viernes, 22 de enero de 2021

Caimán Barbudo y Pensamiento Crítico (II)

Similitudes y diferencias en la naturaleza de los desencuentros, a causa del flujo de ideas de una época

Integridad es decirse la verdad a sí mismo. Honestidad es decirle la verdad a los demás.

Anónimo.

Por Ricardo J. Machado

Hasta finales de la década analizada se mantenían espacios para la polémica y el debate. El libro de Graciela Pogolotti Polémicas Culturales de los 60 deja constancia de ello. En ese escenario como contexto de cierta tolerancia es que nacieron ambas publicaciones, con pocos años de diferencia.  Ya mencioné antes que en su surgimiento se produjo un encadenamiento de sucesos comunes. El departamento era visitado con frecuencia por dirigentes del gobierno que ocupaban cargos de importancia. Entre ellos José Llanusa y el jefe de la contrainteligencia cubana el comandante Manuel Piñeiro Losada –hombre de cultura e infatigable lector–. Unos venían a conversar como Piñeiro y otros a buscar cuadros, como Llanusa. Olvidé decir que la iniciativa de crear el suplemento estuvo relacionada con el hecho de que el director JR, Miguel Rodríguez, era amigo de Jesús desde la militancia del clandestinaje del movimiento 26 de julio y le propone la dirección de la publicación.  Ya mencioné antes el grupo de amigos y compañeros con los que formó Jesús el consejo de dirección inicial. 

El contenido de los textos del primer número revelaba la clara intencionalidad política; Guillermo escribe sobre Rubén Martínez Villena, Fernando Martínez sobre Mella y yo sobre Pablo de la Torriente. Una expresión de lo que hoy llamamos continuidad. Reitero que la primera señal, a manera de banderilla provocadora fue la publicación del manifiesto del grupo de poetas reunidos en torno al Caimán, titulado NOS PRONUNCIAMOS. Allí se decía, entre otras cosas, que el arte revolucionario no podía ser apologético sino critico. Sospecho que las alarmas se encendieron. Los compañeros de la dirección de la UJC comenzaron a vigilarnos. No me consta que fuera por orientación superior o por propia iniciativa. Habría que preguntarle a mi compañero de muchos años Félix Sautié, que estaba en el Comité Nacional. Ni Jaime Crombet, secretario general de la UJC, ni Sautié evidenciaron tener ínfulas vicariales, ni les molestaba mucho enfrentar criterios diferentes.

Me consta personalmente porque sostuve fuertes enfrentamientos verbales con Jaime en las asambleas de la UJC en la Universidad. Entonces se discutía duro y a camisa quitada entre los militantes de base y sus dirigentes. Jaime nunca cambió su actitud hacia mí. Siempre fue de afecto y respeto en nuestros encuentros de años posteriores. En esa generación de dirigentes de la UJC el gen soviético no pudo progresar demasiado. 

Otra cosa fue lo sucedido con Pensamiento Critico, que sí tuvo como adversarios a estalinistas de pura cepa y primera generación, insertados en puestos claves de la Universidad. Juventud Rebelde fue también un espacio de crítica social bajo la dirección de Félix Sautié, hoy presencia frecuente en SC. Siempre le respeté su firmeza de creencias católicas. 

Me detengo en el caso de Sautié no solo porque lo conocía desde nuestra educación secundaria común, en la escuela de los hermanos Maristas de la Víbora, sino principalmente porque su trabajo en la dirección de Juventud Rebelde –que compartí de cerca durante algún tiempo– no podía estar mas alejado de una posición dogmática y de control. 

Si vamos a hablar de este tema, su gestión al frente de JR merece un espacio. El periódico mantuvo una posición crítica ante la gestión de algunas esferas del gobierno. Dos anécdotas:

José Llanusa era una figura de primer orden, muy cercano a Fidel por entonces. No recuerdo si estaba al frente del INTUR u otro organismo que tenía que ver con la gastronomía. El periódico publicó una crónica un tanto burlona sobre el tamaño de los panes con tortilla (de dos panes por huevo, a juzgar por su pequeño tamaño), lo que había sido una iniciativa de los directivos de la entidad que dirigía el antiguo basquetbolista. Se publicó una foto de la minitortilla con una regla de escolar al lado, donde se podía comprobar que apenas llegaba a las dos pulgadas. Al día siguientes bajaba yo las escaleras del periódico y me cruzaba con Llanusa, que iba con el ejemplar de la tortilla bonsái en la mano, en busca de la oficina de Sautié. Nunca supe el desenlace de aquello. 

La otra es de mayor significación, porque el choque fue con la dirección del periódico Granma, ya muy influido por los compañeros del antiguo partido comunista, que habían bebido directamente de las fuentes del marxismo en su versión soviética. Eran tiempos de violentos estallidos sociales en las comunidades negras en Estados Unidos. Llegó a mi oficina –yo era jefe de la página internacional– una extraña foto en la que se veía a un policía negro poniendo el pie sobre la cabeza de un manifestante también negro y amenazándolo con un tolete. No era fácil su procesamiento. No sé si Sautié recuerde que le consulté el caso y decidimos pensarlo con detenimiento. Para nuestra sorpresa, al otro día Granma publica en primera plana la misma foto, pero dándole un brochazo de pintura blanca a la cara del policía. Sautié me llamó molesto por el hecho y propuso publicar la foto con un titular que decía: EL POLICÍA ERA NEGRO NO BLANCO.

Han pasado mas de cinco décadas. Los efectos del contacto con Llanusa y los de la foto trucada –sin la menor ética periodística– pertenecen a los recuerdos de Sautié, no a los míos. El debe tener qué decir sobre estos temas. Nunca lo hablamos. Menciono estos hechos porque ayudan a esclarecer el clima sociopolítico de aquellos años y los espacios de libertad que permitían la confrontación entre dos órganos de prensa del mismo gobierno sin que ello afectara la salud del sistema. Al contrario: lo vigorizaba. 

Lo mismo había pasado años antes con la revista Nuestra Industria, patrocinada por el Che, en la cual los ministros polemizaban abiertamente. Recuerdo cruces de espadas muy fuertes del joven ministro Alberto Mora.  Debo mencionar que cuando a Mora lo defenestraron del cargo de ministro, el argentino lo llamó para que trabajara con él. Cuando alguien se extrañó de que llamara a su lado a su adversario teórico, el Che le dijo “me hace falta alguien que no tenga miedo de discutir conmigo”.  Si algunos ministros de hoy aplicaran este criterio muchos errores se habrían evitado. Estas luces encendidas por el Che duraron un tiempo, hasta la entrada paulatina al país de la ideología soviética, luego se fueron apagando poco a poco.

No mucho tiempo después fueron apareciendo las tinieblas que rodearon a Pensamiento Crítico. El escenario era otro y el contexto político también. Otras escaramuzas su produjeron a causa de lo que publicaba el Caimán. Recuerdo una de las primeras, cuando cierto poeta muy joven, de los cercanos al suplemento, publicó unos versos donde se refería a “la descarga del Fidel en la Historia me absolverá”. Se formó una atmosfera que lo interpretaba como una falta de respeto. Otra fue con motivo de la muerte del cura guerrillero Camilo Torres. El diseñador propuso como portada –ya no era Juan Ayús– el rostro del cadáver de Camilo. Se armó otro barullo con eso. Debo también mencionar lo referido a una sección que escribía Wichy, llamada LA CARABINA DE AMBROSIO, donde hacía comentarios cáusticos sobre algunos aspectos de la vida cultural. Recuerdo también que por esos días un conocido nuestro llevó un texto recogido de una intervención del compañero Blas Roca en una reunión nacional de los sindicatos, donde se refería al Caimán mas o menos con estos términos “es cierto que existe ese Caimán, pero podría dejar de publicarse”. En realidad, a aquello no le dimos mucha importancia. 

Por último, no sin vencer cierta resistencia, voy a referirme a uno de mis textos publicados en el Caimán: GENERACIONES Y REVOLUCIÓN, para establecer con mayor claridad lo que podía decirse en aquellos momentos sin mucho riesgo. No fue así un poco mas tarde. Me refería al hecho de que el tema de las generaciones había sido evitado por las ciencias sociales de los países socialistas “porque fue visto por ciertos pensadores escleróticos como cosa sospechosa y declarado tabú”. Lo mismo habían hecho con la cibernética y la sociología, declaradas “ciencias burguesas y por lo tanto inútiles"... Del otro lado de la barrera, nuestros pensadores avestruces palmoteaban tontamente felicitándose por estas donaciones. Lo de pensadores escleróticos y avestruces era directamente con los soviéticos y sus acólitos del patio. 

El artículo sostenía la hipótesis de que en la medida en que avanzaba el socialismo se atenuaba la lucha de clases y era sustituida por el enfrentamiento entre estamentos y grupos sociales con diferentes percepciones del camino a seguir en el desarrollo socioeconómico. Hacía referencia a las contradicciones entre los diferentes componentes de las vanguardias, las políticas, las artísticas y las científicas, y “la responsabilidad de los políticos, quienes juegan una función decisiva en los procesos de integración”. 

Mencioné las características de lo que consideraba una generación hegemónica por ocupar la mayoría de las posiciones de mando y que llegaría "el momento de la pérdida de ese carácter, al aparecer las primeras señales de senilidad política, lo que se evidenciaría en las dificultades crecientes para resolver nuevos problemas, en cierta desconfianza sistemática hacia los jóvenes y sobre todo en la disminución de la capacidad para entusiasmar a los miembros de otras generaciones”. Hablaba de los jóvenes sin juventud que adoptaban posiciones conservadoras y que, al mismo tiempo, podrían encontrarse en la vieja generación a aquellos que conservaban cierta lozanía de espíritu y rigurosas normas éticas que les impedían caer en actitudes reprochables, aludiendo a los que intentaban aferrarse a los cargos .También mencionaba "el derecho  de cada generación a tener una personalidad propia que permita distinguirla de las demás, porque cada una tiende a expresarse a través de formas que les son peculiares “.. Por eso debemos ser cautelosos en endilgarle connotaciones ideológicas negativas e intenciones contrarrevolucionarias a actitudes que no nos gusten… Primero hay que investigar.

Recuerdo haberme encontrado en el departamento al viceministro del interior y jefe de la contrainteligencia, comandante Piñeiro, con mi artículo en sus manos y sin nada que reprocharme sino todo lo contrario.

Lo de Pensamiento Crítico fue distinto. Nunca se refirió a ningún tema de la realidad nacional como lo hizo el Caimán. La confrontación con los partidos comunistas de América Latina, con motivo de las diferentes concepciones acerca de la lucha contra el imperialismo, era cada día mas aguda. Ellos representaban las ideas de la dirección soviética, que eran muy diferentes a las nuestras. El primer número de Pensamiento fue dedicado a América Latina. Su contenido era un desafío abierto a la política de gobierno soviético y de las ideas que defendían los partidos comunistas. Tuve cierta participación porque le propuse a Fernando la publicación de un importante texto del sociólogo y cura guerrillero colombiano Camilo Torres, muerto en combate. Había regresado recién de un evento en Colombia donde unos estudiantes universitarios me lo habían entregado. 

 Se decidió publicar un texto de un comunista peruano, completamente contrario a nuestras ideas. Fernando me dijo “no podemos publicar solo lo que pensamos nosotros, pero redacta una nota introductoria y dale duro”. Ya en esa época empezaban a regresar los graduados en las escuelas soviéticas del partido. Uno de ellos, amigo oficial de la Fuerzas Armadas que acababa de terminar su curso en Moscú, me contaba que lo primero que hicieron fue entregarle una lista de autores prohibidos –entre ellos Regis Debray, el futuro traidor– igualito que el INDEX del Vaticano. Se intensificaba la entrada al país de la ideología soviética. Junto con la generosidad en los aspectos materiales se introducía una epidemia. Por eso no era fácil confrontarla. Los que poníamos objeciones a las tesis de los manuales soviéticos éramos vistos como desagadecidos y desviados ideológicos. 

Cuando el Che regresaba de sus viajes a la URRS casi siempre daba una conferencia en el ministerio sobre sus impresiones. No eran públicas, pero algo se filtraba por la ciudad. Se esparcían por algunas de las ideas que había incluido en su texto conocido por algunos como los CUADERNOS DE PRAGA, publicados en Cuba casi 50 años después, con otro nombre. Allí el Che afirma “en la URRS se está regresando al capitalismo” … y en otra parte decía algo así como “el gran culpable de todo esto se llama Lenin”. Me asombré sobre el hecho de que el Che se diera cuenta tan temprano de la existencia de los gérmenes que conducirían décadas mas tarde al estallido del sistema.  He atribuido esa capacidad de penetración guevariana a que ya había leído los textos principales de Trotski como LA REVOLUCIÓN TRAICIONADA. Donde el agudo analista que fue denuncia el peligro de la omnipotente burocracia ya consolidada, con fuerza suficiente para oponerse a la dirección de primer nivel del partido, hacer lo que le diera la gana y asumir el papel de sepulturera del proyecto soviético.

En Cuba casi nadie había leído los textos de Trotski. Solo había llegado la biografía de Isaac Deustcher,  EL PROFETA DESARMADO. Este autor de origen polaco escribió un libro sobre Cuba titulado LOS GUERRILLEROS EN EL PODER. Entraron algunos ejemplares. Le dedicó un espacio a Pensamiento Critico y puso los nombres de todos nosotros.

 Los portadores de ese virus iban copando posiciones, siendo ya enfermos tanto sintomáticos como asintomáticos que en la práctica era lo mismo. La militancia revolucionaria, tanto jóvenes como no, fue infestada en las aulas de las Escuelas de Instrucción Revolucionaria con uno o varios de los trastornos cognitivos que mencioné en mi texto anterior. Esas distorsiones se mantienen dentro de las cabezas de no pocos sectores dirigentes y constituyen una barrera infranqueable para lograr los cambios que necesita el país. Debe tener prioridad a la hora de “cambiar todo lo que debe ser cambiado”. Comenzó la clonación masiva en esos centros educativos que existían en cada municipio, los que estaban en manos de cuadros de sólida formación estalinista. Se carecía de nasobuco ideológico. Intolerancia y firme creencia de que la unidad equivale a unanimidad. Grupos que se apoderaban de la verdad sintiéndose dueños de ella. Penetraron en profundidad en la Universidad de La Habana. Fue la época en que Aurelio Alonso publicó MANUAL O NO MANUAL. Los manuales eran una forma de “enlatar” la doctrina para distribuir el marxismo de inspiración eslava a escala de toda la sociedad. Excelentes personas muchas de ellas, pero con un ladrillo en el cerebro. Se establecieron en todos los niveles del sistema educativo.

Tuve la percepción clara de que Fidel resistía como podía. Se jugó el todo por el todo ideando una macrozafra de 10 millones, como mecanismo de liberación económica. Pero perdió esa batalla, que condujo con su acostumbrada pasión. Mi amigo Borrego, ministró a la sazón del ramo, se paró en medio de una reunión en Santa Clara y le demostró con datos que era imposible obtener la meta, porque no había suficiente caña. Lo destituyó en el acto. Borrego le hizo una carta pidiéndole un puesto en el combate. Se lo dio sin rencores. Estuve junto a Borrego en la zafra de los poderosos centrales de Oriente, donde aquellos monstruos padecían hambre crónica de su materia prima (en muchas de las reuniones que participé después, cada vez que el exministro se paraba a hablar, los que estaban a mi lado decían: “Ese fue el que le dijo a Fidel que los 10 millones no iban”. Esa verdad lo seguirá mas allá de su tumba. 

Aquella derrota económica fue determinante para los cambios en el clima del intercambio de ideas en Cuba. La muerte del Che hizo sinergia negativa. El comandante recibió dos golpes contundentes casi uno detrás del otro. Ya mencioné antes, y lo repito aquí, que le escuché decir a la salida de una reunión en la universidad: “En el mundo de hoy para ser independientes hay que ser poderosos o virtuosos. Nosotros no somos ninguna de las dos cosas”. Las exclusas para el paso del torrente del espeso magma del materialismo histórico –pretendido sustituto de la sociología–se abrieron a toda capacidad. Se preparaba el decorado de lo que sería el quinquenio gris y el Primer Congreso de Cultura. Comenzaron a surgir los Torquemadas tropicales, que encontraron víctimas fáciles en algunos de mis amigos, como Guillermo Rodríguez Rivera. Así durante más de 20 años. Hasta la poderosa ideología Martiana fue arrinconada, para resurgir con ímpetu gracias al llamado Periodo Especial, cuando la nación cubana se quedó sola frente a su destino. Nunca he desconfiado de la enorme fuerza de espíritu de mi pueblo, cuya singular historia conozco bastante bien. 

Lo que me queda son detalles, pura anécdota: que se publicó un número dedicado a la Revolución de Octubre donde se reconocía la firma de un connotado trotskista, combatiente en la toma del palacio de invierno; que si una portada con un pollito bajo la sombra de un gigante era un mensaje encriptado. Llamadas del embajador soviético a Armando Hart, en tono de queja. Posturas inflexibles por compañeros de la dirección de la revista, en el desarrollo de algunas reuniones. Intervenciones poco felices en intercambios dentro del partido. Yo no estaba ya en la revista y vi todo el proceso desde afuera. Todo ello facilitó la artera emboscada tendida por la bien construida red de los personeros del estalinismo en la facultad de humanidades de la Universidad. Todo ello lo he interpretado desde hace tiempo como un ping-pong de errores de ambas partes. 

Todos nos equivocamos. No me atrevería a tirar la primera piedra. Por mi parte he perdonado a los que me han herido en los combates de la vida, incluidos los que me han hecho informes a la Seguridad del Estado –que siempre consideré como mi propia seguridad–, tanto por lo que he dicho como por lo que no (los he identificado con su nombre y apellido, para eso están los amigos). No he renunciado a la posibilidad de, algún día, decírselo en sus caras, aunque no sea más que para divertirme. 

Sin cometer errores junto a la capacidad para superarlos no se puede construir el camino que conduce a la verdad. Me he convencido de que el peor error que puede cometer tanto una persona como una organización es vivir con miedo a cometer errores. Como dicen los chinos: el océano es poderoso porque en él confluyen todos los ríos. Ahora que voy a terminar, me viene a la memoria –aunque no tenga que ver mucho conmigo– el conocido poema de Borges: 

“Tengo ochenta años y me estoy muriendo.

Si volviera a vivir cometería más errores."

202 comentarios:

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Anónimo dijo...

http://www.cubadebate.cu/opinion/2021/01/28/una-nota-personal/

Joel Suarez dijo...

https://redh-cuba.org/2017/06/cuba-y-el-pensamiento-critico-entrevista-a-fernando-martinez-heredia-cuba-1939-2017-nestor-kohan/

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