lunes, 14 de agosto de 2023

La marca de Peña

Por Pepe Menéndez

Cuando hace más de dos décadas fui llamado a reorganizar la comunicación visual de la Casa de las Américas Umberto Peña ya se había ido de Cuba. No así su marca: “Te pido que propongas una forma, la tuya, que nos devuelva a la calidad de Umberto”, me dijo Marcia Leiseca. Él era la referencia. Cuando veintitrés años después, habiendo retornado –creo yo– el diseño gráfico de la institución a la vitalidad plena, propuse hacer una carpeta de carteles que incluyera uno encargado a Umberto, los integrantes del Consejo de Dirección se mostraron muy complacidos, aunque pocos quedan ya de su época. En 2022 él seguía siendo una referencia.

Ahora esa referencia ha muerto y, por primera vez, la Casa de las Américas debe nombrar a su “fundador gráfico” en pasado. Aunque Peña no fue el primer creativo en llegar a 3ra y G, ni trabajó aquí más años que otros diseñadores, su presencia ha terminado siendo imborrable y su talento siempre ha estado a la mano. Es como si no se hubiera ido nunca, de tanto que se le ha citado o tomado como paradigma.  

Su labor para la revista Casa de las Américas ilustra la idea de combinar talento y cercanía. Si bien los primeros números los diseñó Herrera Zapata, pronto Raúl Martínez le aportó a la cubierta un círculo enorme, sello que, junto con el formato cuadrado, la distinguió visualmente durante muchos años. Umberto sostuvo y enriqueció este concepto del círculo con soluciones muy creativas, buscando siempre una forma nueva de atenerse al pie forzado sin dejarse agotar por él. Algunas muy notables son la número 46, dedicada al Che, en la que recurre a una perspectiva isométrica para presentar la boca de un fusil; la 70, donde fusiona bandera y corazón dentro del círculo que aboga por Puerto Rico; o la rotunda sencillez de poner una moneda con el perfil de Martí y el lema Patria o Muerte en la 124. Tras su salida de la Casa de las Américas en la segunda mitad de los años ochenta, se alternan en la institución los diseñadores y las calidades, hasta que el artista atiende un llamado de ayuda de la revista y acepta, ya como freelance, rediseñarse a sí mismo en cuatro números del año 1991. Más adelante, en lo que sin dudas fue un reconocimiento a su jerarquía como creador y a su invariable sentido de pertenencia a la Casa de las Américas, los editores de Casa lo invitaron a que hiciera la cubierta de la número 300. A los ochenta y un años no arriesgó menos que a los treinta, y su diseño trajo una frescura ejemplar, sin edad y sin cortapisas.

Junto a la revista Casa de las Américas deben mencionarse también el Boletín Música, de atrevidas cubiertas tipográficas, y Anales del Caribe, con su apego al grabado. A cada publicación le dio Umberto una imagen de portada que la hiciera recordable, única. En Casa heredó el círculo y lo amplificó todo lo que pudo, creó el Boletín Música con insistencia rectangular y eligió un óvalo para el cabezal de Anales.

Pero como los impresos no son solo cubiertas sino, sobre todo, discurso visual interior, hojeando algunos de los cientos de números creados por Peña es que se nos revela la consistencia creativa de este gran artista del diseño. Se diría que hubo goce en acomodar los contenidos de manera eficiente, pero intentando siempre estimular al lector. Lo lúdico apareció con frecuencia en su arsenal comunicativo, más explícito en las muy conocidas colecciones del Premio Casa de los años setenta (bolas, yaquis, palitos chinos, etc.), y puro guiño juguetón, por ejemplo, en los folios de la revista Casa número 75. Búsquelo, lector, vale la pena.










En el portafolio de Umberto Peña también son memorables los perfiles gráficos que creó para numerosas colecciones de nuestro Fondo Editorial y para la que reunió los discos Palabra de Esta América. Desde las cubiertas pequeñas y aviñetadas de la primera etapa de La Honda, a los monumentales libros de la colección Nuestros Países, pasando por los esbeltos Valoración Múltiple y las inolvidables composiciones tipográficas de la colección Literatura Latinoamericana, hay tal variedad de soluciones que no parece obra de un solo creador. Lo mismo escueto como en el LP Rodolfo Walsh. Relatos, que elocuente como en el libro Canal: tres relatos panameños, de La Honda, su repertorio es sumamente rico.

Libros y revistas, catálogos y plegables, carátulas de discos y carteles, seguro rondan el millar de impresos en menos de veinte años. Súmesele logotipos, cuños, papelería de oficina, invitaciones y programas de mano. Una obra inmensa, articulada por hilos muy finos, perceptible no con una lupa sino con un lente panorámico, concebida más con intuición que con raciocinio programático. Trabajó casi siempre solo, se diría que con una fe tremenda en la utilidad del diseño para hacer el mundo más entendible y llevadero. Por rutina de cumplir una tarea no puede haber sido, ni por ocupar el tiempo y la mente. Mirando su obra pictórica es innegable que llevaba dentro demonios tremendos, y que sufrió con y por ellos. Pero su faceta de diseñador lo revela como un ser capaz de producir utilidad y belleza para los otros.

El edificio de la Casa de las Américas ya estaba ahí cuando él llegó, pero con su trabajo Umberto levantó otro a base de íconos, colores, tipografías, composiciones, seducciones gráficas de todo tipo, formatos y plegados imaginativos, papeles según hubiera, invitaciones a leer, a soñar, a ponernos serios y hacer nuestros otros dolores, a hacer nuestras las causas que ha defendido siempre esta institución, las del Sur pobre y preterido, las anticoloniales y antimperialistas, las nuestroamericanas.

La impronta de Peña en la Casa de las Américas tiene pocos émulos en la historia del diseño gráfico cubano de todos los tiempos. Su gran marca es haber creado, tal vez sin proponérselo, una imagen institucional poliédrica y de absoluta vanguardia para nuestra región, precursora de lo que hoy se denomina identidad corporativa, logro que no alcanzó en la isla ninguna otra gran institución. Con lo que hizo cultivó entre sus contemporáneos de Casa un notable aprecio. Su obra lo ubica como un imprescindible entre los cientos de personas valiosas que por aquí han pasado, y su legado gráfico seguirá siendo referencia para los que continúen.

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Enviado por Marcia Leiseca / http://laventana.casa.cult.cu/index.php/2023/07/06/la-marca-de-pena/