jueves, 30 de diciembre de 2021

El Premio Nacional de Música (y otros premiad@s en diciembre de 2021) y palabras...


El Maestro José María Vitier García-Marruz, Premio Nacional de Música 2021

Las maestras María Felicia Pérez, Zenaida Romeu, Marita Rodríguez, Bárbara Yanes y Niurka González, flanqueadas por los maestros René Baños y Luis Manuel Molina, hace unos días, cuando recibieron la medalla Raúl Gómez García. 

Aquí todos l@s maestr@s condecorad@s con la Raúl Gómez García, entre ellos, José María Vitier, en segunda fila, junto al maestro Aldo López-Gavilán.

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Palabras para despedir y para bienvenir:

Del fb de Isabel Cristina López Hamze

Este año ha sido duro. Y, aunque le queden horas para terminarse, dejará un cráter de impacto como si fuera un meteorito. Hubo pandemia, crisis, inflación, muertes, escasez, odios, enfrentamientos, censuras, linchamientos, incomprensiones, soledades, injusticias, abusos, rencores, tristezas. Pero también hubo nacimientos, reconciliaciones, amores, cantos, pájaros y peces.
 
Dice mi hermano, que vino del Yuma, que yo soy el lente embellecedor de la sociedad cubana. Dicen algunos que yo vivo fuera de la realidad, que me rodea una burbuja y que hay que ser objetivos, que la cosa está muy mala y que no hay salvación. 

Yo aprendí de Julia Varley el valor de hablar en primera persona. Veo el mundo con mis propios ojos y cada día está más fuerte mi voluntad de seguir defendiendo ese lente que embellece, pese a todo lo feo.

Mi realidad es una de las miles de realidades diferentes que hay en Cuba. En la mía están mis vecinas hablando mal del bodeguero de balcón a balcón; está mi doctora del consultorio que da recetas cuando entran los medicamentos de niños a la farmacia, aunque no estén enfermos, porque “hay que aprovechar”. De mi realidad forman parte mis alumnos del ISA, que me retan a ser más justa, más sabia y más joven; forma parte la maestra de mi hijo que le mandó tareas durante toda la pandemia y ahora tiene a los niños afilados para el pase de grado. 

En mi realidad está el revendedor de cositas de comer que nos salva de hacer colas y la muchacha a la que siempre “le sobra” un blister de cualquier cosa y me lo deja bien barato, porque ella no se dedica a eso.

Mi realidad son mis hijos, mi madre, mi esposo, mi perra y mi familia extendida y regada por el mundo. Mi realidad está en un almendrón a medio camino entre Alamar y Nuevo Vedado, en los cánticos de la iglesia del Cristo Manco y en la buena vibra de los vendedores del agrito del barrio, que te venden caro, porque la cosa está dura para todo el mundo, pero no te timan ni te maltratan. 

Este año terrible me ha traído muchas tensiones, preocupaciones, sufrimientos, pero también muchas alegrías. Mi hijo mayor cumplió 10 años y mi hijo pequeño cumplió 1. Me casé por segunda vez y acompañé a mi mejor amigo-esposo en la creación de un libro que le ha alegrado la vida a mucha gente. Nos vacunamos todos en casa y el bebé recibe su pequeña dosis de Abdala a través de la teta.

Este año he sacado conclusiones a la ligera y he aprendido a dejar reposar esas ideas y a matizar. He aprendido que la manipulación y la mentira están en todas partes. He aprendido que hay que proteger la familia por encima de cualquier cosa. Que los problemas de la política son coyunturales y los problemas de la cultura son permanentes. He visto muchos muñequitos y he aprendido que no quiero ser Kumandra, sino que cada troll baile al ritmo de su propia música. He reafirmado que mi papá tenía mucha razón cuando decía que: “en cuestiones de moral, prefiero no tener ninguna, a tener dos morales." Aprendo cada día a ser felizmente amoral.

Supe que, a veces, es muy útil estar alejada de redes sociales y noticieros; que mi hijo Oliver, que aún no habla, tiene más para enseñarme que cualquier tratado de ciencias; que Diego, mi niño preadolescente, es tan inteligente que puedo invitarlo a vivir conmigo en el centro, porque sabemos que no nos gustan los extremos, aunque el amor y el respeto se extiendan hasta cada uno de ellos. He aprendido que puedo estar en paz, que puedo ser firme, sin perder la dulzura. He aprendido que la verdad no está en las manos de nadie y que lo justo es defender el deseo de seguir amando, trabajando, viajando al pasado para no perder la noción del presente. He aprendido la importancia de mantener viva la memoria histórica. 

Se va el año y en su cráter de impacto deja proyectos inconclusos que no supe terminar por falta de inteligencia, deja sueños intactos y trazados en el mapa. Deja mi deseo de vivir en un mundo donde no tenga que avergonzarme por decir que soy feliz. Donde ser alegre y cortés no sea mal visto por los paranoicos y los pesimistas. Donde no tenga que ocultar que estoy bien, aquí, ahora. Donde mi lente embellecedor siga captando mi realidad y encienda, con energía renovada, a mi familia.

El 2022 será otro año de querer seguir viviendo en Cuba. Porque aquí está todo lo que me estresa, todo lo que me desilusiona, pero también todo lo que amo y mi esperanza en el futuro.


lunes, 27 de diciembre de 2021

La covid y la voluntad de crecer


Por Soledad Gallego Díaz

La voluntad de crecer por el mero hecho de hacerlo, de maximizar los beneficios a costa de cualquier otro criterio, por el simple placer de verlos aumentar es la ideología que inspira a muchas grandes empresas, especialmente a las grandes firmas tecnológicas y a algunas de las mayores farmacéuticas del mundo, según se va comprobando gracias al testimonio de altos ejecutivos que, en algún momento de sus vidas, han comprendido que esa ideología, en el fondo, es la misma regla biológica que sirve para el virus de la covid-19 o para las células del cáncer.

Es la ideología que subyace detrás de la decisión de las cinco mayores empresas farmacéuticas que fabrican las vacunas contra la covid-19 de no levantar, aunque sea temporalmente, sus patentes para que puedan ser producidas a bajo coste de manera masiva en países subdesarrollados. Es esa ideología la que está permitiendo que el virus tenga espacio para modificarse a sí mismo y seguir creciendo. Los científicos lo han dicho mil veces: la covid-19 adoptará una y otra vez diferentes formas si no se consigue vacunar a la inmensa mayoría de la humanidad. No sería fácil, pero se podría programar y hacer (de hecho, la inmensa mayoría de los habitantes del mundo está vacunada del virus de la viruela, de forma que este, literalmente, dejó de existir en la Tierra). Simplemente, las compañías farmacéuticas dejarían de ingresar las increíbles sumas que ahora se embolsan.

Los datos: BioNTech, Moderna y Pfizer han previsto ganar 130.000 millones de dólares para finales de 2022. Según Pfizer, en sus resultados trimestrales más recientes, la vacuna contra la covid-19 ha aportado unos ingresos de 24.300 millones de dólares. La farmacéutica espera unos ingresos totales de 36.000 millones de dólares relacionados con la vacuna para el conjunto de 2021.

Pfizer, BioNTech, Moderna, Johnson & Johnson (J&J) y AstraZeneca más que duplicaron su beneficio hasta el tercer trimestre de 2021, según los últimos resultados publicados por las diferentes compañías y recogidos por PlantaDoceEl beneficio conjunto de estas cinco compañías alcanzó a cierre del tercer trimestre de 2021 la cifra de 45.158 millones de euros, frente a los 19.960 millones de euros con los que cerraron el acumulado de enero a septiembre de 2020.

¿Hasta qué punto los propietarios y responsables de empresas que toman decisiones en beneficio de sus intereses económicos a sabiendas de que esas decisiones causan daño físico y moral a sus clientes pueden hacer frente a las posteriores reclamaciones con un simple acuerdo económico, por muy elevado que sea? ¿Fue razonable que los empresarios que tomaron decisiones para hacer el tabaco cada vez más adictivo y que siguieron promocionándolo, aun después de tener pruebas fehacientes de que sus productos provocaban cáncer, pagaran con dinero y no fueran a la cárcel por ello? El debate vuelve a estar de actualidad, a cuenta de si se puede pedir responsabilidad penal a la familia Sackler, propietaria de Purdue Pharma y de un medicamento denominado OxyContin que provocó decenas de miles de muertes en Estados Unidos.

Una jueza federal de Nueva York acaba de decir que no, que la responsabilidad penal no puede quedar incluida en el acuerdo firmado por la familia y 3.500 de sus demandantes en un tribunal de Quiebras, por mucho que se trate de 4.500 millones de dólares. La familia Sackler debe hacer frente a la devastación que causó y el acuerdo económico no puede privar a las víctimas de su derecho a demandarlos.

En el increíble trabajo de investigación realizado por Patrick Radden Keefe en su libro El imperio del dolor (Reservoir Books, 2021) se recoge una cifra impresionante: en el cuarto de siglo posterior al lanzamiento de la oxicodona, unos 450.000 estadounidenses han muerto por sobredosis de opiáceos. “En realidad, han muerto más estadounidenses por sobredosis de opiáceos que los fallecidos en todas las guerras en las que ha intervenido el país desde la Segunda Guerra Mundial”.

Según la Fiscalía de Nueva York, los miembros de la familia decidieron impulsar campañas agresivas de marketing sobre su OxyContin, rebajando a propósito el riesgo de adicción y de sobredosis. Fue durante años su producto estrella, el mayor éxito de sus laboratorios y les proporcionó decenas de miles de millones de dólares en ingresos. La historia de la familia Sackler, una de las más conocidas y respetadas (hasta ahora) de Estados Unidos por su labor filantrópica (en universidades, museos e instituciones culturales varias), es simplemente una historia de poder y de codicia. Estaría bien que acabaran en la cárcel.

Fuente: https://elpais.com/ideas/2021-12-26/la-covid-y-la-voluntad-de-crecer.html

jueves, 23 de diciembre de 2021

Réquiem por Vicente

Vicente, Tinto, Tintín.

Vicente Feliú Miranda.

Tu filme vital aún anda 

Sin The End, Koniec, ni fin.

Tu vida fue un polvorín

Que en símbolo te convierte.

Pero qué fuerte, qué fuerte:

Has muerto en el escenario 

(Tu Campo de lucha diario):

Coherencia hasta en la muerte.

 

CRÉEME, amigo Vicente.

Cuando te diga que aún vives.

Que aún cantas, tocas, escribes,

Emocionas a la gente. 

Créeme, Cuba doliente,

Te vino a prestar abrigo.

Créeme, Vicente, amigo,

Cuando te diga que estamos 

Todos los que te extrañamos

Cantando hoy por ti y contigo.

 

Créeme cuando te diga 

Que la muerte tuya espanta.

Que hay un nudo en mi garganta 

Y un dolor que me fustiga.

Créeme cuando rediga  

Que te observa Cuba entera 

Derrumbado (a tu manera)

Por un “te quiero” dulzón: 

Feliz como una canción, 

feliz abriendo trinchera.

 

Créeme, cuando me vaya

Y alguien te nombre en la tarde,

Porque tu nombre arde, arde,

Como un sol que no se calla.

Créeme: en esta batalla 

Se hacen firmes tus cimientos.

Créeme: en estos momentos 

No hay muerte que te destruya.

Créeme, cuando te incluya

A ti, entre mis monumentos.

 

Te creo, te has ido al viento.

Tu razón no admite espera.

Te creo: eres primavera,

tabla sobre un mar violento.

Te creo: eres monumento

A las canciones de paz.

Te creo, sí, no dirás 

nada, te pierdes, lo veo. 

Pero algo sí no te creo:

Que no regreses jamás .

 

Te creo. Lograste ser

En plena Zafra machete.

Te creo: este 17

Te tocaba re-nacer.

Te creo: tu amanecer 

No hay silencio que lo mate.

Te creo: eres quien se bate 

Con el puño y con la voz.

Eterna bala feroz,

Siempre al centro del combate.

 

Créeme, que tus palomas 

tienen mucho de arco iris,

Y Aurora tiene en sus iris

Tu voz en varios idiomas.

Aurora sube tus lomas.

Endereza tus esquinas

Conoce de tus rutinas.

Sabe de tus meridianos. 

Y lo que tus rudas manos

Tienen de canciones finas.

 

Créeme, Vicente, créeme,

porque así eres y así

eres de todos: de ti,

De Cuba y de Aurora. Léeme,

Vicente. Y Créeme. Créeme.

Todos estamos, mi hermano,

Viendo en un punto lejano

Una imagen que desgarra.

Tú tocando la guitarra

Y Santi tocando el piano.

 

Santi está tocando el piano.

Sara te hace el coro y canta.

Noel Nicola te aguanta

Como un niño de la mano.

Canción con todos, mi hermano.

Qué armonía. Qué grandeza.

Himno de luz y belleza

Con Cuba entera mirando 

A tantos grandes cantando 

Contigo “La Bayamesa”.

 

Pediste que te creyéramos

(Un credo vuelto canción)

Y aquí hay toda una nación 

Creyendo en ti. Aunque quisiéramos 

Que estuvieras, aunque hiciéramos 

Gestos de país herido,

Aunque nos haya dolido 

Tu adiós repentino, sí:

Pediste creer en ti,

Vicente, y te hemos creído. 

 

Vicente, Tinto, Tintín,

Vicente Feliú Miranda.

Que tu música se expanda 

Por todas partes, sin fin.

Todos somos un “tilín”

Mejores, por tu simiente.

Te ha creído mucha gente

Y yo también te creí:

Porque así eres y así 

No eres de nadie, Vicente.

 

Oh, Vicente, Tintín, Tinto,

Vicente Feliú Miranda.

Que tu música se expanda 

Por un espacio distinto.

Que sigas con ese instinto

De cantor y combatiente.

Te ha creído mucha gente

Y yo también te creí:

Porque así eres y así 

No eres de nadie, Vicente.

 

Créeme, cuando te diga

Vicente, que no estás muerto.

Que ahora mismo hay un concierto

donde tu voz se prodiga.

Créeme, cuando prosiga

Tu voz como un referente.

Créeme, que mucha gente 

vino a despedirte aquí.

Porque así eres y así

no eres de nadie, Vicente.

 

                     

                           Alexis Díaz-Pimienta 

                     Almería, 22 de diciembre de 2021