Los CDR y la Asamblea de Vecinos

Democracia directa

Por Fidel Vascós González

Mucho me alegré con el reinicio de la atención a las comunidades llamadas “barrios marginales”. Solo en La Habana se han censado 65. A su vez, es de felicitar la descentralización de la decisión final sobre estos temas a las asambleas municipales del Poder Popular. De esta forma el municipio se fortalece como principal instancia de gobierno. El positivo resultado de las acciones gubernamentales emprendidas ya se hace notar. Y no solo en aspectos materiales sino, quizás en lo mas importante, el reconocimiento de los ciudadanos que allí residen y el despertar de su conciencia de participación en los nuevos empeños. Desde hace tiempo no pocos académicos venían reclamando este esfuerzo. Lo que hace falta ahora es que no sean medidas coyunturales, sino que se mantengan con sistematicidad permanente. 

También es de felicitar la incorporación de los Comités de Defensa de la Revolución, como parte protagónica de la sociedad civil, en estos menesteres. La organización cederista suma a sus muchas e importantes misiones la de participar activamente en el desarrollo de esas comunidades. Pensando en el futuro y teniendo en cuenta la tendencia de la sociedad cubana hacia la instauración de la Democracia Directa como forma de gobierno socialista, no sería ocioso analizar la conveniencia y posibilidad de transformar las organizaciones de base de los CDR en Asambleas de Vecinos, integradas por todos los electores de la demarcación.

Dichas Asambleas se vincularían orgánica, oficial e institucionalmente a las asambleas municipales del Poder Popular y sus Consejos Populares. Se pudieran organizar en comunidades relativamente pequeñas, con vistas a que sus residentes participen directamente en el diseño, orden de prioridades, ejecución y control de los proyectos gubernamentales y de otro tipo que se formulen y ejecuten en el vecindario. 

La Asamblea de Vecinos estudiaría, debatiría, elaboraría propuestas y aprobaría diferentes aspectos de su propio interés para la vida cotidiana de la comunidad en materia de infraestructura, equipamientos, vivienda, salud, educación, seguridad ciudadana, agricultura, comercio, laboral y cultural, entre otras. Lo remarcablemente nuevo de estas Asambleas de Vecinos consistiría en su capacidad de decisión vinculante en los asuntos que trate. O sea, los propios vecinos reunidos en asamblea analizarían y aprobarían o no, mediante el voto mayoritario de los presentes, la ejecución de las acciones concebidas en beneficio de la población del lugar, y su decisión sería de obligatorio cumplimiento para el gobierno local y otras autoridades y entidades vinculadas. 

En la medida que los ciudadanos se involucren en las acciones que solo ellos mismos deciden, se elevará su conciencia cívica y comprobarán en la práctica el efectivo poder del pueblo, así como alcanzarán el pleno sentido de pertenencia en los asuntos que influyen en su comunidad. Este proceso de convertir a los CDR en Asambleas de Vecinos pudiera iniciarse en los lugares hoy identificados para priorizar su atención material y social. Según las experiencias que se vayan acumulando en ello, las Asambleas de Vecinos se extenderían al resto del país.