Por Ángel Valiente (hijo)
Doscientos treinta los años,
San Antonio, que has cumplido;
¡que honor haberte tenido,
San Antonio de los Baños!
Escalaste los peldaños
de la historia nacional,
con tu inmenso manantial
de agua pura y cristalina;
por eso fuiste genuina
cura para cualquier mal.
Posees un veguerío
y de agua una corriente;
por eso precisamente
somos de donde hay un río.
Nunca has estado vacío
de chistes y de cuartetas;
por todas esas facetas
eres cuna de humoristas,
de cantantes y de artistas
y de excelentes poetas.
Tu población asegura
tu valor y patrimonio,
porque decir San Antonio
es decir arte y cultura.
El amor por ti perdura
desde la punta hasta el cabo,
de la Patagonia al Bravo,
porque tus gentes --tus gentes--
dirán, aunque estén ausentes,
¡yo soy del Ariguanabo!
2 comentarios:
Le escuché decir estos versos a Angelito (a quien conozco desde niño) en la última peña del grupo Yawar, en el parque de la iglesia de San Antonio, el domingo pasado.
Apuntes postsoviéticos
Juan Pablo Duch / 30 de noviembre de 2024 08:45
Desde que el inquilino saliente de la Casa Blanca, Joe Biden, autorizó el uso de los misiles de largo alcance (hasta 300 kilómetros) y sólo en la región rusa de Kursk, Moscú y Washington –que tienen los mayores arsenales nucleares– se enfrascaron en una ominosa dinámica de amagos, a sabiendas de que ninguna de sus temerarias acciones puede cambiar el curso de la guerra al mantener intacto el equilibrio estratégico entre ambos.
En realidad, es imposible saber qué pasa en los campos de batalla basándose en la versión de uno solo de los contendientes: según Kiev, por ejemplo, los misiles Atacms estadunidenses y los Storm Shadow y Scalp, británicos y franceses, dan todos en el blanco, lo que los rusos niegan; de acuerdo con Moscú, su nuevo misil hipersónico balístico es imposible de interceptar, mientras los estadunidenses aseguran que se trata de una modificación de versiones obsoletas en fase experimental, muy lejos de poder fabricarse en serie, que no causó, de creerse las imágenes satelitales de antes y después del ataque, ningún daño al consorcio de la industria militar de la ciudad de Dnipró.
Pero suponiendo que todos digan la verdad –que los misiles occidentales de largo alcance sean un dolor de cabeza para Moscú y el Oreshnik ( Avellano) ponga a temblar a Londres, París y otras capitales europeas–, es obvio que ni Washington está dispuesto a entregar a Kiev todos sus cohetes de ese tipo ni mucho menos armas mejores, igual que el Kremlin carece de cientos de misiles de nueva generación y tiene otros de similares características capaces de alcanzar cualquier país europeo con ojivas nucleares como el Iskander-M, el Kinzhal y el Kalibr, sin hablar de los misiles de más de 6 mil kilómetros de distancia.
Unos y otros, perdónese la analogía boxística, protagonizan una suerte de round de sombras para mostrar su musculatura en espera de que un nuevo boxeador, Donald Trump, suba al ring. Lo malo es que, de tanto provocar al contrario con golpes bajos y de responder con hacer alardes de su arsenal nuclear, se podría desatar, por error o por arrebato suicida, una conflagración atómica que no tendrá ganador.
¿Habrá una Tercera guerra mundial? Si prevalece el sentido común no es probable, pero mientras se siga tentando hasta dónde aguanta la paciencia del otro, es posible.
https://www.jornada.com.mx/noticia/2024/11/30/columnas/apuntes-postsovieticos-9405
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