Dr.C Juan Triana Cordoví
Las mipymes cubanas han devenido en termómetro de la “situación”, brújula de la reforma, sensor de la “apertura”, vehículo para la introducción de ideologías no afines a la Revolución y al socialismo, causantes principales de los problemas que Cuba enfrenta, razón principal de la desigualdad creciente de nuestra sociedad, factor decisivo en la posible dinámica de crecimiento de la economía, esperanza de apertura para algunos, preocupación ideológica para otros, objetivo de inteligencia y de contrainteligencia, prioridad y objetivo para diferentes instituciones.
Como casi siempre ocurre con todo lo que en Cuba acontece, los extremos están superpoblados, a veces alejados y otras veces tan cerca uno del otro que apenas se distinguen.
Lo que nunca habría imaginado es que, además, alguien les colgara el calificativo de “mito”. Y menos aún que un subcomité del Congreso de un país enfrascado en contiendas de escala global, le dedicara una audiencia a las mipymes cubanas en la que se les hizo un juicio político como agentes —y al parecer muy peligrosos— de la “dictadura de Castro”. Y, ¡vaya con los extremos! Por acá por la isla, hay quienes las consideran casi igual, pero al revés, como agentes de fuerzas externas.
Y mientras las mipymes en América Latina se debaten todos los días intentando llegar al día después y tratan por todos los medios de lograr espacios de visibilidad, las nuestras, las “made in Cuba”, están todos los días en los medios, en los de allá y en los de aquí, y son objeto de preocupación allá y aquí y hasta del “pataleo anticubano” de una congresista norteamericana de origen cubanoempeñada en “desmitificar” a esas mipymes. Según ella, seguramente construidas por el Gobierno cubano para engañar al Gobierno estadounidense y corroer su sistema. Se podría hasta hacer un thriller titulado The Cuban Pymes Menace. Y, por cierto, complacería a ambos extremos.
Pero recurramos una vez más a los datos. Las mipymes son parte de lo que llamamos “el sector no estatal de la economía”. Según la propia presentación del ministro de Economía de Cuba ante la Asamblea Nacional en diciembre de 2023, el sector no estatal agrupa:
9 652 mipymes [ya son más de 10 070]
5 138 cooperativas
106 empresas mixtas
596 000 trabajadores por cuenta propia
El Anuario Estadístico de Cuba del año 2022 contiene los siguientes datos para ese mismo año:
Total de ocupados ………………… 4 505 900
En el sector estatal……. …………. 2 896 200
En el sector no estatal…………… 1 609 700
De ellos:
Cooperativas agropecuarias………542 600
Privados……………………..………..….1 067 100
¡Vaya con el tamaño del “mito”!
Resulta que el mítico sector privado cubano ya en 2022, cuando aún las pymes no llegaban a 5 mil, empleaba el 35,7 % de todos los trabajadores. O sea, el “mito” tiene no solo peso, sino muchas personas caminando por las calles de La Habana y muchas familias dependiendo de él.
Vamos un poquito más adentro. Si atendemos a los datos ofrecidos por el mismo Ministerio en diciembre de 2023, tenemos que el sistema empresarial estatal emplea 1 336 000 personas. Volvamos a sacar cuentas.
Supongamos que el número de ocupados totales no ha variado de 2022 a 2023, resultaría que mientras en el sector empresarial estatal está empleando al 29,6 % de los empleados del país, el sector privado cubano emplea al 35,7 %. ¡Vaya con María Elvira y su “mito”!
Hoy el mismo Ministerio reconoce la existencia de 262 mil empleados en las mipymes y, de ellos, 183 mil son empleados nuevos. O sea, las mipymes, con apenas dos años de nacidas, en condiciones muy difíciles, enfrentando los prejuicios de un lado y del otro, las restricciones de un lado y del otro, han creado un cuarto de millón de puestos de trabajo, de los cuales el 69,8 % son nuevos empleos.
Son cubanos y cubanas que hoy tienen una forma honesta de ganarse la vida, lo cual podría ser considerado mítico, si tenemos en cuenta las condiciones en las cuales esas mipymes lo han hecho.
Para 2024, el Ministerio de Economía espera que otras 4 mil pymes se sumen al sector, a pesar de o gracias a las nuevas medidas para “ordenar el sector”, que incluyen algunas que francamente pueden desincentivar/desestimular/frenar/ las intenciones emprendedoras de algunos de crear su propio negocio.
Si esa cifra de nuevos negocios privados se alcanza y suponiendo que como promedio esas nuevas pymes empleen a 6 personas, tendremos 24 mil personas con un empleo y con remuneraciones que no dependerán del Estado cubano.
Las “míticas” mipymes cubanas, esas que los extremos miran mal, aportan hoy alrededor del 15 % del PIB, a pesar de que tienen que operar en condiciones especiales, con muy poco acceso a créditos de la banca nacional, menos acceso aún a créditos de la banca internacional, recurriendo a un mercado cambiario informal ante la inexistencia o mal funcionamiento del actual, y todavía hoy muy flacos incentivos que le permitan desarrollar sus actividades en un ambiente de negocios adecuado.
El “mito” importó más de mil millones de dólares en bienes en 2023, lo cual es el 10 % de las importaciones totales de bienes del país si tomamos como referencia el año 2022. Importaciones hechas con recursos propios, logradas con gestiones propias.
Hace más de una década, en un evento en Estados Unidos, una de las críticas a la apertura que Raúl Castro intentaba promover era que a los negocios privados no se les permitía hacer casi nada, que no podían importar, que no podían acceder a instalaciones, que no podían comprar carros y equipos adecuados para desarrollar sus actividades, que no podían tener negocios con empresas extranjeras, ni podían invertir en instalaciones del Estado o hacer negocios con ellas. Sorprendentemente hoy las pymes cubanas pueden hacer todo lo que aquella crítica demandaba.
Quizá por eso “desmitificar” a las pymes criollas haciendo gala de un “profundo conocimiento” sobre Cuba y recurriendo a argumentos tan novedosos como aquellos que identifican/acusan a las pymes de ser un instrumento del Gobierno comunista de La Habana, de pertenecer todas a familiares cercanos a Generales y dirigentes de la “cúpula”, de trabajar todas para el Minint y las FAR, se haya convertido en la nueva “tarea” desde la “otra orilla”.
De la misma forma que desacreditarlas, culparlas de todos los problemas que nuestro país enfrenta hoy, identificarlas como el Caballo de Troya del imperialismo estadounidense y magnificar sus errores se ha convertido en la “tarea” desde esta orilla. Otra vez los extremos se tocan.
Pero mientras de un lado y de otro compiten por el primer lugar en su intento de desacreditar a las mipymes, los emprendedores cubanos crean valor, aprovechan los espacios, intentan acomodarse a regulaciones que no les facilitan su actividad en un mercado sui generis.
Ellos contribuyen a que fábricas detenidas recuperen alguna de sus actividades, crean empleo y pagan salarios, generan oferta de productos y servicios, asumen riesgo adelantando su capital y sin comprometer el del Estado, se enlazan con los mercados internacionales buscando mejores ofertas y compiten en estos en condiciones de desventaja. Porque solo mencionar la palabra “Cuba” inhibe a muchos a concretar un negocio; porque las oficinas de cumplimiento de los bancos prefieren no tomar riesgo, gracias a las “medidas” de asfixia del Gobierno de Estados Unidos.
Ellos, “emprendedores míticos”, se enfrascan en echar adelante su proyecto personal en Cuba y así ayudan a que nuestro país mejore a pesar de que casi siempre puedan sentirse, con razón, como la croqueta del pan, apretados por ambas partes.
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Fuente: https://oncubanews.com/opinion/columnas/contrapesos/el-mito-de-las-mipymes-y-el-pan-con-croqueta/
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