Por Limarí Rivera Ríos
A continuación comparto las palabras que leí en ocasión de la presentación de mi libro Silvio Rodríguez Poética del amor revolucionario, publicado este 2025 por la editorial Katatay en Argentina. La presentación se llevó a cabo el 20 de octubre -Día de la cultura cubana- en el Centro Cultural de la Cooperación, un bellísimo espacio ubicado en la Avenida Corrientes de la ciudad de Buenos Aires, en el marco de la gira de conciertos de Silvio por diversos países latinoamericanos. En la víspera de la tercera función en Buenos Aires, la presentación estuvo a cargo de Enrique Foffani, profesor y crítico literario argentino (director, además, de la editorial Katatay); Kaloian Santos Cabrera, fotógrafo, escritor y periodista cubano (autor de la genial foto de Silvio que da carátula al libro), y de las palabras que aquí publico, con la fortuna de que a ellas se suman las que Víctor Casaus generosamente escribió y envió durante la madrugada de ese día 20, en que la actividad cerró con una presentación musical de Silvia Adriana y Pablo Rodríguez.
Agradecimientos y dedicatoria a Víctor Casaus
Quiero, primero, agradecer a Kaloian y a Enrique por sus generosas acciones y palabras, así como dejarles saber cuánto los admiro. A Kaloian, por hacer poesía con su fotografía y sus relatos (en especial cuando se trata de temas muy cercanos a sus afectos, como es el caso de Cuba y de Silvio, “que no es lo mismo pero es igual”); por dejar siempre huellas de su sensibilidad y su humanidad en cada foto... A Enrique lo admiro también por su sensibilidad y su gran humanidad, que se deja sentir en su estudio inteligente de la literatura -prueba hemos tenido hoy- y en la gesta hermosa que es llevar adelante una editorial independiente, y más en estos tiempos, en que da gusto ver el trabajo espléndido de personas como Florencia Bonfiglio, a quien también agradezco. Es esperanzadora la gesta de estos seres, como la de ese otro gran hombre que está ahora en La Habana y a quien quiero dedicarle esta presentación: Víctor Casaus Sánchez. Sin Víctor, este junte maravilloso no se habría dado. Gracias, Mago del Alba, por tu amistad, que atesoro tanto. Gracias, también, a Silvio, por supuesto -y por todas las razones. Gracias a mi familia, que está aquí apoyándome, queriéndome -como siempre- y dejándose querer, y a todas las personas que están aquí y nos escuchan.
Permítanme leer unas palabras que Víctor envió con mucho cariño para esta ocasión y que tituló
PALABRITAS PARA FESTEJAR:
Eso son y aquí están.
Viajan, cargadas de admiración, respeto y cariño hacia la otra ala del pájaro, donde vive, sueña y crea la autora de este libro, nuestra querida amiga Limarí Rivera Ríos.
Estas palabritas la acompañarán hoy, en Buenos Aires, cuando se realice la primera presentación pública de Silvio Rodríguez Poética del amor revolucionario, este libro que habla con intensidad admirable sobre las palabras que su título anuncia.
La vida y la obra de Silvio Rodríguez, ese sabio aprendiz, pasan por sus páginas junto a la poesía, el amor y la revolución. ¿A qué más?, nos preguntaría, desde una de sus canciones, el trovador.
Y nosotr@s -autora, fotógrafo-presentador, jefe editorial, y escribidor de estas palabritas interminables- podríamos responderle así: comenzando este festejo, compartiendo estas palabritas que les decía.
Aquí están y aquí estarán siempre, cómo no, para festejar la maravilla del talento, la belleza y el compromiso que este libro nos regala.
Víctor Casaus.
2. Cómo llegué a Silvio… y seguí siguiendo
Quiero contarles un poco sobre cómo llegué a Silvio, o cómo Silvio llegó a mí… Por ahí va la verdadera génesis del libro, que se remonta a inicios de los años noventa, cuando mi papá llevó a mi casa el álbum Silvio. Esa fue la primera vez que escuché a Silvio por entera voluntad propia (porque, como muchos de mi generación y de otras, lo escuché desde siempre -gracias a mis padres). Aquella noche mi papá había llegado a casa con un amigo y se sentaron en la mesa a escuchar el CD, que acababa de salir. Los vi tan atentos escuchando las canciones (¡y vaya canciones!), que eso me atrajo poderosamente. Cuando terminó el disco, me lo llevé a mi cuarto y desde entonces he escuchado con una atención semejante toda su obra. Silvio abrió para mí muchas ventanas hacia el ámbito de la poesía y la literatura en general, y tuvo mucho que ver con mi decisión de estudiar literatura en la Universidad de Puerto Rico. Allí tomé un curso que fue esencial para permitirme mirar las canciones desde una perspectiva académica: El Caribe entre letra y nota…, una magnífica clase que integraba su música y que ofrecía -y ofrece- Juan Otero Garabís. Ahí nació la investigación que luego se convertiría en mi disertación, cuyo mentor fue por supuesto Otero Garabís.
No puedo dejar de decir algo que fue demasiado importante para que este libro sea lo que es hoy, y fue poder viajar a Cuba en 2015 a investigar; conocer propiamente allí a Víctor Casaus, y ver de cerca su gesta de amor revolucionario, que es -además de su poesía y su dirección cinematográfica- su laboriosa dirección del Centro Pablo de la Torriente Brau, un centro cultural cuyos cimientos son los lazos históricos-geográficos-afectivos entre Cuba y Puerto Rico, a través de la figura misma de ese escritor, periodista y miliciano/combatiente de la Segunda República Española (el cubano-puertorriqueño Pablo de la Torriente Brau). Es el Pablo al que Miguel Hernández dedicó su “Elegía Segunda”, musicalizada adivinen por quién… Si no la han escuchado, los invito a buscarla. Pero, en fin, sobre el Centro Pablo debo agregar que me abrió las puertas para visitar La Habana, y ha sido con Víctor un puente fundamental con Ojalá y Silvio, su amigo por más de 60 años.
3. El amor revolucionario
Gestas como las suyas, amistades como las suyas, son formas de resistencia que invitan a seguir siguiendo. La gira de Silvio, en este “heme aquí” en el Cono Sur de hoy, es signo preciso de resistencia, como también bálsamo en estos tiempos difíciles. Me parece que Silvio lo tiene clarísimo: ha armado unas presentaciones que arrancan con el “viaje a la semilla” de José Martí (al que cantó en “Sea señora”). Estos conciertos, que iniciaron con el de la escalinata de la Universidad de La Habana, tienen como base humanista, política, histórica, ideas como las del Martí de “Maestros ambulantes”:
“Hay un cúmulo de verdades esenciales que caben en el ala de un colibrí, y son, sin embargo, la clave de la paz pública, la elevación espiritual y la grandeza patria. Es necesario mantener a los hombres en el conocimiento de la tierra y en el de la perdurabilidad y trascendencia de la vida. Los hombres han de vivir en el goce pacífico, natural e inevitable de la Libertad, como viven en el goce del aire y de la luz. [...] Ser bueno es el único modo de ser dichoso. Ser culto es el único modo de ser libre. Pero, en lo común de la naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno”.
De ahí el llamado luego a la unidad -que está en la canción “Ala de colibrí”, de los años noventa, y llega a canciones muy recientes, como “Para no botar el sofá”:
Para pronunciar el nosotros,
para completar la unidad,
habrá que contar con el otro
las luces y la oscuridad.
Es grande el camino que falta
y mucho lo por corregir.
La vara, cada vez más alta,
invita a volar y a seguir.
Todo ello se da, por supuesto, de la mano de una crítica a las realidades sociales y políticas; crítica a la que, como sabemos, Silvio no renuncia. De la misma forma en que llama a superar la erre de revolución -en “Sea señora”- habla de lo feos que se ven “los cuadrados” en “Para no botar el sofá” (canción de su álbum más reciente: Quería saber). Estamos ante una trayectoria consecuente como pocas, afianzada en la necesidad del viaje, sí, a todo lo bueno de los orígenes revolucionarios, que incluye la paráfrasis de Ernesto Guevara en los versos de la “Tonada del albedrío”: “al buen revolucionario / solo lo mueve el amor”.
He ahí el centro mismo de este libro: una poética de amor revolucionario, que tenemos el privilegio de ver armándose, abrazada a la idea de la esperanza, como ejemplifica también en tiempos recientes la canción “Más porvenir”, dedicada a Pepe Mujica y Lucía Topolansky. Leo aquí las últimas estrofas:
La vida se hace breve
para hacerla mejor;
espero que quien quede
viva para el amor.
La vida fue a mi lado
por donde supe ir.
La vida fue pasado,
pero es más porvenir.
Animada con esta propuesta, quiero finalizar esta parte mía con la lectura de un poema que Silvio escribió en 2001, en ocasión del aniversario del crimen de Barbados, y que se titula “Sigamos amando”:
Compatriotas,
Hermanas y hermanos que nos escuchan
si alguna vez se nos escucha:
La lluvia, un rayo, un terremoto, una mano inhumana
pueden arruinar el día de encontrarnos
pero la lluvia, un rayo, un terremoto, una mano inhumana
acaso solo pueden postergar nuestro encuentro
porque no saben arruinar lo que nos une,
lo que significamos
Asimismo edificios, ciudades, civilizaciones fabulosas
pueden llegar a convertirse en ruinas
pero el amor que junta es más constante
que tales edificios, ciudades y civilizaciones
porque el amor es gravedad del cardinal sistema
la fuerza de atracción que compone
la materia que cuaja inarruinable
pese a la lluvia, el rayo, el terremoto y la mano inhumana
Apartémonos entonces de los caminos trillados
y no nos dejemos seducir por la muerte,
no besemos el odio,
no hagamos juego a la barbarie
La gloria es esta levedad intensa
Sigamos amando pese a todo. Sigamos
amando pese a todo
Sigamos amando
El amor es el poder real
entre todos los poderes.
Muchas gracias.
1 comentario:
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