jueves, 9 de marzo de 2023

Héctor Garrido: los rostros de Cuba Indígena

Por Marcel Villa Márquez / 

A fines del año pasado salió a la luz el libro «Cuba Indígena Hoy: sus rostros y ADN», el cual es parte de un proyecto que además incluirá una exposición y un documental. Liderado por Héctor Garrido, reconocido fotógrafo andaluz residente en La Habana, el proyecto arroja luces sobre la existencia aún de descendientes de los indígenas cubanos. Para ello se conformó un equipo multidisciplinar, el cual trabajó durante cinco años en el estudio de más de 30 comunidades, la mayor parte de ellas en las regiones montañosas del oriente de Cuba. A propósito de Cuba Indígena y lo que representa este proyecto, POB Magazine conversa con Héctor Garrido.

¿Cómo surge Cuba Indígena?

Alejandro Hartman, el historiador de la ciudad de Baracoa, llevaba más de diez años intentando convencerme de que hiciera una gran exposición fotográfica sobre las comunidades indígenas de Cuba. Su objetivo era demostrar que, a diferencia de lo que defendía la tesis comúnmente aceptada, los indígenas cubanos no se habían extinguido del todo. Cuando finalmente me convenció para llevar a cabo este trabajo, empecé a pensar que abordar el fenómeno desde la fotografía no era suficiente, y que se necesitaba estructurar un proyecto mayor, que implicara además un punto de vista científico y riguroso.”

¿Cuántas especialidades están involucradas?

“El proyecto es multidisciplinario y muy complejo, en él se mezclan ciencia y arte desde el inicio. Así, tiene una parte fotográfica importante, pero una científica tan importante como esa, sino más. Las dos piezas principales fueron la obtención del fenotipo y el genotipo. Lo primero es el aspecto físico de las personas, el cual se registró a través de los retratos, lo segundo consiste en la información genética y se obtuvo mediante muestras de saliva o sangre.”

“A este trabajo principal se unieron otras disciplinas representadas en cinco especialistas principales: Alejandro Hartmann, historiador; Beatriz Marcheco, genetista; Enrique Gómez Cabezas, sociólogo y etnógrafo; y dos fotógrafos, Julio Larramendi y yo mismo. Larramendi, que actuó además como coordinador editorial del proyecto, se enfocó en la documentación etnográfica, el cómo viven y las particularidades de cada una de las comunidades, yo en cambio me concentré principalmente en los retratos.”

“La doctora Beatriz Marcheco actuó además como Directora Científica del proyecto, creando y supervisando los protocolos necesarios para la obtención de datos y muestras genéticas, así como su posterior tratamiento. Al tercer año de ejecución, Cuba Indígena creció definitivamente al comenzar a filmarse un documental para cine, en el cual aún estamos trabajando. Y ahí se incorpora un nuevo equipo técnico y de producción dirigido por el cineasta Ernesto Daranas.”

¿Para aquellos interesados en el libro, de qué manera pueden adquirirlo?

“Ya se hizo una primera edición institucional de 500 ejemplares, pero esos se están distribuyendo exclusivamente en centros de estudios, universidades y bibliotecas, así como en las comunidades que han participado en el proyecto. La edición venal está actualmente en proceso, y esa trataremos de que pueda adquirirse en las librerías. Todos los fondos que se recauden irán en beneficio de las comunidades estudiadas.”

¿No le parece irónico que Cuba Indígena haya sido liderado justamente por un español?

“Al principio sí me parecía un poco irónico, pero tuve presente desde un inicio que era una propuesta de Alejandro Hartman y que yo acudía al llamado de un cubano. Aunque sí es cierto que durante estos años anduve preguntándome por qué yo. Exactamente me hacía esta pregunta: «¿quién te manda a ti a hacer esto?». Y sucedió que cuando la doctora Marcheco me entregó los resultados de mi análisis genético, para mi sorpresa, incluían una increíble noticia: resulta que tuve una tatarabuela que fue india, taína y cubana. Y ahora siento que quizás era ella quién me llamaba a mí a hacer este proyecto y, en definitiva, a ayudar a darle voz a los indígenas. Ahí se ocultaba para mí el llamado y la magia de este proyecto.”

¿Cómo fue fotografiar en esos lugares?

“Fueron cinco años en los que hemos viajado muchas veces a Oriente. Hemos convivido con esas comunidades y en ocasiones durante bastante tiempo, por ejemplo, en la penúltima de las expediciones estuvimos viviendo en la montaña dos meses y medio. Y al final acabas muy implicado. Cuando uno llega a lugares tan apartados, quizá los lugares de más difícil acceso de este país, los primeros días eres un visitante, un extraño y una singularidad. Conforme el tiempo pasa dejas de ser esa nota discordante y pasas a ser invisible, lo que para un fotógrafo es maravilloso, para luego convertirte en parte de la comunidad y acabar trabajando con ellos en aquello que la comunidad necesite. Así, un día estás arreglando un vara en tierra y al siguiente estás cargando guano para construir un bohío. Y formas tan parte de eso como ellos forman parte de tu fotografía, y se convierte en un intercambio simbiótico hermoso. Eso ocurre cuando pasas el tiempo compartiendo tu vida con ellos.”

Supongo que haya sido todo un desafío en cuestiones de técnica 

“Pues sí, hay que destacar que detrás del grupo principal de especialistas hubo un equipo de producción sin el que hubiera sido imposible llevar a cabo este proyecto. En ocasiones tuvimos que llevar con nosotros toneladas de material, para poder trabajar y vivir en esas estancias tan largas. De todo; incluso generadores eléctricos, ya que debíamos recargar baterías y trabajar con computadoras, para así poder volcar las fotos y datos recogidos diariamente. Pero estoy bastante acostumbrado a trabajar de esa manera, ya que gran parte de mi carrera como fotógrafo ha sido acompañando expediciones científicas en diferentes partes del mundo. He trabajado en todos los climas y en todos los continentes, desde Australia a la Antártida.”

Se puede decir que este trabajo ha representado mucho para usted sentimentalmente

“Los vínculos que se han creado con algunas de estas familias son ya de por vida. El último niño nacido en la comunidad La Ranchería durante el tiempo que estuvimos, es ahora mi ahijado. Se trata del bisnieto del cacique Panchito. Esa convivencia de cinco años hace que al fin seamos familia. ¿Bueno, quién sabe si realmente somos familia? ¡Teniendo en cuenta ese hallazgo mágico de mi tatarabuela es probable que podamos tener hasta algún antepasado en común!”

2 comentarios:

silvio dijo...

RESUMEN LATINOAMERICANO
La otra cara de las noticias de América y el Tercer Mundo

silvio dijo...

Felicidades a mi padre 🎂
a Carmen Cantillo 🎂
y a Víctor Casaus 🎂
🇨🇺🇨🇺🇨🇺