A Haydée Santamaría
El más profundo mundo
en todo está de vuelta.
Las formas se adelantan,
destrozan la miseria.
Montañas van abajo,
las aguas se almacenan.
Ha amanecido el ser humano.
En la corriente
llueven las manos.
¡Qué niño luce un barco
en el océano!
Por otras partes llueven
los fuegos del infierno.
Giran, lloran y huyen:
escapan del momento.
Y aquí se está regando,
segundo por segundo,
una canción de todo el mundo.
En la corriente
llueven las manos.
¡Qué niño luce un barco
en el océano!
Y cuántos hijos no tendrán
sus mejores padres.
Cuántas escuelas
se llenan de su sangre.
En cuáles muros
cabrán sus destinos:
entre los muros
del patio más grande.
No tiene hojas la historia
para contarlo todo.
No hay negro en el espacio
más negro que este lodo
que va barriendo el tiempo
con sangre, hierro y viento.
El universo está despierto.
En la corriente
llueven las manos.
¡Qué niño luce un barco
en el océano!
(1968)
1 comentario:
De Eusebio Leal Spengler sobre Haydée Santamaría:
Haydée pudo ver que nada se debe quedar como nace, porque lo que no se transforma no existe; supo que es preciso distinguir entre el arte popular y el populero y se dio perfecta cuenta de que dentro de la cultura ella había podido ser un punto de equilibrio. Es la mujer que supo que el pueblo entiende la belleza más que nadie, porque ella misma llegó a luchar contra la tiranía por pura sensibilidad, por intuición de que el sacrificio es ascenso en la escala humana y de que es bello. Una lección es Haydée, una consciencia que marcó la ruta de para qué han de utilizarse siempre el poder moral y el poder político.
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