Como me acaba de recordar la amiga y fundadora Lucy Romero, hoy se cumplen 30 años de la vista del presidente Fidel Castro al proyecto Ojalá. Aunque ya teníamos unos 3 años de existencia, Orlando Núñez Tornéz –compañero de Lucy—propuso que consideráramos aquel día como el de nuestra fundación y así lo hicimos.
Ojalá surgió por algo que consideraba urgente: la necesidad de emprender la construcción de estudios de grabación con nueva tecnología, ya que los que había funcionaban pero eran muy viejos (desde antes de 1959 no se habían creado nuevos estudios).
Esta urgencia me llevó, a fines de los 80, a emprender una suerte de campaña en el sector de la cultura. Estando el gran poeta gaditano Rafael Alberti en Cuba, fui invitado a un almuerzo en su homenaje y allí, discretamente, el comandante Fidel Castro me pidió que no me fuera cuando termináramos. Su propósito era preguntarme en qué consistía el proyecto de nuevos estudios que yo venía proponiendo.
Se lo expliqué no con mucha esperanza, porque ya había empezado el “período especial”, lo que significaba, según se había anunciado, una reducción significativa de planes constructivos. Pero, para mi sorpresa, me dijo que justamente por aquella disminución quedaban algunos recursos que se podían dedicar a proyectos más pequeños.
Entonces empezó la búsqueda de un lugar idóneo para la construcción de, al menos, un estudio. Estuve meses recorriendo y registrando locales y solares con aquel propósito. Recuerdo –y sigo agradeciendo– el aliento y apoyo que me dieron Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, que trabajaban muy vinculados a Fidel.
Luego de largos e intensos meses, Enrique Román, por entonces director del ICRT, nos cedió los locales donde fundamos el proyecto cultural Ojalá. Allí Miguel Ángel Barzagas, su hermano y Carlitos, su ayudante, realizaron el complejo montaje y cableado de la primera consola Solid State Plus que llegó a Cuba. Esto me hace recordar que hace 30 años, durante su visita, Fidel me preguntó qué era una multipista. Se la mostramos y el ingeniero Jerzy Belc –que estaba casualmente de visita en Ojalá—le explicó su funcionamiento.
El diseño de nuestro logo lo realizó el gran dibujante cubano Virgilio Martínez –mi maestro en los tiempos del semanario Mella–.
Ojalá no solo ha grabado mucha música; también ha emprendido proyectos útiles como los conciertos en los barrios, la publicación de libros, concursos y premios. Todo esto ha sido obra de un equipo de personas que ha ido cambiando –aunque nunca ha dejado de ser. Ademas de los ya mencionados, agradezco especialmente a María, Mirthica, Juan Mario, Jorge, Amin, Olimpia, Enzo, Patricia, Manuel Alejandro, Amelia, Lisett, Cary y a muchos más su entrega.
Hoy estamos empeñados en convertirnos en una Fundación. Estoy convencido de que es la única forma de que tanto trabajo no se pierda y ademas continúe. La suerte nos ayude.
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