Por Atilio A. Borón
La dolorosa coyuntura actual en Nicaragua ha precipitado un verdadero aluvión de críticas. La derecha imperial y sus epígonos en América Latina y el Caribe redoblaron su ofensiva con un único y excluyente objetivo: crear el clima de opinión que permita derrocar sin protestas internacionales al gobierno de Daniel Ortega, elegido hace menos de dos años (noviembre del 2016) con el 72 por ciento de los sufragios. Esto era previsible; lo que no lo era fue que en esa arremetida participaran con singular entusiasmo algunos políticos e intelectuales progresistas y de izquierda que unieron sus voces a la de los lenguaraces del imperio. Un notable revolucionario chileno, Manuel Cabieses Donoso, de cuya amistad me honro, escribió en su flamígera crítica al gobierno sandinista que “la reacción internacional, el ‘sicario’ general de la OEA, los medios de desinformación, el empresariado y la Iglesia Católica se han adueñado de la crisis social y política que gatillaron los errores del gobierno. Los reaccionarios se han montado en la ola de la protesta popular.” Descripción correcta de Cabieses Donoso de la cual, sin embargo, se extraen conclusiones equivocadas. Correcta porque es cierto que el gobierno de Daniel Ortega cometió un gravísimo error al sellar pactos “tácticos” con enemigos históricos del FSLN y, más recientemente, tratar de imponer una reforma previsional sin consulta alguna con las bases sandinistas o actuar con incomprensible desaprensión ante la crisis ecológica en la Reserva Biológica Indio-Maíz. Correcta también cuando dice que la derecha vernácula y sus amos extranjeros se adueñaron de la crisis social y política, dato éste de trascendental importancia que no puede ser soslayado o subestimado. Pero radicalmente incorrecta es su conclusión, como son las de Boaventura de Sousa Santos, la del entrañable y enorme poeta Ernesto Cardenal, y Carlos Mejía Godoy, amén de toda una plétora de luchadores sociales que en sus numerosas denuncias y escritos exigen –algunos abiertamente, otros de modo más sutil– la destitución del presidente nicaragüense sin siquiera esbozar una reflexión o arriesgar una conjetura acerca de lo que vendría después. Conocidos los baños de sangre que asolaron Honduras siguiendo la destitución de “Mel” Zelaya; los que hubo en Paraguay luego del derrocamiento “express” de Fernando Lugo en 2012, y antes lo que sucediera en Chile en 1973 y en Guatemala en 1954; o lo que hicieron los golpistas venezolanos después del golpe del 11 de Abril en el interludio de Carmona Estanga “el breve”, o lo que está ocurriendo ahora en Brasil y los centenares de miles de asesinatos que hizo la derecha durante las décadas del “cogobierno FMI-PRIAN” en México, o el genocidio de los pobres practicado por Macri en la Argentina. ¿Alguien en su sano juicio puede suponer que la destitución del gobierno de Daniel Ortega instauraría en Nicaragua una democracia escandinava?
Una debilidad común a todos los críticos es que en ningún momento hacen alusión al marco geopolítico en el que se desenvuelve la crisis. ¿Cómo olvidar que México y Centroamérica es una región de principalísima importancia estratégica para la doctrina de seguridad nacional de Estados Unidos? Toda la historia del siglo veinte está marcada por esta obsesiva preocupación de Washington para someter al rebelde pueblo nicaragüense. A cualquier precio. Si para ello fue necesario instaurar la sangrienta dictadura de Anastasio Somoza a la Casa Blanca no le tembló el pulso y actuó en consecuencia. Criticado por algunos representantes Demócratas en el Congreso de Estados Unidos por el respaldo que Franklin D. Roosevelt le otorgaba al dictador, éste se limitó a responder que “sí, es un hijo de puta pero es NUESTRO hijo de puta.” Y las cosas no cambiaron desde entonces. Cuando el 19 de Julio de 1979 el Frente Sandinista derrotó al régimen somocista, el presidente Ronald Reagan no titubeó un minuto en organizar una operación mafiosa de tráfico ilegal de drogas y armas a los efectos de poder financiar, más allá de lo que autorizaba el Congreso de Estados Unidos, a la “contra” nicaragüense. Se conoció todo esto bajo el nombre de “Operación Irán-Contras”. ¿Podemos ser hoy tan ingenuos para obviar estos antecedentes, o para pensar que esas políticas intervencionistas y criminales son cosas del pasado? Un país, además, que en tiempos recientes ha planeado la construcción de un canal interoceánico –financiado por enigmáticos capitales chinos– que competiría con el de Panamá, controlado de hecho, si no de derecho, por Estados Unidos. Estos no son datos anecdóticos sino de fondo, indispensables para calibrar con precisión el marco geopolítico en que se desenvuelven los trágicos acontecimientos de Nicaragua.
Todo lo anterior no significa obviar los graves errores del gobierno de Daniel Ortega y el enorme precio pagado por un pragmatismo que si estabilizó la situación económica del país y mejoró las condiciones de vida de la población hipotecó la tradición revolucionaria del sandinismo. Pero el pacto con los enemigos siempre es volátil y transitorio. Y ante la menor muestra de debilidad del gobierno, y ante un grosero error basado en el desprecio por la opinión de la base sandinista, aquellos se lanzaron con todo su arsenal a la calle para voltear a Ortega. Trasladaron buena parte de los mercenarios que protagonizaron las “guarimbas” en Venezuela a Nicaragua y están aplicando ahora en Nicaragua la misma receta de violencia y muerte que se enseña en los manuales de la CIA. Conclusión: la caída del sandinismo debilitaría el entorno geopolítico de la brutalmente agredida Venezuela, y aumentaría las chances para la generalización de la violencia en toda la región.
Estando en el Foro de Sao Paulo que tiene lugar en La Habana pude deleitarme en la contemplación del Caribe. Allí divisé, a lo lejos un frágil botecito. Lo manejaba un robusto marinero y, en el otro extremo se encontraba una joven muchachita. El timonel parecía confundido y se esforzaba para mantener el rumbo en medio de una amenazante marejada. Y se me ocurrió pensar que esa imagen podía representar con elocuencia al proceso revolucionario, y no sólo en Nicaragua sino también en Venezuela, Bolivia, donde sea. La revolución es como aquella niña, y el timonel es el gobierno revolucionario. Este se puede equivocar, porque no hay obra humana a salvo del error; y cometer errores que lo dejen a merced del oleaje y pongan en peligro la vida de la niña. Para colmo, no muy lejos se dibujaba la ominosa silueta de una nave de guerra de Estados Unidos, cargada de armas letales, escuadrones de la muerte y soldados mercenarios. ¿Cómo salvar a la niña? ¿Botando el timonel al mar y dejando que se hunda el bote, y con él la niña? ¿Entregándola a la turba de criminales que se agolpan, sedientos de sangre y prestos para saquear el país, robarle sus recursos y violar y luego matar a la jovencita? No veo que eso sea la solución. Más productivo sería que algunos de los otros botes que se encuentren en la zona se acerquen al que está en peligro y hagan que el desastrado timonel enderece el rumbo. Hundir al que lleva a la niña de la revolución, o entregarla al navío norteamericano difícilmente podrían ser consideradas soluciones revolucionarias.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/129111-la-nina-en-el-bote
210 comentarios:
«El más antiguo ‹Más antiguo 201 – 210 de 210Con relacion a la jerarquia de la vida,todos somos femeninos.Lo que excede de ello es deformación. Principios para meditar:Efesios 5.
Con relacion a la jerarquia de la vida,todos somos femeninos.Lo que excede de ello es deformación. Principios para meditar:Efesios 5.
todos los 24 de julio son especiales
tal día como hoy es el cumple de” la chelista”
pero lo es más si cabe porque cumple cuarenta años
permitidme : argggggggggggggg, una hija de cuarenta años ¡!
Jajaja
besos
Estimada compa;era Norma trv, usted escribio lo siguiente:
" La ganancia que se obtiene en el desempeño de una actividad económica no es más que la expresión de la utilidad y necesidad del trabajo que se realiza, sea produciendo bienes sea prestando servicios."
Permitame decirle que ha dado exactamente la explicación de la ganancia en economía en la que se denomina la teoria economica neoclasica que arranca de la idea de que el valor de un producto o servicio se explica por la utilidad que le proporciona a quien lo consume, en contraposicion con la teoria clasica y de la marxista que lo explica como fruto del trabajo y la ganancia como de la parte no remunerada por el empresario a sus trabajadores que lo originan.
Entiendo su vehemencia al declarar que las actividades economicas privadas son necesarias en nuestro socialismo, lo que comparto. Pero hay que llamar las cosas por su nombre. La compra de fuerza de trabajo genera plusvalor que conforma la ganancia. Eso se llama relación de producción capitalista y una cosa implica la otra, por lo cual hay que reconocerlo y decirlo abiertamente para entender muy bien las consecuencias que tiene. Y las tiene. De lo que se trata entonces es de controlarla y que por mucha envergadura que llegue a tener, no distorsione el objetivo fundamental que se persigue, mantener el humanismo cubano y mejorar el nivel de vida de todos los cubanos, no solamente de una minoria, por muy emprendedores que sean.
Me disculpo por el tono profesoral pero esa ha sido una de mis actividades en la vida, en particular la enseñanza de la economia politica marxista, aunque me forme inicialmente en la neoclasica.
Querido Charles, mi comentario está basado en mis conocimientos científicos, no son obra de la casualidad. No es vehemencia, es objetividad y ciencia y experiencia de 48 años (los míos). Muchas empresas estatales socialistas han estado comprando fuerza de trabajo por décadas y eso no les ha garantizado ganancias. La compra de fuerza de trabajo no genera por sí misma plusvalor, es el trabajo en las circunstancias adecuadas el que genera el plusvalor. La producción capitalista no implica necesariamente la ganancia, muchas empresas capitalistas compran fuerza de trabajo y tienen perdidas y van a la quiebra. La plusvalía existe y de ella se apropia el dueño de los medios de producción, por tanto hay que, a través del fisco, reasignarla a toda la sociedad. Mantener el humanismo es nuestro objetivo mancomunado, para eso es imprescindible la productividad que después de tantas décadas sigue pendiente con honrosas excepciones que confirman la regla y reglas para proteger los derechos de todos los trabajadores.
En otro orden de cosas, no sentí tono profesoral, nada que disculpar, espero no tenerlo yo, en caso contrario, me disculpo. Un abrazo.
Hola Familia Segundaciter@ ... tanto tiempo, en este tiempo de intriga.
Confío que Nicaragua seguirá construyendo el proyecto que se iniciara para todo un pueblo, un 19 de julio de 1979.
Me parece altamente valorable que Cuba legisle sobre matrimonio igualitario.
Sobre la actividad de cuenta propistas, me imagino que el gobierno constituirá los organismos fiscalizadores pertinentes, de modo de hacer cumplir la ley de impuestos sobre utilidades y las relaciones laborales entre empleador y trabajador(es). Supongo también que consideraran la persecución sin consideraciones de cualquier tipo de corrupción.
Mientras tanto en Chile:
- según información estadística, por cada $1 que un trabajador promedio percibe, mantiene deuda por $1,5.
- el ministro de educación se molesta por ser interpelado a cumplir su función y responde (otra más de sus agresivas salidas), que un colegio del sur de Chile debería organizar un bingo -solución habitual para amortizar costo de tratamientos médicos y mejoramiento de establecimientos-. Y el presidente respaldándolo.
- es increíble lo cosmopolita que se está convirtiendo este país.
Saludos afectuosos. Saludos Trovador.
Coincido totalmente con Norma, peor aun es cuando vemos cientos y miles de "directivos' estatales que han sido ineficientes en sus gestiones empresariales y navegan y transitan de cargo en cargo de auto en auto de oficina en oficina hacia sus nuevas "dessignaciones". Con esas practicas trabajo nos dara lograr ese desarrollo sostenible que pretendemos, Esa practica muy poco probable pudiera aplicarse al empresario privado que arriesga su patrimonio.
La crisis en Nicaragua conmueve al paisito centroamericano, tierra de lagos y volcanes y de gigantes como Augusto C. Sandino y Carlos Fonseca Amador, de historias de guerras civiles y sucesivas intervenciones norteamericanas. Y revoluciones genuinas. Viví trabajando como internacionalista muchos años durante la Revolución Sandinista, experiencia imborrable que me dejó enseñanzas invalorables y vínculos de compañerismo y amistad.
Como el imperialismo y sus conspiraciones existen, cuando uno no está en el terreno, debe saber nutrirse de muchas fuentes, lo que para mí en el caso de Nicaragua es factible por tantos años de compañerismo y amistad.
Recibo un mensaje de un compañero revolucionario, igualmente alarmado por la situación de Nicaragua, quien me destaca como “importante” leer el artículo “La guerra contrainsurgente. Nicaragua en la mira” donde la periodista Stella Caloni describe extensamente las acciones de varias agencias norteamericanas, como la National Endowment for Democracy (NED) o la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID) y la Freedom House en la ejecución de la conspiración imperialista.
Paralelamente, Atilio Borón, en su “Nicaragua, la revolución y la niña en el bote”, en una detallada consideración sobre esta crisis recorre también la trayectoria del intervencionismo yanqui.
¿Qué dice Borón sobre Daniel Ortega: “…cometió un gravísimo error al sellar pactos ‘tácticos’ con enemigos históricos del FSLN y, más recientemente, tratar de imponer una reforma previsional sin consulta alguna con las bases sandinistas o actuar con incomprensible desaprensión ante la crisis ecológica en la Reserva Biológica Indio-Maíz”… “hipotecó la tradición revolucionaria del sandinismo. Pero el pacto con los enemigos siempre es volátil y transitorio. Y ante la menor muestra de debilidad del gobierno, y ante un grosero error basado en el desprecio por la opinión de la base sandinista…”. Borón, acudiendo a la historia nos recuerda bien de los años ‘30, cuando el entonces presidente de Estados Unidos fue criticado por algunos legisladores por su apoyo al fundador de la tiranía nicaragüense Anastasio Somoza García “… el respaldo que Franklin D. Roosevelt le otorgaba al dictador, éste se limitó a responder que ‘sí, es un hijo de puta pero es NUESTRO hijo de puta’”.Después de su crítica a Ortega, Borón convoca a pesar de todo a apoyarlo. ¿Entonces qué? Si Somoza era el hijo de puta de Roosevelt, ¿Ortega es “nuestro” hijo de puta?
Parece fuerte este interrogante. Pero es que Borón (y otros/as) llama a defender a Ortega, aunque le pide rectificar el rumbo. Borón reitera que los organizadores de la conspiración imperialista “Trasladaron buena parte de los mercenarios que protagonizaron las ‘guarimbas’ en Venezuela a Nicaragua y están aplicando ahora en Nicaragua la misma receta de violencia y muerte que se enseña en los manuales de la CIA. Conclusión: la caída del sandinismo debilitaría el entorno geopolítico de la brutalmente agredida Venezuela, y aumentaría las chances para la generalización de la violencia en toda la región”. El chavismo emergió como una fuerza nueva, hijo político de la rebelión del caracazo de 1989 e inició un proceso genuino y original que por ahora es una revolución inconclusa, asediada en forma múltiple por Estados Unidos por afectar seriamente los intereses imperialistas y de la burguesía nacional. El orteguismo es un régimen post-derrota política de la Revolución (1990), sucesor de tres gobiernos liberales clásicos. Ortega llegó al gobierno en 2007 mediantes sucesivos pactos con los liberales ex presidentes del período 1990-2006 y con la propia iglesia católica. Por esos pactos, lo que se garantizó es el régimen y no su ruptura. Bajo el formato de una alianza FSLN-Ortega-COSEP-Iglesia, Ortega garantizó estabilidad política a las ganancias empresarias. Ni el COSEP (Consejo Superior de la Empresa Privada) ni la embajada se molestaron. Con Estados Unidos entró en conflicto cuando el proyecto del canal chino. Eso sí afecta directamente los intereses de dominación económica, política y militar de Estados Unidos ¿Es eso una medida antimperialista? Para nada. La ley 840 es de un entreguismo rampante. Resigna la soberanía por un siglo, amén de un daño ambiental irreparable si se concreta su construcción. Si se cambia grafía china por inglés o alemán, es un entreguismo neocolonial más. ¿Que China no es Estados Unidos? ¡Claro que no! Es su competidora. No por casualidad ahora Trump le declaró la guerra comercial. ¿Eso le da un carácter progresista al capitalismo chino? ¡Vaya disparate!
En segundo lugar, comparar las “guarimbas” venezolanas que ocurrieron durante una grave crisis económica con la sublevación nicaragüense de abril hasta ahora, es ignorar la composición social de ambos fenómenos. Sin ser floreciente, la economía de Nicaragua no atravesaba una crisis de la dimensión de la venezolana. El detonante de la reforma del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social movilizó inicialmente contingentes estudiantiles de predominio pequeño-burgués. Fue la respuesta represiva con los primeros muertos, la que desencadenó a su vez, respuestas populares solidarias. En las ciudades, de vecinos sin identificación partidaria, trabajadores informales, cuentapropistas; en pueblos y localidades de los departamentos de sectores campesinos y obreros rurales. Ni la raquítica derecha liberal, ni el COSEP co-gobernante con Ortega hasta semanas antes, hubiesen podido movilizar masivamente al pueblo y llegar a convocar a cientos de miles en la marcha de las Madres del dolor el 30 de mayo (donde hubo nuevas víctimas de la represión) y en sucesivas manifestaciones. Mucho menos, organizar cientos de tranques y barricadas. Sin duda que la movilización fue mucho más por motivaciones políticas que de reivindicaciones económicas postergadas. Se pueden resumir así: hartazgo acumulado de una parte importante del pueblo. Precisamente por lo repentina e inesperada, no preparada, la sublevación no tiene líderes ni programa. Por eso, la derecha clásica que tiene escasísima inserción popular, pudo “reaparecer”. Por eso el COSEP, socio de una década del gobierno, socio del “Presidente Pueblo” -que hace mucho es también un empresario- se puso inmediatamente en la vereda de enfrente. Por eso la cúpula de la Iglesia se puso en confrontación con el gobierno socialcristiano.
¿Qué hay intervencionismo imperialista? ¡Claro que sí! ¿Cuándo no la hubo? Pero no son sus agentes los sublevados del histórico barrio de Monimbó en Masaya ni en cientos de barrios y caminos de Nicaragua. Explicar semejante insubordinación en la que miles arriesgan la vida por la conjura imperialista es cerrar los ojos y la mente ante una realidad agobiante, durísima. Porque lo que Borón no menciona y la mayoría de los comentaristas omiten, es la magnitud y la brutalidad de la respuesta represiva gubernamental. Según Borón, los sublevados tienen “armas letales, escuadrones de la muerte y soldados mercenarios”. Señor: si en las calles, barrios y carreteras, hay miles de manifestantes y además tienen esas armas y un ejército mercenario, y el Ejército de Nicaragua no actuó en tres meses, ¿cómo no asaltaron cuarteles, liquidaron a los funcionarios y tomaron el gobierno? Y usted menciona nada menos que “escuadrones de la muerte” de los sublevados. ¿Sabe usted cómo las tropas gubernamentales uniformadas y sin uniformes “limpiaron” Monimbó, Diriamba y otras zonas? Si es como usted relata, ¿por qué las madres de las víctimas le reclaman al gobierno y realizaron la marcha de las madres el 30 de mayo en contra del gobierno y no en contra de los sublevados?
El de Ortega es un régimen cuasi-confesional que adoptó simbología religiosa y decidió recurrir a las armas para enfrentar la protesta. Habiendo conservado tras diez años, importante respaldo electoral y popular, su respuesta fueron las armas. Si, como dijo Ortega, la protesta contra su reforma del INSS fue solo una excusa, ¿por qué derogó en pocos días su propio decreto? Si esa reforma no era neoliberal, tal como le fue criticada, ¿por qué no la mantuvo?
¿Qué pasaría en lo inmediato si cae el gobierno Ortega-Murillo? Aquí sí voy a coincidir con Borón en que no habrá ninguna salida revolucionaria. Simplemente, porque los sublevados ni lo pensaron ni se lo proponen. Salieron a las calles por el hartazgo. ¡Y merecen respeto aunque no tengan el programa de nuestros sueños! Muchos quisiéramos que en Nicaragua vuelva a florecer la idea de Carlos Fonseca de una Revolución Popular Sandinista donde se conjuguen la reivindicación socialista con la emancipación nacional. La fisura de la alianza Ortega-COSEP en el poder y la sublevación abrió la posibilidad de que el régimen surgido de los pactos Ortega-Alemán-Bolaños-Obando tenga un recambio. O no. Si el gobierno socialcristiano se sostiene, la clase empresaria no tendrá ningún empacho en recomponer su alianza si Ortega les garantiza la continuidad de sus negocios. Ortega necesita aplastar la rebelión para negociar su permanencia, negociar con la derecha, con la iglesia, y más allá con la embajada (incluso paralizar el canal chino) para continuar en nuevos términos la continuidad de un régimen económico que fue y es de recomposición capitalista. Si a eso le llaman progresismo, pues adelante. Sí, como justifica Borón, Somoza fue el “nuestro hijo de puta” de Roosevelt y él pretende que Ortega (de quien habla bastante mal) sea “nuestro hijo de puta”, que lo hagan él y sus predicadores de justificaciones. En nombre de ninguna revolución se debe disparar contra el pueblo. Los revolucionarios, los cheguevaristas, no podemos admitir tener “nuestros hijos de puta”. Que los tengan ellos.
*Autor de LOS CHEGUEVARISTAS-Del Cordobazo a la Revolución Sandinista.- Trabajó durante la revolución sandinista como médico en el Ministerio de Salud y periodista en Barricada, órgano oficial del FSLN
Publicar un comentario