Conocí a Alí Primera (hombre de un aura incandescente) en febrero de 1972, en Berlín. Augusto Blanca, Eduardo Ramos y yo estábamos descubriendo la nieve gracias al Festival de la Canción Política que la Juventud Libre Alemana hacía en aquellas fechas. Alí era militante del Partido Comunista Venezolano y, según nos dijo, estaba en la RDA cursando una suerte de escuela política. Por aquellos días, liberado de estudios, participaba del Festival como el fogoso cantor que era. Verlo subirse al escenario, con guitarra o con cuatro, era una estremecedora experiencia de lucha. Ni antes ni después he conocido a un cantor de barricadas que merezca más el calificativo.
Discutíamos mucho. Él, acaso estimulado por sus estudios recientes y en consonancia con su conciencia clasista, era un guerrero en cuerpo y alma, y desconfiaba de lenguajes demasiado elaborados para su gusto. Había que hacer canciones con letras directas, que llegaran al corazón de un pueblo en ocasiones analfabeto. Ahí saltaba yo a preguntar qué podíamos hacernos los que teníamos a un pueblo alfabetizado y aspirando a la enseñanza media.
Apasionadas discusiones sobre el papel de la canción, sobre qué era lo correcto y por lo tanto sobre qué nos hacía más dignos de llamarnos cantores del pueblo.
El portugués Luis Cilia, músico exquisito, se rascaba la barba y arqueaba las cejas. Los que no entendían español ponían caras de qué se le va a hacer con estos latinoamericanos.
Pero siempre hubo afecto entre aquel cantor guerrero y yo. Incluso en aquel primer encuentro, donde constatamos que se podía coincidir en unas cosas y en otras no. En definitiva veníamos de países parecidos, pero también distintos; teníamos principios y prácticas semejantes, pero también diferenciadas.
Alí Primera defendía la sustancia de su poética; palabras y lenguaje que le enseñó su vida, su incansable batalla. Por eso no me extrañó escuchar después sus delicadas canciones de amor, como esta memorable que les traigo hoy, día en que Alí hubiera cumplido 80 años, como nos recordó Benito ayer.
Me la estoy aprendiendo:
Bienvenida a mi alma,
bienvenida a mi costa;
bendita sea tu sed
que te trajo hasta mí,
después de la tormenta.
Viento Sur de mi vida
que, si llegaste herida,
te curé en mi remanso.
Blanquísima gaviota,
quiero ser agua clara
para tu sed oceánica.
Cuando sanen tus alas
aumentará mi miedo
que al conjuro del viento
y añorando tu vuelo
partas a medianoche.
No voy a detenerte.
Sólo quiero rogarte
que esperes la alborada,
para verte más blanca,
blanquísima gaviota,
novia del mar y el cielo.
Mis ojos llenaré
con el cálido azul,
cuando tú te hayas ido.
Y aunque no vuelvas nunca
sé que te esperaré,
blanquísima gaviota.
Con agua dulce, gaviota,
con agua dulce.
Te esperaré, gaviota,
con agua dulce.
206 comentarios:
«El más antiguo ‹Más antiguo 201 – 206 de 206Bueno, a mí por ejemplo, me gusta más la música cubana en todas sus expresiones que el jazz o el soul, por ejemplo. ¿Algún problema con eso? No me imagino a Dizzy Gillespie yéndome arriba por eso ni sintiendo la vergüenza que yo ni por asomo tengo. No vendo sayos pero...
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José Rafael:
Mi temita cultural ofrece disculpas.
Es un honor no estar en tu lista. Es recíproco el afecto.
La anécdota del mensaje a FG con García Márquez se la escuché a Eusebio, tan Leal como honesto.
Orestes H
💙
Giordán: (19.59)
Te entiendo. Tengo la misma experiencia.
Orestes H
Saludos a Silvio, a la comunidad de Segundaciteros y por supuesto, a mi amada Tropa Cósmica. Aquí envío un video que he realizado con cariño (por cierto, aparece nuestro Aprendiz) con un resumen biográfico de Alí Primera.
Espero que lo disfruten.
https://www.youtube.com/watch?v=6LXCFNRX3Qg
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