Por Juan M Ferran Oliva
En septiembre de 2021 el Decreto-Ley 46 autorizó la creación de pymes en Cuba. Con ello se legalizaron los trabajadores por cuenta propia conocidos con el esperpéntico calificativo de cuentapropistas. Constituían un conveniente complemento a la rígida estructura productiva estatal heredada. La medida forma parte del cambio de 180º experimentado por la economía en su actual renovación y, en particular, en su intento por superar la crisis sin par que padece[1].
Pyme es un acrónimo lexicalizado a partir del largo titulo de micro, pequeña y mediana empresa. Tiene características especiales y ha invadido el mundo económico. Predomina el comercio minorista y de servicios. En Europa y América suelen abarcar más del 70% del empresariado. La actividad industrial les queda grande debido a que, por lo general, requiere inversiones considerables.
En Mercosur, para micros, pequeñas y medianas empresas, el número de empleados suele moverse entre 10 y 250 y los capitales empleados no pasan, en el mejor de los casos, de los US$ 10 millones. En la Unión Europea los asalariados alcanzan un máximo de 50, en este caso con una facturación de hasta 50 millones de euros anuales.
La pequeñez de las pyme les veda la posibilidad del desarrollo e investigación y dependen de resultados externos y del empirismo. Su acceso a mercados internacionales es limitado. La financiación les resulta más difícil en comparación con las grandes empresas. Sus empleados suelen ser de baja calificación debido al propio carácter de los negocios acometidos. La acometividad es su gran ventaja.
Hasta enero del año en curso han sido aprobadas en Cuba unas 6.500. La mitad son pequeñas empresas y el resto micros y medianas por igual. Alrededor de un 48% radican en la capital. Al sumársele las 2.000 estatales se tiene que las ¾ del total de empresas del país corresponde a esta categoría.
El periodo especial iniciado a fines de 1990 intentó remediar lo irreparable. La tibia apertura surgida a su calor permitió la incorporación limitada de trabajadores por cuenta propia. Fue frenada en el entorno de 1994 con la retención de aprobaciones y la eliminación de algunas licencias existentes. En 2010 se recuperó la situación y en 2018 la ocupación generada por los particulares ascendía a 588.000 personas, el 13% de los puestos de trabajo.
Tres años más tarde el Estado aprobó las pyme. Les concedió ventajas relativamente estimulantes en el aspecto fiscal y en los términos de contratación. Tiene también su restricciones. Se exige que el empresario sea residente en Cuba y no posea más de una pyme. Sus exportaciones e importaciones están controladas por intermediarios estatales. Los límites al personal empleado son de hasta 100 como máximo y deben respetar los salarios legales establecidos. Su única forma de constitución es la de responsabilidad limitada (SRL)[2]. Aportan al presupuesto mediante impuestos. Además contribuyen a la seguridad social, tanto como las entidades estatales. El objeto social excluye a las referidas a la salud, energía, defensa, telecomunicaciones, prensa y otras áreas consideradas estratégicas.
A pesar de las limitaciones el resultado de las pyme es positivo y evidente en la generación de empleo, el incremento a la escuálida oferta a la población y el complemento a actividades de las empresas estatales, entre otros. Pero el éxito conspira contra ellas.
Su existencia no es apacible y cuentan con enemigos dentro de la cumbre del poder[3]. Les achacan que son demasiadas en comparación con las empresas estatales. También argumentan en su contra que el objeto social es demasiado amplio. Otro criterio negativo es que están desvinculadas de las necesidades de los territorios. Para colmo, les atribuyen el desvío de remesas que eran manipuladas por entidades estatales, e incluso se las vincula a la inflación.
Muchas pymes han llenado espacios de la economía estatal a pesar de que no forman parte del plan. Obstaculizar su desarrollo equivale a perder oportunidades y en nada contribuye a mejorar la proverbial ineficiencia estatal.
En ocasiones he formulado como probable la existencia de un debate entre conservadores y aperturistas en las altas esferas. La relevada discrepancia respecto a las pyme convierte dicha posibilidad en certidumbre.
Algunos piensan que la apertura puede conducir al capitalismo. Otros, por el contrario, la creen indispensable para salir del pantano económico que da alas a la plutocracia. El miedo histérico al capitalismo puede conducir a su regreso. Además, la población tiene limites de resistencia y no pocos piensan que 60 años de espera es demasiado tiempo.
Es cierto que las pyme y los trabajadores autónomos propician desigualdades sociales expresadas con el coeficiente de Gini. Este indicador es útil para denotar las diferencias en el ingreso en países capitalistas. Pierde sentido en aquellos Estados que ponen al ser humano como objetivo, en lugar de la ganancia. En tales casos la desigualdad social es un imperativo nacido del propósito de estimular la actividad económica y evitar el igualitarismo. El caso de China es ejemplo de ello. Hace ya 20 años se estimaba que unos 12 millones de chinos habían acumulado fortunas multimillonarias. Ello representaba algo menos del 1% de la población de la nación. En sentido contrario unos 300 millones de personas escapaban de la pobreza absoluta y la clase media crecía en unos 100 millones[4]. ¡Vale la pena!
Salvar la Patria, la Revolución y el Socialismo es la consigna imperante. Mi interpretación personal es que la primera consiste en salvar al país de la debacle que acarrearía un gobierno regresivo, procedente del exterior o afín, o de la irresponsabilidad de los protestantes del patio. La única alternativa es el actual equipo de gobierno pues no existe una oposición seria y organizada. La ha impedido el propio Partido.
Según pienso, la Revolución terminó inconclusa en 1968, con la Ofensiva Revolucionaria. Soslayó la concreción de una economía eficiente como requerían los avances sociales generadores de gastos. Todo quedó en poder del Estado en la falsa creencia de que el socialismo equivalía a la estatalización. Le siguió la evolución de un modelo fallido que se pretendió como genuino socialismo. Hoy persiguen esa condición numerosos Estados. Muchos de ellos hubieran calificado de revisionistas o algo peor en la época en que imperaba el dogmatismo estalinista. Buscan el socialismo por distintas vías y hacen camino al andar.
Humberto Pérez, quien fuera presidente de la Junta Central de Planificación[5] entre 1976 y 1986, ha formulado recientemente una propuesta interesante. Se basa en la evidente disponibilidad de divisas de muchos cubanos, o la que pueden lograr a través de sus parientes emigrados. Plantea canalizar a través de un mercado privado la oferta de bienes y servicios a la población, es decir, mediante pymes.
Existen formas de comercialización modernas que constituyen técnicas de venta. Su desarrollo en países capitalistas no obedece a ideologías políticas sino a artes comerciales. Pueden citarse las cadenas de mercados, las ventas por catálogo o por internet, y otras.
De lograrse este propósito mermaría la inflación y mejorarían las tasas de cambio informales. Adicionalmente, los poseedores de divisas o de altos ingresos, que no son pocos, disfrutarían de una calidad de vida superior.
Humberto argumenta que la situación actual requiere audacia. Se refiere al desaparecido Esteban Morales, quien dijera (sic)
…le estamos huyendo tanto al capitalismo que nos va a sorprender y vamos a caer en sus brazos asando maíz
[1] Desde 2019 hasta la actualidad se conjugan dificultades conducentes a una impar crisis económica. El recrudecido bloqueo limita las posibilidades de crédito externo, incrementa costos y precios, obstaculiza la contratación y restringe el comercio en general. La pandemia llegó a Cuba y además de la ineludible atención interna que requirió, afectó al turismo internacional fuente principal de divisas. El reflejo de la guerra de Ucrania ha desatado los precios y la inflación galopante que recorre el planeta llegó a Cuba. Asimismo ha afectado al importante turismo ruso. En 2021 se implementó un plan económico a partir de la unificación monetaria, indispensable, pero según algunos inoportuna. La tasa aplicada en principio para la población fue de 24 pesos por cada divisa (MLC). En meses recientes se asumió una tasa de 120 pesos. El resultado, hasta ahora, ha sido el aumento a alrededor de 180 pesos por dólar en el mercado informal. En la esfera productiva se revaluó el peso, lo que incrementó los costos internos de producción y, consiguientemente, los precios. La deuda externa es objeto de indeclinables renegociaciones que la incrementan. A tal cúmulo de desgracias cabe añadir la perpetuada asimetría del mercado minorista desde hace medio siglo; la demanda de la población se enfrenta a una escuálida oferta que no la satisface. En principio se argumentó la necesidad de favorecer la acumulación, pero actualmente se origina en la falta de divisas. Comoquiera, el gran perjudicado es el estimula material.
[2] Una sociedad de responsabilidad limitada (SRL) es aquella en la el patrimonio personal no se afecta con las deudas que puedan producirse. La sociedad anónima (SA) es aquella cuyos titulares participan en base a su aporte de capital, lo que, a su vez, determina su proporción en las utilidades. Suele establecerse a través de acciones. Los accionistas no responden con su patrimonio personal a las deudas de la socieda
[3] Triana Cordovi, Dr.Juan. Pymes en Cuba: dentro del fuero amigo. Circulado por Internet en feb. 22 de 2023
[4] Vázquez Díaz, Julio A. China ¿otro socialismo? (LX aniversario). Editorial de Ciencias Sociales. La Hababa 2010. Pág. 100.
[5] actual Ministerio de Economía
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MIS SENTIMIENTOS EN ESTA PASCUA CRISTIANA 2023
Por Félix Sautié Mederos
En mi criterio muy personal, en la vida que disfrutamos no todo es material. El componente del espíritu tiene una importancia esencial que intrínsecamente forma parte muy importante de la naturaleza y de la vida. Es por eso que existen los conceptos de la Historia, las ideas y la espiritualidad humana. Son la base del pensamiento abstracto que hemos desarrollado por encima de las cavernas, aunque todavía algunos actúan con instintos cavernarios, egoístas y únicos más allá de toda la humanidad que hemos alcanzado y que nos diferencia esencialmente de las otras especies de la naturaleza. En este sentido desde el punto de vista del Marxismo, concuerdo en que son las condiciones materiales de vida las que determinan la conciencia social; pero considero que hay una interrelación básica en la que la conciencia social actúa sobre las condiciones materiales de vida.
En la Cuba de hoy tenemos que la Revolución Triunfante de Fidel en 1959, ha marcado una etapa en que la conciencia social se ha revelado sobre la condiciones materiales de vida determinadas por la subordinación al Imperio del Norte Revuelto y Brutal que nos desprecia; y eso ha tenido un alto precio que pagar, porque ese Norte Revuelto y Brutal que nos desprecia, a partir del poder que detenta aunque esté en decadencia nos ha condenado con el Bloqueo criminal y genocida que está entorpeciendo sensiblemente nuestra vida y nuestras ansias de desarrollo material.
Así las cosas, nos encontramos en un momento de inflexión determinante en el que continuar luchando, aunque el tiempo de lucha se prolongue antes de lograr la victoria, es la alternativa única que tenemos en mi criterio, en el paso del tiempo, que marca la Pascua cristiana del 2023. A la que me regocijo haber llegado con vida en mis 84 años; pero también pienso, que quizás transitamos por un momento decisivo único para la vida y la paz en un mundo amenazado por las guerras, las desidias y los odios de quienes pretenden imponer su interés por encima de los demás. Considero que tenemos decisivamente que enfrentarlos a favor de la vida y de justicia social para todos, como la alternativa esencial que tenemos en este tiempo de esta Pascua de Resurrección del 2023.
Me uno al Papa Francisco en sus declaraciones a favor de la Paz en el mundo, porque considero que estamos en una oportunidad única para no continuar destruyendo al planeta en que vivimos.
En estas condiciones, me felicito y felicito a todos los seres humanos en esta Pascua Cristiana de Resurrección 2023. Así lo pienso y así lo expreso con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.
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