miércoles, 30 de mayo de 2012

Pensar en mi familia

Pensar en mi familia me lanza a cuando Don Juan le dice al aprendiz que para ser chamán tiene que hacer la lista de todas las personas que conoce y escribir lo que recuerde de cada una. Yo vengo de dos familias muy numerosas, así que renuncio (por ahora) a la condición de chamán.

Mi padre se llamó Dagoberto y fue natural de Vereda Nueva. A los siete años estaba doblado sobre un surco, como obrero agrícola. A veces se escapaba del sembrado y se metía en la escuela pública, pero sus mayores lo sacaban y lo devolvían a la tierra, donde les era necesario.

El caso de mi madre, Argelia, fue similar. De niña no tenía zapatos, sólo una muda de ropa que lavaba de noche y destendía al amanecer, para correr a la escuelita. A media mañana la iban a buscar, porque el centavo diario que ganaba limpiando casas era vital en un hogar de trece bocas.

De la unión de esos seres nací en San Antonio de los Baños, en una vieja casa de madera que los ciclones del 26 y el 45 dejaron mal parada. La habían construido mis abuelos maternos, en medio de penurias de proporciones nacionales. Era en la calle Caridad, número 2 ½.

Entre los árboles del patio, mi abuelo me contó que de niño había estado en Tampa, a fines del siglo 19. De por entonces, hacía dos historias. Una en la playa, cuando se subió a un trampolín para impresionar a las muchachas, y después le daba más miedo bajar las escaleras que tirarse. Otra historia ocurría en una bodega, donde había conocido a un cubano afectuoso que se interesó por su suerte. Unos días después, en la tabaquería en que trabajaba, mi abuelo vio al mismo hombre pronunciando un discurso. Entonces supo que aquel señor era un patriota al que le decían El Delegado, aunque se llamaba José Martí. Cuando en el siglo 20 mi madre visitó Tampa, trajo fotos de los lugares donde pasaron esas cosas.

Esta última historia se la oí al viejo Félix varias veces, con más y con menos detalles. Yo le preguntaba cómo era el hombre, qué aspecto tenía, si su voz sonaba aguda o grave, y mi abuelo me abría lo que quedaba de su memoria, mientras yo me esforzaba por hacerme una imagen.

El patio de la casa en que nací, en San Antonio, y el de la casa de la familia de mi padre, en Vereda Nueva, fueron curiosamente semejantes. Ambas casas quedaban donde terminaba el pueblo y empezaba el monte. Otra cosa importante fue el río, que va desde donde estuvo la Laguna de Arigüanabo hasta la Cueva del Sumidero. En esos sitios hice contactos decisivos con la naturaleza. Supe de perros, gatos, chivos, puercos, gorriones, tomeguines, sinsontes, colibríes, abejas, avispas, arañas, caballitos del diablo, guineos, lagartijas, ranas, majases, jicoteas, biajacas y catibos. Y aprendí a distinguir galán de noche, aromas, ceibas, limas, guayabas, yagrumas, naranjos, fruta bombas, granadas, jagüeyes, mamoncillos, mangos, anones, guanábanas, marañones, mameyes, flamboyanes, almácigos y palmas.

En los predios de la infancia no sólo empecé a ser persona sino también cubano.

Otro ser entrañable fue mi tío, Angelito, único hermano de mi padre, del que también fui ahijado. Padrino era quien extraía para mi las páginas de historietas de los diarios; era quien me llevaba al cine los fines de semana; era quien, después de la película, me iniciaba en las delicias de la comida china, en la olorosa plaza de Cuatro Caminos. Gracias a él comprendí que se podía ser pobre y caballero, y lo grato que era saborear los ostiones --misterioso manjar de los puestos de fritas.

La mayoría del mundo antiguo, gente y río, para mi son fantasmas. Casi la única que sigue en pie es mi madre, espero que por mucho. Y, claro está, la luz del señor amable que conoció mi abuelo niño.

lunes, 28 de mayo de 2012

CRÉEME en la XI Bienal de La Habana

Por Vicente Feliú Miranda                            Fotos Ivan Soca

Ocurrió en la noche de este 26 de mayo en el cine teatro Acapulco, al llamado del clarín de una escalofriante versión del himno de Bayamo en el sonido de Alexander Abreu.

Los más heréticos representantes del hip hop cubano, los raperos Raudel de  Escuadrón Patriota, Al2, Soandry Hermanos de Causa, Silvito el Libre, Maykel Xtremo, Barbarito el Urbano Vargas y Carlitos Mucha Rima, se presentaron en concierto dentro del performance que realizara Michel Mirabal en el marco de la XI Bienal de La Habana, evento en el que se reúnen durante un mes artistas cubanos que aman y construyen en y desde las dos orillas, artistas de la plástica de diversos lugares del planeta, y compradores y dueños de galerías.

Michel, hermano de lucha y con raíces en sangres irredentas y cantoras de Haití y de Cuba, quiso nombrar su espectáculo con una trova que lleva mi firma, aunque siempre he dicho que no mi autoría: CRÉEME. Esta canción nacida en abril de 1975, es parto del antiimperialismo de Bolívar y Martí, de Sandino y de Mella, y me la cantaron al oído Antonio Guiteras y Carlos Aponte mientras caían en combate en El Morrillo, el 8 de mayo de 1935, al frente de la organización político-militar Joven Cuba, que a sabiendas desde entonces que nuestra patria no tenía otra para sacar del medio a los gringos y sus gorilas locales, preparaba una expedición militar internacionalista que diera luz a nuestros empeños libertarios. Desde entonces, he tenido el honor de ser el trasmisor de esos versos.

Cuando Michel me habló del asunto, silenciosamente me pregunté cómo podría conjugarse mi trabajo con el de los raperos, para ser franco no muy disfrutable por mí, en buena medida por diferencias de lenguajes expresivos aunque me llamaba favorablemente la atención sus actitudes inconvenientes y contestatarias, las que me recordaban a ciertos irreverentes trovadores de los años 60. Todavía más me sedujo la idea cuando supe que sectores oscuros y asustadizos de diferentes escaños del poder, ésos que temen enfrentar la realidad y se escudan detrás de los revolucionarios, les hacían la vida lo más fatigosa posible por la sencilla razón de que decían cosas incómodas. Llegado a este punto, di mi voto aprobatorio a la utilización de la canción y a participar en el espectáculo.

Recordé que en 1997, en el Festival de la Juventud y los Estudiantes celebrado en Cuba fue la canción tema del evento, porque la entonces dirección de la Unión de Jóvenes Comunistas quiso rememorar que Fidel había dicho en su primer congreso constitutivo de 1962: Creemos en los jóvenes.

Contentura, cuando supe que hermanos de la misma cuerda de la Cultura Cubana como Israel Rojas de Buena Fe y Juan Formell, con Van Van y todo, participaríamos juntos en esta herejía revolucionaria, y valga la redundancia. Aplaudí a Juan cuando dijo “…creo en todo esto, pero voy a creer de verdad cuando a estos muchachos los pongan por la radio y la televisión”.

Contracorriente no es contrarrevolucionario necesariamente. Carlitos Mucha Rima

Cuando empezamos quienes después conformaríamos el Movimiento de la Nueva Trova, muchas personas del poder dijeron que éramos  pelúos, hippies, desviados ideológicos, y algunos, simplemente contrarrevolucionarios. Gracias a Haydeé Santamaría y Alfredo Guevara, la más alta dirección del país tuvo una percepción más cercana y realista de nuestras canciones y de quiénes éramos. Entonces se dijo que si a pesar de todo habíamos llegado hasta allí, fue porque éramos revolucionarios, y si no éramos mejores, era por causa de ellos.

Aquella reflexión de 1972 me vino a la memoria estos días, mientras se sucedían preguntas sobre la preocupación de si el concierto pudiera servir de justificación para manifestaciones contrarrevolucionarias. Todas las veces dije lo mismo: el enemigo solo puede quitarnos lo que nosotros no defendamos. Y este concierto crítico, incómodo, audaz, y público y apoyado por las instituciones del Estado, era lo menos que querían quienes están siempre deseosos de encontrar una hendija en las murallas de la cultura cubana, entre cuyos defensores, verbo en alto cual espada reluciente, están los chicos del hip hop que liderearon este concierto, junto a las banderas de la Patria de Michel.

Mis parabienes para todos los que colaboramos con esta melodía.

Marquesina del cine Acapulco

Jorge Perugorría

Michel Mirabal pintando

Israel Rojas y Raudel


Los VanVan

Vicente

Silvito el libre



domingo, 27 de mayo de 2012

Moro-Portocarrero (Mantilla)

El viernes estuvimos en Moro-Portocarrero, una localidad de Mantilla, barrio extenso, intrincado, con ciertos terraplenes que hacen papel de calles y varias chabolitas que quisieran ser casas.

El viernes, como otras veces, nos dio albergue una escuela que, como todas las escuelas cubanas, está presidida por pensamientos martianos. En los barrios gran parte de nuestro público es infantil, y no es la primera vez que los niños me piden la canción de Elpidio Valdés. De nuevo pasé por la vergüenza de explicar que no la llevábamos montada. La tuvimos, porque la hicimos en un concierto en un teatro, hace unos años. Mala decisión no mantenerla, o al menos retomarla para los conciertos en los barrios.

El viernes, sobre la tarima, estuvo Santiago Feliú, con dos músicos muy jóvenes que le acompañan. Y como muchas otras veces nos volvió a acompañar Víctor Casaus, viejo soldado de los barrios.

Mientras más avanzamos en estos conciertos, mientras más barrios visitamos, más me alegra haber emprendido este trabajo. Mientras más duras realidades, más buena la cultura. Mientras más necesidad, más gratitud. Y uno se va volviendo avaro de las miradas de sorpresa y el entusiasmo de los niños.















sábado, 26 de mayo de 2012

Cable óptico Venezuela-Cuba: 'operativo' pero no funciona

Por Voz de América - Redacción

Estaba supuesto a multiplicar por 3.000 la velocidad de internet en la isla, pero por el momento, nadie en Cuba se ha dado cuenta.

El cable de fibra óptica que enlaza a Venezuela y a Cuba “está absolutamente operativo”, según dijo el ministro de Ciencia y Tecnología venezolano, Jorge Arreaza en un encuentro con medios internacionales; pero la lentitud con que los cibernautas cubanos se conectan a la internet, eso es “asunto soberano” de Cuba, explicó el funcionario.

El gobierno de Raúl Castro oficializó el pasado febrero la recepción del cable submarino, que debería haber multiplicado la velocidad de transmisión de datos, imágenes y voz por 3.000.

La instalación está a cargo de la empresa franco-china Alcatel Shanghai Bell a un costo estimado en $70 millones. El cable, con una extensión de 1.630 kilómetros, va desde la playa de Camuri en Venezuela a Siboney en Cuba, pero se ha extendido a Jamaica y probablemente se extenderá aún más hasta Haití y República Dominicana.

Se supone que el cable sustituiría la vieja y lenta conexión satelital que Cuba utilizaba desde 1996, cuya modificación requería licencia del departamento del Tesoro de Estados Unidos, que mantiene un embargo contra la isla desde hace 50 años.

No obstante los cubanos con acceso a internet no han notado ninguna mejora.

“Conectarse a internet en Cuba es una operación que desafía la paciencia de cualquiera... se puede tardar varios minutos en lograr que baje la página más sencilla y hasta horas para obtener un vídeo o un archivo que simplemente contenga imágenes”, dice uno los internautas entrevistados.

Por ejemplo, para los cubanos, YouTube es irrelevante porque no se puede ver; un video de 500 megabytes tarda en descargar entre 28 y 46 horas desde iTunes; artistas y fotógrafos  aseguran que es casi imposible ver en línea el trabajo de otros y las personas prefieren intercambiar fotos digitales usando tarjetas de memorias antes que enviarlas por correo electrónico.

Desde el principio, el gobierno aseguró que hospitales y universidades tendrían prioridad en la conexión al nuevo sistema así como el uso que fuera considerado de interés público. Los millones de cubanos con poco o ningún acceso a internet en sus casas tendrían que esperar.

Ramón Linares, viceministro de Informática y Comunicaciones de Cuba, dijo a principios de del año que "el despliegue de la conectividad no se resuelve de un día para otro, porque cuesta mucho dinero y son necesarias otras inversiones".

Para el comunicólogo venezolano Antonio Pasquali, la afirmación de Linares explica sólo en forma parcial por qué el cable no se traduciría necesariamente en acceso a internet para todos los cubanos, mientras que podría tener otros usos no declarados públicamente por las partes.

"Es cierto que el último kilómetro de internet es siempre una línea de teléfono. Cuba es uno de los 13 países del planeta que ha perdido densidad telefónica en los últimos veinte años. Las redes civiles están peor que cuando las dejó (Fulgencio) Batista. (Sin embargo) otra cuestión es si van a abrir políticamente a los cubanos al mundo ", indicó.

Las teorías de por qué no funciona el cable van desde que “se lo comieron los tiburones” hasta señalar  que los involucrados en el proyecto se robaron el dineros y están presos.

Los más serios indican que la capacidad del cable está sobredimensionada, pero de todos modos, también está destinada a prestar servicios a las operaciones de espionaje electrónico chinas en Cuba, específicamente a la Base Titán China, en Bejucal, provincia de La Habana, y al otro centro de escuchas chino localizado en Santiago de Cuba.

Preguntado por el uso de ese cabe en la isla, el ministro Arreaza se limitó a decir “Esta es una pregunta que tiene que hacerle al gobierno cubano”.

A Venezuela, agregó Arreaza, “como todo cable submarino, nos da acceso, nos libera conexiones, nos da nuevos caminos para interconectarnos”.

Pero quizá no sea el caso para  los cubanos.

jueves, 24 de mayo de 2012

Abro los ojos

Abro los ojos y estoy sobre una sábana muy blanca. A un lado tengo un escaparate de tres puertas y al otro un tocador de media luna, donde me veo boca arriba. Estoy con la cabeza hacia los pies y observo que tras el lecho hay una ventana. Entonces me incorporo y con pasos temblones voy hasta el respaldo, donde intento subirme; caigo y ruedo varias veces, hasta que lo consigo. Desde esa altura mis manos siguen subiendo por la pared, hasta el marco. Me afianzo y tenso los brazos, pero no pasa nada. Hago un segundo esfuerzo y mis ojos se van elevando hasta ver más allá de la abertura. Lo que se ve no tiene nombre, así que no pienso en árbol sino en un revoltijo que me asusta.

Tan pronto vuelvo a la cama mi madre abre la puerta y entra desde la intensa luz de afuera. Trae un plato con un huevo frito y un plátano maduro. Hunde lascas del plátano en la yema  y me las brinda como almuerzo. Me fijo en sus uñas rojas, como la boca. Noto que el creyón transgrede el borde de sus labios, describiendo dos arcos perfectos que en realidad no existen. La primera clase de ficción de mi vida me la enseña una insatisfacción de mi madre, que hubiera querido tener la boca más carnosa. Es una joven delgada, de unos 20 años, con una saya circular muy ancha. Pero yo no la veo ni joven ni vieja y mucho menos defectuosa: es mi adorable mamá que me da de comer.

Mientras trago, recuerdo el sueño que estrené, sin saber que me perseguirá durante parte de mi vida, sin sospechar que es mi primera fantasía recurrente: un mundo donde no existen casas ni calles ni árboles ni nada. Sólo gente, mucha gente apretada junto a la otra, con los brazos en alto, pasándome de mano en mano hacia el mismo paisaje infinito. Un sueño en el que se respira deuda saldada, como cuando un buen día nos liquidan todo, absolutamente todo lo que nos deben, y suspiramos diciendo: al fin.

Nadie pregunte cómo es que tan temprano podía soñar que el mundo me debía alguna cosa. Para mi es un misterio.

No supe que eran mis primeros recuerdos hasta que un día se los conté a mi madre. Me dijo que eran de cuando vivíamos en La Calle Ancha de San Antonio, cuando se había separado de mi padre por primera vez y el marido de su hermana Quira, propietario del solar, le había alquilado aquel cuartico. Yo no llegaba al año.

Décadas después, seguido por la cámara de Guillermo Granillo, caminé por la destartalada galería que daba acceso a aquella habitación de mi infancia, mientras Arturo Ripstein dirigía la escena en la que yo debía llegar a la misma puerta por la que mi madre había entrado a alimentarme, aquella remota mañana en que el sol iluminaba sus espaldas.

Arturo, que no sabía lo que acabo de contar, me había dicho que cuando llegara al cuarto pasara la mano por la puerta, como rememorando. El nunca supo que aquel primer recuerdo vivía agazapado en la vieja madera y que entró por mis dedos como un torrente de visiones.

Hoy volvió a aparecer, muy preciso, en esta mañana del futuro en que por fin me he sentado a escribirlo.

lunes, 21 de mayo de 2012

Dos conciertos de fin de semana

El sábado a las 18:00 se presentó en la salita de Bellas Artes el disco La fuga de la tarde, de Augusto Blanca, premio especial del concurso de creación Ojalá 2010.

Como jurado del concurso, fue el último disco que escuché y fue muy grata la sorpresa de hallar a un trovador renovado, crecido sobre sí mismo, cosa difícil pero está visto que no imposible.

La poesía de Rubén Martínez Villena sopla un influjo diríase que mágico en el que la respira. Versos inspiradores que cantan a los sueños,  a la lujuria, a la variada armonía de la ciudad y de la gente. Versos que lloran y que ríen, que se levantan con la Historia, que prefiguran el choteo cubano sin llegar a contaminarse.

Todo eso salía por la garganta de Augusto, en alas de su música oriental de sones y boleros tradicionales. Bien que la sostenía el Cabildo de Pancho Amat, apoyado por otros músicos jóvenes y brillantes, polifonía bien ajustada por la mano rectora de Emilio Vega.

Cuántos aplausos, cuántos vivas; qué tarde enamorada cuando María Felicia Pérez la detuvo para siempre con su voz maravillosa.






“La fuga de la tarde” es el segundo título de los seis del Premio de Creación Ojalá  que aparecerán antes de que finalice el año. El de Tanmy López Moreno obtuvo anoche el premio de Cancionística de Cubadisco.


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Ayer domingo, a las 17:00 asistí al concierto magistral (no se puede calificar de otra manera) del guitarrista Yamandú Costa.

Brasileiro de Río Grande do Sul, como él bien dijo, ha estado expuesto a muchas músicas. Por eso de sus manos salen con extraordinaria fluidez lo mismo chamamés, polcas paraguayas y hasta  afros cubanos, que choros y sambas.

Si no pueden coincidir con él alguna vez, busquen sus discos, que son obras de arte.





Premios de Cubadisco 2012

Premios CubadiscoTítuloIntérpreteProductorCasa DiscográficaSoporte
Gran Premio ExtraordinarioChucho̒s StepsChucho Valdés & Tha afro-Cuban MessengersChucho ValdésColibríCD
Gran PremioVeinte pianos. Ernán López-NussaVarios intérpretesErnán López-NussaColibríCD DVDs
Premio EspecialMis 22 añosNG La BandaJosé Luis CortésEGREM2CD
30 años de Son 14Son 14Ricardo LeyvaEGREMCD
Sueños del pequeño QuinJoaquín Betancourt y la Joven JazzJoaquín BetancourtColibríCD
Música Popular TradicionalLa trova de siempreQuinteto CriolloRoberto Novo y Adolfo CostalesColibríCD
Música FolklóricaLas estrellas del FolklorLos Hermanos ArangoFeliciano Arango y Enrique CarballeaBis MusicCD-DVD
Música Popular Bailable ActualAcabadito de nacerDavid Calzado y Charanga HabaneraDavid Calzado y Juan Manuel CerutoEGREMCD
CancionísticaLa Luz es músicaTanmy López MorenoRoberto CarcasésOjaláCD
Trova… en tierraTony ÁvilaLino Lores y Justo Rafael AbbyBis MusicCD
Trova fusiónPI 3, 14Buena FeIsrael RojasBis MusicCD
GrabaciónAy, la vida/Santiago FeliúGiraldo GarcíaRoberto CarcasésColibríCD
Grabación en vivoVariaciones/Maykel̒s CuartetJaime Canfux y Olimpia CalderónMaykel ElizardeCentroPablo de la TorrienteCD
DidácticoVeinte pianos. Ernán López-NussaVarios intérpretesErnán López-NussaColibríCD
Cuentos para niñosLos cazadores de cuentos. Cuentos de Pinar del RíoKiki Corona,
Élsida González y Caridad Martínez
Kiki CoronaEGREMCD
CD/DVDVeinte pianos. Ernán López-NussaVarios intérpretesErnán López-NussaColibríCD-DVD
MultimediaAquí se enciende la candela. Juan Formell y los Van VanGuille Vilar y Ediciones CubarteEdiciones CubarteDVD
Video ClipAngry boy/ Sexto SentidoAlejandro PérezCD: The waySexto Records
Concierto AudiovisualTravesía /Iván Melón Lewis QuintetJavie LimónIván, Lewis y Javier LimónCasa LimónCD-DVD
Música de CámaraNueve versiones y otras obras de cámaraJosé María Vitier y varios intérpretesSilvia Rodríguez Rivero y Jo´se María VitierColibríCD
Música de ConciertoIntegral de la obra para guitarra y laúd cubano de Carlos Fariñas.Joaquín ClerchJoaquín Clerch y Mayra TorralbaColibríCD
Solista ConcertanteEl álbum de la ciudad celesteDarío MartínUlises HernándezColibríCD
Música LíricaCantan los poetas Música de Roberto ValeraBárbara LLanes y Mayté AboyRoberto Valera y Bárbara LLanesColibríCD
Making ofMás allá del ocaso/Aldo López GavilánLester HamletColibríCD-DVD
DocumentalRevelacionesIleana RodríguezColibrí
ProductorErnán López-Nussa
CompositorAlfredo Díaz Nieto