Por Alonso Romero*
El gobierno de Estados Unidos, sea cual sea el partido y la época de que hablemos, considera suyo el derecho de tomar los recursos y decidir la forma de organización socioeconómica de todos los territorios del subcontinente latinoamericano. Ha sido una política largamente implementada y que ha ido cambiando a través del tiempo, pero cuyo objetivo siempre se ha mantenido: “someter a los países de América Latina a los intereses estadunidenses”. Doctrina Monroe, Corolario Roosevelt, Doctrina de Seguridad Nacional, Plan Cóndor, Guerra contra las Drogas y Consenso de Washington son algunos de los nombres de las ideologías que han sostenido y avalado las intervenciones, incluyendo las militares de EU en varios países latinoamericanos. La fórmula siempre es la misma, lo primero es generar un enemigo y crear la división de que todo aquel gobierno de la región que no se someta a EU es parte y/o aliado de dichos enemigos.
Comenzaremos con la Doctrina de Seguridad Nacional, que una vez iniciada la guerra fría dividía al mundo entre los capitalistas buenos, que defendían la libertad y la democracia, y los comunistas, quienes eran todo lo malo que había en el mundo. Con la justificación de defender a las naciones y sus ciudadanos del comunismo y de la ruta que conducía a él (socialismo), EU impulsó una serie de golpes de Estado que tuvieron como resultado la implementación de múltiples dictaduras militares en Latinoamérica, con el apoyo de las élites económicas, las cuales cooperaron en el Plan Cóndor para secuestrar y asesinar a la oposición con el visto bueno de Washington; todo fue válido para defenderse de los malvados comunistas. Dichos países, en control de las élites económicas, implementaron políticas “liberales” donde se configuró toda la economía para ser explotada por y para los intereses de EU. No hay mayor ejemplo que lo hecho por Pinochet en Chile, con la guía de Milton Friedman, y toda la escuela de Economía de Chicago, quienes consideraban que la represión y brutal régimen era necesarios para lograr instaurar las condiciones que el neoliberalismo requería.
Cuando las dictaduras fueron perdiendo poder y la guerra fría se acercaba a su fin, los “comunistas” ya no podían ser los malos de la película, pues los interminables abusos se habían cometido en el nombre del “capital y el neoliberalismo”. Fue entonces cuando Washington, bajo la administración Reagan, empezó la exportación de la política de la guerra contra las drogas que había iniciado Nixon en EU. Política que John Ehrlichman (asesor de asuntos internos de Nixon) resumió en la siguiente cita (https:// bit.ly/47mg6NU):
“La campaña de Nixon en 1968, y la Casa Blanca de Nixon después, tenían dos enemigos: la izquierda pacifista y la comunidad negra. ¿Entiendes lo que digo? Sabíamos que no podíamos volver ilegal estar contra la guerra ni ser negro, pero al lograr que el público asociara a los jipis con la mariguana y a los negros con la heroína, y luego criminalizarlos severamente, podíamos perturbar esas comunidades. Podíamos arrestar a sus líderes, allanar sus casas, disolver sus reuniones y vilipendiarlos noche tras noche en las noticias de la noche. ¿Sabíamos que mentíamos sobre las drogas? Claro que sí.”
EU tenía como enemigo a los comunistas y a los gobiernos de izquierda democráticamente electos en América Latina que querían priorizar el desarrollo de sus países y nacionalizar industrias estratégicas para ejercer control sobre sus recursos naturales. Evidentemente, no podían declarar eso ilegal ni intervenir de manera directa, pero si podían intentar que el público asociara a los comunistas y a la izquierda con el narcotráfico. De inmediato comenzaron con esa labor y el 16 de febrero de 1983, el Washington Times publicó un artículo donde llamó a Fidel Castro el más grande narcotraficante del hemisferio norte y culpó a todos los comunistas de la crisis de consumo de heroína en su país; el artículo puede consultarse en la página de la CIA (https://bit.ly/46dNEfT). Irónicamente, sólo dos años después el gobierno de Reagan se vería involucrado en el escándalo Irán-Contra, donde la CIA colaboró con el cártel de Guadalajara para financiar y entrenar contrainsurgentes.
Esta táctica ha sido utilizada cada que un gobierno de izquierda es electo en los países latinoamericanos. A pesar de que el consumo de drogas en EU ha aumentado de manera sostenida desde los 80, el discurso se ha fabricado para la izquierda. Bolivia, Perú, Colombia, Chile y Brasil son algunos ejemplos donde la narrativa ha sido amplificada por la prensa corporativa, con fuertes vínculos empresariales y con EU. De hecho, si uno revisa a los periodistas e influencers, que actualmente se encuentran repitiendo ese discurso en América Latina (Jaime Bayly en Bolivia o Axel Kaiser en Chile, por ejemplo), lo que podemos encontrar son lazos con dos organizaciones: la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) y Atlas Network, que están detrás de la coordinación internacional de la ultraderecha.
CPAC y Atlas Network han sido foro de Trump y todo su gabinete, incluidos Pam Bondi, Kristi Noem y Marco Rubio, los principales impulsores de la narrativa para equiparar a la izquierda en México con el narco. No sorprende tampoco que Atlas Network sea el principal impulsor de la narrativa en redes sociales de narcopresidente (https://bit. ly/3UWGUga), pues su director para América Latina es Roberto Salinas, primo de Salinas Pliego, quien también repite la narrativa. Y, por supuesto, no sorprende que sea Lilly Téllez quien haya ido a solicitar la intervención extranjera, pues fue durante décadas empleada de Salinas Pliego. Siempre es de la mano de élites económicas locales que EU logra intervenir y someter naciones.
La historia es clara: EU no ha cambiado su política ni su visión sobre AL; la narrativa es otra y los actores son diferentes, pero el objetivo es el mismo: disponer de los recursos naturales de la región y someterlos a estructuras políticas y sociales lo más parecidas a ellos.
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*Maestro en finanzas en el sector de energía por la Universidad de Edimburgo. Especialista en temas energéticos.
https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/09/01/opinion/al-agenda-propaganda-e-injerencismo-de-eu