sábado, 5 de abril de 2025

A 35 años (y cinco días) del aquel concierto en Chile

Hace unos días se cumplieron 35 años del concierto que Chucho Valdés, Irakere y yo hicimos en el Estadio Nacional de Chile. A propósito se han producido algunos comentarios. En Cuba incluso se hizo un programa de televisión, recordándolo. Algunas personas han dicho que les gustaría que contara algo. Aquí voy. 

Chile fue el primer país Latinoamericano que visité. En setiembre de 1972 Gladys Marín, a quien conocí por Isabel Parra, nos invitó a Noel Nicola, Pablo Milanés y a mí a un congreso de la Jota. Ya en Santiago, todas las noches íbamos para la Peña de los Parra, donde tuvimos una idea de lo amplio que era el movimiento de la canción chilena de entonces. Por aquellos días fuimos a Valparaíso, con Víctor Jara, a cantar en la Universidad, pero yo me quedé durmiendo en el auto porque estaba enfermo de la garganta. También recuerdo que el presidente Allende nos recibió en La Moneda. Estuve en tres ocasiones muy cerca de él.

 

Por todo esto, desde hacía mucho quería volver a Chile. Pero hacía 18 años que, por el gobierno militar, era imposible que alguien de Cuba viajara a ese país. Sin embargo, teníamos noticias de que nuestras canciones solían circular clandestinamente. Sabíamos, por amigos, que nuestros discos y casetes eran camuflados para pasarlos por las aduanas. También hubo promotores y artistas, como Ricardo García y Gloria Simonetti, que se arriesgaron a reproducir nuestros temas. Son factores que sin duda contribuyeron mucho a crear la carga emotiva necesaria para que se produjera aquel encuentro en el Estadio Nacional.

 

Todos los que habíamos estado en Chile y habíamos conocido a Allende; todos los que después habíamos seguido el trágico proceso del golpe, las torturas, los asesinatos y los campos de concentración, vivíamos en vilo, esperando el cambio. Y el cambio de pronto llegó y a los pocos días me propusieron hacer el concierto y, sin pensarlo dos veces, dije claro que sí.

 

Recuerdo que volamos directo a Buenos Aires. Yo no sabía que allí me estaba esperando Santiago Feliú, que llevaba más de medio año perdido de Cuba, donde algunos pensaban que había emigrado definitivamente.  La realidad era que Santi había estado viviendo interesantes experiencias en varios países, sobre todo en Colombia, donde conoció a Carlos Pizarro y pasó algún tiempo en las montañas, acompañando a su insurgente nuevo amigo. 

 

Santiago había perdido su pasaporte y cruzaba fronteras con mucho riesgo, pero lo único que quería era volver a su país. Así que lo amarré a mi destino y, haciendo malabares, logré que volara a Santiago de Chile como parte de nuestro grupo y, por último, que regresara a Cuba con nosotros. Recuerdo que pasó todo el concierto sentado en la escalera de acceso al escenario.

 

A lo largo de mis casi seis décadas de actividad profesional he tenido la suerte de tocar junto músicos extraordinarios. Pero, si me preguntaran sobre alguna impresión especialísima, podría empezar mencionando a Chucho Valdés. 

 

Todos lo hemos visto crear y tocar maravillas, pero yo tuve el privilegio de verlo realizar un milagro: las tres horas y media de música que montó con su banda para acompañarme en aquel concierto. Quizá alguien dirá: y ¿qué tienen de extraordinario tres horas y media de música? Y ahí ripostaré que todo ese trabajo se hizo mientras él e Irakere participaban en el Festival Jazz Plaza del 90, ¡en solo tres semanas!

 

Hace algunos años, estando en Ojalá, sonó el teléfono y era Chucho. Me sorprendió un poco su llamada porque él no es de llamar mucho. Entonces, de pronto, me soltó: “Silvio, estuve escuchando el concierto nuestro en Chile. Y déjame decirte que creo que eso es lo mejor que yo he hecho en mi vida. Quería que lo supieras. Nos vemos.” Y colgó. 

 

Como se sabe, toda la primera etapa de mi generación de trovadores fue un tanto turbulenta. La revolución era joven, el personal variado; las ideas chocaban, no estaba formado un criterio profundo, realmente humano sobre algunas cuestiones importantes. Por eso varios jóvenes trovadores fuimos vistos como proscritos. En 1971 Isabel Parra vino a Cuba por segunda vez (había estado en el Encuentro de la Canción Protesta de 1967, auspiciado por Casa de las Américas). Una mañana tocaron a la puerta de mi apartamento y –oh, sorpresa– era ella. Sus palabras, casi exactas, fueron: 

 

¿Tú eres Silvio? Bien; yo soy Isabel Parra, y vengo a ver si eres tan malito como dicen algunos.

 

Aquel encuentro nos hermanó para siempre. Tiempo después llegó el exilio, cuya primera parte pasó por supuesto en Cuba, donde compartió conciertos con el Grupo de experimentación Sonora. Luego se fue a París, donde siempre nos vimos cuando yo pasaba por allá. Alguna vez viajó a España, para vernos; la recuerdo en un avión, poniéndome unos cascos para que descubriera a The Police. Y luego vino Buenos Aires, donde esperaba el cambio para cruzar la cordillera.

 

La verdad es que no podía hacer aquel concierto de reencuentro con Chile sin mi querida amiga –grandísima de la canción latinoamericana– Isabel Parra, que, si mal no recuerdo, estuvo con su hija Tita, con su sobrino Angelito y con otros jóvenes músicos.

 

Con lo que me pagaron empecé a reunir para hacer estudios de grabación más avanzados en mi país. Ojalá, Abdala y los estudios Eusebio Delfín son testigos.


Debo confesar que al día siguiente del concierto, en un mercado popular de Santiago, tuve la debilidad de comprar una escafandra –quién fuera– que todavía vive en un lavabo de mi casa.


5 comentarios:

silvio dijo...

Luis Eduardo Aute

Otro cuatro de abril
así de triste
te llevó entre sus grises
buen amigo.
Así quita la vida de nosotros
las luces, los abrazos
y las risas.
No avisa, no amenaza,
sólo arranca lo que su
ambigüedad desea.
Cómo hubiera querido
retenerte, para que debatieras
sobre el viento,
sobre la espuma infame
de la muerte!
O del ayer,
mañana o nunca.
Creo que nos hablaste del
destino una vez frente al mar
cubano, amigo mío.
Tenías razón, es como un niño
al que debemos darle un escarmiento.
Y hoy que galopas las centellas
que tras la lluvia te sonríes,
debo decirte que te extraño
y no hay remedio, ni consuelo.
Sólo un vacío donde duermen
su soledad nuestros retazos.

Víctor Heredia

https://www.facebook.com/share/p/1H5nDeNe1c/?mibextid=wwXIfr

silvio dijo...

Trump impone aranceles a islas habitadas solo por pingüinos y focas
EFE

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impuso este miércoles aranceles del 10% a las islas de Heard y McDonald, un archipiélago autónomo de Australia inhabitado por humanos y sin actividad económica.

El archipiélago, ubicado en el océano Índico, es el hábitat de focas y pingüinos, por lo que fueron declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad, y son principalmente visitadas con fines de investigación científica.

Sin embargo, las islas de Heard y McDonald fueron incluidas en la tabla de países afectados por los aranceles que Trump impuso este miércoles a las importaciones de buena parte del mundo.

De acuerdo con el Gobierno australiano, el archipiélago está “inhabitado de humanos y es una de las áreas menos perturbadas antropogénicamente del mundo”.

Las islas de Heard y McDonald, sin embargo, no son el único territorio que la Casa Blanca incluyó como un país en su tabla de aranceles globales.

También impuso aranceles a Tokelau, un territorio que depende de Nueva Zelanda con unos mil 600 habitantes, y las islas Cocos, otro archipiélago australianos con unos 600 habitantes.

Trump agudizó el miércoles su guerra comercial con la imposición de un arancel global de base del 10 %, que en algunos casos es superior, como en el de China o la Unión Europea (UE), porque los acusa de tener barreras comerciales contra los productos estadounidenses.

https://aristeguinoticias.com/030425/mundo/trump-impone-aranceles-a-islas-habitadas-solo-por-pinguinos-y-focas/#cljikujejssuz8lfdvtlp341533tny6q

silvio dijo...

De Alexis Díaz Pimienta:

Debo confesar que al día siguiente del concierto, en un mercado popular de Santiago, tuve la debilidad de comprar una escafandra –quién fuera– que todavía vive en un lavabo de mi casa
(Silvio Rodríguez dixit)


LA ESCAFANDRA
#poemas26

En un lavabo de la casa de Silvio
aún vive una escafandra que compró en Santiago
en un mercado popular: quién fuera.

En una esquina de mi mesa de noche
aún vive una guitarra
que alguien dejó olvidada
tras imitar cuando éramos más jóvenes
al Silvio escafandrista: quién fuera.

En un casete tiernamente obsoleto
(obsolescencia insospechada)
aún duerme una canción de Silvio
que me recuerda al mejor yo
al adolescente, flaco y solo: quién fuera.

En esta larga soledad sin música
aún vivo yo, sentado sobre el suelo
con doce años, enamorado de una vecinita
y queriendo regalarle la palabra “escafandra”.
Quién fuera.
Pero no.

Sevilla, 6 de abril de 2025

silvio dijo...

De Samantha Caldas (Brasil):

Estimado Silvio,
Mi nombre es Samantha Caldas, soy brasileña y vivo en Belem do Pará (Amazonia), tengo 33 años, descubrí tu trabajo cuando tenía 19 y te sigo desde entonces, siempre albergando el sueño de algún día poder verte cantar en persona. Pero este comentario no se refiere a este sueño, o tal vez sí lo sea.
Quiero hablar del concierto en el Estadio Nacional de Chile, en 1990, hace 35 años. Por supuesto, no estuve presente porque aún no había nacido. Sin embargo, debido a la incalculable cantidad de veces que he visto este concierto en YouTube, siento que estuve allí. La belleza de la historia de este concierto, la emoción que transmite... La suma de quién canta, quién toca, quién mira, quién grita, ¡todo es palpable al sentir! Y para mí es posible sentirlo todo, incluso con solo mirar la grabación, incluso con la baja calidad de la resolución, incluso después de 35 años.

Siempre que quiero presentarte a alguien, uso este concierto. Tenía hecha una camiseta como la del álbum, además de un cuadro para poner en mi salón. Y a veces me iluso pensando que si un día me dieran una sola posibilidad de viajar en el tiempo, seguramente elegiría viajar a Chile el 31 de marzo de 1990.

En definitiva, lo que describe en este post es especial incluso para aquellos que no estuvieron allí.

Abrazos cariñosos,

Samantha Caldas
Belém, Pará, Brasil.

Nota. Perdón por los errores, no sé escribir en español.

silvio dijo...

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