Por la Dra Marlene Vázquez Pérez
Repasar la trayectoria de un gran hombre a un siglo de su paso por el reino de este mundo, nos conduce inevitablemente a precisar fechas, hitos, encuentros, con el ánimo de perpetuar en el jubileo a que el onomástico convoca, sus aportes señeros, hechos en función de sus contemporáneos, pero que generalmente sobreviven al autor. Y si, como reza el aserto bíblico, “por sus obras los conoceréis,” en el caso de Cintio Vitier, debo decir que mi primera comprensión de su existencia y de su valía intelectual, más allá de alguna noticia en medios de comunicación, fue uno de sus libros. Ese volumen tuvo para mí la cualidad de un descubrimiento, y como tal me deslumbró siendo estudiante, y me cautivó hasta hoy. Me refiero a Lo cubano en la poesía (1958), un libro excepcional, porque aúna en sus páginas la sabiduría del exégeta avezado, el afán pedagógico del profesor, el acendrado amor a Cuba de un patriota genuino y el verbo de un poeta original.
Y no exagero si digo que significó un antes y un después en mi vida intelectual, porque luego de su lectura y de tenerlo como bibliografía en las clases de Poesía cubana, que con pasión y sensibilidad sin par nos impartiera la profesora Carmen Sotolongo, mi manera de ver la creación poética y la cubanía cambiaron para siempre.
Este libro me enseñó a admirar y a compadecer a Casal y a Juana Borrero, esos amantes jóvenes, geniales y angustiados por su pasión humana y su devoción hacia la Poesía. Me reveló también, por supuesto, a toda la pléyade de románticos atormentados, sangrantes de amor a su Isla, como Heredia, Milanés, Plácido, Zenea, que sufrieron en carne propia el dolor de la locura, o del destierro sin esperanzas, o del rigor del calabozo, la muerte injusta, y las balas rasgando las entrañas. Y también cómo no, a disfrutar y sufrir hasta las lágrimas de la poesía nacida de esas ansias de libertad y redención, del sollozo desesperado ante la cercanía de la ejecución, como la “Plegaria a Dios”, de Plácido, que convencen al lector más imperturbable y escéptico de la inocencia del poeta matancero. Esa vivencia, de la mano de Cintio, tiene un doble significado, porque no solo se padece con el trágico final del bardo, sino que se acentúa con el decir piadoso y estremecido del cristiano.
Este libro hermoso, fuerte, útil, tiene la particularidad de estar estructurado no en capítulos, sino en lecciones, porque el profesor, con su amor a la sabiduría, con su afán de “contribuir a la educación de los demás”, como buen martiano, pensó este tema para un curso que dictó en el Lyceum de La Habana. Fue tal su impacto, y la excelencia de sus textos, que sin grandes transformaciones se convirtió en libro, y salió de las prensas de la Universidad Central Martha Abreu de las Villas en 1958, según el propio autor, gracias a las gestiones de Samuel Feijoo. Y como aconseja el autor en su presentación, debe ser leído como un poema, un inmenso poema que se inspira y ahonda en las esencias de la cubanía.
Bajo el título de Crítica cubana,[1] apareció otro volumen trascendental de Cintio Vitier. Es uno de los frutos perdurables de sus años en la Biblioteca nacional “José Martí”. Me marcó poderosamente la erudición sin pedantería que campea en sus páginas, la prosa exquisita, el rigor metodológico del investigador acucioso, que prueba sus afirmaciones, pero que goza igual con el hallazgo a veces intuitivo que proporciona la poesía. Se trata de un volumen imprescindible para entender el pensamiento cubano de la etapa colonial, especialmente la crítica literaria y estética del siglo XIX. Gracias a esas inquisiciones un autor como Tristán de Jesús Medina, por ejemplo, sale del anonimato y se revela al público lector.
Adentrarme en Temas martianos a profundidad, fue otra de las experiencias que agradeceré siempre a Cintio y a Fina. Porque en estos tomos indispensables en cualquier biblioteca de literatura cubana emerge una exégesis de la vida y la obra de José Martí de altísimos quilates, en la que el poeta, el pensador, el político, el hombre total, aparece sin deslindes forzados, en toda su coherencia y unicidad. Se convirtieron de inmediato, desde hace más de dos décadas en referencia obligada y en textos de consulta frecuente, sin los cuales no serían posibles mis empeños personales en el ámbito de los estudios martianos.
En junio de 1995, en el Convento de Santa Clara, tuvo lugar el Primer Congreso Internacional Cultura y Desarrollo, organizado por el Ministerio de Cultura. Formaba yo parte de una mesa martiana, que moderaba Pedro Pablo Rodríguez, y en la que participaban, además, Caridad Atencio, y otra compañera cuyo nombre no consigo recordar. En esa ocasión tuve el privilegio de conocer personalmente a Cintio y a Fina, que desde el público, con su interés y humildad, acompañaron nuestras exposiciones y nos reconfortaron con sus consejos y comentarios elogiosos, de manera que la timidez y el nerviosismo inicial de las entonces jóvenes ponentes desaparecieron de inmediato ante la modestia y bondad de ambos.
No podía suponer en aquel momento que un lustro después ese privilegio se convertiría en algo cotidiano, porque vendría a trabajar al Centro de Estudios Martianos. En abril del 2000 tuve mi primer encuentro con Cintio, ya en el CEM, cuando él compartía con el colectivo de trabajadores sus reflexiones sobre José Martí, en respuesta al pensador japonés Daisaku Ikeda, las cuales se convertirían luego en libro.[2] Así, durante casi una década, tuve múltiples oportunidades de saludarlo, de conversar con él, de pedirle consejo, de darle a leer algún artículo. Tenerlo sentado en primera fila, como era habitual en él, cuando se llevaba a cabo algún evento en el que me tocara intervenir, era un reto muy alto, porque el ser humano siempre quiere mejorarse a sí mismo, y se tiende a imitar, (no a emular), a aquellos que admiramos. Pero era un reto agradable, tranquilizador, porque de él o de Fina jamás saldría una palabra dura, o un gesto desdeñoso por muy joven o inexperto que fuera el autor. Al contrario, la mirada atenta, el asentimiento cómplice, la sugerencia oportuna, siempre me dieron bríos para seguir, y los nervios iniciales terminaban siendo seguridad y calma.
Otro libro de Cintio que me ha marcado profundamente, y al que acudo con muchísima frecuencia es Vida y obra del Apóstol José Martí. Es un itinerario biográfico, sin duda alguna, que se aparta de los cánones del género, pues según afirma el autor, y puede verificar el lector, el énfasis fundamental está en la obra, es decir, “en los rendimientos perdurables de una vida entregada por entero a la liberación de la patria, a la realización histórica de Latinoamérica y a la causa universal del mejoramiento humano.”[3]
Es casi obvio decir que la “comunión poética”, en el sentido en que la entiende Cintio, se da sobradamente entre él y Fina, por encima del amor mutuo. En el caso de este libro es particularmente profunda. Quién haya leído ese precioso texto de Fina titulado “Un domingo de mucha luz”,[4] se percata de la relación fluida, como de vasos comunicantes, entre ambas obras. Y también, sin duda alguna, se transparentan inquietudes y puntos de vista de ella, expuestos en ese otro libro imprescindible, El amor como energía revolucionaria en José Martí, que debieron compartir en los años en que ambos se entregaban sin reservas al estudio del legado martiano y a la escritura de sus obras respectivas y comunes. Por eso Cintio, con la admiración que le profesaba, y con su sentido de la justicia, señala en la nota de presentación, la presencia de modo “tácito o explícito,”[5] de Fina en esta obra.
Entre los muchos aportes a la exégesis martiana que hace Cintio en Vida y obra del Apóstol José Martí está el modo tan especial en que entiende el proceso de gestación de su antimperialismo. Subraya el peso de la vivencia directa en el proceso cognoscitivo y de conceptualización de ese ideario político, de manera que en su opinión
[…] suele concedérsele mayor o exclusiva atención a su análisis de los factores objetivos de la realidad norteamericana de la que fue testigo y cronista. Pero en sus cartas a Mercado está el reverso íntimo de un antimperialismo que no fue únicamente, como pudo serlo en el análisis leninista, el resultado teórico de un clarividente examen de los hechos. Ese reverso íntimo fue el de un sufrimiento personal en carne viva, y el sufrimiento fue para Martí, en todo tiempo y lugar, la más profunda vía de conocimiento.[6]
Este volumen tiene también la particularidad de no presentarse como una pieza acabada, en la que el lector debe caer rendido de devoción hacia el Apóstol. Al mismo tiempo, más que entender la propuesta emancipadora de Martí hacia la Patria en su totalidad únicamente, advierte que estamos en presencia de una propuesta que atañe a “una revolución íntegra del ser que, girando sobre el eje del sacrificio y la justicia, conduzca a la historia hacia la cabal integración de los derechos y potestades del hombre, y a cada hombre hacia el enfrentamiento del sentido último de su vida y de su muerte. Ante esa proposición, que reviste los caracteres de un desafío, cada uno de nosotros, según sus luces y su conciencia, tiene la palabra.”[7]
Por eso era tan dado a estimular el quehacer de sus colegas, independientemente de la edad o la mayor o menor valía de la obra de cada uno. Cuando empezó a editarse la colección de sus Obras, Cintio fue llamando poco a poco a los investigadores del CEM a su oficina, y nos regaló ejemplares de sus libros. De esa época guardo con mucho celo una dedicatoria suya, luego de un rato de charla, en el tomo dedicado a sus Temas martianos:[8] “Para Marlén [sic] Vázquez, agradeciendo siempre sus estudios martianos. Cintio Vitier. Abril 2006.”
¿Y qué tenía él que agradecerme a mí, que en aquel entonces era poco más que una aprendiz? Por supuesto que nada. Todavía hoy escucho su risa franca, al observar mi rubor y vergüenza. Y es que Cintio era un sabio, consciente de su valía, pero humilde en su grandeza, como los espíritus verdaderamente superiores. Era un humanista, en todas las acepciones que puede tener esa palabra. Por eso resultaba tan cercano, tan entrañable, independientemente de su condición de Presidente de honor del Centro de Estudios Martianos, de diputado a la Asamblea Nacional, de su Premio Internacional Juan Rulfo, de que el Estado cubano lo hubiese honrado con su más alta distinción, la Orden José Martí. . Por eso, también, es recordado con alegría y devoción en este aniversario, como orgullo de Cuba, porque es, sin duda alguna, uno de sus mejores hijos.
[1] Cintio Vitier. Crítica cubana, La Habana, Letras cubanas, 1988.
[2] Daisaku Ikeda y Cintio Vitier: Diálogos sobre José Martí, el Apóstol de Cuba, Centro de Estudios Martianos, La Habana, 2001.
[3] Cintio Vitier. Vida y obra del Apóstol José Martí. Centro de Estudios Martianos, La Habana, Cuba, 2006, p. .
[4] Véase Fina García Marruz. Temas martianos, tercera serie. Centro de Estudios martianos- Artex, 1995., P. 11-37.
[5] Cintio Vitier. Vida y obra del Apóstol José Martí. Centro de Estudios Martianos, La Habana, Cuba, 2006, p. 7.
[6] Cintio Vitier, ibídem, p. 262.
[7] Ibidem, p. 23.
[8] Cintio Vitier. Temas martianos,Letras Cubanas, La Habana, 2005.
213 comentarios:
«El más antiguo ‹Más antiguo 201 – 213 de 213Benito ¿Giordan o yo? Me perdiste con lo excursión y Pinilla. Pero donde sea que haya líquido mareable ahí estoy!!! 🤣🤣🤣
Emilia querida,
Antes que Quino lo dijo Antonio Machado en Juan de Mairena: “La libertad no consiste en poder decir lo que se piensa, sino en poder pensar lo que se dice"
A esta casa azul de Silvio, he traído este pensamiento, que me parece fundamental, varias veces, por distintos motivos.
Esto que digo no desmerece la genialidad de Quino sino al contrario porque, mutatis mutandis (cambiando lo que hay que hay que cambiar), son dos genios que tuvieron pensamientos parecidos, vibraron al unísono, sintonizaron, confluyeron como manantiales alegres, fecundadores.
Danilo x aquí
Benito : Mis respetos hacia usted. A ver, yo tampoco pudiera asegurar 100% eso que dije, sólo especuló ( ñooo,'ta fea la palabra ), mirando a mi alrededor.
Mire, aquí en Centro Habana, si usted se para en la puerta de la casa a las cinco de la mañana, verá como salen los minoristas ( revendedores ) de casi todos los lugares, sobre todo,los más "vulnerables". Ellos ya están prácticamente sincronizados y saben cómo dirigir las fuerzas hacia donde vayan a sacar lo más solicitado. Al caer la tarde, o desde el mediodía, ya empiezan a aparecer en innumerables entradas de casas semidestruidas o entradas de solares. Son mesas o sillas, o simplemente una plancha de bagazo descansando en dos bancos. Ahí encuentra todo lo que necesita. Y nadie se mete en nada. ¿ Acaso eso no lo saben las autoridades pertinentes ?
Pero ayer,por motivos laborales,estuve visitando cierta localidad capitalina, y encontré espacios en portales,ya preparados para ejercer la actividad. Anaqueles bien montados, productos con los precios pegados,carteles con nombres de los comercios. En fin, que si en una silla usted pudiera argumentar que no está vendiendo, alguien quizá , pa' tirarle un "salve" se lo puede dejar pasar, pero un estante ,o varios,llenos de galletas,jugos, caramelos,confitura,cajas de leche,compotas,y todo con precios puestos,y en calles principales, ahí no hay argumento posible de evasión. No, ahí usted está vendiendo, y todos son productos importados,sacados de las tiendas en MLC.
Y realmente si nos ponemos a pensar, es conveniente, al gobierno ,digo, dejar a todo ese, como dijera " Mariconchi " elemennnto, que se defienda revendiendo, y no se dediquen a soliviantar los ánimos. Porque mientras una persona esté haciendo algo no legalizado, aunque permitido, usted siempre lo podrá controlar. Pero al que no tenga nada que perder ¿ Quién lo aguanta ?
Orestes H,
supongo que ya sabes, pero tal vez varios no lo sepan.
Quino se inspiró para su personaje de Felipe en su amigo Jorge Timossi, periodista argentino fundador de Prensa Latina.
Y es re simpático que Timossi dijo que le había llegado la primera tira estando él en Argelia, y que viéndola pensó que había algo familiar, jajaja
Quino era una maravilla.
Miguelito y Mafalda y el respeto, jajaja
A las 11:45 quise decir: "hay que considerar que la Revolución tiene que defenderse."
A las 11:52 el destinatario es Giordan. No sé porqué puse Sender.
Y créanme que los yerros no se deben a que esté tomando alguna espirituosa bebida.
Benito 12:54 En la zafra del 73 , en el SMO, EJT, nos pagaban por la caña cortada, pero nos descontaban, la comida, el machete y la lima.
Él primer mes de zafra quede debiendo 11 pesos, en el último gane 89. Para la epoca un buen salario. Ni a palos se me olvida.
Ademas casi toda la caña era para normas tecnicas, verde y en trozos pues era para grua, en la zona habia un solo "centro de acopio".
Mi justificación es q, según el chequeo médico de reclutamiento media 1.53 y pesaba 106 libras. También el combustible estaba malito: arroz, chicharro y Lunchon Holandés, del grande redondo o del chiquito cuadrado con llavesita para abrirlo. La lata del grande la picabamos y era la mejor de las bandejas: lo echábamos todo junto adentro, algunos hasta el dulce. Después exprimiamos una caña y era pan con guarapo.
El desayuno era con "leche de gallo" , así le decíamos a una especie de "ceralac" soviético q venía en cajitas de cartón.
Por algo la población nos decía "camellos".
Mejore "mucho" cuando me encontré una mocha gastada y un jefe de lote Haitiano me dio algunos consejos "no hales la caña, no te fajes con ella, ni con los bejucos"
Exquisita la experiencia cortar caña quema por la mañana cuando se te llena el cuerpo de melaza y rocío o por la tarde con sudor. La ropa q lavaba una vez por semana, quedaba parada en "Atención" a la orilla de la litera cada noche.
Cuando digo y repito, que amo esta Cita, de veras no es matraca mía.
Gracias a Giordan y a Carmina por las aclaraciones sobre los origenes de la frase. Por cierto, atribuirsela a Quino fue porque lo lei en algún sitio en los dias de su fallecimiento y se me quedó, no porque se lo haya escuchado decir.
Pero les confiezo que me atrapó no solo por la sabiduría que encierra, sino por asociación y ahora les explico por qué.
Resulta que mi padre, que no recibió mucha instrucción, formalmente en escuelas, pero que ostentaba una intelifencia natural admirable, me dijo en una ocasión: "Uno tiene dos ojos, dos oidos y una sola boca - hay mucho mas que ver y oir que decir. No hables tanto".
Entenderán ahora por qué hice la asociación.
No me canso de aprender cosas en esta casa azul.
Buenas noches.
Silvio,podrías darnos un ejemplo de una cancion pata la cual hayas tenido que escribir una nueva letra porque sentías que la primera letra no era para esa música?
Alina 9.43, coincido contigo, no creo estemos equivocados.
Benito, donde hiciste la zafra 70? A mi me toco Camaguey desde el 4 de enero hasta finales de mayo, Central !ero de enero, me toco brigada roja también, pero no vietnamitas.
Sobre la"marcha del 20" no me molestaría si fuese algo genuino, pero desgraciadamente la información y manipulación que se emite "de enfrente" incluyendo personajes políticos claves no dan espacio a creer en algo auténtico e independiente, con las mejores intenciones para el Pueblo cubano.
Buenas noches.
He escuchado en la entrevista de rtve que en alguna ocasión has tenido la música para una cancion y al escribír la letra ves que no es la adecuada y le buscas nuevas palabras.
He sentido curiosidad y he decidido preguntarte si pudieses poner algún ejemplo.Si no, no pasa nada.
Gracias.
Ángela, El Mayor la escribí varias veces; entregué esa versión porque se me agotó el tiempo.
Unicornio la abandoné por imposible. Pero unos meses después llegué de la calle y la escribí de arriba abajo. Así hay otras
✧ Muchas gracias, me hace muy feliz que les haya gustado la animacioncita ~ Abra-sones abejun@s :)
Buenos días.
A mi me gusta como quedó El Mayor.
No pregunto más,aunque me quedo con las ganas.
Gracias.
Antílope, es posible ponerle música?
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