"La verdadera desgracia es no tener un mercado nacional..."

Lesbia Vent Dumois

Por Estrella Díaz*

Lesbia Vent Dumois, Premio Nacional de Artes Plásticas 2019, es una artista de larguísima data, una creadora que desarrolla su obra y a la vez desplegó -y despliega- una intensa relación de trabajo con instituciones de la cultura cubana: a su favor hablan ¡cuarenta años! de entrega a la Casa de las Américas donde figuro como directora del departamento de Artes Plásticas y desde hace unos años preside la Asociación de Artistas de la Plástica en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), institución de la que es fundadora.

En tiempos de no pandemia, Lesbia no se pierde la inauguración de cualquier exposición –ya sea de consagrados o de emergentes artistas- y está siempre dispuesta a regalar una opinión certera, un consejo válido, una reflexión inteligente… tal parece que la pedagogía es, también, una de sus grandes vocaciones. 

Usted es una mujer profundamente socializadora, ¿ha logrado estar aislada?, ¿cómo ha asimilado el necesario aislamiento?

He logrado estar aislada por tener mucho trabajo en casa, primero cumpliendo con el trabajo asignado por la Asociación y desde mucho antes realizando parte de las obras para la exposición que debe realizarse en el Museo de Bellas Artes, trabajo que se constituyó en mi acompañante.

De la pandemia, ¿cuál estima que son las mayores consecuencias para el mundo de las artes visuales en Cuba -tanto negativas como positivas, si es que las hay-?

Desde el punto de vista negativo: que los artistas no sigan trabajando en el aislamiento, o que los investigadores no aprovechen estos períodos para trabajar con los creadores a distancia, por tenerlos fácilmente localizados. Desde lo positivo: que hay que aprovechar este tiempo, si logras no angustiarte, para pensar en arte.

¿Hasta qué punto considera que la cultura ha sido estremecida por la economía? Desde ese punto de vista, ¿cómo ve el futuro del arte cubano?, ¿qué sucederá?

Nosotros ya estamos “acostumbrados por el bloqueo” -que no es ficción- a que la economía nos afecte con la falta de materiales, con la participación en proyectos internacionales o en la creación de nuevos, más ambiciosos, a nivel nacional. Sin embargo, a pesar de ese panorama, tenemos más artistas, se abren nuevos espacios, se crean grupos, lo que me hace  reafirmar que lo que no detiene nada es el deseo y  la necesidad de crear. Siempre se mantendrán los mejores, los más talentosos y persistentes. Eso marcará la jerarquía en el arte.

Las nuevas tecnologías, sin duda, han permitido socializar la obra de arte desde las redes sociales y otras plataformas digitales, ¿será una solución momentánea o considera que esta realidad llegó para quedarse?

Hace años que fuera de Cuba llegó para quedarse, lo comprobamos cuando en nuestras salas hemos apreciado la obra de Julio Le Parc, de Carlos Cruz Diez, de Jesús Soto, de Arden Quin, León Ferrari, Roberto Matta  y de nuestro Sandú Darié, quienes tomaron esas tecnologías no solo para socializar, sino para que fueran la razón de ser de sus creaciones. La socialización solamente es labor de promotores, curadores y galeristas: utilización válida para todas las manifestaciones artísticas. 

El mercado de arte cubano está, según afirman algunos, “totalmente quebrado” debido, entre otras razones, a que, históricamente, el mercado norteamericano es fundamental y decisivo, ¿qué pasará en futuro?, ¿cómo lo avizora?

 
No me gusta ese tema  por requerir de análisis más profundos y reales: pero, ¿cuál mercado norteamericano ha definido valor a obras de cubanos contemporáneos?, ¿a qué precios han vendido?, ¿quiénes son los coleccionistas norteamericanos, que no sean los que pasan por el país a comprar a bajos precios? La verdadera desgracia es no tener un mercado nacional, que siempre es el que marca el valor de las obras, no el precio que por excepción el artista vende una vez y cree que ya ese es su valor.

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* Conversando en tiempos de... (del Centro Pablo de la Torriente Brau)