martes, 1 de junio de 2021

Luvuey

Por René Rodríguez Rivera


Junto a este río estuvimos varios días esperando a que se terminara de reparar el puente, pues las tropas podían ya cruzarlo pero no los vehículos. Una compañía mixta (cubanos y angolanos) avanzó varios kilómetros por la carretera y estableció una línea de defensa. En esos días sufrí una especie de depresión que me mantenía sin deseos de hacer nada. En la guerra uno tiene que estar activo porque la inacción te deprime.

 

Al fin una mañana dieron la orden de formar columna y avanzar. Cruzamos el puente reparado y nos unimos a las tropas que habían avanzado días antes. Al atardecer llegamos a un caserío de portugueses, con su respectiva sensala aledaña, al que entramos sin resistencia enemiga pues ya se habían retirado. Tenía por nombre Luvuey. 

 

Dieron la orden de no tocar nada hasta que los zapadores hicieran su trabajo, por que el enemigo a veces dejaba objetos preparados con minas que llamaban “cazabobos”. Ya en la noche nos ordenaron situar el Puesto Médico en una casa con varias habitaciones. Nos arreglamos como pudimos para pasar la noche y organizarnos mejor en la mañana.

 

Las tropas habían continuado camino por aquella carretera, que ya se nos hacía interminable, hasta otro río con el mismo nombre que el pueblo y con su respectivo puente semidestruído. Nos dedicamos a recorrer el caserío y la aldea. Ya sus habitantes comenzaban a regresar, pues habían escapado al monte al llegar la UNITA. Aquella noche no nos pusimos de acuerdo para la guardia; creo que todos estábamos abúlicos y nos comenzaba a invadir ese síndrome peligroso en que se comienza a perder la percepcion del peligro. Nos acomodamos para dormir y, aunque estuve largo tiempo despierto en mi catre, después lo hice como un bendito.

 

Nos levantamos temprano y a media mañana llegó Armenteros, el joven Político de mi Compañía. Armenteros padecía de un síndrome diarréico para el cual le impusimos tratamiento. Nos contó que habían evacuado al Comandante Colás para Luena y que de ahí lo enviarían a Luanda, porque se encontraba enfermo. Colás padecía de filaria, la cual había adquirido en la guerrilla de Guinea Bissau, años antes. Esta enfermedad se adquiere por un parásito, en aguas estancadas. Nosotros tratábamos siempre de bañarnos en ríos con buena corriente, de ahí que “voláramos muchos turnos”. Armenteros nos dijo que en el río había retraso en la reconstruccion del puente, porque el enemigo disparaba esporádicamente desde la orilla opuesta.

 

Al llegar la siguiente noche todos nos comenzamos a preparar para acostarnos a dormir. Armenteros, cuando observó que no haríamos guardia, nos dijo: “Uds. estan locos, ¿como no van a hacer guardia? La UNITA ha dejado grupos en todos estos montes y tranquilamente los sorprenden durmiendo y los matan a todos”. Le dijimos que en el caserío había un pelotón, pero no lo convencimos y dijo: “Yo permaneceré despierto”. Decidimos hacer la guardia y me tocó, felizmente, la primera.

 

En la mañana se marchó Armenteros, el cual ya se había recuperado. Serían aproximadamente las 2pm. cuando llegó un Oficial en un Jeep y nos trajo una nota del Comandante Valle. La misiva decía, mas o menos, que había varios enfermos y que fuéramos a verlos para decidir si había que evacuar a alguno. Llamamos a Banquete, tomamos una caja con medicamentos y nos montamos en la ambulancia, Robert y yo.

 

El río se encontraba a unos cinco kilómetros; el viaje fue rápido. Nos detuvimos ante el primer emplazamiento que vimos a orilla de la carretera, que eran los BM-21 (lanzacohetes múltiples). Decidimos dejar la ambulancia con su chofer, debajo de unos árboles, y comenzamos a caminar por la carretera hacia el río. Habríamos avanzado unos 100 metros cuando vimos a la derecha una línea de trincheras que llegaba hasta la carretera. Alguien gritó “¡Médico!” y nos dirigimos hacia allí.

 

Saltamos dentro de la trinchera y le preguntamos a uno de los combatientes cubanos que dónde estaba el Comandante Valle. El hombre nos dijo que no sabía y en ese intercambio estábamos cuando se aproximó por la trinchera un Mayor que había sustituído a Colás y, sin presentarse siquiera, nos espetó: “Coño, Uds. vienen exhibiéndose por la carretera, después se van, el enemigo nos localiza y dejan malo esto. Ellos están en la otra orilla y ven todos los movimientos aquí”.

 

Robert hizo un gesto de disgusto e iba a decir algo, pero yo intervine y dije: “Tal vez es cierto lo que Ud. dice, pero aquí nadie está seguro, ni aquí ni allá”. El intercambio se detuvo porque llegaron algunos enfermos. Atendimos a varios compañeros y decidimos trasladar al Puesto Médico a tres enfermos con diarrea y a otro con malaria.

 

Montamos en la ambulancia y Robert le dijo al chofer que él iba a manejar; el chofer montó detrás, con los enfermos, y yo me senté delante. No nos despedimos del Mayor y comenté con Robert: “Se ve que acaba de llegar”.


Iniciamos el viaje de regreso y, cuando nos faltaban unos 500 metros para llegar al caserío, nos cruzamos con un camión que llevaba suministros a las tropas. Los que iban en él nos saludaron. Continuamos hacia el caserío y no habíamos avanzado ni 50 metros cuando sentimos una fuerte explosion. Robert frenó y el chofer, desde atrás, gritó: “¡Sigan, que le dispararon al camión!”.

 

Llegamos al Puesto Médico y nos pusimos en guardia por si nos atacaban allí. Después nos enteramos de lo sucedido: un grupo de la UNITA emboscado le disparó al camión de suministros con un RPG-7. Murieron dos angolanos, un cubano herido que junto a otro escaparon por el bosque y los enemigos se llevaron los suministros, que era lo que les interesaba.


Cuando todo se calmó, me senté con Robert en el portal de la vivienda y este me dijo: “Estaban emboscados y nos vieron pasar; no nos dispararon porque lo que buscaban era suministros”. 


“Sí --le contesté--; hoy no nos tocaba”.

 

A partir de entonces la carretera se puso difícil y todo el que tenía que transitarla iba armado hasta los dientes. Tres días después ordenaron que toda la retaguardia avanzáramos hasta el río, donde se reparaba el puente.

 

Llegamos al aterdecer y en el sitio donde nos ubicaron, bajo una extensa arboleda, observamos preparativos extraños en los que se acomodaban para pasar la noche; algunos estaban subiéndose a gruesos troncos en los árboles. Preguntamos a unos compañeros y nos explicaron que la noche anterior los leones se la pasaron rugiendo hasta el amanecer, en algunas zonas del río. Olirio y el chofer se acostaron dentro de la ambulancia, pero Robert y yo preferimos situar los catres al lado y acostarnos con el AKM al alcance de la mano. 

 

Alrededor de las 9pm. comenzó el “concierto” de rugidos, en direccion al río, más allá de donde estaban las tropas. 

 

Dicen que el rugido de un león puede escucharse a varios kilómetros, pero a nosotros nos parecía que estaban bien cerca. Aquellos rugidos, en su inicio, lo estremecían a uno, pero al final nos fuimos acostumbrando y nos dormimos. (Continuará). R3.

213 comentarios:

«El más antiguo   ‹Más antiguo   201 – 213 de 213
Mariola dijo...

Ojalá todos los avances de la ciencia sobre el genoma humano, sirvan verdaderamente para estudiar errores en el ADN que puedan conducir a enfermedades, como el cáncer” y no para que en un futuro se utilice para selección de individuos a través de la eugenesia.

Dios quiera sea para mayor calidad de vida.

yamirys valle glez dijo...

Hoy disfruté en el espacio de televisión "contra el olvido"..

El Documental "4000 niños".(1980 de Fernando Pérez )

Sinopsis

Más de cuatro mil niños de cinco a doce años ensayan, en el coliseo de la Ciudad Deportiva de La Habana, una pizarra humana y varias tablas gimnásticas para participar en el acto central dedicado al Año Internacional del Niño.


*POR ESA INFANCIA FELIZ (es que digo VIVA RAÚL!!!!, VIVA MI REVOLUCION!!!..Me emocioné hasta la saciedad. ..ojalá puedan verlos...no lo encontré en las redes...y qué lástima que yo estaba tan lejos de aquí. ..entre "tanto frío "...pero me vi sentada en aquella pizarra infantil.💙

victor casaus dijo...

FELICIDADES CENTROPABLIANAS
(Y SEGUNDACITERAS)
EN EL CUMPLE
DEL COMPAÑERO RAUL

victoriano / centro pablo


“O rectificamos o ya se acabó el tiempo de seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos, como dijimos con anterioridad, el esfuerzo de generaciones enteras.”

Raúl Castro Ruz

Mariola dijo...

Leyendo enlaces atrasados y comentando los mismos, es hasta recién que rehago la página y veo/leo el comentario de Andrea; mi más sentido pésame para vos, en estos momentos de dolor y pérdida, un abrazo desde el alma que te pueda reconfortar en este díficil tramo a transitar.

Recuerdo a Luis, pues se enojaba mucho con la "prensa derechista", me gustaba su aporte en poesía, tenía un carácter visceral, se iba pero luego volvía ... hasta siempre Luis.

Que en paz descanse Luis y brille para él la luz perpetua.

Consuelo para sus familiares y seres queridos.

Oreste Saavedra dijo...

Buena jornada a la Red

Hoy estuvimos en Birán desde entrada la mañana como parte del homenaje de la cultura en nuestra provincia.
Producimos un tema que se estrenó al final del noticiero del mediodía.
Nos sumamos al homenaje!!!!


Abrazos amplios

victor casaus dijo...

EL GUILLE EN www.centropablo.cult.cu CON SU LIBRO crónicas de segunda cita.

estamos publicando en la red comunicacional del centro pablo diversos textos e imágenes tomados de la memoria viva de estos años. en la sección LEER LA MEMORIA EN COVID 19 se reseñan libros de ediciones LA MEMORIA.

hoy trajimos la nota del periodista y crítico fernando rodríguez sosa sobre las CRÓNICAS segundaciteras de guillermo. aquí les comparto un breve fragmento, y los invito a verla completa en el sitio cptb.

LAS CRONICAS DE RODRIGUEZ RIVERA
http://www.centropablo.cult.cu/noticias/las-cronicas-de-rodriguez-rivera/

No es un secreto que, ante la devastadora pandemia que azota a la humanidad, las plataformas digitales han logrado un protagonismo insospechado, que permite, a niños, jóvenes y adultos, mantener una constante comunicación.

El libro que hoy quiero comentarles nace, precisamente, por la colaboración que su autor mantuvo, a lo largo del tiempo, a través de un blog, en que publicó interesantes y, en ocasiones, polémicas reflexiones.

Se trata de Las crónicas de Segunda Cita (288 pp), de Guillermo Rodríguez Rivera, aparecido, en el año 2016, en la Colección Coloquios y Testimonios, de Ediciones La Memoria, sello del Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau.

Se agrupan en las páginas de este volumen, más de medio centenar de textos, reflejo de un amplio universo temático, publicados originalmente en el blog Segunda Cita del trovador Silvio Rodríguez.

Son crónicas –en palabras de Rodríguez Rivera– «que hablan de casi todo lo humano y de un poco de lo divino. (…) Las hay de muy variados tiempos, y también muy variados colores, pero creo que todas ellas tienen algo que decirnos hoy».

Abre esta entrega «Aquella ofensiva», fechada el 26 de junio de 2010, reflexión que, a propósito de la aparición del CD Segunda Cita, de Silvio, se acerca a la Ofensiva Revolucionaria, proceso llevado a cabo en la Cuba del año 1968.

Como cierre del libro, se reproduce «En la muerte de Hugo Chávez», publicado el 8 de marzo de 2013, sentido homenaje al presidente dela República Bolivariana de Venezuela, entrañable amigo de Fidel y de la Revolución Cubana."

Rafael dijo...

Creo que vale la pena compartir hoy un fragmento de esta historia tomada de Cubadebate "Temis Tasende Dubois: Raúl es un hombre de lealtades”:
"Su nombre está indisolublemente ligado a la historia de la Revolución Cubana. Es la única hija de José Luis Tasende de las Muñecas, uno de los asaltantes a la posta 3 del Moncada que logra traspasar la fortaleza en la madrugada del 26 de julio de 1953. Cae herido en una pierna y es retratado vivo por confusión de un fotógrafo militar que cree que es uno de ellos, dolorosa prueba histórica de que fueron brutalmente asesinados varios sobrevivientes.

Horas antes de aquel desenlace, Tasende le había pedido a su amigo Raúl Castro que se ocupara de su pequeña niña de apenas un año, si él caía en el asalto. La promesa fue cumplida desde el primer minuto. Lo confirma una carta que escribió a su hermana Lidia, desde la prisión y que es uno de los tesoros sentimentales que guarda Temis, quien llamó Luar a su primer hijo sin siquiera saber entonces que había sido el nombre de guerra de su padrino de bautizo que luego se transformó en otro padre para ella.

Pero, otros dos hechos la ubican en escenarios significativos de la Revolución y saltan en cuanto su nombre se escribe en una página de búsqueda de internet. Ella es la niña de 8 años que Raúl carga emocionado el 28 de enero de 1960, cuando el Moncada se convierte en Centro Escolar “26 de Julio” y es a ella a quien le dice que aquella es la obra de su padre".

Muchos años después, también será la Teniente Coronel Temis Tasende, la encargada de poner en las manos de su padrino, la urna de madera con las cenizas de su amada Vilma.

Rene Rodriguez Rivera dijo...

Me sumo a las condolencias para Andrea.´

Deberian hacer una nueva tirada de Cronicas de Segunda Cita;es un libro que sirve para siempre y mas en estos tiempos.R3.

Mariola dijo...

Y sí! sin un marco legal que claramente las legisle y las saque de la oscura sombra de los eufemismos ideológicos; donde juegan un doble papel de legal/ilegal pero no tanto; al igual que los TCP ... seguirán corriendo la suerte de "huerfanitas" ...

... 《¿las hijas de nadie?》 ...

Mariola dijo...

Recién leyéndo el artículo me entero de los títulos olímpicos de Cuba:

... 《una riquísima historia olímpica que incluye tres títulos (Barcelona 1992, Atlanta 1996 y Atenas 2004) y par de segundos lugares (Sídney 2000 y Beijing 2008).》

reymc dijo...

Buenas tardes
Estimado Víctor, como podría obtener el libro del Profesor GRR, sabía que existía, pero nunca pude conseguir un ejemplar.
Gracias anticipadas.

Vicente Feliú dijo...

Rafael, esta canción habla de las dos fotos que mencionas.
Sirva como un pequeño homenaje a Raúl en sus 90.
Abrazos patoelmundo

DOS FOTOS SOBRE EL MONCADA

Miro la foto incrustada
al pie de la muerte:
un hombre herido sentado
esperaba su suerte:
en el rostro no hay temor de morir.

Cuentan que aquella mañana
nació la esperanza;
cuentan que aquella mañana
eternizó la raza
de los hombres que al morir nacieron.

Perdigón contra cincuenta,
zapato’e corte bajo contra bota,
moral de hombre contra cobardes,
razón de Patria mía contra constitución,
alma buena de hombre bueno contra comadreja,
carne viva y carne muerta contra miedo descubierto
y Martí, con cien años de nacido.

Veo otra foto, del tiempo
de la primavera,
de un héroe de aquella gesta
que pudo contarla
con la semilla de un árbol en flor.

Leo, debajo del héroe
que carga a la niña
una inscripción en colores
de plena victoria:
“Éste es tu padre, aquí está. Esto es él.”
22 de julio de 1975

silvio dijo...

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