Lo primero, como cubano, es dar las muy sentidas gracias a las amigas y amigos que desde muchas partes del mundo nos apoyan, nos inspiran a luchar contra el bloqueo.
Chomsky ha dicho que los que votan contra el bloqueo en la ONU debieran pasar de condenarlo a no tolerarlo. Y es cierto, porque el bloqueo jamás lo va a levantar ese gobierno y ese sistema imperial que está cada vez más en crisis.
Los que hemos sufrido durante más de seis décadas esta tortura somos los que con más razón no podemos admitirla. Resistir, aprender y ser consecuentes con el aprendizaje son formas de combatir este propósito neocolonial e incluso genocida, que fue como lo calificó Gabriel García Márquez.
Por eso todo lo que hagamos para librarnos de la influencia brutal y a veces sutil del bloqueo nos va a acercar siempre a la independencia de la que esta medida tan atroz pretende separarnos.
Yo creo que los cubanos podemos hacer mucho para no tolerar el bloqueo. Y por supuesto que no me refiero a rendirnos. Me refiero a perfeccionar nuestra sociedad para hacerla cada vez más justa, más inclusiva y democrática; me refiero a luchar por conseguir una sociedad sostenible, basada en la ciencia, nunca en el dogma, y profundamente humanista.
Por eso:
Abajo el bloqueo
Abajo todo lo que lo sostiene
Abajo el odio
y que viva Cuba libre y soberana.
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EL MÁS VIEJO
Por Manuel Vicent
Llegó un momento en que, en el avión, en el tren, en el metro y en el autobús, miraba alrededor y siempre era el pasajero más viejo. También en el restaurante y en el bar era el más viejo de los clientes, en el cine y en el teatro el más viejo de los espectadores, en los conciertos el más viejo de todo el público. Pensaba que la culpa la tenían los calendarios. Si el tiempo no estuviera dividido en años, la edad no existiría, puesto que nadie podría saber la fecha en que uno había nacido. A cada persona la definiría su aspecto exterior, su salud, el timbre de su voz, su carácter e inteligencia. En este caso, lo más importante en la vida sería venir bien de fábrica, como sucede con los coches, que se distinguen por su estabilidad, velocidad, resistencia y comodidad, según cada marca. Un día se dio cuenta de que si en cualquier parte siempre era el más viejo se debía a que todavía cogía el avión, el metro, el autobús, iba al bar, al cine, al teatro y a los conciertos, en lugar de quedarse en casa amarrado al sofá ingiriendo mierda por televisión. No soportaba que le dijeran que se conservaba muy bien o que había hecho un pacto con el diablo. Creía que a una edad ya no se cumplen años, sólo se cumple salud o enfermedad y que no había nada mejor para el riego sanguíneo que la cólera bien administrada, como demostró en cierta ocasión. Una noche este viejo se encontró con la reyerta entre dos jóvenes en la puerta de una discoteca. Era una de esas peleas que podía terminar con el arbitrio de la navaja. El viejo intervino para tratar de separarlos, pero uno de ellos no solo despreció su ayuda, sino que encima lo llamó puto abuelo. Lleno de ira, el viejo le pegó un rodillazo en la entrepierna y el joven cayó al suelo retorciéndose con las manos en los genitales. La desgracia de cumplir años la tienen los sumerios que inventaron el calendario hace 5.000 años.
https://elpais.com/opinion/2023-03-19/el-mas-viejo.html
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