Por Rolando López del Amo
Surgen en estos días
voces preocupadas por la penetración ideológica que pudiera venir de los EEUU
después del restablecimiento de relaciones diplomáticas y olvidan que esa penetración
siempre ha estado presente.
Nuestra televisión
nacional transmite una gran cantidad de material fílmico variado de factura
norteamericana, incluyendo videos musicales. Y lo que no se transmite en el
país la gente lo busca con antenas clandestinas o lo compra en los famosos paquetes
para videos. A ello hay que sumar todo lo que está en la Internet y la presencia de tres millones de turistas
del mundo capitalista cada año a lo largo y ancho de nuestro país. Añádase a esto que hay
una colonia cubana en los EEUU cercana a los dos millones de personas.
No se puede vivir
dentro de una campana neumática o una torre de marfil. La vida tiene que
desarrollarse dentro del mundo real. Históricamente, las
ideas han circulado por el mundo, legal o clandestinamente, y las naciones
interactúan modos de pensar y de ser y se influencian mutuamente. Esto es un
fenómeno natural.
Sabemos bien que los grupos de poder mundial, desde el siglo XX, trataron de
controlar la difusión de informaciones y presentar una versión o imagen de las
cosas de acuerdo con su conveniencia. El jefe de la propaganda nazi afirmaba
que una mentira repetida constantemente
se convertía en una verdad. El siglo XX fue el siglo del gran desarrollo de la
publicidad comercial, bien cercana, en su esencia, al mencionado dicho
goebbeliano: embellecer lo anunciado para hacerlo deseable.
Los que nacimos en
Cuba en el segundo tercio del siglo pasado, antes de 1959, nos criamos bajo una
enorme influencia y penetración cultural de los EEUU. En primer lugar, casi el
cien por ciento de las películas que se exhibían
eran norteamericanas. Los niños crecimos viendo las creaciones de Walt Disney y
el resto de los otros productores de muñequitos estadounidenses. Admirábamos a
Tarzán, el blanco rey de la selva que imponía el orden y la justicia a los salvajes
africanos. O deseábamos ser como El
llanero solitario, con su caballo Plata. O como El Fantasma, otro justiciero. Y
qué decir de Supermán, el heroico extraterrestre venido del destruido planeta
Krypton. No era solamente el cine, sino las tiras de muñequitos que venían como
suplementos de los grandes periódicos una vez por semana y, posteriormente, en
folletos separados a todo color.
Toda la información
internacional que se difundía provenía de dos agencias de EEUU, la AP y la UPI.
La incipiente televisión cubana transmitía numerosos programas filmados en
EEUU. La música era una presencia constante, ya fuera Elvis Presley con su rock
and roll, o las bandas de Glenn Miller y Benny Goodman, o las voces de Frank
Sinatra y Nat King Cole, o The Platters, o Louis Armstrong. Y qué decir de
nuestro deporte nacional, importado de los EEUU y con sus Ligas Mayores como si
fueran las nuestras. O el boxeo profesional en el que descolló el campeón Joe
Louis.
En la economía el 85% de nuestro comercio exterior era con
los EEUU y las empresas de electricidad y teléfonos eran norteamericanas, al
igual que la mayoría de los bancos, las refinerías de petróleo, la planta
niquelífera; prácticamente todo el transporte automotor y todo el combustible se
importaban de los EEUU y la mayor parte de la industria azucarera pertenecía a
empresas de ese país. Sería interminable la lista, incluyendo escuelas privadas
y clubes de recreo. Sólo agreguemos a esto que la
moda turística para la clase media era ir de vacaciones a los EEUU, aunque
fuera solamente un fin de semana a Miami.
La idea del comunismo
predominante en el país era la de un verdadero infierno. Cabe preguntarse
entonces cómo fue posible que en poco más de dos años este pueblo sumergido en tamaña
inundación ideológica se convirtiera, mayoritariamente, en un pueblo
antiimperialista y socialista.
Permítaseme una referencia bíblica: Por sus
obras los conoceréis.
El pueblo es sabio y
conoce y distingue entre lo que es bueno para él y lo que no lo es. La tiranía
de Batista, que tomó el poder mediante un golpe militar apoyado por los EEUU y
estableció un gobierno más de ladrones y corruptos y reprimió a los
campesinos, a los obreros y a los jóvenes estudiantes no podía ser popular.
De ahí que la vanguardia juvenil que encabezó la lucha contra ese régimen de
ladrones, torturadores y asesinos, recibiera el respaldo de más del 90% de la
población y la tiranía fuera derrotada. Pero con ello solamente comenzaba la
revolución. Así lo advirtió Fidel entonces, a pocos días del triunfo
revolucionario.
Lo que vino después lo
mencionaré no en orden riguroso: reforma agraria, que entregó la tierra a
quienes la trabajaban, ya fuera como arrendatarios, sub-arrendatarios,
aparceros o precaristas y puso fin al latifundio, principalmente de propiedad
extranjera mal habida. Recuperación de los bienes malversados por los
gobernantes corruptos. Rebaja de las tarifas de electricidad y teléfonos, de
los precios de los medicamentos, de alquileres, y después reforma urbana, que
convirtió en propietarios a los inquilinos mediante el pago del alquiler.
Eliminación de lacras como el juego y la prostitución, alfabetización de todos
los analfabetos adultos. Educación y salud pública gratuitas. Liquidación del
desempleo e inicio de la industrialización mayor del país en ramas básicas.
Desarrollo de la enseñanza artística gratuita y del deporte. Impulso a la
investigación científica.
El conjunto de cosas
mencionadas anteriormente, en lo que habría que incluir la eliminación de los
barrios de indigentes y la construcción de nuevas viviendas para el pueblo
trabajador y la garantía de pensiones para todos los empleados en edad de
retiro y la lucha abierta contra todas las formas de discriminación social, eran cosas que se podían palpar. No era
palabrería hueca, sino acción social. Y a los que decían que esas medidas eran
comunistas, un joven colombiano que visitó Cuba para un encuentro
latinoamericano compuso un tema que en una de sus partes expresaba:
Si las cosas de
Fidel
son cosas de
comunista,
que me pongan en la
lista,
que estoy de
acuerdo con él.
El ejemplo personal y
los hechos son el discurso más elocuente, y no hay Tarzán ni Supermán que los
resistan.
La propaganda
revolucionaria tiene ejemplos fabulosos de los tiempos en los que casi todos
los medios de comunicación eran privados y no simpatizantes de la revolución.
Lo que hacía la revista Mella en 1959 y la coletilla disidente que le
añadían los trabajadores de la prensa a
los artículos contrarrevolucionarios que esta publicaba, son valiosos ejemplos.
En la defensa de
nuestra nacionalidad hay que evitar caer en errores dogmáticos simplistas como
los que llevaron en los años sesenta y setenta del siglo pasado a prohibir la difusión
de la música de los Beatles, que hoy son homenajeados con la escultura de John Lennon a tamaño natural
hecha por Villa, y que está sentada en un banco de un parque del barrio de El
Vedado en La Habana.
Al triunfo de la
revolución de Octubre, en Rusia surgió un grupo llamado Cultura Proletaria que
enarbolaba posiciones absurdas, como la negación de todo el arte anterior.
Lenin le salió al paso con toda fuerza y derrotó semejante disparate. León
Tolstoi dividía el arte en dos categorías: bueno y malo, según su factura.
Carlos Marx, refiriéndose a La Iliada, decía que lo importante no era explicar
el tipo de sociedad que produjo esa obra, sino como todavía seguía
deleitándonos.
La nación cubana es el
resultado de muchas mezclas étnicas y culturales, y es, como todo en la vida,
algo siempre en desarrollo que no puede congelarse en el tiempo. Somos un
pueblo internacionalista que cree que la Patria es la Humanidad. Pero un árbol
sin raíces no se sostiene. La clave nos la dio José Martí: “injértese en
nuestras repúblicas el mundo, pero el tronco ha de ser el de nuestras
repúblicas”.
La ideología es
superestructura que depende, en última instancia, de su base económica. Y es en
la realidad económica y política que se consolida la ideología.
Creo que fue el
compañero Díaz Canel quien dijo –y no estoy citando textualmente, sino de
memoria- que el mejor trabajo ideológico era hacer las cosas bien. Es la idea
martiana: hacer es la mejor manera de decir.
Si somos ejemplo de lo
que predicamos, si hacemos las cosas bien, tendremos el respeto y el apoyo necesarios
para seguir adelante con nuestra obra, con el concurso de todos y para el bien
de todos.
Martí nos recordaba: El pensamiento se ha
de ver en las obras. El hombre ha de escribir con las obras. El hombre sólo
cree en las obras (1-424)
Los sentidos de la
justicia y el bien común son lámpara siempre encendida en el corazón de cada
ser humano.
207 comentarios:
«El más antiguo ‹Más antiguo 201 – 207 de 207Gracias Silvio. No nos había ido muy bien en los juegos panamericanos donde terminamos en el séptimo lugar, detrás de EEUU, Canadá, Brasil, Cuba, Colombia y México, pero sí es mucho el esfuerzo de los deportistas, que por cierto con este gobierno recién tienen algo de apoyo más que nada en los deportes olímpicos. Me apasiona tanto el deporte, soy de seguro un periodista deportivo frustrado.:-(
Palabras
1970, Atlántico
Cuando se ande descalzo paso a paso de viento,
cuando venga del polvo la ciudad destruida,
que alguien cante una estrofa a las manos de un muerto,
que alguien diga algún verso a su espacio de vida.
Puede ser que sus restos no se distingan en la ciudad,
que la perfección de la piedra no luzca piel.
Puede ser que su sangre no mueva una astronave;
puede ser que sus huesos no sirvan para torres;
puede ser que una estrella brille más que su voz.
Ha pasado que el llanto se convierte en palabras;
ha pasado que un hombre se convierte en palabras,
palabras, palabras, palabras a granel.
Cuando la muerte sea inalcanzable y rara,
cuando un mohoso grillete repose en la vitrina,
que se dé a cada hijo una flor y una bala,
que se sepa que el mundo va sembrado de vidas.
Se sabrá que este ir y venir de piedras no se quedó,
que una lluvia lejana fue a mojar la ciudad.
Fijaremos con clavos las ventanas, los sueños,
los pedazos de tierra, la limpieza y el lodo,
las guitarras, las sillas, las piedras y el amor.
Porque ha pasado que historia se convierte en palabras;
ha pasado que el mundo se convierte en palabras;
ha pasado que todo se convierte en palabras,
palabras, palabras, palabras a granel.
Hola Silvio, es incomprensible cómo Noel Nicola permanece casi en el olvido. No acierto a adivinar los motivos de tamaña injusticia. Un saludo.
Confesiones de invierno (y luego de tomar un verdadero ron cubano que me regaló en la semana mi hermano):
Yo he soñado (literalmente) con Silvio alrededor de cuatro veces.
Imagino que a las mujeres del blog les debe haber pasado y algún otro hombre también.
Los míos han sido sueños de amistad. ¿Y a ustedes, les ha pasado? Quién se anima a contar.
me he encontrado estoooooooooo
aquí dice lo de la foto de guillén
El Guillén que yo conozco : Osvaldo Salas
https://www.youtube.com/watch?v=GFtoIvub4rI
besos
• Que alegría ver al maestro en acción ¡
Esperanza, me ha dado alegría ver a Oscaldo conversando, después tantos años, he sonreído mucho, gracias
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