Los repasos
particulares son una actividad legal desde hace casi tres años en el país,
que exceptúa a los maestros en activo. Sin embargo, las propuestas de repasos
particulares de los profesores en ejercicio con fines de lucro es un acto
ilegal al cual debe ponerse límites
Lissy Rodríguez Guerrero
Suena el
timbre y se siente el rechinar de las sillas. Salen disparados de las aulas.
Algunos aprovechan para destruir el aspecto mantenido en la escuela, sacan
sus camisas por fuera, suben las sayas....
Otros, quizás
los más preocupados, corren hasta la casa para cambiar su uniforme y alcanzar
a tiempo el repaso; y están quienes tienen que asistir con el atuendo
escolar. Lo cierto es, que las 4 y 30 marca el inicio de una nueva jornada
para aquellos ocupados en sistematizar los conocimientos recibidos en la
clase y alcanzar un nivel superior de enseñanza. Llega la hora de los
repasos.
Adrián
Morejón solo está en séptimo grado, pero necesita prepararse desde temprano
para tener una base: "Aquí me rectifican todas las dudas, me ayudan con
lo que no entiendo. Es mejor siempre estar preparado y sacar la máxima
nota". Así piensan los niños y jóvenes entrevistados que asisten a los
repasos.
Antes y después...
Con el
incremento de las actividades por cuenta propia, en octubre del 2010, un
grupo de personas pasó de ejercer como profesor particular en "la
clandestinidad" a poseer su licencia de repasador. Anterior a ese
momento estas figuras tenían diversas maneras de practicarse: "Venían
los vecinos con sus hijos que tenían dudas, eso lo hice siempre desde que
empecé a dar clases. Tenía un compromiso social. Después la situación cambió
y conllevó a que fungiera como repasador", comenta uno de los
entrevistados.
La existencia
de este maestro por cuenta propia se mantuvo por muchos años de forma ilícita
como consecuencia del debilitamiento de la fuerza técnica en el sector
educacional. Sin embargo llegó a convertirse en una figura importante para
aquellos jóvenes preocupados por su preparación, y sobre todo para su
familia: "Yo asumí hace mucho tiempo que tengo que invertir en mi hijo,
y por eso estoy metida en esto de pagarle sus repasos porque cuando uno es
más joven no tiene experiencia", comenta Anet Nordet Barrera, madre de
un joven de octavo grado.
Actualmente,
un total de 1 023 personas cuentan con su licencia en todo el país, según
informa Idalmis Álvarez Mendive, subdirectora de Empleo del Ministerio de
Trabajo y Seguridad Social.
En la
revisión de la Gaceta Oficial de la República de Cuba del 26 de septiembre
del 2013 comprobamos que la Dirección de Trabajo en cada municipio es la
encargada de autorizar este ejercicio, el cual exceptúa a los profesores en
activo para el otorgamiento de las licencias.
Una mirada a la práctica in situ
El repasador
tiene el deber de ejercitar a los estudiantes "en las materias que se
imparten en el sistema nacional de educación de cualquier nivel y los prepara
para el ingreso a cursos superiores", según cita el documento oficial
antes mencionado. Para comprobarlo, y para conocer desde dentro su dinámica,
visitamos los "Repasos de Ángel", a donde llegamos por una
sugerente promoción de una tarjeta con ese título que invitaba: ¿Desea que su
hijo sea universitario? Y anunciaban unos precios en CUC que inquietaban
Asumimos la
obviedad de la pregunta: ¿Cómo asegura que un joven llegue a ser
universitario?, ¿Cómo es el repaso de Ángel?: Aunque médico de profesión,
Ángel repasaba varias asignaturas porque se sentía preparado, pero teniendo
en cuenta las exigencias de la educación decidió que cada asignatura tuviera
su profesor: "Aquí se preparan para pruebas de ingreso para el
preuniversitario y la universidad. Somos varios profesores, cada uno con su
licencia".
"Nosotros
le preguntamos qué carreras quieren coger, les explicamos sus perfiles de
trabajo. El repasador debe ser un ejemplo de persona y profesor. Yo le digo
que ellos no solo vienen a repasar, sino a educar a esos niños en el sentido
patriótico, integral. Ellos no solo pueden venir a conocer de la materia,
sino cultura general".
Sobre los
criterios de selección utilizados para llenar su plantilla comenta:
"Tuve varios candidatos en todas las asignaturas que promoví. Muy
importante fue la apariencia personal, el modo de comportarse, la puntualidad
en la entrevista, su buena educación y preparación previa".
En
entrevistas con varios de los alumnos comprobamos el grado de satisfacción
que tenían, así como el de sus padres: "Los profesores tienen muy buena
calidad, están preparados. Allí recibe el conocimiento organizado,
coherente", argumenta uno de ellos.
A las 4 y 30
llegamos a la casa de Eladio Ruiz Martelli, quien trabajó durante 47 años en
educación. Hoy es jubilado y repasa la asignatura de Matemática a los alumnos
de 12mo. grado. Allí se respiraba olor a tiza y ambiente de aprendizaje.
"Apoyar el trabajo de la escuela y garantizar que el alumno complemente
sus conocimientos son las funciones del repasador. Hay algunos muy bien
preparados, pero otros no traen el mínimo de contenidos. Eso lleva a un
esfuerzo más grande por su parte".
Eladio
explica las particularidades de su asignatura: "Hay estudiantes a
quienes no les gusta la asignatura y hay que explicarles la importancia que
tiene. El muchacho ve el examen como una simple prueba de Matemática, y yo
les explico que cuando él se prepara es capaz de integrar una serie de
contenidos, generalizar y adquirir habilidades del pensamiento lógico".
En ambos
lugares se comprobó la responsabilidad por parte de cada maestro con la labor
que desempeña. Las condiciones de sus locales eran óptimas y los clientes
entrevistados mostraron satisfacción con el servicio recibido.
Y sin embargo...
En la
pesquisa descubrimos que no solo estos maestros con licencia ejercen la labor
de repasador: "Los mismos profesores de la universidad se dedican a dar
clases particulares. Tuve un profesor que sus clases eran pésimas y después
en los repasos te quería explicar todo lo que no te enseñaba en las
clases", comenta Roxana.
Sobre los
precios que debía pagar especifica: "Un profesor cobraba diez dólares
por el repaso, no le importaba si íbamos uno o dos estudiantes. Otro cobraba
50 pesos por cada clase de dos horas".
La situación
no es muy distinta para María del Carmen: "Durante el curso te van
"intimidando" porque "los repasos son necesarios",
"si no vas no apruebas", "en las clases no se da todo lo que
se examina", y así hacen que los alumnos se vuelvan ansiosos y trasladen
esta preocupación a los padres para sacar dinero de donde no lo hay".
Sobre una de
sus experiencias comenta: "... el precio ya estaba previamente fijado
claro, el mismo era abonado al finalizar cada turno de repaso, siempre recordando
que no puede ser el último".
Estas
acciones revelan la ausencia de una ética profesional y la pérdida de la
función del maestro, quien tiene el deber de dedicarle tiempo a sus
estudiantes, sobre todo a aquellos más rezagados en el aprendizaje. Cobrar
por ese trabajo es un ejercicio ilícito al que debe ponérsele límites.
María del
Carmen lo hizo desde su posición de estudiante: "Ninguno de esos
argumentos pudo convencerme de pagar por algo que la Revolución garantiza de
manera gratuita a todos los ciudadanos de este país. Así las cosas eché mano
a cuantas notas de clase, documentos, guías, conferencias, que fui
recopilando durante los seis años de la carrera y me dediqué a estudiar como
corresponde para finalmente disfrutar el estar entre los graduados".
El repaso
particular es una actividad por la que puede pagar todo aquel que lo necesite
y tenga los ingresos. Sin embargo, deben ser censurables aquellos actos que
denigren el prestigio de la educación cubana que se esfuerza por superarse,
para que las 4 y 30 sea para muchos jóvenes la hora del recreo, y solo para
algunos, los que de veras lo necesitan, el tiempo de repasar.
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viernes, 11 de octubre de 2013
La hora de los repasos
lunes, 7 de octubre de 2013
Emigración y reconciliación
CUBANOS: ¿EMIGRARON PARA SIEMPRE?
UNEAC
Estados Unidos, observando su histórica relación con Cuba, le causó daños, que aun la Isla no ha logrado superar. Estos son algunos de ellos:
-Convertir su cercanía geográfica al territorio de la Unión en un estigma que solo los años de resistencia revolucionaria, después de 1959, nos han ayudado a solucionar. “Si antes fue una desventaja estar tan cerca de los Estados Unidos; hoy es una desventaja para Estados Unidos estar tan cerca de Cuba”. Dicen que, “Si tienes los brazos cortos, arrímate al contrario”.
-La política imperial de los Estados Unidos nunca permitió que la Isla contara con una burguesía nacional. Esta última era demasiado dependiente y nunca fueron capaces de defender los intereses del país. Desde el siglo XIX, esta burguesía nunca fue revolucionaria y la parte que logró serlo (fracasó ante los intentos de los Estados Unidos por conquistar el poder de manos de España). La Resolución Conjunta engañó a los patriotas cubanos. La Enmienda Platt sujetó a la Isla, cercenándole cualquier intento de independencia y soberanía. Finalmente, los gobiernos republicanos, quedaron como simples custodios de los intereses norteamericanos en la Mayor de las Antillas. Estos últimos solamente protestaban ante un pequeño tamaño de la tajada. Así inauguró Estados Unidos su moderno colonialismo. Cuba fue el experimento. Por cierto, exitoso, dentro de sus límites.
-Los desplazados, no fueron capaces de organizar una “contrarrevolución legítima” después de 1959, para tratar de reconquistar el poder; la política norteamericana la asesinó dentro de lo que pudo ser el vientre materno, nunca nació, y hasta hoy, esa contrarrevolución tanto interna como externa, no es cubana, y no son más que simples mercenarios al servicio de una potencia extranjera.
-Estados Unidos marcó a la naciente sociedad cubana con una confrontación cultural que aun sobrevive, entre querer vivir como en los Estados Unidos y querer vivir como cubanos. La mayoría de los cubanos miran para adentro, pero no pocos miran para el norte.
-Aun el anexionismo y el independentismo, sobreviven en Cuba, como corrientes ideológicas contrapuestas, que marcan el ambiente político del país.
-Cuando los cubanos, que defienden a la Revolución, tienen que enfrentarse a las élites de poder estadounidense, lo tienen que hacer, no solo contra una derecha en los Estados Unidos, formada también por cubanos, que renunciaron a la patria, para cumplir órdenes de quien siempre ha sido el enemigo de la Isla. Sino también tiene que enfrentarse a una cultura política, donde Cuba siempre aparece como parte del territorio continental de Estados Unidos.
-Por eso, el único final que puede tener esa confrontación entre Cuba y los Estados Unidos, es que la Isla logre sobrevivir como nación independiente. Porque o los Estados Unidos renuncian a sus aspiraciones sobre Cuba, conviviendo con ella como nación independiente, o Cuba tendrá que estar siempre preparada para responder a los ataques de que sería objeto. Una larga lista de agresiones de Estados Unidos conforma esa historia.
Pero quiérase o no, Cuba no puede mudarse del territorio en que está enclavada, ni Estados Unidos tampoco y no se avizora un cambio en las esencias de la política de la potencia del norte hacia la Isla.
Entonces, para Cuba, de lo que se trata es de convertir sus potenciales desventajas en armas de defensa y sus inconvenientes y asimetrías frente a la política norteamericana en instrumentos políticos inteligentes, que nos permitan utilizar la “fuerza del contrario”. Tal y como tuvo lugar en la lucha entre David y Goliat. Es decir, utilizar “tácticas asimétricas”, en que podamos virar las fuerzas imperiales, convirtiéndolas en añadidos de nuestra propia fuerza.
Un ejemplo claro lo podemos extraer de cómo transcurrió la Crisis de Octubre. Si Cuba hubiera podido convencer a los soviéticos de cómo actuar, manteniendo los cohetes nucleares en Cuba y negociar sobre esa base, de manera conjunta, con los Estados Unidos, la crisis habría podido terminar de otro modo.
No obstante, ahora tenemos en nuestras manos un instrumento poderoso, que debemos saber utilizar con valentía, inteligencia y espíritu de flexibilidad política, para virar lo que siempre fue un instrumento de agresión de la política de Estados Unidos contra Cuba, la “cuestión migratoria”, convirtiéndolo en un instrumento para aventajar a los Estados Unidos en la confrontación.
La persistencia del bloqueo no nos puede oscurecer la realidad de que las medidas de Obama, hasta la más reciente de otorgar a los cubanos que quieran viajar a los Estados Unidos por asuntos familiares, visas múltiples por cinco años, pueden tener un impacto interno, y en las relaciones mutuas, que no resulta nada despreciable, especialmente para los momentos en que se encuentra la sociedad cubana.
Esta medida, unida a las facilidades que ha dado Cuba mediante las nuevas regulaciones migratorias, no parece ser otra cosa que el comienzo de un flujo casi incontrolable y masivo entre cubanos de acá y cubanos de allá. Que Estados Unidos no podrá detener; pues ya “abrió la pila”. Esas medidas servirán para que todos los que residen en Estados Unidos y así lo deseen, puedan viajar a Cuba y vivir en ella durante largos períodos, y los que residen en Cuba, puedan viajar frecuentemente a los Estados Unidos y permanecer allá por un período largo. Sicológicamente, ello tiene una gran ventaja, para Cuba, tanto económica, como emocional y política.
Antes, los cubanos se sentían encerrados en la Isla, ello afectaba la situación política interna, convirtiéndonos en una “Olla de Presión” y permitiendo la propaganda contra Cuba. Además de poder operar subversivamente, contra una sociedad civil descontenta. Se hacía poco menos que imposible pensar en un proyecto de vida, que incluyese la libertad de viajar. Poder retornar a Cuba y conservar los bienes personales. Pues todo ello tenía un matiz definitivo. No era posible regresar y mucho menos preservar las propiedades personales. Es cierto que ahora permanece el obstáculo de obtener una visa, para un ciudadano que trataba de viajar teniendo sobre si el estigma de quedarse. Pero mientras más normal sea para los cubanos viajar, convirtiéndose en algo común salir y regresar, más fácil le será obtener visas para viajar a cualquier lugar.
Todas eran armas, operaban a favor de los Estados Unidos. Por ello Cuba, al modificar sus regulaciones migratorias, ha hecho una jugada magistral, que va mucho más allá de sus implicaciones específicas, para devenir en un instrumento político, que Estados Unidos no podrá resistir. Porque antes, ellos podían invadirnos, si incumplíamos sus reglas migratorias; ahora somos nosotros los que estamos invadiéndolos a ellos, sin incumplir regla alguna. Porque el flujo de personas en ambas direcciones, y sin grandes limitaciones, es el arma más poderosa del intercambio internacional, que nosotros podemos utilizar para erosionar el bloqueo.
Con el bloqueo hemos sobrevivido y podemos continuar sobreviviendo, sobre todo ahora, que Cuba adopta medidas serias para hacer avanzar su economía. Con la cuestión migratoria no, porque era una bacteria mortal, que teníamos en el estómago de nuestra sociedad civil. Por eso Obama flexibiliza, porque cree que esas medidas que ha adoptado pueden ser instrumentos de subversión. Y lo son, solo que con la nueva política migratoria cubana se reduce mucho su efectividad. Además contamos con millones de cubanos, que disfrutaran de esas ventajas y ello no les va a cambiar la conciencia. Disfrutarán de los paquetes y las facilidades de visas familiares, en ambas direcciones, de las remesas incrementadas; pero entre las llamadas telefónicas que antes no lograban hacer a sus familiares, la correspondencia que demoraba, las remesas y los visados que Bush cortó y la situación de ahora, alcanzaran un alivio como ciudadanos, en lugar de virarse contra la Revolución. Las nuevas medidas migratorias aprobadas en Cuba benefician a los ciudadanos cubanos y por esa vía, lejos de perder amigos vamos a recuperar a mucha gente. Obama aún no se ha percatado, de que el “Tiro le salió por la culata”. Para cuando venga a reaccionar ya será demasiado tarde. Sobre todo, con el impacto adicional que tendrán los acuerdos que se están gestando sobre el correo entre ambos países y las intenciones que tiene el gobierno cubano de no retrasar el proceso iniciado.
Entonces, la cuestión migratoria, va dejando de ser un instrumento de política contra Cuba. Y la velocidad a que ello avance, depende solo de la inteligencia, con que nosotros continuemos ampliando el campo de juego. Sobre todo, dándole facilidades a los cubanos de afuera. Para que cada día se sientan más parte de esa política. Lo cual significa, que hasta un día, pueden sentirse de nuevo cubanos, con ciertos derechos. Lo cual es importante, para que los Estados Unidos, no puedan volver a tomarnos la delantera, haciéndonos perder una iniciativa, que para nosotros, es “cuestión de vida o muerte”. Porque es imposible mantener una sociedad descontenta, en asuntos tan importantes, como los familiares y los recursos para sobrevivir que les llegan por esa vía. Una política muy similar a esta, también inteligente, fue implementada por el gobierno cubano durante la administración Carter, cuando se produjo el primer diálogo con la comunidad cubana en el exterior, pero el advenimiento de la administración Reagan impidió que se siguiera avanzando e incluso se produjeron algunos retrocesos.
Todo ello apunta a que un grupo importante de cubanos, hacia un futuro no lejano, compartirán su vida entre Cuba y los Estados Unidos, lo que sin dudas, tendrá sus impactos políticos en ambas sociedades. De manera especial en la sociedad cubana, que tal vez logre recuperar una parte de su población emigrada; recibir crecientes inversiones por la vía familiar para pequeños y medianos negocios, compras de casas, incremento del intercambio cultural y científico, entrada de tecnología y como resultado de todo ello, la formación de una población transnacional entre ambos lados, sin que ninguno de esos grupos poblacionales pierda sus identidades. Situación para la cual debemos “modernizarnos”, evitando al máximo los esquemas de plaza sitiada, de mentalidad policíaca, prohibiciones innecesarias, esquematismos burocráticos, sacrificios impuestos y otros que hacen aun de nuestra sociedad algo muy cerrado, que ni los propios revolucionarios somos capaces de soportar.
En esas circunstancias, el bloqueo podría irse en disolvencia. Si en Vietnam el bloqueo terminó por la vía de la relación comercial creciente, con una economía que comenzó a recuperarse rápidamente de la guerra, con una población, que a pesar de las pérdidas, no cultivó el odio al norteamericano; en Cuba, podría terminar por la vía del intercambio migratorio creciente entre dos países, muy cercanos geográficamente, en que los cubanos residentes en ambos lados, comparten hábitos, intereses culturales, aspiraciones de vida, mucho de idiosincrasia y deseos de reencontrarse con sus familiares. En tal situación, las diferencias idiomáticas, no tendrán ningún significado sustancial. Aprovechando además la realidad histórica y de idiosincrasia, de que el cubano no emigra para quedarse definitivamente fuera del país. No está en su mentalidad, pues se trata de una persona, que por lo general lleva siempre dentro de sí a la tierra en que nació. Por lo general no pierde sus hábitos ni costumbres, gustos e inquietudes culturales, ni deja atrás definitivamente a sus familiares. Y salvo que le sea imposible, por otras razones, sueña todos los días con poner los pies en su país, sacrificando por ello cualquier contradicción ideológica que pueda tener. Solo los criminales no regresan, porque no pueden. Todos los demás añoran regresar, aunque no sea para quedarse a vivir de nuevo en Cuba. Aunque ante esa posibilidad debemos también estar preparados, porque estoy seguro que muchos querrán regresar a vivir en Cuba y tal vez, solo viajar a Estados Unidos de vez en cuando. O sea devendrán en emigrados en Cuba, que viajan con frecuencia a Estados Unidos. Estoy seguro que ya muchos, piensan vivir bien con sus familiares en Cuba, con el dinero que hayan logrado acumular. Manteniendo las facilidades regresar a buscar más. Solo habrá que facilitárselo y ocurrirá. Porque una alternativa de ese tipo, sería vista de manera muy favorable para muchos cubanos que hoy viven en los Estados Unidos. Y sería muy bienvenido por casi todos en Cuba.
Lo que comenzará a tener lugar, con los cambios en la política migratoria entre ambos países, tendrá un impacto hacia el futuro, generando un escenario, donde la política de la confrontación perderá liderazgo, cediéndole el puesto a la relación societal. Serán ambas sociedades, en sus mutuas interrelaciones, las que solucionarán el conflicto que hoy las aqueja, porque todos son víctimas, en contra de la voluntad (o de una voluntad que ya superada) para una masa creciente de ciudadanos en ambos países. Se aprecia con claridad, que la sociedad estadounidense en particular, ha comenzado a tener un papel más activo en la política hacia Cuba de lo que hace solo unos años habríamos podido imaginar.
Desde la segunda mitad de los años 70 las relaciones entre ambas sociedades ha crecido considerablemente. Ha aumentado el intercambio académico, científico, cultural, religioso, político, la solidaridad y el intercambio personal. Ya Cuba no es la Isla aislada, cuya información entraba a los Estados Unidos solo por los canales de la derecha. Las llamadas radio Martí y TV Martí continúan existiendo, pero su impacto no se acerca al esperado. Solo una derecha minoritaria continúa defendiendo la política de bloqueo. Pocas políticas gubernamentales en Estados Unidos han devenido tan impopulares. Son muchas las presiones para que se abran los viajes turísticos de los ciudadanos norteamericanos, se incrementan los viajes sin licencia, muchas universidades insisten en mantener el intercambio académico, se solicitan múltiples licencias para asistir a las actividades científicas y de todo tipo en Cuba. En fin, la política agresiva de Estados Unidos, no ha podido impedir el contacto entre ambas sociedades. Resultado de lo cual, el bloqueo va perdiendo la efectividad que antes exhibía, pues prestigio como política ya no le queda ninguno. Obama presiona, sobre todo, contra el gobierno cubano, pero le resulta imposible cubrir todas las brechas y mucho menos detener las múltiples acciones y el activismo estadounidense que busca crecientemente la relación con Cuba.
Y dentro de ello, debemos saber aprovechar que entre los cubanos que allá residen, esa dinámica ha sido mayor. Los cubanos de allá no han sufrido el impacto de la discriminación en la política migratoria como los hispanos u otros ciudadanos; han sido privilegiados, han sido supuestos emigrados, que al otro día vuelven a su país, a visitar la familia, han disfrutado de privilegios, que les han permitido crear una masa crítica, intelectual, técnica y en los negocios; masa dentro de la cual no pocos tienen la voluntad de emplearla en Cuba. Porque muchos, llevan en el alma la idea de beneficiar a su país de origen. Aun entre los que emigraron por contradicciones políticas con la revolución. El odio irremediable, contra Cuba, es solo patrimonio de una exigua extrema derecha, que a veces no encuentra repercusión ni en sus propios descendientes. Y no es odio contra Cuba, muchos de estos también la añoran, es odio más bien contra el régimen establecido en la Isla. Cosas todas que para no pocos, después de 50 años, pasan a un segundo plano, ante la realidad de morir sin volver a poner los pies en Cuba.
Todo lo anterior es el fruto del tiempo, sin que para muchos realizar las aspiraciones de volver a la Cuba se hayan perdido. Recuerden que todos esos, desde que se fueron, celebrarían la próxima navidad en Cuba. Por eso como dice Ortega, un principal aliado de Cuba en Miami, es la Funeraria Rivero.[i]
Eso también proviene de un paulatino cambio generacional de los cubanos que viven en los Estados Unidos, en los que muchos no se sienten ligados a las circunstancias políticas que hicieron emigrar a sus abuelos y a veces hasta a sus padres. El cambio generacional también ha tenido lugar en Cuba, para muchos jóvenes, que ven el contacto con los de allá de manera normal, menos apasionada y prejuiciada.
No ha existido nunca odio entre Cuba y los Estados Unidos. Muchos cubanos que viven hoy en la Isla lo hacen porque se sienten herederos de los tabaqueros patriotas de Tampa, que conocieron a José Martí y que prepararon junto a él la Guerra Necesaria. Otros que incluso hoy, viven en los Estados Unidos albergan similares sentimientos. Entonces el amor por la patria los une a todos, a partir de una historia común, de un camino que después la vida bifurcó. Para muchos, llevados a ese camino de la emigración, no por propia voluntad. Estando dentro de estos últimos, los que más sienten la necesidad de conocer la patria de la que no emigraron, la patria de la que sus padres no podían evitar hablarles. Ese sentimiento es muy fuerte.
Hoy muchos de ellos vienen a Cuba y conocen a sus familiares, visitan los lugares que solo conocieron por viejas fotos de familia y disfrutan intercambiar con quienes pudieron ser siempre sus compañeros de aula, de juegos y de aventuras juveniles, si sus padres no se los hubieran llevado. Asombrándose del parecido que tienen con los que no se fueron de Cuba.
Todos fueron víctimas de las mismas ansias de poder imperial. A algunos, no les interesa, porque ya llevaban en su alma (una Ileana Ross, un Díaz Balart, un Marco Rubio) las aspiraciones que sus padres, le habían inculcado. Que se norte americanizaron respondiendo a los intereses de la derecha. Pero otros, pequeños o sin la conciencia aun desarrollada, lo único que sabían es que abandonaban la casa donde nacieron, la calle y los amigos, junto a los cuales vivieron sus primeros años y experiencias de vida. Esos son los más recuperables, aquellos que llevaban ya la patria en el alma, sin a veces tener conciencia de ello.
Pero no todos emigraron con odio en el corazón, muchos, ya hombres y mujeres, lo hicieron por necesidades económicas, que les devoró la conciencia de patria ante la muy humana necesidad de sentir que podían vivir mejor fuera de Cuba; que sus familiares queridos, que aquí dejaban, podían ser beneficiarios de ese “sacrificio”, que los sigue golpeando y no los deja vivir ni disfrutar a muchos las riquezas que han adquirido, sino la comparten con sus familiares, madres, hermanos, padres, primos. Esos también son salvables, para una patria que los acoja con el amor que no quieren perder. Alimentándoles las ilusiones y las aspiraciones con que llegan al aeropuerto.
Por eso es tan importante y tan inteligente lo que Cuba ha hecho al variar las regulaciones migratorias, dejando que se junten todos los que quieran juntarse, aquí o allá.
No sería posible dejar de referir, las relaciones que se crean entre los Estudiantes norteamericanos que vienen a los cursos de la Universidad de La Habana, las positivas impresiones con que se marchan y el nivel de relaciones amistosas que se generan. Al encontrarse con una Cuba, que no se parece a la propaganda de que son objeto en los Estados Unidos.
Ya le queda muy poco tiempo a Obama, para producir un cambio sustancial en la política hacia Cuba. Pero eso no es tan importante. Primero, porque no debemos esperar el levantamiento del bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba, sino levantar todo lo que huela a “bloqueo interno”. Para avanzar con decisión y lo más rápido posible, hacia un modelo económico que sea propio, sostenible y que nos haga ir adelante con nuestras propias fuerzas y todas las que podamos reunir. Fuerzas entre las cuales están también la de muchos cubanos que se fueron.
Pero debemos darnos cuenta, que las facilidades que nos ofrece la cuestión migratoria, las debemos aprovechar para rescatar todo lo que sea rescatable, de nuestra relación entre cubanos. Tanto si viven en Cuba como en los Estados Unidos o en otros lugares. Pues esa relación, en particular, la de ambos lados del estrecho de La Florida, puede traernos muchas cosas.
1- Cubanos que quieran compartir su vida entre Cuba y Estados Unidos.
2- Dinero para inversiones de pequeño y mediano porte.
3- Recursos y tecnología que ingresaría al país.
4- Potenciales inversores en Cuba. Que compraran casa a sus familiares, carros, artículos duraderos, acciones que mejorarían negocios.
5- Tranquilidad familiar e incremento de sus niveles de vida.
6- No pocos querrán pasar sus últimos años, con sus jubilaciones en Cuba.
7- Muchos que en la edad requerida querrán estudiar en Cuba.
8- No pocos querrán hacer sus aportes para mejorar sus pueblos y lugares de nacimiento.
Por supuesto, todo ello lleva implícito las mayores flexibilidades posibles de parte nuestra. Para que muchos de ellos vuelvan a sentir que se les trata como ciudadanos con todos sus derechos civiles y políticos.
Claro, que esa cercanía entre los de Estados Unidos y los de Cuba, Obama la quisiera poder convertir en una gran “Quinta columna”, para subvertir al país. Pero también los de allá engañan a Obama, haciéndoles creer que son sus emisarios y nosotros, obrando con inteligencia, podemos convertirle su estrategia en todo lo contrario. Pues aun y cuando el bloqueo persistiese, esos flujos de cubanos hacia un lado y otro, bien manejado, puede convertirse en lo que Obama tal vez no quiera que se convierta¸ en una forma de terminar con el bloqueo. Porque detrás del bloqueo no hay más que una medida ya absurda de agresión económica. Mientras que como trasfondo de la cuestión migratoria, están el corazón y el alma de millones de cubanos, de los que muy pocos se fueron para no regresar. Pues como me decía un viejo y querido amigo, “Fueron a coger agua y carbón”, para regresar y poner un negocito en Cuba. Fueron las circunstancias históricas, aunque muy legítimas, lo que no lo dejaban regresar. Confío en que ahora pueden volver, si así lo quisieran.
La Habana, 04 de octubre de 2013
Fuente: http://moncadalectoresdocumentos.blogspot.com/2013/10/cubanos-emigraron-para-siempre.html
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TAMAYO, EL NUEVO HERALD Y LA RECONCILIACIÓN
por Guillermo Rodríguez Rivera.
Juan O. Tamayo es un periodista de El Nuevo Herald, de Miami, de cuyos
artículos he querido disentir en varias ocasiones pero, cuando le escribo al email que pone en circulación, el Mail Delivery Sistem casi
automáticamente me devuelve mis opiniones, que nunca llegan a su destino.
Ahora, con la firma de Tamayo, aparece en el
diario el reporte de una conferencia sobre “reconciliación nacional” cubana,
efectuada en Miami. Aunque el reporte de Tamayo no lo precisa, es muy probable
que la conferencia haya sido impartida por la profesora Marifeli Pérez-Stable,
de la Universidad Internacional de la Florida, a quien conocí en La Habana y
con la que tuve cordiales relaciones hace ya un buen número de años.
El reporte de Tamayo atribuye a la profesora
este punto de vista (cito a Tamayo):
Las familias cubanas del sur de la Florida y de la
isla, han superado cada
vez
más su distancia política en los últimos tiempos y ahora esta es una
comunidad completamente diferente.
Presumo que es la comunidad cubana del sur de
la Florida a la que alude Perez-Stable, pero la crónica de Tamayo no lo
precisa. Sin atribuirlo a la conferencista, Tamayo señala que “una verdadera
reconciliación exige la justicia para abusos del pasado”, y afirma que es una
de las opiniones que se hizo presente entre los asistentes a la conferencia.
Tamayo señala la asistencia a la conferencia
de algunos alemanes que acercaron el problema cubano al proceso de unificación
de las dos Alemanias, tras la caída del muro de Berlín.
Quiero decir, primero, que me parece un franco
desacierto invocar semejante ejemplo para pretender homologarlo con el caso
cubano. Diversos partidos y analistas europeos, sobre todo desde los años en
que desaparecieron la URSS y los países socialistas de aquel continente, han
aplicado repetidamente esquemas políticos emanados de
su propia experiencia que se han mostrado sistemáticamente ineficaces
para aplicarse a la realidad cubana.
La analogía alemana no es tal: en Alemania
existían dos repúblicas, dos estados, uno capitalista y otro socialista que
dialogaron y decidieron la absorción de la RDA por la RFA. En Cuba hay un solo
estado y luego, una amplia población cubana en el sur de la Florida, aunque
también vivan cubanos en muchos otros sitios de Estados Unidos y del mundo.
Una parte de esos emigrantes ha adoptado la
nacionalidad estadounidense. Nadie puede negociar legalmente a nombre de esa
comunidad porque no es un Estado, por lo que la analogía con la unificación de
las dos alemanias, resulta improcedente. Si se persigue una analogía, acaso la
más pertinente sea la relación de países como China o Vietnam con sus
respectivas comunidades emigradas.
Con arreglo a lo que Tamayo llama los “actos
de justicia sobre abusos del pasado”, el problema se torna altamente complejo.
De acuerdo con el ejemplo que se invoca en el
que funcionarios de la RDA fueron enjuiciados y un 50% de ellos condenados, se
llevaría a juicio en Cuba a los acusados de haber cometido actos abusivos de
cualquier índole. Pero imagino que se aceptará que el reclamo de justicia pueda
ir en ambos sentidos porque, además, no existe solución alguna que esos cubanos
residentes en el sur de la Florida, estén en condiciones de garantizar.
En Miami vive en absoluta libertad, Luis
Posada Carriles, autor intelectual y organizador de la voladura, en 1975, de un
avión civil de Cubana de Aviación en pleno vuelo, que causó la muerte a sus 73
pasajeros y tripulantes. Posada es prófugo de la justicia venezolana, que lo
condenó bajo la presidencia de Carlos Andrés Pérez, pero los Estados Unidos ni
siquiera han respondido a la demanda de extradición de Venezuela.
Como ocurre con este caso, nadie en el sur de
la Florida está en condiciones de asegurar que numerosos crímenes efectuados
contra el pueblo cubano sean llevados ante la justicia.
Si en verdad se desea la reconciliación nacional,
que a mí me parece una meta justa y necesaria para la mejoría de la vida
material y espiritual de todos los cubanos, creo que lo único sensato no es
condicionarla a procesos altamente complejos en los que estarían imbricados
otros gobiernos que acaso no aspiren, como el pueblo cubano, a la eficaz y
efectiva solución del conflicto.
El reportaje de Tamayo hace suya la idea del
gobierno norteamericano de que comerciar con las empresas estatales cubanas,
solo beneficiaría a lo que llama “la élite gobernante”. Pero esas empresas son
las que en verdad abastecen los productos alimenticios, el combustible, la
energía eléctrica, el agua, el transporte, el trabajo educativo y la asistencia
de salud que usamos todos los cubanos. Esa manera de pensar, es insistir en la
mentirosa idea de que el embargo económico se le impone al gobierno cubano
cuando en verdad es el pueblo de la isla quien lo sufre.
¿No es ese un abuso que muchos cubanos del sur
de la Florida han defendido abiertamente? ¿Cuántos de ellos se han opuesto al
embargo económico a Cuba?
Si los emigrados cubanos –muchos de ellos ya cubano-americanos–
invirtieran en la economía de su tierra de origen, habría otras empresas en la
isla, además de las empresas estatales cubanas.
Los cubanos que aspiren a la reconciliación
creo que ahora tendrían la ocasión ideal para acercarse a Cuba, que ha ofrecido
muy favorables condiciones para ello, y empezar a propiciar una reconciliación
que no será de un plumazo y que, según avance, irá sacando a luz problemas que
deberán resolverse.
sábado, 5 de octubre de 2013
Algunas de las cosas
Es el menor de cuatro hermanos, todos médicos menos él,
aunque, en verdad, todos artistas. Recuerdo innumerables noches con Alipio a la
guitarra y con Luis en la voz prima, claves en manos, mientras René coreaba lo
mismo sones de Matamoros que ignotos boleros orientales.
Alcancé a conocer a su padre, médico santiaguero
de digna conducta cuando los históricos sucesos del 26 de julio de 1953. También
recuerdo a su señora madre, de quien sus hijos heredaron rasgos.
La primera vez que lo vi fue cuando yo tenía 15 años, en el
segundo piso del semanario Mella. Él colaboraba con la redacción e iba de vez
en cuando, no como Víctor Casaus o Guillermito Rosales, que eran de la plantilla y
estaban casi siempre. El caso es que cinco años después, cuando salí del ejército y me vinculé a
los muchachos de El Caimán Barbudo, me acordaba de él.
Entre aquellos jóvenes recién egresados de la Escuela de
Letras, siempre tuvo fama de culto, de sabichoso. Era esperada su participación
cuando alrededor de la mesa de helados, noche entrada, nos poníamos a jugar a
las películas o a los personajes históricos, porque sus aportaciones venían sazonadas de datos y de anécdotas.
Ya entonces era proclive a las broncas. Lo mismo le decía a
un escritor que había plagiado, que soltaba una pulla congelante a un
alardoso. Por esos lances, igualmente lo llevaron a ridículos procesos judiciales que pretendieron
avasallarlo con una superioridad física que él se pasaba por donde mismo le pasaban los barcos al Coloso de
Rodas.
Me distinguió con su amistad posiblemente
porque yo tocaba la guitarra, instrumento de su preferencia. Ahora recuerdo que incluso me enseñó, en LA
menor, los acordes de la música que Vicente Bianchi compuso a los versos de
Neruda, cuando creó la célebre Tonada de Manuel Rodríguez.
Es, hay que decirlo, uno de los más brillantes intelectuales
de mi país. Excelente poeta, ensayista de amplio diapasón, temible polemista. Maestro
de varias generaciones de universitarios que le quieren y respetan. Pensador que ha querido explicarse, para suerte nuestra, por qué hablamos como hablamos y por qué somos como somos. De largo alcance ha sido -y será- la franca puntería de su mirada.
En agosto pasado cumplió 70 años. Hace dos días la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba le hizo un homenaje en el que estuvimos familiares,
amigos, compañeros, colegas, todos queriéndole y agradeciéndole lo que nos ha
dado: tanto como lo útil de su vida y parte de lo bueno de la nuestra.
Algunas de las cosas que esa tarde no dije sobre
Guillermo Rodríguez Rivera.
martes, 1 de octubre de 2013
Lo feo, lo roto y lo degradado
Por Leonardo Padura Fuentes
Pero aun dentro de un mismo grupo social, cultural, incluso nacional (sobre cuando se trata de naciones uniculturales), los conceptos de lo bello y lo feo pueden tener sus propias variaciones, dependiendo de la cultura de los individuos, su educación filial, el contexto social y económico en los cuales se formaron sus valoraciones de la vida y el entorno.
En el mismo sentido, vivir en un contexto –digamos- abigarrado, empobrecido, sucio y sin disciplina de convivencia, genera una forma de entender la vida y valorar sus componentes externos e, incluso, éticos. Los conceptos de belleza y fealdad, como todos los productos del intelecto humano son móviles, y se adecúan a las manifestaciones de ese entorno. Incluso, valores más profundos, de esencia ética, sobre lo que es correcto o incorrecto pueden verse confundidos, atrofiados, alterados…
El hombre, bien se sabe, es un producto social, o sea, el resultado de una educación, convivencia, permanencia en un determinado contexto histórico. Y de esa opresión de las circunstancias resulta muy difícil escapar, aun cuando puedan ponerse infinidad de ejemplos de personas que han logrado salir de medios adversos y realizar su vida, o de lo contrario, personas crecidas en ambientes favorables que degeneran social, cultural, éticamente. Todos esos cientos, miles de casos, no dejarán de ser notables por constituir excepciones.
Lo que quiero llegar a decir, luego de esta dilatada ubicación del asunto, es que si las personas conviven con lo feo, lo sucio, lo roto, lo degradado… su reacción hacia ese medio tendrá una lógica y previsible manifestación armónica con ese estado de cosas. Y eso es lo que está ocurriendo en Cuba: porque ahí tenemos esas manifestaciones de decadencia social y moral que con alarma ha denunciado recientemente el gobierno. Pero, debemos preguntarnos, ¿solo los individuos, los ciudadanos, son culpables de semejante degradación?
Basta recorrer las calles de La Habana exterior a los circuitos turísticos y privilegiados (70, 80% de la urbe) para comprobar la extensión galopante y el imperio acendrado de aquello que según nuestros conceptos estéticos puede ser considerado feo –desagradable, repulsivo incluso. En unas ocasiones por falta de medios, en otras por el ascenso de gustos estrafalarios, en otras más por la vandalización o abandono de lo que intentó salvarse, en la mayoría de los casos por la desidia generalizada y prolongada, tanto individual como estatal. Lo alarmante es que cuando su situación económica se lo permitía, los ciudadanos luchaban por rodearse de alguna belleza que confortara sus existencias. Lo lamentable es que las autoridades, ante la proliferación de lo sucio, lo emergente, lo roto, siempre hayan argüido las razones de la falta de recursos, cuando no siempre es cierto, sino el resultado del desvío de esos recursos o, peor aun, el mal empleo que de ellos puede hacerse o se ha hecho. Lo terrible es que, cientos de veces, malos trabajos, diseños, planificaciones y prisas políticas o demoras materiales nos han legado un entorno pletórico de improvisaciones y chapucerías.
La diferencia entre los dos polos de posibilidades económicas concretas (los años 1980 y lo que ha venido después) es la que existiría en las imágenes de la ciudad y las personas si el realizador cinematográfico Enrique Colina decidiera hacer en el presente el remake de su documental Estética, un clásico de esa década… El salto abismal del kitsch como fallida estrategia de búsqueda de la belleza y la desidia sostenida hacia el entorno como reacción colectiva y generalizada. La falta de educación estética contra la pérdida extendida de valores y posibilidades.
¿Qué veo ahora mismo a mi alrededor? Calles destrozadas, como abandonadas para siempre, llenas de furnias y charcos de agua pestilente (que incluso pueden ser albañales, como las que corren frente a una panadería cercana a mi casa); aceras que fueron perforadas y que, al ser tapadas, se convirtieron en camellones agrestes; un hueco en la esquina que alguien abrió, nadie selló y gracias a las lluvias exhibe una frondosa vegetación; contenedores de basura insuficientes y, por ende, generalmente desbordados; timbiriches y vendutas hechos con cuatro planchas de zinc, bodegas que no conservan ninguno de los vidrios que antes tuvieron, oficinas estatales con techos descarnados y paredes sucias, edificios destartalados; hordas de perros callejeros, famélicos y enfermos; gentes como zombis que caminan por la calle en lugar de hacerlo por la acera y que se mueven por la vía ante la mirada indolente de los agentes del orden, buzos que registran entre los desperdicios… Veo pobreza individual y colectiva. Gente que se preocupa solo por la supervivencia y cuyo único sueño de futuro –si lo tienen- es encontrar una salida individual a sus dificultades materiales, dentro o fuera del país… pero por la vía más fácil, que casi nunca es la del sacrificio, el estudio o el trabajo, pues la experiencia de tanto sacrificio colectivo, de las gentes con estudios o de los más abnegados trabajadores no resulta especialmente halagüeña, como bien y todos sabemos. Y la experiencia sirve para algo… ¿Cuántas otras personas en mi entorno no ven lo mismo, no conviven con lo mismo, no crecen en lo mismo? ¿Y las autoridades no lo ven, ni lo vieron cuando los recursos existentes fueron chapuceramente empleados, cuando las balanzas económicas se enloquecieron? ¿Los poderes locales no ven lo que ocurre en su comunidad?
Ya está dicho: el hombre es un ser social que, además, piensa según vive. Y viviendo entre la desidia, la mala educación, la fealdad estéticamente definida, la mugre, la falta de pintura, de orden y concierto, de imposibilidades económicas demasiado tiempo dilatadas… ¿el hombre puede ser mejor?, ¿el joven será un hombre mejor? A la negativa que exigen esas respuestas hemos llegado luego de décadas de carencias y, sobre todo, de más de veinte años de supervivencia y empobrecimiento del espacio urbano y de las infraestructuras, de mucho tiempo de soluciones emergentes y descabelladas. Y si los protagonistas de muchas actitudes o conceptos reprobables son los ciudadanos, no solo ellos son los responsables de tal estado material y mental de toda una sociedad. (2013)
Fuente: http://www.ipscuba.net/index.php?option=com_k2&view=item&id=7907:lo-feo-lo-roto-y-lo-degradado&Itemid=11
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