jueves, 21 de enero de 2016

Mi saya negra

Por Cenodis Odalys Cedeño Carballido

Si dividiéramos el análisis de la Historia de Cuba, en décadas, encontraríamos que cada etapa marcó  trascendencias  muy importantes  en nuestras tradiciones  patrias. Pero considero que los años 50 del Siglo XX fueron definitorios en la vida de la Nación  y su futuro. El Moncada, el Granma, la Sierra, la lucha clandestina en las ciudades, el ataque al Palacio Presidencial, las invasiones de Camilo y el Che y el triunfo revolucionario del 1ro de Enero, entre otro hechos, han quedado en la memoria como esencias de nuestra definitiva lucha por la libertad, la independencia y la soberanía.

Yo había nacido en  Barajagua,  poblado cercano a Cueto en la  provincia de Holguin.
Mi padre había fallecido en 1944, cuando yo tenía solo 2 años.  Mi madre quedó viuda, teniendo que hacerse cargo de 7 hijos entre 2 y 15 años, siendo yo la más pequeña. Mucha hambre y necesidades pasó toda la familia y en algún momento nos trasladamos para San Germán, donde estaba uno de los grandes centrales azucareros del país, tratando de encontrar mejores horizontes. Algunas de mis hermanas, muy jóvenes aún, quedaron casadas en Barajagua. Entonces, ya había cumplido 5 años.

Mi madre decide emprender un viaje a La Habana, llevándome con ella, cuando ya había cumplido 13 años, en busca de mejores condiciones de vida, y no le queda más remedio que emplearse de criada en una casa para poder paliar las necesidades y lograr su objetivo superior de trasladar poco a poco a todos sus hijos para la capital.  Su vida amorosa la reinició con un gallego que también laboraba en esa casa y que realmente fue para mí como el  padre que no había conocido.

El día que cumplía los 15 años mi madre me dijo  –Hija, le pedí permiso a la señora de la casa para que pasaras tu cumpleaños allí conmigo, porque no puedo dejar de trabajar. La “bondad” era con la orden de que siempre permaneciera en la cocina.

El atuendo para ese día era un  vestidito rosado, confeccionado para la ocasión.  No dije nada, pero al mirarme en el espejo me sentí ridícula. Hubiera preferido estar en Barajagua con mis hermanas y hermanos, pero el cariño con que mi madre me había hecho aquel vestidito y las noches que la pude observar cosiendo  hasta  altas horas, después de un agotador día de trabajo;  preferí callar.

Durante los  primeros años, entre Barajagua  y San  Germán,  pude ver los más atroces abusos de los terratenientes y guardias jurados contra la población: desalojos, plan de machete  y otras barbaridades, típicas de aquellos regímenes de opresión y desprecio. Todo aquello se agravó con el golpe de estado de Batista en 1952, cuando apenas había cumplido yo los 10 años.  Ya a esa edad,  si aún no tenía una clara conciencia de lo que  pasaba, los recuerdos están muy claros en mi cabeza y nunca se me podrán olvidar. Mi madre, sin esposo, había tenido que criar a todos sus hijos e hijas, en que la mayor no sobrepasaba los 15 años.  Centavo a centavo  se reunía lo que se podía para tratar de comer, pagar la casa, y otras necesidades.  Mi  madre muchas  veces estaba pegada a una desvencijada máquina de coser, haciendo algunas costuras que ayudaran a paliar aquella miseria. Mis hermanas ayudaban en lo que podían pero la madre siempre preocupada porque al día siguiente no faltaran a la deteriorada pero digna  escuelita rural.

Recuerdo con especial cariño a la profesora. Con ella aprendimos de Martí, Maceo, Céspedes, Agramonte, Calixto García y muchos otros. Años después y con el triunfo revolucionario, comprendí aún más las enseñanzas de Ana María, que era el nombre de la maestra. Cuando leí por primera vez  “La Historia me Absolverá” me parecía que estaba oyendo a Ana Maria hablar de la Historia de Cuba y el papel de los héroes.

Cuando llegué a aquella casa de opulencia y fastuosidad, me deslumbré con sus cuidados jardines, sus enredaderas, su fuente llena de pececitos  y su entrada principal con puerta de madera que ni en fotos o revistas había visto. De la casa por dentro solo conocí la cocina. El primer saludo lo recibí de dos grandes perros que olfateaban mi cuerpo mientras temblaba como una hoja.  Aquellos, monstruos para mí, eran casi de mi tamaño. En mi vida sólo había visto perritos satos que pululaban en las casas de Barajagua y San Germán.

Mi madre, Alejandrina, y al que ya consideraba mi padre, llamado Eugenio, unían  quilito  a quilito para malvivir  y poder enviar algo para las familias que habían acogido en San Germán a mis hermanos y hermanas , esperando mejores momentos en que se pudieran mandar a buscar. En ocasiones mi madre llegaba al cuarto donde vivíamos con algunas ropas de uso, regaladas por los filantrópicos dueños de aquella mansión, donde los perros comían mejor que cualquiera de nosotros. Siempre había alguna batica o vestidito para mí, al cual había que ajustarle algunas costuras porque ya con mis quince años comenzaban a  aparecer las carnitas de la pubertad.

En otras ocasiones me llevaron a la deslumbrante residencia, pero siempre en la cocina  o en el traspatio,  donde se lavaba y tendía la ropa; labor que también hacía mi madre.
En una ocasión sentí la voz de una de las niñas de la casa que llamaba –Aleja, Aleja,  dígale a su niña que venga, y mi madre asombrada y casi orgullosa me repetía, –es contigo, es contigo.

Salí a un amplio comedor con una gran mesa de cristal y una lámpara en el centro, con tantos bombillos como nunca había visto en mi vida, pero seguían las voces –Aleja, Aleja, dígale a su niña que venga–. Caminé hasta la sala espaciosa y enorme, donde me parecía que cabria 100 veces el cuartico donde mal dormíamos. Butacones aterciopelados, mesas con decenas de adornos de la más fina porcelana, cuadros, alfombras más mullidas que la lona de mi catre, una escalera de mármol rosada que daba al piso superior y un pasamanos dorado, pulcramente pulido, en que centelleaban las luces de una gran lámpara  de cristal  en que colgaban cientos de “lágrimas” que no eran precisamente las que habían salido de mis ojos cuando pensaba en mi terruño y los deseos de volver.

Las dos niñas, paradas en el medio de aquella, sala sostenían entre sus brazos dos bulticos de ropa usada (hoy diríamos reciclada) con diversas prendas de vestir. Las primeras palabras  de aquellas niñas de 12 y 13 años fueron:  Pero que flaquita está, –lo que me abochornó  y bajé la cabeza entre complejo e ira. –Esto es para ti por tus 15 años–, dijeron las niñas casi al unísono y depositaron los bulticos en mis manos, mientras mi madre detrás me susurraba –Dale las gracias, dale las gracias.

De momento, para mi sorpresa, se acercaron y me dieron, cada una un beso, mientras escuchaba la autoritaria voz de la madre que casi gritaba: –Mariela,  Madelaine,  a sus cuartos.

En ese momento sentí que esas niñas eran más tristes que yo, que su madre las maltrataba igual que a mí, solo que con otros métodos, que sus vidas estaban encerradas en una  moralina que tarde o temprano saldría a relucir en sus complejos y angustias. Mientras subían las marmóreas y relucientes escaleras  me miraban y sentí su tristeza y su soledad, e incluso sus ganas de jugar conmigo. Solo atiné a pasarme la mano por la mejilla agradeciendo aquellos besos dados. Recordé con felicidad inaudita mi muñeca de trapo, llena de aserrín que apretaba contra mi pecho con ternura infantil pero la más sincera. Escuché cuando la voz latosa de la señora de la casa le recriminaba  a mi madre –Le he dicho muchas veces que cuando traiga a su hija debe permanecer en la cocina.

Cuando abrí el bulto de ropas encontré entre ellas una saya negra, ancha muy ancha, que fue desde ese momento mi preferida. Me quedaba grande, pienso que muy grande, pero no sé por cual razón le tome un cariño especial.

Ya a finales del año 1957 pedí volver, aunque fuera por un tiempo, a San Germán y Barajagua. Sentía una gran nostalgia por ver a mis hermanos y hermanas, conocer a sobrinos que habían nacido, volver a bañarme en aquel rio de Barajagua, jugar de nuevo entre las matas, ver la noche acercarse y observar cómo los candiles alumbraban dentro de los bohíos. Disfrutar el silencio de la noche, o las sirenas del Central, y el silbato de las locomotoras. Pudo mi madre, reunir algunos pesos y cumplir mis deseos.  Llegué  al anochecer. El chofer y el conductor conocían a mis hermanos y se depositó en ellos la responsabilidad  de cuidarme  y entregarme a mi familia. Así lo hicieron. Pero Barajagua ya no era la misma. El río era apenas un riachuelo y en el ambiente solo se hablaba de los barbudos, la Sierra y Fidel. Se conspiraba como en cualquier otro lugar.

Ahí supe del asesinato del joven revolucionario Jorge Estevez y del estoicismo de su madre al no dejar que nadie limpiara la sangre del cuerpo de su hijo y hacerlo ella misma sin derramar una sola lagrima, pero en su rostro el odio y el desprecio era evidente.

Cuántos recuerdos de lo que habíamos aprendido con la profesora Ana María en San Germán, y muchas otras con una profesora que tuve en La Habana, llamada Hildelisa. Mientras me contaban estas cosas recordé a Mariana, la madre de los Maceo, o a la madre de Calixto Garcia, que prefirió que el hijo se hubiese suicidado antes que traicionar a su patria.

Por toda aquella zona se enseñoreaba un gran asesino. El coronel batistiano Sosa Blanco. La solidaridad entre los pobladores se hacía más evidente cuando él andaba por esos lares destruyendo, quemando casas  y asesinando a cualquiera que  ayudara a los revolucionarios o que solo se sospechara su simpatía con ellos. Cuando solo se imaginaban que Sosa Blanco andaría por aquella zona se decía: ¿qué pasa si Sosa  pasa?... Que quema todas las casas.

En más de una ocasión los pobladores, al enterarse de su cercanía, huían con todos sus “matules” hacia las montañas con lo que podían cargar y llevar en mulos, caballos y carretones. Se desarrollaba entonces una enorme solidaridad entre todos pues otros campesinos acogían en su bohío a los que huían, manteniéndolos hasta que el tenebroso asesino  pasara. Casi siempre cuando volvían, encontraban sus casas y todas sus pertenencias  quemadas  y lo poco que había quedado, destruido.

Pero Barajagua no se rendía y de nuevo la conspiración y los actos de valentía. El pueblo estaba consciente de que no se le podía dar a la tiranía ni un respiro.

En la visita a mi pueblecito natal, tuve la oportunidad de reencontrarme a un joven revolucionario muy carismático y cariñoso que evidentemente andaba en todos los trajines de la resistencia. Lo recordaba de mi niñez. Búsqueda de medicinas, ropas y la confección de brazaletes del 26 de Julio, y cualquier otro artículo que se pudiera resolver para los guerrilleros. Siempre en las noches, jóvenes, viejos y hasta niños, nos agrupábamos en la orilla del pequeño riachuelo para confeccionar los brazaletes, banderas e incluso restaurar algunas ropas  usadas.

En una ocasión mi amigo, que dirigía todas las acciones, planteó la necesidad de buscar telas rojas y negras para la confección de los símbolos del 26 de Julio.  Inmediatamente recordé la saya negra que me habían regalado y corrí a buscarla. No la encontré. Le pregunté a mi hermana y me dijo no saber. Revolví todo el bohío y nada.  El alma se me salió del cuerpo porque de momento en aquella saya vi mi mayor entrega y colaboración. Quería darle la sorpresa a mi amigo pero no fue posible. Quedé siempre con la duda de si la había dejado en La Habana. Seguí preguntando e indagando, pero tuve la callada por respuesta, o simplemente un “no sabemos”.

Mi joven –casi tan joven como yo– amigo, conversaba mucho conmigo y hablaba de Fidel, del futuro de la Patria, y de que cuando triunfara la Revolución nada sería igual. Yo le contaba las experiencias en La Habana. El Capitolio, las grandes avenidas, la cantidad de autos, los tranvías,  las guaguas, y me escuchaba muy atento y me decía –Algún día  tu me llevarás de la mano por esa avenidas y montaré contigo los tranvías y las guaguas y estudiaremos juntos, pero primero tenemos que luchar por la libertad de Cuba.

Me sorprendía, pese a su edad, la madurez en lo que explicaba.

Le hablé de lo que hacían mis padres en la capital y de cómo la señora de la casa los trataba con refinado maltrato, de cómo los perros comían mejor que cualquier ser humano  y le comenté el encuentro con las hijas y por supuesto las ropitas regaladas y entre ellas la saya negra, que me parecía tenerla en la maleta, pero que se quedó, y cómo esa prenda me había gustado por lo fina y suave que era su tela.

Me observó detenidamente y me dijo:

–Las cosas materiales tienen su importancia, pero más importantes son los sentimientos.  Aquel día, en que te regalaron las ropitas,  lo más noble y lindo fue lo que pensaste de esas niñas a pesar de la opulencia  y los brillos. No dejes que la mirada de ellas, ese día, deje de acompañarte, ellas son tan víctimas como tú.

En un amanecer de los primeros días de 1958, había un gran alboroto  en Barajagua y en los pueblos cercanos, Policías, camiones con soldados, carreteras cerradas, detenidos y torturados,  Todo el mundo se preguntaba  ¿qué pasa, qué pasa? Cuando de momento una voz gritaba:   –Han puesto una enorme bandera del 26 de Julio en el Central– y repetía la noticia con alegría que nos contagiaba a todos. En la necesaria discreción, todos disfrutábamos aquel acto que era de osada valentía y sin lugar a dudas un duro revés para la represión batistiana en la zona. Era un triunfo de los revolucionarios.

Días después, mi madre me mandó a buscar preocupada por mi seguridad y triste por la ausencia. No pude despedirme del joven amigo. Andaba escondido huyendo de los sicarios. Pensé, sin lugar a dudas, que él tenía que ver con la bandera del Central. A lo mejor ya estaba en la Sierra con Fidel.

Cuando llegué a La  Habana, lo primero que hice fue buscar mi saya negra y mi madre me aseguraba que me la había llevado. Olvidé la pérdida y me dediqué a estudiar  Secretariado y otras especialidades que me permitieran ayudar a mi madre e incluso sacarla de aquella casa.

Vino el triunfo de la revolución y como la gran mayoría reí,  lloré  y evoqué mucho a mi amigo y sus consejos. Fidel habló en Columbia y cuando lo escuchaba, entre aquella muchedumbre enardecida y feliz, recordé de nuevo al amigo joven. Me parecía escucharlo en sus sueños de mejor vida, pero también me di cuenta que la lucha continuaría contra un enemigo más poderoso que la dictadura batistiana. Muchos sueños se harían realidad pero entre alegrías  y angustias  andaríamos.

Mi vida cambió por completo y me sentí útil y respetada;  estudié y tenía trabajo, me hice miliciana. Pude decirle a mi madre que dejara de ser criada y mi noble padrastro comenzó a trabajar como cocinero en la gran Ciudad Escolar Libertad,  que otrora fuera el cuartel Columbia,  la mayor fortaleza militar de la dictadura y que fue ocupada por Camilo Cienfuegos y su tropa. Allí hablo Fidel y preguntó –¿Voy bien Camilo?–  y las palomas de la paz y la esperanza se posaron en su hombro.

En algún momento me pregunté, qué sería de aquella familia para la cual trabajara mi madre. ¿Y las  niñas?, aquellas que  después, cuando estudié, recordé en “Las Meninas” de Goya. Mi madre me había comentado que creía que habían abandonado el país, pero la curiosidad fue más fuerte y partí para la casa. Cuando llegué al  lugar un vocerío juvenil llenaba el ambiente. Muchas muchachas, casi niñas todas, disfrutaban aquel  lugar. Sus caritas prietas del sol, sus manos aún callosas del andar campesino, sus sonrisas francas y sinceras, sus temores de lo desconocido.

Me acerqué a un grupo de ellas y a varias preguntas me respondieron, –Yo soy de El Purial, vengo del Pico Turquino, yo de Mayarí, Buey Arriba. Nos trajeron a  alfabetizarnos, y a estudiar corte y costura. Aquel encuentro me dejó anonadada y disfruté  con más fuerza que nunca el recuerdo de mi joven amigo.

Una tarde, en los primeros años de la década del 70, tocaron a la puerta de mi casa. ¡Sorpresa! Era mi joven amigo, vestido de verde olivo, cambiado por los años y la lucha pero aún con el brillo en sus ojos de sueños y utopías realizadas. Luego de cariñosos besos y abrazos y pasado un rato del impacto, me comentó:

–Me voy para una misión internacionalista, pero antes tenía que verte. No te he olvidado y siempre te he recordado con mucho cariño. Además tenía un compromiso moral al cual no podía faltar. ¿Recuerdas aquella gran bandera del 26 de Julio que apareció, una mañana en el Central? –Si la recuerdo, respondí; y entonces me confesó: –La parte negra de esa bandera era tu saya.

Meses después me llegó la triste noticia de que el revolucionario, mi joven amigo Arides Estevez, había caído heroicamente combatiendo en Angola.

228 comentarios:

«El más antiguo   ‹Más antiguo   201 – 228 de 228
Patricia Moda dijo...

aquí está

Mariola dijo...

Rosario

Rosario,
En ti pensaba, en tus cabellos
Que el mundo de la sombra envidiaría,
Y puse un punto de mi vida en ellos
Y quise yo soñar que tú eras mía.

Ando yo por la tierra con los ojos,
Alzados —¡oh mi afán!— a tanta altura
Que en ira altiva o míseros sonrojos
Encendiólos la humana criatura.

Vivir: —Saber morir; así me aqueja
Este infausto buscar, este bien fiero,
Y todo el Ser en mi alma se refleja,
¡Y buscando sin fe, de fe me muero!

29 marzo 1875



José Martí


https://www.youtube.com/watch?v=RssTEOZtk6Y

Lebis dijo...

Egunon Silvio.
Egunon segundaciteras.
Pues mira Romeo el que no escribe, que Viva la sexta de la Lacandona y que regresen vivos las 43 que faltan y tantas otras que desaparecieron y que venga la justicia ante la impunidad, pero anai, (hermano) en un lugar tan variado y plural como esta cita, se tienen que dar estas circunstancias que, a mi entender, no solo no ensucian el espacio (si se hace desde el respeto y aveces incluso subiendo tono) sino que hace que nos conozcamos mejor para lo bonito y lo que se comparte y para las diferencias también.
Comparto que no hay que cebarse y que no tiene que ser lo que marque el valor añadido de este espacio, pero son tan variadas las culturas, climas, creencias, vivencias, posicionamientos políticos.... que no sería real que todo fuese paz y amor.
Una de las razones que me enganchan de este lugar, es su diversidad y eso que yo suelo ser de las que no se callan en la crítica y de las que rebaten ante posturas que no coinciden con mis creencias o descreencias o ante lo que me parece imposición y/o intolerancia pero es que sino no seria Lebis. Y a partir de ahí es que las demás personas se pueden plantear desde donde me posiciono, no?
Y por supuesto hay que saber reconocer cuando se ha entendido mal, se ha perdido el respeto o verdaderamente nos han hecho ver que no llevamos la razón y que tal o cual comentario está de sobra.
Besarkada adizkide hori. (Un abrazo, konpañero)
Osasuna, kultura ta askatasuna!(salud, cultura y libertad!)

Lebis dijo...

Paradojas de la vida.... cuando Turquía miraba hacia otro lado porque le interesaba que el ISIS atacara al pueblo kurdo, fueron precisamente las milicias kurdas las que lucharon y detuvieron el avance de la Yihad incluso con los turcos cerrándoles la retaguardia a las milicias kurdas y ahora Turquía pretende poner a las kurdas al nivel del ISIS haciendo lobbing para que no tomen parte en las conversaciones de paz para la zona.
Encima, en España andan deteniendo a personas que se solidarizan con la lucha del pueblo kurdo por pertenencia a grupo terrorista....
El mundo al revés.
Viva el pueblo kurdo. Abajo los imperios. Gora herri askeak! (vivan los pueblos libres)

Lebis dijo...

EL PKK NO DEBE ESTAR EN LA MISMA LISTA QUE EL ISIS

Kinka Pitó dijo...

Los uruguayos, son gente muy previsora y sensible.
Usan paleontoveterinarios por si el gliptodonte esta muy debilucho y hay que curarlo.

jijiiji

Kinka Pitó dijo...

¡¡¡Feliz no cumpleaños Silvio!!!

Se te quiere un montón.

Y yo también.

Lebis dijo...

La CELAC se suma a la misión de verificación para la paz en Colombia

Guzmán dijo...

Mis disculpas a toda@s..

Esto deberían pasarlo en todas las escuelas

Chuck Berry-Jonhy b. good

https://www.youtube.com/watch?v=MEtLeoNW6Sw

Víctor Casaus dijo...

querida gente / ayer subimos una página web con la programacion del CENTRO EN LA FERIA. http://www.centropablo.cult.cu/feria2016
aqui les envio la info sobre presentaciones de libros, que serán acompañadas por trovadores/as.
abrazos feriales
victor

Ediciones La Memoria del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau propone para esta Feria Internacional del Libro de La Habana, en las celebraciones por los 20 años de la institución, seis nuevos títulos que intentan rescatar periodos, figuras o facetas apenas rozadas por los grandes relatos de la historia nacional que, sin embargo, conforman, completan nuestra identidad compartida, en construcción. La canción trovadoresca, otro de los desvelos del Centro, acompañará todas sus presentaciones en la Feria.

Las entregas de la colección Palabras de Pablo, Carlos Aponte: un peleador sin tregua, de José A. Quintana; Pablo en Bohemia y Pedro Capdevila, el remediano amigo de Pablo, compilaciones de Leonardo Depestre Catony, serán presentadas en la Casa del Alba el lunes 15 de febrero a las 2 de la tarde.

El primero es un volumen revelador del carácter y el pensamiento del revolucionario venezolano; el segundo reúne artículos publicados por Pablo en la prestigiosa revista junto a una selección de textos dedicados a él por otros autores, completando así, cuadro a cuadro, el vasto espectro de la obra escrita de Pablo de la Torriente Brau.

Pedro Capdevila… deviene rescate del “secretario sin cartera” de Pablo: los servicios prestados por Capdevila al héroe de Majadahonda durante su prisión en la Isla de Pinos y el exilio, las cartas cruzadas entre ambos y la obra del remediano como periodista e investigador redondean el esbozo de la personalidad y el quehacer de un casi olvidado de nuestra historia y de nuestra cultura. Una jornada para homenajear al Pablo escritor, amigo.

continua...

Víctor Casaus dijo...

EL CENTRO PABLO EN LA FERIA segunda prte y final

En la sala Nicolás Guillén de La Cabaña el martes 16 de febrero a las 12 meridiano, en una presentación especial dedicada a celebrar sus 20 años, el Centro dará a conocer los resultados del Premio Memoria 2015 y las Becas de Creación Sindo Garay. Asimismo, se conversará sobre los tres tomos de El útil anhelo. Correspondencia de Rubén Martínez Villena, compilación de Carlos Reig Romero quien según propias palabras, intenta contribuir a “conocer, aclarar, rectificar, comprender y valorar la vida privada y pública de Rubén Martínez Villena”.

El Centro de Estudios Martianos acogerá el jueves 18 de febrero a las 10 de la mañana la presentación de Viento sur (colección Homenaje) y la reedición del volumen de la colección Palabra viva dedicado a Raúl Roa, ambos con nuestro Canciller de la Dignidad como protagonista. El libro, una selección de textos de Roa que en 1953 publicara Editorial Selecta, una confirmación de la fibra literaria del amigo más entrañable de Pablo, será presentado por Raúl Roa Kourí. En tanto, en el disco nos reencontraremos con Roa, entrevistado por el periodista Orlando Castellanos.

Sobre El aullido infinito (colección Coloquios y testimonios) se compartirá en la Casa del Alba el viernes 19 de febrero a las 11 de la mañana. El volumen se detiene en la obra de varios cultivadores del arte bruto, personas con diferentes grados de alienación que tienen voz, anhelos, frustraciones y encuentran en el arte, como puede advertirse en estas páginas preparadas por Yaysis Ojeda (ganadora del Premio Memoria 2012), una liberación a algunas de sus mordazas.

Además, el Centro Pablo organiza para las jornadas de la Feria, escenario fundamental de las celebraciones por las dos décadas de la institución, el recital de poemas y canciones Amar sin papeles, que Víctor Casaus y la cantora andaluza Lucía Sócam llevaron en octubre de 2014 a diez ciudades españolas en presentaciones dedicadas a la memoria del poeta Juan Gelman y a la lucha por la liberación de los hermanos cubanos que aún se encontraban en cárceles norteamericanas. Un libro y las ediciones española y argentina del disco nacido de aquella aventura creativa, con los poemas de Víctor, con las musicalizaciones de Lucía, serán presentados en esos días de febrero, al calor de las múltiples actividades del Centro Pablo en la Feria.

http://www.centropablo.cult.cu/feria2016

Patricia Moda dijo...

«El artista es despiadado, éste y todos los artistas; son caníbales.
Una vez, hace muchos años, estábamos mi mujer y yo en el coche y tuvimos una de esas discusiones; me dijo algo que sonaba bien y le pregunté: "¿Puedo usar eso?". "Eres un monstruo", dijo. "Lo sé, pero ¿puedo usarlo?". Pero ella es la mujer de un artista y sabe del costo. Es una mujer maravillosa.»
John Banville

guau, ¿será así?

ricdylan dijo...

muchach@s dejen la pica para el futbol!! Con manyas, bosteros, gallinas, bolsos y diablos ya alcanza!!
jeje

Mariola dijo...

El 28 de enero de 1853 nacía en La Habana (Cuba) José Martí, uno de los poetas latinoamericanos más destacados del siglo XIX.


http://www.telesurtv.net/news/10-frases-brillantes-de-Jose-Marti-20160127-0078.html

Mariola dijo...

MI CABALLERO

Por las mañanas
Mi pequeñuelo
Me despertaba
Con un gran beso.
Puesto a horcajadas
Sobre mi pecho,
Bridas forjaba
Con mis cabellos.
Ebrio él de gozo,
De gozo yo ebrio,
Me espoleaba
Mi caballero:
¡Qué suave espuela
Sus dos pies frescos!
¡Cómo reía
Mi jinetuelo!
Y yo besaba
Sus pies pequeños,
¡Dos pies que caben
En solo un beso!


José Martí


https://www.youtube.com/watch?v=mwjqlfNHnu4

esperanza dijo...

Buenas

Y eso de la marcha de las antorchas??

(no recuerdo conocer eso)

Gabi Guerra ha publicado unas fotos en FB

https://www.facebook.com/GGBianchini/posts/10153792129785926

Es impresionante

Espero que las podaias ver

besos

esperanza dijo...

Por cierto Silvio

Como se llamaba el documental sobre Osvaldo ¿

(es para pedirselo a junin)

besos

esperanza dijo...

SEGUNDA GUERRA MUNDIAL

El Holocausto a través de sus víctimas

Berlín exhibe por primera vez 100 obras realizadas por prisioneros de campos de concentración

http://cultura.elpais.com/cultura/2016/01/25/actualidad/1453742110_626951.html

besos

Patricia Moda dijo...

Silvio, perdona, recién viendo q mañana tenés el concierto 71 de la gira por los barrios y es 29 de enero, caí en la cuenta q deben estar organizando, y ensayando para la tremenda gira q harán por España. Porque ya estamos en febrero, y falta poquísimo para semejante cantidad de conciertos en distintas regiones de España.

Es q me llamaba la atención tanto silencio y ausencias, y es q estarás super pero super ocupado.
Un abrazo.

Yo hoy iré a la embajada de Cuba a la actividad por Martí, a la que nos invitó el querido Víctor, al fin luego de tantas idas y vueltas podré encontrarlo.

Guzmán dijo...

jaja sin duda kinka, es todo relativo tambien se puede decir que jesus era negro y que maría magdalena era su mujer y que tuvieron hijos..abrazo saludos a tu señora

Guzmán dijo...

Felicidades por el aniversario de Jose Marti..

Mariola dijo...

Feliz 90 años, querido,Comandante, (disculpe la demora).

Eduardo Ruiz dijo...

Querido Silvio,
Hace tiempo que no pasaba por aquí, por tu rinconcito virtual de contactos. Quería darte un fuerte abrazo por el álbum Amoríos, que te estuve insistiendo demasiado para que saliera pronto y que por un pelo (cabello) no perdí la PACIENCIA , pero valió la pena esperar. Excelente disco, muy buen arreglo. El disco lo escucho por Spotify… que estamos tecnológicos!.
Ojala nos puedas comentar algo de tu próximo proyecto, ¿Qué tienes en mente Silvio?, algo debes estar dando vuelta en esa cabecita ingeniosa.
Bueno, me despido con un fuerte abrazo desde Santiago de Chile y saludos a cada uno de Segunda Cita, especialmente a las mujeres.

Mimí dijo...

Guzmán: todo bien. Saludos!

silvio dijo...

Esperanza, no alcance ver el título del documental pero era sobre la vida y la obra de Osvaldo Salas. Por ejemplo yo no sabía que era amigo de Fidel desde que eran muy jóvenes.

Disculpen el poco tiempo, mucho trabajo.

Doris dijo...

Silvio, hoy 28 de enero, que debía ser un día donde homenajeáramos a nuestro Héroe Nacional, amanecimos con esta noticia que a cualquiera le pone de puntas...hasta "los perros del curro"

http://www.cubadebate.cu/noticias/2016/01/28/contraloria-cubana-detecta-perdidas-millonarias/

Hace años que vengo combatiendo muchos entuertos de este tipo, y te digo que el hecho de que la Contraloría lo haya informado públicamente revela el alto nivel de desorganización y mal manejo de recursos que existe.

Una problemática muy dura, porque el pueblo necesita ver honradez, transparencia, adecuado manejo de los fondos públicos y empresariales, y con estas noticias, a cualquierita se le caen las alas del corazón.

Esperemos que las medidas que se adopten estén en consonancia con la gravedad de los hechos.

De P...., queridos amiguitos, papaítos y abuelitos, tal como decía el inolvidable Armando Calderón en la Comedia Silente

Mariola dijo...

Muy buen concierto, mañana, abrazos y besos neuquinos al cubo (o por cinco).

silvio dijo...

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