sábado, 13 de diciembre de 2025

Fabelo: artista de los extrañamientos y de las divergencias

 Por Estrella Díaz

“Estoy casi seguro de que esta es la exposición más grande que ha hecho —en Cuba y fuera de la Isla— Roberto Fabelo”, aseguró Jorge Fernández Torres, curador principal de Médula y actual director del Museo Nacional de Bellas Artes, con sede en La Habana.

Médula —sugerente título— puede considerarse una mega exposición no solo por el despliegue impresionante de obras sino por la variedad de técnicas que explora (y explota) y por tener un común denominador: el cuestionamiento del liderazgo en los tiempos que corren. 

En esta ocasión Fabelo, Premio Nacional de Artes Plásticas 2004, se ha adueñado de varios espacios del Museo: su lobby central, las dos amplísimas áreas del patio central devenidas galerías y la Sala Transitoria del Tercer piso. Pero dejemos que sea Fernández Torres quien —gracias a una conversación exclusiva sostenida con La Jiribilla— nos adentre en los propósitos de cómo se concibió Médula desde el punto de vista curatorial.

“La idea fue comenzar con La ronda infinita, pieza exhibida en el Complejo Morro Cabaña como parte del proyecto colateral —llamado Zona Franca— durante la XII Bienal de La Habana. Esa es la instalación que da la bienvenida y me interesaba mostrar el diálogo entre la obra de Fabelo y el mural de Enrique Caravia y Montenegro (La Habana, 1905-1992). La ronda infinita posee un agudo sentido cinematográfico de la escena a partir de estos personajes con tenedores haciendo ronda”.

Y también, ¿un sentido ritual?

“Sí. Esta pieza —que muestra a personajes rondando alrededor de una cazuela vacía— le debe mucho a Eduard Muybridge, uno de los grandes fotógrafos norteamericanos, que trabajó el movimiento dentro de la fotografía. Muybridge influyó e inspiró decisivamente la obra de Marcel Duchamp, de Francis Bacon y de otros grandes artistas del siglo XX y La ronda infinita, de Fabelo, tiene ese espíritu”.

Continúa la muestra con Maldito Viaje

“Exacto y que también está colocada en el lobby del Edificio de Arte Cubano. Inicialmente había utilizado esa pieza en una exposición que curé —junto a la especialista Margarita Sánchez— cuando me desempeñaba como director del Centro de Arte Contemporáneo Wifredo Lam. Esa muestra la titulamos Polaridad Complementaria y fue la primera exposición que viajó a Estados Unidos luego de que fuera elegido como presidente Barak Obama. Nosotros no pudimos ir porque no nos otorgaron visa, pero las obras sí se exhibieron en Nueva Orleans y varios centros norteamericanos de arte. Funcionó muy bien. Era una sola obra en la que se mostraban maletas atravesadas.

“Esas maletas eran las que estaban a disposición de los que, en aquellos años, viajaban en delegaciones y se adquirían en una tienda especial —llamada La Internacional o El Louvre— donde se vendían artículos para esos viajes que eran siempre de trabajo. Maldito Viaje habla de esa uniformidad que estuvo en el espíritu de la visualidad y en la conciencia en una determinada etapa de la historia de nuestro país.

“El cuchillo que atraviesa las maletas hace alusión directa al momento en que se viajaba en delegaciones y que había que comprar el mismo módulo de ropa con ese sentido de la igualdad que nos caracterizó durante muchos años y que estableció una relación tan conflictiva entre la individualidad y el sentido de lo colectivo: la idea de que todos nos vistiéramos igual, que usáramos el mismo tipo de zapato fue, quizás, parte de esa utopía que apostó por una igualdad que era insostenible; de esos dramas y conflictos habla la pieza.

“Cuando estábamos discutiendo la curaduría le pedí a Fabelo ampliar Maldito viaje y hacer más piezas y, finalmente, se concibieron cinco estructuras de maletas atravesadas por cuchillos. A partir de la maleta uno ve cómo se va moviendo la emigración o cómo se va moviendo el viaje durante todos estos años que hemos vivido”.

Es decir que esas cuatro piezas, de las cinco que conforman Maldito viaje fueron realizadas, especialmente, para Médula.

“Exactamente. Había una primera, pero las otras van construyendo otras narrativas que tienen que ver con los diferentes momentos de los viajes. Cuando tú analizas el viaje a través de las maletas no se trata solamente de la gente que emigra y que no regresa, sino que es el cubano viajando que siempre lo hace con limitaciones, con restricciones. Es en definitiva la tensión del viaje. Para los cubanos el viaje no solamente es un placer sino también genera un estrés tremendo porque, por lo general, la gente no va a malgastar su dinero sino ahorrar lo poco que tiene para, al regresar a Cuba, sumar esos pequeños ingresos a la economía familiar y a la sobrevivencia cotidiana. Y esa pieza habla claramente de ese asunto”.

Quince rinocerontes de gran tamaño dan la bienvenida ¿Durero a la manera de Fabelo?

“He trabajado la obra de Fabelo en anteriores exposiciones. Este proyecto tiene su antecedente en otro que organizamos en el madrileño Centro de Cultura Contemporánea Condeduque y que titulamos Mundos: Goya y Fabelo. Tuve el placer de concebir la curaduría y quisimos hacerlo aquí, en Cuba, en una versión mucho más amplia.

“Cuando estaba preparando Maldito viaje, vi en el estudio de Fabelo la maqueta de Liderazgo y me percaté que el rinoceronte rojo —que es un poco más grande—, se aparta y le da la espalda a la manada y va en otro sentido. El tema de los liderazgos se convierte en un arquetipo. Este es un mundo que no se sabe a dónde va. Realmente cada día hay más diferencias y el tema de las ideologías neofascistas están proliferando de una manera increíble y las derechas se están empoderando a nivel internacional. Es común ver esos líderes a quienes no les importa la gente y, sin embargo, se construyen a sí mismos en un acto absolutamente narcisista. Eso se ve muy bien y se define en esta instalación”.


En el otro espacio de la planta de baja están colocadas las quince torres de calderos… 

“Fabelo ha trabajado mucho con la idea de emplear objetos prístinos, puros. Construye algunos calderos, dibuja sobre ellos y le añade huesos, cafeteras, que tienen que ver con su historia personal y con la del país. Esos calderos son los que comúnmente se emplean en los comedores obreros, en los campamentos de macheteros, en los trabajos voluntarios”.

¿Aluden estos calderos a la sobrevivencia? 

“Sí, como también lo es La ronda infinita. Por eso propuse en uno de los debates, desde el punto de vista de la museografía, colocar estas torres de calderos sobre una alfombra roja, aunque Fabelo no estaba muy de acuerdo con esa idea. Insistí en tirarle una alfombra roja a la precariedad, que es tirarle la alfombra roja a la resistencia de la gente de a pie que tiene que luchar el día a día para buscar la comida. Sabemos que uno de los grandes dramas de este país —ahora se ha agudizado mucho más— es cómo conseguir los alimentos y es algo que se convierte en una obsesión y en un acto de resistencia”.

¡Quince torres!, todo un reto… 

“La forma de construir el caldero es como una torre infinita. Ahí está la historia del arte y se subraya la idea de cómo conectar el lenguaje internacional del arte contemporáneo y llevarlo al contexto cubano.

“Aquí en la planta baja hay también un espacio o núcleo dedicado al retrato, que emplea el claroscuro: está El discurso de las tres moscasEl discurso sobre la moscaEl mejor amigo y El sapingo. Fabelo es un artista de los extrañamientos y de las divergencias y él no ve a las moscas como algo grotesco sino es sacarle la belleza a lo grotesco, a lo escatológico: la belleza va más allá de un canon y Fabelo, constantemente, está deconstruyendo el canon. Por eso era importante un lugar para el retrato.

“También en la planta baja están estas pinturas que son más coloridas y que hacen alusión o tienen una relación con las torres de calderos. Y otra pieza que se titula Dios mío —que es como La ronda infinita— en la que está representada una cazuela grande en tonos grises, negros y azules y esos grafitis como si dibujara en la olla —lo mismo que hace en sus instalaciones— pero que tienen que ver con su vida personal. Hay alusiones a su esposa Súyu y a sus hijos y poseen una inmensa subjetividad”.

Subjetividad que siempre está presente en la obra de Fabelo. 

“Siempre. Él ha reconocido que Súyu es su musa, su inspiración. Hay que reconocer y felicitar el trabajo colectivo: el Museo se ha convertido en una gran familia. También aplaudir el quehacer del equipo de restauración y conservación que laboró arduamente y cuyo trabajo ha sido decisivo.

“Debo resaltar el desempeño de Laura Arañó como cocuradora de Médula, quien se involucró profundamente en el proyecto. Ella es la jefa del Departamento de Colecciones y Curaduría y atiende además la Generación del 70, a la que pertenece Fabelo.  

“Es justísimo subrayar el compromiso de José Mario Hernández (Pepe Mario) quien trabaja en el equipo de Fabelo y asumió toda la producción de la muestra y estuvo muy pendiente de las necesidades y de la museografía. Inauguramos Médula en horas de la noche y el público estaba impresionado del valor de la museografía y de cómo se construyó, de cómo se pensó. Fue decisivo el apoyo de Pepe Mario”.  

¡Y es una exposición que lleva una producción grande!

“Grande, costosa y muy compleja y en estos momentos más. Los veintiún rinocerontes que conforman la instalación Liderazgo han circulado por varios sitios de España y cuando concluya Médula, viajarán hasta una plaza de la ciudad española de Barcelona”.

Médula también ha “tomado” la rampa de acceso a la planta alta que nos conduce al tercer nivel, a la Sala Transitoria.

“En la pared izquierda de la rampa te encuentras con Sobreviviente, que es una pieza exhibida, en 2009, en la fachada del Museo. Es una cucaracha con cabeza humana como un homenaje a la Metamorfosis de Franz Kafka. De esa instalación, Fabelo decidió dejar en el Museo —de manera permanente— una sola cucaracha, pero ahora se sumaron ¡cuatro más! Es decir, ahora el Museo se enriquece con un total de ¡cinco cucarachas! que quedarán expuestas para siempre.

“Es una pieza esperanzadora y apolítica. Como especie no tendremos una segunda oportunidad si siguen proliferando las guerras y si no se toma conciencia frente al cambio climático: solamente sobrevivirán las cucarachas. Por otra parte, es un llamado a la necesidad del cambio necesario que debe operarse entre el Museo, los artistas y el arte. Nuestras instituciones no pueden ser reservorios acríticos y urge reinventar sus estrategias.

“Esta instalación enfatiza en ese mundo zoomorfo donde Fabelo crea su propio bestiario. Ninguna especie se empodera por encima de la otra. Habitamos el mismo ecosistema y el artista nos conmina a que logremos nuevas formas de relacionarnos entre los seres vivos porque todos tenemos los mismos derechos.  

“A lo largo de la rampa, se encuentran otras dos piezas que constituyen guiños a exposiciones realizadas anteriormente por Fabelo en nuestro Museo. Está Piedras en la sopa que es un inmenso cucharón lleno de pedruscos y, en otro descanso, está una carretilla llena de huesos que se titula Huesos en busca de carne.

“En la galería del tercer piso te encuentras dos piezas realmente contundentes: dos grandes polípticos que estuvieron en la muestra exhibida en el Condeduque: Liderazgo que continúa discursando desde el dibujo sobre la crisis de los líderes.

“Pintando sobre las alas de las moscas es otro políptico que resume un tanto la pintura, el dibujo, la instalación que es algo que está permanentemente en el quehacer de Fabelo y que se refleja en esta exposición.

“Hay un tránsito de un medio a otro con una libertad y con una frescura extraordinarias. Le comentaba a Fabelo que ese gran políptico era como La Jungla de Wifredo Lam: ese políptico es la jungla de Fabelo. Entre los dos polípticos hay dos cabezas que recuerdan un tanto a los Fragmentos vitales que hizo Fabelo en los años ochenta sobre papel craft y que el Museo conserva en su colección permanente. Esta pieza de las dos cabezas pertenece a una serie que se titula Estado crítico.

 “En la sala de adentro, pintada toda de negro, está la instalación Médula que es realmente imponente por esos huesos colgados en la zona central de la galería: hay huesos dibujados, otros en blanco, otros pintados de rojo, otros de negro. Hay tres de ellos que marcan el hilo conductor de Médula: al centro un cráneo humano de una mujer que dice: Ámense. En el otro extremo una cabeza de cerdo con una palma pintada en el centro y, al final de la pieza, una cadera gigante de res que tiene dibujado en un lado del acetábulo a san Lázaro y en el otro a la virgen de la Caridad del Cobre. Es la salvación. Realmente es una obra con un alto contenido y signifiantes. Es una plataforma conceptual muy sólida”.

¿Quién definió el título de la muestra?

“Fue Fabelo y a mí me encantó porque la médula es la célula básica de la estructura ósea del cuerpo. No por gusto cuando nos referimos a algo decimos ‘he llegado a la médula del problema’. Son las esencias y, de alguna manera los huesos sobreviven cuando la carne desaparece… cuando nos vamos ahí queda nuestro ADN, nuestra impronta, el registro de que pasamos por este mundo, por esta vida”.

Médula es una propuesta muy conceptual y, a la vez, claramente entendible y, creo esa es una de las características de la obra de Fabelo. 

“Al acompañar a la doctora María de los Ángeles Pereira —una autoridad en el mundo de la crítica de arte— en un recorrido por la exposición, me comentó que Médula funciona para un público que puede que no sepa nada de arte y para los especialistas. Realmente Médula tiene para satisfacer todas las curiosidades y todas las demandas cognoscitivas epistemológicas”.

Esta pregunta puede dar para una tesis de doctorado, pero me gustaría una somera valoración de lo que considera que es el aporte —o los aportes— esenciales de Roberto Fabelo al arte contemporáneo cubano: al arte que se hace hoy en Cuba a inicios del siglo XXI.

“Fabelo ha demostrado que es como la médula y que ha sido capaz de sobrevivir intelectualmente a todos los tiempos. Nunca se ha estancado y siempre se ha planteado metas superiores. Y a pesar de que hay una coherencia, un continuo en todo lo que ha hecho en su trabajo, hay un ente común: es un creador capaz de moverse en todos los medios creativos.

Incluso para esta exposición se hizo un video en el que colaboró Antonio (Tony) Hurtado —quien dirige el teatro del Museo— en la filmación de los huesos y que contó con música original de Jorge Antonio Fernández Acosta.

Para Fabelo el medio no constituye una barrera. Siempre está experimentando, replanteándose lo que hace y es, además, muy inconforme con su trabajo. Creo que es uno de los pocos artistas que ha demostrado que se puede hacer un trabajo muy inteligente y profundo, desde el oficio y desde los retos más radicales y conceptuales del arte. Y que una cosa no está reñida con la otra. Pablo Picasso —a quien le interesaban mucho los arquetipos— decía ‘yo no busco, yo encuentro’ y repetía ‘el Guernica no está hecho contra el fascismo sino contra la brutalidad’.

“Fabelo es uno de los grandes creadores cubanos de esos arquetipos y es uno de los inmensos e imprescindibles artistas que siempre está encontrando. El concepto de originalidad ya está superado porque lo original, ¡original! no existe. En la vida el artista es como un guionista que va estructurando e interrelacionando determinados procesos y discursos y Fabelo es un maestro en esas interrelaciones de los medios del arte. Es uno de los artistas cubanos que mejor ha logrado este tipo de discurso y esta relación: ahí está su gran aporte como creador”.  

https://www.lajiribilla.cu/fabelo-artista-de-los-extranamientos-y-de-las-divergencias/

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