martes, 20 de febrero de 2024

Entrevista a Maggie Mateo*

Por Isabel Alfonso

El pasado 19 de diciembre, fecha del natalicio de José Lezama Lima, nos encontramos en el Centro Dulce María Loynaz en un evento organizado por el poeta Ricardo Alberto Pérez para reconocer tu trabajo como crítica y novelista. ¿Qué evoca en ti el hecho de que se haya escogido esta fecha para tal propósito?

‒ Fue un regalo muy especial el que me hizo Richard al escoger precisamente esa fecha. Una delicadeza de poeta. Mi relación con Lezama es entrañable, algo que va mucho más allá de lo que he escrito sobre su obra. Es uno de esos monstruos inagotables, que siempre me dice algo nuevo. Paradiso sería uno de los libros que llevaría conmigo a la isla desierta. También Oppiano Licario y sus ensayos. Siempre tendría algo diferente que leer, algún deslumbramiento ante un sentido oculto, inadvertido en lecturas previas. Evocar, lo que se dice evocar, evoco las madrugadas, los días y las noches de lectura de su obra para mi doctorado, las mañanas ‒delirantes y no‒ en que, junto al incienso y los versos de «Noche insular, jardines invisibles», tallados en mármol sobre su tumba, busqué la fuerza y la paz interior que tanto necesitaba. Evoqué su desgarrador recuento de todo cuanto hemos perdido en «Paralelos» ‒desde las cenizas de Heredia hasta manuscritos de Martí; desde las frutas pintadas por Rubalcava hasta los cuadros de Juana Borrero‒, y pensé con tristeza cómo a su repaso de pérdidas se han ido sumando tantas otras que harían palidecer su prodigiosa imaginación. Empezando por su propia obra, es decir, buena parte de su papelería, sustraída de la Biblioteca Nacional o antes de llegar a esta. También los fondos de los archivos de diferentes instituciones, por no hablar de las cintas descompuestas, derretidas en las bóvedas del Icaic; las obras de arte partiendo por mar o burlando las leyes de aduana, las esculturas desaparecidas de los cementerios y, sobre todo, la ruina arquitectónica de las ciudades ‒incluidos teatros y salas de cine‒, todo cayendo, halado por una desidia y un deterioro que parecen indetenibles. Pensé en todo eso, pero casi como una autómata busqué en el librero Imagen y posibilidad, donde sabía que estaban las palabras que leí ese día sobre la emigración artística, que han recobrado una sobrecogedora actualidad.

En Ella escribía poscrítica exploras la posibilidad de un acercamiento menos rígido a los saberes literarios; de hacer espacio a las voces femeninas en un panorama mayoritariamente dominado por hombres; de prefigurar una imagen casi optimista y esperanzadora sobre la posmodernidad ‒en general y en el contexto cubano‒. ¿Qué ha pasado con estos sueños/aspiraciones tres décadas después? ¿Cómo repensar los contenidos de la poscrítica en el momento actual?

 El posmodernismo, en aquel momento y aquí, era como una mala palabra para quienes tenían un pensamiento dogmático y reticente a todo tipo de cambio: su sola mención podía ser asumida como una ofensa y provocar una respuesta agresiva, suspicaz. Muchas veces fueutilizado como adjetivo descalificador, tanto desde un punto de vista estético como ideológico. En la introducción que hice a la compilación El postmoderno, el postmodernismo y su crítica (2007), de Desiderio Navarro, doy una idea general de ese contexto al valorar la importancia de los artículos publicados por Criterios. En este ejercicio autorreflexivo al que conduce tu pregunta me hubiera gustado citar algunos párrafos de lo que escribí allí, pero puedo resumir diciéndote que mi mirada de entonces insistía en el proceso democratizador que implicaba el respeto a las diferencias y la recuperación de las voces marginadas, entre otras ideas puestas en circulación por una vertiente del pensamiento posmoderno. Recuerdo que en la performance que realizamos para la primera presentación del libro, rodeados por los murales-archivo que armaron Pedro de Jesús y Jorge Ángel Pérez, ya  travestida yo en Ínclita de Mamporro ‒las medallas por la Cultura y la Educación Cubanas como aretes, un turbante con flecos brillantes como peluca‒, las palabras de Pedro fueron más bien sombrías, pesimistas. Tres décadas después advierto con tristeza que su mirada estaba más en consonancia con lo que ha venido después. Muchos de esos sueños ‒y el espíritu que los animaba‒ se han ido desvaneciendo. Repensar los contenidos de la poscrítica desde el momento actual, y recordar el impulso que los sostenía, es muy duro ahora que reinan la desesperanza y el desconcierto ante una realidad que día a día se torna más hostil; ahora que, lejos de abrir espacios para el diálogo, las instituciones y los dirigentes se amurallan, excluyen, siguen censurando, mientras divulgan o promueven expresiones que no entran en contradicción con su política cultural cerrada, aunque esas obras sean, desde el punto de vista artístico, mediocres o, incluso, pésimas.

Desde los blancos manicomios es un libro de ficción con mucho de autobiográfico. Se lee/siente como una catarsis, como un exorcismo. ¿Fue así también el proceso de escritura? Háblanos de este.

 Sí. Fue un proceso doloroso, sobre todo en las partes relacionadas con la locura de la protagonista, su lenta recuperación de la lucidez, su difícil regreso al mundo cotidiano. Recordar, aunque fuera a través de la ficción, aquellos momentos fue una experiencia muy intensa y a veces devastadora. Ella escribía poscrítica se publicó en 1995. Poco después tuve mi primer episodio disociativo, cuando, entre otros delirios, fui al jardín de mi edificio a sembrar sprays de salbutamol vacíos para que crecieran árboles medicinales con esos frutos. Fue el primero de una lista de ingresos en hospitales siquiátricos. Pero, como dices, la novela fue también una especie de exorcismo, un acto de curación, un intento de expulsar ciertos demonios. De alguna manera la escritura salva. El libro fue concebido primero como un ensayo sobre la imagen de las islas en la poesía caribeña, pero poco a poco fueron apareciendo las partes de ficción. Al final fue una novela y no un ensayo lo que tuve entre las manos. No todo el proceso de escritura implicó un recorrido por zonas procelosas y turbulentas desde un punto de vista emocional. También me divertí muchísimo, sobre todo al narrar algunas peripecias de personajes como la Marquesa Roja o María Estela.

En el homenaje del 19 de diciembre leíste un fragmento del texto de Lezama «Señales. Emigración artística», donde el poeta expresa: «Sentimos todos los días que artistas  nuestros, que se ven obligados a bracear con las dificultades que entre nosotros apareja la búsqueda de la expresión, van a tierras extranjeras para ver en qué forma podrán resolver las exigencias del simple vivir, con el consecuente desarraigo y las esenciales dificultades con que tropieza el que se inserta en ajeno paisaje […] por no poder cumplir entre nosotros los más elementales modos del vivir cotidiano, de lo necesario perentorio, [el artista] se ve condenado a un destierro infructuoso […], a pasearse por paisajes que para él serán de alambre y de nieve forrada de algodón». También hablaste de la represión y censura experimentadas por muchos en la Cuba actual. Se sintió como un gesto de solidaridad, como un llamado de atención sobre la situación que atraviesan los artistas e intelectuales en Cuba, y, en general, el pueblo cubano. ¿Crees que estamos en un momento de agotamiento de paradigmas?

‒ Como dije ese día, a las consideraciones de Lezama sobre la emigración artística en 1947 habría que añadir otras que mencioné allí: el silenciamiento, la exclusión, la censura, el acoso, es decir, los límites puestos a la libertad de expresión, que es uno de los más preciados dones, de cualquier ser humano, no solo de un creador. No se trata solo de «no poder cumplir los más elementales modos del vivir cotidiano», lo cual es una durísima realidad para la mayoría de los cubanos que vivimos en la isla, sino también de esa asfixia creadora que impele a la fuga. Los escritores se van, se siguen yendo, ahora casi en estampida. Para poner solo un ejemplo que me es cercano: en 2017 el artista visual Yornel Martínez Elías llevó a cabo el proyecto «Lógicas para intervenir un archivo», que culminó con un libro en el cual participamos seis narradores: Ernesto Santana, Daniel Díaz Mantilla, Ahmel Echeverría, Raúl Flores Iriarte, Jamila Medina y yo. En estos momentos, solo estamos en Cuba dos: Raulito ‒eso creo, hace rato que no sé de él‒ y yo.
Lezama, en su texto, se refiere también a la indiferencia y la poca atención a la labor artística en su época. Eso cambió de manera radical después de 1959 a través de un proyecto que dedicó enormes recursos a elevar el nivel cultural de la población, empezando por la Campaña de Alfabetización, la fundación de escuelas en las zonas más intrincadas del país, la importancia concedida a la educación, el sistema de becas, la creación de instituciones culturales, bibliotecas, Casas de Cultura, publicaciones de libros, escuelas de arte, concursos, en fin, todo un proyecto de democratización de la cultura que abría múltiples posibilidades al desarrollo del talento aunque proviniera de los sitios más humildes y distantes. Algo muy diferente en el panorama cultural de la isla si se le compara con la época en que Lezama escribe su texto, cuando predominaba un enorme desinterés de los sucesivos gobiernos hacia el arte y la literatura, sobre todo, hacia la posibilidad de acceso a estos por parte de los más humildes.
Pero tú me preguntas específicamente sobre un agotamiento de paradigmas. Bueno, yo no sé para dónde mirar. El discurso oficial, repetido hasta la saciedad, se ha agotado. No solo se ha vaciado de sentido; también ha perdido, al menos para mí, toda credibilidad y vínculo con la realidad. Parece una burla muy cruel leer un cintillo de Granma que afirma «Nadie va a quedar desamparado, ni abandonado a su suerte» cuando día a día, a la vista de todos, crecen la miseria, el desamparo, el abandono y, sobre todo, las desigualdades sociales.

Tu texto «Otra vez sangrando por la herida…», sobre la novela de Mirta Yáñez Sangra por la herida es un ejercicio poscrítico que continúa el estilo de mezclar el análisis literario con valoraciones subjetivas, iniciado en Ella escribía poscrítica. Allí te refieres a «heridas más profundas y graves» que se superponen a «lesiones aún sangrantes» del pasado. Sin embargo, a diferencia de Ella escribía… (y salvando las distancias entre libro y artículo), donde el sujeto crítico-narrativo revolotea con optimismo y liviandad sobre los contenidos que aborda, en «Otra vez…» la voz crítica se siente cargada de angustia. Si en efecto es así, ¿a qué se debe esto? ¿Qué ha cambiado? ¿El sujeto de la poscrítica? ¿Su contexto?
¿Ambos?


‒ Ambos. El sujeto de la poscrítica, por mucho que ha intentado ver el mundo circundante a través de los lentes de John Lennon ‒como en un pasaje de mi novela‒, ha ido chocando una y otra vez con las mismas piedras, ahora convertidas en inamovibles peñascos. Hay imágenes de la pobreza que guardo desde la infancia y el tiempo no ha podido borrar. Fueron muchas, pero las más fuertes para mí tenían que ver con los de mi edad. No podía comprender, bajaba los ojos avergonzada por algo que no era mi culpa, pero que me hacía sentir muy desdichada. Los niños descalzos, en harapos y hambrientos pidiendo limosna en los portales de la Parroquia de la calle Línea, otros junto al ferry en la bahía de La Habana, zambulléndose para atrapar los nickels y los dimes lanzados desde lo alto por los turistas. El chofer acelerando el carro cuando dos niños negros cruzaban la calle para intentar expulsar de la ciudad esa morralla. Los niños de la arrocera camagüeyana de mi infancia tardía, desnutridos, con enormes barrigas parasitadas, sin saber leer. Yo del otro lado, a salvo de ese horror. Saliendo de misa, yendo de vacaciones a Miami Beach, montada en el Studebaker, bien alimentada, leyendo en dos lenguas. De alguna manera esas imágenes, con otra forma, están regresando. Y no es la miseria compartida: el sufrimiento de la mayoría alimenta el bienestar, los placeres y la vanidad de otros. Hace poco vi en Youtube la performance Mártires, de Lázaro Saavedra, realizada en Ecuador en 2018. Es una metáfora muy fuerte de lo que ha ido sucediendo. Siento que nos han dejado colgados de la brocha mientras pintábamos el techo. Se han llevado la escalera y nos hemos quedado en el aire, en picada acelerada hacia el suelo, por no decir hacia el abismo, aún con la brocha en la mano. A eso yo le llamo traición.

¿Hubieras podido concebir tu obra fuera de Cuba?

‒ Creo que no. Mi obra está demasiado vinculada a las vivencias que, para bien o para mal, he tenido en esta isla. Cuando viajo la nostalgia no me abandona, siento que parte de mi espíritu está ausente. Se ha quedado atrás esperando por mí. Antes, cuando se bajaba de los avionespor una escalerilla al aire libre, respiraba muy hondo en cuanto salía por la puerta. Recuperar ese olor inconfundible de la campiña cubana, que es tan fuerte en Rancho Boyeros, era como volver a ser yo. Para mí el mejor momento de un viaje siempre ha sido el regreso. Hace unos días, cuando entró un frente frío, mi nieta se asombraba del imponente espectáculo de las olas rompiendo en el muro del Malecón, alcanzando una altura descomunal, esparciendo el salitre por toda la costa. Para ella era una visión nueva, mágica y sobrecogedora. Yo recordé mi adolescencia con el grupo de 5.ta y B, el reto de tocar el muro entre una ola y otra, calculando el ritmo del mar, intentando ser más veloz que el oleaje. Algunas veces el cálculo falló y fui arrastrada por las olas sobre el asfalto: más que un castigo, aquel chaparrón frío y violento era un regalo, una fiesta de espuma y adrenalina. Poder contemplar junto a mi nieta uno de mis paisajes más entrañables es un don muy especial que me ha dado la vida, más valorado por mí cuando hay tantas familias rotas, desgarradas por una fuga que crece y crece, indetenible, y también por la separación forzosa del hogar ‒cárcel, prisión‒ por razones de tipo político.

En una reciente entrevista dijiste que antes tenías muchos proyectos y poco tiempo, y que ahora tienes más tiempo y menos proyectos. Háblanos de los que tienes.

‒ 
El tiempo, como la distancia, es un concepto muy relativo. Ahora tengo más tiempo, pero este de ahora es un tiempo difuso, escurridizo, amelcohado, que se va confundiendo con una rutina cotidiana, difícil, silenciosa, opaca. Un tiempo en el que falta la esperanza, la mirada hacia el futuro, como si un manto oscuro, una densa capa de humo cubriera la ciudad. Tengo dormido un proyecto comenzado hace tiempo, que avanzó bastante en Civitella Ranieri, el castillo encantado de Umbría, donde tuve el gran regalo de una visita a Bomarzo, sobre la cual escribí. Pero falta ahora el estado de gracia, por así decir, que tiene que ver más con lo espiritual que con cualquier carencia en el plano material. Ahora no me puedo dejar arrastrar por el impulso creativo. Si no lo controlo y le pongo coto puedo perder el equilibrio y comenzar a transitar, imperceptiblemente, hacia el delirio. De modo que tengo que estar atenta a los excesos, al posible desenfreno que podría llevarme por senderos peligrosos. En más de una ocasión he debido soltar el bolígrafo o cerrar la laptop, suspender de cuajo la escritura. Se han perdido entonces las palabras que no llegué a escribir, pero he conservado la sanidad mental. De modo que esa necesidad de cuidarme me impone un ritmo de escritura que no es el de la poscrítica, ni el de la novela. Tengo que estar atenta a los ruidos interiores, a los murmullos del desatino que pueden habitar mi cabeza, y entonces saber parar.

3 de febrero de 2024
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5 comentarios:

silvio dijo...

De Ecured / https://www.ecured.cu/Margarita_Mateo

Ana Margarita Mateo-Palmer (La Habana, 28 de octubre de 1950). Ensayista, novelista, crítica literaria y profesora universitaria cubana. Mereció en 2008 el Premio Alejo Carpentier, y en 2016 el Premio Nacional de Literatura.

Estudios

Cursó los estudios primarios en la Cathedral School del Vedado, y en 1958 viajó a los Estados Unidos. En 1974 concluyó la Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas en la Universidad de La Habana. Desde entonces, enseña en la Facultad de Artes y Letras, donde ha alcanzado la categoría de profesora auxiliar. Dirigió el Departamento de Estudios Literarios entre 1986 y 1990.

Trayectoria literaria

Hizo estudios sobre literatura caribeña en la Universidad de Georgetown (Guyana) en 1984 y 1986, año en que trabajó también con el archivo del novelista argentino Julio Cortázar (1914-1984) de la Universidad de Poitiers (Francia).

Ha dictado conferencias y asistido a encuentros internacionales en instituciones de España, Brasil, México y Curazao. Fue jurado del III Festival Internacional de Teatro de La Habana (1984) y del premio Casa de las Américas (1988).

Seleccionó y prologó los textos de Poesía de combate (1975) y ha sido incluida en El mundo literario prehispánico (1986), Selección de textos sobre investigación crítico-literaria (1984), Letras, cultura en Cuba (1988), Recopilación de textos sobre Andrés Bello (1991), y Encuentro y diálogo entre dos mundos (México, 1992).

Ha colaborado en Anales del Caribe, América Latina (Unión Soviética), El Caimán Barbudo, Casa de las Américas, Imán, Revolución y Cultura, Tablas, Universidad de La Habana, Del Caribe y Santiago (Santiago de Cuba), La Jornada Semanal (México) e Impacto (Santo Domingo).

En 1989 obtuvo mención de ensayo en el Premio de Crítica Mirta Aguirre y en 1991 se doctoró con una tesis sobre Mito y nueva novela caribeña. Es miembro del Consejo Científico de la Facultad de Artes y Letras, del Consejo Asesor de la Cátedra José Lezama Lima de Literatura Iberoamericana y de la Uneac (Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba).

Desde que aprendí a leer encontré en el lenguaje escrito una manera de plasmar ideas que en el habla no encontraba.
Margarita Mateo, discurso de agradecimiento
del Premio Nacional de Literatura 2016[1]
Bibliografía activa

1988: Del bardo que te canta (crítica y ensayo).
1991: Narrativa caribeña: reflexiones y pronósticos (crítica y ensayo).
1996: Ella escribía poscrítica (ensayo).
2002: Paradiso: la aventura mítica (ensayo).
2004: El Caribe en su discurso literario (en coautoría con Luis Álvarez). México: Siglo XXI Editores, 2004.[2]
2007: El palacio del pavo real: el viaje mítico (ensayo).
2008: Desde los blancos manicomios (novela).
2014: Dame el siete, tebano. La prosa de Antón Arrufat (ensayo). La Habana: Ediciones Unión, 2014.
Bibliografía pasiva

García Yero, Olga: «El bardo rescatado», artículo publicado en la revista Antenas, pág. 50-52, enero-junio de 1991.
Garriga, Silvana: «Del bardo que te canta», artículo publicado en alguna revista cubana, edición de abril-junio de 1990.

silvio dijo...

De Ecured (2 y fin)

Premios y distinciones

1989: Mención de Ensayo en el Premio de la Crítica Literaria Mirta Aguirre.
1994: Premio Razón de Ser por el proyecto de su libro Ella escribía poscrítica.
1994: Premio Anual de la Universidad de La Habana al mejor artículo publicado en una revista.
1995: Premio Vitral en el VIII Festival Nacional de Video de La Habana y Premio Cine Plaza con su documental De la piel y la memoria.
1995: Distinción por la Cultura Cubana.
1995: Distinción por la Educación Cubana.
1996: Premio Nacional de la Crítica Literaria por Ella escribía poscrítica.
2001: Premio de Ensayo de la Revista Temas, Universidad de La Habana.
2002: Premio de Ensayo Alejo Carpentier por el libro Paradiso: la aventura mítica.
2002: Mención Especial del Premio al Pensamiento Caribeño 2001-2002 del estado de Quintana Roo (México), por el libro Del Caribe como Aleph: la polifonía cultural en el Caribe.
2002: Premio Anual de investigación cultural del Centro Juan Marinello.
2003: Premio al Pensamiento Caribeño 2002-2003 del estado de Quintana Roo (México), por su libro El Caribe en su discurso literario.
2003: Premio Nacional de la Crítica (Cuba) por su libro Paradiso: la aventura mítica.
2005: Premio Nacional de la Crítica (Cuba) por El Caribe en su discurso literario.
2006: Premio UNEAC de Ensayo Enrique José Varona (Cuba) por su libro El palacio del pavo real: el viaje mítico.
2008: Premio Alejo Carpentier de Novela (Cuba) por Desde los blancos manicomios.
2008: Premio Nacional de la Crítica (Cuba) por El palacio del pavo real: el viaje mítico.
2016: Premio Nacional de Literatura (Cuba); el lauro consideró aspectos como la investigación literaria sobre las letras cubanas, latinoamericanas y caribeñas; el cuidadoso trabajo con la lengua en su escritura, así como su obra docente, académica y de promoción de la literatura y la cultura cubanas.[1][3][4]
Fuentes

↑ 1,0 1,1 «Margarita Mateo recibe el Premio Nacional de Literatura 2016», artículo publicado el 12 de febrero de 2017 en el sitio web Cuba Debate (La Habana). Consultado el 13 de febrero de 2017
↑ El Caribe en su discurso literario, vista de fragmentos publicada en el sitio web Libros Google.com.cu.
↑ «Tres grandes figuras, tres merecidos premios», artículo publicado el 12 de enero de 2017 en el sitio web de la revista Juventud Rebelde (La Habana). Consultado el 12 de enero de 2017
↑ «Margarita Mateo gana Premio Nacional de Literatura 2016», artículo publicado en el sitio web de Radio Granma (Cuba).
«Ana Margarita Mateo Palmer», artículo publicado en el sitio web ACUL (Academia Cubana de la Lengua).
«Margarita Mateo Palmer», artículo publicado en el sitio web Temas (La Habana).
«Premios a la creación, la honestidad y el compromiso con los valores más raigales de la cultura cubana», artículo publicado en el sitio web de la radio CMHW (Cuba).
Premios Nacionales de Literatura
(1983) Nicolás Guillén• (1984) José Zacarías Tallet• (1985) Félix Pita Rodríguez• (1986) Eliseo Diego, José Soler Puig, José Antonio Portuondo• (1987) Dulce María Loynaz• (1988) Cintio Vitier y Dora Alonso• (1989) Roberto Fernández Retamar• (1990) Fina García Marruz• (1991) Ángel Augier• (1992) Abelardo Estorino• (1993) Francisco de Oraá• (1994) Miguel Barnet• (1995) Jesús Orta Ruiz• (1996) Pablo Armando Fernández• (1997) Carilda Oliver Labra• (1998) Roberto Friol• (1999) César López• (2000) Antón Arrufat• (2001) Nancy Morejón• (2002) Lisandro Otero• (2003) Reynaldo González• (2004) Jaime Sarusky• (2005) Graziella Pogolotti• (2006) Leonardo Acosta• (2007) Humberto Arenal• (2008) Luis Marré• (2009) Ambrosio Fornet• (2010) Daniel Chavarría• (2011) Nersys Felipe Herrera• (2012) Leonardo Padura Fuentes• (2013) Reina María Rodríguez• (2014) Eduardo Rafael Heras León• (2015) Rogelio Martínez Furé• (2016) Ana Margarita Mateo Palmer• (2017) Luis Álvarez Álvarez• (2018) Mirta Yáñez Quinoa• (2019) Lina de Feria Barrio• (2020) Eugenio Hernández Espinosa• (2021) Julio Travieso Serrano

silvio dijo...

AP: Los Beatles tendrán cuatro películas biográficas dirigidas por Sam Mendes

Nueva York. Los Beatles tendrán cada uno una película biográfica que pondrá a los Fabulosos Cuatro en el centro de atención bajo la dirección de Sam Mendes.

Por primera vez, los Beatles, que por años se negaban a ceder sus derechos de autor, abrirán las puertas a su vida y su música a un proyecto cinematográfico. Sony Pictures anunció el lunes un acuerdo que podría empequeñecer todas las películas biográficas musicales que le han precedido, bajo el cual las historias de Paul McCartney, John Lennon, George Harrison y Ringo Starr serán narradas en un cuarteto de películas.

Se espera que los filmes, concebidos por Mendes, se estrenen en cines de manera innovadora y podrían coexistir en cartelera. Los planes de estreno precisos se anunciarán en una fecha posterior. Sony espera que sean estrenadas en 2027.

McCartney, Starr y las familias de John Lennon y George Harrison aprobaron el proyecto a través de la empresa Apple Corps Ltd. de la banda. Sony Music Publishing controla los derechos de la mayoría de las canciones de los Beatles.

“Me siento honrado de contar la historia de la mejor banda de rock de todos los tiempos, y emocionado de desafiar la noción de lo que constituye un viaje al cine”, dijo Mendes en un comunicado.

Cada película será narrada desde la perspectiva de un Beatle.

“Pretendemos que esta sea una experiencia cinematográfica única, emocionante y épica: cuatro películas, narradas desde cuatro perspectivas diferentes, que cuentan una sola historia sobre la banda más célebre de todos los tiempos”, dijo la productora Pippa Harris. Tener la bendición de The Beatles y Apple Corps para hacer esto es un inmenso privilegio”.

Las incursiones más famosas de los Beatles en el cine fueron en sus primeros años. Entre 1964 y 1970, aparecieron en cinco películas, incluyendo “A Hard Day’s Night” (“¡Qué noche la de aquel día!”) de 1964 y la animada “Yellow Submarine” (“El submarino amarillo”) de 1968. Por supuesto, han sido objeto de muchos documentales, el más reciente de Peter Jackson de 2021 “The Beatles: Get Back”.

En 2023, los cuatro Beatles se reunieron con la ayuda de la inteligencia artificial en la canción recién lanzada “Now and Then”. La grabación fue posible gracias a la tecnología utilizada por Jackson en “Get Back”, y contó con un video musical realizado por el director neozelandés.

Los intentos por dramatizar la historia de los Beatles han sido más esporádicos y menos impactantes. Una película biográfica de 1979, realizada cuando Lennon aún estaba vivo, llamada “The Birth of the Beatles” (“El nacimiento de los Beatles”) fue producida con el baterista original de la banda, Pete Best, como asesor. El drama independiente de 1994 “Backbeat” (“Backbeat: el inicio”) narraba la relación de Lennon con el poeta y bajista Stuart Sutcliffe antes de que los Beatles fueran famosos. “Nowhere Boy” (“Mi nombre es John Lennon”) de 2009 fue protagonizada por Aaron Taylor-Johnson como un Lennon adolescente.

silvio dijo...

Los Beatles... (2 y fin)

Pero en la última década, las biografías musicales se han convertido en un gran negocio. Éxitos de taquilla como “Bohemian Rhapsody” sobre el vocalista de Queen Freddie Mercury, “Rocketman” sobre Elton John y “Elvis” acerca del rey del rock han hecho que los ejecutivos de Hollywood persigan el próximo éxito de taquilla. “Bob Marley: One Love”, estrenada el Día de San Valentín y producida con los herederos de Marley, fue la película número 1 en los cines de Estados Unidos y Canadá. Próximamente se estrenará una película biográfica de Michael Jackson que se encuentra en producción.

“Los eventos cinematográficos de hoy en día deben ser culturalmente impactantes. La idea audaz y a gran escala de Sam es eso y algo más”, dijo Tom Rothman, presidente y director ejecutivo de Motion Picture Group de Sony Pictures.

La combinación del equipo de Mendes “con la música y las historias de cuatro jóvenes que cambiaron el mundo, sacudirá a las audiencias de todo el planeta”, dijo Rothman. “Estamos profundamente agradecidos con todas las partes y esperamos romper algunas reglas con la visión artística única de Sam”.

silvio dijo...

Julian Assange, última apelación para evitar extradición a Estados Unidos

Julian Assange difundió a través de su portal WikiLeaks miles de documentos clasificados sobre las operaciones militares de Estados Unidos en Afganistán e Irak en agosto y octubre de 2010, lo que lo puso en el foco de atención del Gobierno y de las agencias de inteligencia estadunidenses. En la imagen, el periodista es visto con un brazalete de seguridad en el tobillo en la casa donde debe permanecer en Inglaterra, como parte de la resolución de un juicio iniciado por Suecia sobre unos supuestos casos de abuso sexual, el 15 de junio de 2011.

El 7 de diciembre, Assange se entrega a la policía británica por los presuntos asuntos sexuales de los que Suecia le acusaba. Una semana después el juez revoca la prisión preventiva y el australiano es puesto en libertad bajo fianza de 240 mil euros, que muchos de sus seguidores ayudaron a pagar con donaciones, así como la entrega del pasaporte. Ese mismo día Visa y Mastercad suspenden los pagos hacia WikiLeaks y su fundador les acusa de ser "instrumentos de Estados Unidos". En la imagen, simpatizantes del periodista australiano sostienen carteles con su foto durante una protesta frente a la embajada británica en Madrird, España, el 11 de diciembre de 2010.


https://www.jornada.com.mx/galeria/2024/02/19/mundo/julian-assange-ultima-apelacion-para-evitar-extradicion-a-estados-unidos