viernes, 6 de enero de 2023

Érase una vez la Revolución


Por Juan M Ferran Oliva

Actualmente la Asamblea Nacional del Poder Popular es el parlamento unicameral del Estado cubano, tiene poder constituyente y legislativo, elige a los jefes de Estado y de gobierno, al Consejo Electoral Nacional,  al Tribunal Supremo, al fiscal y al contralor. El presidente de la República es la cabeza del Estado y  jefe de las Fuerzas Armadas. Al frente del gobierno está el primer ministro. 

Una Comisión Nacional de Candidaturas presenta una propuesta para elegir los diputados de la Asamblea. El  50% proceden de la base y la otra mitad es escogida por las instituciones. La lista obtenida es ratificada o rechazada por el pueblo en elecciones nacionales de regusto ritual. Hay dos plenarios normales al año, y otros extraordinarios cuando conviene. A nivel territorial actúan las provincias con un gobernador al frente. Sus funciones son ejecutivo-administrativas y están integradas verticalmente por las asambleas municipales. Ambas instancias siguen procedimientos de formación similares a los de la Asamblea Nacional. El período de vigencia es quinquenal. Una propuesta de ley no se lleva al plenario hasta que consultas internas demuestren que existe consenso para su aprobación. Ello explica la usual unanimidad. 

Hay una constitución, por supuesto. Todas las existentes universalmente, vigentes o  derogadas, actúan  como una biblia política. No caen del cielo. Son  documentos elaborados por quienes detentan el mando o aspiran a ello y dictan normas a su conveniencia. Suelen emplearse en argumentaciones leguleyas. En los Estados-nación, por ejemplo, dictan  la unidad territorial y condenan la separación de las naciones históricas que los forman. No es el caso de Cuba, donde nación y Estado coinciden perfectamente.  Su actual Carta Magna fue promulgada en abril de 2019 tras un proceso de consulta popular. Su articulo 3 establece que 

La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, del cual dimana todo el poder del Estado.

El 4 afirma

…El sistema socialista que refrenda esta Constitución, es irrevocable...

Algo más adelante, el artículo 5 expresa taxativamente[1]

 El Partido Comunista de Cuba es  la fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado.

            El Buró Político constituye el nivel superior del Partido, no es elegido por los alrededor de 8 millones de votantes consignados por la  autoridad electoral. Está integrado por unos 17 miembros que toman las decisiones fundamentales, luego convertidas en leyes por la Asamblea.

Es el mismo esquema existente antes de 1990 y fue clonado de la extinguida URSS, cuya protección también cesó. Cuba ha de hacer frente a sus  muchos problemas con sus exiguos recursos. La gesta  liderada por Fidel se afincó en la política. Tuvo como irrenunciable logro la soberanía respecto a Estados Unidos.  La educación, la salud, las fuerzas armadas y otras entidades fueron milagros a crédito en buena medida alcanzados gracias a la ayuda soviética. A duras penas se mantienen. Por suerte se adquirió un nivel educacional alto, fueron desarrolladas instituciones científicas y alcanzó auge la cultura, a veces desbordada en folklorismo. Todo ello está amenazado por la realidad. La economía cubana está lubricada con esmeril. Tirita la potencia médica que ya no lo es en los hospitales nacionales; se mantiene en las cifras de personal médico y los acuerdos de cooperación con otros países. En algunos casos son redituables, en otros puramente solidarios.

Tantas contradicciones y desafueros indican la necesidad de ser analizados pensando como país. 

Universalmente la condición de Estado socialista ha adquirido otro matiz y no depende de un manual. Se basa  en tener como objetivo al ser humano, considerar el mercado como medio, no como fin, disfrutar de soberanía política y rechazar el neoliberalismo. Puede tratarse de un régimen democrático, de una dictadura, de un Estado confesional o, incluso, de un comunismo dinástico. Algunos países se ufanan en declarase como tales, otros lo son de manera implícita. 

En el plano ideológico el actual partido/gobierno cubano se declara continuador y democrático. Es un equipo itinerante. El esquema se halla tan enraizado que parece natural. Pero el  derrotero que sigue  es diametralmente opuesto al vigente hasta 1990. La economía quedó como asignatura pendiente y se aspira a recomponerla. El cambio de 180º en la singladura política ha ido adoptando  cambios impensados. No parece continuidad.

Los cambios políticos cesaron en 1968 con la Ofensiva Revolucionaria que lo puso todo en manos del Estado. Lo que continuó fue la evolución de un modelo finalmente fallido. El regreso a viejos moldes es puro romanticismo. Nuevas épocas exigen otras políticas. En las actuales circunstancias el socialismo es una desiderata y la Revolución un hecho histórico. La cruda verdad indica que se intenta la supervivencia para no convertirse de nuevo en una república bananera.   Las numerosas medidas adoptadas no son suficientes y, al parecer, se mantiene una centralización excesiva. Los barones de la propaganda política insisten en la continuidad. Allá ellos que se aferran al idealismo. Prefiero la inclemente verdad:

O cambiamos o nos jodemos.



[1] Dicho articulo es copia del de igual numero en la derogada Constitución de 1976 que fue redactado personalmente por el propio Fidel Castro.

No hay comentarios: