 

un mundo donde el grande respetaba al pequeño.

 

Un mundo que hasta entonces había sido imposible:

la fértil confluencia de millones de huellas 

complejas y preciosas, hondas e indescriptibles

donde cabríamos todos bajo la misma estrella.

 

Soñé universidades cursando el infinito

de la ciencia, las letras, el deporte y las artes;

soñé la mano franca más allá de los mitos

y soñé con la duda como sano estandarte.

 

Soñé un lugar supremo, ignoto y deseable

donde la bondad era por fin resucitada;

un lugar donde el odio sería inalcanzable,

con la naturaleza como madre sagrada.

 

Yo fui un esperanzado que invitaba al futuro,

partícula de un pueblo que se forjó luchando.

Eran los duros años, faltaban los más duros

y aún falta para el tiempo a que estuve invitando.

 

 🐝 🐝 🐝 🐝 🐝 🐝 🐝 🐝 🐝 🐝 🐝🐝

 

               Abajo el bloqueo

 

               Viva Cuba libre

viernes, 6 de mayo de 2022

Respuesta

Brady Izquierdo Rodríguez, dibujante artemiseño


jueves, 5 de mayo de 2022

Crónicas del desayuno: La Habana, 2022

14 de abril. La Habana.

Tiempo de COVID y colas.

El sol del Caribe, en bolas,

Me golpea la ventana.

Las 7 de la mañana.

Adiós, Jet Lag. Ya. De pie.

Por mi ventana se ve 

El mar y el mar ni me mira. 

El olor a mar me inspira.

Y alguien pregona café. 

 

El café no es para mí. 

“Café y merienda”, repite.

Pregón y venta y convite

Para gente que está ahí

Desde hace horas. Los vi

Ayer a la misma hora.

Quien vende es una señora 

Con voz de señor cansado. 

Pasa un perro despeinado.

Oigo un pájaro que llora.

 

¿Por qué llora? Me pregunto.

¿Por la cola? ¿Por la gente?

¿Por lo tenso del ambiente?

¿Por el silencio difunto?

¿Cuántos son? Cuento y apunto.

 ¿Trescientos? ¿Quinientos?¿Mil?

El sol en bolas, senil,

Me saca la lengua y ríe.

¿Es normal que desconfíe?

¿Es un Pepe, un yuma, un gil?

 

Miro a la gente callada.

La tienda abrirá a las nueve 

Pero la gente se mueve 

Temprano en la madrugada.

Entre “poco” y “casi nada”

Se queda la expectativa.

No hago elogio ni diatriba.

El cronista, mira y cuenta.

Deja constancia. Comenta

con la letra en sangre viva.

 

Llegué el 10 de abril y ayer 

Salí, por fin, de mi casa.

Hallé a la ciudad escasa 

de gente. Junto al placer 

Por ver mi ciudad y oler

Su aire antiguo y marinero 

hallé un vacío agorero,

Un no-sé-qué silencioso.

Un chollo para el curioso.

Fotos para el extranjero.

 

La Habana semivacía.

Poca gente en 23.

La calle Línea a mis pies 

y  no la reconocía.

Cierto que es el primer día.

Pero es La Habana, soy yo.

La Habana es La Habana y no.

Yo soy yo y no soy el mismo.

Hoy toca fingir turismo.

Mañana iré a Luyanó.

 

Ahora vuelvo a mi ventana.

La gente sigue en la cola.

Le tomo, por carambola,

El pulso actual a La Habana.

Un hombre besa a una anciana.

Una joven y un señor

Conversan en Do menor.

Dos hombres sin edad, callan.

Dos mujeres mal ensayan

Que harán en el interior.

 

Dicen que hay muy pocas cosas.

Dicen que el pollo se acaba.

Dicen que con qué se lava.

Dicen que hay madres nerviosas.

Dicen que. Colas odiosas.

Dicen que. No es fácil. No.

Todo el mundo madrugó

Todo el mundo ha madrugado.

Un refrán es cuestionado:

¿Y Dios a quien ayudó?

 

Todos llevan mascarilla

Porque, además de la cola,

El COVID hace la ola

Aún en la gran Antilla.

La situación no es sencilla.

Miro. Pienso. Tomo notas.

No hay gritos ni palabrotas. 

Solo mucha gente junta.

Surge más de una pregunta. 

Recuerdo fechas remotas.

 

1990.

14 de abril. La Habana.

La escasez de todo gana 

Espacio y tiempo. Revienta.

Mucha plata y poca venta.

Todo regular o mal.

Es Período Especial 

En tiempo de Paz. Qué duro.

¿¡Quien diría que el futuro 

Tendría una fecha igual!?

 

Y si no igual, parecida.

Carencias. Colas. Rumores.

Éxodo. Rabia. Temores.

Incertidumbres. Huida.

Lo cara que está la vida.

Qué ineficiencia. Lo veo.

De pinga. Abajo el bloqueo.

Abajo la burocracia.

Abajo la no eficacia.

Y el bloqueo. Sí. Te creo.

 

Gente sentada en el suelo.

Gente durmiendo en cartones.

Revendedores cabrones.

Insomnio, sueño y desvelo.

Madrugadores con celo 

Por la no-ayuda de Dios.

Desespero en alta voz.

Impotencia virulenta.

¿1990?

No. Esto es 2022.

 

El euro a 150.

Un kilo de leche a 1000.

Un mecánico, 3000.

Un carro hasta Playa, 30.

¿1990?

¡2022, asere!

De pinga. La gente quiere

Una tregua, algún respiro.

¿Tú te quedas? Yo me piro.

Que solo una vez se muere.

 

Y encima, muy pocas guaguas.

Y encima, redes fecales.

Y encima, mafias locales 

En todas las Nicaraguas. 

¿Mariposas y tataguas

Se comen? No, bróder, ¡ño!

¡Está duro el dominó!

¿Y qué dice el Noticiero?

Que está duro el extranjero.

¡Mañana iré a Luyanó!

 

Aceite en MLC.

Sudor en pesos cubanos.

Telegram a cuatro manos.

Whatsapp vendiendo kafé.

Facebook armando un bembé 

Virtual en cualquier esquina.

Cambio ron por gasolina.

Cambio diazepán por pan.

Se sobrecumple otro plan.

Cambio amor por Cicculina.

 

El sexo en MLC.

Amor en pesos cubanos.

La culpa es de los gusanos.

¿Queremos ser como el Che?

La culpa es de Buena Fe

El culpable es Otaola.

¡Cuba, aguanta, no estás sola!

¡Todo el que no salte es yanqui!

¡De tranca! ¡Ño, tronco, tranqui!

Peor es perder la cola. 

 

Habana, mi vieja Habana,

Sábanas blancas y ron. 

Casino, tabaco y son.

Habana, mi vieja Habana.

¿Si hablo voy a caer cana?

Si pregunto, escribo, digo,

¿Le hago el juego al enemigo?

¿Me odiarán los odiadores 

De ambos bandos? Mis “errores”

¿Tendrán que morir conmigo?

 

¿Crónica del desayuno?

Si yo ni he desayunado.

Tengo el  estómago untado

De un silencio inoportuno.

¿Y si salgo? ¿Y si me uno

A la cola? ¿Y si? Me freno. 

Un cronista es ojo ajeno 

Que cuenta lo que ve y vive.

Su aporte está en lo que escribe,

Sea malo o sea bueno.

 

Hoy no desayunaré.

Tengo hambre, pero no ganas.

Entre todas mis Habanas

Esta no la olvidaré.

¿Pesimista? Yo qué sé.

La Habana es mi Habana y no.

Este soy yo y no soy yo.

El sol sigue estando en bolas.

(Creo que revende colas).

Mañana iré a Luyanó.

 

Aléxis Díaz Pimienta 

La Habana,

14 de abril de 2022

lunes, 2 de mayo de 2022

Cuba vive y trabaja

Cuba vive en las reveladoras cifras de supervivencia de sus niños, sólo comparables con los países más desarrollados. Cuba vive en la atención médica constante que reciben las embarazadas, en las múltiples medidas prenatales para asegurar partos saludables. Cuba vive en la sostenida atención a la infancia de sus médicos de la familia y policlínicos.

 

Cuba vive en sus niños y jóvenes con escuelas. Cuba vive en su multiplicidad universitaria, a la que tienen derecho todos, sean del segmento social que sean. Eso es "con todos y para el bien de todos", cuando incluye no discriminar al que piensa diferente.

 

Por supuesto que duele que algunos, tras graduarse, emigren a países con más oportunidades. Duele por no haber sido capaces de tener empleos dignos para todos. Esto pasó en la música, desde hace décadas. Y se ha extendido a otras profesiones por no haber sido capaces de empinarnos sobre algunos prejuicios y ver nuestra sociedad como algo cambiante, dependiente no sólo de nosotros sino también del complejo mundo en que vivimos. Por eso duele. Sobre todo, porque desde hace tiempo pudimos haber sido más realistas y flexibles; pero algunos se aferraron a un modelo que hasta Fidel dijo que ya ni a nosotros servía.

 

Cuba vive en sus contradicciones, como otros países viven en las suyas. Pero, tranquilos: no voy a contrastarnos con lugares donde hay miles de desaparecidos; no voy a hablar de paramilitares ni de poblaciones masacradas; no voy a argumentar con periodistas silenciados a balazos, ni con bancos oligarcas desahuciando familias que viven bajo puentes.

 

Cuba trabaja todo lo que puede. Y muchas veces más de lo que se le deja trabajar (tranquilos: no voy a hablar del bloqueo). Muchas de las cosas que no somos capaces de resolver es gracias a nuestra burocracia, que se ha convertido no en el garante del socialismo sino en su peor trampa. Pero aún así se trabaja. No sólo nuestros científicos y médicos lo demuestran a diario. También nuestros sacrificados maestros. Ellos son los principales responsables de que la enseñanza no se haya detenido. Es la responsabilidad que sienten los maestros ante su labor sagrada.

 

Cuba trabaja por su futuro en cada cubano que sigue apostando por mejorar nuestro país; en cada uno que piensa que, aunque hay resistencia a los cambios, estamos lentamente avanzando y vamos a seguir. No para ser capitalistas, pienso yo, sino para ser mitad lo que soñemos y mitad lo que podamos ser, en un mundo con enseñanzas ancestrales y con imperfecciones e injusticias por superar. Por otra parte, no es justificable aferrarse a fórmulas que no consiguen retribuir debidamente el trabajo y el sacrificio. Mucho menos si pretenden ser la razón de una forma de ser. Para que haya una forma de ser, primero tiene que haber un ser. Por eso Cuba, la Nación, para mí es esencial y, como consecuencia, lo es su soberanía.

 

Debemos E-volucionar sin olvidar jamás a los menos favorecidos –lo sean por víctimas de injusticias de las sociedades o lo sean por desafortunadas decisiones propias–.


La mayoría de los cubanos, de adentro o de afuera, saben lo mucho que vivimos y trabajamos; por eso son incapaces de desear bloqueos e intervenciones. Sólo los que mencionan a su país por costumbre, pero en realidad lo han olvidado, no son capaces de ver lo que Cuba vive y trabaja.


Ojalá algún día consigan verlo. Si de verdad quieren a esta tierra, van a cerrar los ojos más tranquilos.

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Este es el anuncio de la nueva edición de "Que levante la mano la guitarra" que está apareciendo en la Feria del Libro de Buenos Aires (envío de Victoriano)