martes, 28 de mayo de 2019

Brava ínsula

Por Raúl Roa Kourí

Nací en una ínsula. No se trata de un edificio de cinco pisos color terracota, como aquellos característicos de la Roma imperial (los insulae) desde donde arrojaban meados y otras porquerías a las estrechas y oscuras calles de la “ciudad eterna” y sobre sus infelices transeúntes, sino de una propia y vera isla: porción de tierra rodeada de agua por todas partes, según mi cariñosa y sabia maestra de geografía en la escuela primaria.

Pero tampoco se trata de una Barataria cualquiera –que me perdone Sancho— sino de “la tierra más fermosa que ojos humanos hayan visto”, según dicen que exclamó al contemplarla el Gran Almirante genovés, Cristoforo Colombo, venido a estas tierras al servicio de los muy católicos reyes de España, Doña Isabel y Don Fernando, tras el desastre (para los moros) de Granada, a donde fui una vez en pos de Federico.

Como pasa con las islas, y más en el caso de los archipiélagos –el nuestro está integrado por la isla de Cuba, la de La Juventud y numerosos islotes y cayos al Norte y al Sur— sus tierras están abiertas al mundo: a sus gentes, culturas, huracanes, vendavales, oleajes, penetraciones, desembarcos, embarques, aterrizajes, despegues, tonadas de ida y vuelta, desechos, derrames, y arribazones de pargos, langostas, manjúas, extremeños, gallegos, asturianos, andaluces, catalanes y vascos, amén de africanos, chinos, sirios, libaneses, judíos sefarditas y asquenazis, curas católicos y maronitas, ortodoxos rusos y griegos, protestantes, nobles brutos y hasta brutos nobles bípedos e implumes. Todo mezclado.

 No por casualidad tengo ancestros burgaleses, asturianos, libaneses y creo que sefarditas. (Mi abuela María Luisa García era también Espinosa, lo que me ha dado en soñar que podía ser pariente de Baruch, máxime teniendo en cuenta el perfil judaico de mi padre que, cuidado, podía confundirse asimismo con el de un califa espigado). Pero conozco a muchos que, a la europea, agregan sangre carabalí, congoleña, mandinga, cantonesa, coreana y hasta nipona. Mi fraterno Oscar es un risueño yoruba de cara redonda y ademán parisino, con algún Oliva –peninsular travieso que aclaró la tez de Ramona- brincándole por el torrente circulatorio.
    
Cuba fue, en los primeros siglos de colonización, más puente que asiento de conquistadores. El oro y la plata de América, ubicados en otras tierras, era el magneto que atraía a los aventureros de allende la mar, prestos a sentar reales en nuevos virreinatos, someter a sus habitantes al monarca español, y a darnos “religión y lengua” que, al decir de don Enrique Diez-Canedo, “tenía tufillo” de “¡tráguenlas!”[1]
   
No obstante, el hecho de que La Habana fuera puerto de concentración de las flotas y, desde luego, el auge de las producciones y exportaciones azucarera, tabacalera y cafetalera, el incremento en ese período de la mano de obra esclava africana,  junto con el contrabando filibustero en villas como la de Trinidad durante los siglos XVII y XVIII, dieron a la colonia nuevos bríos e inicio a una clase  terrateniente criolla que, desde los años ochocientos, envió a algunos de sus hijos a cultivarse en la metrópoli e incluso en Francia, de donde nos llegaron, algo tardíamente –como siempre a lo largo de la historia insular–, los vientos renovadores del iluminismo y luego de la revolución francesa, posterior a la de nuestros vecinos del Norte, de 1776.

Hubo, sin duda, hombres preclaros, como los presbíteros José Agustín Caballero y Félix Varela, que combatieron el ergotismo escolástico e introdujeron una nueva manera de ver el mundo, a través también de las disciplinas científicas, anticipándose Varela al pensamiento emancipador que después enriquecieron los seguidores cubanos del ejemplo de Simón Bolívar y demás próceres de nuestra América,  entre los cuales hay que mencionar a Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte Loynaz, y Antonio Maceo, sin olvidar a eminentes personalidades precursoras que pusieron también en el centro la justicia, como don José de la Luz y Caballero. Fulgurante culminación de dicho pensamiento y de la Guerra del 68 fue la pujante visión liberadora, socialmente avanzada, libre de prejuicios, justiciera y antimperialista de José Martí quien, además, proclamó para siempre que “patria es humanidad”.      

Hubo, además, otra raza de isleños: siempre fieles, los unos, al amo colonial; con la mirada puesta en la anexión al coloso vecino, los esclavistas; o con la ilusión de obtener libertades autonómicas de la metrópoli y eludir, así, los rigores de la guerra emancipatoria, otros. Los menos fueron, sin embargo, los imprescindibles, los que soñaron una isla soberana e independiente de España y de los Estados Unidos, y batallaron una centuria por coronar su sueño. Y hoy siguen combatiendo.

Durante años se achacaron al cubano características negativas: los colonialistas españoles nos consideraban una suerte de ciudadanos de segunda, sin merecimientos suficientes para gozar de los derechos y privilegios de los peninsulares, y nos esquilmaron vilmente durante siglos. Para los imperialistas yanquis éramos flojos, informales, poco tesoneros; gente del trópico, que solo produce miasmas, mosquitos, bandidos y haraganes. Hay quien hizo toda una indagación “filosófica” de lo que consideraba un rasgo negativo de nuestro carácter: el choteo, sin percatarse de que se trataba de una reacción, por el contrario, positiva, de burla y rechazo a las miserias que nos impusieron, primero la colonia, y luego la condición de factoría yanqui. Hoy el choteo, la broma, apunta hacia otros males de nuestra sociedad, y sigue siendo un revulsivo necesario.
    
Cierto que también hay “tipos de relajo”, gente que vive de las remesas de familiares radicados fuera y no disparan un chícharo por el país; burócratas que fingen hacer algo útil durante los horarios oficiales, pero emplean su tiempo en discutir el último partido de béisbol, la penúltima película del sábado, la hembra que ligaron el domingo, y los zapatos deportivos que piensan mercar en la shopping, apenas les resulte el bísnes que tienen entre manos.

Y otros vainas, algunos naturales de Hijuep –anexionistas a sueldo— que se proclaman “disidentes” y asisten a reuniones en la Sección de Intereses (después Embajada) yanqui, donde reciben instrucciones, radios portátiles, acceso a Internet, coca-colas y saladitos, amén de vacilar las transmisiones televisadas del inquilino de la Casa Blanca (siempre un empleado –así sean los blancos del pasado, el pardo Obama o el impresentable Trump– de las transnacionales y del complejo militar industrial congresional) que les promete, invariablemente, un nuevo 20 de mayo neocolonial, lleno de botelleros, presidentes obsecuentes, manengues, latifundistas, bicho ‘e buey, venturas, carratalás y batisteros de nuevo cuño. Todo “made in USA”, que en Cuba ya no se usa.
    
Pero la enorme mayoría de este pueblo está en pie, defiende lo suyo, porque sabemos que ha habido –y subsisten– errores; que nuestra sociedad tiene defectos, que los cambios se demoran, no obstante coincidir todos en su necesidad, que se nos va el tiempo, y vivimos días cada vez más difíciles y complejos, como el resto de la humanidad. Pero también conocemos la dimensión extraordinaria de nuestros logros, las cosas que somos capaces de hacer –y que haremos, sin duda– en beneficio de todos. 

Tampoco ignoramos el destino miserable que nos depararían los imperialistas si llegaran a alzarse con la Isla nuevamente. Y por ello preferimos practicar el pensamiento liberador y antiimperialista de José Martí. Nos mueven al enfrentamiento al imperio, asimismo, el talento membrudo de Antonio Maceo y Máximo Gómez, el ejemplo inmarcesible de Fidel en la Sierra, en los combates de Girón y en “los días luminosos y tristes” de la crisis de octubre.

Brava ínsula, cuna de mis mayores, almendra pura en el sueño viril del mambisado, te protegen la sangre y el espíritu de quienes no se amilanaron, de los esclavos que rompieron su yugo, los apalencados y cimarrones, de quienes fundaron en la guerra una nación de iguales y rechazaron la ignominiosa  “cuentecita”, las intervenciones, los gobernantes peleles de ayer, el racismo y la discriminación de cualquier tipo, los que hoy seguimos resistiendo, convenciendo y venciendo. 

Isla indómita: ¡aquí no se rinde nadie!


27 de mayo de 2019


[1]Según recuerda Andrés Iduarte en sus “Pláticas hispanoamericanas”.

sábado, 25 de mayo de 2019

Palabras para Salomón

Quien haya leído el impresionante currículo de Salomón Gadles Mikowsky puede pensar que esta misión de elogio debería corresponder a un académico, o a un pianista; pero ocurre que estoy aquí sencillamente como cubano que agradece los años de talento y de dádiva –la vocación de servicio a su pueblo– que este Maestro de la música ejerce con generosidad; y ese derecho, el de agradecer de corazón, no hay carencia que me lo quite.

Cada vez que asisto a los Encuentros de Jóvenes Pianistas que auspician Salomón, la Manhattan School of Music, el Gabinete de Patrimonio Esteban Salas y la Oficina del Historiador de la Ciudad, constato que, aunque cada ejecutante es un virtuoso de personal temperamento, en conjunto gozan de bondades comunes como el culto a la elegancia del sonido, la contención que impide traspasar la línea en que lo hermoso puede descomponerse. Y siempre agradezco cuando ancores de rusos, polacos, húngaros, chinos y norteamericanos, son piezas clásicas del patrimonio musical de Cuba.

Así que, desde mi modesto Ariguanabo, doy gracias sabiendo que los ríos Moscova y Neva han dicho espasiva a Salomón.
Doy gracias como Cracovia y la sirena Varsovia le han dicho chincuyá.
Doy gracias, como Buda y Pest del Danubio le dicen kesenám
Como sénquiu le ha dicho Londinium de Britania.
Como mercibocú, los galos y parisios.
Como Róterdam de los Padres Peregrinos, dice bedankt a nuestro hermano.
Como Valencia ha dicho gracies.
Como, los bizantinos, tessekur ederim.
Digo gracias como Tel Aviv dice tuda y Jerusalén dice shucraan.
Como xiéxié dicen los chinos.
Como arigato dicen en Japón.

Muchas historias, dolores, nombres, pueblos han dado gracias a la misma persona que a todos se ha entregado­; a un mismo Salomón que –sin embargo– confiesa que, más que nada, es nuestro. Y, como nos advirtió el mejor inventor de nosotros, una vez más vale recordar que “Patria es humanidad”.

Hay tiempos en que algunos significados parecen insalvables. Vaya si lo sabemos los cubanos. Pero pese a todo hemos sabido continuar, hemos crecido hacia afuera exigiéndonos hacia adentro, y hemos dado pasos que han ido develando que la historia no está petrificada, sino que se estremece, se anima y avanza, y lo que parecía imposible comienza a aparecer, obra de la buena voluntad del corazón y de la imprescindible inteligencia.

Porque para construir sólo hacen falta mujeres y hombres buenos. Gente buena, por más que sea diferente; paisanos, aunque de diversas latitudes. 

Son los que pasan por sobre las fronteras, el egoísmo, la desidia y salvan la belleza. Son los tenaces que obran “la utilidad de la virtud”. Son hacedores que nos edifican. Son los leales a la síntesis de los tesoros, a la esencial condición que funda la cultura.

Cuando la chispa de la consciencia, lo mejor del origen y el goce de servir se juntan, es cuando nos salvamos. Sustancia que también nos enseña el justamente celebrado profesor Salomón Gadles Mikowsky. 

Por eso alabado sea, en el sano idioma de la gratitud, este legítimo Maestro.

martes, 21 de mayo de 2019

La Helms-Burton y el castigo colectivo

Por Carlos Fazio

Estados Unidos y Cuba guardan una situación única en las relaciones internacionales. No existe un caso similar de asedio político-ideológico, económico y militar tan sostenido de una potencia mundial contra un país pequeño. Después de que en octubre de 1960 el presidente Dwight Eisenhower impuso un bloqueo parcial a la isla en respuesta a las nacionalizaciones y expropiaciones de propiedades de ciudadanos y compañías estadunidenses por el nuevo gobierno revolucionario –seguido de la ruptura de relaciones diplomáticas el 3 de enero de 1961−, y tras la derrota militar de la invasión mercenaria de la Brigada 2506 en Playa Girón en abril siguiente, el 7 de febrero de 1962 John F. Kennedy emitió una orden ejecutiva que amplió las restricciones comerciales y profundizó el cerco.

Durante 58 años y 12 sucesivas administraciones de demócratas y republicanos: Eisenhower, Kennedy, Johnson, Nixon, Ford, Carter, Reagan, Bush padre, Clinton, Bush hijo, Obama y Trump, la amenaza cubana ha causado una histeria y un fanatismo sin par en los planificadores imperiales. Las sanciones comerciales, económicas y financieras contra Cuba –una guerra económica combinada con acciones militares y terroristas, directas y encubiertas− son las más duras del mundo.

Pero a la vez, desde que en 1823 el secretario de Estado, John Quincy Adams, formuló la política de la fruta madura, según la cual, separada de España, por las leyes de la gravedad política −es decir, por la fuerza− la isla debía caer en las manos de Estados Unidos, la necesidad de poseer Cuba es el tema más antiguo de la diplomacia de guerra de Washington.

Ese objetivo se cumplió en 1898, cuando con su política del Gran garrote y su diplomacia de las cañoneras, Theodore Roosevelt (admirado por Hitler), invadió la isla y Cuba se convirtió en una cuasi colonia, permaneciendo en esa situación hasta el triunfo de la revolución en 1959. En marzo de 1960, el subsecretario de Estado, Douglas Dillon, argumentó que el pueblo cubano es responsable del régimen, por lo que EU tenía el derecho legítimo de castigar e infligir sufrimiento a la población por medio del estrangulamiento económico. Eisenhower aprobó las sanciones con la esperanza de que si [el pueblo cubano] pasa hambre, echará a Castro.

Kennedy y sus sucesores adoptaron la fórmula, pero el castigo colectivo a los cubanos se intensificó tras el derrumbe de la Unión Soviética en 1989. En 1992, con la anuencia de Bill Clinton, el congresista Robert Torricelli se propuso causar estragos en la isla. Y en 1996 Clinton fir­mó la Ley para la libertad y solidaridad democráticas cubanas, mejor conocida como ley Helms-Burton (por los apellidos de sus promotores, el senador republicano Jesse Helms y el representante demócrata Dan Burton), que codificó y endureció el bloqueo al fortalecer el ilegal alcance extraterritorial de su política de cambio de régimen, dirigida a restaurar su hegemonía en la isla y regresarla a su órbita como país satélite.

Durante 22 años, los gobiernos de Clinton, Bush, Obama y Trump mantuvieron suspendido el más escandaloso de los artículos de la Helms-Burton: el título III, que permite a los antiguos propietarios en la isla y sus herederos que posean la nacionalidad estadunidense, entablar demandas judiciales en tribunales de EU. Pero a partir del 2 de mayo, el título III se puso en vigor y los demandantes también podrán exigir compensaciones a empresas e inversionistas de terceros países cuyos negocios en Cuba utilicen (o trafiquen en) inmuebles nacionalizados y confiscados por el gobierno cubano al amparo de la Constitución de 1940.

La polémica ley busca anular el derecho soberano de Cuba a la nacionalización y expropiación de bienes de extranjeros y nacionales con los términos de compensación que a los efectos se consideren y de conformidad con el derecho internacional. Por su carácter extraterritorial, el engendro legislativo −que no tiene jurisdicción en Cuba− viola los reconocidos principios de que el dominio de una propiedad se establece de acuerdo con las leyes del país donde está localizada, de la libertad de financiamiento e inversión y la subordinación de compañías subsidiarias a las leyes del país residente.

Las medidas coercitivas neocoloniales activadas por Trump y el grupo de forajidos sicópatas que le rodean (Mike Pence, Mike Pompeo, John Bolton, Elliot Abrams, Marco Rubio) pretenden implantar ahora una guerra económica unilateral, total y permanente a la isla, por lo que buscan desestimular, atemorizar y/o interrumpir las relaciones comerciales de compañías e inversionistas de terceros países con Cuba y someter a Estados soberanos a las disposiciones extraterritoriales de EU.

A pesar de la sumisión de los gobiernos vasallos de Europa (Merkel, Macron, Sánchez, et al.), la alta representante para Asuntos Exteriores de la Unión Europea, Federica Mogherini, y la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström, condenaron la ley y dijeron que acudirían a la Organización Mundial de Comercio para impugnar la decisión de aplicar el título III. Las cancillerías de Canadá y México también rechazaron la ley que viola el derecho internacional y busca perpetuar el castigo colectivo contra la población isleña y destruir por hambre a la revolución cubana.


domingo, 19 de mayo de 2019

Tenía apenas 42 años

Por Graziella Pogolotti
Cuando cayó en Dos Ríos había cumplido obra de gigante. Poeta visionario, se echó sobre los hombros del cuerpo frágil la tarea de hacer patria. Desde el dolor compartido aprendió a conocer con profundidad las contradicciones de los seres humanos concretos.
Descubrió lágrimas en los ojos de Don Mariano, su padre, el soldado, ante el cuerpo del hijo desgarrado por los grillos en el trabajo de las canteras y la brutal violencia ejercida por el poder de sus coterráneos. Separados por la política, nacería entre ambos una complicidad secreta y la comprensión silenciosa del padre ante la entrega del hijo a una causa que, a pesar de todo, no era la suya.
Antes, en los días del Hanábana, José Martí había contemplado con espanto el castigo impuesto al negro esclavo. Desterrado en España, prosiguió el aprendizaje de la historia. Comprendió los rejuegos políticos de liberales y conservadores que en nada se diferenciaban respecto a la necesidad de preservar su dominio sobre la Isla.
Descubrió también la naturaleza del país profundo, por lo cual llegada la independencia, los cubanos no guardarían rencor a los peninsulares que optaran por permanecer en Cuba, modestos trabajadores muchos de ellos. Examinó al detalle la historia viviente de las repúblicas latinoamericanas recién liberadas, para detectar las causas que obstaculizaron la plena realización del proyecto emancipatorio.
Al instalarse en Estados Unidos valoró los avances de la nación en desarrollo en relación con Europa, donde prevalecían regímenes autocráticos, pero descubrió muy pronto el peligro latente en el país que emergía para el futuro de la América Latina. Su saber enciclopédico e integrador y su preclara visión de la naturaleza de los fenómenos financieros le permitieron detectar los peligros que se cernían con la Conferencia Monetaria Panamericana. Su pensamiento de entonces conserva plena vigencia.
En ese contexto, José Martí tenía pendiente la asignatura  Cuba. Había que despejar a fondo las razones del fracaso de la Guerra Grande. No se conocía entonces el patético diario de Francisco Vicente Aguilera, uno de los más poderosos terratenientes de la zona oriental del país. Entregó la fortuna toda a la causa mayor. Por sus contradicciones insalvables con Céspedes y Quesada, fue enviado a representar los intereses de Cuba en el exterior. De una honestidad impoluta, llevaba al detalle las cuentas de los gastos incurridos. Nada guardaba para sí. Se privaba de las atenciones médicas elementales.
A pesar de los bienes heredados, Vicente Aguilera no había completado su aprendizaje en otros países. Desconocía los rejuegos de la alta política. Se vio atrapado en las maniobras de los Aldama, que mucho ofrecían y nada entregaban. Invirtió esfuerzos inútiles con políticos norteamericanos sin desentrañar los intereses reales de los vecinos del norte, nunca dispuestos a reconocer la República en Armas en espera de que la fruta madura cayera en sus manos. Enviado luego a Europa, desconocedor de sus lenguas y culturas, menos pudo hacer. Murió solo, en atroz agonía, devorado por el cáncer.
Martí se dio a la tarea de juntar voluntades, de devolver la fe a quienes la habían perdido. Para ganar la confianza de los veteranos sabía que habría de vencer obstáculos de toda índole. Para los antiguos combatientes era un intelectual inexperto, un improvisado sin experiencia alguna en las armas.
Se dedicó a una incansable labor persuasiva. Inmerso en el dominio de la realidad concreta, en Nueva York, en Cayo Hueso, en Tampa, se volvió hacia los de abajo. Contó con la generosidad extrema de quienes entregaban, sin pedir nada a cambio, los escasos ahorros y ofrecían alojamiento y comida al peregrino de la levita raída.
Centavo a centavo, obtuvo los recursos necesarios. Evitó contraer compromisos que lastraran el futuro de la nación. Trabajaba con sigilo, porque se sabía sometido a una vigilancia permanente. La traición de La Fernandina corroboró sus sospechas. Pero la suerte estaba echada. Había que iniciar la lucha con las manos vacías.
Para hacer patria era indispensable ganar la guerra con esfuerzo propio, libre de intromisiones y compromisos. Parejamente, era impostergable construir conciencia y nutrir el imaginario de la nación. Su palabra fue incansable, para liberarnos del lastre perverso del racismo. Teníamos que librarnos. No hay razas. El combate y la lucha  por la supervivencia en la manigua sería un crisol. La frontera del color era un instrumento del dominio hegemónico que horadaba desde la conciencia prejuiciada la unidad de la nación.
Martí fue reseñando las obras de nuestros escritores y artistas, aunque lo fundamental se revela en su creación personal, en su poesía y en su prosa, desbordante como los grandes ríos del continente, siempre seductora, aunque con frecuencia utilitaria. En sus últimos diarios accede a lo más alto de las letras hispanas. El recorrido de Playita a Dos Ríos, trazado con prisa en los momentos robados al descanso, encuentro tangible con el suelo añorado, con la naturaleza y el escalar montañas que hermana hombres, expresa la plenitud del ser en la fusión del sueño y la realidad.
En lo más profundo del desamparo de la República neocolonial, los intelectuales de la vanguardia iniciaron el rescate de su inmensa obra dispersa. Con el triunfo de la Revolución el trabajo se sistematizó; fueron saliendo sus Obras Completas. Es un capital que no podemos desperdiciar en la reiteración de las mismas citas reducidas a axiomas descontextualizados. Como hiciera en vida, tiene que seguir enseñándonos a pensar, con la pasión que animó su existencia gigante.
Sobrecoge contemplar cómo pudo hacer tanto en vida tan breve. Ante la áspera orilla de Playita de Cajobabo, me sobrevino la imagen del cuerpo endeble, remero inexperto, con las manos ampolladas, que se mantenía impulsando la embarcación al ritmo de sus compañeros de viaje. La férrea voluntad se sobreponía al dolor. Debió sentir una felicidad suprema. En la oscuridad de la noche, percibía la patria cercana.

sábado, 18 de mayo de 2019

Continuidad y ruptura

Por Fidel Vascós González
Son dos términos ligados indisolublemente entre sí de la dialéctica materialista. El uno no existe sin el otro. En el desarrollo de los procesos sociales, la continuidad garantiza el legado positivo de lo viejo que se mantiene en lo nuevo y la ruptura transforma lo que debe ser cambiado de lo viejo para dar paso a lo nuevo. En la transición cubana de hoy, ha hecho bien nuestro Presidente Miguel Diaz-Canel Bermúdez en subrayar la continuidad de la política revolucionaria que llevará a cabo en su mandato. Con esta declaración asegura que, por mucho que cambien las circunstancias, se mantendrán inalterables los principios de nuestro socialismo mantenidos por la dirección histórica de la Revolución, encabezada por Fidel y Raúl, en cuanto a la defensa intransigente de la independencia y soberanía nacionales, la justicia social, la solidaridad internacional, el antiimperialismo y la lucha porla paz, entre otros. Ello  no niega la necesidad de romper determinados aspectos de lo viejoque ya no se ajustan al momento histórico que estamos viviendo, y sustituirlos por lo nuevo.
No pocos temas se incluyen entre todo lo que debe ser cambiado. En esta ocasión me referiré al contenido y forma del sistema de planificación y gestión de la economía en las empresas estatales. Pero antes de entrar en materia, debo destacar una advertencia inicial. La organización de las entidades económicas no define si una sociedad es socialista o capitalista. Referirse solo a la economía para decidir la clasificación de un régimen social es, en cuanto al socialismo, una consideración reduccionista. El socialismo es mucho mas que eso. En su concepción debe valorarse, entre otras consideraciones, la intencionalidadhumanista presente en sus políticas, la adecuada correlación entre lo individual y lo colectivo, la solidaridad internacional, la justicia social imperante, la participación activa del pueblo en los asuntos económicos, sociales y políticos, la seguridad ciudadana, el estricto cumplimiento de la ley, la lucha por la paz y la protección del medio ambienteEl socialismo se caracteriza mas por la distribución que por la producción. Por todo ello, es perfectamente posible promover la marcha hacia una sociedad socialista utilizandoelementos de la organización económica que aplica el capitalismo.
Aclarado esto, pasemos a la propuesta que intento formular. 
Cuando existía la URSS y Cuba era miembro del Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME), era correcto que el gobierno y los ministerios ejercieran un control administrativocasi absoluto sobre las empresas estatales, las cuales prácticamente no tenían autonomía alguna. El plan central les determinaba los proveedores, los clientes y los precios a los que podían comprar y vender. En realidad, quienes decidían en la gestión empresarial eran los funcionarios estatales de los organismos balancistas de cientos de los más importantes bienes materiales que circulaban en el país. Entre los organismos balancistas se destacabanla Junta Central de Planificación (JUCEPLAN)el Comité Estatal de Abastecimiento Técnico Material (CEATM) y el Ministerio del Comercio Interior (MINCIN).
El balance de los bienes consistía en establecer un equilibrio entre la fuente y el destino de cada producto en cuestión. Del lado de la fuente se incluía la producción, la importación y la reducción de sus inventarios en el país; mientras que del lado del destino se precisaba le exportación, el consumo y el aumento de inventarios. El organismo balancista elaboraba el balance nacional del producto que tenía asignado y lo desagregaba por cada ministerio y órganos locales del Poder Popular. Estos, a su vez, desagregaban el balance a cada empresa bajo su administración.
El método funcionaba muy bien en las condiciones de Cuba cuando era miembro del CAME. Recordemos que en aquella época, el 85% del comercio exterior de la Isla se hacía con la Unión Soviética y los demás países socialistas. El monto y los precios de los bienes que se intercambiaban se fijaban para un quinquenio y desagregaban por años. Lo mismo ocurría con las inversiones que se contrataban y su financiamiento. Este método de trabajo daba a Cuba una estabilidad económica muy ventajosa, lo que le permitió alcanzar logros de importancia para el país. 
En el período 1981 – 1985, cuando ya estaba madurando la aplicación de esta metodología de planificación, la economía creció a un ritmo promedio anual de 7,3%, muy por encima del 5% previsto. La industria aumentó a una tasa del 8,8%, las inversiones fueron 34,2% mayores que en el quinquenio anterior; la productividad del trabajo se incrementó a un ritmo anual del 5,2%. En el Informe Central al III Congreso del PCC, su Primer SecretarioFidel Castro Ruz expresó textualmente: “El año 1985 fue, sin duda, el de mayor ahorro y eficiencia y el de mejores resultados económicos de la Revolución…”.
En el mencionado Informe Central también se criticaron deficiencias y fallas habidas en el período y se formularon indicaciones concretas para superarlas, lo que se comenzó a realizar en el quinquenio 1986 – 1990. Pero las graves contradicciones internas ya existentes en la URSS y el campo socialista se agudizaron, lo que unido también a la influencia de negativos factores externos, condujo a la caída del Muro de Berlín en noviembre de 1989 y a la desintegración de la Unión Soviética en diciembre de 1991. El sistema de planificación y gestión económicas que se venía aplicando en nuestro país entró en crisis, comenzando entonces el Período Especial en Tiempos de Paz. 
En la actualmente proclamada reforma de la empresa estatal, hay que tener en cuenta que ya no existe el campo socialista como lo conocimos y Cuba vive inmersa en un mundo globalizado con una mayoría de países capitalistas donde predominan las tendencias neoliberales. A consecuencia de ello, el sistema de planificación y gestión económicas aplicado en Cuba cuando existía la URSS ya no se corresponde con el momento actual yobstaculiza el aumento de la producción, de las exportaciones y de la sustitución de importaciones, así como de la eficiencia empresarial. El estilo y método de dirección de nuestra empresa estatal tienen que ser cambiados. 
Los ministerios no deberían seguir administrando las empresas estatales como lo hacen hoy, sino asumir otro tipo de funciones más estratégicas. La empresa debe tener plena autonomía en su gestión de manera que ella  misma identifique sus clientes y suministradores, estableciendo con ellos contratos donde se estipulen, entre otras condiciones, los precios de los productos y servicios. También debería mantener autonomía en sus decisiones financieras y exportar e importar bienes y servicios directamente sin someterse al monopolio estatal del comercio exterior. En este último aspecto, la función del Estado consistiría en regular y controlar las relaciones económicas externas, pero no administrar la gestión empresarial de este sector.
En general, el Estado asumiría otro tipo de funciones más estratégicas en la dirección global de la economía y en el desarrollo científico y tecnológico del país. Algunos pocos productos se mantendrían en los balances centralizados del Estado, principalmente los energéticos. También el Estado mantendría control directo de las grandes inversiones. 
En el intento para lograr las buenas maneras de actuación en las empresas, nos hemos acostumbrado a utilizar casi exclusivamente la motivación política y moral entre los trabajadores. La práctica indica que ello no es suficiente. Ahora se hace necesario que el colectivo laboral también se sienta comprometido materialmente en los resultados de la gestión de la empresa y asuma una mayor participación en su dirección ejecutiva.
Lo que propongo es que las empresas estatales elaboren y aprueben ellas  mismas su plan de negocios y no dependan de cifras directivas decididas centralmente “desde arriba”. El Estado puede tener prioridad como cliente de las empresas, pero por vía de los precios a los que compra y el cumplimiento de los contratos con las empresas, y no por decisiones administrativas solamente. En el perfeccionamiento de nuestra empresa estatal, habría que tener como referencia las experiencias exitosas de empresas públicas y privadas de otros países.
Cuando el colectivo laboral de la empresa estatal cubana esté más comprometido en la gestión económica de su corporación,  participe directamente en los éxitos de la empresa y los vean reflejados en sus bolsillos, así como sufran también en sus bolsillos los problemas que aquejan a la empresa, tengo el criterio de que velarían con mas ahínco y actuarían con mas rigor para elevar la eficiencia económica y por impedir los robos y otros males a los que hoy nos enfrentamos. En estas nuevas condiciones, habría que desarrollar la legislación que norma la actuación de las empresas, incluyendo, entre otras, la promulgación de una Ley de Bancarrota, también extendida al sector no estatal
Dentro de mi sugerencia se incluye que la denominada “empresa estatal socialista de propiedad de todo el pueblo” debería dar paso a la “empresa pública de propiedad por acciones” donde el Estado podría tener el 100 por ciento o una parte de ellas en combinación con accionistas, que pudieran ser personas naturales o jurídicas, estatales o no estatales, tanto nacionales como extranjeras. Desde luego que esta transición de la actual empresa estatal a empresa pública lleva tiempo, debe realizarse en forma paulatina y con el consenso de los trabajadores involucrados.
Parece también conveniente tomar como referente el método de dirección de las cooperativas, tanto pequeñas y medianas, como grandes. En este caso, un ejemplo a investigar es la cooperativa Mondragón, con sede en el País Vasco. En esta cooperativa laboran más de cien mil trabajadores, 82 mil de ellos son socios cooperativistas y dos mil se dedican exclusivamente a Investigación y Desarrollo (I + D)En los centros de enseñanza incluidos en su estructura organizativa se preparan once mil alumnos, de ellos, cuatro mil estudian en la universidad de la cooperativa. Los ingresos anuales de la entidad se elevan a doce mil millones de Euros, de los que la mitad se captan en sus filiales en el extranjero, una de ellas en CubaEn las cooperativas, la Asamblea General es el órgano máximo de dirección, que aprueba el plan en todas sus partes, incluyendo su comercio exterior; el monto de los ingresos del personal; elige al Presidente de la cooperativa y aotros cargos de responsabilidad, entre otras funciones. 
En las nuevas condiciones que propongo para las empresas estatales, se necesitaría elevar la eficiencia de los sistemas del Estado en sus funciones legislativa, ejecutiva y judicialcon vistas a lograr una mayor ampliación y profundidad en sus tareas de regulación y control de las actividades económicas y sociales. A su vez, se requeriría perfeccionar la labor política e ideológica del Partido, sobre todo en cuanto a la educación moral de todo el pueblo, en especial de los trabajadores, de manera que la aplicación de la estimulación material directa no se contraponga a su conciencia y actitud revolucionarias y se reafirme la función social de las entidades económicas.
La Habana, 15 de mayo de 2019

lunes, 13 de mayo de 2019

¿Podrá la avifauna cubana sobrevivir el Antropoceno?

Por Giraldo Alayón García
(Fundación Ariguanabo)


El 1ro de Septiembre de 1914 moría el último ejemplar viviente de la Paloma de Pasaje (Ectopistes migratorius) en el zoológico de Cincinnati, en Estados Unidos; esta otrora abundantísima especie fue cazada, despiadadamente, durante buena parte del siglo XIX hasta hacerla desaparecer de sus hábitats naturales. Para que se tenga un idea del poder destructivo de la cacería desmedida, en 1810 el naturalista Alexander Wilson observó un bando de estas palomas que pasó sobre él y que tenía una milla de ancho y 240 millas de largo, alrededor de 2000 millones de palomas...! El Periquito de Carolina (Conuropsis carolinensis) era un ave abundante y la única especie autóctona de Psitaciformes, al este del Mississippi; en el siglo XIX se sospechó que perjudicaba ciertas cosechas y también fue cazada hasta su extinción. El último espécimen viviente murió también en el zoológico de Cincinnati, el 21 de Febrero de 1918. El emblemático Carpintero Pico de Marfil (Campephilus principalis), hoy muy probablemente extinto en el territorio de Estados Unidos,  también fue objeto de cacerías excesivas, pero quizás, esta vez, de manos de colectores de museos e instituciones similares. Los cazadores por encargo Arthur Wayne y William Brewster cazaron entre 1892 y 1894, al norte del estado de la Florida, 44 ejemplares y extirparon a esta especie de toda aquella área. 

Así podríamos enumerar muchas especies de aves que el hombre ha extinguido de una forma u otra.


El Antropoceno


La palabra antropoceno deriva del griego y significa antropo= hombre, ceno= nuevo. Bautizada en el año 2000 por el químico holandés y premio Nobel de Química 1995 Paul J. Crutzen. Según este destacado hombre de ciencia, es el período actual de la historia terrestre, desde que las actividades humanas han tenido un impacto global significativo sobre los ecosistemas de la Tierra. Se considera que se inició a finales del siglo XVIII, con el advenimiento de la Revolución Industrial. Otros especialistas han identificado al Antropoceno Antiguo cuando se inició la agricultura, hace cerca de 13 mil años. Para muchos el desarrollo de nuestra civilización industrial ha sido un factor geológico que ha traído modificaciones y extinciones en muchos grupos de animales y plantas.


Dentro de esta nueva definición temporal hay otro vocablo: el homogenoceno, término acuñado por Sanways en 1999, que se define como “la translocación de fauna a tierras extranjeras”, o como también es usualmente llamado: “introducción de especies exóticas por el hombre”, aunque también se usa el término ¨especies invasoras¨. Estas acciones, que se han incrementado en las últimas décadas, han contribuido a la disminución de la biodiversidad y han provocado cambios radicales en los ecosistemas naturales.


Si a todo esto sumamos la caza y tráfico ilegales de especies silvestres, la modificación o destrucción de hábitats naturales y los crecientes efectos del cambio climático, no es catastrófico afirmar que nos encontramos inmersos en una 6ta extinción masiva, provocada, casi enteramente, por nosotros mismos. Según la Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza (UICN), la actual tasa de extinción de especies es entre 100 y 1000 veces mayor que el promedio natural de la evolución, y que a finales de este siglo el 50 % de las especies conocidas pudieran estar extintas.


Islas y archipiélagos


Todos estos procesos de extinción y vulnerabilidad se ven potenciados en las islas y archipiélagos, principalmente por las características geográficas de los mismos y la composición e historias de sus biotas*. Son particularmente vulnerables por tener poblaciones pequeñas en la mayoría de las especies, además de muchas especies raras y exclusivas (endemismo en poblaciones relictas). En el caso de los que están ubicados en las zonas tropicales, conforman una estructura en mosaico del paisaje, con una gran cantidad de ambientes en áreas reducidas. Por ejemplo: en los ‘últimos 300 años se han extinguido 171 especies y subespecies de aves, 155 eran formas insulares.


Las Antillas se consideran uno de los puntos calientes (hotspots) del Planeta, principalmente por la diversidad, los altos índices de endemismo de su biota y el escaso conocimiento de su fauna críptica. Con una historia geológica compleja, comprende un área de 237,000 km², más una gran variedad de ecosistemas y hábitats repartidos en 4000 cayos, isletas e islas, algunas como las que forman las Antillas Mayores (Cuba, La Española, Jamaica y Puerto Rico) con alturas notables de hasta 3000 msnm, que constituyen el mayor archipiélago del neotrópico.


Las Antillas son, además, la ruta y estancia de cientos de miles de aves que mayormente proceden de Norteamérica y pasan una buena parte del año en sus predios, ocupando toda una gama de ecosistemas.


Cuba


Es la mayor isla de las Antillas, con poco más de 110,000 km², y es la que posee mayor biodiversidad. Según afirman algunos botánicos, al arribo de Cristobal Colon en 1492 el 70 % de nuestro territorio era boscoso. Actualmente se considera que sólo el 31 % del territorio es de bosques, donde se incluyen las áreas logradas mediante la repoblación forestal. En el Archipiélgo Cubano hay cerca de 7000 especies de plantas, de las cuales el 53 % son endémicas, con 25 especies extintas y más de 3000 con algún grado de amenaza. En el caso de la fauna ya se han publicado dos libros rojos (Vertebrados e Invertebrados) y una Lista Roja de Vertebrados. En los cuales se aporta valiosa información referente a las especies amenazadas y al grado de amenaza. Se sabe sobre la extinción de algunas especies de la macrofauna en tiempos modernos: el Guacamayo Cubano (Ara tricolor) en 1864; el Carpintero Jabado de Cayo Largo, a mediados de los 80’s; la población de Cateyes de la Isla de la Juventud, a principios de los 80’s; la subespecie de Ruiseñor de Isla de la Juventud (Myadestes elizabeth retrusus), y se consideran casi extintas el Carpintero Real (Campephilus principalis), el Gavilán Caguarero (Chondrohierax wilsonii), las Jutías de los Cayos de San Felipe (Mesocapromys sanfelipensis), la Jutia Enana de Ciénaga de Zapata (Mesocapromys nanus). Están amenazadas las poblaciones del Sinsonte Prieto (Mimus gumdlachii), el Vireo de Bahamas (Vireo crassirostris) y la subespecie de Cabrerito de la Ciénaga (Torreornis inexpectata), a lo largo de las CayeríasSabana-Camagüey. Además de la disminución de las poblaciones de varias de nuestras rapaces diurnas y nocturnas, por su caza ilegal.


Si adicionamos la explosión exponencial en los últimos años de la cacería ilegal, mediante el uso de jaulas, trampas y otros artificios (como las redes de niebla) con otras varias de las aves migratorias que nos visitan: Azulejos, Azulejones, Mariposas, Degollados, y algunas de las aves que nidifican y permanecen en Cuba (Negrito, Tomeguines del Pinar y la Tierra, Cabrero, Cateyes y Cotorras), vemos que la magnitud del problema es muy grave. Y si a esto le sumamos las ceremonias sincréticas de utilizar (sacrificándolos) a varios de nuestros más amenazados animales como los Majaes, Jubos, Ranas, Sapos y algunos de nuestros exclusivos Chipojos, el asunto se torna casi catastrófico para nuestra ya depauperada fauna.


¿Qué hacer?... En mi opinión, reforzar la aplicación y el alcance de las leyes ambientales cubanas; iniciar, de verdad y con ganas, una fuerte campaña de educación ambiental a escala nacional e involucrar a todas las instituciones de que disponemos en esa urgente tarea. De lo contrario vamos a tener, en muy pocos años, una diversidad empobrecida, constituida con los sobrevivientes (mayormente especies exóticas) como resultado inevitable de todos nuestros desatinos, desmanes e ignorancias.
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*Biota: viene a ser el conjunto de los organismos vivos. El concepto puede ser extendido para designar al repertorio de especies de un compartimento del ecosistema.

viernes, 10 de mayo de 2019

"Soy amante de ciertas virtudes perdidas de lo antiguo"

Por Miguel Munárriz

foto Daniel Mordzinski
Nombrar a Silvio Rodríguez es remontarse a la tradición cantora, a la poesía y al compromiso. Como escribió Ángel González, “en el principio fue la música, contemporánea de la luz”. Luego llegarían los juglares para llenar de música el aire y propagar los poemas ayudados por la cadencia de sus versos, y la música terminaría por fijarlos en la memoria. La música, en estas composiciones poéticas, no debería separarse de la letra, pero hay casos, como el de Silvio Rodríguez, en que las letras sobreviven airosas a un posible divorcio. Muy pocas veces ocurre, pero se da en Santos Discépolo (“Siglo XX cambalache, problemático y febril”); en Richard Dannenberg (“…cómo se pueden querer / dos mujeres a la vez / y no estar loco”), o el de Lolita de la Colina ( “Se me olvidó que te olvidé / a mí que nada se me olvida”). Silvio Rodríguez vive entre los poetas que narran con su música el amor, las mujeres y la vida, y en esta gira española que comienza hoy ha venido para cantarlo. Unos días antes Zenda mantuvo con él esta conversación, vía email entre Madrid y La Habana, a pesar de ser poco proclive a conceder entrevistas. Las fotografías de Daniel Mordzinski son el mejor reflejo de una colaboración eficaz hecha con la amistad inquebrantable entre dos artistas.

—En 1974 usted comenzó a grabar con la Orquesta EGREM el que después sería el álbum Días y flores. En 1985 realizó una gira con la Orquesta Afrocubana y en 2000 grabó el álbum Expedición, donde participaron miembros de la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba, con la que ahora viaja a España para ofrecer una serie de conciertos. ¿En qué se diferencia esta gira de sus anteriores experiencias con formato sinfónico?

Días y flores fue grabado con lo que quedaba del Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC, que por entonces se estaba deshaciendo. El productor fue el Maestro Frank Fernández, que acababa de graduarse del Conservatorio Tchaikovsky de Moscú. A partir de entonces tuve diversas experiencias con la Camerata Brindis de Salas, y en los 80 hice un trabajo con la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN), por iniciativa de su director, el Maestro Manuel Duchesne Cuzán. Aquello fue una Suite basada en canciones mías, llamada “Del Amor”, orquestada por el Maestro Juan Márquez. En los 90 tuve otras experiencias, esta vez con el Maestro Leo Brouwer, que conoce lo que hago desde mis inicios. Por aquellos días hicimos algo con la Sinfónica de Córdoba: también hicimos un programa de canciones con la Orquesta Sinfónica Nacional en la Plaza de la Revolución, y después en la Feria del Libro de Guadalajara, México. En el año 2000 grabé Expedición, que es un disco orquestado por mí. En aquellas jornadas participaron algunos músicos de la Sinfónica y estudiantes de música avanzados. El director de aquella experiencia fue el Maestro Enrique Pérez Mesa, el mismo que en mayo estará al frente de la OSN, orquesta que celebra este año su 60 aniversario. Ellos han tenido la gentileza de invitarme a ser parte del programa conmemorativo que llevarán a cinco ciudades españolas. Mi aporte serán cinco canciones, arregladas especialmente para esta ocasión por el Maestro Jorge Aragón.

—Uno de los titulares que leo de esta gira es este: “Silvio Rodríguez acompañará a la Orquesta Sinfónica Nacional de Cuba en mayo por España”. Tal vez sea una deferencia a los músicos de la orquesta, porque en realidad, ¿no son ellos los que le acompañan a usted?

—Lo cierto es que nos acompañaremos mutuamente, porque yo estaré en la gira de la orquesta como invitado y la orquesta estará conmigo en mis canciones. Mi presentación será insertada en un programa eminentemente sinfónico: un breve recorrido por la obra de algunos autores cubanos. En nuestra isla hay compositores muy importantes, lamentablemente poco conocidos en el exterior. En esta muestra se podrán escuchar hermosos trabajos de Carlos Fariñas y de Guido López-Gavilán. También habrá un Concierto para Flauta y Orquesta de Joaquín Clerch, que estará a cargo de Niurka González.

—Las letras de sus canciones son muy poéticas, tanto que podrían funcionar sin la música. Son letras escritas por una persona con un importante bagaje literario. No es habitual encontrarse con alguien que aúne como usted lo popular y lo culto.

—Hay tradición de canción poética en Cuba. La Trova Cubana, como corriente, empezó a gestarse a mediados del siglo XIX. Siempre tuvo repertorio de poesía musicalizada, aunque también sus cantores gustaban de llamarse poetas. Aquella trova pasó por diversas etapas. Una de ellas, muy importante, fue a principios del siglo XX, cuando en el oriente cubano apareció el son, que es una simbiosis de lo que nos conforma, con un fuerte contenido africano en sus acentos. Cuando la vida social republicana empezó a desarrollarse, aparecieron lugares para bailar. Las pequeñas agrupaciones buscaron más volumen para salones más grandes y los músicos empezaron a juntarse. Agrupaciones más complejas, como los septetos, sonaban diferente y crearon nuevas formas musicales cada vez más complejas. Todas aquellas etapas, hasta llegar a mi generación —que es la que surge después del triunfo de la Revolución—, tuvieron intenciones poéticas, a veces más logradas, a veces menos. En 1961 hubo en Cuba una Campaña de Alfabetización. Los que empezamos a cantar poco después éramos conscientes de que lo hacíamos para un pueblo que leía y que se cultivaba. Esa certidumbre hizo que mi generación de trovadores fuera especialmente exigente en el contenido de sus canciones y también en su forma. De hecho, paralelamente con la llamada nueva trova, hubo también poetas con los que, sobre todo en los inicios, hacíamos recitales juntos. La creación de la Imprenta Nacional de Cuba por Alejo Carpentier fue una fuente constante de ilustración, sobre todo en aquellos primeros años de tanta avidez. De todo eso bebimos.

—A principios de los años 70 trabajó como realizador de bandas sonoras. ¿A qué libro le podría hoy una banda sonora?
—Cierto que he trabajado para el cine y que incluso no hace mucho compuse algunas canciones para un largometraje de animación. Pero ¿bandas sonoras para libros?… Ahora mismo no tengo respuesta para esa pregunta, aunque cuando empezaba a componer recuerdo haber hecho una canción sobre El tábano, de Ethel Lilian Voynich. Años después mi canción “Cayó una estrella” fue testimonio del cuento «Caleidoscopio», de Ray Bradbury. Pero lo más curioso es que hace poco, en enero, hice una canción llamada “Fue la luna”, inspirada en la leyenda El rayo de luna, de Gustavo Adolfo Bécquer.

—Imagino que Bob Dylan será un referente musical para usted, pero sea así o no, me gustaría conocer su opinión respecto al Premio Nobel que le concedieron, ya que eso provocó cierta polémica.

—Siempre he respetado el trabajo de Dylan. Debe de merecer el premio cuando ese jurado, que presumo exigente, consideró que lo merecía. Dylan es parte de una cultura que crea precedentes con cierta facilidad, por ser cultura dominante en lo económico, en lo político y en lo militar. Toda eso da una ventaja enorme en la difusión de la música, del cine, de las ideas. Los artistas honestos, que pertenecen a ese mundo por nacer allí, deben sentir cierta incomodidad por esa ventaja. Me consta que Pete Seeger denunciaba amargamente la responsabilidad de su gobierno por tantas desgracias ajenas. Muchos otros artistas también lo manifiestan. El mismo Dylan, sobre todo en su juventud, escribió canciones lapidarias sobre la rapacidad de los políticos de su tierra, como With God on Our Side. Sea como sea, Dylan es un artista emblemático de la poética entonada.

—Muchas canciones de su discografía podría elegirlas como pertenecientes a mi banda sonora personal, pero permítame la oportunidad de decirle que hay dos que no puedo oír sin escalofrío, parafraseando a Cernuda: “Mujeres” y “Ojalá”.

—Son canciones de cuando estaba descubriendo el mundo. Dicen que los nacionalismos pasan por el autorreconocimiento en obras que exaltan lo autóctono, las bondades paisajísticas, el dulzor de los frutos de la tierra, las cualidades de sus hijos; asimismo cuando uno empieza a componer va identificándose y nombrándolo todo, como quien hace un inventario. En eso hay una cierta intensidad. Agradecido por su aprecio.

—Dígame algo que no haya dicho ya de su “hermano”, Luis Eduardo Aute.

—Eduardo fue uno de los primeros cantores que admiré de España, gracias a Antxon Ezeiza y a Pepe Egea, cineastas vascos que visitaban Cuba y nos llevaban sus grabaciones. Después fui descubriendo la dimensión humana de Eduardo, su cultura, su diversidad. Por esa capacidad que él tiene de hacer diferentes cosas y de hacerlas bien, siempre he dicho que él es un hombre del Renacimiento. Así, puesto que soy amante de ciertas virtudes perdidas de lo antiguo, fuimos fundando una amistad basada en lo artístico y en lo ético. A estas alturas sus hijos y mis hijos son como hermanos. Somos familia, y no cualquier familia, sino de esas unidas que se comunican y se proyectan.

—¿Cuál de sus canciones podría servir para escribir una novela?

—Todas las canciones son como novelas condensadas. Por razones de espacio suelen ser una síntesis. Pero detrás de todas hay historias que podrían caber en libros, en películas, incluso en óperas.

—¿Con qué escritor o poeta se siente más identificado?

—Hay muchos escritores, músicos, pintores, bailarines y poetas que me han sido importantes y que admiro*. Veo que el mundo sigue dando gente así y pareciera que ahora hay más de todo, aunque quizá por eso mismo es más difícil encontrar paradigmas. Cuando uno empieza a identificarse con los lenguajes artísticos se va enamorando del último que le descubre cosas. No en balde solemos enamorarnos de los maestros. Yo podría llenar un pueblito de amores así.

—¿Qué canción que no sea suya le hubiera gustado escribir?

—“Perla Marina”, “Boda negra”, “Gracias a la vida”, “Los ejes de mi carreta”, «My Funny Valentine», “Desafinado”, “Construcción”, «Eleanor Rigby» y muchas más…

—Si solamente pudiese salvar un libro de su biblioteca, ¿cuál elegiría?

—Si ocurriera el espanto de solo poder salvar un libro, sin dudas salvaría La Edad de Oro, de José Martí. Específicamente la edición que hizo Emilio Roig de Leuchsenring en 1953, año del centenario de nuestro Apóstol. Esa edición, además de contener las cuatro revistas que Martí escribió para los niños, tiene un memorable prólogo del propio Roig, titulado “Martí niño”.

—¿Quién es Niurka González? Sabemos que es una gran flautista y clarinetista, que es profesora del conservatorio de La Habana y que será solista de los conciertos de esta gira, pero tal vez usted podría ampliarme esta información sobre ella.

—Niurka es una flautista asombrosa, y lo es porque pasa muchas horas al día estudiando. Niurka es una excelente maestra que se desvela por sus alumnos, por lo que sus discípulos la adoran. También es una madre ejemplar que, a la vez que sostiene, sabe dejar el legado del gusto por el aprendizaje. Es una persona de mucha calidad humana, la que demuestra a diario en decisiones y actitudes que van desde lo colectivo trascendente hasta lo cotidiano. Y, para colmo de virtudes, es la persona que hace 23 años me soporta.

* Me faltó incluir cineastas

Fuente: https://www.zendalibros.com/silvio-rodriguez-soy-amante-de-ciertas-virtudes-perdidas-de-lo-antiguo/

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Ayer, antes de empezar el concierto: