lunes, 30 de octubre de 2017
jueves, 26 de octubre de 2017
El Che y el actual modelo económico
Por Humberto Pérez
El Che, es una
figura tan admirada, respetada y querida por todos los revolucionarios cubanos
y por todo el pueblo de Cuba, y nos hemos comprometido tanto con seguir el
legado de sus principios, sus ideas y su conducta que nos sentimos preocupados
cada vez que debemos pronunciarnos, establecer y defender algo nuevo que
pudiera apartarse o entrar en contradicción con ese legado. Eso nos pasó cuando,
en la preparación de las propuestas para el Primer Congreso del Partido, fue
necesario elaborar lo correspondiente a un nuevo Sistema de Planificación y
Dirección de la Economía (SDPE) y luego a la hora de aprobarlo y aplicarlo. En
aquel momento estábamos recién salidos de las nefastas consecuencias económicas
de la etapa de idealismo, subjetivismo y voluntarismo que se vivió en el último
quinquenio de los años 60, en la que se sobredimensionaron, caricaturizaron y
deformaron las ideas del Che, supuestamente tratando de aplicarlas con sentido creador.
Estos hechos fueron honrada y valientemente reconocidos y autocriticados por
Fidel en su Informe al I Congreso del Partido.
Como consecuencia
y analizada la situación interna y externa de aquellos años, se decidió aplicar
un modelo económico que partiera de la práctica que existía en todos los países
socialistas, tratando de adaptarla a las condiciones nuestras y haciéndolo,
además, con mucho cuidado y con un criterio más bien conservador, como señalara
Fidel.
Para llegar al
modelo que finalmente fue aplicado, entre otros modelos y experiencias, se
estudió minuciosamente todo lo que el Che había hecho y escrito sobre el
Sistema Presupuestario de Financiamiento, para lo cual resultó muy útil y
completa la compilación de la obra del Che que había hecho el compañero Orlando
Borrego y que existía en una edición limitada en 7 tomos, que estaba en manos
de algunos compañeros de la Dirección del país. También se tuvo acceso, sino a
todos, por lo menos a varios de los más importantes escritos y apuntes que
había hecho el Che desde el extranjero en los años 1965 y 1966, y que solo
fueron editados en el 2012.
Cuando se nos
encargó por la dirección del Partido y del Gobierno pronunciar el discurso de
clausura en el acto de constitución de la ANEC, el 14 de junio de 1979,
decidimos dedicar el discurso al Che y a examinar y plantear, con la mayor
honradez y sinceridad posibles, las diferencias que existían entre lo planteado
y propuesto por el Che y lo que se había aprobado en el I Congreso y se estaba
aplicando.
En aquel momento
nos tranquilizaba sobre todo que el Sistema que aplicábamos perseguía los
mismos objetivos en cuanto a eficiencia y calidad a que aspiraba el Che, con
mecanismos de planificación y gestión similares, en más de 15 aspectos, a los
que propugnaba el Che. Pero, además, el Che había escrito, en medio de su
defensa del Sistema que proponía y estaba en proceso de aplicación en las
empresas del Ministerio de Industria, en su artículo titulado ¨Sobre el Sistema
Presupuestario de Financiamiento”, que “lo que nosotros buscamos es una forma
más eficiente de llegar al comunismo; no hay discrepancia de principio”, y más
adelante manifestaba que “Cargada de subjetivismo, la afirmación requiere la
sanción de la experiencia; si en el curso de ella se demostrara que es un freno
peligroso para el desarrollo de las fuerzas productivas, habría que tomar la
determinación de cortar por lo sano y volver a los caminos transitados”.
(Compilación Tomo I, págs. 187 y 191)
Hoy nos
encontramos ante un dilema parecido y diría que más complejo, cuando examinamos el modelo económico de
construcción socialista aprobado en los Congresos VI y VII del Partido, y
plasmados en el documento de la Conceptualización, aprobado en este último
Congreso y ratificado después por la Asamblea Nacional del Poder Popular.
En estos días, con
motivo del 50 aniversario de su muerte, se han publicado y se siguen publicando
numerosos artículos y estudios sobre la figura del Che y dentro de los asuntos tratados
se encuentran naturalmente los referidos a su pensamiento económico y a las
vías de construcción del Socialismo que él defendía, tema al que dedicó
principalmente “lo más puro de sus esperanzas de constructor”.
Cuando recordamos
y nos recuerdan que el Che era contrario a usar lo que llamó “las armas
melladas del capitalismo” en la construcción socialista, que se oponía a los
intentos de usar al mercado y a la ley del valor, a reconocer la necesidad de
las relaciones mercantiles entre las empresas estatales, del uso de los bancos,
del crédito, del interés, de la ganancia y demás categorías mercantiles
capitalistas, que aconsejaba basarse principalmente en el estímulo moral por
encima del estímulo material, etc., y frente a ello estudiamos el documento de
la Conceptualización, se nos produce una primera y fuerte impresión de que nos
estamos apartando del Che y que el Che no apoyaría el modelo económico en
desarrollo actualmente en nuestro país, sino que lo criticaría y combatiría.
Más allá de los
elementos del llamado Sistema de Cálculo Económico, de los que en su momento
discrepó en argumentados trabajos polémicos y que están presentes en el actual
Modelo, vemos que, además, este incluye formas de propiedad de los medios de
producción que solo encuentran similar en las orientadas por Lenin cuando la
NEP, política económica cuya validez universal el Che negaba. Por otro lado, cuando
leemos algunos de sus últimos pronunciamientos, sobre todo en la carta a Fidel
de abril de 1965 y otros que aparecen en “Apuntes críticos a la Economía
Política” editados en el 2012, vemos que en ellos avizora en los países
socialistas el fracaso del socialismo y el regreso al capitalismo, cosa que
lamentablemente acaeció en los hechos solo unos 20-25 años después que él lo
advirtiera.
Por todo lo anterior,
es lógico que nos asalte la preocupación de si la Conceptualización aprobada y
el Modelo en marcha está en contradicción con el pensamiento del Che y con su
legado y advertencias.
Pero algo que
nunca debemos olvidar al estudiar al Che y a su pensamiento filosófico y
económico social, es que era un marxista convencido y profundo y ello lo reiteró
numerosas veces en sus artículos y escritos, incluyendo los últimos redactados
en 1965 y 1966, que aparecen en los “Apuntes críticos a la Economía Política”. (Véanse
su Plan Tentativo del libro que se proponía escribir o que planteaba debía
escribirse en “Apuntes Críticos” --edición del 2012, págs. 18 a 23--, el
articulo adjunto bajo el titulo ¨La necesidad de este libro¨ --en la misma
edición, págs. 25 a 28--, y la síntesis biográfica de Marx y Engels que dejó
redactada y que aparece en las páginas 29 a 52 de la propia edición). Y desde
el punto de vista científico, ser marxista significa ser ante todo realista y
dialéctico.
Textualmente El
Che escribió que “se debe ser marxista con la misma naturalidad con que se es
‘newtoniano’ en física o ‘pasteuriano’ en biología, considerando que si
nuevos hechos determinan nuevos conceptos, no se quitara nunca su parte de
verdad a aquellos otros que hayan pasado” (ver Notas a la Ideología de la
Revolución Cubana. Compilación, Tomo I, págs. 353. El subrayado es del autor de
este artículo). Y es evidente que, después de la muerte del Che y sobre todo
después del derrumbe de la URSS y del campo socialista, han acontecido extraordinarios
nuevos hechos, tanto en la situación interna de Cuba como en su situación
externa dentro de la arena internacional, lo que determina la necesidad de
nuevos conceptos.
Es imposible
llegar a conclusiones sobre como pensaría el Che en la situación actual de
nuestro país y cuáles serían sus propuestas y consideraciones al respecto, y
sería poco serio especular acerca de ello.
Creo que lo más
que puede hacerse es examinar con detenimiento y acuciosidad sus planteamientos
en diferentes circunstancias, y observar como derivaba y fundamentaba las
políticas a seguir, a partir de las situaciones objetivas concretas existentes
en cada momento.
Así en su artículo
titulado “Sobre el Sistema Presupuestario de Financiamiento”, publicado en
febrero de 1964, se refiere al momento histórico en que Lenin sienta las bases
de la NEP y, para explicar las razones de la misma, se remite al propio Lenin y
hace una larga cita de este, en la que argumenta el por qué era necesario pasar
a desarrollar esta política económica. A continuación, razona el Che:
“Cómo se ve, la
situación económica y política de la Unión Soviética hacía necesario el
repliegue de que hablara Lenin. Por lo que se puede caracterizar toda esta
política como una táctica estrechamente ligada a la situación histórica del
país… “ (Compilación, tomo I, Págs. 182-184) (El subrayado es nuestro).
A renglón seguido,
refiriéndose a la situación histórica existente en Cuba y en el mundo en los
años 62-64, momentos en que él planteaba y defendía el Sistema Presupuestario
de Financiamiento, argumentaba:
“Se puede abordar
la tarea de la construcción de la nueva conciencia porque estamos frente a
nuevas formas de relaciones de producción y, aunque en sentido histórico
general la conciencia es producto de las relaciones de producción, deben
considerarse las características de la época actual, cuya contradicción
fundamental (en niveles mundiales) es la existente entre el imperialismo y el
socialismo. Las ideas socialistas tocan la conciencia de las gentes del mundo
entero, por eso puede adelantarse un desarrollo al estado particular de las
fuerzas productivas en un país dado. En Cuba el desarrollo de las
contradicciones entre dos sistemas mundiales permitió el establecimiento del
carácter socialista de la revolución, que le fue dado en un acto
consciente, gracias a los conocimientos adquiridos por sus dirigentes, la
profundización de la conciencia de las masas y la correlación de fuerzas en el
mundo¨ (Ídem, pág. 192) (Los subrayados
son nuestros).
En otro artículo
de ese mismo año, titulado “ La Planificación Socialista, su significado” en el que
polemiza con Charles Bettelheim, economista marxista francés, quien defendía
para Cuba el Sistema denominado de Calculo Económico, el Che le señalaba dos
errores fundamentales, uno de los cuales es que se apoyaba en una
interpretación mecánica y dogmática de la necesaria correlación que debe
existir entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Después
de acudir de nuevo a una larga cita de Lenin en refutación a Bettelheim el Che
planteaba:
“Nosotros
sostenemos que toda esa argumentación, absolutamente valida y extraordinaria
por su perspicacia en aquel momento, es aplicable a situaciones concretas en
determinados momentos históricos. Después de aquellos hechos, han
sucedido cosas de tal trascendencia como el establecimiento de todo el sistema
mundial del socialismo, con cerca de mil millones de habitantes, un tercio
de la población del mundo. El avance continuo de todo el sistema socialista
influye en la conciencia de la gente a todos los niveles y, por lo tanto, en
Cuba, en un momento de su historia, se produce la definición de revolución
socialista, definición que no precedió, ni mucho menos, al hecho real de
que ya existieran las bases económicas establecidas para esta aseveración.
¨ ¿Cómo se
puede producir en un país colonizado por el imperialismo, sin ningún desarrollo
de sus industrias básicas, en una situación de mono productor, dependiente de
un solo mercado, el transito al socialismo?”
La explicación,
razona el Che, “…a nuestro juicio exacto, es la de que, en el gran marco del
sistema mundial del capitalismo en lucha con el socialismo, uno de sus
eslabones débiles, en este caso concreto Cuba, puede romperse. Aprovechando
circunstancias históricas excepcionales y bajo la acertada dirección de su
vanguardia, en un momento dado toman el poder las fuerzas revolucionarias y,
basadas en que ya existen las suficientes condiciones objetivas en cuanto a la
socialización del trabajo, queman etapas, decretan el carácter socialista de la
revolución y emprenden la construcción del socialismo.
“Esta es la
forma dinámica, dialéctica, en que nosotros vemos y analizamos el problema de
la necesaria correlación entre las relaciones de producción y las fuerzas
productivas…llegamos a la conclusión de que en Cuba se hizo una revolución
socialista y que, por tanto, había condiciones para ello. Porque realizar una
revolución sin condiciones, llegar al poder y decretar el socialismo por arte
de magia es algo que no está previsto en ninguna teoría…
“Si se produce
el hecho concreto del nacimiento del socialismo en estas nuevas condiciones, es
que el desarrollo de las fuerzas productivas ha chocado con las relaciones de
producción antes de lo racionalmente esperado para un país aislado. “ (págs.
235-240)
“Las esperanzas en
nuestro sistema van apuntadas hacia el futuro, hacia un desarrollo más
acelerado de la conciencia y, a través de la conciencia, de las fuerzas
productivas.
“El compañero
Bettlheim niega esta particular acción de la conciencia, basándose en los
argumentos de Marx de que esta es un producto del medio social y no al revés, y
nosotros tomamos el análisis marxista para luchar con él contra Bettelheim, al
decirle que eso es absolutamente cierto pero que, en la época actual del
imperialismo, también la conciencia adquiere características mundiales. Y que
esta conciencia de hoy es el producto del desarrollo de todas las fuerzas
productivas del mundo y el producto de la enseñanza y educación de la Unión
Soviética y los demás países socialistas sobre las masas de todo el mundo”. (Los subrayados son todos nuestros).
Es decir, el Che
entendía justificada la NEP en los momentos en que Lenin la orientó, por la
situación histórica concreta en que existía la URSS de entonces, y explicaba el
por qué en Cuba era posible aplicar el Sistema presupuestario de Financiamiento
que defendía y basarse en el desarrollo de la conciencia social, debido
fundamentalmente a que la situación objetiva concreta mundial había cambiado.
Él no negaba la
vigencia de las leyes del desarrollo histórico descubiertas por Marx, como la
de la determinación de la conciencia por el modo social, es decir, por las
relaciones de producción y el desarrollo de las fuerzas productivas, y la ley de
la contradicción y choque de estas dos últimas como base del devenir histórico.
El Che aceptaba la validez de estas leyes, pero las analizaba no dogmática y
mecánicamente, como si debieran manifestarse en todo momento histórico,
actuando estrechamente y enmarcadas en cada país por separado, sino que él las
interpretaba dialéctica e históricamente actuando a nivel mundial, en las
nuevas circunstancias creadas.
Tenía en cuenta,
según el análisis que hacía, que desde la época de la NEP hasta la época que se
vivía en Cuba, en aquellos años habían ocurrido cambios trascendentales como lo
era el establecimiento de todo el sistema mundial del socialismo, que abarcaba
a un tercio de la población del mundo y que, derivado de ello, esta época tenía
como contradicción fundamental la del imperialismo frente al socialismo a
niveles mundiales, y que esas características eran las que permitieron que un
país como Cuba pudiera declarar el carácter socialista de la Revolución y darse
a la tarea de construir el socialismo y hacerlo además situando al desarrollo
de la conciencia como el motor principal.
Estas
circunstancias objetivas de carácter mundial a que se refería el Che como
existentes en los años 60 del pasado siglo, no existen actualmente, se han
desarrollado otras fuerzas y contradicciones externas totalmente diferentes,
con las cuales Cuba se ve obligada a convivir y a insertarse en las mismas y,
además, la situación interna se ha modificado también de manera significativa
en numerosos aspectos de suma importancia económico social. Y como nuevos
hechos determinan nuevos conceptos, al decir del propio Che, la Revolución
Cubana ha debido adecuarse a la nueva época y elaborar nuevos conceptos para
desarrollarse y conservar el carácter socialista de su proceso. Esos nuevos
conceptos son los que se han plasmado en el documento llamado de la
Conceptualización.
Creo que es de
suma importancia, finalmente, traer a colación un artículo poco o nada conocido
del Che porque solo aparece en la Compilación hecha por el compañero Borrego
(Tomo I, págs. 87-93 de la primera edición limitada de los años 70). El
artículo se titula ¨Rumbos de la industrialización¨ y, aunque no se tiene la
fecha exacta de cuándo fue escrito, es virtualmente seguro que ello se produjo
entre el último trimestre de 1959 y el primero de 1960, período que transcurrió
desde la creación del Departamento de Industrialización del INRA, el 7 de
octubre de 1959 --a cuyo frente estuvo el Che-- y julio de 1960, en que
comienza la etapa de nacionalizaciones que concluyo en lo fundamental en
octubre de ese año, momento que en la práctica la Revolución adquiere un
carácter socialista, aunque ello no fuera proclamado formalmente hasta el 16 de
abril de 1961, en vísperas de los combates de Playa Girón.
Teniendo en cuenta
la situación histórica de Cuba en ese periodo, el Che en el artículo referido
escribió lo siguiente, refiriéndose al resultado de los trabajos realizados por
el Departamento de Industrialización:
“Se estableció
entonces una división que estudiara las grandes líneas de los proyectos básicos
con la idea directriz de poner estos proyectos al servicio de la nación entera,
con participación exclusiva o casi exclusiva del Estado. Ellos son: a)
Energía y combustible, b) Industria siderúrgica y metálica en general, c)
Industria de la caña y sus derivados, d) Industria química en general, e) Plan
de desarrollo minero y f) Industria de productos agropecuarios. En este más
alto nivel industrial, el Estado dirigirá toda la política económica.
“En industrias
derivadas de estas fundamentales, pero no tan importantes, particulares y
estado podrían o no estar asociados en una serie de ellas y, en un plano
más bajo, solamente particulares intervendrían en la industrialización total
del país.”
Vemos pues que en
la situación histórica concreta de la Cuba de finales de 1959 y comienzos de
1960, el Che proponía una estructura de la propiedad de los medios de
producción industriales similar a la que hoy se plantea en la Conceptualización:
1) Los medios
fundamentales de producción en manos exclusivas o casi exclusivas del Estado. 2)
En un segmento de industrias derivadas de los medios fundamentales de
producción, pero no tan importantes, con la participación de los privados y el
estado con posible asociación entre ambos sectores de propiedad. 3) Un segmento
más bajo de industrias en las que solo intervendría la propiedad privada.
Considero que, si
tenemos en cuenta todas las anteriores referencias sobre los planteamientos del
Che, en los que se trasluce un pensamiento totalmente dialectico y práctico,
derivando las políticas económico sociales a seguir de la situación histórico
concreta de cada época y momento y no de conceptos dogmáticos dados de una vez
y para siempre, podemos pensar que el Che estaría hoy de acuerdo en general con
los contenidos presentes en el documento de la Conceptualización, incluyendo lo
referido al nuevo modelo económico social de construcción socialista a
implementar.
Pero, en todo
caso, actuar y pensar como el Che implica no ser dogmático ni siquiera ante el
propio pensamiento anterior del Che, pues él era, como recientemente ha escrito
acertadamente en este propio blog el compañero José Alejandro Rodríguez, el
anti dogma en persona, y por tanto él hoy no sería dogmático ni con el mismo.
Reunión bimestral – 22 de febrero de 1964.
(Apuntes
Críticos, págs. 276-277) (Compilación,
págs. 438-4399:
“…no hay que caer
tampoco en el espejismo de considerar que el estímulo moral es el centro del
Sistema Presupuestario. El centro del Sistema Presupuestario es el conjunto de
acciones, dentro del cual lo fundamental es la organización, la capacidad
organizadora para dirigir y al mismo tiempo el desarrollo de la conciencia y el
elemento de desarrollo, sobre todo a niveles de masa, a niveles más generales,
es la conjunción del estímulo material correctamente aplicado y del estímulo
moral, dándole un énfasis cada vez mayor al estímulo moral, a medida que van
avanzando las condiciones.
lunes, 23 de octubre de 2017
Mi truene del ICR
Una mañana de 1968, creo que en marzo, cuando
íbamos a empezar a grabar en el estudio 2 de 23 y M las canciones del siguiente “Mientras Tanto” –programa que yo conducía en la televisión–, me
anunciaron que el nuevo administrador del Instituto Cubano de Radiodifusión (actualmente
ICRT), quería reunirse conmigo. Con el administrador anterior, Juan Vilar, me
reunía a menudo, incluso fuera de las oficinas, porque éramos muy amigos. Quizá
por eso cuando empecé a subir las escaleras no imaginaba que esta iba a ser la
primera y la última reunión con el nuevo funcionario. Así que dejé a todo el
mundo en el estudio –entre ellos a Norberto Fuentes, que iba a estar de
invitado–, y subí hasta la oficina del compañero primer teniente. Me abrió la
puerta un renombrado director de orquesta que, sin ser militar, solía vestir como si lo fuera.
1968 |
Sobre Los Beatles expliqué que me había
limitado a responder una pregunta directa que se me había formulado. Y puntualicé
que aquel cuestionario se había pasado íntegramente en el ensayo de por la
tarde, sin la más mínima objeción por parte del presente productor de mesa (los
llamados “productores de mesa” velaban por lo correcto de los contenidos que
trasmitía la televisión). Es decir, tanto en la tarde como en la emisión
nocturna, a la pregunta de qué pensaba de Los Beatles había respondido
exactamente lo mismo: que me parecía que el grupo inglés estaba desdibujando las
fronteras entre música popular y música culta, y que eso estaba muy bien.
No tenía explicación respecto al beso: por
entonces todos sabíamos que estaba prohibido que salieran besos por la
televisión. Sacarlo al aire había sido una decisión de un director suplente que
por entonces tenía Mientras Tanto (a Eduardo Moya lo habían mandado a cortar
cañas). Así que me limité a confesar que no encontraba mal que en la pantalla apareciera
algo tan común como un beso, asumí aquel beso como si yo hubiera
participado en la decisión de que saliera en el programa.
A esta distancia conservo la impresión de que,
hasta aquel momento, había sido citado para que me mostrara arrepentido y prometiera
que no volvería a incurrir en aquellos “errores”. Pero los cuestionamientos que siguieron no me dejaron más remedio que responder firmemente. Quedé atónito con la
aspereza con me reprocharon una amistad reciente, y también por reunirme en la heladería
de Coppelia con supuestos “seudo intelectuales”. De pronto se trataba de
que eligiera entre aquellas personas y el programa.
“Si me ponen a escoger entre mis amigos y cantar
en la televisión, me quedo con mis amigos”, fue lo que respondí. Y cuando me
dijeron que estaba suspendido, agregué, “Yo tengo un oficio al que puedo regresar”.
Me refería al trabajo como historietista y diseñador de prensa plana que había ejercido desde los 15 años. Pero aquello sacó de sus
casillas a mi interlocutor, que me gritó: “¡Pues desde ahora Ud. no puede trabajar
en nada de la Revolución! ¡Largo de aquí!”.
Tiempo después, una amiga del
funcionario me contó, extrañada, que aquel hombre tenía todos los discos de Los
Beatles.
Lo cierto es que aquel desencuentro me costó bastante
más que la suspensión del programa y la mala fama de proscrito. Mi relación
con la Revolución, hasta aquel día, había sido la de un joven completamente identificado
y activo, la de un soldado reciente –acababa de desmovilizarme de las Fuerzas
Armadas–, la de un fiel compañero. Verme echado a la calle y expulsado
del proceso que seguía desde niño sembró a mi alrededor animalitos paranoicos.
Por mi parte acabé visitando a un amigo siquiatra, con quien trataba de encontrar
respuestas a lo que me había sucedido. Un día, supongo que siguiendo la norma
de salvar la integridad del paciente, mi médico, que tenía fama de excelencia,
me dijo que me olvidara de la política y me salvara yo. No sé si se dio cuenta,
pero en aquel instante decidí no regresar a su maravillosa consulta y curarme
solo, o acabarme de enfermar, asumiendo mi país con las contradicciones que tuviera. Entonces, como terapia ocupacional, me dediqué a hacer trabajo voluntario en el cordón de La Habana, a donde acudía en masa el personal de muchos organismos administrativos habaneros, entre ellos la radio y la televisión.
Cuando llevaba un par de meses de cesantía, el
comandante Jorge (Papito) Serguera, director del ICR, nos citó al
músico Armandito Zequeira y a mí para proponernos componer jingles para las
emisoras de radio. Armandito aceptó inmediatamente, pero yo no tenía formación
musical y tampoco idea de cómo se realizaba aquel trabajo, además de que mi
estado de ánimo no era el mejor. Lo cierto es que mientras trabajé en aquel
organismo estuve varias veces en la oficina de Serguera y siempre nos llevamos
bien. El tenía un historial revolucionario que inspiraba respeto: como abogado
había defendido a Frank País y después se había tenido que alzar en la Sierra Maestra.
Recuerdo que la primera vez que estuve en su oficina me pidió que le mostrara la
portada de lo que estaba leyendo y me aseguró que “Demián”, de Herman Hesse, había
sido el libro que lo convirtió en revolucionario.
De cualquier forma, desde el mismo día en que ocurrió, aquella bronca se fue nutriendo de resonancias y versiones, algunas muy disparatadas, y llegó a
convertirse en una mitología acompañante entre fatal y pintoresca. Sin embargo en aquel mismo ICR conté con muy buenos colegas. Pongo de ejemplos a Leo Brouwer y a Federico
Smith, así como a Víctor Casaus, a Humberto García Espinosa y por supuesto a Marta Hernandez y a Juan Vilar, a quien defenestraron por negarse a pedirme que me cortara el pelo. También estaba
Eduardo Moya, el director de Mientras Tanto. A varios de estos compañeros
la defensa de aquel programa les costó largos meses de zafra en 1968. Sitio especial ocupa el por entonces joven comunista Jorge Navarro, que por
aquellos hechos renunció a su trabajo en la televisión y a su militancia. Navarro,
quien murió ya hace años, nunca más volvió a trabajar para el Estado.
Aunque me lo dijeron con
bastante dureza, nunca me creí aquello de que ya no podría trabajar
en mi país. Sabía que la Revolución era de quien la
sintiera y la abrazara. Tampoco asumí de momento la posibilidad de regresar a
mi antiguo oficio, como había respondido por impotencia y rabia. Recordaba que el director de Juventud Rebelde, a quien llamaban “el loco” Sautié,
me había dado la carta que me liberaba del ejército y me había dicho que podía incorporarme
al periódico cuando quisiera. Pero la verdad es que ya mi suerte y la canción se parecían a aquello que había escrito José Julián:
“…Verso, o
nos condenan juntos,
o nos
salvamos los dos”.
viernes, 20 de octubre de 2017
No puede ser
…los ladrillos soviéticos que tienen el inconveniente de no
dejarte pensar; ya que el partido lo hizo por ti y tú debes digerir. Como
método, es lo más antimarxista (…) ya hemos hecho mucho, pero algún día
tendremos también que pensar.
Che
No
puede ser que la prensa
impresa, establecida, oficial, oficialista
impresa, establecida, oficial, oficialista
–según la óptica o el gusto
del que la califica–
siga
siendo esa magra repetición de lugares
comunes
y aburridos esa diaria o semanal oferta
para
el silencioso empobrecimiento de la mente
la acción o el espíritu
No
puede ser que la realidad
–esa señora múltiple infinita
diversa–
siga
siendo reducida por la fuerza
(por
la fuerza de la rutina la incapacidad o el
oportuno silencio)
a
ese paisaje sin elevaciones
desgarramientos o preguntas
(no
se debiera olvidar que aquel sueño nació en unas montañas
se
logró a través de los estremecimientos de la guerra
y
llegó a preguntarse después si el camino del socialismo real
era
real verdadero o posible partiendo de
las arbitrariedades
el
egoismo o la cerrazón de casi todas las puertas)
No
puede ser que una misma imagen fotográfica
acompañe
la misma repetida noticia
en
la primera página de los escasos diarios nacionales
y
aún en la prensa subsidiaria en las provincias
No
puede ser que se destierre se
anatematice o se sospeche
de
cualquier palabra que no sea la palabra que aconsejan los manuales
que
sobreviven en las mentes estrechas y que quienes la pronuncien la difundan
la
compartan la ofrezcan sean apartados mecánicamente del camino
(caballeros recuerden que el camino es de todos o por lo
menos de muchos y de muchas)
No
puede ser que la pantalla hogareña
–ventana al mundo posibilidad de entender si fuera posible
el
oscuro paisaje planetario o las sombras del modesto territorio que habitamos–
sea
esa caricatura de síntesis mediante la cual un acontecimiento de primera
magnitud
pierde
su riqueza en la voz de algún comentarista pedagógico con esa cadencia
que
se propone convertirnos en esos asalariados
dóciles al pensamiento oficial
sobre
los cuales nos advirtió aquel magnífico compañero en su momento
No
es posible que el mismo narrador haga cada noche el mismo gesto
entone durante décadas la misma despedida cotidiana
válida
hasta el inicio del aburrimiento de la noche siguiente
No
puede ser
Pero
es
Y
mientras sea seguiremos añorando los
fulgores las audacias las victorias
y
los reveses que nos hicieron hace
tiempo por suerte gentes
Gentes
con aspiraciones de cambiar el mundo circundante
(el
mundo pequeñito familiar isleño que nos rodea pero también
el
ancho planetario mundo lleno de desigualdes
injusticias y crudezas
Mientras
sea
trataremos
de seguir siguiendo
Víctor Casaus