Por Juan Triana Cordoví
Estamos a mediados del tercer mes de 2025. Todo parece indicar que este año no podremos enrumbar hacia una senda de crecimiento positivo. Parece lejana la llegada a una tasa que nos permita salir de los números rojos en los que la economía nacional ha estado sumergida durante los últimos tres años.
Es paradójico, pero siendo el nuestro un país tropical, hemos dependido siempre del invierno para casi todas nuestras cosechas, desde la caña de azúcar hasta los turistas. Desde la papa, orgánica o no, hasta la lechuga, las cebollas, los ajos y los tomates, que por cierto han bajado un poquito de precio.
Los aguacates y mangos que nos comeremos en la primavera y el verano también dependen del invierno, porque su floración está condicionada por las temperaturas y los vientos de marzo. Nuestra economía sigue siendo una economía con fuerte estacionalidad y por eso estos meses iniciales son decisivos para el resultado anual.
Aunque es relativamente temprano para contrastar resultados con metas, creo que vale hacerlo allí donde sea posible.
Según el informe del ministro de economía en diciembre, para 2025 se pronosticaba un crecimiento del 1% del PIB, sustentado “principalmente en las proyecciones de recuperación del turismo y de los ingresos de los principales rubros exportables”.
Ese plan de ingresos se basa en alcanzar exportaciones de bienes por 2 8679 millones. Níquel más cobalto, concentrado de plomo y zinc, tabaco y ron, deben ser los mayores exportadores.
Las mejores noticias provienen del tabaco, donde las exportaciones alcanzaron más de 800 millones este año —aunque no todo es para nuestro país, dado que existe una empresa mixta que se queda con una parte de esos ingresos.
Los precios del níquel muestran cierta estabilidad en estos primeros tres meses del año con un repunte al alza en marzo que lo lleva hasta los 16 600 USD/ton, que al parecer se mantendrá hasta finales de año.
No es público el precio al que se estimó el plan de ingresos. Atendiendo a lo anterior, lo decisivo estará en la capacidad interna para alcanzar los volúmenes de producción que se planificaron, afectados, según el propio informe de Sherrit International, por los cortes de electricidad.
Mientras, el cobalto en estos primeros tres meses ronda los 25 mil USD/ton precio, que parece bastante estable para todo el año. Nuevamente serán las restricciones en la producción las que puedan pesar más, atendiendo a las dificultades anteriormente planteadas.
La exportación de 30 mil toneladas de azúcar dependerá del comportamiento de la zafra. Se planificaron para moler 14 fábricas, pero en enero se había incorporado menos de la mitad. Esas ocho fábricas que se incorporaron tardíamente representan el 75 % de la producción planeada. La zafra deberá enfrentar también problemas de financiamiento, pues según declaraciones de un funcionario del grupo Azcuba solo se cuenta con el 10 % del financiamiento necesario.
El contrato No. 11 de Nueva York muestra precios alrededor de los 20 centavos de USD por libra, esto es, más de 400 USD la tonelada.
A pesar de los hechos y de que Trump hará todo lo que esté en sus manos para golpearnos allí donde más daño nos haga, nos empeñamos en el turismo. Lo que dicen los hechos de estos dos meses es que:
- El turismo tenía un plan de arribos de 2,6 millones para este 2025. El reporte de la ONEI de los dos primeros meses de este año confirma lo siguiente: “En el mes de enero se recibieron 264 492 viajeros, que representa el 84.1 % respecto a igual período del 2024, lo que equivale a 49 852 viajeros menos. Se han recibido 196 004 visitantes internacionales en el mes de enero, que representa el 75.4 %, es decir, 63 815 visitantes internacionales menos que en el mismo período del año anterior”.
- En los ingresos aeroportuarios, las compañías aéreas han reducido sus vuelos y/o los han cancelado.
- Los servicios médicos siguen siendo el grueso de nuestros posibles ingresos por exportaciones de servicios; el plan previsto contemplaba ingresos por 5 484.3 millones. Es probablemente el más seguro de todos los ingresos. Sin embargo, el último ataque de Marco Rubio a este sector, con el que se amenaza quitar las visas a Estados Unidos a los funcionarios de aquellos países que favorezcan o hayan favorecido el programa cubano de exportación de servicios médicos, puede hacer peligrar esa cifra.
Entonces, si el crecimiento del PIB depende de los ingresos por exportaciones, deberíamos concluir que existen posibilidades reales de que no alcancemos el 1 % pronosticado. Lo otro sería preguntarnos hasta dónde las exportaciones impactan/jalan el producto interno de nuestro país. Y eso es un tema estructural que conduce a algunas preguntas:
1- ¿Hasta dónde la producción de níquel y su dinámica impactan en el resto de los sectores de la economía nacional? ¿Cuántas de nuestras miles de empresas estatales producen algún insumo para nuestra industria del níquel? Y aguas abajo, ¿cuánto de nuestro mineral de níquel y cobalto se utiliza por algunas empresas nacionales? ¿Se han creado “encadenamientos productivos” en torno a uno de los recursos de los cuales somos productores mundiales importantes y del que además tenemos reservas que figuran entre las primeras diez del mundo?
2- Prácticamente lo mismo puede preguntarse de nuestra reducida y maltrecha industria azucarera, que en su momento fuera el sistema industrial más poderoso del país. ¿Hasta dónde esos catorce centrales pueden jalar a una parte significativa de la industria y la agricultura e impactar decisivamente en el crecimiento?
3- Igual ocurre con el turismo. Lamentablemente, no existen datos públicos del peso de las importaciones del turismo en sus insumos totales, tanto en inversiones como en la operativa diaria. La “locomotora” turística está desde hace tiempo desenganchada del resto de los carros de la economía nacional; su efecto multiplicador es mínimo. Creo que es evidente que los paneles de vidrio que recubren hoy la torre de la calle K no fueron producidos por ningún grupo industrial cubano.
4- Nuestras exportaciones de servicios médicos, la más importante “industria exportadora” de Cuba, tienen, por su modalidad operativa, muy poco efecto sobre el resto de la economía. Se han hecho esfuerzos, pero se han desaprovechado por años las ventajas que esa “industria” tiene, todas debido a la política educacional y de formación profesional que la Revolución Cubana implementó desde sus días iniciales.
Nuestros médicos tienen prestigio sobrado y algunos de sus procedimientos y tratamientos son competitivos en la región. Pero siguen recibiendo incentivos negativos mientras miramos pasivamente cómo crecen las clínicas privadas en el extranjero dirigidas por médicos cubanos que han emigrado.
Desde esa otra perspectiva que tiene que ver con la estructura de nuestra economía, la estructura de las exportaciones y su impacto en el crecimiento tampoco parece esperar ese impulso que nos saque del estancamiento económico. Es parte de esa debilidad estructural de nuestra economía, que aspiramos a corregir cuando identificamos un grupo de ejes estratégicos dentro de los cuales la transformación productiva ocupaba un lugar especial.
En octubre de 2024, la CEPAL presentó su estudio “América Latina y el Caribe ante las trampas del Desarrollo. Transformaciones indispensables y como gestionarlas”. El análisis Identificó tres trampas.1
1) una trampa de baja capacidad para crecer; 2) una trampa de alta desigualdad, baja movilidad social y débil cohesión social, y 3) una trampa de baja capacidad institucional y de gobernanza poco efectiva.
Los hechos de estos últimos diez años permiten afirmar, lamentablemente, que nuestro país comparte esas mismas trampas, aun cuando existen diferencias en las causas que las producen.
Se afirma además en ese documento que esas tres trampas están asociadas a brechas estructurales, las cuales listo:
Brechas asociadas a la baja capacidad para crecer:
i) Bajo crecimiento de la productividad,
ii) Baja inversión y
iii) Calidad insuficiente de los recursos humanos.
Hoy compartimos las tres, porque incluso en cuanto a la calidad insuficiente de los recursos humanos, una ventaja adquirida desde hace mucho, nuestro país experimenta un proceso intenso de drenaje de esos recursos.
Brechas asociadas a la alta desigualdad, baja movilidad social y débil cohesión social:
i) El bajo crecimiento,
ii) Los sistemas fiscales regresivos,
iii) Las políticas sociales y de protección social débiles, que no reducen los efectos de la desigualdad arraigada en lo productivo,
iv) Los sistemas educativos con serias debilidades,
v) La desigualdad de género y
vi) Las altas desigualdades y segregación espacial en las zonas urbanas.
Brechas asociadas a la baja capacidad institucional y de gobernanza poco efectiva:
i) Baja eficiencia administrativa,
ii) Una calidad burocrática deficiente,
iii) Una administración pública de baja calidad,
iv) Bajas capacidades de planificación de largo plazo y prospectiva y
v) Deficiencias en las cualidades weberianas, como la contratación a través de procesos meritocráticos, la estabilidad en el empleo, y la profesionalización.
Es probable que no las padezcamos todas, ni que cada una tenga la misma relevancia para nuestro caso. Un examen detenido y documentado para Cuba merece más tiempo y espacio que este artículo, porque evidente no se trata de atender enfermedades, sino de sanar al enfermo.
Solo lo he traído a colación porque nos acerca a un tema que merecería mucho más tiempo en nuestros debates, discursos e informes: el del desarrollo económico y social de nuestro país. Propósito al que se le dedicó mucho esfuerzo años atrás y que hoy parece relegado/olvidado/congelado. Y porque una parte de lo que hace falta para sanar ya se escribió y está contenida en esos ejes estratégicos del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social. Y porque cazando distorsiones no necesariamente se avanza hacia el desarrollo.
Nota:
El concepto de trampa del desarrollo no se refiere solamente a tendencias negativas, ya sea de mediano o largo plazo, sino a la existencia de círculos viciosos que se refuerzan mutuamente y limitan la capacidad de avanzar hacia mayores niveles de desarrollo.
https://oncubanews.com/opinion/columnas/contrapesos/de-las-distorsiones-y-el-desarrollo/
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¿QUIÉN ES EL ENEMIGO DE LA HUMANIDAD?
Por Eliane Brum
La palabra más importante de la primera carta al mundo del presidente de la COP30 es la que no está. El embajador brasileño André Corrêa do Lago ha hecho un doble mortal carpado de diplomacia y ha conseguido la proeza de no mencionar la palabra “petróleo”, el nombre del gigantesco jaguar en la habitación, en las 11 páginas (!) publicadas el 10 de marzo. No es fácil presidir una Cumbre del Clima en un país donde Lula da Silva quiere, a la vez, ser considerado un líder ecológico mundial y abrir un nuevo frente de explotación de petróleo en la Amazonia, como si existiera un planeta en el que ambas cosas fueran compatibles. Los “combustibles fósiles” se mencionan una única vez, solo para señalar la necesidad de una transición energética, en una frase protocolaria. La mayor parte del texto insta a un “esfuerzo global” contra el cambio climático, presentado como el “enemigo común” de la humanidad.
Escrita para inspirar, la carta ha asustado a los movimientos de la sociedad civil no por lo que dice, sino por lo que no dice. La palabra “palanca” y sus derivados se utilizan 17 veces, basándose en la frase del físico y matemático griego Arquímedes: “Dadme una palanca lo suficientemente larga y un punto de apoyo, y moveré el mundo”. La COP30, que se celebrará en noviembre por primera vez en la Amazonia, en la ciudad de Belém do Pará, sería el punto de apoyo. Los “líderes y partes interesadas de todos los sectores de la sociedad” servirían de palanca.
El problema no es (solo) citar a un griego que nació en el año 282 antes de nuestra era en lugar de a uno de los grandes pensadores amazónicos, representantes de los pueblos originarios, que tiene frases antológicas sobre la “venganza de la Tierra”. Eso ya marcaría la diferencia de celebrar una cumbre sobre el clima en la mayor selva tropical del mundo y valorar a quienes la protegen con su propio cuerpo, a menudo a costa de su vida. Sin embargo, es mucho más preocupante la omisión casi total de lo que debería ser central en una carta que pretende mover los corazones y las mentes del mundo: el fin de los combustibles fósiles. Más grave aún es el ejercicio retórico que pone el cambio climático como el gran “enemigo común” que combatir.
Es muy fácil y conveniente poner el cambio climático como el gran villano que combatir. Como si fuera una entidad autónoma, con voluntad propia, una especie de monstruo mitológico, y no un fenómeno causado por las decisiones y acciones de personas. Y no cualquier persona, sino un grupo muy reducido de multimillonarios, accionistas mayoritarios de las corporaciones de combustibles fósiles, responsables de más del 70% de los gases que producen el calentamiento global, así como gobernantes y parlamentarios que se ponen a su servicio. Un estudio de Carbon Majors, una base de datos que analiza las emisiones de las petroleras, mostró que las 36 mayores empresas fueron responsables de casi la mitad de estas emisiones en 2023. Petrobras, la petrolera estatal brasileña, que presiona para abrir un nuevo frente de explotación de petróleo en la Amazonia, es una de ellas, con 412 millones de toneladas de dióxido de carbono emitidas ese año.
¿Quién es el enemigo... ? (2 y fin)
Sin identificar claramente quiénes son los principales villanos que amenazan la vida de la mayoría de las especies del planeta, incluida la humana, es difícil mover algo. Al optar por desplazar el enemigo de la minoría depredadora (la causadora) al cambio climático (el efecto de las acciones de este puñado de humanos), se producen otras omisiones graves. Como la que señala Geledés, una de las organizaciones antirracistas más antiguas e importantes de Brasil, que se ha manifestado con contundencia sobre la falta de reconocimiento del racismo medioambiental en la carta de la presidencia de la COP que se celebrará en un país donde el 56% de la población se declara negra.
Al crear una “humanidad” unida contra el cambio climático, la carta al mundo borra la desigualdad de raza, género, clase y especie. Sin este reconocimiento inequívoco, no hay manera de enfrentarse a nada. El embajador afirma que “cambiaremos por elección o por catástrofe”. Es imperioso que la presidencia de la COP30 entienda que la diplomacia también debe cambiar cuando la vida se ve amenazada por una minoría humana depredadora. La diplomacia del no decir pertenece a un mundo que ya no existe. Ahora tenemos que pronunciar todas las palabras clave y nombrar a los responsables. No tenemos tiempo para charletas de salón.
https://elpais.com/opinion/2025-03-19/quien-es-el-enemigo-de-la-humanidad.html
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