jueves, 7 de noviembre de 2013

Defensa de una alegría

A la UNEAC (Unión de escritores y artistas de Cuba)
ICL (Instituto cubano del libro)
MINCULT (Ministerio de Cultura)
ICAIC (Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos)

He leído con atención la nota oficial publicada en el periódico Granma el día 2 noviembre 2013 y en la cual se avisa de la decisión tomada por el Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros en cuanto a prohibir, con efecto inmediato, toda actividad de las salas de proyección de películas en 3D operadas por propietarios privados, así como de los salones de juegos de computadoras. El presente mensaje breve que les envío tiene como objeto el expresar –pese a que no tenga importancia alguna para algo que ya se decidió y aplicó– mi desacuerdo con la medida, en particular todo lo que en ella propone –a propósito del consumo cultural– una suerte de oposición entre los conceptos calidad y banalidad dado las inquietantes consecuencias que ello tiene a nivel social.
Pienso que si bien cualquier Estado tiene el derecho y la obligación de regular y normar las actividades económicas que en el territorio que abarca son realizadas, ninguno lo tiene para decidir (y esto es de lo que principalmente trata el conflicto) cuál debe de ser el consumo cultural de sus nacionales. Al Estado le corresponde la obligación de facilitar una mejor educación y disfrute de la cultura realmente universales, durante la ejecución de sus proyectos esboza y presenta la meta de aquello que considera la virtud ciudadana respecto a la relación entre el individuo nacional y la cultura; pero como tal el Estado no es un maestro ni la sociedad un conjunto de estudiantes sentados en los pupitres de un aula permanente, sometido a exámenes periódicos de habilidad y temeroso de obtener bajas calificaciones o de una vez por todas suspender. Dicho de otro modo, el Estado es un enorme facilitador, no un juez severo (lo cual queda para el mundo sangriento de la guerra).
Tan continuada insistencia en el tema de la banalidad, fantasma que en las más diversas intervenciones sobre cultura nacional aparece una y otra vez, hace pensar que en algún punto existe (o tendría que existir) algo así como el ser banal, especie de arquetipo negativo del consumidor cultural. En este punto, lo más difícil de entender (y aceptar) es que –coexistiendo con el consumo cultural de (o con) calidad– igual debe de existir espacio de existencia para el consumidor “banal”.
En este sentido, ser banal es una más entre las opciones de realización que una sociedad sana tiene para sus sujetos y los individuos poseen todo el derecho a consumir, sin la interferencia del Estado, los productos culturales del nivel jerárquico que así deseen, en especial los del nivel más bajo desde el punto de vista de la estética. Esto último resulta fundamental, ya que la efectividad de una democracia se prueba en la capacidad de acción (de realización, de vida) que de manera concreta existe para aquellos portadores del límite negativo del proyecto.
Más allá de esto, y acaso lo principal, es que el fantasma de la banalidad fabrica una figura de supuesta alienación y que, prácticamente, equivale a un nuevo enemigo social, puesto que se trata de alguien que insiste en mantenerse “externo” a la supuesta corriente sana de la calidad en el consumo; entonces, contrario a ello, no sólo es necesario defender el ser banal como un derecho humano, sino denunciar la falsedad de establecer equivalencias entre la calidad del consumo cultural de la persona y el altruismo, sentido solidario y valor de su aporte social.
Se pierde la brújula cuando –en lugar de orientar la discusión hacia la erosión de la solidaridad, los logros en el trabajo, la pérdida de amor o bondad en el trato entre las personas, el aumento del egoísmo, etc.– la energía se moviliza para extraer, de la “calidad” del consumo cultural, indicadores que alumbren la dinámica de los flujos sociales; como si la pregunta al reflejo pudiese sustituir el encuentro con el objeto.
Para mayor confusión, mientras que en una entrevista a Fernando Rojas, viceministro de Cultura (27/10/2013) este afirma que el Ministerio de Cultura estudia medidas que aplicar para que las salas 3D tributen a la política cultural de la Revolución, política cultural que Rojas señala que es una sola, en la nota oficial del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (2/11/2013), apenas una semana más tarde, es ordenado el cierre inmediato de tales salas y nada deja entrever que vayan a ser reabiertas. Con esto, y por más que la nota insista en que la medida no constituye un retroceso en la nueva política económica del país, de forma implícita acaba de consagrar el principio de que ningún nuevo oficio tiene posibilidades de existir hasta tanto no sea imaginado y comprendido por las más altas autoridades político-económicas del país.
Vale la pena señalar que –a reserva de algún descubrimiento– las películas proyectadas en las salas de video 3D (he asistido a tres diferentes) son las mismas que en cualquier sala de video del circuito estatal o en la televisión. Realmente es difícil entender de qué se habla cuando de la intervención de Rojas se deriva que lo normal de estas salas de video 3D es promover “mucha frivolidad, mediocridad, seudocultura y banalidad, lo que se contrapone a una política que exige que lo que prime en el consumo cultural de los cubanos sea únicamente la calidad.”
Por desgracia, la ecuación entre frivolidad, mediocridad, seudocultura y banalidad en absoluto es clara en el presente en que vivimos y hace ya más de 20 años que un conocido teórico cultural llamaba la atención acerca de que, en modo alguno, un espectáculo de Madonna (trabajado a un altísimo nivel organizacional, profesional y tecnológico) podía ser considerado “baja cultura”; cuando un fenómeno como el Cirque de Soleil hace de ese viejísimo entretenimiento una nueva forma de arte; cuando la amplia gama que va de la computadora al teléfono digital cambia la comunicación, el entretenimiento e incluso las formas de producir y consumir arte; cuando el refinado arte de la ópera encuentra, gracias a la canción popular, nuevos públicos.
Todo ha cambiado, incluso las bases en las cuales encuentra su apoyo el diseño de las políticas culturales.
Las prohibiciones constituyen cierres que niegan todo camino al diálogo, tanto en el presente como en un futuro situado a distancia razonable (préstese atención a la fuerza que en la nota oficial cobra el adverbio ‘nunca’) y, al cortar esa posibilidad, de inmediato dirigen la intensidad del poder (la enormidad del aparato administrativo y discursivo que lo conforma) en contra de procesos, actitudes y cosas.
Lo sorprendente que presenciamos aquí es la deriva según la cual una política pública (en este caso la “política cultural”), de servicio, cobra autonomía y se constituye en un objetivo en sí misma, por encima de los cambios que hayan tenido lugar en la temporalidad; es por eso que, aunque débil e incompleta, alguna explicación es ofrecida en cuanto a la prohibición de las salas de video 3D, a la vez que prácticamente nada es dicho acerca de la prohibición de los salones de juegos de computadora. En este punto queda la amarga sensación de que la retórica (vieja) ha sido incapaz de elaborar algún discurso coherente para enfrentar a la (nueva) realidad.
Al final, y esta es la parte más nociva de las prohibiciones, es que actúan como si lo único que existiese fuesen las normativas y el control de un lado, mientras que del otro el objeto o la práctica que eliminar; de tal modo, puesto que no se discute, queda privado de voz (sin que tampoco se le ofrezca respuesta alguna) lo que –a mi entender– es lo más importante: la alegría. Dicho de otro modo, el hecho de que la cantidad de alegría que a diario se manifestaba en los lugares ahora cerrados (salas de video 3D y salones de juegos de computadoras) proviene de miles de personas concretas que allí gozaban de su tiempo libre, mis hijos, mi esposa y yo entre ellas. A estos les ha sido negado algo que, muy rápidamente, aprendieron a considerar como parte del disfrute y a cambio reciben absolutamente nada.
Puesto que, junto con todo lo hasta aquí dicho, es loable exponer a la más severa crítica pública todo producto cultural que estimule el racismo, el machismo, el sexismo, la violencia, la prevalencia del dinero y sus formas de generar dominación por sobre la amistad, la solidaridad o el amor, pienso que, entre otros muchos temas, varios de los que motivan la presente intervención merecen ser discutidos en algunas de las Comisiones que realizarán su trabajo durante el venidero Congreso de la UNEAC. Por tal razón comparto preocupaciones y dudas con quienes, como ustedes, son mis colegas. Es algo que hago con la convicción de que debemos de discutir mucho, pero no con las pasiones de la agitación y propaganda, sino con la desgarrada profundidad de la ciencia.

Víctor Fowler Calzada*

Enlaces de referencia:
27 octubre 2013
2 noviembre 2013

*Poeta, ensayista, crítico y narrador cubano.

210 comentarios:

«El más antiguo   ‹Más antiguo   201 – 210 de 210
Patricia Moda dijo...

ta muy güeno

María (Puerto Rico) dijo...

Hoy es un día paranormal Estaba haciendo una búsqueda de una frase de Silvio y me topé con esto.........

LEAN Y LLEGUEN A SUS PROPIAS CONCLUSIONES

abdulwadud dijo...

María, el poder del Goliat al que te referís es limitado... No cabe en estas esferas... Según afirmaciones de los que saben, no hay mente en el mundo que ni siquiera pueda imaginar lo que ha de venir... Sea hoy, sea mañana, sea en cien años.

Kitty dijo...

¡Feliz cumpleaños Vicente! ¡Que viva la vejeztud! Besos siempre.

Wendy Guerra dijo...

Silvio y su moderno cuarteto cubano

silvio dijo...

Hay una nueva (?) entrada

Anónimo dijo...

Silvio, envié un correo el 6 de noviembre. a ojala, echale un vistazo. saludos.fjspiller

Unknown dijo...

Qué es la Alegría?

Alegria es estar lleno de felicidad, paz, amor y una sensaciòn de bienestar.

La alegria esta dentro de todos nosotros. Proviene de la sensacion de ser amado. Nace de apreciar el don de la vida. Surge cuando hacemos lo que nos parece correcto. La alegria se relaciona con la diversion, pero no es exactamente lo mismo. La diversiòn depende de lo que suceda afuera: pasarlo bien. La alegria, de lo que sucede adentro.

La alegria esta siempre ahi, sin importar lo que pase afuera. Puedes aplicar esa alegria interior a todo lo que hagas. Puedes disfrutar de tus tareas y hasta de un trabajo aburrido o desagradable. Si buscas la alegria interior puedes hacer que el trabajo mas pesado se vuelva alegre.

La alegria es el sentido interior que nos ayuda a atravesar tiempos dificiles, aunque nos sintamos tristes. Sin alegria interior todos nuestros sentimientos dependen de lo que nos suceda. Cuando las cosas marchan bien afuera, nos sentimos bien. Cuando las cosas marchan mal, nos sentimos mal. Sin alegria interior estamos continuamente entre el dolor y el placer de lo que nos sucede. Sin alegria, cuando cesa la divercion, cesa nuestra felicidad.

Sin la alegria, la tristeza se hace màs y màs profunda. Si somos alegres seguiran sucediendonos cosas buenas y cosas malas, pero en el fondo nos mantendremos calmados y serenos. Continuamos sintiendonos amados y a salvo. Cuando suceden cosas buenas la felicidad dura màs. Cuando algo nos hiere nos sentimos tristes, naturalmente, pero recurriendo a la fuerza de la alegria interior, la tristeza no se vuelve cada vez màs profunda: llega y se va.

silvio dijo...

Gracias, Martha. Edificante reflexión.

ojos que no ven dijo...

“Más allá de los errores, más allá de las disoluciones, tendríamos que ser muy desagradecidos los cubanos si no reconociéramos la ayuda inapreciable que ese país nos brindó, en momentos cruciales para nuestra sobrevivencia y la de la naciente Revolución. Nos extendieron su mano cuando casi todos nos viraron la espalda, por eso estamos y estaremos en deuda siempre con ese hermano pueblo.”
De todo esto, nos ha quedado la amarga lección de aprender de sus yerros, para no cometerlos o para enmendar los cometidos. Eso es lo más importante. (por Doris)

Sobre el tema central: cierre de las salas de cine privadas (que por cierto son muchísimas).

La muy buena opinión de Doris sobre la revolución de octubre está íntimamente ligada con la noticia de las salas de cines.

Revolución. debe ser radical sin caer en radicalismos. En cuantas cosas tuvo que caer la de octubre para que cayera el muro de Berlín?
Vale no ser desagradecidos. claro que vale. los agradecidos ven las sombras. Y vale no verle las sombras a la otra. a la cubana. por que es de luz de sol hermoso.

Dudo.
Acaso no tiene Cuba todo un aparato organizado que se manifiesta comunalmente y gremialmente y sectorialemnte? La sociedad no está constantemente discutiendo sobre cada tema trascendental?

Opino: Una actividad "riesgosa" debe de ser regulada. Una prohibición debe ser aprobada, previamente discutida.

En una sociedad donde el poder lo ejerce el pueblo y no un régimen dictatorial como es el caso de Cuba, no es más fácil discutir que imponer??

A veces es más cómodo imponerse que buscar aprobación.

Lo que no entiendo es por que no reclaman a todos los niveles, porque nadie se planta y exige que se discutan más las cosas. Nadie hace nada, se quejan donde no deben.

En fin. Me resulta increíble que un pueblo que logró una revolución como la cubana, no se plante fuerte para cambiar lo que está mal hecho. Y esto no significa combatir injustificadamente y derrocar al gobierno, es solo levantar la voz y evitar que la revolución se venga abajo.

Bendita sea Argelia por la maravilla.

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