Con la implementación de Nueva normalidad se ha comenzado la agilización de los procesos concernientes a la estrategia económica y social, aprobada por el Buró Político en el mes de julio de 2020, y su aplicación para la transformación y el impulso de la economía, así como el enfrentamiento a la crisis mundial provocada por la COVID-19. Eso es muy correcto y me regocijo por poder vivirlo en mi cuarta edad, porque realmente dadas las circunstancias en que nos encontramos será muy difícil que podamos transitar por una Nueva Normalidad en la que nos desarrollemos, si no se transforma totalmente la Economía en el país y cuando digo totalmente no estoy planteando una exageración sino una necesidad imprescindible.
En este sentido, mi conciencia me dicta la necesidad de llamar la atención al respecto de un asunto que considero especialmente sensible: la adecuación del Trabajo Político e ideológico. Lo expreso de acuerdo con mi experiencia de vida de muchos años, algunos de los cuales los dediqué al trabajo económico en la búsqueda de inversiones para el turismo. Recuerdo que en esa época, algunos inversionistas amigos, nos plantearon con fuerza la concepción que ahora se retoma, de establecer todo lo que no se debe hacer para que se propicie hacer todo aquello que no está prohibido. En aquellos momentos ese concepto no tuvo eco entre nosotros.
Por lo tanto, ante todo, considero fundamental que se plantee una adecuación del trabajo político e ideológico en respaldo conceptual de las nuevas transformaciones. Esa adecuación debe ser concebida, en mi criterio desde las raíces mismas de la estrategia; y ser planteada, en la aplicación concreta de sus aspectos básicos en todos los sectores de la Economía del país. Es un asunto de especial complejidad, pero se debe tener muy en cuenta que en la estrategia planteada, una de sus características esenciales es la de su complejidad dado lo avanzado de las concepciones obsoletas que durante mucho tiempo se han desarrollado a lo interno de la Economía Nacional. Eso hay que transformarlo decisivamente, en el pensamiento y las concepciones de los cuadros de dirección y ejecución.
Estos son problemas planteados con insistencia, desde hace tiempo por la Academia y tenemos aportes muy importantes al respecto de algunos de los principales especialistas cubanos de la Economía. Lo esencial que nos ha afectado durante años en estos aspectos, es en mi opinión muy personal, la influencia en el tiempo de conceptos conservadores que han propiciado el inmovilismo. Lo que se comienza a remover con las acciones que se han planteado como parte de su instrumentación en el desenvolvimiento de la Nueva Normalidad.
En consecuencia, quiero expresar para concluir que como una acción decisiva, es necesario paralelamente avanzar en la preparación del VIII Congreso del Partido, con un énfasis prioritario en la transformación consecuente y valga la redundancia del término de un trabajo político e ideológico, que desde sus raíces sea apoyo y sostén propiciador de las transformaciones esenciales que plantea la estrategia prevista. Que por demás, está basada en documentos programáticos aprobados en los Congresos del Partido anteriores al VIII, como son los Lineamientos y la Conceptualización ampliamente debatidos y de conocimiento generalizado. También finalmente, debe tenerse muy en consideración que el tiempo no se detiene y que hay nuevos problemas y nuevas dificultades que será necesariamente acometer. Así lo pienso y así lo expreso en mi derecho a opinar con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.