Por Ricardo J. Machado
“Si no somos capaces de cambiar de dirección, llegaremos fatalmente hacia donde vamos encaminados”
Proverbio chino
Saber dialogar como exigencia apremiante para gestionar la realidad
Un número creciente de ciudadanos del país se están percatando de la necesidad de un dialogo en gran escala. Es una necesidad que emerge de la propia naturaleza de la realidad que estamos viviendo. Una realidad que avanza aceleradamente hacia la diversidad y la diferenciación. Incluso dentro del mayoritario sector de la población comprometido con el proyecto socialista esas diferencias crecen, tanto en intensidad como en número.
No bastan los plebiscitos o referéndum. Hay indicios de que amplios sectores del gobierno, tanto los realistas como los conservadores, van aceptando esa urgencia, pero a diferente velocidad. Como evidencias podemos mencionar de una parte la aparición en nuestras pantallas de un programa como El ojo que tv, conducido por la periodista Cristina Escobar y dirigido por Rigoberto Senarega, en el que la mayoría de los entrevistados han expresado opiniones que nunca habíamos escuchado en los medios televisivos.
En ellas se proclamó abiertamente, entre otros, el derecho a tener relaciones personales de intimidad con aquellos que mantienen opiniones contrapuestas y/o diferentes del gobierno socialista. Por otra parte, podemos confirmar los frecuentes señalamientos críticos a la gestión de diversos sectores de la economía y el desempeño de sus directivos en la prensa oficial escrita (“Tierra vacía no da comida”, Granma 2 de diciembre 2021). (“Lo que no se está haciendo bien en el municipio que impacta al país”, Granma 15 de noviembre 2021).
El propósito principal de este texto se sustenta en la idea de que aprender a dialogar es un aprendizaje de cierta intensidad y que esta empresa cae en el terreno de la tecnología social, que tiene además una naturaleza muy lejos de ser simple. Considero además que su aplicación en la práctica y en gran escala es una exigencia básica para la consolidación de la legitimidad y viabilidad del sistema político cubano. También debe actuar como factor de cicatrización del tejido social dañado, a causa de los sucesos del 11 de julio.
Las tecnologías sociales, a diferencia de las tecnologías ingenieriles (incluyendo las biológicas), trabajan a largo plazo y en general con lentitud. Sería raro que pudieran producir un resultado deslumbrante en solo unos meses como tres vacunas o un respirador artificial. Estas generan sin duda sostenibilidad al sistema, pero por sí mismas no pueden asegurar un nivel satisfactorio y prolongado de sostenibilidad política. Esto no es posible sin la influencia decisiva de los aportes de la tecnología social.
Por ejemplo: cómo fortalecer el clima sociopolítico de nuestra sociedad o reducir el éxodo de personas de alto rendimiento, mediante la implementación de un programa de retención del talento. Aquí la gestión de los activos intangibles es determinante. Creo que, ante todo, debemos aceptar que, para aproximarnos a una interpretación confiable de la importancia básica de aprender a dialogar, hay definir qué tipo de realidad tenemos por delante.
¿Qué es la realidad?
En primer lugar, hay que reconocer algo obvio: la multifacética y cambiante realidad que vive nuestro país no solo encuentra sus causas dentro de Cuba. Hay que repetirlo porque no son pocos los que desconocen o subestiman estos factores del entorno. No me refiero solo al bloqueo. Sino a la caótica situación mundial creada por la cada vez más visible incapacidad del dominante sistema capitalista para resolver los problemas esenciales de la humanidad. La larga oportunidad de sus 800 años de existencia se desvanece. El impetuoso resurgimiento de Rusia como potencia y el desafiante crecimiento de la economía china han desestabilizado los centros de poder de los países centrales de Occidente. Se debilita su capacidad de razonar, lo que se evidencia en su decisión de adoptar una política de confrontación.
En la actualidad se está produciendo un reposicionamiento de poderes a escala global y una parte significativa de la élite de Occidente tiene dificultades para adaptarse a los nuevos escenarios. En su seno se producen graves contradicciones, muy difíciles de resolver. El oleoducto ruso, ya concluido y orientado a resolver las necesidades energéticas de Europa central, agudiza las tensiones en esa zona. La aparición de la pandemia las profundiza a nivel global. Crece el número de personas que padecen hambre y por esa causa mueren diariamente decenas de miles. También aumentan los niveles de pobreza, de forma indetenible. Los niveles de desigualdad se aceleran al mismo ritmo que crecen las fortunas de unos pocos. Las cifras son fáciles de encontrar, incluso en medios conservadores (¿podría suceder en Cuba también?). Cuba no puede escapar a estas señales del entorno y necesita reubicarse ante el mismo.
Esa realidad global se nos aparece como una infinita y compleja red de interconexiones. Los elementos que la componen no están aislados entre sí, ni separados, sino que muestran una naturaleza multidimensional, indivisible en continua interacción. Una red de relaciones inseparables y casi ilimitada. Ese complejo disfuncional y casi incontrolable el capitalismo lo está globalizando; es decir, lo está exportando y sus consecuencias, en los países del sur, se potencian a causa de la fragilidad de sus estructuras y lo endeble de sus instituciones.
No pretendo proporcionar una justificación a algunos aspectos de la política gubernamental cubana –en un momento en que casi todos los gobiernos del mundo están cometiendo errores– sino explicarla. De lo anterior se sigue que esa realidad multifacética se resiste a ser comprendida por los métodos tradicionales. Los gobiernos se están equivocando mucho porque carecen de instrumentos para interpretar y gestionar con eficacia esa realidad. Luego, la tarea de descubrir o construir apropiados recursos cognitivos debe ser priorizada.
En estos escenarios -incluido el cubano- actúan grupos con intereses diversos y con frecuencia contrapuestos. Los métodos que necesitamos deben ser capaces de compatibilizar, regular y armonizar los aspectos con potencial conflictivo que se están derivando de los cambios significativos que se producen en el seno de los procesos de transformación de las estructuras socio-demográficas y socio-clasistas de la sociedad cubana. Si la dirección del país no garantiza en el tiempo necesario que sus instituciones alcancen un capital intelectual capaz de cumplir ciertas funciones cognitivas básicas, no podemos esperar que se logren realizar las funciones conductuales capaces de gestionar eficazmente la realidad.
La elaboración de métodos de trabajo para ejercer influencia reguladora sobre la realidad solo puede alcanzarse mediante el intercambio de muy diferentes y numerosos saberes. Precisamente de ahí surge, desde la profundidad, la necesidad de aprender a dialogar. Tanto en el mundo como en Cuba se podría estar profundizando una relación disfuncional entre el sujeto que conoce y el objeto que se intenta conocer. Urge prever y regular a corto plazo esa disfuncionalidad. Para la supervivencia del modelo cubano este asunto es vital. Razón adicional para activar el diálogo y la capacidad de una mayoría de los ciudadanos para protagonizarlo.
Considero que la arista de mayor importancia de la gestión actual del gobierno cubano es la declarada intención de fundamentar su actividad en la ciencia. Una tarea que tiene ante sí una curva de aprendizaje complicada y de muy larga duración en el tiempo. Para que sea exitosa es necesario construir primero bases conceptuales y metodológicas sólidas.
Algunas píldoras conceptuales
Lenin reconoció la validez de la afirmación de que no hay nada más práctico que una buena teoría y la hizo suya. Proponemos examinar con brevedad al menos tres conceptos claves para sustentar la necesidad vital del dialogo en la situación cubana: 1- transdisciplinaridad, 2-complejidad, 3- pensamiento no lineal. Ciertos conceptos que facilitan el diálogo científico en las llamadas ciencias duras pueden utilizarse en el terreno del diálogo político y el económico.
Por ejemplo, sería necesario una mayor integración entre la Antropologia, la Economía, la Sociología, la Sicología y la Ciencia Jurídica, a la que habría que incorporar la rama de la neurociencia que trata los aspectos biofisiológicos del comportamiento humano. Pero carecemos aún de instituciones que garanticen la integración de esas ciencias, sin cuyo trabajo conjunto es imposible alcanzar interpretaciones objetivas del hecho social. Los chinos y vietnamitas han creado centros de regulación y control de las reformas con carácter multidisciplinario, como premisa para transitar hacia el enfoque transdisciplinario, tal como ha funcionado en el sector biofarmaceútico.
Trans-disciplinaridad
Para comprender la trans-disciplinaridad es imprescindible identificar las limitaciones de las ideas asociadas a la interdisciplinaridad y multidisciplinaridad. En su esencia, se puede definir como un método de análisis y de búsqueda de soluciones a los problemas que sea capaz de integrar los múltiples aspectos interconectados del escenario social que tenemos ante nuestros ojos, donde interactúan una enorme cantidad de factores de manera simultánea e impredecible. Los cubanos tenemos un ejemplo concreto y cercano: la fabricación de vacunas anticovid. La prensa ha informado con mucho detalle cómo ese logro fue resultado de la articulación del trabajo conjunto de numerosas instituciones con perfiles técnico-científicos muy diferentes.
Y no solo instituciones, sino personal científico de muy distintas especialidades. Un testimonio explicito sobre el tema nos deja una reconocida científica, premio nacional de Química 2009, la doctora Lila Castellanos Serra del departamento de Proteómica del CIGB:
La nueva biología es obra de biólogos, matemáticos, informáticos, médicos, físicos químicos, ingenieros… Frecuentemente olvidamos en qué especialidad se graduó el compañero con quien trabajas, pues aunque todo el mundo tiene una formación especifica muy diversa, todos estamos concentrados en el mismo problema, pues cada uno tiene su punto de vista… con las capacidades que han desarrollado durante la formación universitaria. No existen fronteras, las fronteras desaparecen. (Mirian Zito, Habla la ciencia cubana, edit Cientifico-Tecnica 2012, pag. 149)
Si pudiéramos lograr algo parecido en las Ciencias Sociales y que, además, estas también se integraran con otras ciencias como las matemáticas y las ciencias de la computación, el país tendría un poderoso recurso para ganar sostenibilidad, sobre la base de disponer de instrumentos de regulación y pronóstico de los procesos sociales. Pero las ciencias sociales en el país se encuentran en una situación de subdesarrollo, con poco roce internacional de intercambio con científicos de otros países.
El potencial científico del sector biotecnológico, en su mayoría, ha tenido una intensa interacción con sus pares en centros científicos de punta, a nivel internacional. Es obvio que hay diferencias sustanciales entre este campo y dificultades específicas: el componente ideológico. Pero es posible construir instrumentos metodológicos que permitan desactivar esos elementos para insertarse en los análisis de nuestra realidad.
Existen quienes piensan que el desarrollo objetivo del pensamiento social solo puede lograrse por los científicos marxistas. Este punto de vista no es coherente con la propia historia del marxismo. Engels no hubiera podido escribir su texto El origen de la familia, la propiedad privada y el estado sin las investigaciones del antropólogo norteamericano Morgan. Tampoco Marx hubiera culminado El capital sin los resultados del economista inglés David Ricardo. Pudiéramos citar no pocos textos de pensadores no marxistas contemporáneos sin los cuales no se puede interpretar la sociedad actual. Hay que estudiarlos con profundidad porque han encontrado verdades irrefutables.
Complejidad
Es quizás una de las palabras mas repetidas en las intervenciones de los dirigentes cubanos. La teoría de la complejidad surge del seno del partido comunista francés, a principios de la década del 60, encabezado por Edgar Morin, cuyas obras debiéramos editar en Cuba. Según Morin, el pensamiento complejo es ante todo un pensamiento que relaciona, que se opone al modo de pensar tradicional, que divide el campo del conocimiento en disciplinas atrincheradas y clasificadas. Está contra el aislamiento de los objetos del conocimiento, reponiéndolos en su contexto y de ser posible a la globalidad a la que pertenecen. No basta tener buenas ideas, es necesario saber organizarlas. No solo las partes están en el todo, sino que el todo está al interior de las partes (de entrevista realizada al autor por N. Vallejo a partir de sus ideas formuladas en su obra Ciencia con conciencia.)
El pensamiento de Morin contiene un conjunto de categorías orientadas al análisis de realidades concretas. No tenemos espacio para incluirlas aquí. Ellas sugieren que la regulación de los procesos sociales debe apoyarse, entre otros, en dos principios: en primer lugar, el de la gradualidad y en segundo en la implementación de canales de comunicación lo suficientemente amplios para mantener un flujo de retroinformación eficaz, para mantener una interacción inmediata con los cambios en proceso.
Sugiero breve y simple asociación del experimento que los cubanos conocemos como Tarea Ordenamiento. Ni hubo gradualidad, ni fue precedido por la construcción de vías de comunicación de doble canal, sobre todo el de retroalimentación. Ello se ha ido construyendo a posteriori. Ya nuestros dirigentes han reconocido los errores cometidos, tanto de diseño como de implementación en el proceso de reformas. Considero que el mismo, puesto en práctica en Cuba a partir de enero de 2021, no parece haber sido precedido ni de una sólida fundamentación conceptual ni tampoco de una adecuada metodología de trabajo, como se desprende del reconocimiento explícito de nuestros dirigentes. Si hubiera existido una oponencia calificada, como exige una aplicación elemental de los principios del trabajo científico, se podrían haber evitado no pocos efectos caotizantes que estamos sufriendo los cubanos.
La tesis, por ejemplo, de que la Tarea Ordenamiento no está relacionada con el incontenible proceso inflacionario que azota el país, carece de consistencia lógica, dicho con el debido respeto.
Pensamiento lineal
Es una herramienta importante en la teoría de la complejidad. Se describe como una manera de pensar que integra relaciones con sentido perspectivo, asociadas con las tendencias que se orientan al pronóstico, es decir al futuro de los acontecimientos. Se asume que es capaz de descubrir posibilidades inéditas que a otros métodos no les son posibles. Los expertos que estudian el problema consideran que hay profesiones que por sus características tienden al pensamiento lineal como los economistas, por inclinarse demasiado al uso de métodos matemáticos tradicionales. La enseñanza de la economía está enfocada a una formación que conduce a los estudiantes a hacer aproximaciones lineales.
Aunque se sabe que muchos procesos que son importantes en este campo son no lineales, solo que el manejo práctico del enfoque no lineal es complejo y apenas se comienza a obtener experiencias en su uso. No quiere decir que la realidad solo muestre procesos de carácter no lineal. Siguen existiendo muchos lineales. Algunos proponen que en el centro de este campo está el tema de las diferentes velocidades de la inteligencia artificial con la humana.
Se afirma que la capacidad de una computadora típica se duplica cada 18 meses, mientras que la capacidad de la inteligencia humana lo hace más lentamente. Cuando se profundiza en estos y otros conceptos, como por ejemplo la teoría del caos, se comprende por qué las decisiones gubernamentales de casi todos los países yerran con tanta frecuencia.
Sobre los diferentes tipos de diálogo
Las ideas que aquí sintetizamos proceden de una parte de los resultados de investigaciones sobre la comunicación interpersonal y de otra de nuestras experiencias profesionales, derivadas de los talleres de negociación y gestión de conflictos impartidos dentro y fuera del país.
El dialogo pertenece a la numerosa familia de las conversaciones humanas. Pero es una conversación que implica diferencias y tiene, por tanto, implícitas tendencias al conflicto. La importancia de la conversación en las relaciones entre las personas es asunto ya bastante investigado. Saber conversar debiera ser una asignatura en el sistema educativo. La mayoría de la gente no sabe hacerlo.
Las investigaciones sobre los diálogos-conversación muestran como tendencia tres tipos. Existen dos extremos opuestos. En el tipo A, por ejemplo, están los dialogantes pasivos y en el tipo B, los agresivos. Queda el tipo C clasificado como el dialogante franco.
Los del primer tipo trasmiten a sus interlocutores inseguridad. No exponen abiertamente sus ideas, tampoco sus sentimientos o necesidades. Padecen cierta timidez. Vacilan antes de decir algo que moleste al otro, por lo que tienden a suavizar los argumentos para mantener la armonía a toda costa. Son incapaces de ganarse el respeto de la contraparte, ni tampoco acceder a la intimidad del otro. Tienen además dificultades para trabajar en equipo por lo que con ellos es difícil encontrar soluciones a los problemas.
El tipo B o dialogante agresivo comienza por descalificar al otro y encasillarlo: confundido, inmaduro, etc. Expresan con crudeza y sin tacto sus criterios que pueden incluir elementos coactivos. Para ellos tanto las personas como las cosas admiten evaluaciones rápidas y simples. Excluyen la meditación o preparación previa en gestión de conflictos. Evaden el tú y mantienen el usted con cierta altanería. Hace evidente que él es el que más conoce el problema que se discute. No se trata de que no sean honestos, pues la mayoría puede serlo, pero esgrimen una sinceridad irritante. No se dan cuenta cuando lastiman la sensibilidad del otro. Tampoco les interesa ser constructivos. Al igual que el dialogante pasivo, terminan perdiendo el respeto del otro. Su inclinación a la brusquedad les impide mantenerse dentro de los límites del comportamiento racional.
Por último, el llamado dialogante franco garantiza la fluidez de la interacción mediante la franqueza respetuosa. Este tipo de diálogo permite mantenerse en el centro de la conversación sin desviarse de los objetivos. Tiene como premisa la claridad de pensamiento, es decir que la contraparte no tenga duda de lo que quieren, necesitan y sienten. Sobre todo, dejando claro lo que están dispuestos a llevar a la práctica. Dominan la técnica que les permite llegar al punto que han previsto sin herir la dignidad del otro. Practican un diálogo planificado. Cuando concluyen, saben dejar clara su posición con relación al problema, sin irrespetar el proceso. Reconocen que una importante limitación para la calidad del diálogo es experimentar un profundo temor a herir los sentimientos del otro, lo que a veces evita que se diga lo que inevitablemente tiene que decirse. En fin, es necesario aprender a discrepar sin perder el respeto y, si es posible, el afecto del otro.
Final
La construcción de un dialogo nacional calificado sería el camino más seguro para alcanzar consensos de calidad y duraderos en la esfera de las áreas de resultados claves para el desarrollo de la nación. Solo mediante la obtención de mecanismos eficaces para la gestión de conflictos podríamos evitar situaciones críticas e impedir que contradicciones no antagónicas se conviertan en su contrario y conduzcan a eventos traumáticos de naturaleza irreversible, como sucedió en el antiguo campo socialista.
Por ejemplo, una tarea esencial de gobernabilidad como es la creación de un sector privado y cooperativo económicamente exitoso pero que al mismo tiempo tenga una fuerte orientación patriótica y de compromiso con el modelo cubano no sería posible sin diálogos sostenidos y de alto nivel profesional. La sociedad cubana muestra en varios de sus segmentos que la orientación de su desarrollo debe ser reajustada con urgencia: de lo contrario, mantendría un rumbo equivocado de consecuencias potencialmente autodestructivas.
Dudo que esos cambios decisivos puedan realizarse sin diálogo. A este hay que ponerle ciencia y también corazón.