Políticas y medidas relativas a la innovación tecnológica y la IA
Por Xu Yawen, desde Beijing / China
“Una política que provoca que Estados Unidos pierda la mitad de los desarrolladores de IA del mundo no es beneficiosa a largo plazo, nos perjudica aún más”. Estas declaraciones de Jensen Huang, CEO de Nvidia, en la primera conferencia de desarrolladores de la compañía en Washington, han atraído la atención generalizada en la industria tecnológica global.
Nvidia, que llegó a controlar el 95% del mercado chino, vio cómo su cuota de mercado se desplomaba a cero debido a los controles de exportación estadounidenses. La declaración de Huang no solo pone de relieve la creciente rivalidad tecnológica entre Estados Unidos y China, sino que también subraya el notable progreso de China en el desarrollo de chips de IA. Como el propio Huang reconoció, China está ahora «a nanosegundos de Estados Unidos», lo que supone un paso significativo hacia la vanguardia de la innovación tecnológica mundial.
Desde los chips de IA hasta el 5G, China ha trazado con firmeza su camino hacia la autosuficiencia tecnológica. Sin embargo, este camino no es reciente. Durante décadas, China ha perfeccionado constantemente sus estrategias de desarrollo tecnológico. Desde su dependencia inicial de la experiencia extranjera hasta los planes de desarrollo impulsados por la innovación plasmados en sus Planes Quinquenales, China se ha consolidado cada vez más como una potencia tecnológica mundial.
Una hoja de ruta para el desarrollo impulsado por la innovación
El ascenso tecnológico de China comenzó en serio tras la fundación de la República Popular China en 1949, cuando el país se enfrentó a los desafíos de una débil base industrial y científica. El llamamiento de 1956 a «avanzar hacia la ciencia» marcó un momento crucial en esta trayectoria, estableciendo la ciencia y la tecnología como pilares fundamentales del desarrollo nacional.
A finales del siglo XX, aprovechando el impulso científico generado por el Congreso Nacional de Ciencia de 1978, el avance científico de China cobró impulso gracias a dos programas clave: el Plan 863 (Plan de I+D de Alta Tecnología), lanzado en 1986, y el Programa Antorcha, en 1988. El Plan 863 se centró en lograr avances en sectores estratégicos de alta tecnología, vitales para la seguridad nacional y el desarrollo económico, mientras que el Programa Antorcha se enfocó en la comercialización e industrialización de los logros tecnológicos. En conjunto, estas iniciativas sentaron las bases para una serie de avances pioneros.
El período de mayor transformación, sin embargo, se produjo tras el XVIII Congreso Nacional del Partido Comunista de China en 2012, cuando el gobierno elevó la innovación científico-tecnológica al «núcleo del desarrollo nacional» e hizo de la «autosuficiencia científica y tecnológica» una prioridad estratégica fundamental. Esto se vio respaldado por un aumento considerable de la inversión en I+D —que pasó de 1,02 billones de yuanes (162.240 millones) en 2012 a 3,3 billones de yuanes (458.500 millones) en 2023— y un amplio apoyo político. Como resultado, China ha experimentado avances significativos en diversos sectores de alta tecnología. Entre los logros más destacados se encuentran la supercomputadora más rápida del mundo, Sunway TaihuLight, que funciona con un procesador de desarrollo propio, así como hitos históricos en la exploración espacial, como la misión de retorno de muestras lunares Chang'e-5 (2020) y la finalización de la estación espacial Tiangong (2022).
Estos logros señalan un cambio de paradigma: de «seguir a los demás» a «avanzar junto a ellos» o incluso «liderar» en campos tecnológicos clave. Según el Índice Mundial de Innovación, China ha ascendido del puesto 14 en 2020 al puesto 10 en 2025 entre las economías mundiales, manteniendo su posición de liderazgo entre 36 países de renta media-alta.
Autosuficiencia tecnológica en la práctica
La determinación de China por lograr la autosuficiencia tecnológica se manifiesta especialmente en sus esfuerzos por reducir la dependencia de tecnología extranjera en sectores críticos como los semiconductores, la infraestructura 5G, la inteligencia artificial (IA) y el software industrial. Estos sectores se consideran vitales para la seguridad económica nacional y la competitividad tecnológica a largo plazo, lo que justifica el apoyo político específico, el aumento de la financiación para I+D y la colaboración en toda la industria.
El impulso hacia la autosuficiencia se ha visto particularmente acentuado por las sanciones estadounidenses contra las empresas tecnológicas chinas. Desde 2018, las sucesivas restricciones impuestas por EE. UU. a empresas como ZTE y Huawei han cortado el acceso a componentes esenciales: semiconductores avanzados, equipos de fabricación y herramientas de software cruciales para la producción de chips y el despliegue de la tecnología 5G. Estas sanciones, cuyo objetivo era frenar el progreso tecnológico de China, no han hecho sino reforzar la determinación de las empresas tecnológicas chinas de construir cadenas de suministro de alta tecnología independientes y resilientes.
También se observan avances notables en las industrias de IA y semiconductores. En IA, gigantes tecnológicos chinos como Baidu y Alibaba han logrado avances significativos en el desarrollo de modelos de lenguaje de gran tamaño (LLM) y chips de IA, mientras que empresas emergentes como DeepSeek están revolucionando la industria con sus LLM de bajo costo y código abierto, diversificando aún más el ecosistema de IA de China y reduciendo la dependencia de plataformas y hardware extranjeros. En semiconductores, compañías como Huawei han acelerado sus esfuerzos para desarrollar diseños de chips nacionales. SMIC (Semiconductor Manufacturing International Corporation) ha logrado avances considerables en la producción de chips avanzados utilizando procesos de fabricación nacionales, a pesar de desafíos como el acceso limitado a equipos de litografía ultravioleta extrema (EUV) de vanguardia.
El liderazgo de China en la tecnología 5G subraya la creciente autosuficiencia tecnológica del país e indica su sólida capacidad de innovación. Un ejemplo de ello es Huawei. Este gigante tecnológico posee más del 20 % de las patentes 5G del mundo, que están definiendo los estándares de esta tecnología. Asimismo, el país ha construido la mayor red 5G del mundo, con 4,71 millones de estaciones base 5G para finales de septiembre de 2025.
En lo que respecta a la tecnología ferroviaria de alta velocidad (AVE), que antes dependía de sistemas extranjeros, China opera actualmente la red AVE más extensa del mundo, con 48.000 km de vías, lo que representa más del 70% del total mundial. El país también lidera las operaciones de alta velocidad, con trenes que alcanzan velocidades de hasta 350 km/h. Además, China ha desarrollado tecnologías clave, como el sistema de control de trenes CTCS-3+ATO, mejorado con Beidou y 5G, que incrementa la capacidad de las líneas en un 30%. Este avance tecnológico ha permitido a China exportar su experiencia en tecnología AVE y colaborar con más de 40 países y regiones.
El Sistema de Navegación por Satélite Beidou (BDS) es otro claro ejemplo de la autosuficiencia tecnológica de China. Tras años de dependencia del sistema GPS estadounidense, China completó el despliegue global de la red Beidou-3 en 2020, estableciendo una infraestructura de navegación por satélite independiente. El BDS es ahora uno de los cuatro principales proveedores de navegación a nivel mundial, con sus productos y servicios disponibles en más de 140 países y regiones. Su exclusivo servicio de comunicación por mensajes cortos ha demostrado ser invaluable en situaciones de emergencia, incluyendo rescates tras terremotos.
El decimoquinto plan quinquenal impulsó aún más la innovación tecnológica de China
En el recientemente publicado XV Plan Quinquenal (2026-2030), China ha elevado formalmente la «autosuficiencia científico-tecnológica de alto nivel» a la categoría de tarea estratégica nacional fundamental. Esto se sustenta en el crecimiento sostenido del gasto en I+D: en 2024, el gasto chino en I+D superó los 3,6 billones de yuanes (unos 506.000 millones de dólares). Entre 2021 y 2024, dicho gasto creció a una tasa anual promedio del 10,5 %, una de las más altas entre las principales economías, lo que posiciona a China como el segundo mayor inversor en I+D del mundo.
Este impulso se canaliza estratégicamente a través de un “sistema nacional de innovación” diseñado para fomentar la colaboración intersectorial, priorizando los avances en campos críticos como la fabricación avanzada, la tecnología cuántica, la biofabricación y la IA incorporada.
La inteligencia artificial ocupa una posición estratégica central dentro de este marco; el Plan pide explícitamente la implementación integral de la iniciativa “IA Plus”, con objetivos específicos para lograr una adopción superior al 70% de terminales y agentes inteligentes de nueva generación para 2027, y superar el 90% de penetración para 2030, potenciando así plenamente el desarrollo de alta calidad con IA.
Según la opinión rectora del Consejo de Estado sobre la profundización de la acción «IA Plus», esta estrategia impulsará la integración profunda de la IA en todos los sectores económicos y sociales, desplegando sistemáticamente aplicaciones en seis áreas clave: ciencia y tecnología, desarrollo industrial, mejora del consumo, bienestar público, capacidad de gobernanza y cooperación global. En el ámbito industrial, la IA está transformando activamente los sectores manufacturero y automotriz, impulsando notablemente la transición de la fase de «electrificación» a la de «inteligencia» en la industria automotriz, y redefiniendo fundamentalmente los ecosistemas de productos y las experiencias de usuario.
El objetivo final es transformar sistemáticamente los avances tecnológicos en una fortaleza económica tangible, aprovechando estas innovaciones para cultivar nuevas fuerzas productivas de calidad e impulsar el crecimiento futuro.
El compromiso de China con la cooperación global
Si bien China está firmemente comprometida con la autosuficiencia tecnológica, también aboga por la cooperación global y el desarrollo compartido. China ha enfatizado consistentemente la importancia de la «cooperación abierta» y la «innovación compartida», considerando el avance tecnológico como un bien público global. Este doble enfoque se evidencia en proyectos como el ferrocarril China-Laos, programas de transferencia de tecnología como el proyecto EgyptSat-2 y su liderazgo en la gobernanza global de la IA.
En la reciente cumbre de APEC, el presidente chino Xi Jinping propuso la creación de una Organización Mundial de Cooperación en Inteligencia Artificial, reafirmando así su compromiso con la construcción de una plataforma global para la cooperación en IA. Con un ecosistema emergente de código abierto —que incluye modelos como DeepSeek y Tongyi Qianwen— China está contribuyendo significativamente al desarrollo global de la IA, a la vez que promueve un crecimiento inclusivo.
A medida que China continúa ampliando los límites de la innovación tecnológica, esta estrategia equilibrada —que impulsa la autosuficiencia tecnológica nacional al tiempo que fomenta la colaboración internacional— seguirá definiendo su papel en constante evolución en el panorama tecnológico mundial.
Xu Yawen es reportero y comentarista de asuntos internacionales de CGTN Radio, con sede en Pekín, donde cubre la política exterior, la tecnología y la economía chinas.
https://cubayeconomia.blogspot.com/2025/11/de-seguidor-lider-la-senda-de-china.html
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