miércoles, 25 de marzo de 2015

Una carta de Aurelio Alonso

Querido Camilo(1): 

Hace algún tiempo recibí este mensaje tuyo con la opinión de La Joven Cuba, que me pareció muy valiosa(2). Me motivó desde que lo leí, positivamente, porque vi en sus criterios una saludable lucidez, una comprensión de la importancia de buscar la democracia verdadera que nunca ha podido alcanzar la institucionalidad republicana, y que seguimos pensando solamente como socialista. El material se coloca en el centro del debate sobre el cambio y me cuesta meterme en el tema como habría que hacer. Pero hace ya un mes que lo recibí, y tampoco quiero dejar pasar más tiempo sin darte un criterio, rápido, un tanto improvisado y forzosamente incompleto (aunque no eres el autor, pero te creo el mejor canal) allí donde percibo más significativos mis disensos, siempre menores que lo que comparto con la propuesta. Me refiero, en primer lugar al epígrafe 5, donde veo reducido el problema del papel del partido a la separación de los cargos de máxima dirección del país. Para mí el problema parte del papel mismo del partido, que no considero deba estar investido de “mandato imperativo” a ninguna instancia, lo que lo hará interferir siempre con el Estado y, en consecuencia, con toda posibilidad de establecer un verdadero “poder popular”. He puesto por escrito varias veces estos criterios. Dentro del canon vigente (el supuesto de que el partido dirige al Estado), por sensatos, acertados, consensuados, justos y comprensivos que puedan ser los órganos de dirección, no pueden generar otra cosa que partidocracia (es decir autoritarismo partidario). Cuando es el partido el que decide, decide una elite. Que sean los mejores o no lo sean incluso desde una definición programática es un dato coyuntural, porque pueden dejar de serlo en otra generación, y creer que esta relación puede expresar una estructura democrática es un desacierto (la historia lo mostró ya). Se puede contar con un “rey bueno” o un “rey malo”, pero esa diferencia no cambia el sentido de la monarquía. En resumen, que pienso seriamente que es necesario superar la idea de que el partido dirija al Estado por la idea de que el pueblo dirija al Estado, sacar al partido de la cadena de poder (con la complicidad, por comprensión, del partido mismo en ese cambio) y potenciar su función, decisiva, eminentemente formativa, de dimensión ética, tutelar de principios. Estimo que al Partido de la Revolución no le toca el dictamen político sino propiciar que ese dictamen responda a un contenido ético coherente (habría mucha tela que cortar, falta mucho debate por el camino).

Un corolario de lo que digo hasta aquí es que la coincidencia de la jefatura del Estado y la del Partido no es deseable por varias razones. La más importante es que confunde la responsabilidad de las dos funciones, la de dirigir el Estado y la de dirigir una de las instituciones de la sociedad. Siempre he pensado (tal vez no siempre pero al menos en las dos últimas décadas) que el partido también está dentro del Estado, no por encima de él; que nada hay por encima del Estado, el cual abarca a toda la sociedad, y que cuando decimos que el partido dirige al Estado lo denotamos como instancia de poder, parte orgánica del mismo Estado (es otro debate pendiente que va más allá de la experiencia cubana para adentrarse en los problemas teóricos y prácticos del socialismo como sistema político).

Estamos hablando del Partido de la Revolución, ya sea que se justifique como ordenamiento de la unificación de fuerzas (de la manera en que se constituyó históricamente nuestro PCC), o en un contexto social que requiera, o al menos que aconseje, la legitimación institucional de otras fuerzas partidarias en competencia (aunque pienso que la tradición pluripartidista cubana previa a la revolución descarta ese legado), porque institucionalmente fuesen expresivas de sectores de la voluntad y de los intereses populares no contemplados de otro modo. Pero, volviendo al centro del tema, creo percibir de las experiencias socialistas del siglo XX que la idea de partido vanguardia se deforma al traducirse en partido poder. En consecuencia el debate real no es sobre si es uno o si son varios, sino sobre la naturaleza misma del papel del partido de la Revolución, ya sea que la historia concreta justifique que sea único o que exista en el marco de una concurrencia de partidos. Claro que en este último caso (la factibilidad del socialismo pluripartidista, que sería absurdo excluir) tampoco compartiría yo la idea de la conversión del sufragio en esa suerte de mercadeo electoral prevaleciente, insuperable desde el proyecto liberal mismo. La defensa a ultranza del pluripartidismo, en la cual se cae con frecuencia, se me antoja una falsa valorización de la diversidad, una transgresión de sus fronteras como cualidad positiva. Esa idea de partido, y ese locus institucional, es algo a descartar del ideal de la ética democrática, aun si hay que reconocer que no se trata de un problema sencillo, a resolver con un decreto, con declaraciones de principios ni con reformas: de ningún modo se trata de un mero cambio jurídico sino que toca de lleno a la conciencia social. Al cual se podría arribar por el empoderamiento que arraigaría en la base social la participación popular efectiva en la toma de decisiones. Y que debiera comenzar, en términos institucionales –desde el interior del partido mismo. Como ves, rebaso lo obtenible de una reforma constitucional o lo factible en una nueva constitución hic et nunc. ¿Pero cómo proyectarnos en el corto plazo si no tenemos consensuado lo que deseamos en el largo? Claro que no en el mismo nivel de detalle, pero sí como ideal.

Dicho esto, sigue el problema de definir si el presidente lo es del Consejo de Estado o de la República, si dirige el órgano electo por la ANPP o si dirige el país: la incongruencia de nuestra constitucionalidad es que lo elegimos como para dirigir un Consejo y lo investimos en la práctica como el dirigente del país, y quien dirige el país debería contar, para hacerlo, con el apoyo mayoritario, explícitado en las urnas, del electorado del país. Creo que sería lo plausible, aunque no estoy seguro de que hayamos madurado para implementarlo. Sin embargo no dudo que se llegará a hacer así, y valdría la pena que no perdiéramos mucho tiempo en ello. Para resumir mi punto de vista, me inclino por 1) una Presidencia de la República electa por votación popular directa y secreta, en un sistema de reelección, preferentemente sin límite de períodos (que sea el voto popular el que decida si reelegir o no). 2) Partir de una candidatura acordada en plenaria por la ANPP entre los diputados ya electos (no desde comisiones electorales), pues considero que la condición de diputado electo por el pueblo constituye una cantera más idónea que una propuesta de Buro Político, o de otra instancia política (es decir, que los candidatos sean diputados escogidos por el pleno de la Asamblea). 3) Que la pluralidad sea un requisito de la configuración de la candidatura, pues elegir siempre supone hacerlo entre varios candidatos (con o sin límite…, no sé, pero habría que prever incluso la segunda vuelta), y que la elección presidencial se efectúe para el cargo de la presidencia de la República exclusivamente. 4) Contemplo la reducción de las vicepresidencias a una sola, que correspondería a la segunda votación de la elección presidencial. 5) Dentro de este esquema el Consejo de Estado sería elegido con posterioridad a la elección presidencial, por la ANPP y ya con la participación del Presidente y el Vicepresidente electos por la población (esta idea invertiría la lógica actual, en que el Consejo de Estado, órgano colegiado electo por la Asamblea, elige su Presidencia, por la elección directa que le otorga al Jefe de Estado el mandato popular sin mediaciones, lo cual potencia el empoderamiento participativo de la población).

Bueno, Camilo, creo que por ahora has logrado que me agote ahora sí– pero valga para calentar los motores del debate. Felicito a los compas de La Joven Cuba por su disposición al ejercicio de pensar. Tengo más en el jubón, pero lo dejo a beneficio de inventario. Abrazos,

Aurelio

(1) Camilo Pérez Casal
(2) http://jovencuba.com/2015/02/13/reestructurar-nuestra-democracia/

viernes, 20 de marzo de 2015

Defensa de nuestras aves

                                          Otros recuerdos ambientales del Ariguanabo

Por Giraldo Alayón García

Sinsonte
La villa de San Antonio de los Baños se fundó en 1794, por aquellas fechas el 80 % de los bosques de Cuba aún estaban en pie; por lo que presumiblemente las regiones colindantes al recién fundado pueblo poseían todavía extensos montes, esto a pesar de las talas que se habían efectuado para la construcción de casas, barcos, fortalezas y hasta palacios.

En 1889, noventa y cinco años después, se publica el relato “Un paseo por el Río Ariguanabo” de Julio Rosas (Francisco Ruíz de la Puente, 1837-1917), basado en el recorrido que efectuaron, por las aguas del Río Ariguanabo, varios jóvenes ariguanabenses en 1889. Este escrito, con una narración romántico-costumbrista salpicada de temas políticos y patrióticos, apareció en dos partes, 1889 y 1890, en el semanario “La joven Cuba”, impreso en la imprenta La Protección radicada en San Antonio de los Baños. Es un documento, casi inédito[1], y tiene el valor de describir las incidencias geográficas, botánicas y zoológicas de las márgenes y aguas de este río a finales del siglo XIX, además de que ha resultado ser la primera crónica que trata de una excursión naturalista en nuestros predios ariguanabenses. En la segunda mitad del siglo XIX Cuba aún conservaba el 60 % de su cubierta boscosa y su flora y fauna originales apenas comenzaban a sufrir los embates de la civilización.   
Arriero
Bijirita común

Totí


Cabrero


Carpintero jabao
En el grupo de jóvenes iba (real o metafóricamente, pues no lo sabemos a ciencias ciertas...) una joven, camagüeyana de origen, llamada Amada Libertad quien conversa con los otros jóvenes sobre lo que van observando en el viaje. Lo curioso e interesante es el estado de las aguas por aquel entonces, limpias y cristalinas.., el número de especies citadas de la flora y la fauna, hoy raras o ausentes; en especial las aves que con su canto y presencia alegraban el recorrido.


Gorrión
Y es por ello que me remito a las aves, pero ya en el siglo XX, en la década de los 50´s cuando era un niño y ya el Río Ariguanabo no era lo que fue o había sido, modificado, contaminado y limitado por el hombre. Cuba con sus bosques de llanura desaparecidos y un área de bosques por debajo del 15 % y con notables extinciones en su flora y fauna. Recuerdo, que muy pequeño, acompañaba a mi padre, que con una jaula de trampa iba a la caza de algún azulejo o tomeguín de la tierra o del pinar, íbamos cerca de la boca que era el lugar donde se unían la laguna y el río de igual nombre. En aquella época en el patio de mi casa teníamos una jaula grande, que mi padre construyó, con varias especies de aves: azulejos, negritos, cabreros y ambas especies de tomeguines[2]. En San Antonio de los Baños, recuerdo también, que alrededor de 6 ó 7 personas se dedicaban a cazar y vender pajaritos, por lo que era frecuente ver jaulas en algunas casas y establecimientos comerciales. Esta costumbre, la de enjaular aves, nos viene de España, probablemente de los árabes[3], aunque en otras culturas también se ha practicado desde hace mucho tiempo.

Mariposa cubana
Gavilán de monte
Lechuzas










En la actualidad nuestra villa es uno de los lugares de Cuba (al menos por mi experiencia personal) en el que ha proliferado esta modalidad de tenencia de aves; las jaulas de todo tipo y figuras proliferan en todos los barrios, comercios, puestos de ventas y es costumbre, en los juegos de beisbol, verlas colgadas en la gradería en medio de cualquier partido del equipo local. Sin temor a exagerar pudiera haber varios cientos de personas dedicados al comercio de estas aves, sólo en San Antonio de los Baños.

Ruiseñor cubano
Y mi pregunta es: ¿pueden las diezmadas poblaciones naturales soportar semejante extracción?; he mencionado que diezmadas, pues en el siglo XIX aún disponían de más de la mitad de nuestros bosques para alimentarse, refugiarse y reproducirse, y la población de Cuba era muchísimo menor. En la actualidad, independientemente, de los planes de repoblación forestal de los últimos 50 años, nuestros bosques todos andan alrededor de un 20 %..., si sumamos a ello todo los otros factores negativos como las fumigaciones, tala indiscriminada y cacerías furtivas…el panorama es muy sombrío para las aves.

Sijú platanero
Algunos defensores digamos que “románticos” de esta nociva práctica aluden los posibles aspectos culturales de la misma, pero la historia nos ha enseñado que muchas “prácticas culturales” han sido abandonadas, por muchas sociedades, cuando las mismas tienen efectos negativos. En la actualidad los que se dedican a la captura de las aves han comenzado ha utilizar las técnicas más sofisticadas de los ornitólogos[4]como son las redes de niebla japonesas (que atraviesan en un sendero del bosque y atrapan, prácticamente, a todas las aves que por ahí pasan). Ya no se contentan con las jaulas de trampas. El número de especies también ha aumentado, ya no son sólo los tomeguines, negritos y cabreros, ahora deben sumarse, los aparecidos de San Diego, degollados, azulejos, mariposas[5], cateyes, cotorras, sinsontes, ruiseñores; varios de éstos endémicos y en peligro de extinción.
Tocororo (ave nacional)

A partir de 1984 con un grupo de colegas hicimos una lista de las aves vistas o residentes en nuestro territorio (principalmente el NE del municipio en áreas del bosque marginal del Río Ariguanabo y arrojó la cifra de 106 especies, nada excepcional, pero tampoco despreciable). Esta zona, se sabe, es un sub-corredor migratorio, por donde, cada año, cruzan miles de aves con dirección el Sur desde mediados de Agosto y al Norte desde principios de Marzo, por ello hay algunos notables registros en nuestro territorio.

Hace algunos años para el Atlas Geográfico de San Antonio de los Baños, me pidieron una descripción sintética de la fauna del municipio y se las transcribo:

Zorzal
“ La fáunula[6] registrada para las zonas aledañas al Río Ariguanabo, en algunos grupos diagnóstico, comprende: 315 especies; con 70 especies endémicas nacionales y 5 endémicos locales, lo que es notable. Se han registrado 15 especies de mamíferos, mayormente murciélagos; 106 de aves. En los invertebrados destacan las mariposas diurnas con 49 especies y las arañas con 102 especies. Puede considerarse que esta faúnula tiene un carácter de relicto o refugio, ya que es el remanente de los bosques de llanura que existieron 200 años atrás; su relación espacial es francamente occidental, como parte de la unidad biogeográfica que comprende la Llanura Centro-Occidental.”
Zunzuncito

La cultura toda de nuestra villa ha estado ligada a este accidente geográfico que es el Río Ariguanabo, no debemos ni podemos olvidar eso.



San Antonio de los Baños
Marzo 19, 2015.




[1] En el 2008 el historiador de San Antonio de los Baños, José Miguel Delgado, me dijo si yo conocía la referencia de este relato que aparecía en el Diccionario de la Literatura Cubana (1984) del Editorial Letras Cubanas, consultado el diccionario traté de buscar el escrito de Rosas en diferentes bibliotecas de La Habana y San Antonio de los Baños, con resultados negativos, algún tiempo más tarde, investigando en internet encontramos que la biblioteca Houghton de la Universidad de Harvard en Estados Unidos, en su colección de historia y literatura cubanas, tenía una copia de la segunda parte publicada en 1890. Algún tiempo después, ya en el 2010, localizamos la primera parte, publicada en 1889 en la biblioteca pública de la ciudad de New York, en Estados Unidos.
[2] En 1969 abandonamos esa práctica en mi familia, porque comprendimos que no era posible continuarla y que era preferible observar y disfrutar las aves en su ambiente natural.
[3] El origen de esta práctica es oscuro y data de la época antigua, pero su práctica se ha mantenido en muchas partes del mundo, a pesar del impacto negativo, que dicha “afición”  produce en las poblaciones naturales de las aves.
[4] Es el zoólogo que estudia las aves.
[5] La Mariposa es una especie migratoria, amenazada de extinción, en América del Norte, precisamente por la caza de que es objeto en los territorios donde migra.
[6] Fáunula es el término que identifica a la fauna delimitada por una región o lugar.

martes, 17 de marzo de 2015

Los límites de La Habana

“Los hombres políticos de estos tiempos han de tener dos épocas: la una, de derrumbe valeroso de lo innecesario; la otra, de elaboración paciente de la sociedad futura con los residuos del derrumbe”. 
José Martí

No es la primera vez que chocamos contra ese muro de la subjetividad que llamamos límite, sobre todo cuando tal obstáculo es impuesto por sujetos devenidos decisores por determinadas circunstancias y actúan como si vivieran en el Olimpo homérico al establecer fronteras para el uso de la información.
No les corresponde determinar los perfiles editoriales establecidos, ni interferir en cómo deben aplicar la especialidad comunicacional aprendida por los profesionales de la prensa. Consideran que “pueden” decidir cuándo publica. Incluso, observan lo publicado, se molestan y deciden nuevas pautas, a partir de conceptos que no aparecen en ninguna regulación del periodismo cubano.
Se escudan en factores objetivos como la presión real ejercida por las continuas agresiones de todo tipo y especialmente mediáticas contra nuestro país, la vigencia del genocida bloqueo impuesto por el gobierno de Estados Unidos.
Tal actitud no se corresponde con los nuevos tiempos, que nos convoca a desterrar el antidialéctico concepto del secretismo que se perpetúa, o mantiene vigencia, bajo el síndrome del misterio (inoperancia, por no decir ignorancia u otro término para definirlo), cuando el periodista o el fotorreportero pretende cumplir su trabajo, dentro del perfil editorial de la publicación para la cual labora.
Esas llamadas exuberantes, detrás de un buró, a la redacción de un periódico, resultan arcaicas y molestas cuando no aportan, sugieren, apoyan, esclarecen, ayudan, porque obligan a pensar de qué lado está el deber, como diría José Martí. 
¿Cómo pretender decidir cuándo, en qué momento, resulta conveniente la hora cero para dar a conocer una información relacionada con una obra de interés público, del patrimonio nacional que, por demás, se ejecuta –con un nuevo propósito, también– frente a los ojos de la ciudad?
Nadie es propietario de la información. Es absurdo ocultar lo que es público y sobre todo el derecho ciudadano a conocer lo ocurrido en su territorio. De la misma forma que la prensa no debe develar determinada información sensible a la defensa y la seguridad del país, como está regulado en nuestra Constitución.
Cada vez debemos retomar las palabras de Raúl, cuando señala lo que a los medios de comunicación les falta.
El periodismo siempre ha sido una fusta, cuando se emplea con la razón y al servicio de la verdad, contra todo lo oscuro que impida ver la luz, esclarecer, informar, sugerir, polemizar…
Precisamente el debate generado previo al VI Congreso del Partido, posibilitó perfeccionar, ahondar y sugerir nuevas cuestiones que podrían estar fuera de los Lineamientos discutidos y aprobados. 
De manera que constituye una obligación y un deber ofrecer las informaciones que interesan a la población.

Fuente: http://www.tribuna.co.cu/opini-n/2015-03-14/l-mites-habana#La_Habana_495

sábado, 14 de marzo de 2015

58 años y un día


José Antonio hablando frente al busto de Mella
Ayer fue 13 de marzo y se cumplieron 58 años de los asaltos al Palacio Presidencial y a la emisora Radio Reloj, que realizaron jóvenes del Directorio Revolucionario de la Universidad de La Habana, comandados por su líder, el carismático José Antonio Echeverría.

Aquel día de 1957 yo hacía 4 meses que había cumplido 10 años y cursaba el 5to grado en  el Instituto Norma, que dirigía la pedagoga santiaguera Josefa Torres. Aquel Instituto, con todo y su nombre, no era más que una modesta escuelita de mi barrio habanero, San Leopoldo, para más señas en San Miguel entre Gervasio y Belascoaín.

Recuerdo que era por la tarde, un poco antes de la hora de salida, cuando llegó nerviosa Isabel Ortega, mi abuela paterna, y me sacó de clases. Noté algo raro porque ella era de aquellos viejos que mantenían distancia física “para que a los niños no se les peguen cosas de los mayores” y aún así se me prendió de un brazo y me bajó las escaleras en vilo.

Cuando salimos, la calle era un pandemonio. Todo carreras y portazos, y como música de fondo un vigoroso concerto grosso de ráfagas y gritos. Debo decir que no me sorprendió, porque en aquellos años era bastante común escuchar tiroteos y ver corre-corres. Lo que sí llamaba la atención era lo nutrido e incesante de las descargas.

Mi abuela no me soltó hasta que llegamos a la casa, que quedaba en la misma San Miguel, a menos de cien metros. Estábamos todos, excepto mi padre, que había ido a buscar a mi madre a Marianao, donde ella estaba haciéndole un permanente a una clienta. Poco después llegó el viejo (de 34 años), diciendo que no le habían dejado pasar, que había toque de queda y que cada cual para su casa. Entrando Dagoberto llamó Argelia, diciendo que por la Avenida 51 no paraban de pasar tanques y camiones de soldados rumbo a La Habana, que qué estaba pasando. Fuera lo que fuera, todos estuvimos de acuerdo en que durmiera donde estaba y que mañana se vería.

Al atardecer las ráfagas se fueron espaciando, aunque aquella noche La Habana durmió con sobresaltos.

En mi casa no se apagó Radio Reloj ni un segundo. Alguien había escuchado a media tarde un extraño anuncio, de pronto interrumpido. Después se supo que aquella voz fue la última grabación de José Antonio, dando la supuesta noticia de que el tirano había sido ajusticiado en su madriguera. Lo cierto era que Batista se había salvado de milagro, ya que los jóvenes revolucionarios llegaron a su despacho segundos después que él lo dejara. Hay una versión que dice que hasta arrojaron una granada que inexplicablemente no estalló.

José Antonio Echeverría, a quien le decían cariñosamente Manzanita, abandonó el edificio de la radio y puso rumbo a la Universidad, a 400 metros. A un costado del edificio casi chocaron con un carro de la policía. El joven se tiró del vehículo todavía en marcha y pistola en mano casi metió la cabeza dentro del carro policial, conminándolo a rendirse. Ahí mismo recibió una ráfaga que lo mató instantáneamente.

Esto último me lo contó, muchos años después, el Chino Figueredo, que iba conduciendo el carro en que iba José Antonio. Figueredo, al ver a su compañero muerto en el suelo, se dio a la fuga y empezó a buscar donde esconderse. Un dato interesante, que no sé si se sabe, es que la persona que lo escondió en su casa durante los días de terror policial que se desataron, fue el escritor Guillermo Cabrera Infante.

“La verdad es que se portó como un hombrecito”, me dijo el Chino aquella vez. “Y por eso, aún cuando después se viró contra la revolución, sigue teniendo mi respeto”, concluyó.

Yo, 58 años y un día después, me pregunto cuál de aquellos disparos que escuchamos sobrecogidos en nuestro hogar, fue el que se llevó a Manzanita.

miércoles, 11 de marzo de 2015

La larga sombra del imperialismo

Por Guillermo Rodríguez Rivera

De veras que me alegré el pasado 17 de diciembre  cuando se supo que,  tras largas y secretas conversaciones,  Estados Unidos y Cuba habían decidido restablecer relaciones diplomáticas.

La decisión era en verdad del gobierno norteamericano,  porque fue el presidente Kennedy quien rompió esos vínculos apenas tres meses antes de que la CIA “depositara” en nuestras costas, la invasión que había organizado, entrenado y armado durante meses, y que los cubanos tuvimos la descortesía de desarticular y vencer en menos de 72 horas. Después de Playa Girón,  el presidente de los Estados Unidos recibió en el Orange Bowl, el stadium de Miami,  a los vencidos invasores, que le entregaron  la bandera de la Brigada 2506, y lleno de entusiasmo, John Fitzgerald  prometió devolverla en lo que llamó “a free Havana”.

En 1963, un Kennedy que había cambiado muchas  de las ideas que tenía en 1961,  fue asesinado en un complot  que reunió a algunos de los vencidos brigadistas,  a algunos despedidos agentes de la CIA, y seguramente al heredero Lyndon  B. Johnson, que enseguida se encargó de meter aún  más a su país en el callejón sin salida que fue la guerra de Vietnam.

El Orange Bowl corrió una suerte parecida a la del presidente: fue demolido en el año 2008.  La bandera de la brigada 2506 debe  languidecer en alguna gaveta de la Casa Blanca, si las polillas no se han ocupado de ella.

Barack Obama está tratando, 53 años después, de levantar el bloqueo económico, comercial y financiero que impuso Kennedy a Cuba   y que mantuvieron –y reforzaron– todos los presidentes  norteamericanos  desde  entonces,  quizás  con la honrosa excepción de James Carter.

El presidente Obama ha tenido la sinceridad de llamarlo “una política fracasada”,  pero  pretende conseguir sus objetivos con nuevos  métodos.  Renuncia a la táctica, pero no a la estrategia.

Aislado de América Latina como jamás lo había estado en toda su historia,  el gobierno de los Estados Unidos quiere (re) abrir su embajada en La Habana  antes  de que se efectué, en abril de este año, la Cumbre de las Américas. Será en Panamá y, por primera  vez,  allí estará el gobierno de Cuba, porque  el consenso de los países de América ha impuesto  esa presencia que los Estados Unidos venían rechazando desde los  mismos orígenes del  evento, en 1994.

Pero, a unas escasas semanas del inicio de la cumbre panameña, los Estados Unidos insisten en reafirmar su autoproclamada condición de árbitro mundial del bien y el mal. El pasado 8 de marzo –¿o sería en la mañana del día 9?– el presidente Obama ha declarado que el gobierno de Venezuela constituye una amenaza para la seguridad de su país y ha sancionado a siete funcionarios venezolanos que no podrán entrar a los Estados Unidos  y cuyos fondos en ese país, estarían congelados por disposición de la Casa Blanca. El presidente constitucional de Venezuela, Nicolás Maduro, ha rechazado airadamente la declaración de su colega norteamericano.

Después de Cuba, la Venezuela de Hugo Chávez se ha convertido en la pesadilla del poder imperial norteamericano. Y un poco más, porque la patria de Bolívar es una potencia petrolera, y los petroleros son países que los Estados Unidos quieren tener de su lado, y bien subordinados a su política. Si alguien lo duda, que indague por Irak y por Libia.

Pero los pueblos están viendo lo que pasa en esos pobres países en los que los Estados Unidos corren, con misiles y con drones, a imponer sus valores. En Irak ahorcaron a Saddam Hussein; en Libia lincharon (ese es un verbo tan norteamericano como el apple pie y la Coca-Cola)  a un Muamar el Gadafi prisionero. En ambos países campean ahora los terroristas del Estado Islámico: los mismos que la CIA apoyó para derrocar a esos gobiernos.  Hay que ver cuál será la reacción de latinoamericanos y caribeños en la cita de Panamá, porque Obama quiere echar a un lado el expediente anticubano de los Estados Unidos, pero está alimentando el  más reciente expediente antivenezolano.

Hace unos días, comentando el frecuente asesinato de jóvenes afroamericanos por la policía de su país, Obama admitía que, sobre los Estados Unidos se proyectaba “la larga sombra del racismo”. Pero, ¿será tan cándido que pensará que los latinoamericanos, que lo hemos sufrido, no lo vemos proyectar sobre nosotros la larga sombra del imperialismo?