miércoles, 30 de enero de 2019

domingo, 27 de enero de 2019

Apuntes de Martí

Del Cuaderno I

Los norteamericanos posponen a la utilidad el sentimiento.-Nosotros posponemos al
Martí, por Fabelo

sentimiento la utilidad.
Y si hay esta diferencia de organización, de vida, de ser, si ellos vendían mientras nosotros llorábamos, si nosotros reemplazamos su cabeza fría y calculadora por nuestra cabeza imaginativa, y su corazón de algodón y de buques por un corazón tan especial, tan sensible, tan nuevo que sólo puede llamarse corazón cubano, ¿cómo queréis que nosotros nos legislemos por las leyes con que ellos se legislan? 
Imitemos. ¡No!-Copiemos. ¡No!-Es bueno, nos dicen. Es americano, decimos.-Creemos, porque tenemos necesidad de creer. Nuestra vida no se asemeja a la suya, ni debe en muchos puntos asemejarse. La sensibilidad entre nosotros es muy vehemente. La inteligencia es menos positiva, las costumbres son más puras ¿cómo con leyes iguales vamos a regir dos pueblos diferentes? 
Las leyes americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han elevado también al más alto grado de corrupción. Lo han metalificado para hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa! [...] 
Y si el estado general de ilustración en los Estados Unidos os seduce, a pesar de la corrupción, de su metalificación helada, ¿no podremos nosotros aspirar a ilustrar sin corromper?-La realiza... Yo quiero educar a un pueblo que salve al que va a ahogarse y que no vaya nunca a misa. 
En religión, esto es, en la interpretación de Dios, todo sería posible. -Es preciso buscar lo probable. 

Hay alma en los animales.

La Tierra no es todo el universo.
Hay otros planetas que no conocemos.
Y no debemos ser tan egoístas que creamos que para redimirnos tan exclusivamente, dejase el Dios en que la Iglesia cree, abandonado lo que indudablemente existe en los otros cuerpos que se agitan en el espacio.
Y luego, ¿qué delito habían cometido los hombres de la Edad Antigua para no ser redimidos? Si Jesús era Dios, ¿por qué ese vacío de unción evangélica desde la creación hasta él? O no era Dios, o Dios es caprichoso. 


Del Cuaderno II

Dentro del pecho tenía
Una espléndida vivienda: 
Cuantos a mí se asomaban, 
Decían: ¡vivienda espléndida!- 
Poblábame mi palacio
Fe en mujer: sentí con ella. 
Como si en la espalda floja 
Fuertes alas me nacieran.
-Me desperté esta mañana,
Vi las dos alas por tierra
Me palpé dentro del pecho 
Las ruinas de mi vivienda.. 
-Desde entonces pasar miro 
Pueblos y hombres en la tierra, 
Como estatua que sonríe
Con sus dos labios de piedra. 


Del Cuaderno III

...de Bolívar, del inquieto alférez cuya mirada de águila espantó al virrey de México. Y con razón, porque fulguraba en ella, rebelde y amenazadora, la libertad de todo un continente.
——— 
Encuéntrase en la música respuesta a todos nuestros deliquios, expansión para todos n/. encogimientos. 
———
Sobre los hombres envidiados.—Cuando mueren, como las palmadas que da la Inmortalidad, 
no suenan.—nadie les disputa ya su gloria.—
——— 
Esta no es la revolución de la cólera. Es la revolución de la reflexión.—Es la única forma, es la única vía por que podemos llegar tan pronto como nuestras necesidades imperiosas quieren, a la realización de nuestros brillantes y enérgicos destinos.—Que, en esto de lo porvenir, la meditación severa y el frío juicio desvanecen los fantasmas que forjan o el interés tímido, o la ignorancia pretenciosa, o el tembloros miedo.— 

Debe hacerse en cada momento lo que en cada momento es necesario. No debe perderse el tiempo en intentar lo que hay fundamentos sobrados para creer que no ha de lograrse. Aplazar no es nunca decidir. Los pueblos no saben vivir en esa acomodaticia incertidumbre de los que, al amparo de las ventajas que la prudencia proporciona, no sienten en el caliente y abrigado hogar las tempestades de los campos,—ni en el adormecido corazón el real clamor de un pueblo fusteado y engañado.—Ignoran los déspotas que el pueblo, la masa sufridora, es el verdadero jefe de las revoluciones. Y acarician hipócritamente a aquella brillante masa que, por parecerle inteligente, parece la influyente y directora. Y dirigen en verdad, con dirección necesaria y provechosa, en tanto que obedecen.—En tanto que obedecen a las inspiraciones y encomiendas de su pueblo. Pero en cuanto, por propia debilidad, asustados de su obra, la detienen, allí donde la labor fácil termina, y el peligro real comienza:—cuando aquellos a quienes aceptó y tuvo por buenos, con su pequeñez lo empequeñecen, y con su vacilación lo arrastran, sacúdese el país altivo al peso de los hombres, y continúa impaciente su camino, dejando atrás n los que no tuvieron bastante valor para seguir con él.— 

La política oportunista, como ahora se llama, pretendiendo erigir en especial escuela lo que no es más que el predominio del buen sentido en la gestión de los negocios públicos,—la política oportunista que no consiste en esperar, ciegamente y a pesar de todo, sino en no impacientarse cuando hay derecho a tener esperanzas,—no puede ser el loco empello de fingir esperanzas allí donde no hay razón alguna que las alimente o autorice. La libertad cuesta muy cara, y es necesario o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio. 
———
—porque yo no quiero ver nunca, por lo que a mí atañe—celebradas en mí más condiciones 
que la incorruptible dignidad e indomable energía que importa al provecho de la patria. ——— 

jueves, 24 de enero de 2019

En una nube viajera

En una nube viajera
que llegará donde tú,
te mando desde Moscú
mi amor hasta Venezuela.
He conseguido una vela
de viento y agua del norte,
pues no piden pasaporte
a un mensaje tan ligero,
pero me temo que el cielo
tampoco me lo transporte.

Acaso los elementos
tampoco comprenderán.
Quién sabe si llegarán
a caer en su momento.
Quizás un pérfido viento
contrarrevolucionario
deje mi amor en el radio
de un palacio, de un convento.
No debo dejarlo al tiento,
lo deben decir mis labios.

Y aquí me ves, sonriente,
cantando en vez de volar.
Si no puedes escuchar
no es porque yo no lo intente.
Otras luces en mi frente,
caminos vírgenes, largos,
llenos de sueños y dardos,
canciones de mucha gente,
hacen mi amor más valiente
cuanto más me sale amargo.

Moscú, julio de 1975.

lunes, 21 de enero de 2019

Palabras inaugurales del Premio Literario Casa de las Américas correspondiente a 2019

Por Roberto Fernández Retamar
Compañeras y compañeros:

Después de considerar varias posibilidades, el Consejo de Dirección de la Casa de las Américas  concluyó que al celebrarse este 2019 sesenta años de haberse otorgado por vez primera su Premio Literario (que tuvimos el honor de que exaltara el Che en discurso pronunciado en Punta del Este, Uruguay, en 1961), las palabras inaugurales del Premio correspondiente, como ha ocurrido en anteriores fechas redondas, debían ser pronunciadas por quien se encuentra al frente de la institución. A propósito de ello, debo explicar que si mi vínculo con la Casa de las Américas se remonta a su inicio, en 1959, salí después a desempeñar otras tareas, regresé del todo a ella en 1965, y solo a partir de 1986, es decir, en los últimos treinta y tres años, me es dable hablar plenamente en su nombre, como estoy haciendo. Lo que, desde luego, no implica que mis compañeras y compañeros del Consejo estén obligados a compartir ciento por ciento cuanto diga. Nuestra esencial unidad no excluye la diversidad.  
De entrada insistiré, por conocido que sea, en que a menos de cuatro meses de la victoria, el primero de enero de 1959, de la Revolución Cubana, ella creó la Casa de las Américas, y puso a su frente a una criatura que ya era una leyenda: la compañera Haydee Santamaría. Con su pasión revolucionaria, su audacia, su inteligencia, su sensibilidad, su don para dirigir creó nuestra institución, y la marcó para siempre. Es nuestro privilegio que esta seguirá siendo su Casa. Así lo han asumido desde los primeros trabajadores, casi la totalidad de los cuales, como la misma Haydee, ya no dan sombra, en palabras de Dante, hasta los muy jóvenes, quienes garantizan la pervivencia de su centro de labores y sueños (hace años una querida compañera dijo con audacia que la Casa de las Américas es un estado del alma), y aunque no conocieran personalmente a Haydee , sienten el orgullo de trabajar en la que fue, es y será la Casa de la heroína del Moncada, la Sierra Maestra y la lucha clandestina; de  quien, con su hechizo y su fe, atrajo a nuestra causa a muchos de los mayores escritores y artistas de nuestra América, e incluso más allá de sus fronteras. 
Cuando el año pasado leyó palabras como estas el compañero Silvio Rodríguez, tan identificado con Haydee que debe considerársele uno de sus hijos, él recordó con razón que al ser esta Casa obra de ella, lo era también de quien Haydee, al igual que el compañero Fidel, al igual que nosotros,  reconocemos como el Maestro por excelencia:  José Martí. Y desde el principio Haydee, como luego, leales a sus orientaciones, hemos seguido haciendo los que la hemos sucedido (y jamás sustituido) al frente de la Casa de las Américas, es decir, el gran pintor Mariano y después yo, al dirigirnos a los miembros de los distintos jurados de nuestro Premio Literario hemos insistido en que se tomen en consideración los valores literarios de las obras que concursan. Lo que insuperablemente dijo Martí al afirmar, por ejemplo, que a la poesía, que es arte, no vale disculparla con que es patriótica o filosófica, sino que ha de resistir como el bronce y vibrar como la porcelana. Palabras tanto más estremecedoras por cuanto las escribió quien consagrara su genio y   ofrendara  su vida al mejoramiento humano,  a la vida futura y a la utilidad de la virtud, en los que, espantado de todo, dijo tener fe.
Eusebio Leal, Jorge Fornet, R. F. Retamar, Alpidio Alonso, Miguel Barnet, Marcia Leiseca
La fecha en que se otorgó por vez primera este Premio Literario, 1960, no es un fecha vacía ni azarosa. Los años inmediatos verían la acogida mundial de la literatura de nuestra América. Sería tonto decir que ello fue consecuencia del Premio que otorgamos, en la primera edición del cual, significativamente, se distinguió a un autor consagrado, el argentino Ezequiel Martínez Estrada, y a otro inédito, el cubano José Soler Puig, sentando un valioso precedente. Muchísimos autores y autoras se  darían a conocer gracias a nuestro Premio, mientras el notable escritor de Barbados Kamau Brathwaite es quien más veces lo ha recibido. Como también sería tonto negar que ambas realidades (el Premio Literario Casa de las Américas y la mencionada acogida mundial) se remiten al acontecimiento que hizo entrar nuestra historia local (hasta entonces vista, si acaso, como una borrosa nota al pie) en la gran historia. Me refiero, claro está, a la Revolución Cubana, que atrajo la atención del orbe sobre nuestro subcontinente, y en consecuencia sobre nuestras letras. Ellas tenían ya un alto nivel desde hacía tiempo: baste recordar al Inca Garcilaso de la Vega y a Sor Juana Inés de la Cruz, a Gertrudis Gómez de Avellaneda y a Domingo Faustino Sarmiento, y más cercanos, a quienes se manifestaron en lo que en la América española se llamó modernismo (Martí, Darío, Quiroga, Rodó, Lugones, González Martínez), y en Brasil, con otra denominación, a Machado de Assís, e inauguraron nuestra contemporaneidad. Pero ello no impidió que, por ejemplo, en 1938 muriera en París, casi miserable y casi desconocido, uno de los mayores poetas de nuestra América y de la lengua castellana, el cholo peruano César Vallejo, lo que tanto difiere de lo que iba a ocurrir pocas décadas después.
De derecha a izq: Graziella Pogolotti, Nicia Agüero y dos sobrevivientes
 
Voy a eludir el anglicismo que alguien le propinó y muchos y muchas repitieron, pero todos sabemos que en la década del sesenta del siglo pasado un conjunto sin duda muy valioso de narradores latinoamericanos fue objeto de un espectacular reconocimiento planetario. En otro orden de cosas, si hasta 1959 solo una escritora nuestra, la inolvidable chilena Gabriela Mistral, había recibido, merecidamente, el Premio Nobel de Literatura, a partir de esa fecha lo recibirían, también merecidamente, seis escritores de la América Latina y el Caribe; y razones extraliterarias, inaceptables tratándose de un lauro literario, impidieron que se le otorgara a Jorge Luis Borges. Siendo este último hostil a nuestra Revolución, tal hecho no impidió que en parte gracias a esa Revolución la deslumbrante obra literaria del gran argentino alcanzara un horizonte mundial; como tampoco impidió que él, con generosidad, accediera a que la Casa de las Américas publicara  un conjunto admirable de páginas suyas, para entusiasmo sobre todo de nuestros lectores jóvenes. Por otra parte, no pocos escritores y escritoras del área han admirado la Revolución Cubana, y además han colaborado en diverso grado, a menudo muy estrechamente, con la Casa de las Américas, aunque no faltaran  quienes se apartaran luego de ambas (la Casa y la Revolución), a pesar de lo cual seguiremos apreciando sus obras. Por supuesto, nos enorgullece saber que muchísimos autores y autoras latinoamericanos y caribeños,  entre los más valiosos, se sienten vinculados con nosotros, o murieron fieles a los ideales de la Casa y de nuestra Revolución (baste citar entre estos últimos, limitándome a unos pocos, a Alejo Carpentier, Manuel Galich, Julio Cortázar, Mario Benedetti, Gabriel García Márquez, Eduardo Galeano o Roque Dalton): una revolución que, como todas, no es un  paseo por un jardín; al igual que cualquier creación humana, no está exenta de errores, que rectifica, y ocurre a noventa millas del imperio que nos ha agredido de mil formas, incluyendo el bloqueo criminal más dilatado de que se tiene noticia, y no cesa de amenazarnos. Pero para ser justos no podemos olvidar que de ese país también forman parte, y parte esencial, seres como Noam Chomsky, a quien he llamado Bartolomé de Las Casas de su propio imperio, y muchas y muchos más que han defendido y defienden con valor causas nobles. Se trata, en necesarias palabras martianas, de la patria de Lincoln que amamos, como lo hace quien les habla.
Carezco de más tiempo, según se acostumbra en casos como este, por lo que voy a terminar, no sin antes decir algo que me importa mucho. Quiero, en ocasión de los sesenta años, rendir homenaje a   quien, después de Haydee Santamaría, debe más la Casa de las Américas: la imprescindible compañera Marcia Leiseca. Y dejo asi inauguradas las tareas del Premio Literario Casa de las Américas correspondientes a 2019.
Muchas gracias.

sábado, 19 de enero de 2019

Cuba tal cual es, según Ben Rhodes

(Reseña de Ben Rhodes: El mundo tal cual esLondres: The Bodley Head, 2018, en particular de los capítulos que se refieren a Cuba.)

Por Maya Berstein-Schalet

Lo único que Ben Rhodes sabía con certeza acerca de Cuba cuando comenzó a negociar con el gobierno cubano era que todos los esfuerzos anteriores para mejorar las relaciones habían fallado. Sin embargo, llegó a comprender claramente algunas de las constantes contradicciones de la política de Estados Unidos hacia su isla vecina. En sus memorias políticas, The World As It Is [El mundo tal cual es], el ex - asesor de Obama escribe: “Nuestro Departamento del Tesoro impone al comercio con Cuba un embargo que se estableció en los años 60, aun cuando la USAID trata de enviarles a los disidentes internos teléfonos e impresoras que estarían más disponibles si no existiera un embargo.”[1] .

Rhodes carecía de  experiencia en el diseño de la política hacia Cuba. En su primera reunión secreta con representantes cubanos, su respuesta a la lección de historia sobre las agresiones de Estados Unidos hacia Cuba que le dio Alejandro Castro fue: “Entiendo que esa historia es importante para ustedes, pero yo ni siquiera había nacido cuando ocurrieron muchos de esos acontecimientos”.[2]

Para un  estadounidense, estar hoy en Cuba  significa enfrentar un sinnúmero de contradicciones relacionadas con la presencia de uno en este país, y es una experiencia que apenas se acerca a lo que significa ser cubano y estar en Cuba hoy día. Dudo que sea posible para muchos estadounidenses, o incluso para funcionarios del gobierno, comprender Cuba como un cubano. Sin embargo, en su memoria, Rhodes presenta una perspectiva sobre Cuba muy diferente a las perspectivas de los anteriores funcionarios estadounidenses. Él ayudó a diseñar los cambios en la política, que incluían sacar a Cuba de la lista de Estados Patrocinadores del Terrorismo, disminuir el embargo estadounidense, y restablecer las relaciones diplomáticas. Tales cambios pudieron haber sido una vía para lograr el mismo propósito que el gobierno estadounidense ha perseguido durante seis décadas, promover la “reforma” del sistema económico y político de Cuba, pero se realizaron de modo diferente, sin insistir en el cambio de régimen.

Antes del 17 D (17 de diciembre del 2014), Cuba y Estados Unidos ya cooperaban en temas tales como lucha contra el terrorismo, migración, prevención de huracanes, y lucha contra el narcotráfico. La historia de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos prueba que ambos países están, como Rhodes describe, trabados, como “dos boxeadores exhaustos abrazados al contrincante, enfrentados entre sí, aunque necesitándose mutuamente como complementarios.”[3] Existan relaciones diplomáticas formales o no, turismo o no, las inevitables consecuencias de ser vecinos continuarán obligando a ambos países a cooperar de alguna forma.

Aunque entre Estados Unidos y Cuba ha habido  relaciones tras bambalinas desde 1959, el restablecimiento de relaciones diplomáticas en 2014 fue la primera vez, si exceptuamos la visita del ex-presidente Jimmy Carter, que los representantes del gobierno estadounidense mostraron públicamente una forma respetuosa de negociar. Esta vez demostraron su voluntad de respetar el mismo tipo de igualdad diplomática que los Estados Unidos otorga, al menos oficialmente, a la mayoría de los países del mundo. Incluso si el restablecimiento de relaciones diplomáticas fuese una táctica diferente o una vieja estrategia para promover las políticas “pro-democracia” de Estados Unidos en Cuba, los funcionarios estadounidenses, como Rhodes, mostraron que estaban dispuestos a sentarse a la misma mesa con los funcionarios cubanos en calidad de interlocutores diplomáticos iguales.

Rhodes ofrece una visión sobre Cuba compartida por muchas personas que han visitado la isla: ven un país atrapado en el tiempo, estancado por años de dependencia externa y que persevera en mantenerse así. Si bien es cierto que las calles están llenas de autos muy viejos, y que muchos edificios se están derrumbando, Cuba es un lugar que continúa evolucionando y creciendo como cualquier otro sitio del mundo. Contrario a lo que Rhodes ha sugerido, no es “un lugar congelado en el tiempo por la ausencia del vínculo norteamericano.”[4] Es un error creer que el nexo con Estados Unidos determina la vida en Cuba. En todo caso, Cuba es un lugar en constante evolución debido a la ausencia de ese nexo. Desde las políticas cubanas en materia de relaciones internacionales hasta las formas en que se reparan las bicicletas, todo se ve afectado, de algún modo, por el bloqueo económico norteamericano, que se anuncia en diversas vallas como el “más largo genocidio de la historia”.

Rhodes enfatiza que, al escribir el discurso que Obama pronunció en el Gran Teatro “Alicia Alonso”, él intentó “pintar el cuadro de un  futuro en que hubiera espacio para la historia de todos.”[5] Para Rhodes, todos incluye a los disidentes cubanos que protestan contra el gobierno, a los empresarios que construyen una nueva economía cubana, a los exiliados cubanos en los Estados Unidos, y a los cubanos sin voz en la política y que simplemente quieren una vida mejor. En esta lista se nota la ausencia de los que apoyan fervientemente al gobierno.

Las personas que Rhodes ha dejado fuera, y que muchos estadounidenses se niegan a reconocer, son aquellas que valoran lo que la Revolución ha hecho por ellos y por sus familias, aunque continúan haciendo críticas del sistema cubano y apostando por un mayor crecimiento. Entre todos los cubanos que he tenido el privilegio de conocer aquí en La Habana, este tipo es el más común, lo mismo que muchos estadounidenses que aman nuestro país y se dedican, con grandes o pequeñas acciones, a mejorarlo.

En el momento en que escribo este ensayo, Cuba está inmersa en la elaboración de una nueva constitución. Difícil de imaginar en los Estados Unidos, la nueva constitución tiene la intención de  reflejar  y basarse  en los  cambiantes intereses de la sociedad cubana. Sin embargo, esa “sociedad” cubana la integran millones de individuos diversos, cada uno con sus propias esperanzas y sueños para el futuro. Los debates constitucionales son intensos y ampliamente participativos; las críticas sobre el socialismo, el comunismo y las concepciones del gobierno cubano sobre la libertad política se comparten abiertamente, junto con comentarios sobre un amplio espectro de temas. Los debates están organizados por vecindarios, universidades, escuelas  y centros laborales. Bastante cercana a la valla que denuncia el bloqueo económico de parte de Estados Unidos se encuentra otra  en que se puede leer: “Reforma Constitucional: Mi voluntad, mi Constitución. Soy partícipe de la elaboración de mi Constitución.”

Los debates constitucionales representan sólo un ejemplo de cómo me ha confundido la educación que recibí en Estados Unidos sobre lo que es Cuba. Antes de venir aquí, nunca imaginé que vería a un estudiante cubano de pie en un auditorio preguntar: “¿Si el proyecto constitucional garantiza la libertad política, entonces cómo puede decir que el Partido Comunista, como fuerza superior de la sociedad y del estado, trabaja para organizar y orientar los esfuerzos comunes hacia la construcción del socialismo?” Este comentario fue escuchado con respeto y total atención. No estoy ofreciendo este ejemplo con la intención de significar que los ciudadanos cubanos disfrutan de total libertad política o libertad de expresión. Hay un solo partido político en Cuba –el Partido Comunista–, aunque se pudiera decir que las elecciones de dicho partido son más democráticas que cualesquiera otras elecciones en Estados Unidos. Aquí no hay campañas multimillonarias, el dinero no representa como en Estados Unidos una ventaja para  ningún candidato.

Puedo decir que la situación en Cuba es mucho más compleja que la dicotomía enunciada por  muchos estadounidenses y cubanos. En ocasiones se presenta a Cuba como un país en el que no hay ninguna libertad política o en el que hay total libertad política; ninguna libertad de expresión o total libertad de expresión; ningún respeto a los derechos humanos o total respeto a los derechos humanos. La realidad está de algún modo en un punto medio, realidad con las que muy pocos están familiarizados. El análisis de Cuba que hace Rhodes habría sido mejor, paradójicamente, si hubiera reconocido las complejidades de la situación política de Cuba.

Rhodes ofrece  básicamente la  impresión de que el pueblo cubano está atascado en medio de una guerra política, incapaz de vivir feliz y libremente. Lo  describe como seres sin entusiasmo a causa del anacronismo del viejo régimen y listos para un cambio. Aunque es cierto que algunos cubanos están listos para un cambio, Rhodes es incapaz de ver cómo las políticas revolucionarias se manifiestan en la vida diaria de este país. Por ejemplo, de presenciar a un médico de la familia ofreciendo de forma gratuita una sesión de ejercicios para mujeres de la tercera edad en un parque público; de ver a escolares de todas las razas en un aula de tercer grado; de visitar un hogar materno o una casa de abuelos. Yo tengo el privilegio de haber presenciado todos estos ejemplos de la bondad, la atención y la igualdad en Cuba. Alguien me dijo hoy que Cuba no es el infierno que algunas personas describen que es; pero tampoco es el paraíso. La luz se va en los hospitales; los enfermos, los ancianos y los jóvenes tienen que subir por las escaleras cuando se va la electricidad o el ascensor está roto; los maestros pueden llegar a las escuelas y no haber un aula disponible o libros con los que enseñar. Sin dudas, el embargo ha dañado al pueblo cubano; y el gobierno cubano no siempre ha diseñado políticas económicas eficaces para afrontar el embargo y sus desafíos.
El racismo, el sexismo, la homofobia y la desigualdad de ingresos aún existen aquí, a pesar de los años que, a través del discurso del gobierno se ha insistido en que es diferente.

Rhodes no mencionó estos temas sociales en la misma medida que las demandas políticas, pero es necesario reconocer su existencia. Las diferencias entre la forma en que estas estructuras de opresión existen en Estados Unidos y Cuba se basan en las formas en que, de un lado, están institucionalizadas, mientras que, de otro, se trata de prácticas sociales que expresan el  prejuicio y la discriminación.

Según Rhodes, el gobierno cubano lleva a cabo una represión intensa para prolongar una era de desfasado régimen revolucionario. Muchas personas aquí me han expresado su amor genuino por Fidel; se han declarado orgullosamente miembros del Partido Comunista. No creo que en estos casos pudiera considerar que se trata de un lavado de cerebro, como tampoco lo creo del mismo orgullo con que muchos estadounidenses mantienen su afiliación política. Así como existe un doble rasero cuando los estadounidenses critican Cuba, debe hacerse énfasis en que muchas de las libertades de que disfrutamos en los Estados Unidos no existen aquí. No tengo ni el conocimiento ni la autoridad para comentar si hay prisioneros políticos en Cuba, preocupación principal  de la Administración Obama y tema importante en el análisis de Rhodes.

Uno de los momentos más sorprendentes de las descripciones de Rhodes acerca de los encuentros con funcionarios cubanos es su reunión con el ex-presidente cubano Raúl Castro. Cuando el equipo de negociación estadounidense exhortó a los cubanos a reformar la economía, a permitir que negocios extranjeros contratasen cubanos directamente y a mostrar más contención en su tratamiento a los  que protestan, Raúl respondió: “Saben qué... a los estadounidenses les gusta darle caramelos a la gente. Les gusta darle caramelos a la gente, para hacer lo que ellos quieren en América Latina. Pero Cuba no está interesada en caramelos.”[6] La larga historia sobre la insistencia de Cuba en su soberanía y su autonomía apoya esta aseveración. Sin embargo, no se debe malinterpretar esta declaración como una falta de cooperación. Se trata de recordarle a Estados Unidos, acostumbrado a prescribirles los planes políticos y económicos a otras naciones soberanas, que el gobierno cubano siempre actuará, en primer lugar y sobre todo, según su propia decisión.

Esta independencia de acción es algo que también espera Estados Unidos en sus propias relaciones internacionales, aunque la respeta poco cuando se trata de Cuba. Yo exhorto a mis compañeros estadounidenses a imaginar que cualquier país del mundo amenazara con terminar las relaciones diplomáticas con Estados Unidos a causa de las masivas violaciones a los derechos humanos que ocurren diariamente en nuestras prisiones, donde están encarcelados uno de cada cuatro prisioneros en el mundo. En Estados Unidos no hace falta ser un disidente político para caer preso; en los últimos meses, la Administración Trump ha intentado justificar una y otra vez el tratamiento ilegal e inmoral de niños inmigrantes en campos de detenidos.

El tema de los presos fue fundamental en las negociaciones de Rhodes con Cuba. Uno de los objetivos principales del gobierno estadounidense fue asegurar la liberación del contratista de la USAID Alan Gross de su prisión en Cuba. Aunque varios actores del gobierno y el propio Gross han negado las acusaciones de intentar fomentar la disidencia política en Cuba, Rhodes admite que Gross estaba, en efecto, tratando de entregar tecnología a los disidentes cubanos. Uno se puede preguntar, naturalmente, qué pasaría si Cuba enviara agentes a Estados Unidos bajo el disfraz de la asistencia humanitaria para conspirar  en contra del gobierno de ese país. Para comprender esa dinámica no hace falta ir más lejos que el ejemplo  vergonzoso  de los Cinco Cubanos presos en Estados Unidos.  Aunque se trataba de un punto clave para negociar la liberación de Alan Gross , el caso de los  Cinco cubanos era relativamente desconocido en Estados Unidos. Arrestados en 1998 por obtener  información  acerca de las conspiraciones terroristas en Miami  contra Cuba, los Cinco fueron encarcelados en 2001 bajo sentencias que iban desde 13 años hasta cadena perpetua, después de un juicio que el propio abogado de Alan Gross calificó como “una desgracia”.[7] Al final de las negociaciones, Alan Gross y un agente de la inteligencia norteamericana  no identificado fueron liberados a cambio de los tres cubanos que aún permanecían encarcelados en Estados Unidos.

Cuando Rhodes salió de La Habana en 2014, dejó atrás, como posible legado, unas de las negociaciones más exitosas entre Estados Unidos y Cuba de la era posrevolucionaria; además del restablecimiento de las relaciones diplomáticas, se autorizó mayor intercambio  pueblo a pueblo, y también algunas transacciones financieras con Cuba. Se estableció el servicio postal directo, y aunque puede demorar en llegar hasta seis semanas, el intercambio postal representó un incremento simbólico de la comunicación. He podido aprovechar este servicio; la semana pasada le envié a mi familia en Nueva York unas postales desde La Habana con una imagen de Fidel Castro sosteniendo una camiseta con la imagen “I ❤ NY”. Con buena suerte llegarán a casa antes que yo.

Existe un interés bilateral por parte de Estados Unidos de abrir el comercio de productos agrícolas, medicamentos y tecnología. Se espera que pronto se ratifique el proyecto de Ley Agrícola de Estados Unidos, con una enmienda que permitiría que se usen los fondos de los contribuyentes de ese país para programas del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, bajo la gestión de organizaciones independientes, que promuevan la exportación a Cuba de productos y alimentos agrícolas.[8] De acuerdo con el Título III de la Ley Helms-Burton, el presidente, sin la aprobación del Congreso, puede modificar legalmente el embargo. No obstante, quizás una limitación de ese tipo sea un signo positivo en los años restantes de la presidencia de Trump. Como muchas administraciones en el pasado, esta ha anunciado una política para promover un cambio de régimen en Cuba. Para la Administración Trump, el cambio de régimen significa un  “enfoque orientado a cambiar el comportamiento del liderazgo del  régimen, ya que no será posible reemplazar a los que dirigen tal régimen.” Esto podría traducirse al reconocimiento, por parte de Estados Unidos, de que los tiempos están cambiando en Cuba, de que los Castros ya no están en la presidencia, y de que las calificaciones  de  “dictadura” son ineficaces con la existencia de un nuevo presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.

Aunque los anticubanos de línea dura, como Marco Rubio, aún dominan la visión sobre Cuba en el Congreso de los Estados Unidos, el consentimiento de Rubio en relación con la Ley Agrícola podría significar un paso en la dirección correcta. De acuerdo con el Título III de la Ley Helms-Burton, en última instancia le compete al Congreso la total eliminación del embargo, el paso de mayor relevancia que debe efectuarse para restaurar las relaciones entre Estados Unidos y Cuba. El levantamiento del embargo daría finalmente al traste con casi seis décadas de bloqueo económico; en cuanto a cuál sería el siguiente paso, esto representará  un desafío  para  ambas partes, a la hora de superar el statu quo, y continuar la trayectoria de Rhodes y sus  contrapartes  cubanas en la negociación. Del lado cubano, existe una preocupación legítima acerca  de un posible  “tsunami americano,” que cambie de mala manera el modo de vida en la isla. Es más fácil para ambos gobiernos continuar con las políticas obsoletas en ambas direcciones; el cambio es difícil. Sin embargo, ambos países se beneficiarían enormemente de la mejoría en las relaciones, en los campos de la salud, la educación, el comercio y otros. Espero que se encuentre un camino que valga la pena para ambas partes.

Todos los martes, miércoles y jueves tomo el P2 desde la esquina de las calles G y 9 hacia la Universidad de La Habana. Estudio la obra escrita y el pensamiento de Félix Varela y Morales, Enrique José Varona, José Martí y Fernando Ortiz, junto a treinta estudiantes universitarios cubanos. Yo, una ciudadana estadunidense, cuyos antepasados presenciaron  la historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba desde una perspectiva muy diferente, del otro lado del océano.

La historia podría ocurrir por casualidad, o quizás por una razón. Pero en cualquiera de los dos casos, entre Cuba y Estados Unidos continúan existiendo lazos de una intimidad singular. Una frase en The World As It Is me es muy cercana, por el tiempo que he estado en La Habana; la que aparece en un discurso escrito por Rhodes y pronunciado por Obama en el Gran Teatro “Alicia Alonso” durante su viaje a Cuba. Frente a Raúl Castro, y un auditorio de cubanos y estadounidenses, Obama declaró: “Conozco la historia, pero me niego a verme atrapado en ella.”[9]  Mirando hacia el futuro, ojalá que todos nosotros conozcamos la historia, y evitemos  quedarnos  atrapados en ella.

La Habana, Noviembre 2018
Trad: Rogelio Frank Luis Castro.


* Estudiante estadounidense en el semestre sept.-dic. 2018, del programa que coauspician el Consorcio de la Universidad de Brown y la Casa de las Américas, en La Habana.  
[1] Rhodes, 46.
[7] William M. LeoGrande y Peter Kornbluh, Back Channel to Cuba: The Hidden History of Negotiations Between Washington and Havana, (Chapel Hill: The University of North Carolina Press), 2015, 429.
[8] U.S.-Cuba Trade and Economic Council, Inc., “Cuba & The 116th U.S. Congress: Who’s Who,” Nueva York, https://www.cubatrade.org/blog/2018/11/7/cwi0si2se6yigpvnualu56dq4m7zi8, consultado el 9 de noviembre del 2018.

Fuente: http://www.temas.cult.cu/catalejo/cuba-tal-cual-es-seg-n-ben-rhodes

martes, 15 de enero de 2019

Otros dos textos de Brecht

Exámenes de Arte

Ante la proliferación indiscriminada de gente que escribía, un gobierno filopopulista había instituido unos exámenes muy rigurosos para el ejercicio de ese arte. Se llevaba primero a los candidatos a través del mercado hasta un salón donde eran invitados a anotar, en una gran hoja, todo lo que hubieran observado. Unos funcionarios recogían luego esas hojas y distribuían otras en las que había que anotar más observaciones. Esto se repetía varias veces y al final solo se autorizaba a ejercer públicamente el arte de escribir a quienes hubieran logrado llenar cierto número de hojas con sus observaciones. La situación mejoró algo a raíz de esto, pero aún distaba mucho de ser satisfactoria. Entonces, el gobierno organizó nuevos exámenes solo para quienes hubieran aprobado ya los primeros. Se les devolvió sus trabajos junto con una sola gran hoja y se les pidió que esta vez resumieran sus observaciones en dicha hoja. Luego recogieron todas las hojas y repartieron otras, la mitad de grandes, para que hicieran lo mismo. Esta operación se repitió varias veces, con hojas cada vez más pequeñas, y al final solo se autorizó el ejercicio público del arte de escribir a quienes lograron resumir el máximo de observaciones en el mínimo de líneas.

Bertolt Brecht


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La Rosa roja ahora también ha desaparecido.
Dónde se encuentra es desconocido.
Porque ella a los pobres la verdad ha dicho.
Los ricos del mundo la han extinguido.

Bertolt Brecht

sábado, 12 de enero de 2019

Dos loas de Bertolt Brecht

Loa de la duda

 Loada sea la duda! Os aconsejo que saludéis 
serenamente y con respeto
a aquel que pesa vuestra palabra como una moneda falsa. 
Quisiera que fueseis avisados y no dierais
vuestra palabra demasiado confiadamente.

Leed la historia. Ved
a ejércitos invencibles en fuga enloquecida. 
Por todas partes
se derrumban fortalezas indestructibles,
y de aquella Armada innumerable al zarpar 
podían contarse
las naves que volvieron.

Así fue como un hombre ascendió un día a la cima inaccesible, 
y un barco logró llegar
al confín del mar infinito.
¡Oh hermoso gesto de sacudir la cabeza 
ante la indiscutible verdad!
¡Oh valeroso médico que cura 
al enfermo ya desahuciado!

Pero la más hermosa de todas las dudas
es cuando los débiles y desalentados levantan su cabeza 
y dejan de creer
en la fuerza de sus opresores.

¡Cuánto esfuerzo hasta alcanzar el principio! 
¡Cuántas víctimas costó!
¡Qué difícil fue ver
que aquello era así y no de otra forma!
Suspirando de alivio, un hombre lo escribió un día en el 
libro del saber.

Quizá siga escrito en él mucho tiempo y generación tras 
generación
de él se alimenten juzgándolo eterna verdad. 
Quizá los sabios desprecien a quien no lo conozca. 
Pero puede ocurrir que surja una sospecha, que nuevas 
experiencias
hagan conmoverse al principio. Que la duda se despierte.

Y que, otro día, un hombre, gravemente, 
tache el principio del libro del saber.
Instruido
por impacientes maestros, el pobre oye
que es éste el mejor de los mundos, y que la gotera
del techo de su cuarto fue prevista por Dios en persona. 
Verdaderamente, le es difícil
dudar de este mundo.
Bañado en sudor, se curva el hombre construyendo la casa 
en que no ha de vivir.

Pero también suda a mares el hombre que construye su 
propia casa.
Son los irreflexivos los que nunca dudan.
Su digestión es espléndida, su juicio infalible.
No creen en los hechos, sólo creen en sí mismos. Si llega el 
caso,
son los hechos los que tienen que creer en ellos. Tienen 
ilimitada paciencia consigo mismos. Los argumentos 
los escuchan con oídos de espía.

Frente a los irreflexivos, que nunca dudan, 
están los reflexivos, que nunca actúan. 
No dudan para llegar a la decisión, sino
para eludir la decisión. Las cabezas
sólo las utilizan para sacudirlas. Con aire grave 
advierten contra el agua a los pasajeros de naves 
hundiéndose.

Bajo el hacha del asesino,
se preguntan si acaso el asesino no es un hombre también. 
Tras observar, refunfuñando,
que el asunto no está del todo claro, se van a la cama. 
Su actividad consiste en vacilar.
Su frase favorita es: «No está listo para sentencia.» 
Por eso, si alabáis la duda,
no alabéis, naturalmente,
la duda que es desesperación.

¿De qué le sirve poder dudar 
a quien no puede decidirse? 
Puede actuar equivocadamente 
quien se contente con razones demasiado escasas, 
pero quedará inactivo ante el peligro
quien necesite demasiadas.
Tú, que eres un dirigente, no olvides
que lo eres porque has dudado de los dirigentes. 
Permite, por lo tanto, a los dirigidos
dudar.


Loa del estudio

¡Estudia lo elemental! Para aquellos 
cuya hora ha llegado
no es nunca demasiado tarde. 
¡Estudia el «abc»! No basta, pero 
estúdialo, ¡ No te canses!
¡Empieza! ¡Tú tienes que saberlo todo! 
Estás llamado a ser un dirigente.

¡Estudia, hombre en el asilo! 
¡Estudia, hombre en la cárcel! 
¡Estudia, mujer en la cocina! 
¡Estudia, sexagenario!
Estás llamado a ser un dirigente.

¡Asiste a la escuela, desamparado! 
¡Persigue el saber, muerto de frío!
empuña el libro, hambriento! ¡Es un arma!
Estás llamado a ser un dirigente.

No temas preguntar, compañero! 
No te dejes convencer!
¡Compruébalo tú mismo! 
Lo no sabes por ti,
No lo sabes
Repasa la cuenta,
Tu tienes que pagarla.
Apunta con tu dedo a cada cosa 
Y pregunta: «Y esto, ¿de qué?»
Estás llamado a ser un dirigente.


Bertold Brecht
1933