jueves, 28 de febrero de 2013

¿Reforma política en Cuba?


Rafael Rojas, historiador cubano que desde hace años vive en el exterior, opina desde el periódico “El País”, de España, que sólo habría un verdadero cambio en Cuba a partir del multipartidismo. No expone las causas por las que Cuba, defendiendo su soberanía y su equilibrio interno, optó por un sistema de partido único. Por lo tanto tampoco explora si ahora existen condiciones para que ese cambio de concepción en la vida política cubana sea constructivo. Todo esto, suponiendo que el multipartidismo fuera realmente una solución a los problemas de una sociedad y no una retórica desde la que ciertos regímenes presumen de democráticos.

Quiero proponer a mis herman@s segundaciter@s este interesante tema como reflexión colectiva.

Silvio Rodríguez Domínguez

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Por Rafael Rojas
“Cambiar” es el verbo que más resuena en el debate cubano, dentro y fuera de la isla. Algunos, como el diputado a la Asamblea Nacional Fidel Castro, lo conjugan en pretérito indefinido: “Cuba cambió desde 1959”, dice. Otros, como su hermano Raúl, de casi 82 años, recién electo Presidente de los Consejos de Estado y Ministros por un quinquenio más, prefieren la conjugación en presente continuo: “Cuba está cambiando”, sobre todo, desde el VI Congreso del Partido Comunista en 2011.
Negar que en Cuba se está produciendo una transformación de la economía y la sociedad solo puede responder al propósito de construir ficciones oficiales u opositoras. Desde los 90, Cuba se mueve en la dirección del mercado y el pluralismo y esa tendencia no ha hecho más que acelerarse con las medidas de los dos últimos años: entrega de tierras en usufructo, compra y venta de automóviles y viviendas, multiplicación del trabajo por cuenta propia, apertura de fuentes de crédito para las empresas, inversión extranjera directa, reforma migratoria.
Como observa el economista Carmelo Mesa Lago en su reciente libro, Cuba en la era de Raúl Castro (Colibrí, 2012), la timidez y la lentitud de esas reformas, dada la prolongada acumulación de estatismo e ineficiencia, se explican por la paradoja de que quienes reforman el sistema son los mismos que lo construyeron. La inalterable estructura de partido único, elección indirecta de la jefatura del Estado —por 622 legisladores unánimemente afectos al gobierno—, control de los medios de comunicación y represión sistemática de opositores, es la mejor prueba de la ambivalencia ante el cambio de ese vetusto liderazgo.
Aún así, lo que ha sucedido el pasado domingo en la Asamblea Nacional, escala un nuevo nivel, en términos de la creación de condiciones para una transición democrática. Por primera vez, el cargo de Vicepresidente de los Consejos de Estado y Ministros se pone en manos de un político civil, nacido después de la Revolución y que no proviene de la familia Castro. La fuente de autoridad de Miguel Díaz Canel es meritocrática, no histórica ni dinástica, y se origina en las estructuras provinciales del Partido Comunista, donde, a diferencia de en la cúpula gobernante, se ha producido una importante renovación generacional.
Lo que no lograron Robaina, Lage o Pérez Roque con Fidel lo ha conseguido Díaz Canel con Raúl: abrir una línea de sucesión institucional para el poder cubano. Si a esto se suma la disposición de otorgar rango constitucional a la permanencia en los cargos públicos durante solo dos quinquenios consecutivos —que en la práctica equivale a la reelección inmediata, no indefinida—, estaríamos en presencia de los primeros indicios de una reforma política en Cuba, que en pocos años podría modificar aspectos claves del funcionamiento del partido único y el Estado socialista.
Es evidente que el anuncio de esa reforma política, que se aprobaría en un eventual referéndum, se produce en un momento de integración de Cuba a América Latina por medio de la CELAC, cuya presidencia pro témpore ejerce La Habana. El gobierno de Raúl Castro parece decidido a avanzar, cuidadosamente, hacia una mínima estandarización del sistema político cubano dentro de las democracias latinoamericanas. Abandonar la reelección presidencial indefinida representaría, de hecho, eludir una de las señas de identidad del chavismo.
Si el límite constitucional a la reelección acerca a Cuba a ciertas tradiciones latinoamericanas, como la del PRI en México, la institución del partido único y el desconocimiento de una oposición legítima todavía mantienen adherido ese sistema al modelo soviético o al chino. Habría que preguntarse, entonces, qué efecto tendría, en una sociedad civil caribeña del siglo XXI, cada vez más heterogénea, autónoma y globalmente conectada, la coexistencia de una clase política que circula y se renueva, gracias a la reelección limitada, y un partido único que persiste en autodenominarse “comunista”.
Integrarse a América Latina no sólo significa mayor acceso a créditos e inversiones o mayores posibilidades de colaboración científica, técnica o cultural: significa, también, mayor contacto directo con las democracias y los Estados de derecho vecinos. En foros regionales, el gobierno cubano no podrá evitar que el partido único, la represión de opositores pacíficos o el control absoluto de los medios de comunicación se vean como lastres totalitarios. Para ser merecedora de ese nombre, una reforma política tendría que facilitar, por lo menos, el tránsito del partido único al partido hegemónico.
Modificaciones concretas del sistema político cubano, que extiendan garantías constitucionales y penales para el ejercicio de una oposición pacífica, no sólo serían favorables a la preservación de la paz social en la isla sino que facilitarían esa integración de Cuba a América Latina, que tanto interesa al gobierno. Tampoco es descartable que una reforma política, por moderada que sea, tenga un impacto positivo sobre las grandes prioridades de La Habana, en su tormentosa relación con Estados Unidos.

domingo, 24 de febrero de 2013

La serena confianza

Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, primer secretario del Comité Central del Partido y presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la clausura de la Sesión Constitutiva de la Asamblea Nacional del Poder Popular, en su Octava Legislatura, y del Consejo de Estado, celebrada en el Palacio de Convenciones de La Habana, el 24 de febrero de 2013.

Compañeras y compañeros:
En una fecha como hoy, el 24 de febrero de 1895, se reinició la lucha por la independencia con la fusión de los fogueados mambises de la primera guerra y los pinos nuevos, bajo el liderazgo del Partido Revolucionario Cubano y de Martí.
Me corresponde asumir nuevamente ante ustedes y todo nuestro pueblo el honor de presidir el Consejo de Estado y el Gobierno.
En este sentido, creo que no es ocioso reiterar lo afirmado dos veces en este Parlamento, cito: “A mí no me eligieron Presidente para restaurar el capitalismo en Cuba, ni para entregar la Revolución. Fui elegido para defender, mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo”.
En concordancia con los acuerdos del 6to Congreso, será preciso armonizar los postulados de la Constitución de la República con los cambios asociados a la paulatina implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución.
Entre las modificaciones que nos proponemos introducir a la Constitución se encuentra la de limitar a un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años el desempeño de los principales cargos del Estado y del Gobierno y establecer edades máximas para ocupar esas responsabilidades.
Al propio tiempo, no resulta saludable estar reformulando continuamente la Carta Magna de la Nación y comoquiera que efectuar una reforma constitucional nos tomará necesariamente un tiempo prudencial, ya que si bien algunas cuestiones pueden modificarse por el propio Parlamento, otras más importantes requieren además la ratificación por el voto favorable de la mayoría de los ciudadanos en referendo; deseo esclarecer que en mi caso, con independencia de la fecha en que se perfeccione la Constitución, este será el último mandato.
En esta sesión la Asamblea Nacional eligió al compañero Miguel Díaz Canel Bermúdez Primer Vicepresidente del Consejo de Estado y posteriormente aprobó su designación como Primer Vicepresidente del Consejo de Ministros.
Consideramos que en las circunstancias que vive el país y se ha visto obligado a desenvolverse durante más de medio siglo de Revolución, debe garantizarse en la cúspide del poder estatal y gubernamental la unidad ejecutiva frente a cualquier contingencia por la pérdida del máximo dirigente, de manera que se preserve, sin interrupciones de ningún tipo, la continuidad y estabilidad de la nación.
Esta decisión reviste particular trascendencia histórica porque representa un paso definitorio en la configuración de la dirección futura del país, mediante la transferencia paulatina y ordenada a las nuevas generaciones de los principales cargos, proceso que debemos concretar en un quinquenio y actuar en lo adelante de manera intencionada y previsora, a fin de  evitar que se nos repita la situación de no contar oportunamente con suficientes reservas de cuadros preparados para ocupar los puestos superiores del país y asegurar que el relevo de los dirigentes constituya un proceso natural y sistemático.
El compañero Díaz Canel no es un advenedizo ni un improvisado. Su trayectoria laboral acumula casi 30 años, comenzando en la base, en la profesión que estudió, y tras haber cumplido el Servicio Militar en unidades coheteriles antiaéreas de las FAR, impartió docencia en la Facultad de Ingeniería Eléctrica de la Universidad Central de Las Villas, donde se le propuso como cuadro profesional de la Unión de Jóvenes Comunistas y más adelante, considerando los resultados alcanzados, fue promovido al Partido, ascendiendo gradualmente a mayores responsabilidades, entre ellas, Primer Secretario del Comité Provincial en Villa Clara, por espacio de casi una década y después en Holguín durante seis años.
Es miembro del Comité Central del Partido desde 1991 y del Buró Político en el 2003. Cumplió misión internacionalista en Nicaragua. Es graduado del Colegio de Defensa Nacional.
En el año 2009 pasó a desempeñar funciones gubernamentales, primero como Ministro de Educación Superior y a partir del 2012, Vicepresidente del Consejo de Ministros a cargo de la atención de diferentes organismos vinculados a la educación, la ciencia, el deporte y la cultura. Por otra parte, participa semanalmente en la Comisión Económico Financiera del Gobierno y en la Comisión del Buró Político para el control de la implementación de los acuerdos del 6to Congreso.
Mención aparte merece la conducta de los compañeros Machado Ventura y Colomé Ibarra, quienes tuvieron la iniciativa de ofrecer sus cargos en el Consejo de Estado en favor de la promoción de la nueva generación.
En el caso de Machado Ventura, con excepcionales cualidades como dirigente y ser humano, modestia y consagración al trabajo, destacada trayectoria revolucionaria por cerca de 60 años, combatiente de la Sierra Maestra y fundador del Segundo Frente Oriental “Frank País”, donde creó y desarrolló 20 hospitales de campaña y 11 dispensarios distribuidos en zonas montañosas en toda la provincia de Guantánamo y en parte de las de Santiago de Cuba y Holguín que abarcaba este frente guerrillero. Participó en múltiples acciones combativas, siendo herido en una de ellas; partiendo también del prestigio, preparación, experiencia y la vitalidad que conserva, así como su capacidad real de continuar aportando en la dirección de decisivas actividades, la Asamblea Nacional lo eligió para ocupar una de las vicepresidencias del Consejo de Estado.
Asimismo, se mantiene como miembro del Consejo de Estado el compañero Abelardo Colomé Ibarra, quien desde muy joven se sumó a la lucha revolucionaria en su natal Santiago de Cuba, participando en la sublevación del 30 de noviembre de 1956, bajo las órdenes de Frank País, que lo seleccionó para integrar el primer refuerzo al naciente Ejército Rebelde en la Sierra Maestra.
Al igual que Machado Ventura es fundador del Segundo Frente Oriental “Frank País”, herido en dos ocasiones en combate contra las tropas de la tiranía, destacándose por su valor, lo que le mereció ascender desde soldado hasta el grado de Comandante.
Luego del triunfo de la Revolución ha ejecutado con éxito, humildad y lealtad las tareas encomendadas, entre las cuales debo resaltar el cumplimiento de delicadas misiones internacionalistas, posteriormente llevó a cabo el desarrollo de la siempre competente Contrainteligencia Militar, contribuyó de manera decisiva a la primera victoria sobre las fuerzas invasoras en Angola, al frente de la Misión Militar Cubana, de 1975 al 1977 y ha desempeñado, entre otros, los cargos de Viceministro Primero del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y Ministro del Interior.
La actitud de Machado Ventura y Colomé Ibarra no es casual ni debe sorprender a nadie, es una demostración concreta de su genuina fibra revolucionaria, en la que no hay cabida a la vanidad y el interés personal, ni mucho menos el aferramiento a cargo alguno. Esa es la esencia de la generación fundadora de esta Revolución. Así actuó Fidel hace cinco años, dando un ejemplo enaltecedor. Así confiamos que también sean las nuevas generaciones.
Al hablar de estos temas es oportuno recordar lo expresado por Fidel, hace exactamente 15 años, ante la Asamblea Nacional el 24 de febrero de 1998, en cuanto a la primera regla o rasgo que debe caracterizar a un cuadro revolucionario, cito: “No ambicionar nunca cargos, que los hombres lleguen a los cargos que les correspondan por sus méritos, por su trabajo, por sus virtudes, por su patriotismo…”.
El Consejo de Estado elegido en esta sesión de nuestro Parlamento es un reflejo de cómo comenzamos a hacer realidad los acuerdos del 6to Congreso del Partido en materia de la política de cuadros. De sus 31 miembros el 41,9 por ciento son mujeres y el 38,6 por ciento son negros y mestizos. La edad promedio es de 57 años y el 61.3 por ciento nació después del triunfo de la Revolución.
Ya son dos las vicepresidentas del Consejo de Estado y persistiremos en la voluntad de que siga creciendo la representación femenina en este órgano y en todas las instituciones del país.
De igual forma, la Asamblea Nacional fue renovada en un 67,26 por ciento, las mujeres elevaron su participación hasta el 48,86 por ciento y los negros y mestizos al 37.9. El 82,68 por ciento de nuestros diputados posee nivel superior de educación y la edad promedio es de 48 años.
De las 15 provincias del país, en 10 resultaron electas mujeres para presidir las Asambleas Provinciales del Poder Popular, el promedio de edad en estos cargos es de 47 años y todos poseen nivel universitario.
Estos datos corroboran la calidad del proceso electoral cubano y las potencialidades que tienen los órganos del Poder Popular y esta Asamblea como órgano supremo de poder del Estado, para ejecutar las importantes potestades fijadas en la Constitución.
Precisamente a esta legislatura le corresponde una fecunda e intensa labor legislativa en el fortalecimiento de nuestra institucionalidad, en especial de cara a la implementación de los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, proceso que tiene la primera de las prioridades y en el cual, como expliqué en la pasada sesión de la Asamblea Nacional, nos comenzamos a adentrar en cuestiones de mayor alcance, complejidad y profundidad.
Nos llena de sano orgullo y satisfacción que el Parlamento cubano sea encabezado, a partir de hoy, por el compañero Esteban Lazo Hernández, miembro del Buró Político, un negro de origen humilde, cortador de caña desde muy joven, obrero en el molino y secadero de arroz de Jovellanos, municipio donde integró el Comité Municipal del Partido. Con enorme esfuerzo y sin abandonar sus responsabilidades partidistas obtuvo el título de Licenciado en Economía.
Posteriormente ocupó el cargo de Primer Secretario del Comité Provincial del PCC en Matanzas y luego en Santiago de Cuba y Ciudad de La Habana.
Lo mismo podemos decir en los casos de los nuevos vicepresidentes del Consejo de Estado, Díaz-Canel, de Mercedes López Acea, la eficiente primera secretaria del Partido en la capital y de Salvador Valdés Mesa, representante directo de la clase obrera, quien en su condición de miembro del Buró Político, pasará a atender a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), además de otras funciones que se le asignarán por la vía partidista.
Todos ellos surgieron del pueblo y como el resto de los miembros del Consejo de Estado constituyen un ejemplo fehaciente de cómo se han llevado a la práctica las palabras de Fidel el 16 de abril de 1961, en vísperas de la invasión mercenaria por Playa Girón, cuando dijo: “esta es la Revolución socialista y democrática de los humildes, por los humildes y para los humildes”. Hoy estamos demostrando que así lo seguirá siendo para siempre.
Es asimismo motivo de legítima felicidad contar con una juventud identificada con los valores éticos y los principios de justicia social, que está preparada en todos los sentidos, inclusive militarmente, para defender y mantener en alto las banderas de la Revolución y el Socialismo.
Ciertamente quienes tuvimos el honor de acompañar a Fidel en los inicios de la gesta revolucionaria y en la lucha insurreccional contra la tiranía, hemos tenido el privilegio, junto al pueblo heroico, de ver con nuestros propios ojos la obra consolidada de la Revolución; sin embargo la mayor satisfacción es la tranquilidad y serena confianza que sentimos al ir entregando a las nuevas generaciones la responsabilidad de continuar construyendo el socialismo y con ello asegurar la independencia y la soberanía nacional.
Lo hacemos teniendo definido por el Congreso del Partido el rumbo para actualizar el modelo económico cubano y alcanzar una sociedad socialista próspera y sostenible, una sociedad menos igualitaria, pero más justa, principios estos que sirven de fundamento para la conformación del programa de desarrollo hasta el año 2030, en fase de elaboración.
Ello será posible porque los Lineamientos de la Política Económica y Social son fruto, en primer lugar, de los amplios y democráticos intercambios con el pueblo, que los hizo suyos, reformulándose el 68 por ciento de la propuesta inicial como resultado de la consulta popular.
De la misma forma fueron respaldados por el Parlamento, en cuyas sesiones ordinarias se rinde cuenta, dos veces al año, sobre la marcha del plan de la economía y del proceso de implementación de los citados lineamientos.
Similar análisis se efectúa sistemáticamente en los plenos del Comité Central y de los comités provinciales y municipales del Partido, con la participación de dirigentes administrativos locales.
Estos métodos de consulta directa con la población que se han desarrollado en más de 50 años del proceso revolucionario y que proseguirán perfeccionándose antes, durante y después de adoptar las decisiones más trascendentales para el futuro del país, constituyen un factor adicional para la tranquilidad y esperanza hacia el futuro que experimentamos los integrantes de la dirección histórica de la Revolución, ya que además de fortalecer de manera permanente la unidad y apoyo del pueblo, garantizará rectificar oportunamente los errores que podamos cometer.
En Cuba nunca a nadie se le permitirá soslayar que tal y como expresa la Constitución en su artículo No. 3,cito: “la soberanía reside en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado”.
En virtud de ello, previo a la celebración de los futuros congresos del Partido, deberá llevarse a cabo un proceso de consulta popular, cada vez más profundo y organizado, de modo que el Programa actualizado de la Revolución que se apruebe refleje siempre, en todos los asuntos vitales de la sociedad, la opinión de la población.
A aquellos que dentro o fuera del país, con buenas o malas intenciones, nos alientan a ir más rápido, les decimos que continuaremos sin prisa, pero sin pausa, con los pies y los oídos bien pegados a la tierra, sin terapias de choque contra el pueblo y sin dejar a ningún ciudadano desamparado, superando la barrera del inmovilismo y la mentalidad obsoleta en favor de desatar los nudos que frenan el desarrollo de las fuerzas productivas, o sea, el avance de la economía, como cimiento imprescindible para afianzar, entre otras esferas, los logros sociales de la Revolución en la educación, la salud pública, la cultura y el deporte, que debieran ser derechos humanos fundamentales y no un negocio particular.
Al mismo tiempo, nos proponemos mantener el enfrentamiento a las indisciplinas e ilegalidades de todo tipo, incluyendo el combate a las manifestaciones de corrupción que atentan contra las bases mismas  de nuestro sistema social, partiendo de que sin la conformación de un ambiente de ORDEN, DISCIPLINA Y EXIGENCIA en la sociedad, cualquier resultado será efímero. En la reunión de este Parlamento, en la primera quincena del mes de julio, trataremos a profundidad este bochornoso asunto de las indisciplinas e ilegalidades.
Pasando a temas de carácter internacional, no puedo dejar de mencionar que el pasado 28 de enero, en el 160 aniversario del natalicio de José Martí, Cuba asumió la Presidencia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y tendrá la responsabilidad de organizar en nuestro país su próxima Cumbre en el año 2014.
Este es un hecho de particular relevancia que reivindica la lucha del pueblo cubano por su soberanía y autodeterminación, demuestra cuánto han avanzado América Latina y el Caribe hacia la definitiva independencia y expone el aislamiento y fracaso de la política de bloqueo económico y mediático de  Estados Unidos contra nuestra nación.
La Presidencia Cubana de la CELAC actuará con prudencia y determinación para potenciar lo que nos une en el camino común de paz, desarrollo, justicia social, democracia con participación verdadera del pueblo, garantía para el ejercicio de TODOS los derechos humanos por TODAS las personas, soberanía sobre los recursos naturales y disminución de la desigualdad social y la pobreza.
Tendremos que cuidar nuestra unidad dentro de la diversidad e impedir que se nos divida. Sabemos que la consolidación de esta organización enfrentará recios obstáculos, derivados del injusto e insostenible orden internacional, la crisis económica global, la agresiva política de la OTAN, las amenazas y consecuencias de sus guerras no convencionales y el intento de un nuevo reparto del mundo; la existencia de enormes arsenales nucleares y novedosas armas, así como el cambio climático.
La inequidad en la distribución de la riqueza en el continente es la principal debilidad y a la vez el mayor desafío que enfrentamos. En la América Nuestra con más unidad, integración y justicia social, nada podrá detenernos.
Aprovecho la ocasión para reiterar, en nombre de esta Asamblea y del pueblo cubano, la felicitación al Presidente Rafael Correa y la Revolución Ciudadana, que él encabeza, por su resonante victoria electoral el pasado domingo.
Llegue al Presidente Hugo Chávez Frías el abrazo fraternal y deseos de recuperación de su salud. A la Revolución Bolivariana, al pueblo venezolano y a sus dirigentes ratificamos toda la solidaridad de esta Asamblea Nacional y de nuestros compatriotas.
A más de un mes de su entrada en vigor, las nuevas regulaciones migratorias están en completa aplicación sin contratiempos, con una favorable acogida por parte de la población y la abrumadora mayoría de la emigración cubana.
Proseguiremos demandando la liberación y el regreso a la Patria de nuestros Cinco Héroes, a quienes trasmitimos el fraterno saludo, reconocimiento y compromiso de este Parlamento y de todo el pueblo.
Para terminar mis palabras y sobre todo pensando en el porvenir de la Patria, creo que la mejor manera de hacerlo es con la brillante definición del concepto Revolución formulado por su Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, el 1º de mayo del año 2000 en la Plaza de la Revolución, cito:
“Revolución es sentido del momento histórico;
es cambiar todo lo que debe ser cambiado;
es igualdad y libertad plenas;
es ser tratado y tratar a los demás como seres humanos;
es emanciparnos por nosotros mismos y con nuestros propios esfuerzos;
es desafiar poderosas fuerzas dominantes dentro y fuera del ámbito social y nacional;
es defender valores en los que se cree al precio de cualquier sacrificio;
es modestia, desinterés, altruismo, solidaridad y heroísmo;
es luchar con audacia, inteligencia y realismo;
es no mentir jamás ni violar principios éticos;
es convicción profunda de que no existe fuerza en el mundo capaz de aplastar la fuerza de la verdad y las ideas.
Revolución es unidad, es independencia,
es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo” (fin de la cita).
¡Que esta magistral definición sirva para siempre de guía a todas las generaciones de patriotas y revolucionarios cubanos!
Muchas gracias.

Intervención del líder histórico de la Revolución Cubana, Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, durante la Sesión de Constitución de la VIII Legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular.

Queridos compañeros:
Agradezco profundamente el noble gesto del pueblo al elegirme como diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba.
No será mucho el tiempo que ocupe en la intervención de hoy, ni tampoco el espacio de este honroso escaño como diputado, y no por falta de voluntad, sino por imperativo de la naturaleza.
Jamás pensé que mi existencia se prolongara tanto, y que el enemigo fuera suficientemente torpe en su odioso oficio de eliminar adversarios decididos a luchar.
En esa desigual lucha, nuestro pueblo demostró su asombrosa capacidad de resistir y de vencer. ¡Sí, porque cada año de resistencia entre 1959 y 2013 fue una victoria que nuestro pequeño país tiene derecho a proclamar!
No luchamos por gloria ni honores; luchamos por ideas que consideramos justas, a las que, como herederos de una larga lista de ejemplos, millones de cubanos han consagrado su juventud y su vida. Una cifra lo expresa todo: a ochocientas mil personas se eleva el número de los cubanos que han cumplido abnegadas misiones internacionalistas. Si al triunfo de la Revolución en el año 1959 no llegábamos a 7 millones de habitantes, se puede medir el significado de tales esfuerzos.
Esto sin embargo no lo expresa todo. En octubre de 1962, la nación estuvo a punto de convertirse en campo de batalla nuclear. Un año y medio antes, en abril de 1961, una expedición mercenaria entrenada, armada y escoltada por la Marina de Estados Unidos, desembarcó en Bahía de Cochinos y estuvo a punto de provocar una sangrienta guerra que habría costado a los invasores norteamericanos cientos de miles de vidas —lo afirmo sin exageración— y a nuestro país, destrucción y pérdidas humanas realmente incalculables.
Poseíamos entonces alrededor de cuatrocientas mil armas y sabíamos como usarlas. En menos de 72 horas el fulminante contraataque revolucionario evitó aquella tragedia, tanto a Cuba, como al pueblo de Estados Unidos.
Fuimos víctimas de la “guerra sucia” durante mucho tiempo, y 25 años después de la Crisis de Octubre, tropas internacionalistas defendían Angola de los invasores racistas sudafricanos, provistos ya en esa época de varias armas nucleares con tecnología y partes esenciales suministradas por Israel con la aprobación de Estados Unidos. En aquella ocasión la victoria de Cuito Cuanavale, y el posterior avance resuelto y audaz de las fuerzas cubanas y angolanas, equipadas con los medios aéreos, antiaéreos y la organización adecuada para liberar territorios todavía ocupados por los invasores, disuadieron a Sudáfrica, de que no le quedaba otra alternativa que abandonar sus ambiciones nucleares y sentarse en la mesa de negociaciones: El odioso sistema racista dejó de existir.
Entre todos hemos llevado a cabo la modesta proeza de una Revolución profunda que, partiendo de cero, nuestro pueblo fue capaz de realizar. A los primeros núcleos revolucionarios se fueron sumando otros. Nos unía el deseo de luchar y el dolor por la tragedia del país ante el golpe brutal. Mientras unos tenían esperanzas en un futuro al que veían todavía muy lejano, otros meditábamos ya en la necesidad de dar un salto en la historia.
Entre el golpe de Estado del 10 de Marzo de 1952 y el 1º de Enero de 1959 transcurrieron solo 6 años y 296 días; por primera vez, en nuestra Patria, el poder había quedado totalmente en manos del pueblo. La batalla comenzó entonces contra la ignorancia política y los principios antisocialistas que el imperio y la burguesía habían sembrado en nuestro país. La lucha de clases desatada a pocas millas de la sede del imperio fue la escuela política más eficiente que ha tenido nunca un país; hablo de una escuela que abrió sus puertas hace más de 50 años. Hombres y mujeres, desde los pioneros hasta las personas que posean muchos más años, hemos sido alumnos de esa escuela.
Sin embargo la gran batalla que, de acuerdo a lo que me contaba Raúl hace unos días, se impone, es la necesidad de una lucha enérgica y sin tregua contra los malos hábitos y los errores que en las más diversas esferas cometen diariamente muchos ciudadanos, incluso militantes. La humanidad ha entrado en una etapa única de su historia. Los últimos decenios no guardan relación alguna con los miles de siglos que la precedieron.
En el año 2011 la población mundial arribó a 7 mil millones de habitantes, lo que constituye una cifra alarmante. En solo dos siglos la población del mundo se multiplicó por siete, alcanzando un ritmo de necesidades alimentarias vitales que la ciencia, la tecnología y los recursos naturales del planeta están muy lejos de lograr.
Pueden hacerse decenas de cálculos, hablar de Malthus o del Arca de Noé, basta saber lo que es un gramo y lo que produce una hectárea de cualquier alimento y sacar sus conclusiones.
Tal vez el Primer Ministro inglés o el presidente Obama sepan la respuesta que prolongue unos días más la vida humana, la multiplicación de los panes y los peces, y las palabras mágicas para persuadir a los africanos, los habitantes de la India, América latina y todos los países del Tercer Mundo, que no tengan hijos.
Hace dos días una agencia internacional recordaba que un multimillonario estadounidense, Dennis Tito, había gastado 20 millones de dólares para pagar su viaje a la Estación Espacial Internacional, donde permaneció varios días en el año 2001.
Ahora Tito, que parece ser de verdad un fanático de la exploración espacial, estaba discutiendo los detalles para incursionar al planeta Marte. El viaje durará 501 días. ¡Eso sí es disfrutar la plusvalía! Mientras los polos se derriten velozmente, el nivel de los mares sube por el cambio climático, inundando grandes áreas en unas pocas decenas de años, todo lo cual supone que no habrá guerras y las sofisticadas armas que se están produciendo a ritmo acelerado no se usarán nunca. ¿Quién los entiende?
Concluyo para cumplir mi promesa de ser breve en estas palabras de saludo a nuestra Asamblea Nacional.
En el 118 Aniversario del Grito de Baire y el 160 del nacimiento de nuestro Héroe Nacional, me complace rendir tributo al revolucionario, antiimperialista y bolivariano que sembró en nuestros jóvenes las primeras semillas del deber.
¡Muchas gracias!

jueves, 21 de febrero de 2013

"Buscando visa para un sueño"

Por Fernando Ravsberg

Contra sus propios pronósticos Yoani Sánchez, Eliecer Ávila y la hija de Osvaldo Payá salieron de Cuba beneficiándose de la reforma migratoria que abrió las puertas de la isla, tras 50 años de trámites extremadamente engorrosos y caros.

Incluso cuando se le informó que tendría su pasaporte, la bloguera insistió en que no lo creería hasta que no lo viera. Debe estar más convencida ahora que se encuentra en Brasil, donde iniciará una gira de 80 días (¿la vuelta al mundo?) por una decena de países.
Sus contrapartes, los blogueros pro gubernamentales, iniciaron una serie de críticas burlescas contra estos viajes de la disidencia. En sus post aparecen caricaturas de Eliecer vestido de vikingo, como si visitar Suecia implicara algún tipo de traición a la patria.
Parecería que hay una descoordinación entre las autoridades de gobierno y sus publicistas. Mientras unos entregan los pasaportes a los disidentes para que puedan viajar a donde les plazca, otros pretenden ridiculizarlos por ejercer su derecho a salir del país.
El tema llegó a Facebook, donde Lenier González, de la Revista Espacio Laical, recordaba que incluso a los enemigos hay que tratarlos con ética y la profesora de periodismo Elaine Díaz sentenciaba, en broma muy cubana, que "el respeto al viaje ajeno es la paz".
No tiene nada de cuestionable que un opositor salga a recorrer mundo, creo que incluso puede llegar a ser positivo. Le permitirá observar otras sociedades y contextualizar su propia realidad, lo cual es una de las carencias de la oposición cubana.
De hecho, ya la bloguera Yoani Sánchez empezó a cambiar su discurso. Reclamó en Brasil el cese del Embargo Económico de Washington contra Cuba, exigió el cierre de la base militar estadounidense en Guantánamo y solicitó la liberación de los 5 agentes cubanos presos en EEUU.
Lo que sí resulta curioso es la facilidad y la rapidez con que estos disidentes logran sus visados en comparación con las trabas que le ponen las embajadas al resto de los ciudadanos cubanos, mucho más duras desde que La Habana abrió las puertas migratorias.
Y no es que consigan el visado de un país, es que en un mes tienen el permiso para entrar en una decena de naciones. Eso cuando me consta que muchos diplomáticos recibieron órdenes de ser más estrictos con las autorizaciones de viajes para los cubanos.
Cualquiera que haya pasado por las embajadas en La Habana en busca de una visa sabe que los trámites ahora resultan extremadamente engorrosos y caros, como paradójicamente, lo eran los de la dirección de migración de Cuba antes de la reforma.
La vida se ha complicado desde la apertura, España pide demostrar que se tienen miles de euros en un banco, México exige el estado de cuenta de la empresa en la que trabajas y Ecuador no demanda visa pero reinventó su Carta de Invitación.
Quito exige que un ciudadano ecuatoriano jure ante notario que mantendrá económicamente al viajero, demostrando que tiene solvencia. Además solo podrá invitar a un cubano cada 12 meses, así que si quiere recibir a una pareja tendrán que venir separados y con un año de por
medio.
Verdaderamente, los países que tanto reclamaron la libertad de viaje de los cubanos deberían colaborar ahora a que el ciudadano puede ejercer ese derecho. No se trata de que se les nieguen las visas a los disidentes sino de que también se las otorguen al resto.
La "comunidad internacional" debería decretar un año de gracia para que todos los cubanos que quieran obtengan sus visados. En el terreno migratorio ya Cuba se abrió al mundo, ahora solo falta que el mundo se abra a Cuba, tal y como propuso el Papa Juan Pablo II.
Entre todos EE.UU. es el país que tiene el mayor compromiso moral porque es el que más criticó las restricciones migratorias cubanas. Podría dar el ejemplo y entregar visados a todos aquellos que quieran visitar a los familiares que habitan en su territorio.
Pero lo cierto es que la ilusión de los cubanos se desinfla cada vez que llaman a un consulado preguntando por los requisitos necesarios para obtener un visado. Por primera vez comprenden que tras el muro que acaba de caer había uno mucho mayor.

Tomado de: http://www.bbc.co.uk/blogs/mundo/cartas_desde_cuba/2013/02/buscando_visa_para_un_sueno.html

lunes, 18 de febrero de 2013

Un 18 de febrero, como hoy


Hoy, 18 de febrero de 2013, hace 45 años de que Noel Nicola, Pablo Milanés y yo hicimos nuestro primer concierto en la sala Che Guevara de Casa de las Américas. Fue Pablo quien me comunicó que esa importante institución nos lo solicitaba. Nunca me quedó claro quién se lo dijo a él.

En el verano anterior la Casa de las Américas había patrocinado un encuentro internacional de cantores y había quedado inaugurado un Centro de la Canción Protesta. El pretexto de nuestra presentación era darle continuidad a aquel departamento que, dentro de la dirección de Música, dirigía la norteamericana Estela Bravo.

La idea inicial fue que lo hiciéramos Pablo y yo, pero entre los dos teníamos muy pocas canciones que pudieran considerarse “de protesta”. Sin embargo yo acababa de conocer a Noel Nicola, sabía que él también había escrito algunas canciones de ese tipo, y propuse sumarlo.  Después vimos que ni los tres juntos teníamos las suficientes para completar al menos una hora. Por eso nuestro repertorio acabó siendo el habitual: muchas canciones de amor, alguna que otra “filosófica” y unas pocas con contenidos explícitamente políticos. La suerte fue que en el público estaban Vicente Feliú, Martín Rojas, Eduardo Ramos y Belinda Romeu, y entre todos sí que pudimos armar algo parecido a un concierto de “canciones de contenido”, que era como se les decía por entonces.

De los tres concertantes, Pablo Milanés era el único que contaba con cierta trayectoria reconocible, por haber integrado un par de agrupaciones vocales y tener algunas canciones muy celebradas en el ambiente musical. Noel Nicola, hijo de Isaac Nicola --el más prestigioso maestro de la guitarra en Cuba--, era, sin embargo, autodidacta. Yo sólo era un muchachito salido del Servicio Militar, que había sido presentador de un programa de televisión desaparecido.

No tengo noticias de que nuestro concierto haya quedado registrado. Mucho menos filmado, aunque no dudo que alguna cámara del Noticiero ICAIC tomara imágenes. Por ahí hay una foto en que los tres nos vemos juntos y muy jóvenes, en Casa de las Américas. Pudo ser de aquella noche, pero también de muchas otras parecidas que a partir de entonces sucedieron.

Nadie se engañe: no éramos muy importantes; apenas unos jóvenes autores que aparecían entre contradicciones más o menos sonadas. Pablo había estado en las UMAP; a mi me habían botado del ICR. Éramos bebedores, fumadores, adictos a tocar guitarras y chicas inolvidables.

Sólo unos días antes yo había entrado a la Casa de las Américas por primera vez y había estrechado la mano de Haydee Santamaría, la heroína del Moncada. Adita, su hermana, todavía trabajaba allí, bajo una enorme foto del Che que tiempo después me regaló --y todavía conservo. Aún no conocía a Aida, otra amiga en la eternidad.

Nos faltaba mucho por hacer, no sabíamos cuánto, pero lo presentíamos. Ser invitados a cantar en Casa de las Américas fue una señal de que el porvenir podía ser mejor de lo que parecía.

Fue un 18 de febrero, como hoy.