jueves, 9 de enero de 2025

Un estudio aumenta en un 70% el número de muertes en Gaza respecto a las contabilizadas por Hamás

 Por Francisco Peregil

Un estudio de la revista científica The Lancet señala que las personas que han muerto en Gaza por lesiones traumáticas en los primeros nueve meses de la guerra contra Israel —entre el 7 de octubre de 2023 y el pasado 30 de junio— ascienden a 64.260. Este cálculo, basado en un sistema que coteja tres listados distintos, supera en un 69,65% la cifra de 37.877 fallecimientos en el mismo periodo, aportada por las autoridades de Gaza, territorio controlado por Hamás. El artículo de The Lancet sugiere que, teniendo en cuenta el número de muertos registrados hasta octubre por el Ministerio de Salud de la Franja —que a día de hoy ya supera los 46.000—, la cifra total de fallecidos usando su metodología ascendería a más de 70.000.

El 7 de octubre de 2023 comenzó la guerra, con la matanza por parte de la milicia islamista de Hamás de 1.200 israelíes y el secuestro de 251 rehenes. Desde entonces, el Ministerio de Salud gazatí ha ofrecido cada día un registro de las víctimas mortales. Estas cifras han sido objeto de polémica tanto por quienes las consideran muy altas como por quienes las estiman demasiado bajas. Finalmente, el trabajo asegura que el número de muertes ha sido infravalorado.

Los investigadores usaron un sistema de trabajo conocido como “captura-recaptura”, basado en la superposición de tres listas: una con los decesos anotados en hospitales y morgues del Ministerio de Salud, una encuesta on line elaborada por el propio ministerio y los obituarios difundidos en varias redes sociales. Este método suele usarse para estimar las poblaciones cuando los recuentos completos no son prácticos ni fiables.

Los desaparecidos, excluidos del estudio

La epidemióloga Zeina Jamaluddine, integrante del equipo de cuatro investigadores responsable del estudio, explica que el sistema “captura-recaptura” fue popularizado por los ecologistas. “Capturaban, marcaban y soltaban animales o insectos en una zona concreta, luego los volvían a capturar y, basándose en los solapamientos, estimaban el tamaño de las poblaciones”. El método también se ha adaptado en epidemiología para estudiar la prevalencia de enfermedades y las tasas de mortalidad en diversos contextos, incluidas las zonas de conflicto. “La técnica de captura-recaptura”, prosigue la investigadora, “se ha aplicado para estimar la mortalidad en varias zonas afectadas por conflictos, como Kosovo, Sudán, Guatemala y Colombia. Permite a los investigadores estimar el número total de muertes, incluidas las no registradas en ninguna fuente individual de datos, analizando el solapamiento entre diferentes listas de personas asesinadas”.

Jamaluddine asegura que los datos estadísticos que manejaba el Ministerio de Salud antes de la guerra eran de los mejores en la región. “No se encuentra algo parecido en Siria, ni siquiera antes de la guerra civil. Pero la guerra degrada también los sistemas de información sanitaria”, continúa. El estudio aclara que “la escalada de las operaciones militares terrestres israelíes y los ataques a los centros sanitarios perturbaron gravemente la capacidad” de las autoridades para registrar electrónicamente las defunciones. Eso fue lo que impulsó a los científicos a emprender un estudio que duró tres meses. Y el resultado con el que se encontraron fue que el Ministerio de Salud había infravalorado el número de muertes en un 41% durante los primeros nueve meses de la invasión.

Dos de las listas con las que ha trabajado el equipo de The Lancet provienen del Ministerio de Salud. Cuando se le pregunta a la investigadora si eso no implica una dependencia demasiado grande respecto a las autoridades sanitarias de Hamás, responde: “Lo es. No pretendo decir que no hayamos utilizado los datos del ministerio”, asume. “Nos basamos en los que tenían un nombre claramente identificado y limpiamos los datos eliminando duplicados y corrigiendo errores. Pero para hacerlo correctamente habríamos necesitado entrar en Gaza con protección. Y eso no ha sido posible. Hay agencias internacionales que trabajan en la Franja, como las de la ONU o Unicef, pero para ellos la prioridad es conseguir alimentos y medicamentos. No pueden llamar a la gente y preguntarles cuántas personas murieron en su hogar, cuando lo que desean esas personas es comida o medicinas”.

El estudio pone de relieve en sus conclusiones “la urgente necesidad” de alcanzar un “un cese inmediato y sostenido de las hostilidades y un acuerdo duradero que incluya la liberación de los rehenes israelíes y de los miles de civiles palestinos encarcelados por Israel”.

“Datos coherentes”

Eduardo Satué, presidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), explica mediante conversación telefónica desde España que lo que ha hecho The Lancet es estudiar distintos listados y ver si son coherentes entre sí. “Y por los datos que he visto, creo que son coherentes”. Satué señala que este método de “captura-recaptura” es el más fiable, dentro de la complejidad. “Es lo que tenemos, de momento no hay alternativas más precisas. Por supuesto, lo ideal sería acometerlo en periodos de paz, como se hizo en 2006 en la guerra de Irak, comparando cifras antes y después de la invasión. Incluso en periodos de paz ya vimos durante la pandemia lo complicado que resulta calibrar las estadísticas, por ejemplo diferenciar entre fallecer por Covid o con Covid. Pero en las condiciones actuales de Gaza esta sería la mejor forma de afinar”.

Satué, farmacéutico de profesión, no se muestra sorprendido de que el número de muertos sea mayor que los facilitados directamente por las autoridades sanitarias. “Los métodos tradicionales de recuento en periodo de conflicto se basan en los que proporcionan los militares sobre caídos en combate, los facilitados por los hospitales y morgues y los observados directamente. Y estos últimos solo pasan a las estadísticas oficiales si se sabe la identidad del fallecido, dónde y cómo ha muerto. Con lo cual, suelen infraestimar la cantidad de fallecidos”.

El presidente de SESPAS señala que aunque el estudio de The Lancet se centra en las muertes directas del conflicto, conviene recordar que “los fallecidos por consecuencias indirectas de la guerra son más numerosos que los caídos de forma violenta. Ya sea por desnutrición, contaminación de aguas, falta de atención sanitaria… Y en Gaza puede tener un impacto mayor que en otros conflictos por la densidad de población y porque aquello es una especie de prisión que dificulta mucho más la atención”.

El estudio de The Lancet asume que medir con precisión la mortalidad indirecta durante una guerra en curso presenta demasiados “desafíos y limitaciones”. Las limitaciones de acceso y las “condiciones sumamente inseguras para los trabajadores humanitarios y de la salud” lo hacen inviable.

Satué recuerda que su propia asociación ha publicado la tercera monografía de su serie Conflictos bélicos y su impacto en salud, sobre la forma en que estos conflictos afectan a los grupos vulnerables, como minorías, embarazadas y niños. El 59% de las defunciones en Gaza sobre las que se disponía de datos sobre edad y sexo, según The Lancet, se produjeron entre mujeres, niños y ancianos, grupos considerados especialmente vulnerables y con menos probabilidades de ser combatientes.

https://elpais.com/internacional/2025-01-09/un-estudio-aumenta-en-un-70-el-numero-de-muertes-en-gaza-respecto-a-las-contabilizadas-por-hamas.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.